En Perú podemos destacar dos fuentes populares de grandes eventos de Semana Santa. Por un lado la Semana Santa Andina, en que se destacan las procesiones y eventos de Ayacucho, Cuzco, Tarma y Huaraz.
Y por otro lado las procesiones de Lima, dominada por el despliegue de las hermandades o cofradías.
SEMANA SANTA ANDINA
En los Andes, se pueden apreciar multitudinarias procesiones por Semana Santa, llenas de colorido y fervor, donde se mezclan elementos del cristianismo con paganismo. Cada región se convierte en el centro de atención de peruanos y de extranjeros.
Las celebraciones que sobresalen en el Perú, sin desmerecer a otras, se realizan en el milenario Cusco, el pacífico pueblo de Ayacucho, la turística beldad de Huaraz y en Tarma, la Perla del Ande, en la zona central del Perú.
EN AYACUCHO
En la capital, Huamanga, las celebraciones se inician con el llamado «Viernes Doloroso», anterior al Domingo de Ramos, congregando miles de feligreses alrededor del Señor de la Agonía y de la Virgen Dolorosa, en un encuentro que personifica el sufrimiento de Cristo y el de su madre.
Minutos después del mediodía en el Domingo de Ramos se realiza la tradicional entrada de la «Chamiza» o retama -especie de planta seca- a la Plaza Principal, que consiste en el paso de una tropelía de acémilas y asnos -adornados con ramas de esta planta- jalada por los pobladores que, abriéndose paso entre la multitud, hacen estallar cohetes y bombardas. Al llegar a la Plaza Principal de la ciudad, la «chamiza» es depositada en un discreto emplazamiento al costado de la Catedral, donde permanecerá intacta hasta la madrugada del Domingo de Pascua antes de ser incinerada.
En el Viernes Santo acontece la Procesión más significativa de la Semana Santa. El Nazareno, ataviado con un traje de terciopelo morado bordado en oro y piedras que asemejan ser preciosas, se encuentra con la Virgen Dolorosa, con una túnica negra de encaje, llamando la atención los siete puñales que lleva en su pecho.
Ambos marchan juntos hacia el templo de Santa Clara, de donde salieron al principio de la jornada, acompañados por María Magadalena y San Juan, en andas.
Un mar de gente acompaña las andas del Cristo Resucitado en la Plaza principal de Ayacucho.
En el Sábado de Gloria, el ritual pagano se hace presente en el cerro Acuchimay, donde se organiza una feria popular en que se venden todo tipo de artesanías, bebidas típicas como chicha, quesos frescos, «pimientos detonantes» y sopas, servidas en mates.
La Semana Santa llega a su fin el Domingo de Pascua o de Resurrección, justo cuando el alba colorea con un rutilante celeste la ciudad. Este mismo día la población pasa de la pena y congoja por la muerte de Cristo al canto alegre de himnos de gloria por el Cristo resucitado.
Miles de fieles acompañan las andas de Cristo ante la bella arquitectura de la Catedral de Huamanga.
Bellos diseños hechos con flores y tierras de colores por artesanos ayacuchanos que esperan ansiosos el paso del Señor. El Señor hace su aparición en un anda monumental en forma de pirámide, mientras el humo de la quemante «chamiza» tiene como telón de fondo el doblar de las campanas, los cánticos y los fuegos artificiales, que señalan el epílogo de esta inolvidable semana ayacuchana que se repetirá con igual o más fervor el próximo año.
CUSCO: EL SEÑOR DE LOS TEMBLORES
La Capital Arqueológica de América y antigua cabeza principal del otrora poderoso Imperio del Tahuantinsuyo celebra la Semana Santa rindiendo culto a la imagen del Señor de los Temblores o Taitacha Temblores, en quechua.
