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Santa Catalina de Siena tuvo enorme cantidad de dones.

Entraba en éxtasis durante la Santa Eucaristía.

Muchas veces recibió la comunión de manos del mismo Jesús.

En una ocasión, Cristo reemplazó el corazón de la santa por el suyo.

Recibió los estigmas de la pasión de Jesucristo.

Y le dio una visión del infierno.

Son tantas las historias fascinantes sobre Catalina de Siena, que quienes todavía no conocían a esta Santa van a amarla.

La misión fundamental asignada por Jesús fue que el papado que había salido de Roma e instalado en Aviñón volviera a la Capital de Italia luego de 7 décadas.
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Sin saber leer ni escribir logró convencer al Papa que trasladara de nuevo su Papado a Roma.

Su fiesta litúrgica es el 29 de abril.

Santa Catalina de Siena se consagró a Cristo a los 7 años, a los 16 ratificó su decisión y a partir de ese momento vivió una vida de completa entrega.

Catalina creía en el dolor y el padecimiento como purificación.

Entregó su vida entera por la salvación de las almas y fue declarada Doctora de la Iglesia.

Sin dudas la vida de esta Santa es un gran testimonio para cualquier persona que busque seguir a Cristo y vivir la Fe de manera profunda.

Es el ejemplo concreto de que Dios regala los dones y las gracias que las personas necesitan para llevar a cabo la misión que Él les confía.

La Santa hizo en total 19 años de ayuno, alimentándose únicamente con la Eucaristía.

En las próximas líneas podrás leer:

  • cómo hizo para permanecer tantos años sin ingerir alimento,
  • cuál era el significado de sus padecimientos,
  • por qué se convirtió en la consejera de la Iglesia, y
  • cómo logró convencer al Papa para volver el papado a Roma.

Estas son algunas de las cuestiones cautivantes de la vida de Catalina de Siena que trataremos.

Muchas veces otros religiosos e incluso su director espiritual tenían dificultades para creerle todo lo que le sucedía cuando ella lo manifestaba.

Esto sucedía porque eran inusualmente profundas y significativas las visiones y los milagros que ocurrían constantemente a Catalina.

Pero Dios siguió revelándose en su interior y ella fue instrumento de Sus grandes obras.

  

INFANCIA Y JUVENTUD

Pareciera que ya desde la fecha que Cristo eligió para el nacimiento de Catalina, estaba indicando que la santa tendría una misión importante.

Junto con su hermana gemela Giovanna, Santa Catalina de Siena nació el 25 de marzo, el día de la Anunciación, en el año 1347.

Si bien Catalina Benincasa (su nombre original) y su hermana eran las hijas 23 y 24 del matrimonio de tintoreros, Lapa y Jacopo Benincasa, muchos de sus hermanos murieron, incluida Giovanna, quien falleció poco tiempo después de nacer.

Ya desde pequeña, Catalina Benincasa contó con una gran presencia de Dios.

A los cinco años, por ejemplo, la santa solía subir las escaleras de su hogar de rodillas, rezando un Ave María por cada escalón.

Su primera visión fue a los seis años, durante una noche.

Mientras caminaba de regreso a casa, Catalina vio en el cielo a Jesús sentado en su trono junto con tres de sus apóstoles: Pablo, Pedro y Juan.

Jesús llevaba la tiara papal y otros ornamentos.

Catalina entró en trance y esto preocupó mucho a su hermano que iba con ella, quien intentó con desesperación que la niña despertara.

Este fue el principio de la unión profunda y particular de la santa con Cristo.

A partir de ese momento, Catalina Benincasa comenzó a retirarse a orar, flagelarse y ayunar.

Finalmente, a la edad de siete años se consagró a Cristo mediante un voto de virginidad.

Así pasaron los años hasta que Catalina alcanzó la edad en la que las jóvenes comenzaban a pensar en contraer matrimonio.

Entoces sus padres, ayudados por una de las hermanas de Catalina, Bonaventura, comenzaron a intentar que se vistiera más elegante para los pretendientes con quienes arreglaban encuentros.

La santa respondió cortándose el pelo y encerrándose más seguido en su celda.

Se excusaba cada vez que un candidato la venía a visitar.

Así, su familia terminó por enojarse con ella, dado que consideraban que era la más hermosa y brillante de los hermanos.

La condenaron a tareas de la casa que le causaban mucha fatiga y le prohibieron tener su celda para orar y además se burlaban de ella constantemente.

Catalina soportó todo esto con mucho amor, hasta que por fin le confesó a su padre, Jacopo, que su deseo era consagrarse a Jesús.

Jacopo, quien ya intuía la situación, reaccionó de manera positiva.

El hombre le manifestó a su hija que era evidente que todo aquello provenía del Espíritu Santo y no de sus deseos naturales.

