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El cristianismo tiene un alto concepto de la entrega de la vida por Cristo.

Las reliquias de los primeros mártires y santos han sido veneradas a través de los siglos.

Y hay videntes y místicos que pueden diferenciar entre una reliquia auténtica de un santo de una falsa.

Pueden detectar quien es un sacerdote ordenado y reconocer los objetos que han sido bendecidos.

Y también pueden determinar los objetos maldecidos y las personas que vienen de la oscuridad.

reliquias en altar

Parecería que este don llamado “hierognosis” funciona a través de la luminosidad especial que ellos detectan en los objetos.
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Y por el aviso de ángeles.

En este artículo definiremos el don y hablaremos de cómo lo manejan los videntes más notorios.

Pero comencemos explicando que son las reliquias y que importancia le da el cristianismo.

La práctica de la veneración de las reliquias ha sido reconocida por la liturgia católica y por la religiosidad popular.
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Y hay una larga tradición de hechos milagrosos logrados mediante el contacto con las reliquias.

Lo que muchas veces dinamiza su exhibición itinerante por distintos países. 

No se trata de fetichismo, o sea de que los católicos otorguemos un poder mágico a las reliquias.

Porque sabemos que las cosas no tienen poder por sí mismo, sino que por ahí se canaliza el poder de Dios cuando nosotros las vemos como parte del poder de Dios.

Tampoco se trata de idolatría, porque los católicos no adoran al santo al que pertenecieron esas reliquias.

Sino que son objetos que hacen recordar las virtudes que exhibió el santo por gracia de Dios, permiten agradecerle y son un pretexto físico para pedir su intercesión.

Y ejercen su intercesión porque no están muertos sino que viven en el Cielo, porque el nuestro es un Dios de vivos y no de muertos.

huesos de san juan

Huesos de San Juan

 

LA DEVOCIÓN POR LAS RELIQUIAS VIENE POR LOS PRIMEROS MÁRTIRES

Los primeros martirios en Roma tuvieron lugar en el año 64 dC, durante la dura persecución del emperador Nerón.

Dentro de esta persecución cayeron los Santos Pedro y San Pablo quienes comparten su propio día de fiesta el 29 de junio, un día antes.

Estas persecuciones de Nerón comenzaron cuando se produjo un incendio en Roma en julio de 64, cuando Nerón culpó a los cristianos.

Los primeros mártires romanos fueron condenados – entre otras acusaciones – porque tenían «odio a la raza humana» (según Tácito).
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Y porque se negaron a creer en o reconocer al emperador como una deidad, por no hablar de los falsos dioses de los romanos paganos.

Sabemos que los primeros mártires de Roma fueron asesinados en masa, pero no hay cifras precisas que indiquen cuantos cristianos perdieron sus vidas durante este período de persecución.

Estos cristianos estaban en Roma una década después del final del ministerio terrenal de Jesús, cuando Pablo visitó Roma y convirtió con éxito muchas almas a Cristo.

Los primeros mártires de Roma se enfrentaron muertes espeluznantes: comidos por animales salvajes, siendo crucificados o quemados vivos como antorchas humanas para iluminar el cielo nocturno.

La mayoría de estas ejecuciones se desarrollaron en público con el fin de tratar de disuadir a los romanos de seguir el cristianismo.

Los primeros mártires de Roma son considerados como «discípulos de los apóstoles» debido a la forma en que muchos de ellos llegaron a Jesús.

Sin embargo, hoy se considera que muchos más cristianos fueron martirizados por su fe en Cristo durante los siglos XX y XXI.

De estos y otros mártires la grey católica ha conservado sus reliquias.

relicario con reliquias de juan pablo ii sustraido de iglesia de San Pietro della Ienca

Relicario con reliquias de Juan Pablo II

 

QUÉ SON LAS RELIQUIAS CRISTIANAS

Las reliquias cristianas nos remiten a aquellos de quienes fueron o tuvieron contacto con ellas.
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Y a través de ellos a Aquel a Quien siguieron, el Señor Jesús Resucitado.

O sea que las reliquias son frágiles signos que nos conectan con Dios, quien se nos hace presente, nos habla y actúa a través de la vida de los santos, testigos y seguidores suyos.

La Iglesia, desde sus inicios, supo brindar especial cuidado a la veneración de los santos y mártires, tanto que sus mismas tumbas se convirtieron rápidamente en lugar de peregrinación.

