Dios creó todo lo que existe en el universo de la nada.

Lo creó ordenado y bueno, y lo mantiene.

Pero es difícil aceptar para los científicos ateos que antes de la creación no había nada, sólo la presencia del creador.

Sin embargo esto no significa que la Iglesia descarte algún tipo de evolución, en una etapa posterior a la creación.

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En realidad el cristianismo y la Biblia no son anti evolucionistas.
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Sino que cabe la posibilidad que las cosas que hoy conocemos hayan evolucionado, luego de la creación, a través de un plan original de Dios.
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Quien insufló en la primera creación los elementos y el diseño.
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Para se fuera creando lo que hoy mismo vemos ejecutándose a través de millones de años.

Veamos lo que cree la iglesia.

 

LA CREACIÓN DE TODO

En Juan 1: 1 dice que,

«En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.

Ella estaba en el principio con Dios.

Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe«.

De modo que todas las cosas existen en el universo y el universo mismo, fueron creadas por el personaje llamado la palabra.

Y en Colosenses 1:16 dice que Dios creó «todas las cosas» a través de Jesucristo.

Por lo tanto Jesucristo es el Creador del universo y por tanto la palabra.

Lo que supone que Jesucristo, Dios Padre y el Espíritu Santo existían en el vacío, porque no había nada antes.

En Antiguo Testamento de la Biblia, Dios se revela como el creador original del universo en su totalidad, lo que incluye la Tierra y todo lo que hay en ella.

Nuevo Testamento dice que todas las cosas en el cielo y la tierra Fueron creadas por medio de Él y para Él, o sea Jesucristo.

Y esto lo toma el Catecismo de la Iglesia Católica que confiesa en el Credo de los Apóstoles que Dios es el creador del Cielo y de la Tierra.

Y en el Credo de Nicea que es creador de todas las cosas visibles e invisibles.

Significa que Dios creó el mundo temporal, lo visible e invisible, al principio del tiempo, y antes no había nada.

Y que sostiene todo para que no se ha aniquilado regresando a la nada; esto puede verse en el numeral 338 del Catecismo.

También dice que el mundo fue creado para la gloria de Dios, pero no para aumentarla, sino para mostrarla y comunicarla; Catecismo numeral 293.

Entonces la razón que tiene Dios para crear el universo es el amor y la bondad.

Por tanto es razonable que haya creado un mundo bueno y ordenado.

Como dice el Catecismo numeral 340, Dios quiere la interdependencia de todas sus criaturas para completarse mutuamente en el servicio.

Es una creación armoniosa de diversidad de seres relacionados entre sí.

Y es una buena creación, porque comparte la bondad de Dios; después de cada día de creación Dios vio que era bueno lo que había hecho.

¿Y cómo creó a los seres humanos?

 

LA CREACIÓN DE LOS SERES HUMANOS

Dios creó al hombre del limo de la Tierra con un cuerpo para ser inmortal, por la generosidad de Dios y no por su propia constitución natural.

Creó el alma del hombre a su propia imagen y semejanza y la dotó de libre albedrío, pero con una rectitud original.

El hombre es el culmen de la creación porque está hecho a imagen y semejanza de Dios.

Pero a su vez los hombres están llamados a servir y amar a Dios como retribución, según el Catecismo numeral 358.

Y finalmente le dio el dominio sobre todas las cosas de la Tierra.

Lo último que creó Dios fue al hombre y después de eso la creación cesó, Y Dios descansó; era el sexto día.

Según Santo Tomás el motivo por el que Dios creó a los hombres a su imagen y semejanza es para que pudieran llegar a ser santos.

Y por esa razón creó a los seres humanos en el estado de armonía con Dios, con las demás partes de la creación y entre ellos mismos.

Esto está evidenciado en que nuestros primeros padres, Adán y Eva, compartieron el Edén con toda la creación de una manera armónica.

Es lo que se llama estado de justicia original, o sea una gracia inicial, donde los hombres no tenían tendencias desordenadas, ni tenían que sufrir ni morir.