Según algunas fuentes, la historia de este Cristo de rasgos descarnados y de sobrecogedora apariencia se remonta a cuando el emperador Carlos V envió la efigie a Cusco, hecha especialmente para los indios, copiando las bruscas facciones de éstos. Los españoles buscaban consolidar así la Conquista hecha por la espada e imponer su adoración.
Pero fue el 31 de mayo de 1650 cuando se encendió aún más la llamarada de fe del pueblo cusqueño por el Señor de los Temblores. Esa tarde, un terremoto azotó la ciudad echando abajo muchas casas y templos. Fue entonces en que ocurrió un milagro para muchos: indios, señores, esclavos y mestizos se mezclaron todos para adorar y pedir amparo al Cristo de los Temblores.
Su rostro labrado -cual fina roca oscura- muestra un gesto grave y triste, recogiendo en cada paso el clamor de los fieles hacia su «General de la Esperanza». Se cree que su cuerpo adquirió ese tono ennegrecido cuando salió por primera vez a las calles, al contacto del humo que se expandía de los cirios y velas de la gente.
Desde esa época, las andas de este Cristo mestizo salen en procesión cada Lunes Santo, seguidas por una multitud de feligreses que lo acompañan con humilde fervor. En las ventanas de las casas, por donde pasa la efigie, se colocan refinadas piezas de tapicerías aterciopeladas con franjas de oro, telas y alfombras brillantes, que las familias reservan especialmente para esta ocasión. Mientras tanto, los Camaretos o pequeños morteros, petardos y cohetes agitan el ambiente con su estruendo hacen casi inaudibles los cánticos y oraciones de la multitud.
En el Viernes Santo, al igual que en Ayacucho, acontece el encuentro de las andas del Cristo en el Santo Sepulcro y de la Virgen Dolorosa.
Ese día, a diferencia a lo que sucede en otros lugares, no es de abstinencia en el Cusco. La costumbre es degustar doce platos típicos distintos que incluyen desde variadas sopas y potajes ya sea a base de pescado seco, trigo y olluco, hasta los deliciosos postres como los dulces de manzana, maíz o choclo.
La Semana Santa llega a su fin el Domingo de Resurrección. Luego de la procesión y de la celebración de la misa, por las principales calles se percibe el aroma exquisito de los manjares que deleitan propios y extraños, como el sabroso caldo de gallina, las empanadas, el dulce de maíz blanco, los tamales y las tortas. Así, en forma pagana, se cierra en la milenaria ciudad imperial del Cusco la Semana Santa andina.
TARMA: LA BELLA PERLA DE LOS ANDES
La muerte de Cristo en el Viernes Santo venerado por fieles que recorren junto a él la ciudad de los 33 templos. La hermosa ciudad de Tarma, bautizada como la Bella Perla de los Andes, está ubicada en el nororiental departamento de Junín, y es escenario de una de las celebraciones más vistosas y pintorescas de la religiosidad andina, comparable sólo con la majestuosidad de la fiesta de Sevilla.
Esta festividad se inicia con la salida de la procesión de la Virgen de Dolores, que lleva pintado en su rostro una natural dulzura que muy pocos artistas han podido plasmar en escultura o pintura alguna.
Durante la celebración de la Semana Santa, se realizan desfiles y procesiones como en otros lugares de la serranía peruana, destacando especialmente la del Santo Sepulcro. Resalta la maravillosa ornamentación que adorna las calles del recorrido, donde se aprecian arcos y alfombras hechos de plantas y flores naturales del lugar, como el arrayán, el geranio, el alhelí y otras, recogidas para la ocasión.
No importa la edad, todos colaboran en la confección de las alfombras para el Señor.
A lo largo de la semana, se llevan a cabo concursos de elaboración de alfombras y arcos florales con la participación de las comunidades aledañas a Tarma. En las noches, los artesanos se solazan con el tradicional «calientito», licor de caña mezclado con té y limón «para mantener la inspiración y creatividad» hasta el Domingo de Resurrección.
