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¿Cómo actúa Dios cuando pecamos? ¿Qué podemos esperar de Él?

¿Cómo se comunica con nosotros?

A Dios no le da lo mismo cuando pecamos que cuando escuchamos su palabra y hacemos lo que Él pide.

Y nos lo hace saber.

Nos muestra su disgusto tanto como su complacencia.

Él no es un Dios ausente, sino uno que nos guía para que tengamos una vida feliz y sin tropiezos, cumpliendo la misión que nos dio.

Pero muchas veces nos perdemos, y es cada vez mayor en nuestra época porque las tentaciones son más intensas y generalizadas.

Aquí hablaremos sobre cómo actúa Dios hoy cuando pecamos, para que veamos claramente su mecanismo didáctico y las consecuencias que tiene para nosotros.

Comencemos por comprender el pecado, es decir, hacer algo que Dios no quiere que hagamos.

Tomemos el ejemplo del pecado original de Adán y Eva.

Dios había puesto a Adán en el jardín, incluso antes de que Eva fuera creada.

Y le dio la norma de que podía comer de cualquier árbol salvo del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque cuando lo comiera moriría.

Dios traza una raya, le dice Adán que no puede cruzarla y le pide que confíe en Él.

Pero entonces aparece la tentación a través de la serpiente, el maligno, quien comienza a trabajar la cabeza de Eva haciéndole pensar que Dios parece poco razonable con lo que pide.

Esa es la tentación de hoy, la acusación de que Dios exige demasiadas cosas y prohíbe demasiado, quita libertades.

Y luego la serpiente le dice a Eva que Dios no le ha dicho la verdad.

Que en realidad les está restringiendo la posibilidad de ser como dioses, que merecen serlo.

Esto es un argumento que también hoy es esgrimido, desmereciendo y descalificando a quienes avisan sobre el pecado, atribuyéndoles algo oscuro detrás.

O descalificándolos por ejemplo con la historia de los sacerdotes abusadores para desoír a la Iglesia.

El relato de la tentación de Eva continúa con que la mujer vio el árbol que era bueno para comer y era agradable a los ojos.

Lo que se agrega a que ya era codiciable para alcanzar la sabiduría.

En esta etapa el pecado despierta deseos sensuales, como por ejemplo en este caso que la fruta se ve sabrosa.

Y entonces la tentación pasa de ser un mero pensamiento, a convertirse en una fuerza, apalancada por el deseo sensual, y entonces se vuelve más poderosa.

Y finalmente Eva pasa a la acción, toma el fruto y se lo come; rompe la barrera de la obediencia, cruza la raya.

Vemos entonces que el trabajo de la serpiente fue al principio apelar a su orgullo; instalar el deseo de querer más de lo que, tiene porque la persona piensa que se lo merece.

Muchas publicidades apelan a esto directamente “porque yo me lo merezco”.

En segundo lugar sembró la desconfianza a Dios atribuyéndole motivos oscuros.

Y luego pasa a la presentación sensual del objeto pecaminoso, despertando el deseo carnal, que finalmente se consuma en la acción.

Esto hizo a los primeros padres separarse de Dios por no confiar en Él.

Y como Dios es la fuente de vida, esto implica la muerte espiritual.

Y aquí viene la carrera pecaminosa y la resistencia a ver la verdad.

Hay una total incompatibilidad entre el pecado no arrepentido y la santidad de Dios.

El pecador lo sabe internamente, aunque no sea consciente.

El pecador no arrepentido no puede soportar la presencia de Dios, Su santidad.

Y entonces a causa de la maldad y el deseo de persistir en el pecado, suprimen la verdad.

San Pablo escribió en 2 Timoteo 4: 3 que vendrá el tiempo cuando la gente no tolere la sana doctrina.

Y que se reunirán con otros maestros que les dirán lo que quieren escuchar para satisfacer sus deseos desordenados.

