Puedes verlas, sentirlas o manifestarse en sueños.
Las manifestaciones del mundo sobrenatural que nos rodea son habituales para muchas personas.
Para otras no.
Es un misterio por qué algunas personas pueden ver permanentemente ese mundo, otras ocasionalmente y otras muy raramente.
Pero que no lo veamos no significa que no esté actuando.
Los exorcistas suelen recurrir a personas que les llaman «sensitivos», para que les ayuden a percibir esas presencias sobrenaturales durante los exorcismos y durante la limpieza de casas.
Aquí hablaremos sobre cuáles son las entidades que están presentes en nuestra vida diaria y así poder definir cómo actuar, ante cosas que nos suceden.
Hay alrededor nuestro un mundo sobrenatural que no vemos con nuestros ojos físicos.
Hay ángeles y demonios trabajando.
Hay almas que ya pasaron por el juicio particular, después de muertos, están en el cielo o el purgatorio, y visitan la tierra con permiso de Dios.
Por ejemplo almas del purgatorio y santos del cielo.
Hay almas que murieron y están estancadas en la Tierra sin haber ido al juicio particular, varios exorcistas se han encontrado con estas almas.
Y también hay huellas de poderosos eventos espirituales impregnados en las cosas físicas y que se manifiestan.
Sobre casi ninguna de estas cosas la Iglesia ha tomado una posición oficial.
Y no podemos caer en la fácil de decir que esas cosas no existen porque no las comprendemos.
O en la que hacen los protestantes, de poner todo en la misma bolsa, porque todo tiene que encajar como un puzzle en su ideología, de lo contrario eres un idólatra.
Hay una enorme evidencia en todas las culturas, de seres invisibles que se manifiestan en la tierra.
Y en general les ponemos el nombre de fantasmas hasta que podamos identificar, de qué entidades se trata.
En lo que todos los cristianos están de acuerdo es que algunos de ellos son ángeles o demonios.
Los ángeles están tratando de ayudarnos, por ejemplo el ángel de la guarda que tiene cada uno de nosotros.
Y los demonios están tratando de tentarnos, que nos desviemos del camino, y de asustarnos también, como sucede con las infestaciones demoníacas de casas.
Y después hay varias categorías de manifestaciones de almas humanas.
Los seres humanos somos una unión de cuerpo y alma.
Y después de la muerte, los dos se separan hasta la resurrección del cuerpo en el juicio final, que aún no ha sucedido
Pero hasta ese momento, nuestras almas en el cielo, el purgatorio o el infierno, son espíritus sin cuerpo.
Santo Tomás de Aquino en su Summa Theologiae escribe que «De acuerdo con la voluntad de Dios, las almas separadas a veces salen de su morada y se aparecen a los hombres».
Hay muchas evidencias de estas visitas.
Está el famoso caso que le sucedió a Don Bosco cuando era seminarista y que tuvo de testigos al resto de los seminaristas.
Don Bosco tenía un íntimo amigo llamado Luigi Comollo con quien había hecho un pacto, que el primero que muriese, vendría a comunicarle al otro cuál fue su suerte, si Dios le diese permiso para ello.
Luigi murió en abril de 1839 y al día siguiente se oyó un gran ruido que avanzaba por el corredor del seminario a medianoche, los seminaristas se despertaron aterrorizados.
Y se abrió violentamente la puerta de la habitación de Don Bosco y apareció una luz de varios colores que fue aumentando.
Y se oyó la inconfundible voz de Luigi que, por tres veces consecutivas dice: «¡Bosco, Bosco, Bosco! ¡Me salvé!».
Apariciones como estas han sido relatadas por cientos de personas a lo largo de la historia.
Y también historias de almas del purgatorio que se aparecen a los vivos para pedir oraciones para salir rápidamente de allí.
En algunos místicos son tan frecuentes que el Padre Pío dijo, que en su vida había visto más almas de muertos que seres vivos.
Esta es de las pocas cosas, alrededor de este fenómeno, en que la Iglesia ha tomado posición, dice que las almas de los muertos pueden visitar a los vivos con permiso de Dios.
Pero también se ha informado de presencias que se manifiestan para solucionar problemas de los vivos.
Por ejemplo para dar una información que necesitan o para recuperar un objeto perdido o para dar un consejo.
Quienes están en el cielo son santos, y muchas veces se han aparecido familiares o conocidos nuestros en una forma que excluye que están en el purgatorio.
Y muchas veces se han aparecido santos famosos, como por ejemplo San José, San Francisco de Asís, el Padre Pío, etc.
Y sobre todo es común que se aparezcan familiares muertos para dar consuelo a sus deudos e incluso para informar que están bien y felices.