HUARAZ: CUMBRES NEVADAS DE DEVOCION
Al pie del Huascarán -uno de los más altos nevados del mundo- en la ciudad de Huaraz, la Semana Santa se impregna con la tradición y costumbres de su pueblo al conmemorar la muerte y resurrección de Jesucristo.
En Huaraz, conocida como la Suiza peruana, la gente se prepara con un año de antelación para representar el drama del Gólgota y la posterior resurrección de Cristo con gran realismo.
La festividad se inicia el Domingo de Ramos con el tradicional desfile de las palmas en que la efigie de Jesús sobre un burrito recorre triunfalmente por las principales calles de la ciudad, recibiendo el aplauso y homenaje de la población.
Cada día de la Semana Santa se celebra con absoluta entrega. En el Lunes Santo, el Señor de la Oración del Huerto -peculiar figura de Cristo de rodillas con singular belleza, que simboliza un diálogo con el Dios Padre- sale del convento de San Antonio.
El Martes Santo, el Cristo de las Columnas -imagen que evoca al Nazareno con Poncio Pilatos- recorre las calles, escoltado por guardias pretorianos como en la Roma Antigua.
El Miércoles Santo, la venerada imagen del Cristo Pobre sale cubierta con un manto color púrpura y una corona de espinas, y es alumbrada por cientos de cirios y velas en manos de los fieles.
En el Jueves Santo, estas celebraciones alcanzan su máximo esplendor con la consagración de la Santísima Eucaristía. Ese día, los pobladores, impulsados por su fe, visitan a los enfermos en hospitales, clínicas y domicilios, tal como indica su tradición.
También, se realiza el velatorio nocturno o «Huaraqui» -voz quechua que significa amanecer- del Nazareno en la iglesia de La Soledad, que se prolonga hasta la madrugada del Viernes Santo.
El Viernes Santo se lleva a cabo la procesión del Cristo de la Cruz, imagen que es precedida por las andas de la Virgen Dolorosa. Al igual que en otros lares de la Sierra peruana, van acompañados de las andas de San Juan y María Magdalena, empujados por los devotos que no se arredran a pesar de la lluvia.
Al caer la noche, en medio de la penumbra, algunos hombres con túnicas blancas realizan la ceremonia de la desclavación y colocan la imagen de Cristo en el Santo Sepulcro, urna de vidrio que luego llevan en procesión.
El Sábado de Gloria, los niños de todos los barrios fabrican muñecos que representan a Judas y, luego de recorrer mercados y casas, lo queman ante el alborozo de la gente.
Finalmente en el Domingo de Resurrección, el Cristo resucitado es llevado en procesión a la Plaza de Armas donde se encuentra con la Virgen Dolorosa.
El Cristo se muestra ante la Virgen, mientras el vuelo de los pájaros y la quema de coloridos fuegos artificiales proclaman a los cuatro vientos que el Señor ha resucitado.
SEMANA SANTA EN LIMA
VIERNES DE DOLORES
Es el convento de San Miguel de la orden de Redención de Cautivos de la Merced, quien organiza, junto con las cofradías y hermandades ahí radicadas, esta solemne y primera procesión con la que se abren los cultos públicos de la Semana Santa. Consta esta primera procesión de tres pasos: Jesús Nazareno, Santo Cristo del Auxilio y Nuestra Señora de la Piedad.
La primera imagen nos nuestra a Jesús con la cruz a cuestas camino al Calvario. Su anda es moderna de estilo neobarroco, tallada en madera con aplicaciones de relieves pasionarios y candelabros de madera dorada. El pesado arco de madera que desde hace pocos años alberga al Nazareno desmerece la esbeltez de la imagen.
El siguiente paso es el correspondiente al Santo Cristo del Auxilio, portentosa imagen de la gubia del divino Montañés, una de las imágenes crísticas más eminentes que conserva la ciudad de Lima, fechada hacia 1603, nos muestra un Cristo muerto de belleza apolínea, con un muy bien logrado trabajo de la anatomía. Fue imagen de mucha devoción en los tiempos virreinales, con capilla propia en la nave de la epístola de la iglesia mercedaria.
