Categories
ARTÍCULOS DESTACADOS Catolicismo Doctrina Eventos NOTICIAS Noticias 2013 - enero - agosto Noticias bis Papa Predicciones Religion e ideologías Signos y simbolos Ultimos tiempos Vidente

Profecías católicas de una larga sede vacante y luego la aparición de un Gran Papa [2013-03-09]

En visiones relacionadas con una gran persecución.
Según las profecías y visiones de varios famosos católicos aparecerá un Gran Papa para solucionar los grandes problemas de la iglesia, y vendrá luego de una gran persecución y de una prolongada sede vacante papal.

 

 

Desde el 28 de febrero de 2013 la cátedra de Pedro está vacía porque renunció el papa Benedicto XVI, con lo que técnicamente la Iglesia católica está en un período de “sede vacante”, en el que el Colegio Cardenalicio se apresta a elegir un nuevo Papa en un cónclave.

Es un buen momento para hablar de una serie de profecías católicas sobre la sede vacante del papado, que precederá a la llegada de un Gran Papa.

LAS PROFECÍAS

Son muchos los místicos que han tenido visiones de esto y las resume Padre José Luis de Urrutia.

Se habla del gran Papa en las apariciones de la Salette, y también S. Francisco de Paula, el Bto. Nicolás Factor, S. Juan Bosco (el «gran Ministro»). Es anunciado como «gran Papa» y «Pastor Angélico» (distinto del «Pastor Angélico» de la profecía de S. Malaquías, lema atribuido a Pío XII).

Es preanunciado ya en el siglo XII por Santa Hildegarda, la cual  dice que la Santa Sede estará vacante durante 18 meses, pero cuando sea vencido el hijo de perdición (probablemente un antipapa), vendrá el Papa del gran esplendor de la Iglesia.

San Celestino V (1251-96, ermitaño, el único Papa que ha abdicado) agrega -profecía atribuida a San Cirilo -, que antes de la renovación de la Iglesia, permitiendo Dios que la Santa Sede esté vacante (será por largo tiempo), el emperador de Alemania querrá poner un antipapa, invadirá Roma con un gran ejército y martirizará a muchos sacerdotes y religiosos, entonces será elegido Papa un ermitaño que establecerá la paz.

Santa Brígida repite que la Santa Sede estará vacante año y medio, y el Papa tendrá que huir de Roma para no caer en la esclavitud.

Sobre la huida de Roma del Papa (el anterior al gran Papa) y la Santa Sede vacante; también Juan de Vatiguerro (cisterciense del siglo XIII, compilador de profecías; ésta fue atribuida a San Cesáreo y publicada en el Liber mirábilis, 1524) dice que cuando París sea destruido el Papa cambiará de residencia y la Iglesia estará sin defensa durante 25 meses porque no habrá Papa en Roma ni gobernante en Francia.

San Pío X, en una audiencia de 1909 al Capítulo General de los Franciscanos tuvo de pronto su conocida visión, cuando exclamó: «Es terrible, el Papa tendrá que abandonar Roma, y pasar sobre los cadáveres de sus sacerdotes al salir del Vaticano». Otra versión añade: «Tendrá que ocultarse en algún sitio disfrazado, y después de un corto retiro sufrirá una muerte cruel».

Juan de Roquetaillade (+franciscano, 1362) había predicho igualmente: «El Papa tendrá que huir de su Sede con sus Cardenales; gozará de cierto descanso donde nadie le reconocerá; esta aflicción sobrepasará a todo lo que ha soportado la Iglesia anteriormente».

Bto. Bernardino de Bustis, franciscano, en su Rosario de sermones (1495) dejó escrito (sermón 11 que estará la Santa Sede vacante cerca de año y medio; habrá varios antipapas, uno llamado Jeroboam, nombrado por un poderoso rey del cristianismo, al que seguirán al principio cinco sextas partes de los creyentes; la Iglesia sufrirá grandes tribulaciones y serán perseguidos los que sigan al verdadero Papa, llamado Roboam (nombres simbólicos), el Papa angélico. Un rey verdaderamente cristiano después de muchos trabajos vencerá con ayuda de la Virgen a aquel rey, y el falso Papa acabará malamente. El Papa coronará emperador a este rey, juntos reformarán la Iglesia. En tiempo de este rey emperador nacerá el Anticristo.

San Juan Bosco y la venerable Isabel Canori hablan también del cambio de la Sede del Papa.

