No todos son satánicos como algunos piensan.
Religión y rock no parecen llevarse bien, evidenciado en la clásica trilogía “sexo, drogas y rock’&’roll”, que no parece precisamente un camino espiritual, a pesar de ciertos usos alucinógenos para la expansión de la conciencia.
Aunque Little Richard y Leonard Cohen se retiraron temporalmente para ejercer como pastor evangelista y encerrarse en un monasterio budista, respectivamente, las conversiones de George Harrison al hinduismo, de Bob Dylan al cristianismo y de Cats Stevens al Islam constituyen un capítulo insólito en la historia del rock.
GEORGE HARRISON, EL HARE KRISHNA DE PELO LARGO Y PANTALONES
Dios fue la gran preocupación vital de George Harrison. El autor de Something siempre se mostró descreído con los fastos que apareja ser una estrella de rock. Mientras que para los otros beatles la espiritualidad oriental no pasó de ser una moda más, George -educado en el cristianismo- se implicó a fondo en la religión hindú, pero su experiencia religiosa estuvo unida, en un principio, a la toma de LSD. «La primera vez que tomé un ácido, lo demás se desvaneció. Me di cuenta de que había un dios, y pude verlo en cada hoja de hierba», afirmó a Rolling Stone en 1987.
El primer contacto de Harrison con el hinduismo tuvo lugar durante el rodaje de Help (1965) en Las Bahamas, donde conoció al swami Visnú Devananda. El beatle se hizo vegetariano y empezó a leer los Vivekanandas y Yoganandas, en los que comprendió que podía ver a Dios «utilizando el sistema yogui de trascender a través de los estados de la conciencia (despertar, dormir, soñar) para alcanzar el nivel más sutil de conciencia pura», según apunta en The Beatles Anthology (2000).
En 1966 peregrinó con su mujer a la India, donde conoció a varios gurús, visitó sitios sagrados y aprendió a tocar el sitar con Ravi Shankar. Harrison fue, junto a Dave Davies, de los Kinks, el introductor de este instrumento en el pop.
En agosto de 1967 conoció con el resto de los Beatles al Maharishi Mahesh Yogi, divulgador de la meditación trascendental en occidente. Los fab four asistieron a una de sus lecturas espirituales en el Hotel Hilton de Londres, donde el Maharishi -aficionado al lujo y con un instinto extraordinario para los negocios- los convenció para acompañarlo a un curso en Gales y luego, a primeros de 1968, a un retiro en el asrahm que tenía en Rishikesh (India). De la comitiva formaron parte también sus mujeres y algunos amigos, como la actriz Mia Farrow y el cantante Donovan. El asrahm se parecía más a una colonia de vacaciones que a un verdadero centro de meditación trascendental, y Paul y Ringo desertaron enseguida. George y John aguantaron más, pero un oscuro episodio de abuso sexual del Maharishi sobre una de sus alumnas precipitó finalmente su partida. En la India, los Beatles compusieron la mayoría de las canciones del disco blanco y Lennon le dedicó al Maharishi la amarga Sexy Sadie.
En 1969, Harrison produjo el single Hare Krishna Mantra, interpretado por devotos londinenses, y conoció con Lennon a Bhaktivedanta Swami (Srila Prabhupada), fundador de la Sociedad Internacional para la Conciencia de Krishna. Los Hare Krishna son una secta hinduista basada en la devoción popular a Krishna, la octava encarnación de Visnú. Sus devotos, con las cabezas rapada y túnicas azafrán, son reconocidos por cantar el mantra Hare Krishna por las calles. Harrison abrazó a partir de entonces esta tradición, en particular el canto del mantra usado como meditación privada, sintiéndose «un devoto con pelo largo y pantalones».
