Cómo se han manifestado en exorcismos y cómo se diferencian de los demonios.
La cultura popular piensa que existen las almas en pena, que luego de muertas permanecen errantes en la Tierra buscando la luz para llegar a su destino final.
Los cristianos no han dado mucho crédito a las manifestaciones de las almas en pena, de las que hablan las leyendas urbanas, pero sin embargo puede haber algo de verdad en estas leyendas.
Porque últimamente algunos exorcistas, como los padres Amorth y Fortea, se han encontrado con estas almas en los exorcismos.
Y descubrimos que de repente pueden ser familiares lejanos nuestros o amigos de los que no sabemos más nada o simplemente conocidos que les perdimos la pista.
Aquí hablaremos sobre la evidencia que ha encontrado el Padre Fortea en exorcismos sobre estas almas en pena o errantes, quienes son, donde están en realidad, qué les sucedió para estar en esa situación de vagar por la Tierra en busca de la luz, qué los detiene en la Tierra, qué las puede liberar del sufrimiento y cómo podemos ayudarlas.
Numerosos exorcistas se han encontrado en sus exorcismos con almas humanas dentro de posesos.
A estas almas se les suele llamar almas errantes o almas en pena o almas perdidas.
Estas evidencias están siendo procesadas por los exorcistas actualmente, que están tratando de comprender el fenómeno en su totalidad.
Pero deben luchar con el desprestigio de la tesis, porque los espiritistas siempre han defendido la existencia de estas almas en pena, que no habían encontrado su lugar de descanso definitivo.
Pero valientemente el padre Philippe Métais Fontenel sostiene que esas almas aún no han aceptado a Cristo para su salvación, pero tampoco lo han rechazado, por lo cual merecerían el infierno.
Y deja en la nebulosa del misterio por qué sucede esto.
El padre José Antonio Fortea ha investigado en profundidad este tema y sus hallazgos pueden leerse en su libro «Tratado sobre las almas errantes».
Al cual define como un ensayo sobre la posibilidad de que el Juicio Final sea el verdadero juicio para algunas almas, porque en el Juicio Particular las almas no se purifican en el purgatorio, sino que quedan errantes, porque perdieron el camino hacia la luz.
Y tienen hasta el Juicio Final para encontrar la Luz.
Según Fortea estas almas se sitúan en la parte inferior del purgatorio, la más cercana al infierno, prácticamente tocando al infierno.
Pero hay una diferencia clave, los moradores del infierno están en una actitud de rabia, en cambio las almas en pena no muestran rabia sino una tristeza oscura y densa, que les impide dirigirse a la luz, que es lo que aspiran.
En su libro habla del caso de un exorcismo del año 2003 en que encontró a una de estas almas humanas poseyendo a una persona.
Dijo que se llamaba Desiré, que había vivido hace siglos, que era muy guapa y pensó que podría tenerlo todo, pero que no era mala y no rechazaba a Dios.
Informó además que no encontraba la luz y que se iría del cuerpo que poseía cuando acabara de decir lo que le han dicho que diga.
O sea que estaba en una misión para sensibilizar a los hombres de este tipo de almas.
Fortea le preguntó, siempre en el nombre de Jesús, si hay muchos espíritus perdidos como ella.
Y dijo, «Hay muchos. Están en la Tierra. Fueron hombres. No somos ángeles. No somos demonios. Debéis rezar».
Ellas dijo que se iría del poseso cuando el poseso rezara con fe.
Con lo cual Fortea concluyó que no estos espíritus no necesitan ser exorcizados sino oraciones.
Además informó que dentro del cuerpo del poseso había otro demonio y que se debía expulsar rezándole a San Miguel Arcángel.
Y agregó que satanás está furioso, pero no debemos austarnos porque Dios está con nosotros.
Que hay muchos demonios ocultos y hay que rezar durante más tiempo para detectar los demonios ocultos.
Que tres o cinco minutos son insuficientes, a veces tardan horas o días en manifestarse.
Finalmente dijo que en hay muchos demonios ocultos en España y la gente no sabe, piensan que los demonios no existen y hay que rezar por ellos, porque son tontos.
Esta alma decía no ser un demonio y hablaba sin odio, de modo normal, pero con tremenda tristeza.
Además, podía rezar y alabar a Dios, que los demonios también pueden hacerlo cuando son obligados, pero con tremenda furia.
Y otro detalle que diferencia esta alma de los demonios es que ese espíritu salió sin convulsiones, sin gritos como lo hacen los demonios, sino suavemente, con un suspiro.
Otro caso que menciona Fortea es el de un alma humana llamada Jaislegel poseyendo a un poseso.
Que dijo que había sido malo en vida, no había rechazado a Dios pero vivía sin Dios, como si no existiera.
Y no pidió perdón en su momento por sus pecados.
Dijo que los espíritus perdidos vagan buscando un descanso, pero no lo encuentran y van purificando sus pecados durante muchos siglos.
Al principio del exorcismo esa alma no quería arrepentirse, pero tras mucho orar por parte del exorcista, el alma comenzó a orar.
