Cómo el Cielo fue guiando para que el ícono de NS del Perpetuo Socorro cumpliera su misión.

Los cristianos saben por experiencia propia que Dios tiene algunos planes que se cumplen si o si, a pesar de las múltiples trabas que puedan surgir.

La Biblia está llena de esta evidencia.

Y esto también sucede en nuestro tiempo histórico.

Hay algunas imágenes, especialmente de Nuestra Señora, que fueron destinadas desde el principio para ser un gran canal de gracias, a través de los milagros que conceden.

Uno de esos casos es el ícono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que hoy es una gran devoción mundial, y que si no hubiera sido por la misión que Dios le encomendó desde el principio, y su intervención sobrenatural posterior, hubiera pasado como una expresión devocional más. 

Aquí hablaremos sobre el plan que tenía Dios para el icono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, cuáles fueron las innumerables trabas que se le iban presentando en la historia, donde parecía que el proyecto naufragaría, y cómo al final la intervención sobrenatural, a través de múltiples apariciones, fue superándolas una a una.  

Los orígenes del milagroso ícono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro son discutidos.

Algunos dicen que fue escrito en algún momento entre 1325 y 1480 en Creta, otros creen que San Lázaro el Iconógrafo lo escribió en el siglo IX y aún otras tradiciones dicen que viene de la mano del mismo San Lucas.

El ícono del Perpetuo Socorro está pintado al temple sobre madera de nogal.

Mide 53 cm de alto por 41,5 cm de ancho. 

Sobre su fondo de oro destacan cuatro figuras.

En el centro, la Virgen y el Niño en sus brazos, y en un lejano segundo plano, los dos arcángeles Miguel y Rafael con los instrumentos de la Pasión.

Según la costumbre oriental, cada personaje está identificado por una inscripción griega en abreviatura.

Cada detalle corresponde a una afirmación teológica, desde los gestos, las posiciones de manos y pies, las distancias, etc..

Por eso los cristianos orientales dicen que los íconos no se pintan sino que se escriben. 

Pero lo cierto es que, más allá de quién fue el autor, el ícono terminó en el monasterio de Keras Kardiotissas en Creta en 1498.

Y de allí fue robado por un comerciante para su colección privada en 1499, o simplemente le fue entregado para que lo protegiera. no se sabe bien.

Este mercader estaba resuelto a impedir que el cuadro de la Virgen se destruyera como tantos otros y decidió llevarlo a Italia.

Arregló su negocio y abordó un navío dirigiéndose a Roma.

Y en la ruta se desató una violenta tormenta, todos esperaban lo peor.

Entonces el comerciante tomó el cuadro de Nuestra Señora, lo sostuvo en lo alto, pidió socorro y la Santísima Virgen respondió a su oración con un milagro.

El mar se calmó y la embarcación llegó a salvo a Roma.

Pero allí Nuestra Señora le instó en sueños a no aferrarse al cuadro y rápidamente se enfermó.

Llamó a un amigo muy querido de Roma a su lecho y le rogó que después de su muerte, colocaría la pintura de la Virgen en una iglesia digna, para ser venerada públicamente.

Y luego de la muerte del comerciante Nuestra Señora se le apareció al amigo en tres ocasiones, diciéndole que debía poner la pintura en una iglesia, de lo contrario, algo terrible sucedería.

Su esposa se le burló y lo convenció a regañadientes de que no lo entregara.

Pero por cuarta vez Nuestra Señora se le volvió a aparecer y le dijo que, para que Su pintura saliera de esa casa, él tendría que irse primero.

Y de repente el hombre se puso gravemente enfermo y en pocos días murió.

Sin embargo, aún así, la ahora viuda seguía aferrada a no desprenderse del ícono.

Y un día, su hijita de seis años le relató que una hermosa y resplandeciente Señora se le había aparecido mientras estaba mirando la pintura.

Y le había dicho que le dijera a su madre que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro deseaba ser puesta en una iglesia, y que si no, todos los de la casa sufrirían.

La mamá de la niña quedó espantada y prometió obedecer a la Señora esta vez.

Pero una amiga trató de persuadirla para que se quedara con el cuadro, diciéndole que si fuera ella, no haría caso de sueños y visiones.

Y apenas hubo terminado de hablar la amiga, sintió unos dolores tan terribles, que creyó que se iba a morir.

Llena de dolor, comenzó a invocar a Nuestra Señora para que la perdonara y la ayudara.

La Virgen escuchó su oración, la mujer tocó la pintura con corazón contrito, y fue sanada instantáneamente.

Y entonces procedió a suplicarle a la viuda que obedeciera a Nuestra Señora de una vez por todas.

Entonces la viuda se preguntó a qué iglesia la llevaría.