Con los Beatles, George compuso grandes temas de influencia hindú, como Within You, Without You o Blue Jay Way, pero fue en sus dos primeros discos en solitario, All Things Must Pass (1970) y Living In The Material World (1973), donde expresó sin cortapisas su espíritu Hare Krishna. En All Things Must Pass, con el que se convirtió en el primer beatle en alcanzar en solitario el número uno de las listas de venta, dio una asombrosa dimensión a su espiritualidad. My Sweet Lord, su mayor himno, por el que perdió un juicio por plagio, dice: «Mi dulce Señor, realmente quiero verte, realmente quiero estar contigo, pero lleva tanto tiempo. Realmente quiero conocerte, realmente quiero ir contigo, realmente quiero demostrarte que no llevará tanto tiempo». En el 2000, con motivo de la reedición del álbum, Harrison hablaba así de la canción para El País: «Los coros cantando Aleluya y Hare Krishna son una especie de llamamiento a la cordura y a la vuelta a Dios, cualquiera que este sea. Sin ese aspecto espiritual, la vida actual sería para mí una experiencia hueca». Antes, en 1981, en Life Itself, del disco Somewhere in England, había descrito a Dios en estos términos: «Tú eres el único, eres mi amor verdadero, eres mi amigo y cuando la vida se acaba, eres la luz en la muerte. Eres mi amor, envías la lluvia y traes el sol, permaneces solo y dices la verdad, eres el aliento de la vida».
Harrison murió de cáncer en Los Ángeles el 29 de noviembre de 2001, a los 58 años. Dos de sus amigos más cercanos indicaron a la prensa que «durante sus últimos días de vida, devotos de Krishna estuvieron a su lado y cuando abandonó su cuerpo lo hizo entre cantos de Hare Krishna Mantra». Fue incinerado en una ceremonia privada Krishna y aunque algunos medios afirmaron que sus cenizas habían sido depositadas en el río Ganges, no hubo ninguna declaración familiar que lo certifique. Tras la muerte de Harrison, su familia emitió el siguiente comunicado: «Abandonó este mundo como vivió: consciente de Dios, sin miedo a la muerte y en paz, rodeado de familiares y amigos». Según algunos de sus acompañantes en el lecho de muerte, sus últimas palabras fueron «amaos los unos a los otros».
BOB DYLAN, EL PROFETA DE JESÚS
«Años atrás decían que era un profeta. Yo decía: ‘No, no soy un profeta’, y ellos decían: ‘Sí, lo eres, eres un profeta’. Y yo contestaba: ‘No, no soy’. Ellos decían: ‘Seguro que eres un profeta’. Me convencían de que era un profeta. Ahora vengo y os digo que Jesús es la respuesta. Y ellos dicen: ‘Bob Dylan no es un profeta». Hubo un tiempo en que el mil veces reinventado Bob Dylan escribía canciones apocalípticas y predicaba a Jesús desde los escenarios, con discursos como con el que arranca este párrafo. El periodo cristiano de Dylan duró curiosamente tres años, de 1979 a 1981, como la vida pública de Jesús.
Nacido en Minnesota en 1941 en el seno de una familia judía, Robert Allen Zimmerman tuvo una súbita conversión al cristianismo durante su gira de 1979. En Montrel tocó con 40 grados de fiebre. Alguien del público lanzó una cruz plateada al escenario y él la cogió. La guardó en su bolsillo y la llevó consigo a la siguiente ciudad, Tucson, Arizona. Se sentía peor que en Montreal y, tras usar todo tipo de cosas, se dijo: «Necesito algo esta noche que no haya hecho antes». Y miró al bolsillo y tenía la cruz, según afirmó en una entrevista. Luego, en su habitación de hotel en Tucson, creyó tener una visión de Jesucristo. «Jesús apareció como el Rey de Reyes. Había una presencia en la habitación que no podía ser de nadie salvo de Jesús… Puso su mano en mí. Era algo físico. Sentí todo mi cuerpo temblar. La Gloria de Dios golpeándome y rescatándome».
Dylan siguió un curso de tres meses en la Escuela de Discípulos de la evangelista Comunidad de la Viña, donde conoció el libro del predicador Hal Lindsey –The Late Great Planet Earth (1970)-, que llegaría a convertirse en su segunda Biblia y añadiría un tinte apocalíptico a sus canciones. «Los temas que escribí para el álbum Slow Train Coming me asustan. No planeé escribirlos. No me gustó escribirlos. Nunca quise escribirlos», aseguró en una entrevista en 1984.
