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Los instrumentos que usa Dios para la conversión en el lecho de muerte.

Todos sabemos que hay personas que pasan por la vida y se vuelven viejos sin creer en Dios, viviendo en pecado mortal.

Se están condenando a pasar la eternidad fuera del Cielo, junto con los demonios.

Y eso nos angustia, porque vemos que eso puede suceder a nuestros hijos, familiares y amigos queridos.

Pero Dios actúa en los últimos momentos de la vida de estas personas, dándoles una última oportunidad.

Lo cual nos llena de esperanza.

Aquí hablaremos sobre los casos de conversión en el lecho de muerte, cómo Dios actúa en el último minuto para convertir a los que lo han rechazado toda su vida y cómo debemos actuar nosotros para que esta intervención se realice.

Las conversiones en el lecho de muerte son reales. 

Los capellanes cristianos que trabajan en los hospitales son testigos de esto

Porque cuando el evangelio se presenta adecuadamente y la gente tiene miedo de lo que se avecina en la muerte, muchos tenderán la mano hacia Cristo.

Quizás algunos quieran hacer un último engaño, pero Dios conoce los corazones y cuando ve una llamita profundiza el envío de gracia para que esa alma se arrepienta de sus pecados y se convierta.

Dimas, el ladrón crucificado junto a Jesucristo es el primero de los convertidos en el lecho de muerte, Lucas 23:39.

Y en la biblia hay una parábola donde Jesucristo legitima y prefigura muy claramente Su llamado hasta el último momento.

En la parábola de los Obreros de la Viña, en Mateo 20:1, el dueño llama a todos a trabajar en la viña, de mañana, a toda hora y hasta el anochecer.

Y al final paga el mismo salario a quienes trabajaron todo el día, que a los que lo habían hecho sólo una hora.

Esto lo podemos tomar como que abre el cielo tanto a los que han vivido una vida cristiana toda su vida, como a los que se arrepienten de no haberla vivido, en el último minuto de su vida. 

Sin embargo los que habían trabajado todo el día protestaron en la parábola, porque habían trabajado más que los otros y recibieron el mismo jornal.

Y el dueño le contesta que él está ejerciendo Su generosidad.

Todos ganarán lo mismo, el cielo.

Pero hay que hacer una aclaración porque después puede haber diferencias en el tiempo de purgatorio para cada uno.

La misión terrenal de Jesús no fue confirmar a los justos en su superioridad sino recuperar las ovejas perdidas.

«No he venido a llamar a justos, sino a pecadores», Marcos 2:17. 

Enseñó que Dios aprecia al pecador arrepentido no menos de lo que aprecia la justicia realizada durante toda la vida por los otros.

El Cielo no es una recompensa que Dios nos da por acumular puntos terrenales.

Considerarlo así es pensar en la justicia principalmente como retributiva, es decir, como un premio a los buenos y un castigo para los malvados. 

En este caso Cristo llama a una justicia reparadora, o sea a devolver las cosas a su estado correcto, a la justicia original que existía entre Dios y el Hombre antes de la Caída.

Cuando Jesús se le apareció a Santa Faustina le pidió que rezara la Coronilla de la Divina Misericordia por los pecadores y los moribundos, porque ellos son los que más necesitan acceder a Su Misericordia.

Le dijo,

«Ten por seguro que de tu oración depende la gracia de la salvación eterna para ciertas almas en su momento final».

Y en una ocasión, mientras estaba rezando por un cierto pecador que le había indicado el Señor, vio que su Ángel de la Guarda lo defendía, pero estaba como impotente ante la enormidad de la miseria del alma y la multitud de demonios que estaba esperando el alma. 

Pero mientras rezaba la coronilla, vio que los rayos que salían del Corazón de Jesús envolvieron al enfermo, los poderes de las tinieblas huyeron aterrorizados y el hombre expiró en paz.

Hay muchas historias de personajes famosos que se convirtieron en su lecho de muerte.

Por ejemplo el filósofo marxista Jean-Paul Sartre, a quien Dios puso al lado al final de su vida como secretario, curiosamente a un judío egipcio.

El padre John Dunne, contó que un sacerdote amigo suyo fue llamado al lecho de muerte de Sartre, donde este destacado ateo confesó sus pecados y entró en la Iglesia. 

Y afirmó que la compañera de Sartre, Simone Beauvoir, condenó la «caída en la superstición» de Sartre al final de su vida.

Pero pareciera que Voltaire, el de la Revolución Francesa, que ridiculizaba la fe y perseguía a los cristianos no corrió la misma suerte.

En un momento, cayó gravemente enfermo y estaba en lo que parecía ser su lecho de muerte, se llamó a un sacerdote y Voltaire recibió los últimos ritos pero se recuperó. 

Y otra vez retomó su vida de fiestas e insultos y burlas a Dios.

