San Miguel Arcángel se le apareció por primera vez cuando tenía 13 años.

Y la guio hasta que ella muere a los 19 años.

Su misión comenzó en el año 1428, y ganó su mayor victoria el año siguiente.

Fue martirizada sólo dos años después de haber cumplido su misión de salvar a Francia.

Sus hechos fueron tan prodigiosos que es uno de los santos patronos de Francia, junto con el Rey San Luis IX, San Martín de Tours, San Denis y Santa Teresita de Lisieux.

Su fiesta se celebra el 30 de mayo.

   

EL ESCENARIO EN FRANCIA A PRINCIPIOS DEL 1400

Los ingleses dominaban un amplio territorio en lo que hoy es Francia. Y los franceses iban de derrota en derrota en esta Guerra de los 100 años.

En 1415 los ingleses se hacen con una victoria importante en Fresnay-le-Vicomte, matando a 3.000 soldados franceses y capturando a su comandante.

La victoria obligó a Carlos VI a permitir que su hija Catalina, se casara con el hijo del monarca inglés, Enrique VI, para unificar las coronas.

El rey Carlos VI reconocería a Enrique VI como el heredero del trono, desheredando a su propio hijo, el Delfín Carlos VII.

El rey Enrique V de Francia murió inesperadamente en 1422, dejando a su pequeño hijo como heredero del trono de Inglaterra y de aquellas zonas de Francia bajo control inglés.

A pesar del golpe los ingleses todavía tenían generales muy capaces que seguían ganando victorias contra los ejércitos franceses.

Después de una devastadora derrota en Verneuil en 1424, Francia estaba tan débil que no podía siquiera armar a otro ejército.

Cuando parecía que sólo un milagro podía salvar a Francia, Juana de Arco, de sólo 13 años, apareció repentinamente en escena para cambiar la situación.

Anillo original usado por Juana de Arco

Juana era una iletrada que nació y se crió como una campesina normal, como cualquier niño durante la Guerra de los Cien Años.

Atendía a las ovejas, ayudaba con el trabajo de la casa y ocasionalmente huía de las tropas enemigas.

Parece haber tenido una infancia feliz.

Era amada por sus padres, vigilada por sus hermanos y tenía muchos padrinos que ayudaban a cuidarla.

No fue hasta el inicio de la pubertad que su vida realmente comenzó.

La historia dice que ella estaba en el campo con otros niños cuidando las ovejas cuando se le apareció un niño extraño.

El muchacho le dijo que fuera a la casa porque su madre la llamaba.

De inmediato fue y cuando llegó le dijeron que nadie la había llamado y que volviera al campo a cuidar las ovejas.

En el camino de regreso fue visitada por San Miguel en la primera de sus visiones.

Fue por tanto durante el verano de 1425 que San Miguel se le comenzó a aparecer.

Juana se sobresaltó al oír una voz celestial que le hablaba  acompañada por una luz brillante que podía ver claramente, a pesar de que estaba apareciendo al mediodía cuando la luz del sol era abundante.

«La primera vez, estaba aterrorizada. La voz me llegó a mediodía: era verano, y yo estaba en el campo de mi padre»

Después que Miguel se identificara, le dijo a Juana que no tuviera miedo.

Juana dijo más tarde:

«Me pareció una voz digna, y creí que era enviada por Dios.

Después de haber oído esta voz por tercera vez, supe que era la voz de un ángel«.

Sus visiones comenzaron como simples reafirmaciones.

Sé una buena chica, escucha a tus padres, ve a la iglesia y Dios te ama.

El primer mensaje de Miguel a Juana fue acerca de la santidad, y que vivir una vida santa era una parte vital de la preparación de Juana para cumplir la misión que Dios tenía para ella.

«Sobre todo, San Miguel me dijo que yo debía ser una buena niña y que Dios me ayudaría.

Él me enseñó a comportarme correctamente e ir a menudo a la iglesia«.

Más tarde Miguel se le apareció completamente a Juana y le informó que

«Ella no estaba sola, sino debidamente asistida por ángeles celestiales».

Las apariciones de estos santos eran tan reales que Santa Juana de Arco podía tocarlos, y a menudo escuchaba sus instrucciones mientras les abrazaba sus piernas.

Juana dijo en su juicio que

«Los vi con mis ojos corporales tan claramente como yo los veo y cuando se iban, solía desear que me llevaran con ellos para hacerles reverencia«.

Miguel visitó a Juana regularmente y Juana se sentía emocionada por ser bendecida con tal atención del ángel más alto del cielo.