La venerable Ana Catalina Emmerich tiene extensas visiones discontinuas sobre el futuro (Vie por K. E. Schmoeger, 4.* ed. francesa, t. III; cfr. IGLESIA MUNDO, I, 1976): «Veo que apenas quedan sacerdotes que no hayan sido seducidos» (pág. 123). «Vi casi todos los obispos del mundo, pero solamente un pequeño número sano» (pág. 136). «Me fue mostrado que no hay ya casi cristianos en el antiguo significado de la palabra» (pág. 125). «Como la Iglesia estaba ya en gran parte demolida, vi a los demoledores entrar en ella con la Bestia» (pág. 113). «Veo al Santo Padre en una gran angustia, habita un palacio distinto al anterior; temo que antes de morir tenga todavía mucho que sufrir; no puede fiarse más que de pocas personas» (páginas 115-17). «Le dije que no debía dejar Roma, que si lo hacía caería todo en la confusión…» -y algo no fácil de entender-: el Papa le ofrece fresas con azúcar » lo que indica que está todavía apegado a la tierra por muchas consideraciones» (págs. 122-7). ¿Se refiere todo a un mismo Papa? «Vi un nuevo Papa muy firme» (pág. 161). «Alejará de sí a los obispos tibios y fríos. Es joven, no romano, pero sí italiano, de no lejos de Roma, de una piadosa familia de principes. Durante cierto tiempo tendrá todavía muchas luchas» (pág. 188). «Vi la Iglesia restaurada con más magnificencia que nunca» (págs. 114-5).

En cambio Suzanne Jacquemin, que estudia en un libro las profecías sobre el gran Papa, afirma que en su conjunto concuerdan que no será italiano. (Melania de la Salette dice que no será romano), y en su mayoria señalan será francés (Nostradamus, «Carta a Enrique II», concreta que será oriundo, o elegido, en Lyón). Cuestión secundaria y no muy clara. Como algunos (Bartolomé de Saluzzo, Rodolfo Gekner -siglo XVII- y otros) aseguran será franciscano.

María Julia Jahenny (1850-1941, estigmatizada, sufre mucho, campesina de La Fraudais, Bretaña; apenas sabía leer, se lo tomaron todo por escrito) repite que el Papa irá al exilio (visión del 10-I-1882), que sufrirá mucho (29-IX- 1879). Sufrirá por dos veces el arresto de Archel de la Torre (perseguido de Nápoles), estará, la Santa Sede vacante largos meses (16-V-1882). Una asamblea cismática de sacerdotes enviará al gobernador del cual depende el Papa un escrito para que el Papa deje mayor libertad; si quiere reformarlos, se niegan; y aún pedirán algo que hará estremecerse a la gente; se quiere que cada cual sea libre, sin vigilancia (7-XI-1882). «El Papa presente no verá el triunfo de la Iglesia; el que le suceda (¿el gran Papa?) pasará tres años en las más crueles y tristes cadenas. La horrible guerra de Italia será larga» (20-IV-1882). «Francia tendrá que luchar mucho para liberarlo» (1-X-1875). Parece que, como Sor Natividad, profetiza el martirio del Papa (aunque algunos lo refieren al último Papa).

En el siglo XII el Bto. Amadio, italiano: «Dios lo elegirá según su Corazón, elección milagrosa que llenará de admiración. Tendrá enemigos, pero Dios los abatirá. Todas las naciones infieles se convertirán y le obedecerán. Se hará un solo rebaño y un solo Pastor. Reformará las costumbres…».

El Bto. Amadeo I de la Tour (obispo de Sión de 1163 a 1168) según le reveló el arcángel S. Gabriel: «Elegido por Dios purificará y reformará la Iglesia; todos le admirarán. Con la reforma vendrá la paz universal, todo el mundo aceptará la fe verdadera y vivirá en el temor de Dios…».

Benedicto XII (Papa de 1334 a 1342) profetizó que establecerá la unidad religiosa, reformará las costumbres, devolverá el trono de Francia al legítimo soberano, una felicidad incomparable reinará en el mundo.

La Bta. Catalina de Racconigi, siglo XVI, llamaba al gran Papa San Gregorio (= Vigilante); también le llama Gregorio XVII el Monje de Padua, y dice: «El enemigo será confundido y dispersado rápidamente por una intervención milagrosa; entonces vendrá la verdadera resurrección de Francia y de la Iglesia presidida por el Pastor angélico».

