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Las aguas se abrieron para proteger al Señor.

 

La ciudad de Avignon en el sur de Francia, está ubicada en la margen izquierda del río Ródano, a unos 650 km. al sureste de París. Durante varios años esta ciudad fue la sede de los papas de la Iglesia Católica. Pero esta ciudad no solamente es conocida por esto, sino porque allí ocurrió un hecho sobrenatural; el Milagro Eucarístico de 1443 llamado el Milagro de Avignón.

 

capilla de la santa cruz milagro de avignon

 

El milagro recuerda lo que cuenta la Biblia sobre la división de las aguas del Mar Rojo (Éxodo 14:21), para permitir la huída del pueblo judío de Egipto.

LOS ALBIGENESES RECHAZABAN LA EUCARISTÍA

Para poder entender el significado del milagro Eucarístico, tenemos que remontarnos al año 1226, o sea, 217 años antes del  milagro.

La herejía Albigense, la cual tomó su nombre de la cuidad de Albi, Francia, se propagaba por todo el sur de Francia rechazando todos los sacramentos, especialmente el matrimonio y la Eucaristía. Esta herejía fue condenada por la Iglesia desde el Siglo XI, pero no fue hasta que los Albigenses empezaron a atacar seriamente a los gobiernos seculares desde sus fortalezas, que los gobernantes los denunciaron y los privaron de la protección de las leyes.

Los Albigenses eran muy poderosos en 1226, especialmente en el Sur de Francia,  donde se encuentra Avignon.

La ciudad se rinde después de un sitio de 3 meses y el 4 de septiembre el Rey Luis VIII, padre de San Luis, jefe de las cruzadas, hace una ceremonia expiatoria por los sacrilegios cometidos contra la Eucaristía. Vestido de saco gris, acompañado de el cardenal Legate, 60 obispos, barones y ciudadanos de la ciudad, van a la capilla de la Santa Cruz, junto al río Sorgue, donde el Santísimo Sacramento estará expuesto día y noche. Ese fue el origen de la «Real y Devota cofradía de Penitentes Grises».

El obispo decidió que el Santísimo debería quedarse perpetuamente expuesto. Esta costumbre fue continuada por sus sucesores y aprobada por el Santo Padre. La Iglesia fue custodiada por los Penitentes Grises, de la Orden Franciscana y después de 200 años de adoración perpetua ocurrió un milagro espectacular.

COMO SUCEDIÓ EL MILAGRO

El Sorgue es un río que pasa por la cuidad de Avignon. El río se desbordaba cada ciertos años. Cuando esto ocurría, el agua inundaba las casas y fincas de los alrededores.

A fines de noviembre de 1433, después de fuertes lluvias, vino una gran inundación. El agua penetró más que en años anteriores. Fue una de las peores inundaciones conocidas. En las noches del 29 y el 30 de noviembre, el nivel del agua subió a gran altura.

Los Penitentes Grises de la Orden Franciscana estaban seguros de que la pequeña iglesia de la Santa Cruz se había inundado y decidieron ir allí para salvar la Eucaristía y traerla a tierra seca. Dos de los superiores de los Penitentes Grises se subieron en un bote y remaron hasta la iglesia.

Cuando llegaron, descubrieron que el agua había subido hasta la mitad de la puerta de la entrada de la iglesia. Sin embargo, cuando abrieron la puerta, para su sorpresa, encontraron que el pasillo, desde la puerta hasta el altar, estaba completamente seco. El agua se había acumulado formando paredes de agua a derecha e izquierda del pasillo, como a cuatro pies de altura. Nuestro Señor Jesús, en la Hostia Consagrada en la custodia, permanecía regiamente sobre el altar, completamente seco.

RECORDACIÓN DE LA DIVISIÓN DE LAS AGUAS DEL MAR ROJO

El milagro recuerda lo que cuenta la Biblia sobre el Mar Rojo que se parte ante el ingreso de los Israelitas y la división del río Jordán ante la entrada en el del arca de la alianza.

Realmente, también les pareció de esa forma a los Penitentes Grises. Buscaron a otros miembros de los Penitentes Grises para que fueran y verificaran el milagro.

Los cuatro Frailes oraron juntos y llevaron la custodia que contenía el Santísimo Sacramento a una Iglesia Franciscana en tierra seca.

Cuando colocaron la custodia en el altar, leyeron del libro del Éxodo sobre la División del Mar Rojo (Éxodo 14:21):

«Moisés tendió su mando sobre el mar e hizo soplar Yahvé sobre el mar toda la noche un fortísimo viento solano, que le secó, y se dividieron las aguas. Los hijos de Israel entraron en medio del mar, a pie enjuto, formando para ello las aguas una muralla a derecha e izquierda.»

Los Franciscanos escribieron el testimonio de los cuatro Frailes en los registros de su comunidad, donde se conservan hasta hoy día.

En este tiempo se creó una tradición que todavía está en práctica. El 30 de noviembre, de cada año, en la capilla de las Santa Cruz, los Penitentes Grises se ponen una soga alrededor del cuello, y arrastrándose piadosamente con sus manos y rodillas, vuelven a crear el incidente, trayendo a la memoria los pasos que siguieron sus antepasados, por el mismo camino que siguieron la noche del milagro.

Hoy permanece la iglesia y la tradición del milagro. Los frailes le dan gracias a Nuestro Señor Jesús en el Santísimo Sacramento por haberles dado una señal tan poderosa de su Presencia Real. Los Peregrinos, especialmente esos con hambre de la Eucaristía, todavía visitan la pequeña iglesia a la orilla del río, para venerar y darle gracias al Señor por habernos dado este regalo especial en un momento en que se necesitaba Su Fortaleza.

Fuentes: Arquidiócesis de Denver, Signos de estos Tiempos

 

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