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Cómo las Intrigas dentro de la Iglesia Conspiran contra el Reinado de Cristo Rey en la Tierra

Las luchas en tono a las apariciones de Jesús a Sor María de Cristo Rey.

Muchos católicos, quizás la mayoría, creen idílicamente, que la Iglesia es monolítica en buscar el reinado de Cristo Rey, que no hay ambiciones personales entre los hombres, que pueden poner palos en la rueda.

La Iglesia es una institución humana y divina a la vez. Divina porque Cristo la guía y humana porque la ejecutan los hombres.

Y algunas veces los hombres actúan por pasiones humanas y ponen trancas para poner ejecutar la guía divina.

Sin embargo al final, y a pesar de los palos en la rueda, Dios consigue que su plan siga adelante, aunque no sin dificultades y lentamente.

Aquí hablaremos sobre Sor María de Cristo Crucificado y el pedido que recibió de Jesús para construir el santuario de Cristo Rey de París, cómo se logró construir, cómo luego tuvo dificultades para seguir adelante trancado desde adentro de la Iglesia, y cómo es un tema aún pendiente sobre el que Jesús dio profecías e hizo advertencias.

Pío XI instituyó la fiesta de Cristo Rey en respuesta a la secularización, el ateísmo y el comunismo.

Había invocado en su primera encíclica la paz de Cristo por el reino de Cristo y en 1926, en la encíclica Quas Primas, definió el reino social de Cristo e instituyó la fiesta de Cristo Rey.

Y el propio Señor guió a Sor María de Cristo Rey para extender Su reinado especialmente en Francia, pero al igual que Jesucristo fue perseguida, aunque hizo avanzar la causa. 

Marie Catherine Olive Danzé nació el 27 de marzo de 1906 en Plogoff, en el departamento bretón de Finisterre. 

Cuando tenía cinco años, el Niño Jesús se le apareció para jugar con ella, Ellos jugaban y mientras tanto Él también la instruía. 

Cuando cumplió diez años, Jesús se le apareció en la iglesia parroquial de Plogoff, como el Sagrado Corazón, mostrando que estaba sufriendo.

Le dijo, «Mi corazón está atravesado por mil millones de hojas de cuchillo.

Son Mis hijos, que no Me aman lo suficiente. Soy perseguido por los pecadores».

Y allí la niña se ofreció para ganar almas, y Jesús le dijo que Ella se quedaría en su casa por algunos años, pero que luego se iría lejos.

Durante su Primera Comunión, Nuestra Señora se le apareció y le habló de su futura vocación. 

Más tarde le indicó ingresar a la vida religiosa en las Benedictinas del Santísimo Sacramento en París y le mostró el interior de su monasterio.

Le dijo, 

«Vendrás aquí, cerca de Él y de Mí. No estarás aislada, repararás los ultrajes hechos a mi Hijo, que es Rey».

Un año después de la institución de la Fiesta de Cristo Rey por Pio XI, Olive Danzé de 20 años, que aparentaba 12 años porque había conservado su espíritu de la infancia, recibió el hábito de las Benedictinas del Santísimo Sacramento y tomó el nombre de Sor María de Cristo Rey. 

Su confesor, el Padre Lena, notó poco después de su admisión que recibió los estigmas de Cristo y durante la Cuaresma sufrió la Pasión del Señor. 

Su corazón comenzó a arder hasta el punto de que hubo momentos en que no podía soportar el dolor, especialmente los viernes. 

Esto sucedía más por la noche, y este intenso calor incluso se hacía visible porque tres de sus camisas fueron quemadas en el lugar de su corazón.

Y una de ellas también mostró una mancha de sangre por la herida del golpe de lanza en el costado de Cristo.

El 14 de octubre de 1926, sor María ve salir una luz del sagrario, se le aparece Jesús y le muestra Su Sagrado Corazón ardiendo de amor. 

Y le dijo, «soporta este calor en tu pequeño corazón, arde, por Mi Corazón que tanto ha amado a los hombres y que los hombres aman tan poco”. 

