La Limosna es un elemento central de la Cuaresma.

Es uno de los 3 pilares de la Cuaresma, los otros 2 son la Oración y la Penitencia.

Es la puesta en práctica de la misericordia.

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No es opcional para el cristiano, sino una obligación impuesta por el Señor.
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Es volcar hacia la comunidad el crecimiento espiritual que vamos adquiriendo mediante la oración, la penitencia y nuestro avance en la formación cristiana.

Leer también:

La limosna cristiana debe considerarse como cualquier favor material para ayudar a los necesitados, que está impulsado por la caridad.

Es un servicio material que se presta a los pobres por amor a Cristo.

En la encíclica Rerum Novarum dice que la limosna es absolutamente necesaria.

Y el numeral 2447 del Catecismo de la Iglesia Católica dice que dar limosna a los pobres es uno de los principales testigos de la caridad fraterna… y obra de justicia que agrada a Dios”.

Esto viene dice la cultura judía porque en el Libro de los Proverbios 19: 17 dice que “el que cuida de los pobres presta al Señor, quién pagará la suma en su totalidad”.

El Nuevo Testamento habla de la necesidad de contribuir al bienestar de los necesitados.

En la parábola del joven rico en Mateo 19, vemos claramente que es un pedido de Jesús, a los pudientes, vender lo que se tiene y darlo a los pobres.

Y que si no se accede a ello se pone en riesgo alcanzar la vida eterna en el cielo, cómo sucedió con el joven rico.

La contracara de esto son las dos monedas que puso la viuda pobre como limosna (Marcos 12: 41), que está exaltado por Jesús.

En Hechos de los Apóstoles 2 vemos que esta era la tónica entre los primeros cristianos.

Porque vendían sus bienes y posesiones y los dividían entre todos, de acuerdo a las necesidades de cada uno.

Tanto que el ministerio de los diáconos surgió por el servicio a los pobres, Hechos 4.

También viene desde los tiempos de Jesús la discreción para dar limosna, que tiene que ser en secreto y no como lo hacían los fariseos (Marcos 6:3).


    

NO SE TRATA DE ‘BUENISMO’

No se trata solamente de ser ‘buenos’; no damos para sentirnos bien ni para favorecer a los desposeídos.

Hay una dimensión que los católicos tenemos medio desdibujada, el mandato de Cristo “dad y se os dará”.

No es con retiros espirituales, ni yendo puntillosamente a misa, ni consumiendo todo tipo de materiales cristianos que nos llegan, que damos al prójimo.

Si nos limitamos a eso somos como “vampiros” de la religión, que nos limitamos a chupar la energía del cristianismo y su comunidad, sin aportar energía extra.

Y si bien el papa Francisco ha propuesto una hermosa visión de la Iglesia como un hospital de campaña curando heridos, eso no significa que estamos ahí sólo para ser curados.

Somos un cuerpo y debemos aportar para sanar a los demás, porque así se nos juzgará; será por los actos de amor concretos que hicimos hacia los demás, por lo que dimos y aportamos.

Por esto la limosna, tomada como un acto de misericordia, es un punto central para profundizar en Cuaresma, porque hace a nuestra salvación.

Si damos, se nos dará. Y los santos muestran que cuando más damos, más se nos da.

    

EL ESPÍRITU DE COMPASIÓN NO ES OPCIONAL

«Debemos esforzarnos por mantener el corazón abierto a los sufrimientos y la miseria de otras personas, y orar continuamente para que Dios nos conceda ese espíritu de compasión que es verdaderamente el espíritu de Dios» – San Vicente de Paúl

La palabra limosna proviene de una corrupción de la palabra griega elenmosyne, que significa misericordia.
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Sencillamente dar limosna significa mostrar misericordia.

La práctica de la misericordia no es opcional, porque tiene sus raíces en el carácter de Dios mismo.

Dios es misericordioso, y tenemos que serlo también.

Y además, en la descripción del Juicio Final que el mismo Jesucristo nos da en el Evangelio de San Mateo quedan claras las condiciones de la salvación:

«Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; forastero y me recibieron en su casa; sin ropas y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel y fueron a verme». (Mt. 25, 35-36)

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EL FUNDAMENTO ESPIRITUAL

La base para la limosna es una ley espiritual resumida en las palabras de Jesús: «Dad y se os dará» (Lucas 6:38).