El periodo cristiano de Dylan no le sentó nada bien a su música. Los críticos coinciden en que los tres discos que editó en ese tiempo – Slow Train Coming (1979), Saved (1980) y Shot of Love (1981)-, están entre lo peor de toda su producción, a pesar de que en el primero colaboró Mark Knoppfler, el líder de Dire Straits. En 2003 publicó una recopilación de sus canciones religiosas.
Durante las giras llevadas a cabo en esa época, el músico rehusó tocar sus viejas composiciones, así como cualquier canción de índole secular. Además, comenzó a realizar en el escenario declaraciones sobre su fe, como esta de tintes claramente apocalípticos: «Sabéis que estamos viviendo los últimos días. El libro sagrado dice que en los últimos días vendrán momentos difíciles. Los hombres serán egoístas, amigos del dinero, altivos, blasfemos, rebeldes a los padres, ingratos, impíos. Echad un vistazo a Medio Oriente. Os avisé en The Times They Are a-Changin. Dije que la respuesta estaba flotando en el viento. Ahora os digo que Jesús está de vuelta, ¡y es Él! No hay otro medio de salvación. Jesús está de vuelta para establecer su Reino en Jerusalén durante mil años».
Este proselitismo provocó el rechazo del público y de sus propios compañeros de profesión. En 1980, Dylan había ganado el Premio Grammy a la Mejor Interpretación Vocal Masculina con la canción Gotta Serve Somebody (Vas a servir a Alguien), del LP Slow Train Coming, y el siempre ácido John Lennon le respondió con Serve Yourself (Sírvete a ti mismo). En Gotta Serve Somebody, Dylan decía: «Puedes ser embajador de Inglaterra o Francia, puedes ser campeón del mundo de los pesos pesados, puedes ser un vividor con un largo collar de perlas, pero vas a tener que servir a alguien. Puede ser el demonio o el Señor». En Serve Yourself , Lennondice: «Tienes que servirte a ti mismo. Nadie va a servirte. Puedes creer en demonios y en dioses, pero tendrás que salir y servirte a ti mismo, porque aquí no hay servicio de habitaciones».
El periodo cristiano de Dylan tuvo un inesperado epílogo en 1997 cuando tocó para el Papa Juan Pablo II en el Congreso Eucarístico Internacional de Bolonia (Italia) después de que éste leyera ante un público de 200.000 personas un sermón basado en la letra de Blowin’ In The Wind. Además, en 2009 publicó un álbum de villancicos navideños cuyos beneficios fueron destinados a varias organizaciones caritativas.
CAT STEVENS, EL HIPPY QUE ENCONTRÓ LAS RESPUESTAS EN EL ISLAM
Steven Demetre Georgiou (Londres, 1948) vendió 25 millones de discos como Cat Stevens. Fue uno de los símbolos de la época hippy, con excelentes canciones como Moonshadow, Wild World o Morning Has Broken. Pero en 1977 cayó enfermo de tuberculosis y se encontró solo en su casa, aislado de aquella vida de estrella del pop que vivía tan deprisa. «Fue entonces cuando empecé a pensar de nuevo sobre la vida, el sentido que tiene y a dónde nos dirigimos», declaró a la prensa en el año 2000.
En esos pensamientos estaba cuando su hermano David le trajo una copia del Corán desde Jerusalén y «vio la luz». Antes, buscando respuestas, ya había tanteado el budismo, el misticismo oriental e incluso las doctrinas del sabio griego Pitágoras. De niño había estudiado en una escuela católica.