«Pide que Mi Corazón sea amado, conocido, adorado y respetado. Pide que Mis mandamientos sean obedecidos, que Mi Nombre sea glorificado y Mi Reinado honrado y respetado. 

Que todas las naciones Me obedezcan y Me tomen por su verdadero Rey del Cielo y de la Tierra. Que toda rodilla se doble ante Mi Nombre: «Jesucristo Rey» sobre el mundo entero».

Y le agregó,

«Que todas las personas consagradas permanezcan fieles a Mí y me amen más de lo que lo hacen ahora. 

Pide que todos aquellos a quienes llamaré obedezcan Mi voz. Necesito evangelizadores y sacerdotes».

Y luego más adelante le proclamó, «Yo soy Rey de Francia y de todas las demás naciones. 

Quiero que esta querida Francia se consagre a Mi Divino Corazón, que todas las almas Me amen y Me conozcan como su verdadero Rey».

Y al concluir esta visión, Jesús le dicta a sor María la oración de Cristo Rey, la más importante de las oraciones que le transmitió, que puedes leer en un artículo de nuestro sitio web, para el cual te dejo un link en la descripción de este video.

Jesús le diría también, «vengo al Final de los Tiempos a pedir a las almas de todas las naciones que vengan y se arrodillen ante Mi Realeza… antes del fin de este mundo».

«No habrá más trabajo que hacer después de que se proclame Mi Realeza, todo se cumplirá, mi Realeza completará Mi Gloria».

Y agregó,

«He escogido una legión de hijos para darme a conocer a los hombres, estas almas inocentes son escogidas en Mi Reino».

Pero le hizo un llamado de atención, dijo, «decid a los hombres cómo está afligido Mi Corazón, y cómo Mi Divina ira está pronta a caer sobre la Tierra, si las almas no oran y hacen penitencia, y si Mi Reinado no es aceptado».

Y dijo además, «Mi Corazón se duele al ver el desorden en la Iglesia, en las familias, en las almas, entre las naciones».

Y en junio de 1927, Jesús comunica a sor Olive su deseo de tener un santuario en París:

«Deseo un hermoso santuario para honrar a Mi Divino Corazón. 

Será el santuario de Cristo Rey, Príncipe de la Paz y Señor de las Naciones. 

Quiero que este santuario sea hecho para Mi Corazón y Yo seré el Rey de Francia y de todos los países del Universo. 

Allí vendrán las almas de todos los estados a buscar la paz y la fuerza, y hasta la luz para vivir y morir bajo Mis leyes».

Sor María de Cristo Rey le informó a sus superiores y ellos se pusieron en contacto con las autoridades diocesanas.

Monseñor Dubois, arzobispo de París, se mostró a favor del proyecto y se comenzaron a recaudar fondos.

Esto se materializó en una Basílica dentro del predio del convento benedictino.

El cardenal Verdier, sucesor de monseñor Dubois, presidió la bendición y la colocación de la primera piedra de la Basílica. 

En 1940 se completó la construcción del Santuario de Cristo Rey y se inauguró el 27 de octubre, fiesta de Cristo Rey.

Pero con la muerte del cardenal Verdier las autoridades religiosas mostraron mucho menos entusiasmo por este santuario dedicado a Cristo Rey. 

Y a la hermana Olive se le pidió que abandonara su convento parisino, la desterraron. 

Ella escribió una petición de audiencia a Pio XII desde su destierro, diciendo que el santuario de Cristo Rey había protegido a París durante la última guerra, evitando su destrucción. 

Y que Cristo le transmitía esta advertencia, «si mis ministros no hacen mi voluntad, si la obra no es reconocida, esta ciudad (París) será castigada».

Pío XII recibió a la monja en destierro en 1953, y a resultas de la audiencia, el cardenal Feltin finalmente consagró el santuario bajo el triple nombre de Cristo Rey, Príncipe de Paz, Señor de las Naciones, en 1956.

Pío XII también ordenó que se le permitiera regresar a su convento, pero no la dejaron entrar por orden obispal. 

