Siete puntos propuestos por el cardenal Dolan.
En general todos los católicos somos comunicadores, ya sea a nivel cara a cara o a nivel más masivo por email o medios de comunicación, por eso parece interesante informar lo que dijo el arzobispo de Nueva York Timothy Dolan sobre las estrategias comunicativas en la Iglesia al inaugurar el Congreso de la Facultad de Comunicación Institucional en la Universidad de la Santa Cruz en Roma:
«Han pasado los tiempos en que obispos ancianos, gordos y calvos como yo eran los mejores portavoces de la Iglesia: necesitamos laicos competentes que la representen», dijo Dolan el 28 de abril.
Sin saber demasiado de la teoría de la comunicación, todo lo que sabe lo aprendió por experiencia, confiando en sus asesores, Dolan insistió a todos los obispos en poner en marcha equipos de comunicación y a fiarse de sus portavoces. Para que no les pase lo que a él, que aprendió de sus errores.
«En la escuela de los porrazos, lo que aprendí lo aprendí a golpes».
Pero más allá de la experiencia, como lo veremos luego, hay un énfasis excesivo de Dolan sobre el comunicador, olvidando que la comunicación es un proceso y que detrás hay o debe haber una organización que trabaje todo este proceso, y una estrategia común a todo el grupo, para que todo salga bien, en especial, pensando en los casos de aprovechamiento de situaciones inusuales y repentinas para comunicar y en los momentos de crisis.
LAS SIETE PISTAS DE DOLAN
El arzobispo habló de los «desafíos culturales para los comunicadores de la Iglesia» y ofreció «siete observaciones» sobre cómo realizar una comunicación institucional eficaz, fruto de su experiencia de obispo en contacto con los periodistas.
La primera pista es que «los obispos no debemos asustarnos ni tener miedo a los medios, sabiendo que son indispensables para la evangelización». Por eso, a su juicio, los prelados tienen que acostumbrarse a tratar con los medios y «cuanto más conozcamos a los medios y a los periodistas, mejor nos tratarán».
La segunda pista comunicativa del cardenal americano es «cuidar el cómo, incluso más que el qué». Sin tener nunca «miedo a decir la verdad, por muy dolorosa que sea». Y puso ejemplos de explicaciones sobre curas o diáconos alcohólicos o abusadores.
Tanto en éstos como en otros casos, Dolan asegura que «la gente espera honestidad y transparencia de la Iglesia». Y añade: «Lo que se nos critica, y con razón, es que intentemos esconder las cosas». Porque, como decía el nuevo santo Juan Pablo II, «la Iglesia no tiene miedo de la verdad».
La tercera pista, según Dolan, es defender a la Iglesia. A su juicio, todos los medios tienen su línea editorial, de la que no se apartan. Pues bien, la línea editorial fundamental de los medios católicos debe ser la «defensa de la Iglesia». De ahí que considere «doloroso» que incluso los medios católicos sean «anti-Iglesia». Y llama a cerrar filas, porque para criticar a la Iglesia y a los obispos «ya se bastan y sobran los otros medios».
Dolan reconoce que «los obispos necesitamos la crítica y tomarla en serio, siempre que sea imparcial, equilibrada y cortés». Pero, a su juicio, también se debe dejar claro que «no todo es malo en el mundo católico».
La cuarta pista, el cardenal neoyorquino pidió que no hagamos a los medios lo que no queremos que los medios nos hagan. Es decir, «evitar los estereotipos sobre los medios», pero siendo realistas. Porque, a su juicio, «hay medios que sólo quieren destruir a la Iglesia y la atacan constantemente». En ese caso, Dolan aconseja «poner la otra mejilla y no responder en el mismo tono».
Y no dejó de reconocer que «la inmensa mayoría de los periodistas son profesionales que buscan acceso a fuentes de información fiable y, si no se la damos nosotros, se la pedirán a quienes quieren criticarnos con mala fe».
La quinta pista, el arzobispo de Nueva York propone utilizar enfoques sencillos y aprovechar las «perchas» que ofrece la actualidad o los momentos en los que los medios están más interesados por la información religiosa. Y puso como ejemplo la actitud de los obispos norteamericanos durante el último pre cónclave.