Jacopo le dio su bendición y suplicó a su hija que tuviera a su familia en oración.

Por su parte, Bonaventura, la hermana que había contribuido con los vanos intentos de la familia para conseguir que Catalina contrajera matrimonio, falleció luego de dar a luz.

La santa de Siena tuvo luego la revelación de que, si bien el alma de Bonaventura se salvó, pasó un período en el purgatorio por haber intentado obstruir los planes de Dios en la vida de la joven Benincasa.

  

SUS AÑOS DE AYUNO

El ayuno de Santa Catalina de Siena constituyó un verdadero milagro.

No ayunaba algunos días a la semana, sino que llegó a ayunar 19 años consecutivos, dado que no sólo no necesitaba el alimento, sino que le hacía mal ingerirlo.

En ocasiones fue reprendida por los religiosos que la rodeaban.

Su confesor, Raymundo de Capua le rogaba que abandonara el ayuno prolongado, bajo el argumento de que empeoraba su salud.

A esto, la Santa replicó que su salud se debilitaba cuando comía y no al revés.

Asimismo fue muy criticada por ayunar, por lo que, para contentar a la gente, se obligó a comer al menos una vez al día.

Esto le causaba grandes estragos, de los cuales posteriormente se arrepentiría.

En un momento determinado, incluso su Superiora y los sacerdotes de la Basílica de Santo Domingo le prohibieron recibir la Eucaristía diariamente, lo cual supuso para Santa Catalina una gran angustia.

Pero el Señor escuchó sus súplicas y el Papa Gregorio XI le permitió nuevamente recibir la Eucaristía diaria.

El ayuno no la debilitaba sino que la fortalecía.

Ayunar le permitía continuar con su vida milagrosa de tanta riqueza, en presencia de Dios, para los otros.

  

SU VÍNCULO CON JESÚS

La Santa tenía un vínculo muy particular con Jesús, a quien se consagró desde muy joven.

Tan sólo a los 7 años se consagró a Él prometiéndole su virginidad.

Hasta su ordenación fue un hecho maravilloso, dado que en un sueño se le presentó Santo Domingo, su santo favorito, quien le mostró las diferentes órdenes y le pidió que eligiera una.

Sin dudarlo, ella eligió la Tercera Orden de los Dominicos, a la que se consagró a la edad de 16 años.

En una ocasión, tuvo una visión sumamente importante y trascendente para su vida.

En la visión, la Virgen María le mostraba a Jesús, quien le entregó un anillo con cuatro perlas y un diamante.

Al mismo tiempo, le decía (tal como transcribe Benedicto XVI en la audiencia del 24 de Noviembre),

“Yo, tu Creador y Salvador, me caso contigo en la fe, que conservarás siempre pura hasta que celebres conmigo en el cielo tus nupcias eternas”.

En esta visión se hace concreta la forma que tenía Santa Catalina de vivir su vínculo con Cristo, consagrada totalmente a Él.

El anillo, que sólo ella era capaz de ver, permaneció en su dedo luego de la experiencia.

Luego de esas palabras y de entregarle el anillo, Jesús le develó en esta visión cuál era su plan para ella.

Era trabajar por la Iglesia y la salvación de las almas, y prometió estar siempre presente para guiarla y acompañarla en esta difícil misión.

  

DEVOCIÓN INTENSA Y TRABAJO MISIONAL

Santa Catalina de Siena tenía un vínculo muy profundo con el sacramento de la Eucaristía.

Durante ese momento, frecuentemente entraba en éxtasis y experimentaba visiones.

En ocasiones vio a Cristo en el lugar del sacerdote que entregaba la hostia.

En otras, vio al niño Jesús en el lugar de la hostia consagrada.

Además, los mismos sacerdotes daban fe de los milagros que ocurrían en esos momentos.

Por ejemplo, que la hostia se acercara a la Santa sin que el ministro se moviera.

visiones que ellos mismos tenían del niño Jesús al acercarse Santa Catalina a comulgar.

Por revelación de Dios, Catalina Benincasa sabía que su misión era por la salvación de las almas y por la Iglesia.

Por lo que la santa trabajaba día y noche incansablemente por los más necesitados.

Su cuidado era de una dedicación única y de rasgos maternales.

Tanto así, que enfermos y personas carenciadas se acercaban cada vez más a su casa, de donde nadie salía con las manos vacías.

Gran cantidad de anécdotas dan fe de este rasgo de la Santa.

Un día de muchísimo frío, por ejemplo, abrigó con su propia túnica (pues no tenía nada más que su propio abrigo) a un hombre pobre que apenas tenía para vestir.

Luego de este hecho, se le apareció Jesús que, agradeciéndole por abrigarlo en aquel hombre pobre, vistió a la santa con una túnica.

A partir de ese día Catalina de Siena jamás sufrió por el frío, a pesar de usar sólo una prenda.

