Las formas de discernimiento que Dios nos ha dado.
Podemos definir nuestra época como la del gran engaño.
A veces parece como lo que se muestra es exactamente la inversa a lo que en realidad es.
La perversión se viste de bondad y la corrompe.
Es el tiempo de los falsos profetas.
Pero también el tiempo en que los falsos profetas nos engañan diciéndonos que algunos verdaderos profetas son falsos.
Por eso se oyen expresiones como «ya no se en quien creer».
Pero hay uno sólo en quien creer, Dios, que es el que puede dejarnos ver la verdad, lo que hay detrás de las máscaras.
Por lo tanto para identificar los engaños del maligno y separarlos de la verdad hay que discernir los espíritus que están detrás de una persona o de un planteo.
Si vienen de Dios o no.
Aquí hablaremos sobre cuál es la prueba que separa lo verdadero de lo falso, que nos propuso Jesucristo, y cómo aprender a discernir los espíritus que mueven a las personas o que están detrás de ciertos planteos.
Vivimos tiempos de engaños masivos, en que se nos pueden presentar personajes con todas las credenciales de cosa buena, y si nos dejamos llevar por esas credenciales nos podemos equivocar, con consecuencias trágicas para nosotros y para los demás que arrastramos.
Recordemos como premisa, que el mayor daño que hace el maligno es corromper lo bueno, para que el engaño tenga más efecto.
Antes que nada, él tratará de desviar a quien tiene todas las credenciales, a través de la soberbia, el poder, el dinero, los placeres de la vida, etc.
Porque eso es mucho más creíble que tratar de darle las mejores credenciales a alguien que inicialmente no las tiene.
Pero para detectar la verdad Jesucristo nos dio un método que es infalible.
«Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?» Mateo 7:15.
Aunque el árbol parezca una vid, si no da uvas, no los podemos considerar una vid.
De modo que en la medida de que el árbol se conoce por sus frutos, entonces hay que analizar los frutos que da, antes que ver el letrero que le han puesto al árbol en el vivero o su apariencia externa.
Si un personaje de la Iglesia, por ejemplo, nos está proponiendo algo que contradice las escrituras o el magisterio histórico de la Iglesia o la tradición, entonces es más cizaña que trigo.
El discernimiento a través de los frutos es la gran prueba que la Biblia nos ofrece, para poder definir qué espíritu está detrás de un personaje o una idea.
Si el espíritu de Dios, si el espíritu del demonio o el espíritu desordenado de los seres humanos.
Esto es lo que nos permite decir «mmm este tiene todas las credenciales, pero sin embargo hay algo que no me suena».
O concluir, «mmm estas credenciales son correctas porque los frutos que da son buenos, por lo tanto tiene toda mi confianza»
En la primera carta a Timoteo, capítulo 4, San Pablo dice que el Espíritu dice explícitamente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios.
Y la primera carta de Juan capítulo 4 nos exhorta a no creer todo, sino examinar el espíritu que está atrás.
Y San Juan Crisóstomo escribió en los primeros siglos de la Iglesia «¿Qué es discernimiento de espíritus? El saber quién es espiritual y quién no lo es, quién es profeta y quién engañador».
Por lo tanto el don de discernimiento de espíritus es uno de los dones más necesarios hoy.
¿Y cómo funciona el discernimiento?
El discernimiento de espíritus funciona un poco como un contador Geiger que mide la radiación.
Es un sistema de detección espiritual que mide realidades espirituales que no son aparentes a los sentidos naturales.
Por ejemplo, Eva no se dio cuenta de que la voz que oía procedía del maligno cuando le ofreció la fruta, porque no se detuvo a discernir la voz que le hablaba, si era la voz de Dios o era engañada por satanás.
Y finalmente cometió el pecado original de toda la humanidad.
De modo que el discernimiento de espíritus es la habilidad otorgada por Dios para reconocer la fuente de los espíritus, ya sea que provengan del Espíritu Santo, de espíritus angélicos, de espíritus demoníacos o de espíritus humanos individuales, que están detrás de diferentes manifestaciones o actividades o personas.
A veces, el don del discernimiento es un «conocimiento» que puede sentirse similar a un instinto visceral, pero no se origina en nosotros.
