Son seres que parecen salidos de cuentos de misterio.

Que trasladan nuestra imaginación a las narraciones medievales.

Y ponen nuestra mira en los seres sobrenaturales y hasta en los cuentos de Hadas.

Las gárgolas son los seres mitológicos que aparecen en algunas iglesias, especialmente las de estilo gótico.

Gárgolas en la Catedral de Colonia, Alemania

Su nombre puede derivar del francés “gargouiller” (producir un ruido semejante al de un líquido en un tubo), y éste del latín “gargarizo”, que a su vez deriva del griego que significa “hacer gárgaras”.

Estas esculturas tenían una función muy clara en las necesidades e imaginario de los pobladores que construyeron las catedrales medievales, pero ahora para nosotros resultan misteriosas.

Sus excéntricas formas llaman la atención tanto de los turistas como de los fieles cristianos.

Conozcamos el trasfondo de estas esculturas.

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Gárgola Egipcia

   

EL ORIGEN Y OCASO DE LAS GÁRGOLAS

Las gárgolas son un legado de las culturas antiguas que compartieron problemas comunes con los edificios cristianos posteriores.

Existen gárgolas que se conservan de los edificios egipcios y griegos.

Surgieron como desagües de los canales superiores que evacuaban el agua de lluvia de los tejados (de aquí su nombre).

Tenían que sobresalir de los edificios para no chorrear con agua las fachadas (muros exteriores) de los edificios, que eran susceptibles a la erosión.

Al ser elementos que sobresalían de los muros fueron idóneas para ser decoradas con temáticas vistosas.

Normalmente representaban criaturas afines a la deidad que supuestamente protegía el edificio donde se colocaban.

Durante la época egipcia, griega y romana las gárgolas no fueron tan llamativas en los edificios, normalmente no sobresalían tanto porque no era necesario.

Con la caída del imperio romano, los edificios evolucionaron a partir de lo dejado por este, surgió la arquitectura románica.

En dicha arquitectura tampoco sobresalen las gárgolas, pero esto cambiaría cuando las alturas y ornamentos de los edificios evolucionaron alrededor del siglo XI.

Catedral de Pisa (estilo románico) y Catedral de Milán (estilo gótico)

Avanzando en la historia, el estilo gótico se desarrolló sobre todo en la llamada baja edad media, dando una arquitectura luminosa, decorada y súper elevada en el cuerpo de la iglesia.

Esto como competencia al estilo previo, el románico, que era austero, sólido y oscuro.

Con muros tan altos y cargados de ornamentos, el agua de lluvia era una amenaza constante capaz de borrar -por erosión pluvial- los detalles, entonces las gárgolas vinieron al rescate de varias construcciones.

Los canales que evacuaban la lluvia de los tejados se alargaron más que nunca en los edificios, así el agua ya no escurriría en exceso sobre las decoraciones cuando lloviera.

Al alargarse los canales, surgió más potencial para esculpirlos y el imaginario colectivo creó nuevos seres interesantes y terroríficos.

Las gárgolas del paganismo fueron “bautizadas” con el nombre de “grifos” que son criaturas mitológicas de gran interés en la cultura popular medieval.

Pero no todos los “grifos” corresponden con dicha criatura mitológica, es más bien un término genérico y sinónimo para las “gárgolas cristinas” que servían de cañería pluvial.

Razón por la que en la actualidad tiende a llamarse con el mismo nombre a las tuberías por donde sale el agua potable en nuestras viviendas.

Por lo mismo las gárgolas se relacionan pero no se limitan al repertorio de criaturas fantásticas descritas en los textos llamados “bestiarios medievales”.

Luego con el avance de las técnicas constructivas aparecieron formas más eficientes de evacuar el agua y paulatinamente las gárgolas quedaron en desuso.

Nacieron como una necesidad y desaparecieron cuando dicha necesidad fue satisfecha de una manera más práctica.

Sin mencionar que eran peligrosas cuando se derrumbaban sobre los peatones distraídos.

Es así como el “reinado” de las gárgolas pertenece a la baja edad media y especialmente al estilo arquitectónico llamado gótico.

Sin embargo, las gárgolas siguieron subsistiendo con otros fines como elementos decorativos y de significado. Fueron considerados seres que cuidaban las Iglesias.

Gárgola de la torre de Iglesia de la Santa Cruz de Great Ponton en Lincolnshire, Inglaterra

   

¿POR QUÉ SON TAN ATERRADORAS?