Sus cuerpos habían tenido una presencia y experiencia especial de Jesucristo como todo lo que entraba en contacto con ellos, principalmente sus vestimentas.

La veneración a los santos y a sus despojos nos acercan a Jesús, del cual ellos estaban repletos.

Las reliquias son solo signos pobres y frágiles de lo que fueron sus cuerpos y pertenencias, y a través de estos signos tenues y pequeños Dios quiere manifestar su Presencia, su Poder y su Gloria.

Como narran los Hechos de los Apóstoles de los pañuelos y vestidos “que habían tocado el cuerpo de Pablo” curaban a los enfermos (Hch. 19, 12).

Jesús ahora manifiesta su amor a través de los signos de quien los poseyera y llevara manifestándole amor a Él.

Esas reliquias manifiestan también nuestra fe en la Resurrección y signos sensibles de la futura transfiguración corporal.

Por las reliquias nos remontamos a aquel o aquella de quien fueron, y a través de él o ella a Aquel a Quien siguieron y amaron, o sea el Señor Jesús.

Es una de las maneras en que los santos y santas de Dios siguen evangelizando y estando sensiblemente entre nosotros.

Relicario con las Reliquias de Santa Hildegarda de Bingen

Relicario con las Reliquias de Santa Hildegarda de Bingen

 

LOS TIPOS DE RELIQUIAS QUE SE DISTINGUEN

Las reliquias son acreedoras de un culto relativo de simple dulía o veneración.

Y al culto de las reliquias de los santos, como el de sus imágenes se le llama relativo porque no se venera materialmente la imagen, el trozo de hueso o la prenda, sino a aquél a quien pertenece.

Repasemos. Las reliquias pueden ser de tres categorías:

reliquias de primer grado: tomadas del cuerpo del bienaventurado.
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reliquias de segundo grado: objetos relacionados con los instrumentos de su martirio o que pertenecieron y fueron usados por el bienaventurado en vida, y
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reliquias de tercer grado: cualquier objeto que haya tocado a una reliquia de primer grado o a la tumba del bienaventurado.

Las reliquias de primer grado, a su vez, se dividen en tres clases:

reliquias insignes:
el cuerpo entero o una parte completa de él (el cráneo, una mano, una pierna, un brazo), como también algún órgano incorrupto (como la lengua de San Antonio de Padua, el cerebro de Santa Margarita María de Alacoque, etc.)

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reliquias notables:
partes importantes del cuerpo pero sin constituir un miembro entero (la cabeza del fémur, una vértebra, etc.), y

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reliquias mínimas:
huesecillos o astillas de hueso.

relicario con busto y sangre de san genaro

Relicario con la Sangre de San Genaro

 

CÓMO SE TRATAN LAS RELIQUIAS

La Iglesia manda colocar las reliquias de primer grado, para su veneración, en tecas, que tienen la consideración de vasos sagrados y reciben el nombre de “relicarios”.

Pero el uso más importante de las reliquias, especialmente si son de mártires, es el de ser puestas en el ara o sepulchrum de los altares de las iglesias.

El obispo consagra separadamente el ara (un pequeño receptáculo de forma cuadrangular practicado en la losa del altar en la parte sobre la que se coloca la oblata durante la misa) para depositar en ella las reliquias de mártires.

Y que después se sella con una pequeña lápida, sobre la que se practican las unciones.

Los relicarios deben colocarse sobre el altar, entre los cirios, en las celebraciones solemnes y se los inciensa durante la misa.

Cuando es la festividad del santo cuyas reliquias se veneran en una determinada iglesia, se suele presentar el relicario a la veneración de los fieles para que éstos lo besen con reverencia.

craneo de un martir

Cráneo de un martir

 

EL CULTO DE LAS RELIQUIAS EN LAS IGLESIAS

Ya los primeros cristianos recogían solícitos los cuerpos de los mártires y celebraban sobre sus sepulcros los sagrados misterios, para indicar así que su sacrificio se mezclaba con el sacrificio de Cristo.

Más tarde se levantaron en su honor templos magníficos, a los cuales acudían las multitudes de peregrinos para implorar mercedes y pedir perdón de sus pecados.

Hoy mismo no se puede consagrar ningún altar sin que se deposite en el ara la reliquia de algún santo.