Pero luego vino la caída con el pecado original, que fue cometido racionalmente haciendo uso del libre albedrío.

Nuestros primeros padres desobedecieron a Dios y eso acarreó las consecuencias de la expulsión del jardín del Edén.

A partir de ahí fue rota la armonía de los seres humanos con Dios porque lo rechazaron.

Con lo cual también se creó una desarmonía con el resto de la creación, e incluso tuvo consecuencias internas en cada ser humano.

Y esa rebelión privó a toda la raza humana de la gracia de Dios, experimentando el sufrimiento, la muerte y la esclavitud del pecado.

Pero la Iglesia entiende que la humanidad ha sido liberada por la crucifixión de Jesucristo, que quebró el poder del maligno, según el catecismo numeral 421.

Todo esto es lo que enseña la Biblia y lo sigue enseñando la Iglesia.

El acuerdo unánime de los padres de la Iglesia es que la creación del Universo tuvo lugar en 6 días, fue instantánea y de la nada.

Aunque está en discusión que significa humanamente 6 días.

Y que el hombre fue el último elemento de la creación, y  creado con el limo de la Tierra.

El Concilio de Trento así como el Concilio Vaticano I enseñan que nadie puede interpretar la sagrada escritura en contra del acuerdo unánime de los padres de la Iglesia.

Y el papa León XIII dice que la regla Católica para interpretar la sagrada escritura es no apartarse de sentido literal y obvio, excepto alguna razón insostenible.

Según veremos más abajo Santo Tomás y los padres de la Iglesia han entendido que los procesos de la naturaleza no son parte de la actividad creadora de Dios en sí mismo.

Sino que es la Providencia de Dios trabajando en el mantenimiento de la creación.

Y que la naturaleza se maneja por leyes.

 

LA LEGALIDAD DE LA NATURALEZA

Santo Tomás de Aquino, al igual que las ciencias modernas, insisten en que vivimos en un universo legal; con leyes.
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Esto es porque Dios ha puesto, o invertido en la naturaleza una cierta legalidad inherente que le permite organizarse y elaborarse a si misma.
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Por lo que la tradición católica en general y Santo Tomás en particular, no tienen gran problema con lo que eventualmente se conocería como la «teoría de la evolución».

San Augustín, mil años antes que Tomás, dio por sentado que Dios ha invertido en la naturaleza propiedades que se desenrollaran el tiempo.

Es por lo tanto, una relación causal que la Escritura haya dicho que la tierra produjo los cultivos y árboles, en el sentido de que recibió el poder de llevarlos adelante.

En la tierra desde el principio, en lo que podríamos llamar las raíces de los tiempos, Dios creó lo que más adelante estaba por venir.

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UNA INTERVENCIÓN ORIGINAL EN LA CREACIÓN Y LUEGO LA NATURALEZA SIGUIÓ DESARROLLÁNDOSE

Santo Tomas igualmente da por sentado, que Dios no juguetea con el universo para diseñar milagrosamente una nueva especie de vaca u ornitorrinco de vez en cuando por la intervención divina directa.
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Sino que el universo tiene invertido en él, por Dios, el poder para organizarse y llevar adelante nuevas formas y propiedades a través del tiempo.

La naturaleza no es más que el plan de una obra de arte.

Es decir, un ser divino puesto en las cosas mismas, por el cual las cosas se mueven hacia un fin concreto.

Como si el hombre que construye una nave pudiera dar las piezas de madera y ellas por sí mismas pudieran moverse para producir la forma de la nave.

Por supuesto, Santo Tomas no está al tanto de muchos de los conocimientos que hemos acumulado desde su época.

Pero lo que llama la atención es que él halla lo más importante: que Dios ha invertido en la creación desde el principio el poder para desarrollarse a sí misma.

Así escribe:

Nada completamente nuevo fue luego.