E Isaías 30:10 habla de la demanda de sus contemporáneos de que no dé más visiones de lo que es correcto, sino que cuente cosas agradables y profetice ilusiones.

Es lo que vemos hoy. No nos hables de cosas desagradables, que nos causan miedo, no metan miedo, díganme cosas que me hagan feliz.

Porque el hombre moderno no soporta el dolor.

Lo vemos también entre los cristianos.

Un viejo párroco una vez me contó cómo según él había comenzado la Iglesia en su país, a dejar de hablar de algunos temas como el divorcio, la interrupción del embarazo, la ideología de género, etc.

Personas de la comunidad se acercaban a los obispos y a los párrocos y les decían «Ay padre, no hable de tal tema, – por ejemplo que los divorciados vueltos a casar están en pecado – , porque yo estoy en esa situación y me produce un gran dolor».

Y el sacerdote y el obispo lo aceptaron para no escandalizar a los fieles.     

Y luego resulta que ese obispo planteó en la Conferencia Episcopal la ponencia de que no se predicara de tal tema, por ejemplo, los divorciados vueltos a casar.

Y otro obispo le contestó que estaba de acuerdo, pero que el agregaría por ejemplo que no se predicara sobre la interrupción del embarazo, lo cual fue aceptado.

Y así cada obispo agregó lo que según él escandalizaba a los fieles y se decidió sugerir a los sacerdotes que no predicaran sobre todos esos temas.

De modo que la presión de los cristianos de banco de la Iglesia, al no poder manejar el peso de su pecado, llevó a que los sacerdotes no hablaran de esos pecados.

Y con eso el pueblo de Dios quedó en la oscuridad sobre la doctrina católica.

Porque no se había cambiado, sino que simplemente se había ocultado para no hacer sufrir a algunos fieles que no soportaban el dolor.

¿Y entonces qué podemos resumir de todo esto?

Que el deseo de aferrarse al pecado, de justificarse a sí mismos, y de no tener dolor en la conciencia lleva a las personas a suprimir la verdad.

Y a pedir a los demás que lo hagan delante de ellos.

Pero la creación revela constantemente a Dios: su existencia, sus atributos, su justicia, su poder, su misericordia.

El hombre descubre, en lo más profundo de su conciencia, una ley que no está escrita, pero que debe obedecer.

Que lo llama a amar y hacer lo que es bueno.

Por eso, quienes suprimen la verdad no tienen excusa, a los ojos de Dios, porque están suprimiendo lo que saben que es verdad.

Pueden mantener la voz de Dios a raya con capas de racionalización.

O elegir falsos maestros para confirmarlos en sus pecados.

A esto se debe el silencioso crecimiento del modernismo dentro de la Iglesia, porque relativiza constantemente los pecados.

Y la reacción de Dios ante esto está en la Biblia.

San Pablo en Romanos 1: 24 dice,

«Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos … cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador»

Y más adelante dirá que recibieron «el pago merecido por su extravío»

En este pasaje Dios está diciendo que si quieres el pecado y la rebelión, puedes tenerlo. Es todo tuyo.

Experimentarás las consecuencias completas de tu rebelión pecaminosa, de tus propias elecciones pecaminosas.

Dios en su disgusto por el pecado consuetudinario, nos entrega a nuestros deseos pecaminosos.

Mientras sigue insistiendo sobre cuál es la verdad, noche y día.

O sea algo así como yo les insisto que no hagan eso, que es malo para ustedes, que me disgusta

Pero tienes libre albedrío, hazlo si quieres, pero yo no miraré para el costado, a su debido tiempo te juzgaré.

El pecador sabe en su fuero íntimo que esto es así.

Y es entonces como colectiva e individualmente se desarrolla una ardiente indignación hacia Dios y todo lo que representa o nos recuerda.

Él tiene la voluntad de arreglar las cosas. Su justicia y el amor son una sola realidad.

Pero preferimos no escuchar.

Esto lo vemos en la historia de personas y familias.

