Algo que irrita.

 

El aborto de un niño no es algo trivial, sino que deja huellas profundas en la psiquis de los padres, y una forma de expiar sus culpas y de racionalizar su decisión que han adoptado los holandeses, es ignorar, meter bajo de la alfombra, que han matado a una vida intencionalmente, y entonces tratan de que el cuerpo del abortado salga lo más entero posible, lo ponen en un ataúd para realizarle una especie de funeral y lo conservan como recordatorio.

 

ataud para abortados

 

¿Puede calmar las culpas de los padres este procedimiento? Tal vez en el primer momento racionalicen la situación que no tuvieron más remedio que terminar con el niño porque no porque no fueron capaces de crear un niño sano o no serían capaces de criarlo como él se merecía. ¿Pero a la larga no les caerá la ficha de que su hedonismo fue la causa de la siega de una vida? ¿Y no les irritará más cuando esto suceda por la hipocresía de su planteamiento en tal momento?

TERMINACIÓN DEL EMBARAZO POR DISCAPACIDAD

Debido a los diagnósticos prenatales positivos de una discapacidad, los padres holandeses optan mayoritariamente por «terminarlo», y luego tienen la hipocresía de anunciar «con pesar» de que no fueron capaces de proporcionar al niño una vida como la que se merecía.

En concreto, lo matan, y luego ponen su pequeño cuerpo en un pequeño ataúd, delicado, y lo cubren con arena, en un esfuerzo para crear la ilusión de que su vida era realmente valorada.  

Una simple búsqueda en internet muestra que la mayoría de los hospitales holandeses, en sus sitios web, lo aceptan como la nueva normalidad. Algunos incluso recomiendan la inducción de abortos prematuros, ya que esto permite a los padres una mejor oportunidad para «despedirse del niño» en sus últimos momentos.

La palabra muerte o aborto no se menciona ni una vez, porque después de todo, lo único que sucedió fue un nacimiento forzado de un niño que no fue capaz de sobrevivir fuera del útero todavía. Apenas un aborto, ¿no?

Un aborto electivo es una acción que provoca la muerte del embrión o el feto, que anteriormente estaba vivo. Llámalo como quieras, pero cuando el trabajo de la mujer es inducido a producir el nacimiento, a sabiendas de que el niño no puede sobrevivir a ese proceso, por su propia definición es un aborto.

Pero además, cuando a los padres con «preferencia por la muerte del feto antes del nacimiento» les ofrecen una inyección letal en el corazón fetal para darles una experiencia más tranquila para que el niño «nazca muerto», ¿a quién estamos engañando? Eso es un aborto.

Y cuando se fuerza al bebé a dejar el lugar donde se supone que debe estar naturalmente, y a continuación tiene que luchar por sobrevivir con pequeños órganos sin desarrollar y sucumbir finalmente por su nacimiento prematuro, no se puede hablar de una elección compasiva para un niño, porque no podría vivir.

Por alguna razón, esta forma bellamente empaquetada de matar a los niños imperfectos parece aún peor que la decapitación, desmembramiento y destripamiento de niños similares en Canadá.

Pero cuando los ginecólogos holandeses describen la inducción de un parto prematuro como la forma más conveniente para deshacerse de la descendencia, ya que «no causa ningún daño al útero» y «no requiere anestesia», y los consejeros describen lo significativo que puede ser un funeral o la cremación para simbolizar la vida perdida del niño, parecen no darse cuenta que sus acciones en realidad lo mataron.

HAY OTROS PADRES A QUIENES SE LES RESIGNIFICA LA VIDA

Muchos críticos dirán que la posición contraria a esta nueva normalidad no entiende la dificultad de criar a un niño con necesidades especiales, porque les impediría tener la vida que piensan que se merecen. Es el narcisismo que se alimenta de la sangre de su propia descendencia vulnerable para sostenerse a sí mismo.

Pero también están aquellos que desafían esta evolución mortal, y a veces en contra de su opinión inicial y al principio con disgusto.

Pero para muchos luego su perspectiva cambia, y encuentran un mundo que no conocían antes de su hijo: la paciencia de sus colaboradores, la pasión de sus profesores, y la forma en que la vulnerabilidad del niño ablanda a todo el mundo alrededor de ellos. Estas familias encuentran un significado increíble en una situación inimaginable.

Su historia, en contraste con la decisión de acabar con la vida de un niño, pone de relieve una importante lección que se olvida a menudo, tanto en Holanda como en occidente.

En nuestra época, podemos ser capaces de eliminar a aquellos que limitan nuestra búsqueda de la felicidad, incluso hacerlo en nombre de la «elección» y la «compasión», pero la felicidad no se obtiene por estar centrado en uno mismo. Más bien, se enccuentra cuando aceptamos a todas las personas como igualmente valiosas y comenzamos a poner en primer lugar a los otros.

Fuentes: Unmasking Choice, Signos de estos Tiempos

 

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