El Venerable Holzhauser, siglo XVII, anuncia que bajo el gran Papa, ayudado por el gran Monarca, tendrá lugar el mayor Concilio de la historia, que aclarará toda la Escritura y acabará con todas las herejías, y será aceptado por todos.

La Bta. de Racconigi antes del Concilio Tridentino, en 1533, dijo, según su historiador, que no habría un Concilio completo y perfecto hasta el Papa santo esperado, que convertirá a los infieles.

Sor Natividad puntualiza de este Concilio que restablecerá la antigua disciplina.

Ignacio Tomás Martín (de Gallardón, cerca de Chatres, Francia, padre de familia religiosa, campesino, tuvo apariciones del arcángel San Rafael, aprobadas por el obispo de Versalles; fue envenenado en 1934) y otras profecías repiten la celebración del futuro Concilio.

Fuentes: Padre José Luis de Urrutia, S.J. en El Tiempo que se Aproxima, Signos de estos Tiempos  

Haga click para ver las otras noticias

Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis:
Categories
Apariciones ARTÍCULOS DESTACADOS Aviso Milagro Castigo Catolicismo Conflictos Crisis económica Crisis Política Desastres Discernimiento Economía Marginación Naturaleza NOTICIAS Noticias 2013 - enero - agosto Noticias bis Orden natural Política Recursos Naturales Religion e ideologías Religiosidad Religiosidad Popular Signos y simbolos Ultimos tiempos Vidente Violencia Virgen María

La condensación de signos en el mundo ¿significa que estamos cerca del “gran aviso”? [2013-02-05]

Mientras el mundo se desmorona:
Se multiplican los signos de crisis económica y moral del mundo. La mayoría piensa y siente que la sociedad se desmorona y estamos en cerca de que algo importante pase. Se multiplican los mensajes de videntes hablando que estamos en la gran tribulación y cerca del aviso a la humanidad. ¿Pero qué tan cerca estamos? Solo Él lo sabe. Pero vaya como consuelo que en dos grandes apariciones – Medjugorje y Garabandal -, los videntes han dicho que serán los encargados de avisar a la humanidad los sucesos, y hoy estos videntes entraron en su cincuentena de años.   

 

 

Desde la década de 1960 la sociedad y la humanidad muestra signos de ir hacia un despeñadero, con crisis cada vez más profundas en todas la áreas y la destrucción de las instituciones que introducían una moral pacificadora. Estamos en una momento de condensación de signos, donde ateos y religiosos coinciden que de esta situación se sale con un cambio cualitativo real.

Los cristianos de todas las épocas creyeron que su generación era la que iba a presenciar la parusía (la segunda venida de Cristo). Pero en este momento notamos dos movimientos contrapuestos. Dentro de la Iglesia solo el misal habla clara y directamente de la segunda venida de Jesús, mientras que en las homilías no suele mencionárselo directamente, cambiando el tono por el concepto de que Jesús está con nosotros, llega cuando estamos reunidos. Y por otro lado se han multiplicado los profetas y videntes, y las profecías que hablan del inminente “aviso” e insisten en el llamado urgente a la conversión.

HIROSHIMA Y LOS SIGNOS DEL EVANGELIO

El problema del tiempo, de la percepción subjetiva del tiempo, siempre preocupó -o apasionó- a Jean Guitton. Y de esto gustaba hablar tanto con Pablo VI como con Marta Robin. Y es que se sabía el académico francés en una época extraña, histórica, en “uno de esos periodos de crisis que preceden un asalto del umbral, e indudablemente al más decisivo de la evolución.” La segunda guerra mundial había marcado a toda una generación de intelectuales, pero concretamente la bomba atómica sobre Hiroshima planteó una posibilidad nunca antes imaginada: la locura de unos pocos podía acabar con todos.

Se vivía en una extraña sensación, en un tiempo donde las esperanzas de los avances técnicos, sanitarios, sociales, se mezclaba con la desesperanza ante el poder destructor del hombre. Y todo ello de un modo silencioso, casi solemne, que se percibía pero que no se verbalizaba porque uno pertenecía, estaba inmerso, en esa liturgia del discurrir de las cosas. “Después de Hiroshima, diría Guitton, estamos en ese intervalo del que no podemos saber si durará algunos años o algunos siglos.