Que se adentran profundamente en el pecado.

Y cuando Dios les recuerda que está disgustado con ellos entonces responden negando a Dios y persiguiendo a quienes les muestran lo que Dios piensa de su pecado.

Para nosotros, en el decadente Occidente, significa que nos volvemos demasiado débiles para resistir a enemigos como por ejemplo el hedonismo, la lujuria y la codicia.

Tenemos poco control de nosotros mismos. 

Estos enemigos devoran nuestra fuerza, nublan nuestras mentes, y erosionan nuestro ánimo.

Pero Dios está constantemente revelándose a cada uno, pecadores y no pecadores.

Y cuando nos habla no tapamos los oídos rechazando su favor, su misericordia, y su llamado a la verdad.

El pecado crece, especialmente los jóvenes, posiblemente tu lo veas en tu familia.

Si no queremos la gracia, no vamos a tenerla; si no buscamos Su misericordia y gracia, vamos a estar cada vez más sin ellas.

No podemos soportar la santidad y la justicia de Dios que nos diga que estamos haciendo mal las cosas.

Hay algunos que dicen que el mal triunfa, pero no es así.

Tiene su tiempo, un tiempo otorgado por Dios para que el pecador recapacite.

Pero llega un momento en que las personas empiezan a sentir las consecuencias de sus malas decisiones, de sus pecados, y viene la caída.

Esto pasa a personas tanto como familias.

Bueno hasta aquí cómo actúa Dios respecto al pecado ahora en la Tierra. 

Y me gustaría preguntarte si tu has sentido que Dios te ha mostrado su disgusto cuando pecaste y su complacencia cuando hiciste algo que le gustó.

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Cuáles son los 7 Pecados Capitales y Cómo se Combaten

Los siete pecados capitales caracterizan a la humanidad caída.

Son identificados por el cristianismo ortodoxo tradicional.

Y especialmente enseñados por la Iglesia Católica Romana.

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Los protestantes estarían de acuerdo en que los siete vicios en la lista son pecados.
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Pero por lo general no hacen una distinción entre pecados mortales y veniales de la misma manera que los católicos los hacen.

Veamos lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica:

Catecismo #1866: Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser referidos a los pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a san Juan Casiano y a san Gregorio Magno.

Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza.

El término “capital” no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros pecados.

De acuerdo a Santo Tomás (II-II:153:4):

“Un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal”.

Lo que se desea o se rechaza en los pecados capitales puede ser material o espiritual, real o imaginario.

Todos tenemos una tendencia hacia los pecados capitales.

lienzo pecados capitales

  

¿CÓMO SE DIO FORMA AL LISTA DE LOS 7 PECADOS CAPITALES?

Los pecados capitales son enumerados por Santo Tomás como siete: la soberbia, la lujuria, la gula, la avaricia, la envidia, la ira y la pereza.

En los primeros siglos de la Iglesia, la lista formal de los pecados capitales tomó unas cuantas formas diferentes.

El precursor más temprano de la lista que ha sido aceptado fue un escrito en el 4º siglo de un monje llamado Evagrio Póntico.
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Quien enumeró ocho «malos pensamientos», probablemente derivados de los problemas que veía en sus propios días.

Su lista incluía los siguientes pecados: la gula, la fornicación/la prostitución, la codicia, el orgullo, la tristeza (es decir, la envidia – tristeza porque otra persona tiene buena suerte), la ira, y el abatimiento (es decir, la melancolía, la depresión).

En el 590 el Papa Gregorio I revisa la de Evagrio, aunque la esencia sigue siendo la misma. La lista de Gregorio incluyó la pereza (una combinación de tres de los pecados en la lista de Evagrio), la codicia, el orgullo, la lujuria, la gula, la ira y añadió la envidia.

