Los Siervos de María es una congregación creado por 7 santos a los que se apareció la Santísima Virgen.

Se les apareció 3 veces a los fundadores y a otros personajes de la Iglesia.

Primero, para que los 7 fundadores abandonaran la vida civil y formaran una comunidad monástica.

Segundo, para entregarles su hábito y su carisma.

Tercero, para dar credibilidad al Papa de los frutos de la congregación.

Los Siervos de María (OSM) tienen 150 comunidades en los 5 continentes.

Quienes se consagran al Servicio de Dios y de Santa María.

Sus carismas es promover los dolores que sufrió la Santísima Virgen durante la pasión y muerte de Jesús.

Tienen sus ramas femeninas y masculinas.

Veamos esas apariciones y uno de los frutos mas conocidos, la  Coronilla Servita de los 7 Dolores de María…

  

LOS INICIOS DE LA CONGREGACIÓN

En el siglo XIII Florencia era una ciudad culta y próspera.

Pero sin embargo la ciudad estaba en medio de conflictos políticos y de la prédica de la herejía de los cátaros.

Ellos decían que lo material era malo.

La moral de la sociedad estaba deteriorada y existía una fuerte apatía respecto a la religión.

Sin embargo existía desde antiguo una sociedad de veneración a la Virgen María formada por miembros de la alta sociedad.

Era tal su importancia que se la conocía como Sociedad Mayor de Nuestra Señora o los laudesi.

Entre los años 1225 y 1227 se unieron a esta cofradía 7 jóvenes que luego serían los fundadores de los servitas.

En el año 1233 esta fundación contaba con 200 miembros de las mejores familias de Florencia.

Los siete miembros de los laudesi de que estamos hablando eran Bonfilio Monaldi, Juan Bonagiunta Monetti, Benito Manetto dell’Antella, Bartolomé Amadio degli Amidei, Gerardino Sostegno Sostegni, Ricovero Ugoccione dei Lippi-Uguccioni y Alejo Falconieri.

Dos estaban casados, dos eran viudos y los restantes habían comprometido guardar castidad perpetua.

Tenían distintos puntos de vista sobre la política y vivían en distintos barrios de la ciudad, algunos se dedicaban a negocios, otros trabajaban en oficinas estatales, su único vínculo era la devoción por la Santísima Virgen.

En ese momento el mayor de ellos tenía 34 años y el más joven 27.

  

LA PRIMERA APARICIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

En la fiesta de la Asunción el 15 de agosto de 1233, estos 7 jóvenes junto con otros laudesi estaban haciendo una Acción de Gracias después de la misa.

Y cada uno de ellos cayó en éxtasis y se vio rodeado de una luz sobrenatural.

De ella emergió Nuestra Señora acompañada por ángeles y les dijo,

“Abandonen el mundo, retírense juntos a la soledad, para que puedan luchar contra ustedes mismos y vivir completamente para Dios.

De este modo, experimentarán consuelos celestiales.

Mi protección y asistencia nunca le fallarán».

Uno a uno se fueron yendo quienes estaban en la Acción de Gracias y quedaron sólo los 7 meditando sobre lo sucedido.

Entonces Monaldi, que era el mayor, se sinceró y contó a los demás lo que le había sucedido.

Agregando que estaba dispuesto a obedecer el llamado.

El resto también declaró que había tenido esa visión y ese mensaje, y que también estaban en disposición de seguir lo que proponía la Virgen.

Pero para mayor seguridad hablaron con el director espiritual y capellán de los laudesi, Santiago de Poggibonsi.

Luego de discernir el padre Poggibonsi les dijo que no era una mera fantasía piadosa, sino que había habido un llamado de la Santísima Virgen, manifestándoles la voluntad de Dios y que debían de obedecerlo sin más.

Pero había dificultades, porque 4 tenían vínculos familiares que no eran fáciles de romper, como por ejemplo el matrimonio

Sin embargo todos hicieron los arreglos sociales y económicos desde ese momento hasta el 8 de septiembre.

Los 7 dejaron el dinero necesario para sus familias y distribuyeron el sobrante entre los pobres.

Y al mes estaban viviendo en las afueras de Florencia en una casa llamada La Carmarzia.

Se cree que las dos esposas de los que estaban casados se convirtieron luego en terciarias de la Orden Servita,

Habían pasado 23 días desde la aparición de Nuestra Señora.

Este suceso corrió por toda Florencia y recibían muchas visitas, incluso de personas que querían unirse a ellos.