Pero además ella sabía que el santuario no iba a permanecer de pie por mucho tiempo.

Y pronto el monasterio fue cerrado por falta de monjas jóvenes y nuevas vocaciones. 

Algunos fieles intentaron salvar la Basílica de Cristo Rey, pero las autoridades religiosas no intervinieron y los edificios del convento fueron vendidos a promotores inmobiliarios.

La basílica de Cristo Rey fue demolida en febrero de 1977 y en su lugar se levantó un complejo de edificios residenciales.

Y cerca del final de su vida de Sor María de Cristo Rey, algunos visitantes le preguntaron sobre la futura purificación de Francia.

Y ella les dijo que habrá un malestar social muy grave, que Francia se arrodillaría ante la catástrofe.

Habló de una invasión de extranjeros. Había tenido una visión de Francia siendo invadida, combatida por todos lados, de la pobre banderita francesa flotando sola y los franceses completamente exhaustos, cayendo de rodillas, sin saber a dónde acudir, implorando a Nuestro Señor y diciéndole, «¡Señor, ayúdanos!». 

Y Nuestro Señor, de una manera nunca antes vista, levantaba a Francia y la hacía más hermosa que nunca. 

Sor María dijo, «cuando Francia haya caído a su punto más bajo, es allí donde el Señor, de manera extraordinaria, salvará a Francia, Su amada Hija».

Mientras que a Marie-Julie Jahenny, otra mística francesa, el Señor la dijo,

«La destrucción de Mi santuario conducirá a la de París. 

Este lugar Me pertenece hasta el fin del mundo y Mi santuario será reconstruido cuando la Paz sea restaurada en el mundo. 

Esta será la primera obra del Gran Monarca».

Sor María de Cristo Rey murió en 1968 y su cuerpo permaneció incorrupto como le había profetizado Jesús.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las vicisitudes que conlleva la construcción del reinado de Cristo en la Tierra, que incluso algunas veces es combatido desde dentro de la Iglesia, pero sabemos que en definitiva Cristo será reconocido como el Rey de la humanidad y viviremos una Era de Paz. 

Y me gustaría preguntarte si crees que estamos cerca, lejos o muy lejos de que la humanidad reconozca a Cristo como su Rey.  

Oración a Cristo Rey, Príncipe de la Paz, Señor de las Naciones

Oh Jesús, único Rey del Universo, nos postramos a tus pies, para adorarte y tomarte por nuestro Rey y nuestro Guía.

Sí Señor, a ti están sujetas todas las naciones, solo tú eres el verdadero rey, solo tú eres la verdadera paz, solo tú eres la verdadera luz, solo a ti te adoramos.

Tú eres nuestro Único apoyo, Tú eres nuestro Maestro, oh Gran Dios del Cielo y de la Tierra.

Creemos muy firmemente que Tú estás realmente presente, en la Eucaristía. Estás ahí, vivo, amando.

Tú quieres alimentarnos con el Pan de Vida. Sí, ven y alimenta a Tus hijos.

Tu mirada está fija en las almas, tú velas por todas las Naciones.

Tu Corazón es para nosotros un remanso de descanso,

por eso nos consagramos a Tu Corazón como Rey y Príncipe.

Sólo a Ti, Señor, sean devueltas toda la Gloria, el Honor, el Amor, hasta la consumación de los siglos y en toda la Eternidad.

Amén .

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A Cristo Rey DEVOCIONES Y ORACIONES

Novena a Cristo Rey

ACTO DE CONTRICIÓN. Dios mío y Padre mío, que sois infinitamente bueno, os amo con todo mi corazón, y por lo mucho que os amo, me pesa de haberos ofendido.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS. Omnipotente y sempiterno Dios, que quisisteis restaurar en vuestro querido Hijo, Rey del Universo, todas las cosas, concédenos que todas las familias de las Gentes disgregadas por la herida del pecado se sometan a su suavísimo imperio. Que con Vos y el Espíritu Santo vive y reina Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

 