El tercer paso es el correspondiente a Nuestra Señora de la Piedad, una de las dolorosas más antiguas de Lima, con cofradía de titularidad Esclavitud de la Madre de Dios de la Piedad y Santo Entierro de Cristo, desde el año de 1559, y con capilla propia desde 1614 en la nave del Evangelio de la mencionada iglesia. Posee un anda de palio soportado por catorce varas de bronce, cuyo cielo o gloria es actualmente de malla con bordados sobrepuestos, delante de la imagen se dispone una sencilla candelería de varias filas de cirios.
DOMINGO DE RAMOS
Muy temprano por la mañana desde las 6:45 a.m. algunos conventos de monjas realizan una pequeña procesión del Señor del Triunfo, la cual recorre el interior de la clausura conventual para luego salir por la portería, recorrer el estrecho espacio del atrio de la iglesia e ingresar al templo para la misa matinal. Son procesiones muy breves, con una duración de 10 o 15 minutos (lo que toma en recorrer el atrio del templo), en las que la imagen que procesiona es la usual en las representaciones de la entrada en Jerusalén de acuerdo al relato evangélico, es decir, el Señor Jesús montado en un burro o pollino. Estas imágenes suelen ser de tamaño menor que el natural y el jumento es de talla. Podemos observar esta procesión en los monasterios de El Carmen, Santa Rosa de las Monjas y Nazarenas.
En el corazón de Barrios Altos, exactamente a la iglesia de Trinitarias, sale la procesión del Señor Cautivo de Trinitarias. De esta hermosa iglesia barroca salen cuatro andas: el Señor en la Oración del Huerto, el Señor Cautivo de Trinitarias, Cristo de la Caña y la Virgen del Mayor Dolor.
Esta procesión es organizada por la Hermandad del Señor Cautivo de Trinitarias y por la comunidad de monjas trinitarias, que desde principios del siglo XX ha desarrollado la devoción a esta imagen pasionaria.
Sale en primer lugar el anda del Señor en la Oración del Huerto, la imagen es una hermosa muestra de la estatuaria colonial y representa a Jesús en la escena de Su oración y agonía en el Huerto de los Olivos; se lo representa de rodillas, con la mirada hacia lo alto y las manos en actitud de súplica hacia el Padre. Usualmente se lo viste con túnica verde y el escapulario trinitario azulgrana en el pecho, lleva resplandor con potencias de plata y va sobre una peana antigua rojo lacre con perfiles dorados. Generalmente los jarrones esquineros van adornados con ramas de olivos en asociación a esta escena, aunque este paso ganaría mucho si se lo decora en la parte posterior con olivos en tronco, a manera de un “bosque de olivos”.
Sigue el anda del Señor Cautivo de Trinitarias, imagen de tamaño casi natural que representa al Señor Jesús presentado al pueblo, es decir que responde a la iconografía de los Ecce Homo, conocidos como “cautivos” por la piedad popular peruana. Se lo representa de pie y de manera frontal en una actitud muy hierática, maniatado y coronado de espinas, suele ir vestido con túnicas bordadas de tela roja o púrpura con el escapulario trinitario (cruz griega de vertical rojo y travesaño azul en campo blanco) sobre el pecho. Un resplandor con potencias ricamente labrado en plata y una gran peluca de cabellos naturales completan el aseo de la imagen. El anda propiamente dicha es del tipo usual para los Cristos de Lima, un arco con resplandores soportados por columnas salomónicas, jardinera en los flancos y cuatro ángeles tenantes en las esquinas, todo enchapado en plata labrada de estilo neobarroco. Esta anda tiene la peculiaridad de que el arco no es de medio punto sino de herradura de perfil carpanel.