Sin embargo ellos se negaban a aceptar nuevos integrantes.

Las constantes visitas los perturban, por lo cual decidieron retirarse a una zona más alejada, en las laderas desiertas del Monte Senario.

Allí construyeron una Iglesia y una Ermita sencillas y vivían en gran austeridad.

Así vivieron durante 7 años.

  

LA SEGUNDA APARICIÓN DE NUESTRA SEÑORA

En la zona sur de la montaña donde el suelo era más rico estos ermitaños habían planteado una vid.

Y el tercer domingo de cuaresma, el 27 de febrero de 1239, de repente vieron a la vid llena de hojas verdes y con racimos de uvas maduras.

Esa floración era propia de la primavera pero estaban en invierno.

No se explicaban el milagro y mandaron a uno de ellos a contarle al obispo para que les diera una interpretación, porque se trataba de un hombre de vida santa.

El obispo recibió del cielo la interpretación en un sueño.

Los 7 ermitaños eran las 7 ramas de la vid mística, y las otras ramas y frutos eran aquellos que debían unirse a la orden.

El mensaje era que debían abrirse a nuevos reclutas y no sólo vivir una vida de oración y trabajo entre ellos mismos.

Luego fueron visitados por el obispo al Ardingo y el cardenal Castiglione, quienes le dijeron,

“Se tratan a sí mismos de una manera que roza la barbarie y parecen más deseosos de morir que de vivir por la eternidad.

Presten atención, el enemigo de las almas a menudo se esconde bajo la apariencia de un ángel de luz

Escuchen los consejos de sus superiores”.

Este mensaje fue alentado por una segunda aparición de la Virgen, el Viernes Santo de 1240, un 13 de abril.

Se les apareció con un hábito negro y acompañada por un ángel que lleva un rollo con la regla de San Agustín.

Y les dijo que debían comenzar una nueva congregación dedicada a difundir el reino de Cristo mediante la devoción a Su pasión y a Sus Dolores.

“Vengo, siervos bien amados y elegidos, para cumplir sus deseos y concederles sus oraciones.

Aquí están los hábitos que deseo que en el futuro vistan.

Su tono negro siempre debe recordar a los dolores crueles que sentí por motivo de la crucifixión y muerte de Mi único Hijo”.

A la misma hora Nuestra Señora se le apareció al obispo con el mismo mensaje.

Y entonces el obispo partió para el Monte Senario llevándoles los hábitos qué debían usar.

En el momento que el obispo los revistió les dio sus nuevos nombres religiosos y les permitió formalmente admitir nuevos miembros.

Con el tiempo 6 de ellos tomaron las sagradas órdenes y fueron ordenados sacerdotes, excepto San Alexis que pidió ser excusado por humildad.

Pero las apariciones de la Santísima Virgen no quedaron ahí, sino que siguió reafirmando a la orden.

 

TERCERA APARICIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

El Papa Gregorio IX había muerto en agosto de 1241 y no había confirmado formalmente la orden.

Lo iba a hacer su sucesor el Papa Celestino IV, que les tenía gran estima y afecto, pero murió a los 15 días de su elección.

Luego de casi 2 años de vacancia fue elegido Inocencio IV, en junio de 1243.

Éste envió a Pedro de Verona, conocido como San Pedro Mártir un dominicano, como inquisidor en el norte de Italia para perseguir a los cátaros.

Y también para que investigara a los religiosos que estaban en el Monte Senario.

Pedro de Verona fue y oró con los servitas.

Y tuvo una visión en la que se le apareció Nuestra Señora con un manto negro y bajo de él estaban dos de los servitas con los que él había hablado más en su estancia, Monaldi y Falconieri.

Y vio también ángeles con muchos ramos de lirios, entre los que había 7 de una blancura superior, que Nuestra Señora colocó en su pecho.

San Pedro se convenció que la orden era obra de Dios e informó favorablemente al Papa.

De modo que desde el inicio Nuestra Señora fue apareciéndose para formar la congregación y darle credibilidad en la Iglesia.

Y además les comunicó cual iba a ser su carisma: los dolores sufridos por Ella en la pasión y muerte de Jesús.

  

EL CRECIMIENTO DE LA ORDEN

San Pedro de Verona se convirtió en guía espiritual de los servitas.

Adoptaron el nombre de Siervos de María y la regla de San Agustín.

Adoptaron también una forma más parecida a la de los frailes mendicantes.