Tal es el espíritu del cual ha nacido la festividad de las Sagradas Reliquias.

El altar fijo, de piedra, está asociado a las reliquias de los mártires.

craneo de martin de porres

Craneo de San Martin de Porres

 

LOS MÁRTIRES FUERON ASOCIADOS AL ALTAR

La costumbre de asociar al altar la memoria de los mártires, que encontró unánime simpatía en el mundo cristiano, juntamente con la erección de múltiples iglesias, condujo a la búsqueda febril de reliquias para la dedicación de los nuevos altares.

Cuando, como sucedía más frecuentemente, la iglesia no se construía junto al sepulcro de un mártir.

A este respecto conviene observar que la disciplina de la Iglesia de Roma era distinta de la de Oriente.

Roma hasta el siglo VII, a pesar de las insistentes y autorizadas peticiones, no consintió jamás en trasladar los cuerpos de los mártires de sus sepulcros, ni tampoco en separar de ellos una parte; la tumba de los mártires era inviolable.

Sin embargo, en lugar de enviar verdaderas reliquias, lo que hacía era mandar como regalo reliquias equivalentes.

Esto es, pañuelitos (brandea, falliola) que habían tocado el sepulcro del mártir, o trocitos de tela empapados en su sangre, o lamparillas de aceite encendidas ante su tumba.

Por el contrario, en Oriente y en Italia septentrional, que seguía la disciplina oriental, el traslado de los cuerpos de los mártires y su fraccionamiento se hicieron pronto comunes.

Son conocidísimos los traslados hechos por San Ambrosio de los santos mártires Gervasio y Protasio a la basílica por él construida, de los Santos Vital y Agrícola desde Bolonia al altar de la basílica de Florencia, de los Santos Nazario y Celso a la basílica de los Apóstoles.

Originariamente, la lista de las reliquias, algunas veces numerosas, que se colocaban en el altar, venía escrita sobre el altar mismo.
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Más tarde, esa misma lista, escrita en pergamino (pittacium), se encerró en la capsella que las contenía, como todavía es uso recomendado por el Pontifical.

relicario de la virgen de las lagrimas de siracusa

Relicario de la Virgen de las Lágrimas de Siracusa

Se conservan varias capsella metálicas antiquísimas, como la de San Nazario, plateada, en Milán, del 38.

Se colocaban en un hueco a propósito, hecho en la base del altar o bien excavado en el espesor de la mesa, según la costumbre generalizada después.

Las reliquias no eran solamente de mártires, sino también de confesores, de vírgenes o relacionadas con la Virgen o con Nuestro Señor.

Conviene, sin embargo, observar que, por más que la costumbre de colocar reliquias en los altares se extendiera muchísimo, no siempre podía llevarse a la práctica por falta de reliquias.

Por eso se buscaban substitutivos.

Véase por qué en el siglo IX surge una curiosa usanza, subrayada por vez primera en un canon del concilio de Celchyth (816), en Inglaterra, el cual sugiere colocar como reliquia sobreeminente la santísima eucaristía.

En esta época, sin embargo, vemos ya que la santísima eucaristía (tres hostias) se colocaba igualmente aun cuando no faltasen las reliquias.

Los tres granos de incienso que hoy se usan en el rito de la dedicación consta que estaban ya en uso en aquel tiempo y que guardaban relación con las tres hostias consagradas sepultadas en el altar.

relicario de los reyes magos

Relicario de los Reyes Magos

 

LOS RELICARIOS

Nos referimos aquí a los vasos o receptáculos de diversos tipos en los que la Iglesia a través de los siglos ha guardado determinados objetos de culto.

Entre éstos figuran, en primer lugar, las reliquias de los mártires y de los santos.

La memoria de éstos no se limitaba únicamente a la lectura de sus gestas, ni sólo a la inscripción de sus nombres en los dípticos.

Sino que principalmente iba unida a la veneración de sus reliquias, ya estuviesen éstas encerradas dentro de una capsa, si se trataba del cuerpo entero.

O en una capsella o cofrecito, si era solamente una parte de los huesos o cenizas, ya fuesen, en fin, reliquias de mero contacto (brandea, palliola).

