El vínculo temporal y espiritual entre la aparición de la pandemia y la entronización de la Pachamama en el Vaticano.  

En octubre de 2019 se entronizó la principal deidad precristiana de latinoamérica, la Pachamama, en la Casa de Dios, el Vaticano.

Se hizo un acto en que participaron las autoridades de la Iglesia ante su imagen, se cantaron himnos, algunos sacerdotes se arrodillaron y luego fue trasladada a un altar de una iglesia romana.

Esto técnicamente es un pecado contra el primer mandamiento, y peor aún porque fue realizado por los encargados de difundir en el mundo al Dios único y verdadero.

Sabemos que el Dios que se reveló en las escrituras es un Dios celoso y que no se toma a la ligera los actos de caridad ni los pecados de sus hijos, los retribuye.

Aquí hablaremos sobre la posibilidad que la aparición de la pandemia haya sido una retribución de Dios por la entronización de la Pachamama en el Vaticano.

Los cristianos, y entre ellos los católicos, hemos perdido en esta época el sentido de que lo que sucede en el campo espiritual tiene consecuencias en el campo físico.

San Pablo en Romanos 8 habla que la creación sufre dolores de parto para liberarse de la corrupción de nuestros pecados, vinculando así el orden natural con el espiritual. 

Y esto es así porque Dios creó el mundo natural sobre una base moral y si se quebranta ese orden moral, habrá consecuencias en el orden natural.

En varias apariciones Nuestra Señora ha dado mensajes por ejemplo, vinculando el cambio climático con los pecados de la humanidad.

Sin embargo los católicos que dicen tener un pensamiento adulto y racional, rechazan esa vinculación, diciendo que las cosas que pasan en la naturaleza, suceden por razones propias de la naturaleza, como si pasaran cosas en la Tierra que Dios no controla.

En cambio Jesucristo dice en Mateo 10, que ni un pajarito cae a tierra sin que Dios lo permita.

Y por otro lado, estos mismos católicos racionales son los que dicen que Dios es tan bueno que jamás haría algo que castigara a los hombres.

Sin embargo, incluso una lectura superficial de la Biblia muestra que los autores sagrados vieron una conexión directa entre la idolatría y los problemas suceden en el mundo. 

O sea entre alejarse del Dios verdadero para adorar dioses falsos.

Conexión que también funcionaba a la inversa, cuando los israelitas fueron fieles, siguió la prosperidad terrenal.

Sin embargo esto no lo plantean tan claramente respecto a cada acto personal, sino que se refieren básicamente a las expresiones colectivas.

Ellos sostenían que si el pueblo rechazaba a Dios a través de la idolatría, Él muy bien podría negarles Su protección. 

Incluso San Pablo dice en Romanos 1 que la ira de Dios se revela contra aquellos que cambiaron la gloria de Dios por imágenes a las que idolatran.

¿Y por qué es este celo?

Porque la idolatría es el máximo rechazo a Dios.

El Primer Mandamiento es no tener otros dioses delante del verdadero Dios, y es el primero por una razón, porque es el más importante. 

La sociedad del siglo XXI dejó de creer a Dios y ha comenzado a idolatrar a otros dioses como el dinero, al propio ser humano, a la ciencia, a sus pasiones desordenadas, la energía cósmica, etc.

Pero en octubre de 2019 sucedió algo más destructivo aún, en el lugar que el Creador eligió para dirigir y difundir el culto al Dios verdadero, en el Vaticano.

Se entronizó a la Pachamama en medio del Sínodo de la Amazonia.

Y dos meses después, en diciembre de 2019 comenzó la pandemia.

La justificación para entronizar a la Pachamama que dieron los organizadores fueron débiles, incluso llamó la atención que la cara de Francisco en el acto, era como de desconcierto, quizás se preguntaba si estaban haciendo bien.

Los organizadores dijeron que en realidad la imagen que se había entronizado en la Casa de Dios era la Santísima Virgen María, la supuesta «Nuestra Señora del Amazonas».

Sin embargo la Pachamama no es tradición de la Amazonia sino de los Andes, por lo que la idea no fue rendir homenaje a la cultura de los pueblos originarios de la Amazonia.

Y lo más importante, en cualquier enciclopedia que se leas verás que la Pachamama, es la principal deidad que representa la tierra y la fecundidad en las culturas precristianas andinas, y en ningún lado verás que se trata de una advocación mariana.

Por lo tanto fue un claro acto de inculturación de un ídolo pagano al que adoran las culturas anteriores a la llegada del cristianismo, el más importante de latinoamérica.

O sea un sustituto del Dios verdadero que trajo la evangelización.

Y que sacerdotes de la Iglesia del Dios verdadero se arrodillen ante un ídolo en competencia con el Dios único, como se vio en los videos, no es humildad ni caridad.