Pablo VI ya le había constatado, confidencialmente, su sensación de que los signos descritos en el Evangelio sobre el fin de los fines parecían condensarse, pero que al mismo tiempo no se podía saber si esa condensación sería corta o larga en el tiempo. Y aún con todo, lo que ya de antes preocuparía a Mons. Montini no era tanto ese poder destructivo del hombre, sino la apostasía, ese abandono de la fe, la incredulidad, la crisis de pensamiento y de conciencia, el abandono casi normal de las tradiciones religiosas, santas y sagradas. Le parecía que la apostasía era el pecado que caracterizaba nuestro tiempo como ninguno otro. Y esa apostasía entonces socialmente evidente le preocupaba grandemente, ya en 1962, al futuro Pablo VI: “La evolución social, ¿será la ruina o el porvenir de la vida cristiana? Ese es el problema que se plantea.”

UN GIGANTE SIN CABEZA Y SIN ESPERANZA

La intelectualidad que asistía atónita a unos cambios sociales brutales, previamente había sido testigo del poder destructor del hombre. La locura del hombre y su capacidad destructora había llegado a las mismas fuentes morales que regaban las sociedades y los pueblos. Ya no se trataba de una postura individual, de pensamiento libre, de pensamiento fuerte. No, las sociedades, al decir de Montini, se movían por un poderoso pragmatismo que sostenía las energías del mundo; “y el mundo marcha, se lanza hacía adelante, como un gigante ciego desencadenado”.

Había puesto el hombre su esperanza en sí mismo; había decido lanzarse hacía un pragmatismo sin Dios, y ese gigante desencadenado, perdido el oriente de su salvación, decidió avanzar hacia adelante en el sólo progreso, la sola riqueza. Y hoy asistimos atónitos a un gigante que corre sin cabeza y sin esperanza. El corazón de occidente parece crujir ante su incapacidad de crecer más y más. Y la incertidumbre, que antes permanecía oculta en los despachos, parece extenderse a mercados, economías y naciones. Se quiso lanzarse en una marcha hacía adelante, hacía el más, y ahora se descubre que se corría campo traviesa, sin ser consciente de los peligros del correr fuera de un camino, de una verdad moral que marque las líneas del peligro. Montini entendió que la evolución social afectaría gravemente al porvenir del cristianismo, pero ahora vemos que también ha quedado afectado el porvenir social.

Sin embargo en momentos tales, cuando la humanidad se encuentra en una encrucijada, la percepción de estar ante un punto de inflexión hace percibir la seriedad de los tiempos y la gravedad de las consecuencias, condensando nuevamente los temores y despertando nuevamente esa sensación de emergencia en la que no se puede saber si este intervalo histórico, este punto de inflexión al que se asiste, durará años o décadas. Y es más, si saber tampoco si lo que vendrá “será para peor o para mejor”.

A Guitton y a Pablo VI nos les fue dado ver como ese motor de occidente, como esas esperanzas del mundo, que descansaban crudamente en el sólo hombre, al final tenía un solo rostro: y no se trataba del hombre renacentista, sino del hombre económico. Sería la economía -el crecimiento perpetuo- el alma y el corazón del mundo.

EL GIGANTE COLAPSA Y SE DESMORORONA

Pero a diferencia de ayer el colapso al que asistimos no es sino cuantitativo. El salto de umbral, la crisis cualitativa fue anterior, y a ella asistieron Guitton y Montini. La elección por la apostasía, por el sólo hombre y el sólo hombre capaz de destruir todo. Y si ahora esto no llama la atención es porque se vive en el acostumbramiento de tal realidad. Acostumbramiento necesario, porque si el poder destructor del hombre asustó en aquellos años 40, hoy no levanta temores no porque no exista el riesgo, sino porque ese terror nuclear fue arma intimidante que permitió a occidente crecer –realizar su triunfal marcha económica – sin enemigos. Acostumbramiento provocado porque esa apostasía social -que los años 60 evidenciaron- era argumento necesario para hacer del hombre trascendente un hombre consumidor.

No, no debía escandalizar la pérdida de Dios, sino convertirse en criterio moral y norma jurídica que favoreciera el sólo crecimiento, el sólo consumo. Pero ese motor se alimentaba de un carburante, de una esperanza, de unas metas, que han roto inesperadamente. El crecimiento, ese para mayor gloria del bienestar, parece estar saltando hecho añicos.

Y sin su “esperanza” el gigante desencadenado puede causar estragos. Y a esa ausencia de “esperanza” el sistema no está acostumbrado. Porque pudo acostumbrarse al terror atómico, ya que se convirtió en guardián de su sistema económico. Porque pudo acostumbrarse a la apostasía silenciosa, ya que se convirtió en puerta para el consumo. Pero no podrá acostumbrarse a un sistema económico roto porque ese ha sido su alma, su corazón, su porqué, su para qué. Y un gigante sin impulso vital colapsa y se desmorona.