DÍA PRIMERO

«¿A quién buscáis?-¿A Jesús Nazareno? Yo soy». Señor y Rey nuestro: siempre dejas que te descubra tu amor, aun cuando tus criaturas tan amadas por Ti, te busquen para martirizarte. Sabiendo que Tú eres Jesús Nazareno, te buscamos hoy de nuevo para prenderte otra vez, mas no con cadenas y cuerdas, sino con nuestras miserias y nuestros amores, pues sabemos es lo que más ata y sujeta tu misericordioso y amante Corazón, y así preso por amor, conducirte en triunfo al trono que te han formado los corazones amantes, para que empieces tu reinado de misericordia y amor en la tierra. Amén.

Obsequio. Cumplir con fidelidad mis obligaciones por ser lazos de amor que me unen con Jesús.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Eterno Padre, derrama tus misericordias sobre toda la tierra, reino de tu Hijo Jesús. Amén.
¡Oh Cristo Rey!, establece tu paz en tu reino. Amén.
Espíritu Santo, abrasa al mundo en tu purísima y ardiente amor. Amén.
Madre querida, une cada vez más y más a tu Hijo Divino, todo misericordia, con tus hijos, todo miseria. Amén.
San José, enséñanos a amar a Jesús y a María. Amén.

DÍA SEGUNDO

«Cristo, adivina quién te ha herido». ¡Oh Jesús amante y bueno!, aquella noche triste de tu Pasión tus ojos divinos veían a través de los siglos todos nuestros pecados y olvidos que tan dolorosamente herían tu divino Corazón, tanto, que para que tu pureza no te hiciese huir de nosotros, no tus verdugos, sino el amor vendó tus ojos, a fin de que no vieses más que almas que se perdían si Tú las dejabas.
Haz que esas almas a las que tu sangre y tus lágrimas han lavado y purificado lleguen a amarte con tanto entusiasmo, que se cierren sus ojos a todo lo que no seas Tú, Rey de sus amores.
Haz, Señor, que los hombres te conozcan y te amen. Amén.

Obsequio.Cerrar los ojos a todo lo que no sea Jesús.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DÍA TERCERO

«Luego Tú eres Rey? – Bien dices: Yo soy Rey.-Yo he venido al mundo para dar testimonio de la verdad.-¿Y qué es la verdad?». Dios Nuestro Señor es la verdad por esencia, y es verdad encantadora, es verdad que entusiasma el corazón; que este Dios Omnipotente se hizo hombre por mí, y me amó entre desprecios, entre burlas, entre toda clase de sufrimientos, y no por ser necesario para salvarme, pues unas gotas de su sangre bastaban para eso, sino por ser necesario al amor grande e infinito que ardía en su Corazón por las almas.
Señor, y Rey nuestro: enséñanos a amar como Tú, sin retroceder ante el sacrificio y el dolor, pues queremos sufrir y amar, para que ni un solo corazón deje de amarte; hazlos todos tuyos.-Amén.

Obsequio. Abrasarme con lo que me haga sufrir.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DÍA CUARTO

«Desprecióle Herodes con todo su ejército y vistiéndole una ropa blanca, se burló y le remitió a Pilatos.». ¡Oh Jesús divino Rey nuestro!, cuán grande ha de ser nuestro amor hacia Ti, que por el nuestro quisiste ser burlado y tenido por loco, y en verdad, Jesús mío, locura de amor parece, el que la grandeza de Dios se encierre en el cuerpecillo de un Niño, que el poder de Dios esté sujeto con clavos, que este mismo Dios y Hombre se esconda en una pequeña Hostia, y enamorado venga buscando la intimidad de nuestros corazones, para tener en ellos sus delicias; Jesús amante y bueno, que el fuego de tu amor nos convierta también en pequeñas hostias, que escondidas en tu Corazón se pierdan a todas las miradas, para que Tú seas conocido y amado.