Así, 7 de estos malos pensamientos fueron listados formalmente por primera vez por el Papa Gregorio el Grande y más tarde fueron enumerados por Santo Tomás de Aquino en la Summa Theologica: vanagloria (orgullo), la avaricia (codicia), la gula, la lujuria, la pereza, la envidia, la ira. Desde ese momento, los teólogos han conservado la lista.

Gregorio también hizo hincapié en la orden de la lista: (1) la lujuria, (2) la gula, (3) la codicia, (4) la pereza, (5) la ira, (6) la envidia, y (7) la soberbia.

La lista de Gregorio, y su orden, se consolidó en la tradición católica romana en los siglos venideros, cuando el poeta italiano Dante Alighieri (1265-1321) los utilizó en su historia épica, La Divina Comedia.

La lista de Evagrio ha demostrado tener gran poder de permanencia en la Iglesia y fue traducida del griego al latín y se utiliza para los propósitos educativos y devocionales.

7Pecados capitales

Veamos en detalle cada pecado.

  

LUJURIA

El pecado de la lujuria se refiere al impuro deseo de la naturaleza sexual.
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La sexualidad es un regalo de Dios, y lo impuro no está intrínsecamente en sí misma.

Sin embargo, la lujuria se refiere a los pensamientos impuros y acciones que hacen mal uso de ese don que se aparta de la ley y las intenciones de Dios para nosotros.

La complacencia en el pecado de la lujuria puede incluir (pero no se limita a) la fornicación, el adulterio, la bestialidad, violación e incesto y puede llevar a cosas tales como la adicción sexual.

De modo que:

  • La Lujuria es buscar de manera desordenada el placer sexual.
  • Eres lujurioso cuando buscas el placer sexual por sí mismo, no importando que sea antes o fuera del matrimonio, no importando que ofendas a tu pareja, no importando que solo tu sientas bonito y tu pareja no.
  • Eres lujurioso no solo cuando eres infiel, también cuando ves revistas o programas pornográficos, cuando te comes viva a la mujer que va pasando.
  • Recuerda que Dios ideó el sexo como algo hermoso y que tiene dos fines:
    a) unir a la pareja— por eso sólo se vale dentro del matrimonio.
    b) ser el medio para procrear — por eso el acto sexual siempre debe estar “abierto a la vida” y no se vale tomar pastillas, ponerse aparatos dentro del útero…

La virtud que debes de cultivar para atacar la lujuria es la CASTIDAD.

La castidad es usar de ese hermoso regalo que Dios dio al hombre – que se llama sexo -, de acuerdo a las reglas de Dios: solo dentro del matrimonio y solo con tu esposo/a, que sea un acto de entrega amorosa (hacer feliz al otro) y no un acto de egoísmo (solo importa lo que yo sienta), que si quiero planear mi familia, lo haga con métodos naturales.

La castidad es también cuidar mis ojos, mis oídos y mi mente de lo que los medios de comunicación venden como algo normal y que es algo que ofende a Dios y que me hace daño. Cuando estés tentado a ver este tipo de programas, revistas, libros, piensa: ¿Qué piensa Dios de mí en este momento?

Debes ser casto en pensamientos, deseos, palabras y acciones.

   

GULA, GLOTONERÍA

La gula, que viene del latín gluttirei – tragar o deglutir -, se refiere al pecado de exceso de indulgencia y al consumo excesivo de comida y bebida.

Las formas en que se pueden cometer la gula, como menciona por primera vez por el Papa Gregorio el Grande y posteriormente reiterado por Tomás de Aquino, es comer demasiado rápido, comer demasiado caro, comer en exceso, comer con demasiado entusiasmo, comer muy delicadamente, y comer violentamente.

 San Alfonso de Liguori explicó que no es un fallo sentir placer en el comer, porque es imposible comer sin experimentar el deleite que los alimentos producen de forma natural.

