La forma de comprender el sufrimiento en el mundo es considerar su capacidad redentora.

Los sufrimientos humanos se unen con la obra de Jesucristo, para expiar los pecados del mundo.

Y salvar almas de la condenación eterna.

En este contexto hay almas que se ofrecen conscientemente a ser almas víctima (que sufren).

Otras se ofrecen como almas víctimas cuando sus sufrimientos no cesan y en vez de enojarse, los entregan a Dios.

Y otros nacen como almas víctima, los discapacitados, y son un testimonio del valor de la vida para todos.

Dios es respetuoso de nuestro libre albedrío, de modo que en alguna instancia debe haber consultado a cada alma si consienten ser almas víctimas.
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Esto puede haber sucedido conscientemente en la tierra o haberse generado cuando su creación.

 

EL MISTERIO DE QUE UNOS SUFRE MÁS QUE OTROS

En nuestra experiencia vemos que algunas personas sufren cargas más pesadas que las nuestras.

Dicho de otra forma. Los sufrimientos en la vida no se distribuyen de la misma manera y proporcionalmente entre toda la humanidad.

Hay ciertos individuos qué llamamos almas víctimas que tienen dolores mucho más fuertes.

¿Por qué?

Alexandrina De Costa

Esto no se entiende si no se piensa en el poder redentor del sufrimiento humano.

El diseño misterioso del Padre Eterno implica que es necesario hacer reparación por el pecado.

San Pablo dijo

“Me regocijo en mis sufrimientos, y en mi carne completo lo que falta en los sufrimientos de Cristo, por el bien de su cuerpo, es decir la Iglesia” (Colosenses 1:24)

Y en Romanos 8:17 dice

“Sufrimos con Él para que también nosotros podamos ser glorificados con Él”

A pesar que Jesucristo cumplió nuestra redención con su sufrimiento, las escrituras también dicen del valor del sufrimiento humano.

“El que quiera venir en pos de mi niéguese a sí mismo tome su cruz y sígame” (Marcos 8:34)

Juan Pablo II en Salvifici Doloris dice cada hombre tiene su propia participación en la redención y está llamado a compartir el sufrimiento por el cual se realizó la redención.

Al llevar a cabo la redención a través del sufrimiento, Cristo también ha elevado el sufrimiento humano al nivel de la redención.

También en 1 Corintios 10:13 se asegura que somos capaces de llevar cualquier Cruz que Dios nos pide porque recibiremos la fortaleza para soportarla.

Hay una relación estrecha entre Jesús y las almas víctimas, que es fundamental para lograr la reparación y la redención a través de su sufrimiento.

Esto requiere la gracia de Jesús y su completo abandono a Su santa voluntad en una cooperación libre.

San Padre Pío ha dicho que pocas almas están llamadas a ser almas víctimas, pero sin embargo todos estamos llamados a llevar nuestra Cruz con paciencia y amor.

Santa Gemma Galgani

 

¿QUÉ ES UN ALMA VÍCTIMA?

Es una persona qué ha sido elegida por Dios para sufrir física y espiritualmente en mayor proporción que la demás gente.

Y acá tenemos dos vertientes la mayoría de la literatura.

Una habla de que el alma víctima acepta racionalmente y voluntariamente en su vida en la Tierra la misión, ofreciendo sus dolores para la salvación de los demás y en reparación por los pecados de la humanidad.

Y hay otra vertiente que dice que, en algunos, la designación de alma víctima no se hace con la participación consciente racional de la víctima durante su vida terrena.

Tal es el caso de aquellas personas que nacen con discapacidades o personas, que aun naciendo normalmente, después sufren en su vida de manera especial, con enfermedades u otros problemas.

En estos casos es posible e incluso probable, que haya habido una aceptación previa del alma antes de nacer, porque Dios es muy celoso de nuestro libre albedrío.

Pero en el caso de aquellos que nacen normalmente y luego tienen un dolor más allá de lo normal, debe haber una conversión, entendiendo que su dolor es redentor y que deben entregar su dolor.

La misión de estas almas víctima es llevar almas a Dios en unión con el Salvador, en el ejemplo de la propia pasión y muerte de Cristo.

Es notable la unión especial entre Jesús y las almas víctiman, que a algunos les lleva decir que Jesús no sólo está con ellos, sino que está en ellos.

Esto le lleva a decir a San Pablo en Gálatas 2: 20

“He sido crucificado con Cristo y ya no soy yo quien vive, sino Cristo vive en mí”.

En definitiva las almas víctimas cooperan como co-redentores con Jesús en la reparación de los pecados de la humanidad y para la conversión de los pecadores

Aunque esto es más general, porque todos estamos llamados de alguna manera a ser corredentores con Cristo, al unir nuestros sufrimientos con los sufrimientos de Jesús, de modo que Él derrame torrentes de gracia sobre las almas que lo necesitan.

