Jesús sufrió todo tipo de torturas y Dolores en su pasión.

El dolor de Jesús generalmente se relata y concibe a partir del Viernes Santo.

Pero los dolores atravesaron toda la vida de Jesucristo encarnado como hombre.

Porque ese fue el plan de Dios para nuestra redención.

El centro solemos ponerlo en el Viernes Santo, que comenzó con la traición de su discípulo Judas por 30 talentos de plata, lo que le causó fuerte dolor emocional.

Pero no solamente su discípulo lo traicionó sino que también Pedro lo negó y los otros discípulos lo abandonaron y huyeron cuando Jesús fue aprendido, sentenciado y crucificado.

Jesús había estado más de 3 años con sus discípulos y ahora tuvo que sufrir solo.

Pero la mayor agonía de este período comenzó en Getsemaní donde Dios mostró a Su hijo todos los pecados del mundo y cargó con ellos.

Fue por eso que los médicos dicen que en la sudoración de sangre en el huerto de Getsemaní sucedió una hematidrosis, en que las glándulas sudoríparas emiten sangre por el estrés.

Luego fue acusado y rechazado por los líderes religiosos judíos, quienes además le escupieron, le maldijeron y lo acusaron de blasfemo.

Posteriormente fue castigado físicamente y burlado emocionalmente.

Con unos látigos que tenían pedazos de hueso en las puntas, lo que le generó un gran derramamiento de sangre y debilitó su cuerpo.

Pero además, quienes lo alabaron y vitorearon el domingo de Ramos entrando a Jerusalén en un burro, luego prefirieron qué Pilato liberara a Barrabás, que era un delincuente, en lugar de Jesús.

El viernes Santo fue crucificado generándole dos hechos dolorosos.

Una, la crucifixión por sí misma, en que le clavaron clavos en las manos y en los pies, y su posición en la cruz le dificultaba respirar.

Y otra moral al ser comparado con delincuentes comunes entre quienes fue crucificado.

Finalmente murió y su cuerpo fue perforado por una lanza que le partió literalmente el corazón.

El hijo de Dios, que nunca había pecado, murió en la realidad y no metafóricamente ni simbólicamente.

Se entregó a una muerte dolorosa; como dice Pedro 3: 18 “murió por los pecados de una vez por todas, el justo por los injustos, para que nos lleve a Dios”.

  

¿POR QUÉ JESÚS TUVO QUE EXPERIMENTAR TAL SUFRIMIENTO?

Esto sucedió por un plan de Dios para la salvación del mundo.

Jesús contempló todos los dolores posibles que un ser humano puede tener para expiarlos todos.

Tuvo sufrimiento físico no sólo en la cruz y en la flagelación, sino anteriormente en toda su vida humana.

Experimentó el sufrimiento emocional cuando vio que los discípulos lo abandonaron uno de ellos lo traicionó directamente.

Y la multitud que lo aclamo, lo rechazó 5 días después.

En este plan, Jesús soporto todos los pecados del mundo entero sobre Él, como dice 1 Juan 2: 2.

Y fue esa sensación, de tener sobre sí todos los pecados del mundo, lo que le llevó a gritar al final cuando estaba crucificado “Dios mío, Dios mío, porque me has abandonado”.

Generalmente en semana santa hacemos hincapié en los dolores físicos de Jesús pero tal vez los dolores emocionales y espirituales hayan sido similares o peores, cargando la culpa de nuestros pecados y muriendo para pagarla.

Él tuvo que sufrir tanto porque tuvo que cerrar la brecha que se creó cuando ingresó la muerte y el sufrimiento en el Jardín del Edén.

Adán y Eva pecaron y se cubrieron los cuerpos por su vergüenza con pieles de animales y ahí fue la primera sangre que se derramó en el jardín del Edén (Génesis 3: 21)

Desde el principio la ley mosaica estableció que la expiación de los pecados debía ser por sacrificios de sangre (Levítico 17: 11 y Hebreos 9: 22)

Por eso se le llama el cordero que quita el pecado del mundo, quien sufrió el holocausto para expiar todas las deudas pecaminosas de la humanidad.

