Cómo asegurarse sí o sí que tu oración verdaderamente funcione.
Hay una forma de orar para pedir favores a Dios y alcanzar tu felicidad, que no falla.
No se trata del engaño de esas oraciones que circulan por internet, que te dicen que si oras exactamente una oración que ellos te indican, tendrás todo lo que pidas.
Ese es el pasaporte seguro a la decepción.
La forma de orar para que Dios te responda afirmativamente, tiene que estar anclada en lo que los padres y doctores de la Iglesia han experimentado, en su relación y su reflexión sobre Dios.
Aquí no te indicaremos una oración mágica que solucionará todos tus problemas, sino que te contaremos de qué forma debes orar para pedir a Dios, y así logres Su respuesta afirmativa y eso implique tu felicidad.
En el mundo cristiano, la oración ya no se comprende adecuadamente.
Para algunos es como un refugio de bienestar psicológico, para lograr el dominio de uno mismo; esto lo encarna la meditación.
De alguna manera piensan que sería supersticioso esperar un cambio en el mundo físico producido por la oración, porque todo está sujeto a la necesidad de las leyes de la naturaleza.
Otros la ven como un intento desesperado ante una situación angustiosa, para satisfacer cualquier pulsión que tengamos, y a veces tratando de obligar a Dios a hacerlo.
Y otros la ven como una actividad religiosa para hacer por la mañana y por la noche, pero que tiene poco peso real en la vida de la persona.
Ya no se percibe la oración como la parte más importante de la vida cristiana, la más decisiva para influir en el destino del mundo, de la Iglesia, de la propia vida y de los seres queridos, y que tiene sus leyes que hay que comprender.
Para una mentalidad ingenua, la oración es meramente como una cinta transportadora, pedimos a Dios y Él nos da.
A veces esta mentalidad piensa, a lo sumo, que su eficacia dependerá de las palabras exactas con las que oramos.
Por eso vemos que YouTube está lleno de videos que anuncian, esta es la oración que Dios siempre contesta o con esta oración vas a conseguir todo. Un engaño.
Incluso hasta parecería que Lucas nos dice que la oración perseverante es eficaz, casi incondicionalmente “Pedid, y se os dará”.
Pero tanto la biblia, como la experiencia que tenemos en la contestación de las oraciones de petición, nos muestran que la contestación afirmativa depende del plan de Dios.
El Señor le dice al profeta Jeremías “sé los planes que tengo para ti, para el bienestar y no para el mal, para darte un futuro y una esperanza.
Entonces me llamarás y vendrás a orar a mí, y yo te escucharé.
Me buscarás y me encontrarás”.
Dios tiene un plan para tu vida, si cooperas con las gracias que Él quiere darte.
Por lo tanto la eficacia de la oración está condicionada al relacionamiento con Dios.
Pero la dificultad para entender esto es que demasiados cristianos piensan que el mundo gira alrededor de ellos, y todo lo miran de acuerdo a sus conveniencias y no a las de Dios.
Y consideran a Dios como un mago expendedor de gracias, al que pueden acudir sin comprometerse en un mayor esfuerzo.
La realidad que todos experimentamos es que hay muchas oraciones que no son contestadas, y otras que son contestadas no exactamente de la manera en que lo pedimos.
La respuesta tiene sus reglas que hay que conocer, para lograr que Dios nos otorgue lo que le pedimos más frecuentemente.
La premisa general es que nuestras peticiones tienen que estar de acuerdo con la voluntad de Dios, para ser contestadas.
Las Escrituras nos orientan sobre qué tipo de pedidos nuestros no son contestados.
A veces lo que pedimos no es lo adecuado, pensamos que sabemos qué es lo mejor para nosotros.
A veces pedimos directamente algo que a la larga nos hará mal, y como Dios es amor, no nos va a dar nada malo.
A veces nuestra petición no puede ser contestada afirmativamente sin violar la libertad de otro, porque oramos para que una persona tome alguna decisión que preferiríamos.
A veces nuestra petición no puede ser concedida por el daño que podría causar a otros.
Quizás queramos un día soleado para nuestro picnic, pero los agricultores necesitan desesperadamente lluvia.
A veces nuestra fe no es lo suficientemente fuerte.
El Libro de Santiago dice que el que duda es como la ola del mar, arrastrada y sacudida por el viento.
A veces pedimos cosas por motivos equivocados, Santiago también dice, que es para gastar lo que obtienes en tus placeres.
A veces el pecado del que no nos arrepentimos levanta una barrera entre nosotros y Dios, de modo que nuestra oración queda bloqueada.
A veces no hemos sido generosos con las peticiones y necesidades de los demás.
Y a veces Dios no puede confiarnos bendiciones porque no seguimos su palabra ni somos dignos de confianza en cosas menores.
La respuesta de Dios es condicional.
Por ejemplo, si le pedimos que mate a una persona que nos ha hecho daño, Dios no responderá afirmativamente.
Toda cosa ajena a la moralidad que impulsa Dios no tendrá una contestación positiva.
Y por el contrario, Juan nos dice que si pedimos a Dios algo en línea con su voluntad, Él nos oye.
Y Santiago afirma que la oración del justo tiene gran poder.
De modo que la contestación de Dios a las oraciones está condicionada a nuestro seguimiento de los caminos de Dios.
Si nosotros nos apartamos de la moralidad que Él pide, entonces las oraciones no tendrán chance de ser efectivas.
¿Y cómo debemos orar para que una cosa que pidamos nos la conceda?
Partamos de la base que la dificultad que podemos tener con Dios, está relacionada con los caminos para obtener nuestra felicidad y nuestra salvación.
Él puede pensar que algo es malo para nosotros y nosotros que es bueno.
Entonces déjame mostrarte una buena manera de pedir cosas para nuestra felicidad, incluso en este mundo, que obligará a Dios a escucharnos.
Por ejemplo si quieres hacer a Dios una petición por dinero puedes decirle seriamente, dame por favor tanto dinero que mi corazón quede satisfecho, o inspírame tal desprecio por el dinero que ya no lo quiera.
Otra forma, líbrame de la pobreza o hazla tan placentera para mí, que no la cambiaría por toda la riqueza del mundo.
Quita mi sufrimiento, o en su lugar haz que la aflicción se convierta en fuente de alegría.
Puedes quitarme el peso de mi cruz, o puedes dejarla conmigo sin que yo sienta su peso.
Porque después de todo ¿qué importa de qué manera eres feliz?
Cuando ores de esta manera, ¿sabes cuál será el efecto de tus oraciones?
Primero, estarás satisfecho pase lo que pase.
¿Qué más quieren los que están orientados a los bienes de este mundo, que estar satisfechos?
Y en segundo lugar, no sólo obtendrás sin falta una de las dos cosas que has pedido, sino que, por regla general, obtendrás ambas.
Por ejemplo, Dios te dará el disfrute de riquezas, y te inspirará al mismo tiempo el desprecio por ellas, para que puedas poseerlas sin peligro de apegarte a ellas.
De esta forma, Él pondrá fin a tus sufrimientos y te dará lo necesario para tu vida según Su plan.
Él te hará feliz aquí y ahora, y te dará lo justo, ni más ni menos, para que tu felicidad no te haga daño.
¿Se puede pedir algo mejor?
Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre cuál es la forma de orar que infaliblemente te conducirá a la felicidad, y cómo la puedes manejar fácilmente.
Y me gustaría preguntarte si crees que esta forma de orar es una forma fácil e inteligente de conducirte como cristiano, o que es impracticable porque se necesita mucho desapego para cumplirla.
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