Además la Santa se pasaba gran cantidad de tiempo en hospitales, como enfermera voluntaria.

Una vez le tocó cuidar a una mujer que tenía lepra y se pasaba el tiempo insultando y gruñendo.

La joven Benincasa siempre estaba con la mujer y la asistía amablemente en todo lo que podía.

Con el paso del tiempo, comenzaron a aparecer en las manos de Catalina los rasgos de esta enfermedad.

Incluso su familia estaba preocupada por el contagio.

Pero la Santa persistió y logró su cometido.

La paciente, que murió en los brazos de la santa de Siena lo hizo arrepentida de sus pecados, y las manos de Catalina automáticamente se curaron.

  

CONTRADICCIONES Y TENTACIONES QUE SUFRIÓ SANTA CATALINA

Santa Catalina fue atacada por Satanás desde muy joven, como toda persona que goza de una gran gracia y se entrega a la misión de Cristo.

Primero, a través de las trabas que le puso su familia para dedicarse enteramente a Jesús, y luego, en distintos momentos y de diversas formas.

Por ejemplo en una ocasión, antes de que la Santa adquiriera el hábito de la Tercera Orden Dominicana a sus dieciséis años, Satanás se le presentó en la forma de un atractivo joven para tentarla con los placeres del mundo.

Pero Catalina no pudo ser persuadida.

La joven Benincasa rezó con insistencia frente a la cruz, suplicándole a Jesús, con increíble fe y admirable fortaleza.

A continuación, tuvo una visión de María que, luminosa, sostenía una capa de perlas, la cual colocó a la Santa.

En otra ocasión, el demonio la sometió durante días a imágenes obscenas, ante lo que ella rezó con mucha fe.

El Señor como siempre le respondió, mostrándole cuál había sido el sufrimiento de Él por sus pecados, y animándola a seguir confiando en Él.

  

LA INFLUENCIA DE LA SANTA EN HECHOS HISTÓRICOS, ESPECIALMENTE EN EL PAPADO

Santa Catalina fue famosa por sus cartas, que enviaba a distintas personalidades de la sociedad.

En esas cartas, exhortaba de diversas maneras, sin jamás faltar el respeto ni dejar de reconocer la autoridad.

Así, fue consejera espiritual de integrantes de la nobleza de aquellos tiempos, artistas, políticos y otros notables de la época.

Estas cartas fueron parte de los motivos que la convirtieron en Doctora de la Iglesia y en copatrona de Roma.

Lo interesante del caso es que Catalina en realidad no sabía escribir, por lo que al principio dictaba sus cartas. ¡A veces, incluso, varias a la vez!

Pero luego, vista la necesidad, comenzó a escribir de manera espontánea, por gracia divina.

Nada detendría la misión de esta Santa en la Tierra.

Tal era su devoción por la paz y la unión de los humanos con Cristo, que viajó incansablemente para lograr distintos hechos importantes.

Entre ellos, se le atribuyen la vuelta del Papa Gregorio XI a Roma, y la reconciliación final de Urbano VI con los romanos desde su lecho de muerte.

La vuelta del papado a Roma sucedió de la siguiente manera:

A la muerte del Papa Benedicto XI, el rey Felipe IV de Francia usó su influencia para elegir un Papa manejable.

Fue así que logró que fuera nombrado Papa el francés Bertrand de Got, obispo de Burdeos, quien tomó el nombre de Clemente V.

Felipe le presionó para que abandonara Roma y se mudará a Francia.

Y Clemente se instaló en la ciudad de Aviñón en 1309, que ya era un territorio papal dotado por el rey San Luis IX.

Los papas vivieron en Aviñón durante los siguientes 70 años, durante toda la vida de Catalina de Siena.

Y fueron en gran medida títeres de la corona francesa, lo que llevó a una pérdida de credibilidad del papado.

Pero en el verano de 1376 Catalina de Siena decidió visitar al papa Gregorio XI, con quien pasó 3 meses instándole a regresar a Roma.

Incluso ella le reveló que conocía la promesa privada que Gregorio había hecho a Dios, que si era elegido Papa regresaría a Roma.

Finalmente, Santa Catalina de Siena lo convenció de cumplir la promesa y Gregorio empezó a planificar su mudanza a Roma.

Pero más tarde sus asesores franceses influenciaron a Gregorio para quedarse en Aviñón.

Entonces Catalina envió numerosas cartas al papa Gregorio rogándole que no fuera tímido sino valiente en el nombre de Jesucristo crucificado.

Le dijo también estaba orando para que Jesús lo libere del temor servil y que permaneciera en el santo temor.

Fue así que el 17 de enero de 1377 Gregorio XI restauró el papado en Roma.

3 años después murió Santa Catalina de Siena.