Luego de desastres con gran cantidad de muertos se registra un pico de estas apariciones.
Estas apariciones suelen ser desde casi invisibles, como la sensación de una presencia, hasta manifestaciones del cuerpo entero nítido, que es sólido al tacto; pasando por todos los aspectos intermedios.
Pero también hay presencias que permanecen en los lugares donde aparentemente murieron.
Los exorcistas se han encontrado con estas almas, el Padre Fortea lo ha dicho, e incluso ha comprobado que muchos no saben que murieron y que otros no encuentran el camino hacia la luz, o sea hacia el más allá.
Y no son demonios porque pueden rezar y alabar a Dios sin manifestar ningún terrible dolor, si el exorcista se lo pide.
La mayoría parece que no sabían que Dios existía, al contrario que los demonios.
Y en algunos lugares viejos, en edificios con siglos de historia, se suelen manifestar estos fantasmas, por eso en las viejas ciudades de Europa hay tantas historias de fantasmas.
Por ejemplo, una monja ha relatado que vive en un convento que antes fue un orfanato.
Y en el tercer piso hay un pasaje que tiene una serie de armarios en frente a lo que antes eran habitaciones.
Allí se sienten presencias, las puertas de los armarios a veces se encuentran misteriosamente abiertas.
Y diariamente se oye el sonido suave como si se tratara de una escoba barriendo.
Estas presencias parece que están ahí detenidas permanentemente, no hacen nada salvo esas manifestaciones.
Y como son inofensivas se incorporan al paisaje, como podría ser una tabla crujiente en el piso.
También hay muchas historias contadas por los trabajadores en los hospitales.
Un electricista de un hospital por ejemplo cuenta que un anciano falleció una noche, tenía alzheimer.
Su cuerpo fue a la funeraria y la puerta de la habitación quedó cerrada hasta que la familia fuera a buscar sus pertenencias.
Durante tres noches sonaba el timbre de llamada a la enfermera desde esa habitación, justo a la hora de su muerte.
El electricista fue y desconectó la electricidad del timbre, pero siguió sonando, algo físicamente imposible.
Entonces una enfermera, acostumbrada a estos casos, abrió la ventana de la habitación y dijo «¡Sr. Allen! ¡Deje de tocar ese timbre! ¡Está muerto, así que vaya a la luz y reúnase con tu familia!»
Y el timbre se detuvo definitivamente.
Pero también nuestras almas parecen dejar impresiones invisibles en los objetos que nos rodean.
Quedan impregnadas las huellas de poderosos eventos espirituales en los objetos.
Por ejemplo, hay una historia de un sacerdote, con estudios musicales que fue a cenar a casa de un feligrés.
Cuando llegó preguntó por los niños.
Y su madre dijo que estaban en la habitación contigua jugando debajo de la mesa.
Se acercó a la mesa para saludarlos y escuchó que los niños cantaban una forma de cántico antiguo, que se cantaba muchas décadas atrás en la Iglesia, nada que hubieran aprendido los niños por ir a la iglesia.
Desconcertado les preguntó «¿quién les enseñó a cantar eso?»
Y los niños le dijeron con total naturalidad: «la mesa nos enseñó».
Entonces el sacerdote rastreó la mesa antigua y descubrió que se había utilizado como altar durante una época de persecución, una época en la que esos cánticos se cantaban en la misa.
En resumen, hay un mundo sobrenatural que no vemos con nuestros ojos físicos.
No sólo ángeles y demonios operando a nuestro favor o en nuestra contra.
Sino también almas que ya están en el cielo o el purgatorio, y visitan la tierra con permiso de Dios y vienen para ayudarnos o para pedirnos oración.
También hay almas que murieron y están atadas al lugar que murieron, no sabemos por qué todavía no han ido al juicio particular
Y también hay huellas de poderosos eventos espirituales impregnados en los objetos físicos y que se manifiestan.
Ante todo esto debe quedar claro que la Iglesia prohíbe la invocación a los muertos, aunque acepta que se pueda preguntar a un alma que se aparece, que es lo que necesita.
Si Dios elige enviarnos a los muertos o permitir su aparición, es una cosa.
Pero llamar para que los muertos vengan, no.
Porque quienes pueden responder son los demonios, que estarán muy felices de imitar a nuestros seres queridos.
Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre cuales pueden ser las presencias invisibles que se manifiestan a las personas en la tierra y las precauciones que hay que tomar.
Y me gustaría preguntarte si te ha sucedido alguna manifestación sobrenatural de las que hablamos, de quién crees que se trataba y qué hiciste.
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