A partir del siglo IV son frecuentes las alusiones a cajas de metal, madera y marfil que conteniendo reliquias se colocan en los altares en el acto de su dedicación.
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O se entierran junto a las sepulturas de los difuntos para su sufragio.
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O bien se llevan al cuello (encolpia) o se tienen en casa como objeto de devoción.

relicario del anillo de perugia

Relicario con el Anillo del Desposorio de la Virgen María con San José conservado en Perugia

El ejemplar más antiguo y precioso que ha llegado hasta nosotros es la Lipsanoteca, de Brescia (primera mitad del s.IV), el más bello de los marfiles cristianos.

En un principio tenía la forma de cofrecito; más tarde fue descompuesta, y cada una de las tapas puestas en comisa en forma de cruz su primitiva forma de cofrecito, no ha mucho que fue transformado en cuadro.

Algo posterior en el tiempo es la capsella argentea de la basílica de San Nazario, en Milán, donde en 382 San Ambrosio depuso algunas reliquias que consiguió en Roma.

Otras vetustas arquillas con representaciones o emblemas cristianos son la de Brivio, en Brianza (s.V); la de Rímini (s.V), la de Grado (s.V), que lleva grabados los nombres de los santos cuyas son las reliquias; la de Monza (s. VIII), de factura tosca, pero toda ella incrustada de piedras preciosas.

Son además interesantes, aunque de distinto carácter, las numerosas ampollas de plata (s.V-VI) que se conservan también en Monza.

Fueron llevadas de Roma para la reina Teodolinda con aceite de los santos mártires; provenían del Oriente y reproducen escenas de la pasión según el tipo de las medallas allí usadas.

Lo impresionante de todo esto es que hay místicos que pueden diferenciar las verdaderas de las falsas reliquias.

Orando ante la reliquia de una Astilla de la vera Cruz

 

QUE ES LA HIEROGNOSIS

La hierognosis es la capacidad de reconocer objetos, personas, lugares, que son santos y bendecidos, distinguiéndolos de aquellos que no lo son.

Etimológicamente significa conocimiento de lo sagrado.

Este don lo han tenido algunos santos, especialmente los extáticos, que entran en éxtasis.

Podían distinguir la hostia consagrada o no, rosarios y escapularios bendecidos, las reliquias verdaderas de las falsas.

Y por el contrario podían reconocer los artículos y personas maldecidos también.

Teresa Neumann y Ana Catalina Emmerich han dicho que la distinción entre un objeto bendecido y un objeto profano es la luminosidad que emiten.

Este don se relaciona con el de “cardiognosis”, que es la capacidad sobrenatural de leer los corazones y discernir si la persona está en estado de gracia o no.

La hierognosis la vemos funcionar a la inversa en las personas poseídas, ya que tienen repulsión hacia los objetos sagrados y bendecidos.

El don de la hierognosis podría explicarse por la connaturalidad con lo divino y con una gracia otorgada.

Pero como no todos los santos tienen este don, entonces el registro de las ‘vibraciones’ de lo divino en las cosas probablemente sea una gracia especial otorgada a algunos santos.

Han habido famosos Santos que han tenido esta facultad tanto en éxtasis como fuera de él, tales como la beata Catalina Emmerick, Santa Catalina de Siena, Santa Francisca Romana, Santa Liduvina, Teresa Neumann, Luisa Lateau, el padre Paul de Moll, entre otros.

Ahora daremos algunas referencias de este don en algunos de ellos.

 

BEATA ANA CATALINA EMMERICH

Catalina Emmerich, que murió en 1824, tenía una habilidad especial para el discernimiento de las cosas sagradas.

Era capaz de percibir a un sacerdote ordenado aunque llevara ropas de laico e identificada correctamente las reliquias auténticas.

También detectaba la bendición impartida con agua bendita de la impartida con agua común.

E incluso utilizaba el olfato para reconocer las reliquias de los santos.

Ella decía que veía al objeto bendito dotado de un poder de sanación y ayuda, porque se le aparecía con una luminosidad radiante.

Mientras que los objetos relacionados con el mal, los crímenes y la maldición aparecían ante ella como irradiando oscuridad y destrucción.

Ella incluso argumentó que una vez un ángel le informó que había recibido el don de ver la luz que sale de las reliquias de los santos.

Y eso le causaba consuelo, fortaleza y alegría y se sentía atraída hacia ella.

Incluso una vez explicó que veía en la luz de las reliquias imágenes pequeñas como las caras de los santos a las que les pertenecía.