Entonces, cuando se asiste al inicio de un colapso, la percepción de la gravedad aparece nítidamente, y renace esa sensación de emergencia que yacía apagada por el acostumbramiento. Nada ha cambiado, el salto cualitativo nos antecede en el tiempo, pero nuevamente se asiste a la incapacidad de saber si este colapso durará años o décadas; de saber si el umbral en el que se permanece será anticipo de algo peor o algo mejor.

Guitton y Pablo VI, como toda su generación, asistieron a ese punto de inflexión histórico, pero cuanto ocurre ahora no sino consecuencia de aquello, por tanto, constatación de que el umbral en el que se entró agoniza ahora en su “alma”. Y eso genera incertidumbre, por cuanto ya se percibe que no sólo está afectado el porvenir del cristianismo, sino de la sociedad tal como la conocemos.

¿QUÉ TAN CERCA ESTÁ EL AVISO?

Entonces, cuando la incertidumbre es alimento del día a día se aplauden soluciones rápidas o se procuran huidas de la realidad. Y a veces esperanzas prontas que den salida a un agujero que se intuye complejo. Y una de estas esperanzas son los mensajes que nos llegan de “una vidente centroeuropea” de la que no se tienen muchos más datos, salvo el que, según ella, tiene dirección espiritual con algunos sacerdotes.

Estos mensajes llamaron la atención porque desde su inicio en el año 2010 su tono y contenido parecen explicar sencillamente el ahora y narrarnos el mañana inmediato. Y tal concreción parecen un consuelo psicológico para tiempos de incertidumbre. Son mensajes concretos, notorios, claros… y que no sólo hablan de lo que pasa ahora, y de lo que pasará en general, sino que llegan a dar fechas. Permítaseme citar el más evidente:

“El tiempo es ya breve. Todo va a suceder rápidamente. El GRAN AVISO ya está cerca, por tanto no hay mucho tiempo para rezar por aquellas pobres almas que se perderán. Rezando la Coronilla de la Divina Misericordia por aquellas almas concretas, se salvarán millones de ellas.

Hijos Míos, ahora os encontráis en medio de lo que se llama la Tribulación, como se predijo en Mi Libro Sagrado. La segunda parte, la Gran Tribulación, comenzará, como dije, antes de finales de 2012. Esto no debería infundirte miedo, hija Mía, sino que sirve para hacerte consciente de la urgencia de que Mis hijos pidan Mi ayuda.

No cabe duda, no estamos acostumbrados a tal detalle, a tal precisión. Dios no parece hablar así. Gustaba nuestro Señor de la metáfora, de la imagen como signo de una realidad que sobrepasaba al mismo signo y al mismo tiempo lo explicaba. Se acordaron los primeros cristianos de Jerusalem de aquella imagen de donde están las águilas se reunirán los cuerpos y al saber de las legiones romanas que bajaban hacia Jerusalem con sus estandartes huyeron de la ciudad, que sería sitiada por largos meses, hasta la inanición. O el bueno de Juan Bosco, que espoleado por el conocimiento de las cosas futuras quiso poner dos misteriosa fechas en las estatuas que custodiarían su María Auxiliadora de Turín… pero al final no las puso, y ahí quedan, como señal de la prudencia de un santo.

No, no gusta el Señor de dar fechas. Y estas fechas sorprenden. Y más porque nacen en tiempos de incertidumbre y uno puede gustar atarse a ellas para fundar su esperanza en una promesa de corta duración. Y las cosas, como decía Guitton, pueden durar años, o siglos. Y no digo, no quiero decirlo, que esta vidente no sea de Dios. Pero poco sabemos de ella. Y eso no es bueno, sobre todo cuando su fama ha crecido como la espuma en tan poco tiempo.

Los santos místicos han forjado su fama tras años de dura prueba. Y con todo bien podría ser de Dios, que también Él gusta de ser concreto a medida que se acerca la hora del castigo. Y si no que se lo digan al bueno de Jonás, que le fue dado anunciar fechas más cortas que las de nuestra vidente centroeuropea. Pero como desconocemos tanto sobre ella cualquier juicio puede ser aventurado en un sentido u otro.