Si sentimos que hay orgullo, o perversión, o cualquier otra forma de maldad, nuestro espíritu se sentirá incómodo.
Es posible que no sepamos exactamente qué es lo que está mal con una persona o su mensaje, pero sentiremos el peligro y reconoceremos la advertencia de estar en guardia.
¿Y cómo lo hacemos?
A esto podemos llegar por dos formas, o a través del carisma sobrenatural de discernimiento de espíritus, otorgado por el Espíritu Santo, o a través de métodos para analizar los frutos.
Habitualmente ambas cosas se apoyan.
Por un lado podemos pedir a Dios que nos dé el carisma de discernimiento, que Él nos lo podrá otorgar en forma ocasional o más o menos permanente.
Este carisma, como todos los dones del Espíritu, puede ser cultivado mientras pasas tiempo dialogando con el Espíritu Santo, sobre lo que está sucediendo en tu vida diaria, en la Iglesia y el mundo.
Él te guiará mientras mantienes una conversación constante con Él.
Este discernimiento es inseparable de la oración, porque necesita la comunicación con Dios.
Y es inseparable de las Escrituras, del Magisterio histórico y de la Tradición de la Iglesia.
Es más que un sentido común, es usar la razón dirigida por la fe.
Pero como no sabemos si en un momento está totalmente activo, o si nuestras aversiones y apegos nos están jugando una mala pasada, entonces siempre es bueno utilizar un método objetivo para determinar el discernimiento de los frutos.
Y además, el resultado de mostrar los frutos objetivamente es más convincente para los demás, que afirmar que «yo siento o Dios me dice» que esto es bueno o viene de Dios o que esto es malo y viene del demonio o de la carne.
La forma más común en que el Espíritu Santo nos habla, cuando le preguntamos, es a través de inspiraciones que nos surgen en la mente y de los hechos que se nos presentan en la vida.
Aunque también hay formas extraordinarias, como algún tipo de visión, alguna convicción súbita, algún sueño, o signos que confirman o disconfirman lo que pensamos y que aparecen de repente sin que lo hayamos pedido.
¿Y qué método objetivo podemos usar para discernir?
Podemos guiarnos por 5 principios rectores.
Primero, atenerse a los datos.
Expone ordenadamente todos los hechos que están interviniendo en el problema, o sea, una fotografía de la situación.
Plantea a Dios tus dudas y temores.
Segundo, que tu amor a Dios eduque tu razón, o sea que la primera meta debería ser hacer la voluntad de Dios.
Lo conocido y lo seguro es la palabra de Dios en la Biblia, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, y por lo tanto debemos analizar los hechos de acuerdo a los mandamientos y advertencias de Dios.
Tercero, corazón blando, pero pensamiento leal a Dios.
Esto significa tener un corazón misericordioso con los problemas humanos y los sufrimientos de la gente, incluso los nuestros, pero a su vez ser leal a la voluntad y a la acción del Señor.
Cuarto, deben alinearse todos los signos para que el discernimiento sea correcto.
Deben alinearse 7 signos: la escritura, la enseñanza de la Iglesia, la razón humana, las circunstancias, nuestro conocimiento de lo correcto y lo incorrecto, la inclinación personal o instintos, y la oración.
Quinto, pregúntale a Dios si has hecho un análisis correcto.
Y tómate tu tiempo para que Dios hable antes de realizar el juicio y tomar una decisión, quizás no te conteste en lo inmediato.
Quizás te conteste por algo que te suceda, o cuando leas en la escritura algo te salte a los ojos, o de repente alguien va a decir algo significativo referente a este discernimiento.
En definitiva, vive tu vida especialmente alerta de una respuesta de Dios para tu planteo.
Y si obtienes serenidad, paz y alegría como respuestas, entonces hiciste un buen análisis.
Bueno, hasta aquí lo que queríamos contar sobre cómo realizar el discernimiento en este final de los tiempos, en que será difícil distinguir el trigo y la cizaña, y el demonio intentará engañarnos de varias maneras.
Y me gustaría preguntarte si has sentido alguna vez que algo no te suena en personas que tienen todas las credenciales de estar trabajando para Dios.
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