Obsequio. Huir de todo lo que me pueda hacer apreciar.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DÍA QUINTO

«Vamos a coronarle de Rey.-Salve, Rey de los judíos, y escupiéndole le tomaban su cofia y le herían su cabeza y le daban bofetadas.» ¿Qué pensabas Jesús mío en aquella triste prisión? ¿Qué deseabas cuando eras coronado de espinas, cuando eras maltratado? Sólo dos cosas, ¡oh sabiduría y amor infinitos!: que tu Eterno Padre fuese glorificado, que las almas se salvasen; ¿y podremos pensar las almas en otra cosa que en Ti? ¿Podrán nuestros corazones desear otra cosa que el que se repitan por amor aquellas palabras «Salve Rey», pero no sólo de los judíos, sino de todas las naciones de la tierra conquistadas con tus sufrimientos y tu muerte? Que el grito «¡Vamos a coronarle por Rey! » resuene por amor en toda la tierra, ¡oh Dios mío!. Amén.

Obsequio. Apartar mi pensamiento lo que no sea Dios.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DÍA SEXTO

«Ecce Homo .-He aquí a vuestro Rey.» ¡Oh divino Jesús!, cómo te presentan por Rey, coronada de espinas tu cabeza, tu cuerpo cubierto de heridas, llenos de lágrimas tus ojos; pero era preciso que ésa fuese tu presentación, pues no sólo eres nuestro Rey, sino nuestro modelo, y nunca mejor que entonces podías decir: «Aprended de Mi que soy manso y humilde de corazón.». Caigan, Señor, en presencia de tanta grandeza, de tanta humildad, de tanto amor, todos los idolillos que queden en nuestros corazones. Déjanos recoger tu sangre y tus lágrimas, para que derramándolas sobre los corazones de todas las criaturas seamos de nuevo purificados y envueltos en el amor. Amén.

Obsequio. Procurar con empeño la humildad.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

DÍA SÉPTIMO

«Señor, acuérdate de mí cuando vengas a tu reino.-En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.» Quisiéramos, Señor, presentarte en el día de tu fiesta los corazones de todos los hombres rendidos a tu amor; pero mira, Rey nuestro, cuántos millones de ellos están envueltos en las tinieblas de la muerte y del pecado y no te conocen; por ellos te pedimos nosotros que tenemos la dicha de conocer tu Corazón, todo misericordia. «Señor, acuérdate de estos desgraciados cuando estés en tu Reino», haznos, Señor, oir: «pronto, muy pronto estarán conmigo en el paraíso». Amén.

Obsequio. Actos de fe, esperanza y caridad.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

DÍA OCTAVO

«Mujer, he ahí tu hijo.» «He ahí tu Madre.» Mas uno de los soldados le abrió el costado con una lanza y salió de él sangre y agua. ¡La Madre de nuestro Dios es nuestra Madre querida! ¡Qué felicidad y qué confianza! El Corazón de nuestro Dios es nuestro Cielo, nuestro tesoro. Madre bendita, queremos amarte como te amaba Jesús, y a El, como Tú le amabas; enséñanos las delicadezas del amor, la felicidad de la vida de unión, de unión íntima, confiada, amorosa; haznos chiquitos, muy chiquitos, para poder entrar y perdernos en el Corazón de Jesús, sin tener más móvil ni deseo que amaros y haceros amar. Amén.

Obsequio.-Consagrarme de todo corazón a la Santísima Virgen.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

DÍA NOVENO

«Jesús Nazareno, Rey de los judíos.» «Regnavit a ligno Deus» «Y al nombre de Jesús doblarán la rodilla en el Cielo, en la tierra y en los infiernos.» ¡Oh Rey divino!, al presentarte en este día bendito nuestras adoraciones, te ofrecemos cuanto somos, tenemos y deseamos; no nos detiene nuestra miseria, pues eres todo misericordia; confiamos conseguir todas nuestras peticiones, pues eres todo amor y el amor atiende siempre, y te lo pedimos en unión de nuestra Reina y Madre Inmaculada y de los ángeles custodios de todas las almas.

¡Señor!, arroja de tu reino a los demonios y a todos tus enemigos y concede a la Iglesia una era de paz. Lleva a Ti en este día a las almas del Purgatorio, un perdón general a todos los pecadores y poniendo luz en sus inteligencias y amor en sus corazones, prueba una vez más que es más grande tu misericordia que nuestra malicia y miseria.