Y es por eso que 1 Pedro 1: 19 dice que “fuimos redimidos con la sangre preciosa de Cristo, un cordero sin defectos”.

El sufrimiento de Jesús nos muestra lo devastador del pecado, la crueldad de la humanidad, el odio de satanás y la ira de Dios contra el pecado.

Cuando el hijo de Dios fue crucificado probablemente satanás pensó que había obtenido una victoria.

Sin embargo el sacrificio de Jesús lo legitimó para juzgar a este mundo y expulsar al príncipe de este mundo.

La deuda pagada por el linaje de Dios redimió a la humanidad.

Y convirtió a Jesucristo en el redentor de la humanidad.

  

7 GRANDES EXPLICACIONES POR LAS QUE JESÚS MURIÓ EN LA CRUZ

Las razones del sufrimiento de Jesús y su muerte en la cruz las podemos agrupar en 7.

  

1 – Murió en la cruz porque nuestro pecado requería un pago y nosotros estábamos descalificados para pagarlo

Ese pecado nos había separado de Dios.

Por lo tanto Dios nos vino a rescatar de un mundo condenado.

Y esto lo hizo por amor a su creación.

  

2 – Para ello tuvo que someterse a los dolores del infierno, porque el precio del pecado es el infierno

Así padeció un sufrimiento consciente en su propio cuerpo.

Permaneció desde la hora sexta (el mediodía) y hasta la hora novena (a las 3 de la tarde) en la oscuridad más negra que envolvió la Tierra.

Estuvo rodeado de demonios durante el período de crucifixión.

Con el dolor de cargar por nuestros pecados, siendo una persona que precisamente no los tenía.

Se sintió separado del conocimiento del amor de Dios para sentir las penas del infierno.

Porque detrás de la crucifixión de Jesús estaba el juicio a la humanidad que Él soporto en su carne y en su mente.

Y así absorbió la ira de Dios.

Incluso para que nosotros escapáramos de la maldición de la ley y nos reconciliamos con Dios.

  

3 – Fue un acto de obediencia a Dios y a su ley

Y la demostración a nosotros del valor de ella.

  

4 – Además hizo visible las profecías que Él había dado en su vida en la Tierra

Demostrar con su resurrección de entre los muertos que Él era verdaderamente Dios.

Mostrar que la ley principal en el reino de Dios es el amor.

  

5 – La crucifixión también fue para mostrar el amor de Dios por los pecadores

Fue una lección sobre el perdón que Él predicó.

Y para indicarnos el camino hacia Dios.

  

6 – Para mostrar el desprendimiento y la confianza en Dios

Su abnegación al desprenderse de la vida y su confianza en que Dios le recompensaría.

  

7 – Y para mostrar el cumplimiento de su promesa de dar vida eterna a los que creen en Él

  

LOS DOLORES QUE EXPERIMENTÓ

El sacrificio completo del hijo de Dios implicaba experimentar sobre sí todos los dolores de la humanidad y producidos por ella.

En primer lugar experimentó el dolor físico y emocional del ser humano al encarnarse en un hombre.

Santo Tomás de Aquino dice que “Cristo soporto cada sufrimiento humano”.

Y entre ellos el anhelo de estar con el Padre cuándo a los 12 años se separa de la familia y va a la sinagoga a debatir con escribas y fariseos.

Como carpintero vivió una vida físicamente exigente, porque esa profesión implicaba mucha resistencia física, fatiga y dolor.

Y luego camino muchos kilómetros, casi la circunferencia de la Tierra, predicando a su pueblo.

También sufrió los dolores de la gente enferma y endemoniada que sanó.

Sufrió la muerte de su amigo Lázaro y las lágrimas que derramó en esa ocasión son signo del dolor humano.

Sintió el rechazo de algunos de sus contemporáneos, especialmente de los líderes de la religión institucionalizada.

La incomprensión de sus discípulos sobre la misión que había venido a cumplir.

Y la de los seguidores comunes, que se acercaban a Él viéndolo solamente como una persona que hacía milagros y que les daba de comer.