Ahora bien, no hemos de olvidar que la percepción de los tiempos –esa percepción de los tiempos de la que gustaba Guitton- es subjetiva, y esa subjetividad puede jugar malas pasadas a los mismos místicos si no son prudentes (el padre Gobbi bien supo de esto). Y muestra de esa prudencia dio Marta Robin al académico francés cuando indignada por las preguntas que se le hacían sobre el mañana le respondió airada “no pertenezco al sindicato de las echadoras de cartas”.

Hay que ser cauto, prudente y entender que para los místicos, como para Marta Robin, “es imposible decir si ese porvenir vislumbrado, presentido, previsto, es inmediato, muy cercano, lejano, muy lejano, último, escatológico; si sucederá mañana o dentro de mil años”. Y concluía Guitton: “dicho de otro modo, el tiempo visto por el profeta no tiene la tercera dimensión: la profundidad. El momento presente contiene el tiempo todo entero, del cual es una conclusión.

Fuentes: Cesar Uribarri para Religión en Libertad, Signos de estos Tiempos

Haga click para ver las otras noticias

Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis:
Categories
Apariciones ARTÍCULOS DESTACADOS Catolicismo NOTICIAS Noticias 2013 - enero - agosto Noticias bis Papa Predicciones Religion e ideologías Ultimos tiempos Vidente Virgen María

¿Qué dice Garabandal sobre el fin de los tiempos? [2012-01-16] R

¿Estamos en el fin de los tiempos? Respuesta de Garabandal

En un libro recién editado, y que lleva por título “Memorias de un Cura de Aldea. Garabandal 1961-2011. Edit. Arca de la Alianza”. Se hace la narración de los hechos ocurridos en este pequeño pueblo asturiano desde el año 1961, en el que se asegura ser cierto que la Virgen se apareció durante un tiempo a varias niñas del pueblo. El autor es un sacerdote, José Ramón García de la Riba, que fue testigo de primera mano de aquellos acontecimientos que tuvieron gran repercusión.

Garabandal había quedado un tanto en el olvido durante un tiempo. Sobre todo a raíz de que la principal de las videntes, Conchita, fuera forzada a desmentir la realidad de las apariciones. Fue sometida a una enorme presión por parte de una mediocre Comisión que no actuó con justicia, como se comenta detalladamente en el libro. A raíz de esta publicación, y de la nueva página que la Parroquia de Garabandal ha abierto en Internet (www.garabandalparroquia.com/), el caso ha saltado de nuevo a la actualidad, y los mensajes atribuidos a la Virgen en sus distintas “apariciones”, concuerdan en el fondo con los anteriores de Fátima, y los posteriores de Medjugorje, El Escorial, y otros muchos en diversos lugares del mundo. No nos definimos aquí sobre la veracidad de los hechos.

La Iglesia, tras estudios serios en cada caso, emitirá su juicio en su momento sobre el carácter sobrenatural de los mismos. Particularmente  la Virgen está muy activa de un siglo a esta parte, y su mensaje es machaconamente el mismo: estamos en los últimos tiempos (que no en el fin del mundo). Hay que orar y ofrecer sacrificios por la conversión de tantos que se han apartado de Dios, y por la fidelidad de los cristianos. Observamos la frialdad espiritual de muchos ambientes descristianizados, y la urgencia de una nueva evangelización que está impulsando Benedicto XVI.

Llama la atención en este libro la pormenorizada exposición que hace sobre el “final de los tiempos”. Da la impresión que todo un cúmulo de datos, religiosos y sociológicos, sugieren que realmente estamos al final de un ciclo marcado por acontecimientos que en cierto modo vienen expresamente aludidos en la Biblia. Cuando uno habla de estos temas lo tachan de alarmista, agorero de catástrofes, fanático, etc.

El capítulo 15 de libro lleva por título: YA SOLO QUEDAN TRES PAPAS.

Sobre tema de “el fin de los tiempos” el autor del libro afirma lo siguiente:

Esta afirmación de Conchita el 3 de junio de 1963, en la cocina de su casa, ha dado mucho que hablar. Por eso prefiero tratarla aparte en un pequeño capítulo.

Como ya se ha publicado en tantos libros, Conchita dijo estas pala­bras a su madre Aniceta al tiempo que sonaban las campanas de Garabandal anunciando la muerte de Juan XXIII:

«Las campanas tocan por un muerto. Seguramente es por el Papa. Ahora ya no quedan más que tres Papas«.

Cuando la madre le pregunta por lo que acaba de decir, Conchita le responde que la Virgen le había dicho que después de este Papa sólo quedaban tres. Aniceta vuelve a preguntar a su hija: ¿Y luego viene el Fin del Mundo? Conchita responde: «no el Fin del Mundo, sino el Fin de los Tiempos».