Pero es un defecto comer como bestias, a través del único motivo de gratificación sensual, y sin ningún objetivo razonable”

https://youtu.be/QsIxKh14tkk

De modo que:

  • La Gula es comer o beber sin medida.
  • Pecas de gula cuando bebes en exceso y te emborrachas, pierdes la razón y haces y dices grandes tonterías que sobrio no lo harías. Al emborracharte te embruteces.
  • Pecas de gula también cuando comes sin medida, cuando comes y comes por el puro gusto aunque ya ni te quepa, cuando todo el día piensas nada más en comer.

La virtud que debes de cultivar contra la gula es la TEMPLANZA: beber y comer con medida.

   

AVARICIA, CODICIA

La avaricia, que también se conoce como codicia, es el deseo desordenado de los bienes terrenos, así como aplicar energía excesiva en ellos.
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Es un pecado de exceso.

El objeto de una persona codiciosa no tiene por qué ser malo, pero el problema radica en la forma en que uno considera el objeto, poniendo un valor inapropiado en él.

La codicia puede inspirar nuevas acciones pecaminosas tales como la acumulación de objetos materiales, el hurto y robo, el engaño y la manipulación.

De modo que:

  • La Avaricia es tener una gran ambición de poseer cosas materiales.
  • Eres avaro cuando te importa mucho tener cosas, tener dinero, vestidos, adornos para tu casa, aparatos, no importando lo que tengas que hacer para conseguirlo.
    El desear superarse económicamente a través del trabajo honrado es bueno, lo que está mal es solo pensar en “tener más” y no en “ser mejor persona”, mejor padre, madre, hijo o hermano… mejor amigo, mejor trabajador, mejor jefe….

La virtud a cultivar contra la Avaricia es la SENCILLEZ, que es ser feliz con poco y la GENEROSIDAD, que es pensar en compartir y dar de lo tuyo.

Siempre habrá otros que tienen más necesidad que tú.

Cristo dijo“No podéis servir a dos amos: a Dios y al dinero”. Cristo nació y vivió en la sencillez y en la pobreza.

   

PEREZA

La pereza se describe a menudo simplemente como el pecado de la indolencia.

Sin embargo, mientras que esto es parte de la manifestación de la pereza, el problema central de la pereza como pecado capital es la pereza espiritual.

El pecado de la pereza significa ser indolente y laxo, y también en la vida de la fe y la práctica de la virtud.

https://youtu.be/Uv-Km_Wr-sE

De modo que:

  • La Pereza es la flojera que te lleva a descuidar tus obligaciones.
  • Eres perezoso cuando dejas de hacer lo que tú sabes que tienes que hacer porque sientes flojera, porque estás descansando, porque mejor lo haces luego… ¡No debes ser holgazán!

La virtud a cultivar contra la Pereza es la LABORIOSIDAD, que significa ser trabajador.

Dios dice: el hombre ha nacido para trabajar; hasta la Virgen María, Madre de Dios era muy trabajadora en su casa: lavaba, barría, fregaba, cosía, hacía comida.

El trabajo es algo que nos santifica. Hazlo con alegría y con amor.

   

IRA

Según la Enciclopedia Católica:

“[La ira es] es el deseo de venganza. Su calificación ética depende de la calidad de la venganza y la cantidad de la pasión. Cuando éstas están en conformidad con las prescripciones de la razón equilibrada, la ira no es un pecado.

Es más bien una cosa digna de elogio y justificable con un celo adecuado.

Se convierte en pecado cuando se trata de vengarse de alguien que no lo ha merecido, o en mayor medida de lo que se ha merecido, o en conflicto con las disposiciones de la ley, o de un motivo impropio.

El pecado está entonces en un sentido mortal general como opuesto a la justicia y la caridad”.

Debido a que la ira puede ser justa, y debido al uso común de la palabra ira, este vicio capital se refiere a menudo como la rabia, haciendo hincapié en los motivos desequilibrados e impropios que dan lugar a que la ira sea un pecado mortal.

https://youtu.be/xzxZH3BoXJw

De modo que:

  • La Ira es enojarse sin medida y el tener deseos de venganza.
  • Pecas de ira cuando eres un energúmeno, te enojas y gritas en casa, cuando cada vez que un hijo tuyo se acerca a ti eres el padre o la madre que está de malas, cuando por una cosa sin importancia armas un drama, te pones rojo de enojo y te peleas con todos.