Es despreocuparse por aquellos que están en necesidad de salvación de su alma, porque la Iglesia debe proclamar la verdad para la que fue creada, que Jesucristo es el único camino para la salvación, como dice la Biblia.

Por lo tanto lo que se hizo en la Casa de Dios fue justificar a un Dios falso, haciendo daño a la salvación.

Y no puede haber otra lectura, porque el obispo Erwin Kräutler, supuestamente el autor principal del documento de trabajo del Sínodo, se ha jactado de que en treinta años trabajando en la región amazónica, nunca había bautizado a un indígena. 

De modo que no parece muy afecto a que los pueblos indígenas comprendan la importancia de la fe católica para la salvación de su alma.

Lo que sucedió con la entronización de la Pachamama en los jardines vaticanos y luego su exhibición en iglesias de Roma, fue una profanación.

Diversos sacerdotes, obispos, cardenales, teólogos y simples laicos levantaron la voz denunciando el sacrilegio.

Y si bien Francisco luego pidió perdón, con buen tino, a quienes se hubieran sentido heridos, no se ha informado que se haya realizado un acto de reparación por la afrenta a Dios.

Y dos meses después Dios dejó pasar la pandemia, o sea el virus y todo lo que sucedió a su alrededor.

Algún día la humanidad debatirá sin censura sobre las verdaderas causas de la pandemia, sobre la arrogancia de los llamados científicos, sobre los métodos de curación que se usaron, sobre la campaña del miedo que se inoculó, sobre los intereses económicos, sobre el uso político, etc.

Pero también la Iglesia deberá debatir sobre la respuesta que dieron los obispos que cerraron las puertas de nuestros templos para rezar cuando más se necesitaba, que los fieles se vieron privados de la eucaristía por largo períodos, que negaron los últimos ritos a los moribundos, que no se encontraron sacerdotes para escuchar confesiones.

Y que en muchos lugares lo hicieron más allá de lo que el poder político y sanitario exigían, en una especie de síndrome de Estocolmo compulsivo.

Es claro que en esta pandemia Dios retuvo parte de su protección. 

Porque ya sabemos que en el mundo no sucede nada sin que Dios lo permita.

Posiblemente el advenimiento de la pandemia y sus largas consecuencias y la altamente defectuosa respuesta que dio la Iglesia haya sido una reprimenda misericordiosa de Dios.

Una purificación por los pecados del mundo y ahora por la idolatría en que cayó Su Iglesia al entronizar a la Pachamama, en el lugar más sagrado.

Nadie sabe qué hubiera pasado si Dios no nos hubiera quitado parte de su protección.

Quizás si Su Iglesia no hubiera idolatrado a una deidad andina en Su casa, Dios no habría permitido que el virus llegara al hombre o quizás que las autoridades lo hubieran tomado con menos alarma y no utilizado para sus fines políticos y económicos.  

Tal vez hubiera permitido que los tratamientos médicos hubieran sido más certeros y que la emergencia durara menos.

Y quizás también Dios hubiera permitido que los líderes de la Iglesia comprendieran mejor la devastación espiritual que causaría una respuesta temerosa y les habría dado valor. 

Que se preocuparan más por salvar el alma de sus fieles antes que proteger sus cuerpos, actuando simplemente como apéndices de la autoridad sanitaria y política. 

No sabemos que hubiera pasado.

Pero lo que es seguro es que la Iglesia ofendió a Dios, porque leemos en la Biblia que la máxima ofensa es adorar a otras deidades que lo suplanten.

Y lo más alarmante del caso es que quizás aún muchos dentro de la Iglesia, no hayan hecho la conexión de que adorar a otros dioses conlleva una retribución de Dios.   

En resumen, la aparición de la pandemia en diciembre de 2019, con todo lo que implicó a su alrededor, supuso una quita de parte de la protección de Dios, por lo menos momentánea.

Y el permiso divino para que esa tribulación llegara a la Tierra, sucedió 2 meses después que se entronizó la imagen de la Pachamama en el Vaticano, en medio del Sínodo de la Amazonia.

A un mundo alejado de Dios, que opta por otros dioses, se sumó en octubre de 2019, la entronización de la mayor deidad precristiana de Latinoamérica, en la propia sede central de la institución que Dios inspiró para que difundiera en el mundo al Dios verdadero y único.

Este es a los ojos de Dios el pecado más grave, la violación de primer mandamiento, amarás a Dios por sobre todas las cosas.

El pueblo católico no sabe si se hizo un acto de reparación por este pecado aún.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la vinculación entre la pandemia y sus efectos y la entronización de la Pachamama en el Vaticano.   

Y me gustaría preguntarte si crees que efectivamente eso haya producido una retribución de Dios a través de la pandemia o no.

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