Con su conversión a la fe de Mahoma no sólo cambió de nombre, adoptando el de Yusuf Islam, sino que abandonó la música pop durante 30 años. Back To Earth (1978) parecía condenado a ser su último disco pop, pero en 2006 sorprendió a todos con un nuevo álbum (And Other Cup), que demuesta que el cantante mantiene la esencia del viejo Cat Stevens pese a sus letras cargadas de religión. «Había cien razones para dejar la industria de la música allá por 1979, no sólo porque hubiera encontrado lo que yo buscaba espiritualmente. Hoy hay quizás ciento una razones por las que me siento de nuevo con ganas de hacer música. Soy un espejo donde los musulmanes se miran para ver el mundo occidental y donde mis compatriotas se miran para ver el islam. Para mí es importante poder servir de puente entre las lagunas culturales que algunos a veces tienen miedo de cruzar», declaró con motivo del lanzamiento del álbum.
En realidad, el silencio musical de Yusuf Islam se había roto 11 años antes, en 1995, cuando grabó un disco -nada pop- sobre la vida de Mahoma, al que siguieron otros dos con canciones religiosas interpretadas con instrumentos tradicionales. «En el Corán no hay nada que diga que la música está prohibida. Volví a meterme en un estudio al ver la cantidad de malas críticas y la mala imagen que se estaba proyectando sobre el islam», declaró a El País Semanal en abril de 2000.
El propio Yusuf ha sido víctima de esta «mala imagen» del islam. Acusado de financiar las guerras santas de Oriente, en 1989 fue muy criticado por apoyar supuestamente la fatwa de Jomeini contra Salman Rushdie por su novela Los versos satánicos. Tuvo que hacer un comunicado donde dejaba muy claro que, aunque detestaba el contenido del libro, no estaba de acuerdo con la fatwa.
El cantante asegura que el dinero que gana cantando y predicando va destinado a las tres escuelas islámicas que fundó en el Reino Unido y a ayudar a las víctimas de guerras y desastres naturales (Bosnia, Irak, Darfur, Gaza).
Yusuf Islam sigue participando en conciertos junto con otros artistas con el fin de recaudar fondos para ayuda humanitaria. Su pensamiento es el de un islam abierto a toda la humanidad, intentando demostrar que el mensaje de Mahoma ha sido manipulado por unos y otros hasta convertirlo en algo irreconocible.
OTROS ROCKEROS QUE HAN ENCONTRADO A DIOS
ARTHUR ‘KILLER’ KANE, bajista de New York Dolls
En 1988, Arthur Killer Kane se encontraba viendo en la televisión la película Los fantasmas atacan al jefe, protagonizada por Bill Murray. Cuando vio que en la película aparecía el cantante de los New York Dolls, David Johansen, le entró tal ataque de celos que golpeó a su mujer con los muebles de la casa y después trató de suicidarse saltando por la ventana desde un tercer piso. Afortunadamente, aterrizó en un toldo y sólo se causó heridas leves. Mientras se recuperaba en el hospital, vio que en la televisión anunciaban el Libro de Mormón. Lo pidió y se lo entregaron en persona dos hermosas y jóvenes mujeres, que le ayudaron a dar el último empujón para convertirse. En pocos años la Iglesia Mormona transformó completamente su vida, incluso llegó a trabajar en uno de sus templos en Los Ángeles. En 2004, su sueño de que algún día los New York Dolls se reunieran se hizo por fin realidad, pero no llegó a cumplirlo porque tres semanas después del anuncio se murió de una leucemia.
LEONARD COHEN
Nació en una familia judía de Montreal en 1934, pero lleva más de 30 años dedicando su vida al budismo, en particular a las enseñanzas de su Maestro Zen Joshu Sasaki Roshi. La conversión religiosa se produjo en la década de 1970, cuando fue incapaz de encontrar un cura que le ayudara en su depresión. A mediados de 1990 Cohen abandonó su carrera musical y se trasladó a Mount Baldy (Los Ángeles) para estar más cerca de su maestro Roshi. Durante años se despertaba a las 2.30 de la mañana para meditar y preparar la comida para Roshi, de 90 años de edad. En la actualidad Cohen no ha abandonado sus creencias, pero en el año 2000 tuvo que dejar su residencia en Mount Baldy cuando descubrió que su representante se había gastado casi toda su fortuna mientras él estaba en las montañas. Los últimos dos años los ha invertido en una gira mundial agotadora con el propósito de volver a ganar el dinero perdido. Su maestro Roshi tiene ahora 103 años y sigue viviendo en las montañas de Los Ángeles.