En muchos casos la gracia del alma víctima va acompañada con fenómenos místicos.

Por ejemplo podemos citar el caso de la hermana Josefa Menéndez que tuvo temporadas de dolor físico y espiritual insoportables y que también experimentó visiones místicas.

Ella dice que cuando Jesús le pidió que fuera alma víctima le dijo que ser una víctima necesariamente implica la inmolación, y como regla, la expiación por otros.

Dios guía a las almas para que actúen como mediadores sufriendo y expiando para quienes su inmolación será provechosa.

Lo puede hacer derramando gracias de perdón sobre ellos, haciéndole ver sus pecados, intercediendo ante la justicia divina.

Ha habido almas víctimas muy conocidas como Santa Gemma Galgani Santa Faustina Kowalska, el Padre Pío, Teresa Neumann Alejandrina Da Costa, Mary Rose Ferron, Marta Robin.

Quienes han sido además videntes.

Por ejemplo Jesús le dijo a Gemma Galgani

“Hija mía tengo necesidad de almas víctima fuertes para apaciguar la justa ira de Mi Divino Padre, necesito almas que por sus sufrimientos pruebas y sacrificios hagan las paces por los pecadores y por su ingratitud”.

 

LA VICTIMIZACIÓN Y LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS

La victimización se relaciona con el dogma de la comunión de los santos.

Qué implica que las oraciones y las acciones de un miembro de la iglesia pueden ser ofrecidas para ayudar a otro miembro de la iglesia en cualquiera de los otros estados (la iglesia purgante, la triunfante o la que peregrina en la tierra).

San Pablo dice en 1 Corintios 12:26

“Si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él y si se honra a un miembro todos los miembros se regocijan con él”.

En las apariciones de Fátima la Santísima Virgen también habló sobre la victimización, refiriéndose al sufrimiento, la penitencia y la reparación.

En la aparición de agosto de 1917 habló de la necesidad de

“Orar mucho y hacer sacrificios porque muchas almas van al infierno y no tienen a nadie quien les rece y haga sacrificio por ellos”.

Y le pidió a los videntes que sufrieran y se sacrificaran en reparación por ellos.

Especialmente hicieron esto los dos videntes que murieron rápidamente, los hermanos Marto.

Jacinta Marto aceptó generosamente el sufrimiento que María le pidió siendo una víctima.

Sufrió mucho en su enfermedad y al final de su vida dijo “Ahora muchas almas se salvarán porque yo sufro mucho”.

Tuvo la gran intercesión de la Santísima Virgen para cumplir la reparación de su dolorosa operación y de morir sola en un hospital sufriendo dolores físicos extremos.

Sin embargo se siente repugnancia ante las almas víctima. Es normal sentirlo.

En nuestra cultura hedonista el dolor es casi como un pecado y es nuestro deber huir de él.

Por eso no es valorado el sufrimiento que llevan las personas.

Pero también Nuestro Señor sintió rechazo inicial por el dolor en su oración en el jardín de Getsemaní.

Y la propia Jacinta sintió rechazo cuando su operación.

De modo que el dolor de la victimización sólo se puede llevar y valorar por otros cuando existe la gracia de Dios.

 

LA LEGIÓN DE ALMAS VÍCTIMA

María Concepción Zúniga López de México escribió el libro Legión de Almas Víctima en 1966, que recibió el imprimatur del obispo de Chilapa Fidel Cortés Pérez.

Allí habla de una especie de movimiento de almas víctima.

Y define la legión de almas víctimas como un grupo de personas que tienen el objetivo de salvar a otras almas ofreciendo sus acciones y sufrimientos a Dios, unidos a los sufrimientos de Cristo.

Ella dice que estas personas viven sus vidas escondidas y que son conocidas básicamente por Dios, porque no hay ninguna lista ni organización ni reuniones de ellos.

Son visibles públicamente sólo bajo obediencia, porque estás almas hablan poco y nunca hablan de sus obras.

Se las conocerá el día del Juicio o cuando Dios decida revelar porque lo considera importante en ese momento; si no, sufrirán en silencio y mediante acciones ocultas

Ella también dice que ofrecerse para alma víctima es una decisión grave y no debe tomarse a la ligera.

Y después que la persona se ofrece, ¿cómo sabe si Dios la aceptó?

Lo sabe por el sufrimiento inesperado que le llega, que pueden ser enfermedades dolorosas, accidentes, ataques y acusaciones infundadas, abandonos.

También la pérdida de alguien que uno quería mucho o pérdida de sus propiedades.

O incluso no sentir alegría en la oración y la meditación.

Así por ejemplo Jacinta Marto, que había ofrecido sus sufrimientos en reparación por los pecadores, supo que Dios la había aceptado cuando contrajo la enfermedad dolorosa, se tuvo que ir a un hospital lejano sola y someterse a una operación dolorosa.