Llena de amor y pureza a los sacerdotes, a los niños y a las almas a Ti consagradas, formando de ellas esas legiones de almas puras, humildes y amantes que Tú deseas: almas pequeñitas que como granos de trigo, formen todas en una perfecta unión de intenciones y corazones con la Víctima divina del Calvario y del altar una Hostia que aplaque al Cielo por los pecados de la tierra y haga descender sobre ella perdón y misericordia para los desgraciados pobres pecadores, de esas almas que quieres sean las delicias de tu Corazón en la tierra y tu corte de amor en el Cielo.

Obsequio. Abandonarme en el Corazón de Dios.

Uniendo mi corazón al Corazón de Cristo Rey y mis intenciones a las suyas, rezaré: Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

ORACION

Salve Rey de los cielos y tierra
Cristo Jesús, cariñoso Pastor
Oye la voz amorosa y vibrante
Que hoy te eleva mi canto de amor.
Salve Rey de los ángeles fieles
De Confesores luz y sostén
Dame la gracia de seguirte siempre
Hasta estar feliz en el Edén.

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A Cristo Rey DEVOCIONES Y ORACIONES

Oraciones, Consagración y Letanías a Cristo Rey

CONSAGRACIÓN DEL GÉNERO HUMANO A CRISTO REY

La fiesta, celebrada por primera vez el 31 de diciembre de 1925, fue instituida en la carta encíclica Quas Primas de Pío IX en donde se explica su carácter y sentido.
Esta oración fue prescrita por Pío IX en 1925 para la fiesta de Cristo Rey.

 

¡Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano! Míranos humildemente postrados delante de tu altar; tuyos somos y tuyos queremos ser; y a fin de vivir más estrechamente unidos a Ti, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a tu Sacratísimo Corazón.

Muchos, por desgracia, jamás te han conocido; muchos, despreciado tus mandamientos, te han desechado. ¡Oh Jesús benignísimo!, compadécete de los unos y de los otros, y atráelos a todos a tu Corazón Santísimo.

Señor, sé Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Ti, sino también de los pródigos que te han abandonado; haz que vuelvan pronto a la casa paterna porque no perezcan de hambre y de miseria.

Sé Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Ti; devuélvelos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor.

Concede, ¡oh Señor!, incolumidad y libertad segura a tu Iglesia; otorga a todos los pueblos la tranquilidad en el orden, haz que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino esta voz: ¡Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salud! A Él entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos. Amén

 

ORACIÓN PARA PEDIR EL REINADO DE CRISTO

¡Oh Jesús! Te reconozco por Rey Universal. Todo cuanto ha sido hecho Tú lo has creado.

Ejerce sobre mí todos tus derechos. Renuevo las promesas de mi bautismo, renunciado a Satanás, a sus seducciones y a sus obras; y prometo vivir como buen cristiano.

Muy especialmente me comprometo a procurar, según mis medios, el triunfo de los derechos de Dios y de tu Iglesia.

Divino Corazón de Jesús, te ofrezco mis pobres obras para conseguir que todos los corazones reconozcan tu sagrada realeza, y para que así se establezca en todo el mundo el Reino de tu Paz.

 

ORACIÓN A CRISTO REY

¡Oh Cristo, Tú eres mi Rey!
Dame un corazón caballeroso para contigo.
Magnánimo en mi vida: escogiendo todo cuanto sube hacia arriba, no lo que se arrastra hacia abajo.
Magnánimo en mi trabajo: viendo en él no una carga que se me impone, sino la misión que Tú me confías.
Magnánimo en el sufrimiento: verdadero soldado tuyo ante mi cruz, verdadero Cireneo para las cruces de los demás.
Magnánimo con el mundo: perdonando sus pequeñeces, pero no cediendo en nada a sus máximas.
Magnánimo con los hombres: leal con todos, más sacrificado por los humildes y por los pequeños, celoso por arrastrar hacia Ti a todos los que me aman.
Magnánimo con mis superiores: viendo en su autoridad la belleza de tu Rostro, que me fascina.
Magnánimo conmigo mismo: jamás replegado sobre mí, siempre apoyado en Ti.
Magnánimo contigo: Oh Cristo Rey: orgulloso de vivir para servirte, dichoso de morir, para perderme en Ti.