Pero por el contrario se sentía repelida y horrorizada cuando le acercaban alguna cosa impura pecaminosa o maldecida, o cuando llegaba a algún lugar dónde se había cometido algún delito y las culpas no habían sido expiadas.

Cuando estaba en éxtasis y un sacerdote le ponía las manos en la cabeza ella levantaba inmediatamente la cabeza y seguía sus manos, pero no reaccionaba de esa manera cuando lo hacía otra persona.

Llegó a revelar una cosa muy importante, que los dedos consagrados de los sacerdotes serán conocidos en el purgatorio y en el infierno porque arderán con un fuego especial.

Cuando un sacerdote pasaba con la eucaristía por un camino a distancia de su casa ella corría hacia el camino y se arrodillaba ahí, en la estela del santísimo sacramento.

En cambio tenía aversión por los lugares de sepulturas paganas.

Un día estaba suspirando porque le dieron un vaso de agua que no tenía agua bendita, a pesar que había dos sacerdotes cerca que podrían haberla bendecido.

Inmediatamente fueron a ver si efectivamente había dos sacerdotes y evidentemente los había en una habitación cercana.

Los sacerdotes fueron, bendijeron el agua, ella la tomó y se sintió francamente fortalecida.

Ella sabía cuándo le llevaban una imagen sagrada si estaba bendita o no y recomendaba la gente no tener en la casa cosas que no fueran benditas.

Una vez Clemente Brentano, su biógrafo, le llevó un número de reliquias, las miro y separó una de ellas diciendo que no era auténtica.

Otra vez el Dr. Wesener relató qué le enseñó un relicario procedente de su suegra que acaba de morir, que aparentemente contenía dos astillas de la Santa Cruz, sin haberle informado nada.

Ella tomó el relicario lo puso en su pecho y dijo que contenían parte de la Santa Cruz.

En otro caso parecido, sin abrir el relicario, dijo de cuales Santos eran las reliquias que contenía el relicario, aunque no estaba escrito y además había dudas sobre alguna de ellas.

Una vez le llevaron unos huesos que habían desenterrado de una antigua tumba.

Antes que le dijeran nada, ella dijo que los entierren porque pertenecían a un hombre indigno del que no quería hablar de su malicia.

Según Catalina la descripción de a quiénes pertenecían las reliquias venían de su ángel.

 

LUISA LATEAU

El caso de Luisa Lateau, que falleció en 1883, es quizás el mejor estudiado por eminencias médicas de Bélgica y Francia, especialmente por médicos de Lovaina.

Cuando se le presentaba una reliquia de alguien, incluso que no era beatificado formalmente pero ella pensaba que era un santo, por ejemplo la venerable María de Agreda, ella la tomaba y la besaba.

Igual se comportaba con los objetos benditos que tenían una forma que podía ser profana, como por ejemplo los anillos.

Y se comportaba de una forma insensible con objetos que no estaban bendecidos, aunque fueran imágenes sagradas.

Cuando un sacerdote le presentaba un crucifijo sin bendecir ella se volvía de espaldas y hacía la señal de la cruz en el objeto.

Mientras cuando le presentaban un objeto bendecido ella mostraba una gran sonrisa.

Una vez sucedió qué iba hacia el lugar de Luisa un cura con la cajita vacía de la santa comunión (teca) porque venía de dar la extremaunción.

Y ella al sentir de lejos al sacerdote se puso de rodillas.

Cuando el sacerdote le enseñó la teca donde había llevado la hostia consagrada ella mostró su sonrisa como que había un objeto consagrado ahí, a pesar que el sacerdote decía que la teca había sido purificada y no había ninguna partícula bendecida ahora.

Sin embargo, cuando el sacerdote lleva la cajita a la iglesia el obispo se pone la estola para abrirla y encuentra una partícula de milímetros en la teca, que el cura no había visto.

Entonces purificaron totalmente la teca le pusieron una hostia no consagrada y se la llevaron a Luisa Lateau de nuevo.

Y al verla no le causó ninguna impresión.

Estos experimentos Fueron presenciados por profesores de Medicina de la Universidad de Lovaina.

 

TERESA NEUMANN

La mística Teresa Neumann, que falleció en el año 1962, tenía el don de reconocer objetos bendecidos consagrados y reliquias, especialmente cuando estaba en estado de éxtasis.

Incluso tenía la capacidad de reconocer a los sacerdotes ordenados por sus manos consagradas.