Por otro lado, las personas que en este momento están sufriendo sin haberlo buscado o pedido, pueden ofrecerse como almas víctima.

De esa forma no desperdician su sufrimiento quejándose y lo transforman en un insumo para su propia salvación y la de los pecadores.

Un caso que muestra esto es el de Santa Liduvina de Schiedam.

Ella tuvo un accidente mientras patinaba cuando era joven que la puso en cama durante toda su vida.

Rezaba va por su cura pero su cura no venía. Y un sacerdote que le llevaba la comunión le enseñó a meditar sobre los sufrimientos de Cristo.

Así ella se dio cuenta que su vocación era la de alma víctima ofreciendo el sufrimiento a Dios por las almas pecadoras.

También está el caso de Santa Mónica, que sufrió mucho tiempo a causa de la incomprensión de su hijo Agustín y esperó 10 años antes de la conversión de su hijo.

Sin embargo hay casos en qué el sufrimiento entregado por una causa no logra cambiar la situación y recién cuando la persona llega al cielo se produce el cambio.

Una de las cosas llamativas de las que esta autora habla es que si bien no hay prácticas exteriores formales, se recomienda a las almas víctimas que besen a menudo el suelo.

Nuestro Señor le pidió a Josefa Menéndez que besara el suelo frecuentemente, la Santísima Virgen le pidió a Santa Bernardita en Lourdes lo mismo, para la conversión de los pecadores.

Y los videntes de Fátima rezaban con cara al suelo y besando el suelo.

Los pecadores graves pueden ser almas víctima siempre y cuando hayan confesado su pecado, hayan hecho penitencia y ofrecido una expiación adecuada

El ejemplo más notable de esto es San Pablo, un gran pecador, que incluso participó en la lapidación de San Esteban, a quien luego Dios le dio la vocación de apóstol y de víctima.

Hoy Dios desea que nosotros personas comunes nos transformemos en almas víctimas porque estamos viviendo un periodo de grave crisis.

E incluso espera que nos comportemos como mártires, al igual que mujeres y niños débiles actuaron de esa manera en las grandes persecuciones de la Iglesia.

Pero esto sucede cuando Dios da la gracia para actuar de esa forma.

 

EL SUFRIMIENTO INOCENTE

Hay un gran misterio en todo esto, que es el sufrimiento de los niños, los discapacitados y los ancianos.

Su sufrimiento es un testimonio qué tiene un propósito y nos está diciendo algo.

Santa Teresita de Lisieux creía que su sufrimiento podía aportar para los otros.

Su momento de dolor, molestias o tristezas se lo ofrecía a Dios creyendo que se unía con Su amor trabajando para el mejoramiento del hombre.

Y concretamente pedía a Dios que tomará su sufrimiento para ayudar a los misioneros en el mundo. Por eso, sin haber salido de su convento, es considerada la patrona de las misiones.

En una época como la nuestra en que la población en occidente está envejeciendo deberíamos considerar como redentor el sufrimiento de los ancianos y los enfermos.

Un testigo de ello fue Juan Pablo II quien vivió el drama de su vejez y de su enfermedad mostrándolo deliberadamente a todo el mundo.

Esto nos trae también al beato Carlo Gnocchi, un sacerdote italiano capellán militar durante la Segunda Guerra Mundial que escribió el libro La Pedagogía del Sufrimiento Inocente.

Los horrores que presenció en la guerra, especialmente en los jóvenes, le llevó a escribir el libro.

Él sostiene que los niños que sufren son especialmente iconos vivientes de Cristo crucificado.

Dice que los niños son especialmente llamados a llevar su sufrimiento mostrando la pureza de su sacrificio.

El sufrimiento en nadie se hace más transparente, claro, evidente e inmediato que en un niño.

Y por eso dice que un niño que sufre discapacidad, mutilación, pobreza, enfermedad, ignorancia, abandono, debe despertar en nosotros un profundo sentimiento de respeto y veneración, casi diría que debería ser un culto.

Dice que en cada niño que sufre deberíamos ver el rostro de Jesús.

Esto lo sentimos frecuentemente cuando nos enfrentamos a niños discapacitados.

Aún ante los corazones más duros los ojos brillan cuándo estamos frente a un discapacitado porque su testimonio nos habla de esperanza.

Hoy es casi imposible no conmoverse frente a un niño discapacitado.

Y es tan doloroso su testimonio que muchos padres abortan cuando tienen el riesgo de procrear un niño discapacitado.

Ellos no eligieron conscientemente en la tierra ser discapacitados.

Lo que nos lleva a pensar que quizás haya habido un pacto anterior con Dios, en qué usando su libre albedrío, ellos hayan decidido en ser almas víctima en su creación.

En definitiva el sufrimiento tiene dos razones básicas para todos.

Cancelar las deudas de nuestros pecados y del pecado original.

Y en segundo lugar, participar del acto redentor de Cristo sufriendo para que los pecadores se salven.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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