La humanidad está siendo manejada por campañas de miedo, a través de los medios de comunicación.

En las últimas décadas hemos asistido a la prédica catastrofista de que los seres humanos están destruyendo el medio ambiente y que va a quedar una tierra desolada e improductiva para las próximas generaciones.

Esta siembra de miedo está propiciando que las élites hagan pingües negocios con la reconversión verde.

Por eso los medios de comunicación publican básicamente informaciones que refuerzan esta narrativa y no le dan lugar o censuran informaciones de científicos que relativizan esa manija catastrofista.  

Y así muchos cristianos se han dejado llevar por la prédica de miedo, olvidando que la naturaleza ha sido creada por Dios y responde a sus mandatos.

Y que el mandamiento central de Jesucristo fue vayan por el mundo y prediquen el evangelio, y no, preocúpense sobre todo por salvar a la tierra de la depredación.

Aquí hablaremos sobre cómo Dios está por encima de la naturaleza, cómo nos auxilia con ella y nos protege, y cómo la única forma efectiva para librarse de peligros es ser respetuoso de los mandamientos de Dios.

El mundo y todo lo que contiene es algo creado por Dios.

Por lo tanto el sentido cristiano del cuidado del mundo, o sea la ecología, debería girar en torno a la creación de Dios.

Este mundo no debe convertirse en un fin.

Porque esta creación no durará para siempre. No tenemos un hogar permanente en este mundo actual. Nuestro hogar es el cielo.

Por lo que tratar de permanentizar este mundo como si fuera algo que tuviéramos que preservar para siempre, es realmente adorarlo. 

Y adoramos sólo al Señor, al creador.

En el principio lo único que existía era Dios.

En el libro del Génesis se nos va presentando la creación del mundo visible, porque los ángeles ya habían sido creados antes.

Allí vemos que al terminar la obra de creación de cada día Dios dijo que era bueno, porque Dios no hace nada mal.

Primero crea el habitat del hombre en la Tierra y luego al ser humano.

Y le dice que ha hecho el mundo vegetal, animal y mineral para su sustento.

Y a pesar que el hombre no obedece a Dios y es expulsado del paraíso, aún así Dios le permite que cultive la tierra, que domine a los animales, y también que pueda alimentarse de ellos.

De modo que la naturaleza está para ayudar al hombre en su diario vivir.

Hay gente que dice que la naturaleza es ciega, pero no es así, depende de Dios.

Por eso Dios utiliza la naturaleza para llevar bendiciones a los hombres.

Por ejemplo ha usado el agua, para sanar a la gente que tiene fe en Él.

Nuestra Señora ha hecho brotar fuentes de agua milagrosa en muchas apariciones: Lourdes, Fátima, La Salette, el Tepeyac, etc,

Hemos hecho un video sobre estas fuentes https://youtu.be/Gux1q-8YYjQ 

También ha utilizado los astros para darnos mensajes, por ejemplo con la estrella de Belén que guió a los reyes magos hacia el niño Jesús. 

Y también realizó el Milagro del Sol en Fátima.

Allí la gente vio que el sol cambiaba de colores y hacía evoluciones acercándose a la Tierra, y la gente pidió misericordia pensando que caería sobre ellos.

También nos dio poder sobre los animales.

Al ver que los hombres no respondían a Dios, San Antonio de Padua predicaba a la naturaleza.

Los peces salieron a oír las predicaciones del santo.

Y los pájaros le entendían para hacer su voluntad, porque no comían el cultivo para que San Antonio pudiera estar tranquilamente en misa.

Se ha observado el extraño silencio de los animales durante el momento de las apariciones, que ha sido registrado en varias de ellas. 

Sobre estos temas hemos videos: https://youtu.be/D5lyWrHheC8, https://youtu.be/ExSTm_bX61s  

También Dios dio a sus fieles seguidores, poder sobre el mundo vegetal y mineral.

Un arquitecto iba construir una pared, pero le dice a la Madre Encarnación Rosal que para poder hacerla tiene que cortar unos duraznales.

La madre dice que no lo haga porque esas frutas son para las niñas que tiene a su cargo.

Al día siguiente el arquitecto va de nuevo, y vio el milagro de que los árboles se han corrido un metro y medio, y ahora ya no hay necesidad de cortarlos.

Otro caso es el de San Martín de Porres.

Había una inundación terrible que amenazaba a la población, y el santo tiró tres piedras al agua y ésta regresó a su lugar.

Algo similar sucedió en Cádiz con el maremoto producido luego del gran terremoto de Lisboa.