Sacerdotes y capellanes militares que venían de la Segunda Guerra Mundial a veces vestían como laicos ordinarios, sin embargo ella lo saludaba diciendo “hola Padre” y ellos quedaban sorprendidos ante el reconocimiento.

Y sería capaz de reconocer donde estaba el Santísimo Sacramento a varios kilómetros de distancia, identificando el camino a las iglesias.

Viajando con el padre Naber, su director espiritual, por parajes desconocidos, ella le indicaba al sacerdote dónde podía encontrar la Eucaristía.

Y cuando se acercaba un sacerdote que llevaba el santísimo sacramento para una persona enferma, el dolor de sus estigmas cedía por un tiempo.

También podía reconocer cuando una persona había recibido recientemente la sagrada comunión.

En una ocasión estando en éxtasis le pidió un sacerdote que le mostrará su Rosario y cuándo se lo entregó lo beso devotamente, y le contó que el rosario había sido usado por el beato Kreszentia de Kaufbeuren de Baviera, y el sacerdote asintió porque conocía la historia.

En otra ocasión un caballero trajo una reliquia de Italia y cuando Teresa la tocó reconoció que era de un santo que conocía muy bien al Papa.

Sin embargo los presentes no sabían que el santo Contardo Ferrini tenía conexión con el santo padre y Teresa les contó un incidente de su vida que ellos no conocían.

También sería capaz de discernir las reliquias que eran auténticas o no, sin importarle los documentos de autenticidad que tenían.

Y determinar si la reliquia era de primera clase, o sea una parte del cuerpo del santo, o una reliquia que había tocado el cuerpo del santo, como por ejemplo una ropa.

En una ocasión un monje benedictino le puso cerca de uno de los estigmas a Teresa una supuesta reliquia de la vera cruz que había heredado de su abuela, y qué le habían dicho que había pertenecido a monjas que habían huido de Renania.

Inmediatamente Teresa la reconoció como genuina y dijo que era de la parte de abajo de la cruz, en los pies del Redentor.

También le dijo al mismo monje, que una reliquia que él le mostró, era de un santo papá y mártir llamado Linus, primer sucesor de San Pedro, lo que este sacerdote no conocía.

Una vez un médico llamado Dr. Gerlich le mostró una reliquia escondida dentro de un sachet, y Teresa sin abrir los ojos dijo que parte era de la vera cruz.

Pero había otros casos en que ella decía con la cabeza que eso no era una reliquia auténtica o qué no era una reliquia de primera clase, pero había tocado a una de ellas.

Como por ejemplo es el caso de un sacerdote que llevaba colgado un crucifijo que él pensaba que era genuino, pero ella le dijo que no era verdadero pero aun así, había tocado una verdadera reliquia de San Francisco.

Entre las reliquias que ella reconoció están las de San Odilo, Dunn Escoto, Santa Cecilia, San Esteban, San Lorenzo, Santa Isabel.

Por ejemplo cuando identificó la reliquia de San Nicolás von der Fliie contó su historia y la devoción que tenía por el Salvador, que los que estaban ahí no la conocían.

En otra ocasión ella reconoció la reliquia de un nativo de su propio pueblo el padre Liberatus Wisse, qué fue lapidado en 1716, informando que fue un santo que entró en el cielo sin pasar por el purgatorio y pidió a los presentes orar por su beatificación.

Lo único que podía sacar a Teresa del éxtasis de la pasión que se producía el jueves por la noche y el viernes, era la bendición de un sacerdote católico o un Obispo.

Aunque ella estuviera con los ojos cerrados, igual podía percibir la bendición y decía “Gracias a Dios, Padre”.

 

PADRE PAUL DE MOLL

Era un sacerdote benedictino que murió en el año 1896 y que tenía extraordinarios dones místicos

Los que evidenció luego de haber sido curado milagrosamente de una enfermedad grave, cuando fue ordenado sacerdote.

Muchos de sus milagros fueron realizados a través de la medalla de San Benito.

Una vez una mujer de Holanda le llevó al padre Paul un paquete cerrado que contenía 432 medallas y le pidió que las bendijera.

El padre las bendijo salvo a una porque dijo que era una medalla de la Preciosa Sangre y dijo “por ella diré sólo una pequeña oración”.

Cuando la señora abrió el paquete en su casa encontró efectivamente esa medalla de la Preciosa Sangre.