   

LA VISIÓN DEL INFIERNO

Quizás la más célebre visión del infierno la tuvieron los videntes de Fátima cuando fueron llevados por la Santísima Virgen.

Fue tal el impacto, que vivieron sus vidas reparando el daño de los pecadores a través de actos de abnegación.

Si no se tiene una adecuada comprensión del cielo y el infierno los evangelios no tienen sentido.

Porque gran parte de ellos se refieren a alejarse de la posibilidad de ir al infierno para llegar al cielo.

Jesús le relató a Santa Catalina de Siena que sucede en el infierno y lo escribió en su libro que se llama Diálogos.

Es una revelación privada, pero que sin embargo la Iglesia dice que es digna de creer y teológicamente sólida.

Jesús le relato que en el infierno hay cuatro tormentos principales y que los demás se relacionan con estos.

El primer tormento es que el alma está privada de verlo a Él por toda la eternidad,

O sea que la bondad desaparece permanentemente.

El segundo tormento es el gusano de la conciencia.

Es el remordimiento de ver que su pecado los ha privado de la visión beatífica y de la compañía de los ángeles.

Y al revés, que sus pecados los han rodeado permanentemente de demonios.

El tercer tormento es la vista permanente del diablo.

Esto hace que reconozcan su pecaminosidad reflejada en el pecado absoluto que es el diablo.

Es la contraparte de la exaltación permanente de quienes están en el cielo.

Y además este sufrimiento es peor, porque el diablo es más horrible de lo que un humano pueda imaginar.

Y adicionalmente la justicia divina lo hace parecer más horrible para aquellos que no han elegido a Dios.

Dice Jesús que la vista permanente del diablo duplica todos los otros tormentos.

Y el cuarto tormento es el fuego que arde sin consumir al alma.

Ya que el alma no se consume porque no es material sino espiritual.

El dolor que experimentan los habitantes del infierno adquiere las formas de sus pecados y su dolor está en proporción a la calidad de ellos.

  

SU MUERTE

Se puede decir que los últimos años de Catalina fueron un milagro de Dios, dado que la santa ya no comía ni dormía.

Al igual que Cristo, Catalina tenía 33 años cuando falleció.

Fue en el año 1380, justo luego de que los romanos amenazaran la vida del Papa Urbano.

La Santa sufría mucho con estos hechos y suplicó a Jesús que su cuerpo sufriera los males de la Iglesia, pero que por favor la restaurara.

Su oración fue escuchada, y en ese momento los pecados de la Iglesia cayeron sobre sus hombros, debilitándola considerablemente.

Unos meses más tarde, el 29 de abrilSanta Catalina de Siena pronunció sus últimas palabras con la mirada puesta en el crucifijo y con sus hijos espirituales alrededor de su cama,.

Primero gritó “¡Sangre! ¡Sangre!” al tiempo que realizaba la señal de la cruz.

A continuación, suspirando, dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, las mismas palabras pronunciadas por Cristo antes de morir en la cruz.

Este fue el broche de oro para una vida que había buscado compartir los dolores de Cristo, compartir Su pasión y que cada acción fuera para gloria de Dios y para la salvación de las almas.

  

CANONIZACIÓN

Catalina de Siena fue canonizada por el Papa Pío II en 1461.

La fecha de su muerte, el 29 de abril, fue la escogida para conmemorarla.

En el año 162, el Papa Urbano VIII decidió mover la fecha al 30 de abril, para que no se superpusiera con la fiesta de San Pedro de Verona, pero 1969 se restauró la conmemoración al 29 de abril.

Rezarle a Santa Catalina de Siena puede ser de gran alimento espiritual.

Especialmente si lo que se quiere es lograr mayor celo por el amor de Cristo y Sus planes para los hombres.

  

ENSEÑANZA CRISTIANA

Se considera que Catalina fue una de las personas con más sabiduría acerca de Dios y la Iglesia.

Su legado es concebido como parte de la literatura más importante y rica en torno a las cuestiones de la fe y del cristianismo.

Por El Diálogo de la Divina Providencia, una de sus mayores obras, le valió el nombramiento de Doctora de la Iglesia, realizado por el Papa Pío XII en 1939.

Santa Catalina fue declarada en 1970 doctora de la Iglesia por el Papa Pablo VI y Patrona de Europa por el Papa Juan Pablo II en 1999.

Además, fue nombrada Copatrona de Italia junto con San Francisco de Asís.

El cuerpo de la Santa se conserva en la Basílica Santa María Sopra Minerva, en Roma, aunque su cabeza está en la Basílica de Santo Domingo en Siena.

Ambos templos son considerados santuarios para rendirle honor, sumados al Santuario de Santa Catalina, que también está ubicado en Siena y fue construido alrededor del lugar en el que nació la Santa.

Fuentes:


Ayelén Iara Torres, periodista y licenciada en Comunicación Social. Argentina.

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