En que situaciones se le aparecían los Ángeles a Santa Faustina y para qué.

Se conoce a Santa Faustina Kowalska especialmente por las apariciones de Jesucristo, quien le habló de su infinita misericordia y le pidió que hiciera un cuadro tal como ella lo veía, para que fuera la imagen de la Divina Misericordia que debía tener presente la humanidad.

Y también porque le dictó la Coronilla de la Divina Misericordia.

Pero es poco conocida su gran vinculación con toda clase de Ángeles durante su vida, a los que veía en forma visible, la asistían permanentemente y la iban dirigiendo para su misión.

Es más, la misión adjudicada por Dios le hubiera sido imposible sin la asistencia de los Ángeles, porque la formaron, guiaron y sostuvieron.

Pocos santos han tenido una presencia angélica tan intensa y decisiva.

Incluso un Ángel fue actor principal cuando le fue dictada la Coronilla de la Divina Misericordia.

Aquí hablaremos sobre cómo fue la familiaridad que tuvo Santa Faustina Kowalska con los Ángeles, como la guiaron y cómo formaron su devoción, y cómo le transmitían los deseos de Dios y la sostuvieron en la misión.   

Los ángeles suelen ayudar a las personas a desarrollar la espiritualidad de forma invisible.

Sin embargo, a veces Dios permite que un alma elegida vea y escuche a sus siervos celestiales.

Este don de la familiaridad con los ángeles se le dio a Santa Faustina Kowalska, religiosa mística y vidente de la Divina Misericordia.

Por 13 años pasó consolada y defendida por los ángeles que se convirtieron en sus mejores amigos.

El confesor de Faustina, el padre Miguel Sopocko, escribió en su diario que ella tenía gran devoción a los Santos Ángeles y que experimentaba su presencia visiblemente.

Ellos aparecían como sus compañeros en sus viajes místicos al infierno, al purgatorio y al cielo.

Le enseñaron a orar bien y a contemplar a Dios.

Pero nunca aliviaron sus deberes, sino que la animaron a esforzarse y luchar con claras intenciones de acción.

Santa Faustina tuvo contacto con San Miguel Arcángel, un Serafín y un Querubín.

También con un espíritu llamado «uno de los siete», su Ángel de la Guarda y Ángeles de la Guarda de otras personas y de las iglesias.

En los momentos cruciales de su vida ella siempre llamó por su ayuda. 

Y sus amigos celestiales nunca la defraudaron, no sólo la defendieron de los ataques demoníacos, sino que también la consolaron en los momentos difíciles y le recordaron sobre el cumplimiento de sus deberes con amor.

Durante todos los días las meditaciones del alma de Santa Faustina la preparaban para cumplir la voluntad de Dios.

Y cuando estaba en oración ella llamaba a la intercesión de los Ángeles, pidiendo una vida celosa y una buena muerte.

Faustina conoció a su ángel de la guarda, por ejemplo, en un tren de Varsovia a Cracovia. 

Y una vez una gran multitud de demonios, llenos de odio, bloqueaban el camino de la santa y le imploró ayuda a su Ángel de la Guarda. 

Y él le dijo, «No temas, esposa de mi Señor, sin Su permiso estos espíritus no te harán ningún daño». 

E inmediatamente los malos espíritus se desvanecieron y su Ángel de la Guarda la acompañó, de manera visible, hasta la casa.

Otra vez Sor Faustina escuchó el canto de los ángeles cuando la renovación de los votos de las religiosas del convento, en una celebración solemne. 

Mientras las Hermanas hacían sus votos, escuchó a los Ángeles cantar en varios tonos, ‘Santo, Santo, Santo’, con un cántico tan delicioso que ninguna lengua humana podría igualarlo. 

En otra ocasión, en la Adoración, Sor Faustina se sintió abrumada por el amor a Jesús y comenzó a llorar.

Y de repente vio un espíritu de gran hermosura, que le habló y le dijo: 

«No llores, dice el Señor». Ella preguntó quién era él. 

Y le contestó «Soy uno de los siete espíritus que están de pie ante el trono de Dios día y noche y le dan alabanzas incesantes».

Y ese Ángel la acompañó en el tren en su viaje a Vilnius. 

En ese viaje vio un Ángel de pie en cada iglesia por la que pasaban, pero rodeado de una luz más pálida que la del espíritu que la acompañaba, y cada uno de estos espíritus que custodiaban las iglesias inclinaba la cabeza ante el espíritu que estaba cerca de ella.

Otra vez, trabajando en la Congregación en Cracovia como portera, sintió miedo debido a los disturbios revolucionarios y a la actitud hostil hacia la Iglesia.

Le solicitó protección al Señor y éste le dijo, «Hija mía, en el momento en que te aproximaste a la puerta yo ordené a mi Querubín protegerte. Ten calma, por favor»

Y después de la conversación, ella vio al ángel que el Señor le prometió.