 

LETANÍAS A JESUCRISTO REY

Acerquémonos con profunda reverencia al trono de su Majestad, nuestro divino Rey, Cristo Jesús, y ofrezcámosle el homenaje de nuestra humilde adoración. Adoremos y alabemos a Aquel a quién el eterno Padre dijo: Pídeme y te daré las gentes y naciones por tu reino. (Sal. 2, 8)

Veneramos, oh Jesús, vuestro reino eterno que poseéis como Hijo de Rey Eterno, igual en todo al Padre en majestad, omnipotencia y gloria. Vuestros son los cielos y vuestra es la tierra. Vos creasteis al universo y cuanto existe. Todas las cosas fueron hechas por Vos y sin Vos nada se hizo de cuanto se ha creado. El orbe entero es vuestro y vos reinareis de mar en mar, hasta los últimos confines de la tierra.

-Señor, ten misericordia de nosotros, (se repite)
-Cristo, ten misericordia de nosotros,
-Señor, ten misericordia de nosotros,
-Cristo óyenos,
-Cristo escúchanos,

-Dios, Padre celestial, (Ten misericordia de nosotros.)
-Dios Hijo, Redentor del mundo,
-Dios Espíritu Santo,
-Trinidad santa, un solo Dios,

-Jesús, Rey, verdadero Dios y verdadero hombre, (Ten piedad de nosotros.)
-Jesús, Rey de los cielos y de la tierra,
-Jesús, Rey de los ángeles,
-Jesús, Rey de los apóstoles,
-Jesús, Rey de los mártires,
-Jesús, Rey de los confesores,
-Jesús, Rey de los vírgenes,
-Jesús, Rey de todos los santos,
-Jesús, Rey de la santa Iglesia,
-Jesús, Rey de los sacerdotes,
-Jesús, Rey de los reyes,
-Jesús, Rey de las naciones,
-Jesús, Rey de nuestros corazones,
-Jesús, Rey y esposo de nuestras almas,
-Jesús, Rey, Salvador y Redentor nuestro,
-Jesús, Rey, y Dios nuestro,
-Jesús, Rey y Maestro nuestro,
-Jesús, Rey y Pontífice nuestro,
-Jesús, Rey y Juez nuestro,
-Jesús, Rey de gracia y santidad,
-Jesús, Rey de amor y justicia,
-Jesús, Rey de vida y de paz,
-Jesús, Rey de la verdad y de la sabiduría,
-Jesús, Rey del universo,
-Jesús, Rey de la gloria,
-Jesús, Rey Altísimo,
-Jesús, Rey Todopoderoso,
-Jesús, Rey invencible,
-Jesús, Rey sapientísimo,
-Jesús, Rey benevolentísimo,
-Jesús, Rey pacientísimo
-Jesús, Rey flagelado,
-Jesús, Rey coronado de espinas,
-Jesús, Rey crucificado,
-Jesús, Rey gloriosamente resucitado,
-Jesús, Rey de amor en el Santísimo Sacramento,
-Jesús, Rey nuestro amantísimo,

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, (Perdónanos, Señor)
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, (Escúchanos Señor)
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, (Ten misericordia de nosotros)

V. Bendecid vuestro pueblo, oh Jesús Rey; gobernadnos y protegednos.
R. Vivid y reinad en nuestros corazones y en los corazones de todos los hombres.

Oración. Omnipotente y sempiterno Dios, que en vuestro amado Hijo, Rey del universo, resolvisteis renovar todas las cosas, conceded benignamente que todos los hombres pecadores se sujeten a su suave yugo y dominio, quien vive y reina con Vos por los siglos de los siglos. Amén.

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