Después dijo que veía una luz a lo lejos, que se fue acercando.
Dijo que veía a una mujer que le sonreía con un niño en brazos, con la que aparentemente habló, según Fortea.
Y después pidió perdón de todos sus pecados.
Y dijo, «me marcho. Gracias. Me acordaré de vosotros. Adiós».
El poseso abrió los ojos y dijo que el espíritu había salido de su interior.
También Fortea da otra evidencia que recibió un exorcista en unas conferencias dadas en una pequeña ciudad del interior de México.
Luego de la conferencia, un médico acompañado de una mujer le pidió hablar a solas.
Y le dijeron que durante muchos años habían colaborado con un anciano y santo exorcista.
El exorcista les había contado lo que le había sucedido por la mucha confianza que había puesto en esos dos colaboradores.
Años antes, aquel sacerdote había sufrido un paro cardíaco y afirmó que vio salir su alma del cuerpo y que se vio arrastrado hacia un túnel con luz al final.
Al final, fue reanimado, se recuperó y siguió con su labor sacerdotal.
Pero desde que tuvo aquella experiencia, les aseguró que podía ver a espíritus humanos que vagaban por la Tierra.
Estos espíritus no sólo hablaban con él, sino que le pedían la absolución de sus pecados.
Este sacerdote no les daba la absolución, porque no se consideraba autorizado para hacerlo.
Pero afirmó que un día se apareció Jesús y le dijo que le autorizaba a hacerlo.
Y después de algunos años de fructífera labor exorcística, murió.
Y Fortea dice que a esta conclusión llegó el padre Gabriele Amorth después de mucho tiempo.
Al principio decía que no existían las almas humanas poseyendo personas, que eran engaños de los demonios.
Pero luego, en uno de sus libros el Padre Amorth escribió que la experiencia testimonia que existen también las almas de difuntos que no están en su lugar, que están en pena.
Es decir, en un estado donde ellas no han aceptado todavía a Cristo para entrar en un camino de Salvación, sin que por otra parte hayan merecido el infierno.
Y más adelante Amorth propuso a los exorcistas, «lo ideal sería adaptar algunas de las oraciones que rezamos a los muertos»
Y durante la oración, intentar conducir a estas almas a la luz de Cristo.
Y luego el Padre Amorth relatará el exorcismo que hizo del alma de un albanés en una señora.
Le preguntó si estaba dispuesto a pedirle perdón a Dios por sus pecados, y le dijo que sí.
Y luego lo confesó de forma somera, y lo absolvió bajo condición.
Esto es parecido a lo que contó San Buenaventura, de una mujer devota de San Francisco
Mientras los clérigos estaban en sus exequias, la mujer se sentó sobre el cajón mortuorio y pidió ser confesada, porque cuando vivía, no había confesado una culpa.
Y dijo que San Francisco le había concedido retornar a su cuerpo para confesar el pecado y merecer así la vida eterna.
El sacerdote la escuchó, le dio la absolución y volvió a su muerte.
Esta evidencia que presenta el Padre Fortea de una manera sistemática parecería indicar que existen verdaderamente los espíritus perdidos o almas en pena.
Porque en los exorcismos los exorcistas se han encontrado con espíritus que afirman ser almas humanas.
Y se manifiestan con tristeza, no con odio como los demonios.
Pueden orar y alabar a Dios sin rabia, pueden besar un crucifijo o la imagen de la Virgen sin problemas.
Se les puede asperger con agua bendita sin que se produzca reacción alguna, y los objetos sagrados no provocan aversión en ellos.
Las oraciones de los exorcistas son la causa de que reciban la gracia del arrepentimiento y una vez lograda salen del cuerpo del poseso de un modo completamente diverso al de los demonios, suave y pacíficamente
De modo que la persona posesa queda liberada habiendo recibido sólo oraciones, no exorcismos.
Pero más allá de los exorcismos, la evidencia muestra que hay almas separadas del cuerpo en la Tierra, que no entraron en la purificación sistemática del purgatorio, que tuvieron muchos pecados pero que no rechazaron a Dios, y tienen la capacidad de buscar la Luz de Dios hasta el Juicio Final.
Y por lo tanto, existe para ellas aún la posibilidad de salvarse o de condenarse.
Por lo tanto debemos orar por las almas en pena o errantes, para que encuentren la luz.
Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar, sobre la evidencia resumida que presenta el Padre Fortea de la existencia de almas en pena, que vagan por la Tierra buscando la luz para salvarse definitivamente.
Y me gustaría preguntarte si has visto o pensado que existen las almas en pena o errantes y si has orado para que encuentren la luz, o no.
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Me parece raro…rariiiisimo.
Osea dicen que cuando morimos la conciencia queda »estática» uno ya NO SE PUEDE ARREPENTIR.
Y aquí habla de un alma que vivió sin Dios cómo si no existiera, que fue mala persona y que además después de muerto NO se quería arrepentir???!!!! Pero rezaron y se arrepintió???
Queee..????
Muy raro todo, por decir lo menos, sino una táctica del enemigo