La última anda es la de Nuestra Señora del Mayor Dolor, imagen de vestir de muy hermosa expresión. Dirige la mirada hacia arriba y a la izquierda, como mirando un crucifijo, por lo que es de suponer que originalmente perteneció a un calvario, la mano derecha sostiene un paño de lágrimas mientras que la izquierda se eleva en actitud de plegaria. La imagen va vestida con saya y manto, entre las la que destaca la saya color Burdeos con un bordado antiguo de cesto de flores; siendo el manto usualmente azul también bordado complemente. Complementan el vestuario de esta imagen un corazón con siete puñales labrado en plata y una corona imperial con resplandor en metal feble. La imagen es portada en un anda barroca de madera tallada y dorada, donde destaca la peana que podría ser talla antigua.
LUNES SANTO
Esta procesión de Lunes Santo suele pasar en su recorrido hacia la plaza de armas por el local de Congreso de la República donde llega hacia las 5:00 p.m. para recibir el homenaje de esta institución, prosigue su recorrido por el jirón Junín hasta la plaza de armas donde el Señor Jesús en los misterios de la oración del huerto y su cautividad, y la Virgen del Mayor Dolor reciben el homenaje de Palacio de Gobierno, Municipalidad de Lima y Arzobispado de Lima, terminados los cuales retorna hacia su templo.
JUEVES SANTO
Como es un día dedicado exclusivamente a la Eucaristía, hoy no salen procesiones, por eso es costumbre que después asistir a los oficios del Jueves Santo, los fieles visiten los monumentos de siete iglesias, en recuerdo de los siete lugares que Jesús pasó durante su pasión: el huerto de Getsemaní, la casa de Anás, la casa de Caifás, el Pretorio con Pilato, la ida donde Herodes, la vuelta a Pilato y el Gólgota. Asimismo esta peregrinación piadosa por los monumentos se hace en recuerdo a las palabras de Jesús durante su agonía y oración en el huerto de Getsemaní: “Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo”. (Mateo 26,38)
Entre los monumentos levantados hoy día en las iglesias del centro de Lima se pueden destacar los siguientes:
Iglesia de San Pedro: En la capilla de la Penitenciaría de dicho templo se construye este monumento para el cual los padres de la Compañía de Jesús utilizan lo mejor de sus ornamentos litúrgicos; jarrones de porcelana, candelabros de cristal, blandones de metal cincelado, etc. ornamentan este monumento.
Iglesia de San Agustín: En la nave lateral se levanta este monumento que es uno de los más suntuosos de Lima, donde destaca el cuidado de los floreros, los ricos candelabros antiguos y sus grandes ángeles luciferarios.
Iglesia de Santa Rosa de las Monjas: Su monumento armado con gusto y dedicación destaca por el uso como peana de la antigua anda barroca de Santa Rosa, así como por el tabernáculo que representa al Agnus Dei sobre el libro de los siete sellos o cordero apocalíptico de cuyo lomo brota un corazón con resplandores.
Iglesia de Santa Catalina: Un monumento sencillo colocado en un anda de palio blanco y dorado, que alberga un tabernáculo en forma de pelícano eucarístico de metal labrado, en cuyo pecho se guarda la Hostia. En la iconografía cristiana, el pelícano representa a Cristo-Eucaristía, que da de comer su propia carne y sangre a sus hijos.
Iglesia de Santo Domingo: El retablo de la Virgen de Rosario alberga a este sencillo monumento que destaca por exhibir un antiguo tabernáculo de plata labrada y algunas piezas de platería antigua, restos del pasado esplendor del templo dominico.
Catedral de Lima: La iglesia Mayor arma un sencillo monumento en la nave de la Epístola con forma de tienda donde se alberga un Sagrario sencillo custodiado por ángeles antiguos tallados en madera. La importancia y jerarquía de la Iglesia catedral merece la elevación de un monumento con mayor ornato.