En varias oportunidades la escritura muestra el anticipo de su pasión prediciendo su crucifixión y muerte, lo que no es comprendido por los apóstoles.

También siente dolor en el templo se lamenta y llora por haber transformado el templo en una casa de comercio.

Y por eso hace limpieza por su propia mano limpiando la profanación que hacían cambistas y comerciantes en la casa de su Padre, llamándole cueva de ladrones.

Sufrió la tentación en su ayuno de 40 días preparándose para su pasión.

En la última cena del Jueves Santo encontramos una reunión llena de gozo por el compartir con sus discípulos y darles el gran regalo de la eucaristía, pero también de tristeza por las pruebas que enfrentaría.

Que como ya sabemos fueron la traición, la dispersión de los discípulos y los dolores físicos.

En el jardín de Getsemaní, la noche anterior a su crucifixión, experimentó la visión de todos los pecados del mundo, rezando solo, porque incluso sus discípulos se habían dormido.

Lo que luego es agravado por la traición de Judas como sabemos y la negación de Pedro.

Desde la última cena, como Él lo prometió, no comió ni bebió hasta su muerte, a pesar del estrés y del esfuerzo físico que tuvo que realizar caminando 3 kilómetros para llegar a su juicio.

Y a partir de su juicio comienza el calvario físico donde es golpeado brutalmente y su cara es desfigurada, la carne rasgada y se contabilizan más de 120 heridas en la espalda y el resto del cuerpo, las que rezuman sangre y plasma.

Incluyendo la corona de espinas en la cabeza.

Luego de este tratamiento de ablandamiento, para hablarlo en palabras sencillas, Jesús cargó una cruz que pesaba entre 80 y 100 kilos por unos 800 metros, magullándole el hombro y las rodillas.

Luego este hombre debilitado es crucificado, cómo podemos ver en este artículo, sufriendo una pérdida significativa de sangre, dolores intensos, calambres, dificultades para respirar.

Y estando en la cruz, esperando su muerte, ve a María, a Juan y a alguna de las mujeres, siente tristeza por sus asesinos y le pide al Padre “perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Agonizo durante 3 horas con fuertes dolores y sed, aumentados por la deshidratación y la sudoración.

Y finalmente muere siendo consciente de que su misión había sido cumplida.

Había cargado con todos los pecados y dolores de la humanidad, como fue el plan de Dios.

  

LOS DOLORES MENTALES DE CRISTO EN SU PASIÓN

La santa Camilla Battista da varano, una monja Clarisa, recibió visiones de Nuestro Señor sobre los dolores emocionales y espirituales que sufrió en su pasión.

Fue una franciscana de familia noble y principesca de Umbría que nació en 1458 y murió en 1524.

Fue beatificada por Gregorio XVI en 1843 y canonizada en el año 2010 por Benedicto XVI.

En 1488 Cristo se le apareció y le pidió que escribiera sobre los dolores que sufrió durante su pasión, lo que Él le iba a contar.

La abadesa Clarisa dejó una publicación donde cuenta los 8 dolores mentales de Cristo.

  

El primer dolor y tristeza mental son todos los condenados

Jesucristo concretamente le dijo al respecto,

“Deberías saber, hija, que los dolores fueron incontables e infinitos, ya que incontables e infinitas son las almas, los miembros de mi cuerpo, que se han separado de mí por el pecado mortal.

Y cada alma se separó y se separó de mí, su cabeza, tan a menudo como pecó mortalmente.

Y este fue uno de los dolores crueles que tuve en mi mente y experimenté, es decir, la separación de mis miembros”.

Él expresó que fue un dolor infinito pensar que algunos de sus propios miembros se condenaron al fuego eterno para siempre.

  

La segunda tristeza mental fue la de todos los elegidos

Jesús dice que sintió dolor por los pecados de los verdaderos miembros de su cuerpo, y por los dolores, martirios y tentaciones que ellos sufrieron en la vida.