La virtud a cultivar contra la Ira es la PACIENCIA, ir poco a poco dominando tu carácter, como dicen, cuenta hasta diez antes de explotar, no te permitas gritar, enojarte.

Pide mucho a Dios que te ayude a ser más paciente y verás que lo lograrás. Si tú no puedes Él si puede.

   

ENVIDIA

El pecado de la envidia o los celos es más que simplemente que una persona que quiere lo que otro tiene.
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El pecado de la envidia significa que uno siente dolor y la angustia injustificada sobre la suerte de otra persona.

La ley del amor nos lleva a regocijarnos en la suerte del prójimo – los celos son una contradicción a esto.

La envidia se lista entre los pecados capitales a causa de los otros pecados a los que se dirige.

https://youtu.be/CFduFERsdG8

De modo que

  • La Envidia es sentir tristeza porque a otro le va bien o sentir alegría cuando a otro le va mal.
  • Eres envidioso cuando te comparas con los demás y nada más estás viendo lo que el de al lado tuyo hace o tiene y tú no.
    Cuando te indigesta
    que el vecino tiene más suerte que tú y le fue mejor, cuando te da dolor que tu amiga fulanita ni dieta hace y está hecha un palo, cuando te da gusto que al condenado de tu compadre que tan mal se ha portado contigo se le murieron unas vaquitas, etc.

La virtud a cultivar contra la Envidia es la CARIDAD, que es amar de verdad a todos tus hermanos, los que te caen bien y los que no.

Cristo dijo: “Ámense los unos a los otros como Yo los he amado”.

   

SOBERBIA, VANAGLORIA, ORGULLO

La Soberbia es una apreciación incontrolada e impropia de nuestro propio valor.

Es ampliamente considerado como el más grave de los siete pecados.

La soberbia a menudo conduce a la comisión de otros pecados capitales.

El orgullo se manifiesta en la vanidad y el narcisismo sobre la apariencia, la inteligencia, el status, etc.

De modo que:

  • La Soberbia es amarte demasiado a ti mismo, y te hace despreciar a Dios y a los demás.
  • Eres soberbio cuando crees que tú puedes hacerlo todo, que no necesitas de Dios ni de los demás, cuando te crees mucho (que tú eres el más listo, el más perfecto y los demás son unos tontos), cuando eres presumido o te gusta llamar la atención, cuando quieres que todo se haga como tú quieres, cuando crees que todo te lo mereces, cuando sólo hablas de ti.

La virtud que debes de cultivar para atacar la soberbia es la HUMILDAD.

Ser humilde es pensar que Dios te creo y que no eres nada en comparación a Él, que no puedes dar un paso si quiera sin que Él lo permita.

Pensar que lo bueno que tienes, no lo has logrado tú sino que Él te lo regaló, es gratis, y que también tienes mucho malo por corregir.

Ser humilde es no buscar que los otros te aplaudan, sino buscar pasar desapercibido, buscar ocupar el último lugar.

Cristo dijo: “Aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón”.

Pecado de soberbia Brueguel

   

PECADOS CAPITALES Y VIRTUDES A CULTIVAR

Pecados Capitales

Virtudes para  vencerles

Soberbia: ante el deseo de alto honor y gloria

Humildad Reconocer que de nosotros mismos solo tenemos la nada y el pecado.

Avaricia: ante el deseo de acaparar riquezas

Generosidad

Dar con gusto de lo propio a los pobres y los que necesiten.

Lujuria: ante el apetito sexual

Castidad.  logra el dominio de los apetitos sensuales

Ira: ante un daño o dificultad

Paciencia. Sufrir con paz y serenidad todas las adversidades.

