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Cómo hay que hacer para orar con todas las partes del cuerpo.

Las formas de orar a Dios suelen cambiar con el tiempo debido a modas o a situaciones de vida diferente.

Por ejemplo dependiendo del tiempo que se dispone para rezar o la cantidad de distracciones que hay alrededor nuestro. 

Pero siempre debemos entender que la oración es una forma de comunicación con Dios en la que intentamos decirle algo y a su vez experimentar su acción en nosotros.

Una forma común es recitar oraciones ya pre hechas, como por ejemplo el Rosario. 

Pero recientemente se ha desarrollado un nuevo modelo, menos mecánico, que trata la oración principalmente como una conversación desestructurada entre el fiel y Jesucristo.

Llegando incluso a la propuesta del Santo Cura de Ars que considera que mirar al santísimo Sacramento es una oración en sí misma.

Y también recientemente, se ha redescubierto la meditación de los Padres y Madres del Desierto del siglo IV, que rumiaban una oración pequeña durante todo el día acompasándola con la respiración.

Aquí hablaremos sobre esta nueva y vieja forma de orar, como es que surgió, cómo se realiza, y las variantes que pueden existir cuando oras en medio del día ajetreado y cuando te apartas intencionalmente para orar.

La experiencia de los santos, los que han llegado a una relación más íntima con Dios, nos indica que la madurez y el gozo espiritual está ligado a la presencia de la oración constante.

Y como difícilmente podamos estar orando vocalmente permanentemente, la única opción es la oración mental.

Y eso lleva a la meditación, que es la forma que cumple mejor la exigencia de San Pablo «orad sin cesar», porque es casi imposible repetir una y otra vez durante todo el día, por ejemplo el Padrenuestro. 

Sin embargo muchas personas se sorprenden al escuchar que los santos y la Iglesia hablan de meditación.

Porque la palabra meditación les evoca imágenes de la meditación trascendental, el yoga, el budismo, que no son cristianos.

Son formas orientales que pueden contribuir a un cierto equilibrio psicológico auto-generado de las personas, pero nunca deben confundirse con la verdadera contemplación de Dios como pretenden los cristianos.

La oración cristiana no es un ejercicio de auto-contemplación, de quietud y auto-vaciado, sino un diálogo de amor con el Creador.

No es buscar un estado alterado de conciencia, sino meditar sobre algo, utilizar la mente y el corazón para acercarse a Dios.

Y la Iglesia de occidente tiene una larga tradición con lo que se llaman jaculatorias o aspiraciones.

Que se pueden rastrear hasta los Padres y las Madres del Desierto del siglo IV y los hesicastas.

Su importancia radica en que no es fácil en esta época que los católicos puedan cumplir las exigencias de la Liturgia de las Horas o de rezar varios rosarios al día, por ejemplo.

El trabajo, las obligaciones familiares, el estrés, conspiran contra esto.

Y por otro lado el mundo moderno nos lleva a buscar más flexibilidad, desechando lo mecánico.

Por lo tanto es el momento en que los católicos redescubran esta forma de orar.

Estas oraciones, que conocemos por el nombre de jaculatorias, son oraciones que transforman al que las dice, porque llega a orar con todo su ser, si las repite constantemente. 

Y son tan simples como repetir una y otra vez, por ejemplo, «Gloria a Dios», o «Señor sálvame», o simplemente «¡Jesús, Jesús, Jesús!».

O algunas un poco más largas como «Jesús, María y José salvad almas», o la que se recomienda en Medjugorje «Madre, yo confío en Ti».

Muchas de estas oraciones han sido indulgenciadas por la Iglesia, por ejemplo «Sagrado Corazón de Jesús en ti confío», que tiene 300 días de indulgencia.

Son oraciones cortas, sin complicaciones, para ser repetidas a lo largo de la jornada.

Y se orientan a dirigir nuestros pensamientos y emociones hacia Dios.

Provienen del corazón y nos ayudan a enfocarnos en Dios, Jesucristo, María, los santos, los ángeles, etc.

Pueden considerarse como un leve suspiro.

El ejemplo más común es la «Oración de Jesús u Oración del Corazón», muy usada en las iglesias de oriente, tanto católicas como ortodoxas.

Dice «Señor Jesús, hijo de Dios, ten piedad de mí». 

O «Señor Jesús, hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador».

La cual Invoca el nombre de Jesús como Dios, su misericordia y su perdón en pocas palabras.

El poder de esta oración se fundamenta en las expresiones de San Pablo en Filipenses 2, que dice que al nombre de Jesús toda rodilla se doble y toda lengua debe confesar que Jesucristo es el Señor.

Ya los cristianos de los primeros siglos entendieron que el nombre de Jesús tiene gran poder y que la invocación solamente de su nombre es una forma de oración.

