Importantes declaraciones ha dado Mons. Guido Marini al semanario católico polaco Niedziela (www.niedziela.pl), sobre el sentido de las modificaciones litúrgicas introducidas por Benedicto XVI en las celebraciones de su pontificado. En entrevista concedida a Wlodzimierz Redzioch, el Maestro Papal de Ceremonias Pontificias habló sobre la belleza en la liturgia, las intenciones de los Padres conciliares en sus disposiciones al respecto y el papel del Sumo Pontífice como punto de referencia litúrgico para la Iglesia Universal, entre varios otros temas.
«El Papa es el Sumo Sacerdote, aquel que ofrece el sacrificio de la Iglesia, el que ofrece la enseñanza litúrgica a través de celebraciones – el punto de referencia para todos», sentenció Mons. Marini.
Preguntado por el significado concreto de modificaciones tales como celebraciones dirigidas hacia la cruz, la Santa Comunión recibida directamente en la boca y de rodillas, y largos momentos de silencio y meditación, el Maestro de Ceremonias expresó, en sintéticas reflexiones, que «celebrar dirigido hacia la cruz hace hincapié en la dirección correcta de la oración litúrgica, es decir, hacia Dios; durante las oraciones los fieles no han de mirarse a sí mismos sino que deben dirigir sus ojos hacia el Salvador».
«Dar la hostia a la gente arrodillada busca dar valor al aspecto de adoración, tanto como elemento fundamental de la celebración, así como actitud necesaria, mientras contemplamos el misterio de la presencia real de Dios en la Eucaristía. Durante la celebración litúrgica la oración asume diversas formas: palabras, canciones, música, gestos y silencios. Por otra parte, los momentos de silencio nos permiten participar realmente en el acto de adoración, y lo que es más, desde el interior evocar cualquier otra forma de oración», expresó Mons. Marini.
«Estos son cambios realizados de acuerdo con la lógica de desarrollo de continuidad con el pasado. Así, nosotros no nos ocupamos de romper con el pasado y con yuxtaponernos a pontificados anteriores. (…) los cambios introducidos sirven para evocar el verdadero espíritu de la liturgia como el Concilio Vaticano II ha querido, «El ‘tema’ de la belleza intrínseca de la liturgia es Cristo mismo, resucitado y glorificado en el Espíritu Santo, quien incluye a la Iglesia en su obra«, afirmó.
En claras y profundas reflexiones, y tras resaltar la importancia de la exhortación apostólica «Sacramentum Caritatis», Mons. Guido Marini resaltó el papel de la belleza en la liturgia, belleza que constituye «una rica categoría litúrgica y teológica»: «Al igual que el resto de la Revelación cristiana, la liturgia es intrínsecamente vinculada a la belleza: es ‘veritatis splendor’ [esplendor de la verdad]. (…) Esto no es mero esteticismo sino el modo concreto en que la verdad del amor de Dios en Cristo llega a nuestro encuentro, nos atrae y nos deleita, permitiéndonos salir de nosotros mismos y llevándonos hacia nuestra verdadera vocación, que es el amor. La mayor verdadera belleza es el amor de Dios, que definitivamente se ha revelado a nosotros en el misterio pascual», dijo.
«La belleza de la liturgia es parte de este misterio -continuó Monseñor-, es una expresión sublime de la gloria de Dios y, en cierto sentido, un reflejo del cielo en la tierra. La Belleza, entonces, no es un mero adorno, sino un elemento esencial de la acción litúrgica, ya que es un atributo de Dios mismo y su revelación. »
Sobre el uso del latín en la liturgia, recomendado por el Concilio Vaticano II, Mons. Marini destacó su carácter de universalidad y el papel de comunión que puede desempeñar entre fieles de las más diversas nacionalidades, entre otros.
«Por encima de todo, tenemos un gran legado litúrgico en el Latín: desde el canto gregoriano a la polifonía, así como los ‘testi venerandi’ [textos sagrados] que los cristianos han utilizado durante mucho tiempo. Además, el Latín nos permite mostrar la catolicidad y la universalidad de la Iglesia. Podemos experimentar esta universalidad de una manera única en la Basílica de San Pedro y en otras reuniones internacionales cuando hombres y mujeres de todos los continentes, nacionalidades, idiomas, cantan y oran en el mismo idioma. ¿Quién no se sentirá como en casa cuando están en una iglesia en el extranjero y pueden unirse a sus hermanos en la fe, al menos en algunos momentos, utilizando el latín?», manifestó.
Fuente Gaudium Press
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