En otra ocasión, el Ángel de la Guarda de Sor Faustina la alertó sobre las necesidades de un alma moribunda. 

Su Ángel de la Guarda le dijo que orara por cierta alma, y en la mañana supo que era un hombre cuya agonía había comenzado en ese mismo momento. 

Y a partir de ahí el Señor Jesús le hacía saber de manera especial cuando alguien tenía necesidad de oración porque estaba moribundo, a través de su Ángel de la Guarda.

Sor Faustina tenía miedo en el día en que no podía tomar la comunión.

Y una vez, cuando estaba en el hospital se le informó que la Comunión no le sería llevada por un sacerdote, y se puso triste.

Y se preparó para la visita espiritual del Señor, pero sucedió algo extraordinario, porque por los próximos 13 días tomó la comunión de manos de un Serafín.

Ella recordó que el Serafín estaba rodeado por una gran luz, la divinidad y el amor de Dios se reflejaban en él.

Lo describió diciendo que llevaba una túnica dorada y, sobre ella, una sobrepelliz transparente y una estola transparente. 

El cáliz era de cristal, cubierto con un velo transparente.

Y tan pronto como le dio la Comunión, desapareció, 

Y oía a partir de allí un canto angelical en el día en que no podía asistir a la Misa.

El 13 de septiembre de 1935 Santa Faustina recibió la Coronilla de la Divina Misericordia y también un Ángel estuvo presente.

Esa noche estando en su celda vio un Ángel, que ella identificó como el ejecutor de la ira divina.

Lo describe como vestido con una túnica deslumbrante, con su rostro brillante y una nube bajo los pies.

Desde sus manos y desde la nube brotaban truenos y relámpagos que amenazaban con golpear la Tierra.

Ante este peligro de la Tierra, Santa Faustina comenzó a implorar al Ángel que dejara de enviar los ataques.

Y le prometió que el mundo haría penitencia. Pero no fue atendida su súplica.

Y sintió una moción en su corazón para que rogara a Dios por el mundo, con palabras que le brotaron internamente.

Y de repente vio que el Ángel no podía llevar a cabo el castigo que estaba previsto realizar.

Santa Faustina admite que nunca antes había orado con tal poder.

En el diario aparece la oración con la que ella oró,

«Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, por nuestros pecados y los del mundo entero. Por Su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero».

Esta es la oración inicial y la jaculatoria de cada década de la Coronilla de la Divina Misericordia, que se suele rezar a la 3 de la tarde, la hora de la muerte de Nuestro Señor.

Esta visión evidentemente nos retrotrae a 1917, a las apariciones de Fátima, porque es claramente similar a la que experimentaron los tres pastorcitos cuando vieron al Ángel ejecutor de la ira de Dios, que iba a lanzar rayos sobre el eje de la Tierra.

Un Ángel exhibía una espada de fuego centelleando en la mano izquierda, que emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo.

Pero se apagaban al contacto con el esplendor que irradiaba Nuestra Señora, con su mano derecha dirigida hacia él.

Mientras el Ángel señalaba la tierra con su mano derecha, diciendo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!.

En el diario de Santa Faustina hay más de 70 menciones a los ángeles.

Pero el nombre de San Miguel es el que estuvo más relacionado con su vida.

Un 29 de septiembre, en la fiesta de San Miguel Arcángel, vio a su lado al Arcángel Miguel, que le habló estas palabras:

«El Señor me ha ordenado que cuide de ti en especial. Sabe que el mal te odia, pero no temas. ¡Quién es como Dios!»

Y desapareció a sus ojos, pero siguió sintiendo su presencia y ayuda.

Pero también todo a su alrededor le indicaba su presencia.

Su confesor se llamaba Miguel Sopoko.

La iglesia de Vilnius dónde estaba el cuadro de la Divina Misericordia y ella sirvió estaba dedicada a San Miguel.

La madre superiora que aceptó a Santa Faustina en el convento se llamaba Micaela.

Santa Faustina evidentemente tenía la protección especial de San Miguel y cada día rezaba a su ángel guardián y además la oración a San Miguel Arcángel del Papa León XIII.

Y próxima a la muerte, un Serafín le dio la Comunión.

Una gran luz rodeaba al Serafín porque reflejaba la divinidad y el amor de Dios.

Y poco antes de la Comunión le asaltó una duda y rogó a Jesús por ella.

Entonces le preguntó al Serafín, «¿no podrías confesarme?»

Y él le respondió, «ningún espíritu del Cielo tiene tal poder». 

Y en aquel momento una Hostia se posó sobre sus labios.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la relación que Santa Faustina Kowalska tenía con los Ángeles, cómo se le manifestaban y cómo Dios la fue guiando a través de ellos. 

Y me gustaría preguntarte qué otros santos conoces que han tenido una relación intensa con Ángeles.

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