«Los cardenales americanos, al darnos cuenta de que había hambre de noticias y de historias interesantes, convocamos ruedas de prensa. Y los periodistas respondieron muy bien. Celebramos varias y cosechamos bastante éxito y lo hicimos bien. Pero la Curia nos criticó e, incluso nos pidió que interrumpiésemos las ruedas de prensa. Lo hicimos, pero perdimos una espléndida oportunidad. Además, al no informar, muchos periodistas se quedaron sólo con los chismes y con la información interesada de algunos informadores italianos».
La sexta pista, el purpurado propuso que la comunicación católica tiene que centrarse en Jesús, que es el centro de todo, en su vida y en su experiencia. Y menos en la doctrina o en los misterios del cristianismo. Porque, «cuando queremos explicarle a alguien qué es el fútbol, no comenzamos dándole una clase sobre el corner, sino llevándolo a ver un partido».
Y, la séptima pista, Dolan invitó a conocer a la audiencia, a los destinatarios de los mensajes. Y «hablar para que nos entiendan y adaptar el mensaje al público». Conscientes de que «la comunicación es un ministerio fundamental en la Iglesia». Por eso, tenemos que expresar la fe «de una forma atractiva y seductora».
EL EJEMPLO DE FRANCISCO
Como ejemplo acabado de comunicación, Dolan puso a Francisco. «El Papa es un comunicador excepcional, porque es un Papa amable, humilde y entrañable. Y porque sabe siempre lo que quiere decir y cómo». Y añadía el purpurado: «En la comunicación del Papa no hay un programa ni una campaña de marketing ni expertos que lo asesoren. Lo hace él así, espontáneamente».
Siguiendo el ejemplo del Papa, Dolan invita a que las homilías de los clérigos sean «cortas, con frases impactantes, con titulares». Y para eso, hay que prepararlas.
Recalcó que hay que «aprovechar todas las oportunidades e ir a todas partes para evangelizar», incluso a programas que, de entrada, pudiesen parecer poco aconsejables. Y concluyó diciendo que a los jóvenes hay que «lanzarles todo el mensaje cristiano, también y sobre todo, el de la virtud, el de la santidad y el de la perfección, porque ellos quieren la verdad entera, sin minimizaciones».
LA CONFUSIÓN DE DOLAN ENTRE EL COMUNICADOR Y LA COMUNICACIÓN
Si bien muchas veces el medio o el comunicador es el mensaje, el cardenal Dolan parece manejar una confusión entre la estrategia de comunicación y la actividad del comunicador, como si la Iglesia debiera supeditar las comunicaciones al carisma de un buen comunicador, minimizando la estrategia que debería haber detrás de ese buen comunicador.
Él usó el ejemplo del papa Francisco como ejemplo de buena comunicación, depositando su argumento en la capacidad natural y espontánea de comunicación de Francisco.
Probablemente no haya dos opiniones sobre la capacidad de Francisco como comunicador, pero hay algunas estrategia que usa que pueden complicar y poner ruido en la comunicación.
Tomemos sólo como ejemplo el caso de la mujer argentina a quien el Papa llamó por teléfono para hablar de la comunión a los divorciados.
Nadie puede saber exactamente lo que le dice el papa en un caso como este, salvo que se grabe (lo que quizás sería recomendable), pero es llamativo que profesionales de la comunicación vaticana hayan demorado un día y medio para hablar del tema cuando todos los medios difundían ya la versión de la mujer. Y después, que hayan emitido una declaración tan tenue y lavada, que tuvieron que venir atrás los medios católicos a decir lo que no dice la declaración, que el Papa no dijo que vaya a otra parroquia a tomar la comunión.
Casos como éstos, que ha habido muchos otros, muestran como un excelente comunicador como Francisco, sin una estrategia coordinada detrás y compartida por todo el grupo, puede ser fuente de ruidos, confusiones y problemas.
Fuentes: Religión Digital, Signos de estos Tiempos