Dios también había designado a dos mujeres santas, Catalina de Alejandría y Margarita, para ayudar a preparar a Juana para su misión especial.

«Me dijo que Santa Catalina y Santa Margarita vendrían a visitarme y debía seguir su consejo, porque fueron nombradas para guiarme y aconsejarme lo que tenía que hacer, y que debía creer lo que me dijeran, porque estaba a la orden de Dios”.

De Miguel específicamente, Juana dijo que tenía un comportamiento brillante, audaz y caballeroso y «siempre me ha cuidado bien».

Durante tres años esto continuó hasta que sus visiones le dijeron que era hora de comenzar su misión.

Y le revelaron la misión para la cual Dios la había elegido.

   

LA MISIÓN

Ella sería responsable de que el Delfín Carlos VII fuera coronado Rey de Francia.

La propia Juana dijo que al principio se resistió y no quiso creer en lo que tenía que hacer.

Sin embargo con el tiempo se entregó a ellos.

Al mismo tiempo el padre de Juana comenzó a tener sueños proféticos de su hija. La vio salir con soldados.

Poco a poco Miguel le desarrolló a Juana la increíble misión que Dios había planeado para Juana: liberar a su país de invasores extranjeros al llevar a miles de soldados a la batalla, aunque ella no tenía entrenamiento como soldado.

Recordó Juana,

«Miguel me dijo, dos o tres veces por semana, que debía ir y que yo… debía levantar el asedio puesto a la ciudad de Orleans.

La voz me dijo también que debía ir a Robert de Baudricourt en la ciudad de Vaucouleurs, que era el comandante militar de la ciudad, y él me daría la gente para que me acompañara.

Y le respondí que yo era una pobre niña que no sabía montar a caballo ni conducir una guerra«.

Miguel animó a Juana a mirar más allá de su limitada fuerza y ??confiar en la fuerza ilimitada de Dios para darle poder.

Miguel aseguró a Juana que si confiaba en Dios y avanzaba en obediencia, Dios la ayudaría en cada paso del camino para completar con éxito su misión.

Miguel la fue guiando con profecías.

Le dio a Juana varias profecías específicas sobre el futuro, pronosticando éxitos de batallas que luego ocurrieron exactamente como él había dicho que lo harían.

Diciéndole por ejemplo cómo sería herida en combate, pero se recuperaría.

Y que el delfín francés Carlos VII sería coronado rey de Francia después de las exitosas batallas de Juana.

Todas las profecías de Miguel se hicieron realidad.

De modo que otras personas que habían dudado que su misión fuera realmente de Dios también ganaron confianza de ella.

Fue Miguel quien le dijo a Juana qué hacer en cada combate, dijo Juana.

La sabiduría de sus estrategias de batalla asombraba a la gente, especialmente sabiendo que ella no tenía entrenamiento militar.

Pero sin rodeos, Miguel le había advertido a Juana acerca de la manera en que ella tendría que sufrir para llevar a cabo su trabajo.

Miguel aseguró a Juana que el legado de fe valiente que dejaría en la Tierra antes de ir al cielo valdría la pena.

Miguel continuó también cerca de Juana mientras ella estaba encarcelada (después de haber sido capturada por los ingleses), durante su juicio, y cuando enfrentó la muerte al ser quemada en una hoguera.

Un funcionario del juicio de Juana escribió:

«Hasta el último, declaró que sus voces venían de Dios y no la habían engañado».

   

COMO TRANSCURRIÓ LA MISIÓN DE JUANA

La primera misión que se le dio a Santa Juana de Arco consistió que fuera donde caballero Robert de Baudricourt y le pidiera que la enviara oficialmente al Delfín Carlos VII.

Baudricourt escuchó su petición pero desestimó a la pequeña.

Al año siguiente, 1429, a instancias de sus guías, Santa Juana de Arco volvió a Vaucouleurs, y de nuevo Baudricourt la volvió a desestimar.

Sin embargo, uno de sus caballeros, Jean de Metz, la escuchó cuando le explicó por qué había vuelto.

“He venido aquí a la cámara real para hablar con Robert de Baudricourt, para que me lleve al rey; pero él no se preocupa por mí ni por mis palabras.

Sin embargo, antes de mediados de Cuaresma debo ir al rey, incluso si tengo que caminar de rodillas.

Nadie más en el mundo puede restaurar el reino de Francia, ni el rey tendrá ninguna ayuda, excepto de mí.

Aunque preferiría quedarme con mi pobre madre, debo esto hacer porque mi Señor quiere que lo haga”.