DAVE MUSTAINE, líder de Megadeth
En 2002 se convirtió en un cristiano renacido. Es más: durante un tiempo se negó a compartir escenario con bandas que considerara satánicas. “Cuando fui salvado había ciertas cosas que no entendía”, escribe Mustaine en su nuevo libro de memorias. “Es como el viejo refrán culinario: ‘Cuando dudes, déjalo”. Al fin consiguió suavizar un poco su postura, tocando incluso con Slayer (banda satánica de trash metal). “He pasado mucho tiempo tratando de sentirme cómodo en mi nueva piel de cristiano”, explica Mustaine en su libro. “Había momentos en los que me sentía mejor a la derecha, y había veces en las que sentía que me ahogaba. No fue hasta el verano de 2005 cuando encontré el equilibrio entre mi vida espiritual y mi vida artística”, sentencia el músico.
BRIAN ‘HEAD’ WELCH, guitarrista de Korn
Cuando Brian Head Welch encontró a Dios en 2005, enseguida se dio cuenta de que no podía seguir en la banda. La revelación vino después de años de adicción a los antidepresivos, al alcohol, a las meta-anfetaminas y a las pastillas para dormir. “Realmente quería que Dios me ayudara con mi adicción a las drogas”, ha declarado Welch. “Yo rezaba: ‘Jesús, si existes, ayúdame con mi adicción’. Al final sentí que entraba en mi vida y fue entonces cuando todo cambió”.
MARK FARNER, de Grand Funk Railroad
Grand Funk Railroad fue una de las bandas de más éxito en los años 70. Pero cuando dejaron de vender discos, a principios de los 80, su líder, Mark Farner, le entregó su vida a Dios. Algunos seguidores de la banda no entendieron la regrabación, en 1991, del clásico de Grand Funk, Some kind of wonderful, con nuevas letras espirituales. Pero hoy en día ya está olvidado, y la banda sigue tocando sin él. Eso sí, Farner actúa como solista mezclando clásicos de Grand Funk con melodías de rock cristiano.
BUSHWICK BILL, de los Geto Boys
Con solo un metro de altura, Bushwick Bill era el rapero de éxito más bajito en EE UU. En mayo de 1991 su novia de 17 años le disparó en un ojo por razones que nunca se han explicado. Este desgraciado incidente hizo que la fama de los Geto Boys aumentara considerablemente: para la prensa eran los raperos con el enano de un solo ojo. Pero todo se desvaneció a finales de la década de los 90, tanto la fortuna como el éxito del grupo. Fue entonces cuando Bushwick Bill se pasó a la religión. De vez en cuando los Geto Boys siguen tocando, pero Bill quiere que si hay un próximo disco sea de temática cristiana. El resto de la banda no lo tiene tan claro…
LOU GRAMM, cantante de Foreigner
A finales de los 90 Lou Gramm sufrió un tumor cerebral benigno. El primer síntoma de este tumor fue que veía doble, una de las ironías más grandes del rock, teniendo en cuenta que el segundo álbum de la banda se llamaba precisamente Double vision (1978). Salió de esta experiencia como un hombre completamente cambiado, y poco después abrazó a Dios. Cuando los seguidores de Foreigner lo vieron en solitario interpretando canciones de rock cristiano… fliparon.
JERMAINE JACKSON
El hermano de Michael Jackson, al igual que el resto de su familia, era Testigo de Jehová. Pero un viaje a Bahrein en 1989 lo cambió todo. “Conocí a unos niños a los que les acompañaba una gran luz”, explicó Jackson en 1999. “Me preguntaron por mi religión y yo les respondí: ‘Cristiano’. Después yo pregunté cuál era la suya, y con una profunda serenidad y a una sola voz respondieron: ‘El Islam’. Su entusiasta respuesta me sacudió por dentro”. Desde entonces Jermaine Jackson es musulmán devoto, pero no ha conseguido convertir a ningún miembro de su familia.
Fuente: paginasdigital.es, Rolling Stone, Signos de estos Tiempos