Fray Bernardo, un fraile capuchino no dudó al ver las aguas amenazantes.

Y tomó el crucifijo y el estandarte de la Virgen de la Palma.

Lo clavó en la calzada y exclamó: «Hasta aquí, Madre mía».

Y las aguas no siguieron avanzando.

Y un caso inverso sucedió con la Virgen de Zapopan.

En Jalisco existe un lago llamado de Chapala, que sirve a los lugareños para poder vivir de los peces y del turismo que genera.

Por lo tanto, les interesa que el lago se conserve.

Pero en el siglo XX el lago empezó a descender, porque no había estado lloviendo.

Entonces el pueblo acudió a la intercesión de la Virgen de Zapopan.

Fue llevada la imagen de Nuestra Señora y Ella oyó las súplicas de los fieles que pedían no quedarse sin sustento.

Y aquel día sucedió el milagro, al punto que el agua del lago subió tanto, que se dice llegó a las gradas de la iglesia donde la santa imagen se guardaba en su visita.

Y en agradecimiento se le dio el título de Reina del lago de Chapala.

Hay miles de ejemplos que muestran cómo los elementos de la naturaleza responden a los santos, y a las oraciones y peticiones de los fieles.

Y esto es porque Dios es el amo de todo, el que permite o no que sucedan las cosas.

Dios responde a las necesidades y a las oraciones de los seres humanos.

Y además se expresa a través de los elementos naturales para darnos bendiciones, lo mismo que para darnos advertencias.

Sin embargo estamos asistiendo al crecimiento de una religiosidad cosmocéntrica, a través del ecologismo.

En que los elementos de la naturaleza se colocan en el centro, pero como una fuerza ciega que no contempla a Dios.

Y el ser humano es colocado en lugar secundario, y hasta se ha convertido en una molestia.

Porque según esta nueva religiosidad la humanidad crece desmedidamente en cantidad y además depreda la tierra.

Y hay una agenda malvada a partir del ecologismo sin Dios, que promueve la ONU, que busca la despoblación del mundo.

Y que exalta a los animales colocándolos al mismo nivel que los seres humanos. 

Y que se escandaliza por la muerte de un elefante pero no por las interrupciones forzadas de los embarazos de las mujeres.

Los ideólogos iniciales de esta agenda ecológica han sido muy claros.

Mikhail Gorbachev dijo que «la crisis ecológica, en definitiva, es la crisis de la población. Reduzcamos la población en un 90% y no quedará suficiente gente para causar grandes cantidades de daño ecológico».

Y Henry Kissinger anunció ya en 1978 que «La política de Estados Unidos hacia el Tercer Mundo debería ser de despoblación».

Incluso Jeffrey Sachs, asesor del Vaticano, ha abogado por reducir la fecundidad de la población mundial.

Y la apostasía en que ha entrado una buena parte de los católicos está produciendo perplejidades.

Recientemente Michael Jackels, arzobispo de Dubuque, en EE.UU. escribió un mensaje en su diócesis, sugiriendo que hay que salvar el planeta terminando con el entierro clásico de las personas muertas.

Dice que en los entierros clásicos se desperdician los recursos naturales para producir ataúdes, el suelo se llena de hormigón con las tumbas, y si se crema el cadáver se gasta mucha energía y aún si se enterrara el cuerpo en la tierra directamente,º se consume mucho espacio.

Y entonces aboga por dos alternativas al entierro clásico, para «salvar» el planeta: hidrólisis alcalina y compostaje. 

Incluso ha llegado a decir que Jesús y Nuestra Señora optaron por la Ascensión y la Asunción para respetar la «buena tierra verde».

Desconoce que el entierro es un «signo» con el que se confiesan las realidades de fe transmitidas por la Biblia.

En resumen, más allá de la gravedad adjudicada al cambio climático y de si se trata de un evento cíclico o no, la ecología no debe ponerse por encima de Dios.

Dios se comunica con nosotros a través de la naturaleza que Él creó para nosotros, nos bendice, nos hace advertencias y está atento a nuestros pedidos cuando suceden cosas peligrosas.

De modo que la ecología cristiana pasa por estar bien atados a los mandamientos de Dios y no a los de los hombres, sobre todo de la élites que buscan réditos económicos.     

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre los cuidados que deberían tener los cristianos respecto a la prédica sobre el medio ambiente y la ecología.

Y me gustaría preguntarte si estás advirtiendo que existen algunos cristianos que están más preocupados por el medio ambiente que por ser fieles a Dios o no. 

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