Jean de Metz le creyó y pronto Baudricourt también se convenció cuando Santa Juana le contó sobre la derrota francesa en la batalla de Rouvray, varios días antes que un mensajero trajera la noticia.

Cuando Juana se reunió por primera vez con Carlos VII, este se negó a darle sus tropas hasta que ella compartiera con él algunos detalles personales que Miguel le reveló.

Ella le dijo algo que ningún otro ser humano sabía sobre él.

Y esto bastó para convencer a Carlos de dar a Juana el mando de miles de hombres, aunque Carlos nunca reveló públicamente cuál fue la información.

Esto le convenció de que realmente era enviada por Dios.

Más tarde en el mismo mes, envió la siguiente carta al duque de Bedford, comandante de las fuerzas inglesas:

«…Vete, por amor de Dios, de vuelta a tu propio país; de lo contrario, espera noticias de la doncella, que pronto te visitará para tu gran infortunio

He sido enviada por Dios Rey de los Cielos, para conducirte, cuerpo a cuerpo, fuera de toda Francia…

Si no crees que la noticia te la envió por Dios y por medio de la doncella, donde te encuentres te atacaremos”.

A finales de abril Juana estaba guiando un pequeño ejército francés de 4000 hombres para intentar el alivio a Orleans.

La ciudad de Orleáns había estado sitiada durante más de medio año, y si cayera abriría la conquista del resto de Francia.

Juana y su ejército pudieron entrar en la ciudad para reforzarla.

El 4 de mayo Juana fue repentinamente despertada de su sueño por voces instándole a atacar al enemigo inmediatamente.

Santa Juana de Arco saltó sobre su caballo y cabalgó por la ciudad reuniendo e inspirando a sus tropas, y luego los condujo contra las fuerzas inglesas que sitiaban a Orleans.

Ella cabalgaba con una armadura completa sobre un caballo blanco sosteniendo en alto su estandarte de batalla.

Ese estandarte representaba a Nuestro Señor sosteniendo el mundo en su mano, con un ángel de rodillas a cada lado y los nombres de Jesús y María.

Ella llevó la carga final con su estándar reluciente.

El ejército inglés se retiró al día siguiente.

En un período increíblemente corto, la situación en Francia había cambiado por completo.

El domingo 17 de julio de 1429, Santa Juana de Arco presenció la coronación del Delfín en la catedral de Reims.

Llorando de alegría, le dijo:

«Rey, ahora se ejecuta el deseo de Dios, que quería que se levantara el sitio de Orleans.

Y que le trajo a esta ciudad de Reims para recibir su santa consagración, mostrándote que es el verdadero rey, el reino de Francia le pertenece a usted».

Santa Juana de Arco había completado así lo que Dios quería que cumpliera para Francia, aunque su mayor batalla todavía estaba ante ella.

   

EL MARTIRIO DE JUANA

El nuevo rey no quería que Juana siguiera confrontando a los ingleses y por eso no la apoyó mientras seguía luchando en batallas menores.

Juana fue advertida por sus voces que pronto sería capturada, y fue en Compiegne donde fue tirada de su caballo y llevada cautiva.

Luego fue vendida a los ingleses, que pretendían hacerla juzgar por crímenes imaginarios y herejía.

Durante tres meses Juana fue sometida a intensos interrogatorios por el obispo Cauchon y su personal, quien nunca intentó dar a Juana un juicio justo.

Este obispo era simplemente una herramienta de los ingleses.

Juana tuvo misericordia incluso por este hombre que tanto la odiaba, diciéndole en un momento:

«Dices que eres mi juez; tened cuidado de lo que hacéis, porque verdaderamente he sido enviado por Dios, y os ponéis en gran peligro”.

Santa Juan de Arco fue quemada en la hoguera el 30 de mayo de 1431.

En una escena que debió ser aterradora para el obispo Cauchon (si le quedaba alguna conciencia), Santa Juana lo miró directamente a los ojos y dijo:

«Obispo, muero por ti»

San Juana de Arco oró y luego fue atada a la estaca.

Ella pidió una cruz cuando la madera fue incendiada alrededor de ella, y murió con el nombre de Jesús en sus labios.

El cuerpo de Juana fue consumido por las llamas, excepto por su corazón, que permaneció perfectamente intacto.

El que fue arrojado al río, como si eso pudiera de alguna manera lavar la verdad.

El secretario del rey de Inglaterra huyó de la escena gritando:

«Estamos perdidos; ¡hemos quemado a una santa!”

No pasó mucho tiempo antes que los ingleses fueran expulsados ??completamente de Francia, con excepción de la región alrededor de Calais.

Más tarde Inglaterra abandonó la Iglesia bajo el rey Enrique VIII.