Combinaban la vida monástica y el ministerio activo.

Con una vida de oración y trabajo, y un apostolado activo en la enseñanza y la predicación

La orden creció rápidamente y tuvo que hacer capítulos en distintas ciudades de Italia y luego en el exterior.

La aprobación formal de la orden fue realizada por el Papa Benedicto XI.

Su fiesta se celebra el 17 de febrero, porque ese día del año 1310 falleció su primer integrante San Alejo Falconieri.

A los servitas se debe diversas devociones marianas, la más popular es la Coronilla de los 7 dolores de María.

  

CORONILLA SERVITA DE LOS 7 DOLORES

La Coronilla Servita de los Siete Dolores es una devoción que recuerda siete episodios tristes en la vida de la Santísima Virgen María.

La costumbre originó en la Orden Servita (Siervos de María) probablemente poco después que se fundó la orden en Monte Senario, Italia, en 1233

Dos fiestas, establecidas muchos años después, conmemoran los Siete Dolores.

Países de habla español rinden honor a la Virgen de la Soledad el día Sábado de Gloria (un día antes de Pascua).

La Reina Juana de España inició esta tradición después de la muerte repentina de su marido, el Rey Felipe I, en 1506.

La conmemoración recuerda la tristeza profunda de María el día después de la crucifixión y antes de la Resurrección.

La segunda fiesta religiosa, que se observa internacionalmente el 15 de septiembre, es de la Virgen de Dolores.

El símbolo tradicional de los Siete Dolores es el Corazón Doloroso de María, o sea un corazón traspasado por siete espadas y encima de todo una llama de fuego que representa su amor hacia a Dios y la humanidad.

Las espadas refieren a la profecía de Simeón (Lucas 2: 33-35). El Primer Dolor.

  

ORACIONES

Se reza un «Padre Nuestro» y siete «Ave Marías» por cada uno de los Siete Dolores.

La oraciones de clausura son: tres «Ave Marías», en honor de las lágrimas de la Virgen Dolorosa; un «Padre Nuestro», un «Ave María», y un «Gloria» por las intenciones del Santo Papa; una jaculatoria dedicada a la Virgen Dolorosa (opcional); y un ofertorio final (opcional).

Se practican numerosas versiones no servitas de esta devoción. Algunas requieren solo una «Ave María» por cada uno de los Siete Dolores, en vez de siete, o incrementan el número de siete a diez.

Hasta otros agregan una «Gloria: después de cada serie de «Ave Marías.» Casi todos los autores agregan sus propias oraciones de inició y apertura.

  

COLLAR DE CUENTAS

Igual que en el caso del Santo Rosario, hay un collar de cuentas para rezar los Siete Dolores.

El collar de la Coronilla Servita es conveniente para contar las oraciones, pero no se requiere para llevar a cabo la devoción.

Hay 49 cuentas en un círculo, organizados en series de siete cuentas.

Cada serie empieza con una medalla que muestra uno de los Siete Dolores.

Las cuentas en el círculo se usan para rezar la «Ave María.» Las medallas en el círculo se usan para el «Padre Nuestro.»

La medalla del Primer Dolor (la profecía de Simeón) cierra el círculo.

Está conectada a un colgante de cuatro cuentas que termina con una medalla de la Virgen Dolorosa.

Las cuentas del colgante se usan para rezar las oraciones de clausura.

  

LOS SIETE DOLORES

Se hace la señal de la Cruz: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Se lee la lectura Biblica, según el dolor y se reza 1 Padre Nuestro y 7 Aves Marías en después de cada lectura.

1. La profecía de Siméon. Lectura: Lucas 2: 25-35.

2. La huida a Egipto. Lectura: Mateo 2: 13-15.

3. El Niño Jesús perdido en el templo. Lectura: Lucas 2: 41-50.

4. María encuentra Jesús con la cruz a cuestas. Lectura: Lucas 23: 27-29.

5. María al pie de la cruz. Lectura: Juan 19: 25-30.

6. María recibe el cuerpo de Jesús. Lectura: Salmo 130.

7. María presencia la sepultura de Jesús. Lectura: Lucas 23: 50-56.

Oración Final

V. Ruega por nosotros, O Virgen Dolorosa.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Señor Jesús, te imploramos, ahora y en la hora de nuestra muerte, la intercesión de la Santísima Virgen María, cuyo alma santa fue atravesada por la espada del dolor en la hora de tu Pasión.

Concédenos este favor, O Salvador del mundo, que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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