Aniceta quiso despejar dudas preguntando a su hija si no era lo mismo una cosa que otra. La niña respondió: «A mí fue la Virgen quien me lo dijo: «Después de este Papa ya sólo quedan tres y después, el fin de los tiempos».

Está claro que antes de esta fecha ya lo sabía Conchita. La Stma. Virgen se lo habría comunicado el 20 de noviembre del año anterior, según recogió D. Francisco Clapés Maymó en sus notas. La Madre Ma­ría Nieves García, Superiora del Colegio de Burgos en el que ingresó Conchita en octubre de 1966, nos ayuda a precisar el dato, a raíz de una confidencia que tuvo con ella Conchita el 1 de noviembre de ese mismo año, le contó: «Yo le dije un día a la Virgen: ¿Será dentro del tiempo de esos acontecimientos (Aviso, Milagro, Castigo) el Final del Mundo? » Y Ella me dijo:

No. El final de los tiempos. Los Papas, después de Pablo VI, no serán más que dos; y después, ya viene el Final de los Tiempos.»

Se ve –afirma el autor- que lo que más impresionó a Conchita fue lo de que sólo que­daban tres Papas, y es lo que más recalcó. Pero como era de esperar, esta afirmación sonó como una bomba y Conchita tuvo que ir matizando; primero a su Madre en el mismo día mencionado, luego a otras personas. Recordemos algunos casos:

En aquellos días se iba a celebrar en el Pueblo un funeral por el alma de Juan XXIII. Un grupo de mujeres [La esposa del pediatra Dr. Ortiz (Paquita), la tía de Conchita (Maximina) y otra señora] acompañaban a Conchita a la Iglesia después de rezar el Rosario en la Calleja. Una de ellas mencionó el tema del día, aventurando la posibilidad de que con la muerte del Papa se acabara el Concilio. Entonces se produjo un diálogo entre Paquita y Conchita en estos términos:

«(…) Otro Papa vendrá y el Concilio seguirá; y os digo también que ya sólo quedan tres Papas».

-Bueno, eso lo dices por la profecía de San Malaquías…

-¿San Malaquías? A mí fue la Virgen quien me lo dijo: «Después de este Papa ya sólo quedan tres; y después, el Fin de los Tiempos. «

-¿Quieres decir que viene ya el Fin del Mundo?

-A mí la Virgen me dijo «Fin de los Tiempos».

-¿No es lo mismo?

Pues no lo sé.

Con el jesuita P. Rodrigo me unía una buena amistad, ya que hacía de Confesor de Conchita y yo con frecuencia le llevaba hasta su residen­cia de Comillas a la niña y a su madre para que las escuchara en Confe­sión, además de hablar de los temas de las Apariciones.

Este padre, con fecha de 13 de noviembre de 1965, escribió una carta al también jesuita P. Ramón María Andreu en la que le decía entre otras cosas: «El jueves hace quince días, el señor cura de Barro me trajo a Aniceta y Conchita… A solas yo con Conchita, ella me confirmó que la Virgen le dijo a la muerte de Juan XXIII, que sólo faltaban ya tres Papas para el «fin de los tiempos».

Pues bien, el texto que he subrayado –sigue diciendo el autor- es el que da la clave de la nítida interpretación de las palabras de Conchita. Los lectores y oidores superficiales se quedaron sólo con la primera parte de la afirmación -«sólo quedan tres Papas- y sacaron por su cuenta deducciones falsas: «para el fin del Mundo», «ya no quedan más que tres»,….

Conchita recalcó que la Virgen se refirió a «Fin de los Tiempos» y no al “Fin del Mundo«, después del cual ciertamente no habrá más Papas. Entonces, para aportar luz a esta importantísima “Revelación” tenemos que responder a dos preguntas: ¿Qué significa eso de «Últimos Tiempos»? ¿Cuántos Papas quedan hasta el final de los Últimos Tiempos?

A la primera pregunta damos contestación en el capítulo XVI. En cuanto a la segunda, utilizaremos la ya conocida profecía de San Malaquías, la cual La Santísima Virgen no la mencionara a Conchita, a mi pa­recer es muestra de su aprobación y vigencia; es más, en este caso po­dríamos decir que complementa la revelación profética tenida por Conchita. No será casual que San Malaquías fuera benedictino y que el Papa actual también lleve el nombre de San Benito.