Gula: ante la comida y bebida

Templanza. Moderación en el comer y en el beber

Envidia: resiente las cualidades, bienes o logros de otro porque reducen nuestra auto-estima

Caridad. Desear y hacer siempre el bien al prójimo

Pereza: del desgano por obrar en el trabajo o por responder a los bienes espirituales

Diligencia. Prontitud de ánimo para obrar el bien

pecados

   

¿SON REALMENTE MORTALES LOS 7 PECADOS CAPITALES?

Examinaremos los siete pecados capitales y la forma en que son mortales.

En una u otra forma, si se continúa con el vicio que termina en violencia, y si continúa la violencia, en la muerte.

Enorgullecerse por ejemplo: el orgullo es único, lo porque una persona se cree mejor que otra.

El orgullo no se limita a hacer que nosotros queramos ganar. Nos hace sólo querer vencer al otro tipo.

El orgullo nos pone no sólo arriba, sino el exceso sobre otros es considerarlos que son inferiores a nosotros.

No hay orgullo a menos que haya alguien para mostrarlo, y los únicos en mostrarlo son los que consideramos nuestros inferiores, y sólo se necesita un pequeño empujón para que el orgullo se convierta en violencia.

Simplemente permite que la persona en la parte superior tenga su posición superior amenazado y se volverá acorralado como los animales, incluso si lo hace con una sonrisa de superioridad habrá una puñalada en la espalda para que pueda seguir pensándose a sí mismo virtuoso.

La envidia conduce a la violencia. Es fácil de ver. Cuando estoy envidioso de otra voy a matar a su reputación, derribar lo que no puede ser mayor que yo, destruirla por ser superior, y así termina en violencia real, física.

El infierno manifiesta la furia como una mujer o un hombre despreciado. Deja a alguien que tenga lo que era nuestro o lo que creemos que es nuestro y podemos ver cómo nos preparamos para para destruirlo.

La ira reprimida engendra violencia. Retira la tapa y el asesinato se produce por una voluntad colérica.

La codicia es la violencia económica y una especie de robo.

La toma codiciosa de los pobres y no pensar nada mal ello, además, por lo que a menudo se creen listos para hacerlo (especialmente si pueden confabular para cambiar la ley y hacer que su robo legal).

Sólo se necesita un pequeño paso para los codiciosos den un giro violento. Permite que los codiciosos piensen que su riqueza y posición se ve amenazada y van a matar para defender la misma.

¿Conduce la lujuria a la violencia? Parece tan inofensiva, parece un poco de diversión en el dormitorio. Un poco de  risas y jadeo. ¿Dónde estaría la violencia en la lujuria?

Mira en el Marqués de Sade y ve dónde te lleva lujuria desenfrenada.

En la tortura, la violación y las escenas de sadomasoquismo. Porque el sexo ordinario comienza a ser aburrido, por lo que la necesidad de la emoción y las demandas sensación física mas fuerte.

Ve lo que sucede cuando el objeto sexual ya no es querido y la niña o el niño son abandonados, o peor-asesinados para que no digan lo que pasó y luego arrojados en una zanja.

Y no nos olvidemos del resultado más comúnmente violento de la lujuria, el aborto, la muerte intencional de un niño inocente y vulnerable.

¿Es violento el glotón? Es violento hacia sí mismo.

Su dios es el vientre y en caso de ser privado de su adicción a la que va a ser primero es hosco, a continuación vendrá violento, y no hay que olvidar que la gula es el pecado más común de todas las adicciones.

Las adicciones más feroces como el alcohol y las drogas generan la violencia todos los días.

Incluso el perezoso es violento, porque es violento contra la vida misma.

El perezoso es perezoso no sólo porque es perezoso, sino porque no cree que haya nada valga la pena para levantarse.

La pereza le hace enfermo.

Mata la alegría, la creatividad y desprecia todas las cosas buenas.

La pereza es una especie de desesperación que mata a la plenitud de la vida.

Fuentes:

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