La conclusión de la farsa del juicio fue más tarde revocada y Santa Juana de Arco fue declarada santa por el Papa Benedicto XV.

   

UNA FERVIENTE DEVOTA

Juana de Arco tenía un gran amor por Dios y además era una santa profundamente sacramental.

Se preocupaba que los capellanes del ejército confesaran a los soldados.

Y ella misma se confesaba a diario en el campo de batalla.

Asistía regularmente a misa con gran devoción.

Y durante los meses de encarcelamiento se confesaba con frecuencia y suplicaba permanentemente la recepción de la eucaristía, pero le fue negada acusada de herejía.

Hasta que finalmente se le otorgó en la mañana de su ejecución, como alimento de los mártires.

Era también muy respetuosa de los sacramentales de la Iglesia.

Daba especial importancia al sonido de las campanas de la iglesia, y al anillo que llevaba en su dedo con tres cruces y con los nombres de Jesús y María.

Sus cartas las comenzaba dictando con los nombres de Jesús y María

Sobre todo predicaba la pureza y la castidad.

No hay que olvidarse que Juana de Arco era una virgen y entregó su cuerpo a Dios, como una especie de sacramental.

En el campo de batalla ella oraba profundamente por los muertos y los heridos tanto franceses como ingleses.

Incluso le dijo a su capellán

“Si voy a morir pronto, dígale al Rey nuestro señor, que debe establecer capillas para que la gente ore por las almas de los que murieron en la defensa del reino”.

Mientras era quemada en la hoguera fijó su mirada en una cruz y murió repitiendo en voz alta el nombre de Jesús.

Y un soldado inglés declaró “hemos quemado a un santo”.

Por eso el historiador Jules Michelet hizo la comparación entre el juicio y la muerte de Juana de Arco y el juicio y la muerte de Jesús.

Comparando el Sanedrín que condenó a Jesús con la corte eclesiástica de Borgoña que condenó a Juana de Arco, que estaba en colusión con los ingleses.

Y esto nos trae a un tema muy actual que es el escándalo del clero.

En aquel momento el clero de borgoña estaba en colusión con los ingleses y por eso su saña contra Juana de Arco que los había expulsado de Francia.

Y hoy nos encontramos con el escándalo de los abusos sexuales en el clero, de la cultura homosexual que es tolerada en los seminarios, el clericalismo denunciado por el Papa, etc.

   

MILAGROS DE SANTA JUANA QUE SE HAN REPORTADO

Sus dos primeros milagros son muy similares en naturaleza.

Se había jactado de que sería capaz de reconocer a Robert de Baudricourt y al Delfín Carlos VII.

Ella hizo ambas cosas con éxito. Sin embargo es difícil asegurar que cualquiera de estos eventos sean milagros.

El siguiente gran milagro fue el cambio del viento en Orleans.

Juana necesitaba conseguir provisiones para sus tropas al otro lado del río para terminar el cerco de Orleans.

Cuando llegó al río el viento soplaba en sentido contrario.

Ella nunca hubiera podido cruzar bajo esta situación.

Juana sin embargo era inflexible que cruzarían el río y que necesitaban estar listos para cruzar.

Cuando sus capitanes trataron de explicar la situación, Juana simplemente respondió que sólo tendrían que esperar un poco y todo estaría bien.

Y pronto el viento cambió de dirección permitiéndoles cruzar el río.

Juana también fue capaz de predecir su herida en Orleans y su captura por los ingleses.

También fue capaz de predecir donde tendrían lugar las batallas, salvando a sus hombres por la predicción de que morirían si se quedaban dónde estaban.

En su camino a la primera reunión de Carlos VII, mientras cabalgaba a la ciudad un hombre a caballo le dijo a Juana

«¿No es esa la Pucelle? Si pudiera tenerla por una noche, no la devolvería en condiciones similares«

Pucelle en francés significa la virgen.

Juana respondió:

«En el nombre de Dios que niegas, te digo que estás cerca de la muerte«.

Y ella siguió adelante.

Una hora más tarde había caído al agua y se había ahogado.

Pero quizás el más significativo milagro atribuido a Juana es la recuperación de la Espada de Fierbois.

Después de recibir su armadura y su caballo, Juana recibió una espada.

Ella se negó a usarla diciendo que Dios ya había escogido una espada para ella.

Dio instrucciones que debían ir a una iglesia determinada.

Y cavar detrás del altar de Santa Catalina de Fierbois.

Fueron y allí encontraron su espada, estaba cubierta de óxido.