Iglesia de La Merced: La comunidad mercedaria construye el monumento eucarístico en el mismo retablo mayor, en cuyo tabernáculo se alberga el sagrario que contiene a Jesús Sacramentado; en los últimos años destaca el cuidado de los grandes arreglos florales y los grandes ángeles adoradores y luciferarios.
VIERNES SANTO
Hoy día la iglesia se reúne para conmemorar la Pasión y Muerte del Salvador con el Oficio del Viernes Santo, que en Perú incluye el popular Sermón de las Siete Palabras o de las Tres Horas, invento limeño del Venerable padre Francisco del Castillo S.J.
Los templos silencian sus campanas, los altares desmantelados y desprovistos de flores, antiguamente las imágenes de los santos eran cubiertas con telas negras o moradas en señal de duelo, los sagrarios lucen vacíos y abiertos. Todo esto contribuye a dar un ambiente de pérdida, de despojo y de orfandad; la iglesia congregada al pie de la cruz especta el drama que nos dio la Redención.
Hoy por la tarde Lima ve pasar por sus cales tres procesiones organizadas por tres de las instituciones religiosas de mayor importancia: la Archicofradía de la Veracruz, la Cofradía de la Soledad y la Hermandad del Señor de los Milagros de Nazarenas.
La Hermandad del Señor de los Milagros de Nazarenas saca hoy en procesión a su patrono rumbo a la Catedral, donde presidirá el Oficio de Viernes Santo, luego del cual retorna al monasterio de Nazarenas. Esta procesión no es tradicional dentro de la Semana Santa de Lima, es una innovación de tiempos muy recientes por deseo del actual cardenal.
La antiquísima Archicofradía de la Veracruz, decana de las cofradías y hermandades de Lima, fundada en 1540 por Don Francisco Pizarro y González con los primeros vecinos de la Lima hispánica, es la titular del Viernes Santo y hace su solemne recorrido procesional desde su propia sede, la Basílica de la Veracruz (vecina a la iglesia de Santo Domingo) y recorre la Plaza Mayor portando la preciosa reliquia de la Santa Cruz donde murió Cristo, conocida como Lignum Crucis, en un relicario bajo palio, acompañado por todos los archicofrades vestidos con túnicas de color negro con cruz quíntuple del Santo Sepulcro en el pecho.
Además forman parte de este tradicional cortejo tres pasos, la primera de las cuales, precedida por el estandarte de la Archicofradía y la cruz alta, es el de la Santa Cruz de Guía. Aquí se muestra una antigua cruz verde de tipo arbóreo -de la primera mitad del Siglo XVII- con un paño de tela blanca que representa el descendimiento del cuerpo de Cristo yaciente; el anda presenta algunos tallados de filiación barroca y cuatro hachones esquineros con cirios rojos que combinan con exornos florales de muy buen gusto..
La siguiente anda (paso) es la correspondiente al Señor del Santo Sepulcro. Se trata de una hermosa urna de madera tallada en el Siglo XIX en Cataluña y sobredorada con cuatro ángeles turíferos en las esquinas, base con relieves de las catorce estaciones del Vía Crucis, coronación de nubes con querubines y lados y tapa de cristal que dejan ver en su interior la inigualable imagen del Señor Cristo yaciente, obra que está inspirada en la estética de los grandes maestros de la escuela sevillana del siglo XVII. Una sobria decoración con claveles rojos completa el arreglo de esta anda.
La última anda es la de la Virgen de los Dolores de la Santa Veracruz, imagen traída de España a mediados del Siglo XVI, artísticamente decorada con candelería torneada y dorada compuesta por noventidos candelabros delante de la Madre de Dios y ocho jarrones con lilas, azucenas y jazmines; y, detrás ella una monumental cruz con paño y escaleras apoyadas en el travesaño en clara alusión al descendimiento de Cristo de la cruz.