Un día una mujer de Flandes visitó al padre Paul con su hija quien llevaba un rosario azul.

El padre se lo pidió porque dijo que no está bendito, lo bendijo y se lo devolvió.

También se cuenta un caso de una mujer en Bélgica había perdido varios niños en su infancia.

Su último hijo nacido era de 5 semanas y se volvió muy hosco llevándoselo al padre Paul al monasterio. Y por primera vez el niño se rió ante el padre Paul.

El sacerdote le dijo que no se preocupara, que su hijo sería curado, pero que tenía en su casa ropa de bebé que había llegado de una mujer extraña y que debería quemarla tan pronto como fuera posible.

Cuando hiciera eso el niño estaría bien y además debía ser una novena en honor a San Benito.

Cuando volvió a su casa recordó que tenía algunas ropas que su hermana le había dado, que las había recibido a su vez de una mujer de carácter dudoso.

Quemó las ropas e hizo una novena de acuerdo a lo que le había sugerido.

Pero al final de la novena el niño comenzó a llorar de vuelta y la madre hizo una segunda visita al monasterio.

El padre Paul le dijo “tú no quemaste todo lo que habían tu casa y provenía de esa mujer”.

En cuanto llegó a su casa buscó por todos lados y encontró debajo de un mueble un viejo par de zapatos de bebé, los arrojó al fuego y a partir de ahí la salud de su hijo fue restaurada permanentemente.

Hay otra historia parecida de un hombre comerciante de Amberes, que tenía tres hijos pequeños dos niños y una niña.

Entre los proveedores de su tienda tenía una mujer campesina que de vez en cuando le llevaba productos de su granja, como huevos, frutas, verduras, leche.

Un día esta mujer le dio a comer a los hijos mayores algunas manzanas.

Pocos días después el niño mayor cayó enfermo y el médico no sabía a qué se debía.

Y declaró que no tenía esperanzas en su recuperación, lo mismo que 4 médicos más que consultaron.

Incluso los padres notaron algunos hechos extraños, por ejemplo que cuando se le acercaba al niño una estatuilla bendita de San José reaccionaba con extremo terror.

El muchacho murió y luego la misma enfermedad pasó a su otro hermano.

Mientras tanto la mujer seguía llevando provisiones a la tienda y un día se le escapó “¿el pequeño aún no ha muerto?”.

Los padres fueron a ver al padre Paul al monasterio y éste les dijo que nunca es bueno permitir a los extraños que les den a sus hijos manzanas o dulces o cosas similares.

Y refiriéndose al hijo más joven le dijo “tu niño pronto será un hermoso Ángel en el cielo”.

El niño murió y el padre Paul fue a consolar a los padres, y les dio una medalla de San Benito para que la colgaran en la tienda.

Diciendo que mientras el padre Paul viviera la mujer no pondría de nuevo su pie en la tienda.

Y también les dijo que tendrían otro hijo más inesperadamente.

La mujer no se apareció más por la tienda hasta la tarde en que el padre Paul murió, pero ahí fue expulsada por el propietario.

Y luego se confirmó que tuvieron otro hijo como el padre Paul predijo, como recompensa por la pérdida anterior de sus hijos.

 

GARABANDAL

También en las apariciones de Garabandal (1961 a 1965) se han dado casos de reconocimiento de objetos religiosos.

En primer lugar las videntes reconocían a las personas consagradas a Dios – monjas y sacerdotes – aunque no estuvieran vestidas como tales.

Conchita señala en su diario que una vez estuvo un dominicano de incógnito y que ella habló con él durante su éxtasis oyéndosele decir “dominicou”.

Y más tarde la Virgen le dijo que le comunicara al domínico que usará su “hermoso hábito”.

También las niñas videntes podían reconocer si un objeto había sido besado o no por la Virgen mientras estaban en éxtasis.
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Porque ellas entregaban a la Virgen rosarios de la gente para que los besara.

Por ejemplo una persona le dio un rosario para que la virgen lo besara en la próxima aparición pero Conchita le dijo “pero ya lo ha hecho”.

Y efectivamente la persona reconoció que eso había sido una prueba ante las niñas.

Las niñas le daban a besar a la virgen una enorme cantidad de rosarios en cada aparición y jamás se equivocaban al devolverle al propietario su Rosario.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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