Sino todas las cosas realizadas con posterioridad habían en cierto modo estado hechas antes en la obra de los seis días

Las especies, que son nuevas, de alguna manera aparecieron por su existencia previa en varias potencias activas.

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LA NATURALEZA HACE SU CURSO

El punto principal es el siguiente: Tomas cree, al igual que un evolucionista moderno, que se da a luz a nuevas especies por los poderes puramente naturales.

En el lenguaje de hoy en día los rayos cósmicos o los «agentes ambientales» han provocado una mutación en el genoma.

Pero el punto es que él captó que las nuevas especies surgen por causas naturales, no a causa de una violación o de suspensión de la ley natural.

En resumen, el argumento clásico del diseño no es que Dios realiza la primera jugada y luego se va a dormir la siesta por unos pocos millones de años.

Hasta que tiene que intervenir, modificar la máquina y hacer un nuevo ADN, o tiranosaurios, o que una nueva especie de ballena aparezca a través de un cambio milagroso.

Es que Dios ha investido a toda la creación con el poder de desarrollar el potencial oculto en ella desde el principio.
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Y que la creación está presente y sostenida en cada átomo y en cada nanosegundo mientras lo hace.
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De hecho, es su diseño, y es un diseño mucho más elegante que el de un experimentador, que perpetuamente tiene que fijar la naturaleza con un sinfín de inventos milagrosos para crear nuevas especies de escarabajos.

Así que cuando nos fijamos en el ámbito de la maravilla del universo en el que nos encontramos, podemos concluir que cualquier otra cosa puede ser verdad por causa del poder detrás de ese universo, que no sólo es infinitamente poderoso, sino infinitamente ingenioso.

el mar con nubes

 

UN TEMA QUE NO PUEDEN RESOLVER LOS ATEOS: ¿CUÁL ES EL ORIGEN DE LA VIDA?

¿De dónde proviene la vida entonces?

¿Puede la materia sin vida por sí misma producir un organismo vivo, como afirman los evolucionistas, o es un producto de la creación divina?

Desde la publicación de El origen de las Especies en 1859, Darwin afirmó el concepto racista que todos los hombres no nacen de la misma pareja, sino a partir de diferentes especies de simios, y por lo tanto habría razas superiores e inferiores.

Eso explica por qué algunas personas británicos que creían en la teoría de la evolución de Darwin cazaban a los aborígenes en Australia como si fueran animales.

Y Hitler trató de deshacerse de los de la especie humana considerados inferiores.

Reafirmamos del principio. La enseñanza de la Iglesia Católica es clara. La vida es una creación de Dios.

Pero la Iglesia deja abierto a los científicos investigar la naturaleza.

Para descubrir si Dios ha facultado a la naturaleza con propiedades de evolucionar por sí misma, con el desarrollo de propiedades que Él ya había dado.

O si Él creó todas las especies desde el inicio.

Lo que la Iglesia no puede aceptar es la idea de que la inteligencia del hombre y el alma espiritual son el resultado de la evolución de la materia.

De hecho, es anti-científico afirmarlo.

Sea o no que una especie se convierte en otra, no es una cuestión teológica y es irrelevante para la salvación.

Es un asunto a ser resuelto por la ciencia imparcial.

Incluso la idea de que la vida pueda surgir de la materia inerte no es relevante para la salvación.

Pero no es cierto. Y esto es precisamente lo que recalcó Louis Pasteur.

Refutó la vieja teoría de la generación espontánea que afirmaba que algunas formas de vida pueden surgir de la materia inerte.

Porque se creía que los gusanos surgían espontáneamente de carne putrefacta.

Los gusanos no son producidos por la carne putrefacta; sino que crecen en la carne putrefacta por los huevos que dejaron allí los insectos.

Louis Pasteur demostró que todas las formas de vida – incluyendo las bacterias – provienen de una forma de vida anterior.

O, como él decía, toda la vida proviene de una célula viva.

¿Y quién creó la primera célula viva?

Este es el dilema que enfrentan los científicos ateos y que no pueden resolver.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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