La imagen sigue el tipo de las dolorosas de vestir que se encuentran dentro de arte colonial y va vestida con saya y manto negros ricamente bordados con hilos dorados y sobre la cabeza una diadema de oro labrado, coronada con cruz y enriquecida con veinticuatro esmeraldas.
Hay que hacer notar el detalle histórico de que esta Muy Antigua Archicofradía de la Veracruz fue durante varias décadas la única que procesionó durante la Semana Santa como titular de los días Jueves y Viernes Santo, manteniendo viva una tradición cuatricentenaria hasta que a fines de los años ochenta y bajo el gobierno arzobispal del recordado Cardenal Augusto Vargas Alzamora y los esfuerzos del obispo auxiliar de Lima, Mons. Alberto Brazzini Díaz Ufano, se revivió la costumbre de sacar procesiones pasionarias durante los días de la Semana Santa.
Otra curiosidad sobre esta Archicofradía de la Veracruz es que en tiempos coloniales su procesión trasladaba, además del Lignum Crucis, una imagen del crucificado llamado Cristo de la Veracruz que hoy se venera en el Altar Mayor de su Templo.
La siguiente corporación que procesiona este día es la Cofradía de la Soledad, muy antigua institución fundada en Lima a fines del siglo XVI en el convento de San Francisco, y que desde sus orígenes tuvo por titulares a Jesús en su Santo Sepulcro y a María Santísima de la Soledad, procesionando a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII los Viernes Santos por la tarde, llevando en andas al Señor del Santo Entierro y a la Virgen de la Soledad por las calles de la Lima virreinal. Al igual que otras hermandades y cofradías que actualmente procesionan durante la Semana Santa, la Cofradía de la Soledad volvió a sacar a su Virgen titular el año 1989 después unos 180 años de suspensión de esta procesión, gracias al apoyo de mons. Alberto Brazzini Díaz-Ufano quien incluso financió la compra de la nueva anda de la Virgen de la Soledad. Inicialmente se le asignó para su recorrido procesional el Sábado Santo en alusión a la soledad en que quedó María después de la muerte de Jesús, y hasta el año 2005 procesionó ese día acompañada de San Juan Apóstol, recuperando el día Viernes Santo a partir del año 2006. Los cofrades de La Soledad organizan un cortejo procesional bastante ordenado, muy diferente a lo común para las procesiones locales, e inspirado en la procesión virreinal que se aprecia en los cuadros coloniales de este tema dentro de la iglesia de La Soledad.
Estos cofrades visten un hábito compuesto de una túnica blanca y escapulario negro con el escudo de la Cofradía en el pecho y el cordón franciscano en la cintura por su identificación histórica con la orden franciscana, ya que esta cofradía de la Soledad de Lima es una de las cofradías de fundación franciscana en la ciudad. El color blanco de la túnica hace referencia a la pureza de la Virgen María y el negro de escapulario al color que se asocia tradicionalmente a la Virgen en el misterio de sus dolores.
Este cortejo procesional sale de la iglesia de La Soledad y se inicia con la cruz de guía flanqueada por portadores de cirios, luego el estandarte de la cofradía, sigue el anda de la Santa Cruz, continúa el anda de Señor del Santo Entierro y finalmente el anda de palio de la Virgen de la Soledad.
La primer anda corresponde al paso de la Santa Cruz, teniendo ésta la denominación propia de Santísima Cruz del Señor de Torrechayoc, devoción cuzqueña que tiene sede en la iglesia de la Soledad y que en estos días se asocia a la Cofradía para sacar en procesión a su santo madero. Va sobre anda tallada en madera natural y con un paño de tela blanca como único ornamento, flores rojas bordean esta anda que es flanqueada por filas de devotas y devotos del patrón de Urubamba.