Tiempo después, volvió a estar en su lecho de muerte pero, esta vez no se recuperaría. 

Una vez más se envió a un sacerdote, pero esta vez algunos le impidieron entrar. 

Y la enfermera que lo atendió informó que en sus últimos momentos, murió gritando que vio que el diablo venía por él, y fue tan desagradable que la enfermera dijo que nunca más asistiría a un ateo en el lecho de muerte.

Pero hay otro caso parecido que tuvo un final distinto.

Había una vez un hermano y una hermana que se criaron como católicos. 

La hermana se hizo monja y fue enviada a trabajar con una tribu muy pobre en África. 

Mientras su hermano Juan despreció la fe y vivió una vida extremadamente pecaminosa.

Su hermana ofreció todos sus sufrimientos por su conversión durante toda su vida.

Finalmente él murió y ella preguntó si había recibido los últimos ritos. 

Y le dijeron que había escupido al sacerdote, le gritó que saliera de la habitación, giró la cabeza hacia la pared y murió.

Entonces, debido a su gran dolor y angustia espiritual, se le apareció Nuestro Señor. 

Y Él le mostró que después de escupir al sacerdote y volverse hacia la pared, una fracción de segundo antes de que Juan muriera, Nuestro Señor se le apareció con Su Sagrado Corazón y le dijo: «Juan, ¿me escupirás ahora?» y Juan le dijo «Jesús, ten piedad de mí», y murió.

Fueron los sufrimientos y sacrificios de su hermana los que le habían valido para esa gracia final.

Esta es una historia especialmente importante para que no perdamos el ánimo en orar y sacrificarnos por la conversión de nuestros seres queridos.

Y esto no trae el recuerdo de una señora que preguntó al Santo Cura de Ars si su esposo estaba en el infierno, porque se había suicidado tirándose de un puente.

Y el padre Vianney le dijo que entre el puente y el agua estaba la misericordia de Dios.

Hay otros casos de personas que se habían acercado de alguna forma a la fe, pero no habían concretado su conversión.

Por ejemplo tenemos el caso del famoso actor John Wayne, del que su nieto sacerdote, Matthew Muñoz, cuenta que creció en una familia presbiteriana, pero tendía a beber mucho y a tener amantes.

Aunque sus tres esposas fueron católicas y sus 7 hijos y 21 nietos crecieron en la fe católica.

Y cuenta que el arzobispo Marcos Gregorio McGrath de Panamá, amigo de un amigo de Wayne, fue especialmente a verlo en su lecho de muerte, le dijo que quería bautizarse y se hizo católico antes de su muerte. 

Y también está el caso del famoso escritor Oscar Wilde, quien después de años de coquetear con la Iglesia Católica, tuvo una conversión en su lecho de muerte.

Oscar fue bautizado de niño en una iglesia anglicana, pero su madre Jane se sintió atraída por el catolicismo y a menudo asistía a misa. 

Y cuando Oscar era pequeño le pidió a su sacerdote que instruyera a sus hijos en la fe católica.

Pero Oscar nunca se consideró católico, aunque en algún momento, cuando estudiaba en Oxford, comenzó a considerar seriamente convertirse en católico, tuvo un encuentro con Pío IX e incluso consideró ordenarse sacerdote, pero decidió unirse a la masonería.

Y vino después una vida de pecados y lujuria, en la que estuvo condenado a trabajos forzados acusado de sodomía, cuando en Inglaterra era ilegal en ese momento.

El sacerdote que lo bautizó en el lecho de muerte ha relatado cómo lo realizó el día anterior a su muerte y que su condición física no le permitió tomar la eucaristía.

Ante la comprobación de que Dios acepta y actúa en la conversión hasta el último minuto de su vida, hay algunos que dicen que eso les da chance para pecar hasta el último minuto y luego convertirse al final.

Sin embargo, es un error pensar así, porque nadie sabe cuándo es su último minuto. Muchas veces llega de improviso, sin que la persona tenga la posibilidad de arrepentirse.   

Por otro lado Dios ve los corazones y sabe cuándo la conversión es real o fingida.

Además esto tiene el inconveniente de aumentar los años de purgatorio, porque nada manchado entra al cielo.

Y finalmente vivir una vida genuinamente cristiana es más feliz y tranquilo en la propia Tierra, que vivir una vida de pecado, porque el pecado tiene su propia paga también en este mundo. 

Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre cómo actúa Dios respecto a las conversiones hasta el último minuto de la vida, lo que nos da esperanza respecto a hijos, familiares y amigos refractarios a la fe.

Y me gustaría preguntarte si conoces casos de personas que se hayan convertido al final de la vida luego de una vida de pecado.

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One Comment

  • Ricardo Díaz dice:

    ¿Es decir entonces que a Cristina Kirchner es posible que dios la convierta en el último minuto de su vida?