Desde nuestra visión moderna puede parecer incorrecto colocar esculturas tan amenazadoras en los templos católicos pero existe una razón para ello.

Las criaturas extrañas no son propiedad exclusiva del paganismo u ocultismo.

La misma Sagrada Escritura a veces retrata a los ángeles de maneras bastante dramáticas, especialmente a los ángeles de Dios que resguardan las cosas sagradas, los querubines:

“Tenían cada uno cuatro caras, y cuatro alas cada uno. Sus piernas eran rectas y la planta de sus pies era como la planta de la pezuña del buey, y relucían como el fulgor del bronce bruñido.

Bajo sus alas había unas manos humanas vueltas hacia las cuatro direcciones, lo mismo que sus caras y sus alas, las de los cuatro.

Sus alas estaban unidas una con otra; al andar no se volvían; cada uno marchaba de frente.

En cuanto a la forma de sus caras, era una cara de hombre, y los cuatro tenían cara de león a la derecha, los cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de águila.

Sus alas estaban desplegadas hacia lo alto; cada uno tenía dos alas que se tocaban entre sí y otras dos que le cubrían el cuerpo; y cada uno marchaba de frente; donde el espíritu les hacía ir, allí iban, y no se volvían en su marcha.

Entre los seres había algo como brasas incandescentes, con aspecto de antorchas, que se movía entre los seres; el fuego despedía un resplandor, y del fuego salían rayos.

Y los seres iban y venían con el aspecto del relámpago”.  (Ezequiel 1,6-14 – Biblia edición del Peregrino)

Imagen de querubín bíblico por Mayshing de Deviantart

Vemos así como cierto prejuicio moderno hacia las gárgolas de formas atemorizantes no tiene fundamento en la narrativa cristiana.

Desde siempre en el simbolismo judeo-cristiano lo amenazador representa ferocidad, indica precaución y reverencia, pero no necesariamente maldad.

Con el tiempo esto evolucionó en el pensamiento cristiano, lo amenazador (normalmente feo) fue asociado irrevocablemente con la maldad o lo impropio, y lo bello y tierno a lo digno y reverente.

Para el renacimiento (siglo XV) lo atemorizante fue expulsado paulatinamente de los templos, incluso los bíblicamente bestiales querubines fueron transformados en regordetes niños alados.

En la edad media esto aún no era así, fue una época de transición en este aspecto, lo terrorífico ya representaba lo malvado, pero esto también debía ser expresado en los templos.

Si la Revelación no ocultaba la presencia del mal para advertir a los fieles, los templos tampoco debían evitar este mensaje, esto desde el sentido catequizador de lo feo.

Los constructores medievales recordaban esta parte del mensaje evangélico: el mal existe y hay que ser precavidos y conscientes de su acción.

Mientras las gárgolas en el exterior de las catedrales representaban la maldad sobrenatural en el mundo, o sus vigilantes, las esculturas de santos en su interior representaban la virtud de Dios en la Iglesia.

Y desde el sentido práctico, las gárgolas son desagües, hasta nuestros días expulsan residuos de las catedrales medievales, hubiera sido una falta de respeto representarlas como santos o ángeles.

Gárgolas de la Catedral de Notre Dame en París

   

SAN ROMANO Y LA GÁRGOLA

Las gárgolas también fueron interpretadas -en algunos casos- como el triunfo del bien sobre el mal.

Como se puede observar, algunas gárgolas no representan a seres terroríficos completos, sino más bien sólo sus cuellos alargados y sus fauces abiertas expulsando agua.

Esto fue aprovechado para elaborar relatos edificantes, el más representativo entre ellos sería uno francés que relata la victoria de un santo sobre el demonio.

Se narra cómo en la orilla izquierda del río Sena, en los pantanos silvestres, una enorme serpiente devoraba a las personas y bestias del campo.

San Romano, obispo de Rouen (siglo VII), sería el valiente que daría caza a la criatura.

Según la narrativa el único hombre que se atrevería a acompañarlo sería un condenado a muerte que no tenía nada que perder.

San Romano de Rouen

Llegando a la tierra de la serpiente, Romano lograría dibujar la señal de la cruz sobre la bestia, esto la paralizaría permitiéndole al santo usar su estola como una correa ente las patas de la criatura.

Sería así como el monstruo fue llevado al poblado para luego quemarlo en el atrio de la catedral.

Pero la cabeza tan dura de la criatura soportaría las llamas quedando petrificada (la importancia de atacar la cabeza del enemigo para derrotarlo está presente desde Génesis 3,15).