La siguiente anda es la del Señor del Santo Entierro. Esta imagen representa a Cristo muerto y colocado en el sepulcro y es una de las imágenes pasionarias más importante de Lima, obra atribuida a Pedro de Noguera y fechada en 1609 presidió los cultos del Viernes Santo y procesionaba por las calles de Lima desde inicios del siglo XVII hasta la época de la Independencia en que se suspendió esta procesión. La talla muestra la pericia de Noguera en el tratamiento de la anatomía y el manejo del desnudo, siendo imagen articulada en los brazos y cabeza pues puede ser crucificado y luego descendido en una ceremonia que durante los siglos coloniales se realizaba en el atrio de la iglesia de San Francisco.
La siguiente y última anda es la de la Virgen de la Soledad, devota imagen que poseyó en tiempos virreinales muchísima popularidad y devoción; se representa a la Virgen María con la iconografía usual para la Virgen de la Soledad: las manos entrelazadas sobre el pecho y la cabeza inclinada hacia delante con la mirada perdida en la distancia, como desconsolada por la muerte de su hijo. Va vestida con túnica blanca y gran capa de terciopelo negro todo suntuosamente bordado con hilos dorados; un puñal y una corona imperial con resplandores, ambos ricamente labrados y dorados, completan el aderezo de esta imagen, que fuera dañada por el incendio del año 2005 y que a consecuencia de la restauración de la que fuera objeto perdió gran parte de su aspecto original.
Via Crucis Basilica de San Francisco. En horas de la tarde y después de los oficios del Viernes Santo, la comunidad de padres franciscanos organiza un Via Crucis alrededor de la plazuela de San Francisco, el cual es presidido por un antiguo crucifijo que es llevado en andas durante dicho ejercicio. La imagen que presidió este Via Crucis el año 2008 representa a Cristo ya muerto en la cruz, cuya cabeza cae hacia adelante mientras que el paño de pudor posee un dramático vuelo, lo que involucra esta talla dentro de la estética barroca de fines del siglo XVII. En años pasados se usaba al Crucificado de la portería del convento. La imagen va portada en una antigua anda neoclásica generalmente adornada con flores rojas, que ha sido lamentablemente repintada con esmaltes burdos.
Años atrás cuando la Cofradía de La Soledad procesionaba el Sábado Santo, la imagen de la Virgen de la Soledad acompañaba en su anda este Vía Crucis del convento franciscano, para luego regresar a su capilla para la velación de Señor del Santo Entierro.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
Hoy nuevamente Cofradía de la Soledad realiza un recorrido procesional rumbo a la Catedral de Lima portando una imagen de su Virgen titular, ya de gloria y vestida de blanco riguroso, con el objetivo de hacer un encuentro con el Cristo Resucitado que se alberga en la Iglesia Mayor y de presidir la misa de Domingo de Pascua.
Terminada esta ceremonia la Virgen de la Soledad de gloria retorna a su capilla anexa al convento de San Francisco, tras un breve recorrido procesional por la plaza de armas de Lima. En esta ocasión la imagen es portada en una pequeña y sencilla anda decorada con flores blancas y amarillas, vistiendo túnica y capa blanca con bordados dorados y un resplandor de plata labrada auroleando su cabeza.
Un dato histórico sobre esta procesión del Domingo de Resurrección nos recuerda que desde principios de los años noventa hasta hace pocos años, era la comunidad de monjas del convento del Carmen de Barrios Altos y la Hermandad de la Santísima Virgen del Carmen de Lima los encargados de realizar esta procesión, que salía muy de mañana desde el templo barrioaltino hasta la Catedral, portando dos andas: una con el Señor Resucitado del convento del Carmen y la segunda con la Virgen de la Alegría, que era una Virgen del Carmen que en este día cambiaba su tradicional hábito marrón por una túnica y capa de color rosado; ambas portadas en andas decoradas con láminas de plata labrada. Dejó de venir esta procesión desde Barrios Altos por motivos de fuerza mayor.
Fuentes:
http://www.semanasantadelima.org/