Una de las cosas que le dijo Jesucristo fue,

“La única diferencia entre el dolor que sentí por los condenados y el que cargué por los elegidos es que ya no sentí los dolores de los condenados después de su muerte, ya que eran miembros muertos y separados por la muerte.

Mientras que para los elegidos, incluso después de su muerte como durante su vida, experimenté y probé todo su dolor y amargura”

  

El tercer dolor de Cristo fue el de Su Madre, la Virgen María

Y a él se refiere diciendo lo siguiente

“Ese cuchillo afilado que traspasó y transfiguró mi alma, es decir, el dolor de mi madre pura e inocente, que por mi muerte y la pasión tenía que ser la persona más afligida y atormentada que jamás haya sufrido.

Y así con justicia la hemos exaltado y elevado, y la hemos coronado más allá de todas las demás criaturas, angélicas y humanas”.

  

La cuarta tristeza mental de Jesucristo fue por su amada discípula María Magdalena

Él se refiere a ella hablando de su amor y bondad y del amor santo y espiritual que había entre ellos.

Y al respecto dice,

“Cuando me vio sin vida, pensó que tanto el cielo como la tierra se habían perdido para ella, ya que en Mí estaba toda su esperanza, todo su amor, paz y consuelo.

Entonces ella me amó sin orden y sin medida. Y entonces, también, sin orden y sin medida, estaba su dolor.

Entendí esto y lo soporté con un intenso sentimiento en mi alma.

Sentí y experimenté toda la ternura de ella que se puede sentir y experimentar su un amor santo y espiritual, ya que ella me amó con total abandono”.

También lo comparó con los dolores que tuvo el apóstol Juan, diciendo que María Magdalena no podía soportar las verdades elevadas y exaltadas como lo podía hacer Juan.

  

La quinta tristeza mental de Jesucristo fue por sus queridos discípulos

Jesús dice que nunca un padre amó tanto a sus hijos como Él amó a los apóstoles.

“La otra tristeza que traspasó mi alma fue el recuerdo siempre presente de ese santo grupo, las columnas del cielo, el fundamento de Mi Iglesia militante, ovejas sin pastor.

Los vi y supe que tendrían que dispersarse y que tendrían que soportar todo tipo de dolores y martirios”.

  

La sexta tristeza mental de Jesucristo fue la ingratitud del traidor Judas

Le afligió y atormentó

Y al respecto dice,

“Era como un cuchillo con tres puntos muy agudos y envenenados, que continuamente perforaban, apuñalaban y corrían a través de mi corazón empapado en mirra.

Primero estaba la impiedad e ingratitud de mi amado discípulo, el inicuo Judas, el más perverso y traicionero.

Luego estaba la dureza, la perversidad y la ingratitud de mi pueblo judío, elegido y amado.

El tercer punto fue la ceguera, la malignidad, la ingratitud de todas las criaturas que han existido o existirán alguna vez”.

  

La séptima tristeza mental de Cristo fue la ingratitud del pueblo elegido los judíos

Él se refiere al pueblo judío como ingrato y obstinado.

Y al respecto dice,

“Hice a esta gente santa y sacerdotal.

Lo había elegido para mí como mi herencia sobre todos los demás pueblos del mundo.

Lo había rescatado de la esclavitud de Egipto y de las manos de Faraón.

Lo conduje con los pies secos a través del Mar Rojo y fui su columna durante el día y su luz por la noche.

Durante cuarenta años lo alimenté con maná y con mi propia boca les di la ley en el Monte Sinaí y las innumerables victorias sobre sus enemigos.

Tomé carne humana de entre ellos y durante el tiempo de mi vida conversé con ellos.

Mostré a esta gente el camino al cielo y les hice muchos favores en ese momento, como dar vista a los ciegos, escuchar a los sordos”.

  

La octava tristeza mental de Jesucristo fue la ingratitud de todas las criaturas

La vidente recibió de Jesucristo una explicación de la ingratitud de los seres humanos hacia Dios.

Lo que ella dice que le hizo sentir su corazón una emoción de humildad muy profunda, por las bendiciones y dones que habían recibido los hombres.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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