Fuentes: P. Juan García Inza para Religión en Libertad, Signos de estos Tiempos

Haga click para ver las otras noticias

Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis:
Categories
ARTÍCULOS DESTACADOS NOTICIAS Noticias 2012 Noticias bis Predicciones Religion e ideologías Ultimos tiempos Vidente

Los signos de San Jerónimo que anuncian el fin del mundo [2012-12-29]

Hace una semana debía de haber sido el fin del mundo o sucedido algún fenómeno natural de significancia o un cambio espiritual de relevancia. Por lo menos los primeros dos no se han visto, y el tercero es difícil de verificar.

El día anterior al 21 de diciembre planteamos nuestra posición, vea María no está anunciando nada especial para el 21 de diciembre de 2012 [2012-12-20],basada en que no había ningún anuncio sobrenatural confiable al respecto, sobre todo la ausencia de mensajes confiables en las apariciones de María.

Sin embargo, esto no significa que fenómenos sobrenaturales de significancia no vayan a suceder en algún momento en el futuro, más bien hay fuertes razones para creer que sucederán, de acuerdo a la tradición católica y lo que dice la Biblia, ver Profecías Católicas sobre el Fin de los Tiempos: un Gran Castigo Universal, y a lo que han sugerido algunas apariciones cercanas como Fátima, Garabandal, Medjugorje.

Por eso hay que estar siempre preparados para la llamada porque «ni el HIjo del Hombre sabe» (Mt 24, 26), «No sabéis ni el día de la hora» (Mt 25, 13), por lo que insiste Jesucristo a sus discípulos, animándoles a velar para estar siempre preparados, como las vírgenes prudentes.

Estos sucesos de los últimos tiempos preocuparon a Padres de la Iglesia cómo San Jerónimo (340-420), entre otras cosas, traductor de la Vulgata, la versión latina de las Sagradas Escrituras que goza del privilegio de la inerrancia teológica.

A San Jerónimo de Estridón, dálmata de origen y fallecido en Belén, se le atribuye también (sin que las evidencias sean palmarias) la inspiración de las Profecías del fin de los tiempos, un texto de 1492 cuyo autor anónimo, presumiblemente el mismo que escribió el Ars moriendi [El arte de morir], remite a aquel Padre de la Iglesia el establecimiento de dos signos espirituales y quince materiales como prolegómenos del fin del mundo. También San Pedro Damián (1007-1072) había considerado la paternidad jerominiana de esta tradición.

LOS SIGNOS ESPIRITUALES

El primero, enfriamiento de la caridad, incapaz ya de encender el corazón de los hombres. El autor compara la humanidad con un hombre que envejece y ve cómo se va apagando la llama del amor que un día lo mantenía vivo.

El segundo es el egoísmo convertido en dueño del mundo: la devoción o el sacrificio de sí mismo ya no tendrán sentido. El interés personal e inmediato se habrán convertido en ley universal.

LOS QUINCE SIGNOS MATERIALES DE SAN JERÓNIMO

Luego están los quince signos, uno por día, establecidos por el exégeta como precursores del final de los tiempos, y que Gonzalo de Berceo mismo reprodujo y comentó en una obra escrita en 1237.

Primer día: elevación del nivel del mar, «quince codos por encima de las montañas», según las citadas Profecías.

Segundo día: descenso del mar «y precipitación en los abismos hasta desaparecer de la vista», para volver luego a su nivel.

Tercer día: el incontenible llanto de los animales, que surgirán de las aguas y parecerá que se enfrentan en la superficie de los mares, y se pelearán en los aires.

Cuarto día: arde el agua, cuando torrentes de fuego recorran el mundo de Occidente a Oriente.

Quinto día: las plantas sudan sangre.

Sexto día: se derrumban los edificios tras un espantoso temblor de tierra.

Séptimo día: se quiebran las piedras tras chocar entre sí, grandes y pequeñas.

Octavo día: todo cae a tierra y se derrumban las montañas.

Noveno día: la tierra se allana.

Décimo día: estampida enloquecida de los hombres.

Undécimo día: se abren los sepulcros para que los muertos vuelvan a la vida.

Duodécimo día: caída de los astros.

Décimo tercer día: triunfo absoluto de la muerte.

Décimo cuarto día: arden el cielo y la tierra.

Décimo quinto día: resurrección de los muertos.

Fuentes: Religión en Libertad, Signos de estos Tiempos

Haga click para ver las otras noticias

Entre su email para recibir nuestra Newsletter Semanal en modo seguro, es un servicio gratis: