Al final de los tiempos dice la escritura que nuestra alma se unirá a nuestro cuerpo.

O sea que habrá una resurrección general.

Y esto es uno de los misterios más profundos del cristianismo.

¿Cómo se unirán las partes de nuestro cuerpo ya hecho polvo?

¿Qué apariencia física tendremos?

¿Con que otras cualidades contaremos?

Pero sin embargo no es en esencia algo distinto a la creación, en la cual Dios hizo al hombre a partir del polvo.
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Salvo que mantendremos la misma identidad que tuvimos en la Tierra.

Aunque últimamente para algunos cristianos la resurrección no sea física sino simbólica.

Porque hablan de un renacimiento o renovación espiritual, lo que en definitiva va en contra de las escrituras y del credo de la Iglesia.

Somos cuerpo y alma, y no como lo plantea la New Age, qué somos básicamente almas que accidentalmente estamos encarnados aquí en la Tierra, pero que después no lo estaremos más cuando evolucionemos.

La resurrección es la reanimación de los restos descompuestos de nuestros cuerpos anteriores en la Tierra, y la unión final con el alma.

Es lo que sucedió a Jesucristo y por tanto nuestro antecedente.

De modo que no pasaremos la eternidad como almas separadas del cuerpo, porque Jesús demostró a sus discípulos que tenía carne.

Comió con ellos y se hizo tocar luego de la resurrección, para demostrarle que no era un espíritu puro.

Tal como plantea la Biblia, nuestros cuerpos actuales serán renovados, y serán mejores que los anteriores.

Pero no deberíamos pensar que vamos a tener un nuevo cuerpo muy diferente del que teníamos en la Tierra.

Sino que habrá una transformación de los mismos cuerpos que teníamos.

Porque nuestros cuerpos son una parte importante de nuestra identidad.

Cuando Jesucristo resucitó los apóstoles y las mujeres no lo reconocieron inmediatamente, pero luego lo hicieron.

De modo que podemos pensar que nuestro cuerpo será parecido al que tenemos ahora pero no idéntico.

En Romanos 8: 11 San Pablo dice que nuestra resurrección será obra del Espíritu Santo.

Esa resurrección completa la glorificación de nuestra identidad, que el espíritu Santo fue trabajando en la Tierra, el Purgatorio y en el Cielo para lograr nuestra santidad.

El Espíritu Santo se encargó de perfeccionar a las almas que estaban esperando.

Seremos conformados completamente a la imagen de Cristo, en cuerpo y alma.

Y disfrutaremos de vida eterna o sea inmortalidad.

Los cuerpos de los condenados también resucitarán y tendrán propiedades diferentes a las que tienen actualmente.

Pero no serán cuerpos glorificados porque no tendrán la gloria de Dios en ellos, aunque serán inmortales.

Pero los justos, o sea los que han muerto en la gracia y en la amistad de Dios, manifestarán la gloria eterna en sus cuerpos y tendrán propiedades magníficas.

Toda esta enseñanza está en tradición bíblica que se refiere a la resurrección.

   

LA RESURRECCIÓN EN LA TRADICIÓN BÍBLICA

Hay pasajes del Antiguo Testamento que ya hablan de la resurrección de los muertos.

Job 19: 25 dice que “después de que mi piel haya sido destruida aún mi carne verá a Dios”.

Daniel 12: 2 dice que “multitudes que duermen en el polvo de la tierra se despertarán unos para la vida eterna y otros para vergüenza y el desprecio eterno”.

Y está el famoso pasaje de Ezequiel 37 donde describió su visión del “valle de los huesos secos” que resucitaban.

En el Nuevo Testamento las referencias a la resucitación son mayores, comenzando con Juan 2: 19, donde Jesús predice su propia resurrección.

En Juan 5: 25 se refiere a la resurrección general cuando dice que “viene un tiempo cuando los muertos oirán la voz del hijo de Dios y los que oigan vivirán”.

Consolando a Marta, en el episodio de la muerte de Lázaro, en Juan 11: 25 se dice “yo soy la resurrección y la vida el que cree en mí vivirá aunque muera”.

Y después hay varios relatos de resucitados de entre los muertos como el de Lázaro, el de la hija de Jairo, el del hijo de la viuda de Naín.

Aunque parecería que estos últimos han sido resucitaciones y no resurrecciones, porque revivieron con el mismo cuerpo, las mismas habilidades y limitaciones que tenían antes.

Entonces el punto es cómo serán nuestros cuerpos.

Y el tono nos lo da Juan en 1 Juan 3: 2 cuando dice “Ahora somos hijos de Dios y lo que seremos aún no se ha dado a conocer”.

Y luego agrega que “seremos semejantes a Él”, de modo que nuestro modelo es Jesús resucitado

   

CÓMO ERA EL CUERPO DE JESÚS RESUCITADO

Jesús apareció a sus seguidores no como un fantasma o un espejismo, sino cómo un ser físico de carne y hueso.

Que tenía las heridas de los clavos y además podía comer y beber.

Estás cosas son las que dieron seguridad a los discípulos que estaban frente al resucitado.

Porque no lo reconocieron inmediatamente.

De modo que se produjo un cambio físico en Jesús, pero al mismo tiempo conservo su identidad para que en última instancia fuera reconocido.

Jesús además mostró que no estaba limitado por las restricciones de su cuerpo terrenal.

Podía desmaterializarse desapareciendo, podía atravesar objetos sólidos y moverse de un lugar a otro instantáneamente.

Es en base a esto que podemos anticipar sobre cómo serán nuestros cuerpos resucitados.

   

CUALIDADES GENERALES DE NUESTROS CUERPOS DE RESURRECCIÓN

En 1 Corintios 15: 42 en adelante, San Pablo describe los cuerpos humanos como perecederos, deshonrosos y débiles, debido al pecado.

Mientras que nuestros cuerpos glorificados, o sea luego de la resurrección, serán imperecederos, honorables y poderosos.

Serán cuerpos espiritualizados, que ya no se centrarán  en  nuestras cualidades naturales sino en el Espíritu Santo.

Cuando San Pablo habla sobre la honorabilidad de nuestros cuerpos gloriosos se refiere a que no serán avergonzados por el pecado.

Y serán imperecederos, no sufrirán la enfermedad y la muerte, ni tendrán calor, frío, hambre, sed.

En el Apocalipsis 3, la Biblia nos muestra a los cuerpos glorificados con vestiduras blancas.

Por otro lado, así como nuestros cuerpos terrenales estaban adaptados para la vida en la Tierra, nuestros cuerpos gloriosos estarán adaptados para la vida en el cielo.

Por lo tanto no tendremos impedimento para trasladarnos de un lugar a otro, ni necesidades propias de la Tierra.

Por ejemplo probablemente no tendremos la función sexual activada porque en la Tierra está estaba destinada a la reproducción.

Y de alguna manera Jesús nos da pistas en la Biblia (Mat 22:29) de que el matrimonio no existirá en el cielo, cuando los saduceos le ponen el ejemplo de la mujer que se casó 7 veces con hermanos y le preguntan cuál será su esposo en el cielo.

San Pablo además es claro cuando dice que nuestros cuerpos gloriosos serán los mismos pero diferentes y potenciados.

Para explicarlo habla de la diferencias entre una semilla y la planta ya crecida. Ambas son parte del mismo proceso, una continuación una de la otra, pero diferentes.

Y agrega que nuestros cuerpos serán mejores empezando porque serán imperecederos. O sea que no morirán ni envejecerán.

Nuestro cuerpo que morirá será el cuerpo adánico.

Y él qué nacerá será glorificado, como en el caso del segundo Adán (Jesús).

En este planeta y por efecto del pecado original tenemos enfermedad y muerte, pero ya no más.

Porque ahora sí tendremos nuestra ciudadanía en el cielo.

En definitiva debemos pensar que nuestros cuerpos de resurrección serán una continuidad del que tenemos ahora, pero potenciados con nuevas cualidades asociadas al nuevo hábitat.

Porque antes, nuestro cuerpo estaba gobernado por las leyes naturales y ahora estará gobernado por el espíritu.

Y por lo tanto estará totalmente purificado y unido a Jesús a través del Espíritu Santo.

Esto parece de ciencia ficción, ¿pero en qué crees que se inspiraron los autores de ciencia ficción y los creadores de los superhéroes de los comics?

Veámoslo más en detalle.

   

COMO SEREMOS EN CONCRETO

Veamos los puntos centrales que podemos extraer de las escrituras sobre cómo serán nuestros cuerpos gloriosos.

   

SEREMOS LOS MISMOS

Poseeremos nuestra identidad original.

Nuestro cuerpo será verdaderamente nuestro cuerpo, aunque no necesariamente se verá igual que cuando estábamos vivos en la Tierra.

Pero aunque no seamos estrictamente idénticos a como éramos, Dios se encargará que cada uno de nosotros pueda identificar al otro.

   

NUESTROS CUERPOS DE RESURRECCIÓN SERÁN FÍSICOS

Serán cuerpos reales y reconocibles como en el caso de Jesús.

Aunque no necesariamente de inmediato, cómo sucedió con Él,

El Lucas 24 36-43 Jesús se dio a conocer a sus discípulos cuando les dijo “la paz esté con ustedes”.

Ellos se asustaron pensando que un fantasma.

Es ahí cuando les dijo que lo tocarán porque los fantasmas no tienen carne y hueso.

Y también led mostró las llagas en las manos y en los pies.

Finalizando con la comida de un trozo de pescado asado que le dieron los discípulos y que Él comió.

   

SEREMOS ETERNOS

En nuestros cuerpos glorificados no habla dolor enfermedad, sufrimiento o muerte.

Tampoco estaremos expuestos a desastres naturales y sobrenaturales.

Habrá un gozo interminable; espiritual y también físico a través de nuestros sentidos

Tampoco habrá aburrimiento porque viviremos en un estado de Gloria permanente

Y esto supone que conservaremos la misma salud y la misma apariencia física siempre.

Porque no envejeceremos como en la Tierra.

   

NUESTROS CUERPOS ESTARÁN ÍNTEGROS

A nuestro no le faltará ninguna parte, independientemente si en nuestra vida terrenal perdimos alguna parte.

Incluso aquellos que han nacido en la Tierra con alguna deficiencia ya no la tendrán.

Allí veremos las cualidades íntegras de quienes han sido cuadripléjicos, han nacido con deficiencias mentales o con el Síndrome de Down.

   

NO TENDREMOS DOLORES

No experimentaremos los dolores de enfermedades ni los propios del envejecimiento.

Pero tampoco experimentaremos los dolores que nos infligen otras personas.

Por lo tanto tampoco tendremos lágrimas ni llantos de preocupación.

Porque no nos deberemos preocupar por nada porque tendremos todo asegurado.

   

ESTAREMOS EN NUESTRA MEJOR EDAD

Nuestros cuerpos de resurrección estarán en la flor de la vida

Todos tendremos alrededor de 33 años, porque esa era la edad de Jesús en el momento de la resurrección.

Y se supone que es la mejor edad para un ser humano, que le permite estar en lo mejor de la vida.

Probablemente Adán y Eva tenían esa edad cuando Dios los creó, porque no fueron creados ni como bebés ni como ancianos.

Y ese estado de estar en nuestra mejor edad lo conservaremos siempre.

Pero habrá diferencias entre los cuerpos según el grado de santidad a que ha llegado la persona según la cooperación que ha mostrado con la gracia de Dios.

   

CONSERVAREMOS NUESTRAS IDENTIDADES RACIALES Y DE SEXO

En Apocalipsis 5 9 dice “Tú eres digno de tomar el pergamino y abrir sus sellos, porque fuiste inmolado, y con tu sangre compraste para Dios personas de cada tribu y lengua, pueblo y nación”.

Y de alguna manera repite en apocalipsis 7: 9 “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud que nadie podía contar, de toda nación, tribu, pueblo e idioma, de pie delante del trono y delante del Cordero”.

Esto implica que nuestra procedencia racial y nuestra identidad de sexo permanecerán en el Cielo.

Si eres negro, judío o blanco, o si eres mujer u hombre, mantendrás esas cualidades en el Cielo.

   

TENDRÁN CUALIDADES EXTRADIMENSIONALES

Son las cualidades de Agilidad (ir a donde se quiera a la velocidad del pensamiento) y Sutileza (atravesar materiales sólidos) que menciona Santo Tomás de Aquino.

En Lucas 24 30-31 Jesús estaba la mesa con los discípulos, tomó pan, dio gracias, lo partió y se los dio.

Y cuando lo reconocieron desapareció de su vista.

Además esa misma noche estaba en Jerusalén casi en el mismo momento.

Por otro lado en Juan 20: 19-20, cuando los discípulos estaban orando junto con María en el Cenáculo con las puertas cerradas por temor a los judíos, Jesús entró se presentó entre ellos y les dijo “la paz sea con ustedes”.

Y también le mostró las heridas.

En Hechos 19 se relata la ascensión, cuándo Jesús fue llevado hacia el cielo ante sus propios ojos y una nube lo oculto de la vista de los Apóstoles que estaban con Él.

Estos tres pasajes muestran las habilidades extradimensionales que tenía Jesús y que seguramente tendrán nuestros cuerpos resucitados.

Podremos aparecer y desaparecer a gusto, viajar instantáneamente de un lugar a otro, pasar a través de objetos sólidos – como por ejemplo puertas cerradas – y volar como en el caso de Jesús cuando ascendió.

   

SEREMOS LUMINISCENTES

En 1 Corintios 15 San Pablo dice que la gloria de los cuerpos celestes es diferente a los de la Tierra.

Y esto lo podemos asociar a lo que cuenta el éxodo 34 cuando Moisés descendió del Monte Sinaí con las tablas de la ley.

Su rostro estaba radiante y luminoso porque había hablado con el Señor.

Al punto que Arón y los demás israelitas temieron acercarse a él.

El Lucas 9: 28-30 también se relata la transfiguración de Jesús.

Jesús subió al monte con Pedro, Juan y Santiago y mientras está orando la apariencia de su rostro cambió y su ropa se volvió brillante.

Y junto a él aparecieron Moisés y Elías también brillantes, o sea en el cuerpo glorioso.

Pero además, en Hechos 9 se relata que Pablo quedó segado por el brillo de Jesús cuando se cayó del caballo rumbo a Damasco.

El Apocalipsis 1 Juan tuvo una visión de Cristo esplendorosa.

En Apocalipsis 21 dice que la Nueva Jerusalén será luminiscente e iluminada por la luz de Cristo resucitado.

Y Mateo 13: 43 dice que los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre.

De modo que todo indica que nuestros cuerpos serán luminiscentes.

Nuestra brillantez es lo que nos hará hermosos más allá de lo imaginable y nuestro brillo estará relacionado con nuestro grado de santidad.

Veamos ahora pasajes bíblicos que nos dan las pistas de cómo serán nuestros cuerpos glorificados.

   

ANEXO 1: EL CUERPO GLORIOSO DE JESUCRISTO

Nuestros cuerpos nuevos serán como el cuerpo glorioso de Cristo: 1 Juan 3: 2-3, Filipenses 3: 20-21, Rom 8: 28-30, Sal 17:15, Rom 6: 5-8, 1 Cor 15:49, 2 Cor 3: 17-18

Él tenía la gloria antes y después de que vivió en la tierra: Juan 17: 3-5

La gloria del Señor es como un hermoso brillo colorido: Eze 1: 26-28

Él tiene el brillo de la gloria de Dios: Heb 1: 1-4

En la transfiguración, la cara de Jesús brilló como el sol y fue capaz de conversar con Moisés y Elías: Lucas 9: 28-32, Mateo 17: 2-3

Jesús se le apareció a Pablo irradiando luz. Hechos 9: 3-4, Hechos 26: 12-15

En su revelación, Juan describe a Jesús como teniendo ojos como fuego, pies como bronce fino, voz como muchas aguas, y un semblante como el sol brillando: Ap 1: 13-18, Ap 19: 11-16

El cuerpo resucitado de Cristo tenía carne y huesos y podía comer: Lucas 24: 36-43

Él caminó: Lucas 24: 15-16

Pudo desaparecer de la vista y entrar en habitaciones cerradas: Lucas 24: 25-32, Juan 20: 19-20, Juan 20: 26-29

Él nunca morirá otra vez: Rom 6: 9

   

ANEXO 2: NUESTRO FUTURO CUERPO GLORIOSO

Aunque no sabemos exactamente cómo serán nuestros nuevos cuerpos, sabemos que serán como el cuerpo glorioso de su Cristo: 1 Juan 3: 2-3

Cada uno de nuestros cuerpos será diferente y diferirá en gloria: 1 Cor 15: 35-58

Cristo será glorificado en nosotros: 2 Tes 1: 10-12

Seremos glorificados. Los sufrimientos actuales en este mundo no se pueden compararse con la gloria que se revelará en nosotros: Rom 8: 16-20

Nuestra gloria será la de nuestro Señor Jesús: 2 Tes 2: 14-15

Reflejaremos su gloria: 2 Cor 3: 17-18, Ex 34: 29-35

Los justos brillarán como el sol en Su reino: Mat 13:43

Brillaremos como el brillo del firmamento y como las estrellas: Dan 12: 2-3

Job sabía que después que «su piel fuera destruida», él vería a Dios: Job 19: 25-27

Daniel vio una visión de un hombre cuyo rostro era como la aparición de un rayo, ojos como antorchas, y brazos y pies como bronce: Dan 10: 4-9

Se describió que un ángel tenía un semblante como un rayo y vestía tan blanco como la nieve: Mat 28: 2-5

En su revelación, Juan describe a un ángel que tiene un arco iris en su cabeza, su rostro como el sol y pies como columnas de fuego. Ap 10: 1

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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