También en occidente se llaman aspiraciones a estas oraciones, que por un lado se asocian a esperanzas, ambiciones, deseos.

Y por otro lado están asociadas a aspirar como el movimiento de respirar.

Porque los Padres y Madres del Desierto encontraron que la forma de respirar mientras se repite la oración, la incorpora a nuestro ser de una forma natural, como si fuera la respiración del corazón.

O si se quiere un gemido del Espíritu Santo.

Los cristianos hesicastas del siglo IV llevaban una forma de vida contemplativa en la que buscaban la comunión con Dios.

Y se centraban casi por completo en la Oración de Jesús.

San Gregorio del Sinaí decía, «no cedas a la pereza, trabaja en tu corazón buscando al Señor, a través de tu cuerpo». 

Y para el manejo del cuerpo asociaban la respiración entrante y saliente con las palabras de la oración.

Al inhalar se dice «Señor Jesús hijo de Dios» y al exhalar se dice «ten piedad de mí, pecador»

Tomas aire lentamente y dices mentalmente «Señor Jesús hijo de Dios», y luego largas el aire y dices mentalmente «ten piedad de mí, pecador».

Sin embargo esta es una instrucción que tiene poco sentido cuando te la cuentan, pero si perseveras sólo un poco, sucede, y entonces comprenderás que vale la pena el esfuerzo.

Al repetir la oración en silencio durante todo el día o en una sesión destinada para ello, como hacen en el movimiento de meditadores cristianos, se desplaza la oración desde la cabeza hacia el corazón con la ayuda de los pulmones.

Y entonces respirar y repetir la oración en la mente se vuelven una sola cosa.

El poder de esta forma de rumiar esta oración está en la convicción, de que la conciencia de la presencia de Dios dentro tuyo es transformadora y que la cercanía a Dios cambia la vida.

Para los hesicastas esta oración de Jesús se convertía en una forma de vida que buscaba la transformación individual.

Donde el orante hacía un viaje a través de la quietud interior y el silencio, hacia su corazón, cumpliendo lo que dice Mateo 6: 6 que cuando ores vayas a tu aposento.

Pero esa no es la forma de vida de la mayoría de nosotros en el siglo XXI.

Aunque aún hoy la repetición mental recurrente de oraciones asociada a la respiración, tiene la ventaja por su flexibilidad.

Podemos repetirla mientras estamos trabajando, caminando, viajando.

Podemos ir cambiando la oración en el día según lo que nos suceda, o según nuestros intereses o nuestras intenciones.

Podemos tener una jaculatoria que nos levante el ánimo para los días grises y sombríos.

Otra jaculatoria para cuando estemos molestos y deprimidos.

Otra jaculatoria cuando nos sentimos amenazados o tenemos algún problema.

O cuando necesitamos alabar a Dios.

En un artículo que te recomendamos en la descripción de este vídeo te presentamos una larga serie de jaculatorias habituales en el cristianismo, aunque también puedes crear tus propias jaculatorias. 

También puedes hacer como los meditadores cristianos, que tienen sesiones semanales grupales para meditar y luego cada uno lo replica en su casa, en la medida del tiempo disponible. 

En este caso el requisito es hacerlo en un ambiente de silencio y paz interior.

Hay una Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana creada en base a las enseñanzas de los monjes John Main, ya fallecido y Lawrence Freeman, aún activo, que quizás esté presente en alguna de las parroquias de tu país, lo puedes buscar en internet.

¿Y en qué posición corporal te debes poner para realizar una sesión de meditación cristiana?  

Sentado, en silencio, con el cuerpo quieto y los ojos cerrados.

El silencio reinante y esta posición nos defienden de las distracciones y tentaciones del mundo.

Y si te viene algún pensamiento que te distraiga, solamente déjalo ir y concéntrate en repetir la jaculatoria.

El mejor indicador de que lo estás haciendo bien es que los sentidos y el entorno exterior parecen perder su dominio, mientras que el espíritu adquiere soberanía.

Y entonces contempla a Dios en su invisibilidad trascendente dentro tuyo.

En definitiva, el uso de jaculatorias durante el día mientras estás haciendo tareas te permite orar mentalmente y acercarte a la meditación cristiana propiamente, que requiere un ambiente de silencio y paz interior.

No son lo mismo, pero están emparentadas, y ambas son las nuevas formas en que podemos vincularnos con Dios en la ajetreada vida del siglo XXI.

Pero debemos tener cuidado cuando emprendamos esta práctica para que no se constituya en una especie de camino individualista hacia la auto-iluminación.

Y además considerar que el éxito viene por la gracia de Dios y no por el uso de una técnica.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la meditación y repetición de jaculatorias como una de las nuevas formas de orar redescubiertas en nuestro tiempo, y que puede ser practicada relativamente fácil.  

Y me gustaría preguntarte si has practicado alguna forma de meditación cristiana o conoces a alguien que lo haga.

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