Y volvió a aparecerse la Virgen a la niña y le dijo que le dijera a su madre que quería que la pintura fuera colocada en la iglesia de San Mateo Apóstol en el monte Esquilino en Roma.

La pintura fue llevada a la iglesia en procesión solemne el 27 de marzo de 1499 a la iglesia en ese momento atendida por los padres Agustinos.

Y en el camino un hombre tocó la pintura y le fue devuelto el uso de un brazo que tenía paralizado.

Y colgaron la pintura sobre el altar mayor en donde permaneció casi trescientos años.

Donde fue amada y venerada por los romanos como una pintura verdaderamente milagrosa, sirviendo como medio de incontables milagros, curaciones y gracias.

Pero en 1798 Napoleón y su ejército francés tomaron la ciudad de Roma.

Napoleón destruyó treinta iglesias, entre ellas la de San Mateo, pero uno de los Padres Agustinos, había logrado llevarse secretamente el cuadro justo a tiempo.

Y cuando el Papa, que había sido prisionero de Napoleón, regresó a Roma, le dio a los agustinos la iglesia de Santa María en Posterula, en las afueras de Roma.

Allí ya había una pintura famosa de Nuestra Señora de la Gracia, por lo que la pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue puesta en la capilla privada de los Padres Agustinos. 

Y permaneció allí sesenta y cuatro años, casi olvidada.

Pero mientras tanto, a instancias del Papa, los Redentoristas, establecieron su sede principal en Roma donde construyeron un monasterio y la iglesia de San Alfonso María de Ligorio.

Y uno de los Padres, el historiador de la casa, presentó un estudio acerca de lo que había debajo de donde construyeron su iglesia.

Y todos supieron que allí había estado la vieja Iglesia de San Mateo y el ícono milagroso de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

Entre los que escuchaban, se encontraba el padre Miguel Marchi, quien recordaba que un viejo hermano que había vivido en San Mateo, le había contado muchas veces relatos acerca de los milagros de Nuestra Señora.

Y fue el que ubicó el paradero actual del ícono.

Y por si fuera poco, ese mismo año, los Padres Redentoristas oyeron un sermón inspirado de un Jesuita que había lamentado el hecho de que el cuadro, que había sido tan famoso por milagros y curaciones, hubiera desaparecido sin revelar ninguna señal sobrenatural durante los últimos sesenta años.

Así que los Redentoristas instaron a su Superior General para que tratara de conseguir el famoso cuadro.

Y éste decidió solicitarle la pintura al Papa Pío IX.

Le narró la historia de la milagrosa imagen y le hizo la petición.

El Papa amaba a la Santísima Virgen y le alegraba que fuera honrada.

Escuchó con atención, luego sacó su pluma y escribió su deseo de que el cuadro milagroso de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera devuelto a la Iglesia ahora de los Redentoristas

Y encargó a los Redentoristas de que hicieran que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera conocida en todas partes.

Una vez que supieron la historia y el deseo del Santo Padre, los Agustinos gustosos complacieron a Nuestra Señora.

Habían sido sus custodios por cientos de años y ahora la devolverían al mundo bajo la tutela de otros custodios.

A petición del Santo Padre, los Redentoristas obsequiaron a los Agustinos una linda pintura que serviría para reemplazar a la milagrosa del Perpetuo Socorro.

Todo había sido planeado por la Divina Providencia en una forma verdaderamente extraordinaria.

La imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue llevada en procesión solemne a lo largo de las calles de Roma antes de ser colocada sobre el altar, construido especialmente para su veneración en la Iglesia de San Alfonso.

El entusiasmo de las veinte mil personas que se agolparon en las calles llenas de flores para la procesión, dio testimonio de la profunda devoción que aún el pueblo sentía por el ícono.

A toda hora del día, se podía ver numerosas personas de toda clase delante de la pintura, implorándole a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que escuchara sus oraciones.

Y desde el primer día se reportaron diariamente muchos milagros y gracias.

Luego los Padres Redentoristas difundieron la devoción por los 5 continentes y Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se ha hecho patrona de países y de diferentes grupos de personas.

Incluso Juan Pablo II contó en su biografía que los orígenes de su vocación sacerdotal vienen de ese ícono, que se exhibía en una capilla lateral de la iglesia parroquial de Wadowice, en Polonia, cuando era niño.

Y él mismo la coronó canónicamente en 1999.

Bueno, hasta aquí el relato de cómo el cielo fue guiando la historia para que se cumpliera la misión que había sido destinada al ícono, incluso a pesar de las trabas que le fueron puestas por varias personas, donde se evidencia que al final triunfa la opinión de Dios.

Y me gustaría preguntarte si en el lugar donde tu vives hay alguna imagen que ha demostrado ser milagrosas por las cosas que han sucedido a su alrededor.

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