Pero el armador se sorprendió cuando los nudos de óxido cayeron dejando la espada perfecta.

La espada tenía cincelada en el pomo la leyenda «HOMO DEI» (hombre de Dios).

La empuñadura era negra y adornada con alambre cincelado arrollado en espiral.

La guarda era cruciforme con las leyendas «JESHUS» y «MARÍA».

Y la hoja de doble filo estaba decorada en su parte superior con figuras grabadas que representaban a la Virgen María y a Jesucristo.

   

LOS MILAGROS PARA SU BEATIFICACIÓN Y CANONIZACIÓN

Los tres milagros aprobados que elevaron a Juana como Beata fueron:

La hermana Teresa de San Agustín, que vivía en Orleans, había sido curada de úlceras en la pierna.

La hermana Julie Gauthier, que vivía en Faverolles, fue curada de una úlcera cancerosa de su pecho izquierdo.

Sor Marie Sagnier, que vivía en Frages, fue milagrosamente curada del cáncer del estómago.

El Papa Pío X aceptó solemnemente estos tres milagros como auténticos el 13 de diciembre de 1908.

Declaró:

«Juana de Arco ha brillado como una nueva estrella destinada a ser la gloria no sólo de Francia, sino también de la Iglesia Universal».

Y fue declarada Beata el 18 de abril de 1909.

El Partido Socialista francés, muy anticlerical, quería que Juana de Arco fuera canonizada de inmediato para que pudieran utilizarla como un héroe político.

Entre 1895 y 1905 las relaciones entre el gobierno socialista y la Santa Sede se agravaron hasta el punto de la ruptura total.

Los dos milagros para la canonización de Juana de Arco fueron obtenidos y autenticados sin mucho retraso, pero la Primera Guerra Mundial retrasó todas las decisiones.

En 1920, cuando la guerra terminó la Iglesia canonizó a Santa Juana de Arco y los franceses reanudaron la relación con la santa Sede.

En su libro, Santa Juana de Arco, Monseñor León Cristiani describió su conexión con uno de los dos milagros que causaron que Juana fuera oficialmente declarada santa por la Iglesia.

El milagro que presenció ocurrió en Lourdes el 22 de agosto de 1909, durante la procesión del Santísimo Sacramento.

La persona en cuestión era Thérèse Belin que estaba inconsciente cuando el Santísimo Sacramento pasó ante ella.

Mons. Cristiani deseaba ver a Juana canonizada.

Obtuvo el permiso del obispo de Orleans para invocar a Juana de Arco durante la bendición de los enfermos, con la esperanza que ocurriese un milagro que pudiera atribuirse a la intercesión de Juana.

En la primera invocación a la Beata Juana de Arco, Teresa abrió los ojos, en la segunda se sentó en su camilla y en la tercera se sintió curada.

A Mons. Cristiani más tarde le informaron las diversas etapas de la enfermedad de Thérèse; las operaciones que había tenido y los remedios que habían sido utilizados sin efecto.

Tenía tuberculosis en sus pulmones y cavidad abdominal, que se complicó por una lesión orgánica de su válvula mitral del corazón.

La otra cura reconocida le ocurrió a la señorita Mirandelle quien tenía un diagnóstico en el pie, un agujero que le atravesaba hasta la planta de su pie.

El agujero tenía un diámetro aproximado de un centímetro.

El pie tenía un color violáceo hasta el nivel del tobillo.

En enero de 1910 los médicos le advirtieron que ese morbo es casi incurable.

La enferma, teniendo poca esperanza de sanar, decidió rezar una novena a la beata Juana de Arco, sin renunciar, empero, a los socorros médicos.

Un mes después grande fue la sorpresa del doctor Desrouets cuando llegó de vista y vio que la enfermedad de más de 2 años estaba curada.

En el Tribunal vaticano, los doctores Pelagallo y Nori llegaron a la conclusión de que la curación, así como había ocurrido, no podía ser más que sobrenatural.

Los abogados apoyaron esa conclusión, pero el Promotor de la Fe, fundado en las contradicciones médicas, pidió un nuevo peritaje

Dos nuevos expertos, los doctores Cochetti y Fabiani consideraron también que la curación no podía ser natural.

El Tribunal solicitó entonces la opinión de un quinto perito, el doctor Prolj, que también llegó a la conclusión que la rapidez de la curación no podía ser natural.

Juana de Arco fue canonizada en la Basílica de San Pedro el 16 de mayo de 1920. Su día de fiesta se celebra el 30 de mayo, el día de su muerte.

El gobierno francés hizo oficialmente el 8 de mayo una fiesta nacional en su honor.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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