Dicha cabeza se colocaría en el exterior de la catedral como recordatorio del triunfo del evangelio sobre los seres malignos dispersos por el mundo.

Sería una advertencia hacia cualquier demonio que quisiera perturbar la casa de Dios, si se acercaban ya sabían cómo terminarían.

Así surgiría devotamente la explicación de las gárgolas desde tierras francesas.

De esta narrativa también surgió una costumbre que sobrevivió hasta el año 1790.

El obispo de la diócesis perdonaba a un sentenciado a muerte el día de san Romano, así también se recordaba la colaboración del criminal penitente que ayudó a vencer a la criatura.

Al delincuente absuelto se le permitía portar el relicario con las reliquias de san Romano durante una procesión festiva.

Gárgola en el techo de la catedral de Milán

Ya sea como temibles defensores de lo sagrado (¿reminiscencia de los querubines bíblicos?) o demonios huyendo de la iglesia, las gárgolas se posaron en las catedrales desde las góticas hasta las barrocas.

Bien haríamos los cristianos modernos en aprender del rico legado medieval, que supo estimular los sentidos para llevarlos hacia la comprensión de las verdades eternas.

Una lección muy actual, bien lo digo Benedicto XVI en su mensaje para XLVII Jornada Mundial  de las Comunicaciones Sociales:

Una comunicación eficaz, como las parábolas de Jesús, ha de estimular la imaginación y la sensibilidad afectiva de aquéllos a quienes queremos invitar a un encuentro con el misterio del amor de Dios”.

Para que esto sea una realidad ¡San Romano de Rouen, ruega por nosotros!

   

VARIAS INTERPRETACIONES SIMBÓLICAS

Hoy tendemos a ver las gárgolas en las fachadas de las catedrales góticas como una simple decoración para tapar la cañería de desagües de los techos.

Pero debemos recordar que las gárgolas se hicieron famosas en la Edad Media y son sinónimo de una época en que el espíritu estaba elevado hacia lo sobrenatural.

Está la asociación entre arte gótico, medioevo y catedrales hizo que la catedral de Notre Dame de París incorporara las gárgolas en el siglo XIX, para darle un tono más medieval a un edificio que era efectivamente medieval, pero que originalmente no las tenía.

¿Pero por qué los arquitectos del medioevo no pusieron simplemente caños discretos en las fachadas para el desagüe?

Y si querían hacer algo creativo en las fachadas ¿por qué no utilizaron otras imágenes piadosas en lugar esos seres con aspecto terrorífico que aparecen en las gárgolas?

Se pueden hacer variadas conjeturas.

Es posible que hayan utilizado esos monstruos de piedra para ahuyentar a los espíritus malignos, con otros de aspecto aún más maligno, para de esa manera proteger a los fieles que asistían.

También podrían significar el tormento qué esperaba a los pecadores sino se convertían y entraban a la iglesia.

Hay que recordar que en las iglesias medievales se desarrolló un arte en el que había escenas del resultado de la condenación y de la redención.

Otro significado qué podemos darles es mostrar el amor de Dios por todas las criaturas.

Por otro lado hay que recordar que las gárgolas eran una manera de limpiar los techos de los templos.

Y por lo tanto esos monstruos de piedra podrían significar la purificación de la iglesia y de la gente que está adentro.

Los seres mitológicos vomitando agua serían la condenación de la maldad producida por el agua sanadora y limpiadora utilizada en el bautismo; el agua de la vida.

El agua derramándose hacia afuera del templo significaría el bautismo constante producido en la iglesia.

Y el concomitante poder de Dios para utilizar figuras aterradoras que sugieren el mal, condenandolos a dar testimonio del agua de vida que surge adentro de la iglesia.

Porque debemos considerar también que la idea del purgatorio era muy fuerte en la gente de la Edad Media.

Y las plagas que abundaban se atribuían a la maldad del mundo y el ataque del demonio.

Entonces las iglesias eran formas de purificar a las almas.

¿Y qué mejor forma que expresarlo mediante el poder de domesticar símbolos de la maldad, haciéndolos trabajar para una verdadera purificación dirigida por Dios?

Finalmente estos símbolos de las gárgolas, aunque a simple vista pueden ser considerados como signos relacionados con el mal, elevan el alma hacia lo sobrenatural, que es la base y sustento del cristianismo.

Acá hay unos videos sobre gárgolas:

Fuentes:


Informe Redactado por Marvin Marroquín, Estudios en arquitectura, filosofía, teología y apologética

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