Y esto parece ser una ley porque innumerables veces en la Escritura, este tema se elabora sobre el mensaje de que Dios no va a ser generoso con un corazón que no es misericordioso y cerrado a las necesidades de los demás.

Se nos ha dado mucho, y nuestra gratitud por lo que hemos recibido debe inspirar generosidad a cambio.

Dar a los pobres es fundamental porque se nos manda amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. 

Cuando ponemos excusas para no dar, por lo general es porque nunca hemos tenido necesidad o dificultad, y por lo tanto no tenemos compasión.

Te aseguro que si estuvieras en necesidad, te gustaría que otros fueran generosos contigo.

Por lo tanto, si descuidas las necesidades de los demás, es un grave pecado contra la caridad.

Sin embargo hay una dimensión que cobra importancia hoy, y es la discusión sobre la medida en que el dar sin pedir una contraprestación ayuda al pobre, o sea aquello de dar un pescado o enseñar a pescar, que no vamos a tratar porque excede la intención de este artículo.

Pero más allá del llamado a la caridad por un tema de caridad con el prójimo, Nuestro Señor nos hace un llamado a la generosidad aún más urgente.
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Al identificarse con los pobres de manera tan íntima como para decir que lo que hacemos con ellos, se lo hacemos a Él.

De la misma manera, lo que negamos darle a los pobres, se lo negamos a Él y lo que damos a los pobres se lo damos a Él (Mateo 25).

«Todo lo que han hecho al más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo».

¡Que aterrador sería que se te diga que no vas a entrar en el cielo porque eras de corazón frío hacia el desafortunado, y por lo tanto hacia el mismo Jesús!

Por otro lado, ¡qué privilegio es servir a Cristo mismo en los pobres y necesitados!

Aquellos que lo hacen no quedarán sin recompensa.

   

QUÉ NO ES LA LIMOSNA

La limosna no se trata sobre el gobierno, se trata de ti. 

Desafortunadamente, cualquier mención de dar a los pobres de inmediato lleva a los argumentos sobre las utopías socialistas, el liberalismo, la justicia social, el marxismo y el Estado de bienestar.

Pero la limosna es fundamentalmente diferente en estas ideologías, y no es más que una excusa para justificar la redistribución de la riqueza por parte del gobierno.

El problema fundamental con el socialismo y el comunismo es que son inherentemente ateos.

Buscan crear un cielo en la tierra a través de los esfuerzos humanos, dejando de lado el alma eterna y la necesidad de la gracia.

Otro problema con estos sistemas es que despersonalizan generosidad.
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El dar es sólo valioso cuando es personal y viene del corazón
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Jesús no dijo:

«Cuando el Estado toma tu dinero y se lo da a otra persona, es como si lo dieras tu»

Él dijo:

«Da Tú»

Cuando una burocracia da, cuando un comité del gobierno da, no tiene sentido para ti en particular.

hombre pidiendo en la calle

    

PRACTICAR LA MISERICORDIA

Mientras que la limosna puede parecer sencilla, es posible que todavía te preguntes cómo exactamente la puedes practicar esta Cuaresma.

Para guiarnos, la Madre Iglesia esboza 7 obras de misericordia corporales así como 7 obras de misericordia espirituales.

La Iglesia enumera 7 de cada una porque 7 es un número místico, pero las posibilidades son infinitas.

El punto es que debemos dar de nosotros mismos a los que lo necesitan, y si prestamos atención, encontraremos un sinfín de oportunidades para hacerlo.

Las 7 Obras de Misericordia Corporales son:

Dar de comer al hambriento
Dar de beber al sediento
Dar posada al necesitado
Vestir al desnudo
Visitar al enfermo
Socorrer a los presos
Enterrar a los muertos

Las 7 Obras de Misericordia Espirituales son:

Enseñar al que no sabe
Dar buen consejo al que lo necesita
Corregir al que está en error
Perdonar las injurias
Consolar al triste
Sufrir con paciencia los defectos  de los demás
Rogar a Dios por vivos y difuntos

Las Obras de Misericordia Corporales, en su mayoría salen de una lista hecha por el Señor en su descripción del Juicio Final.

Mientras que la lista de las Obras de Misericordia Espirituales la Iglesia la ha tomado de textos que están a lo largo de la Biblia de la enseñanzas del mismo Cristo: el perdón, la corrección fraterna, el consuelo, soportar el sufrimiento…

Como se puede ver, las necesidades físicas, emocionales y espirituales son oportunidades para que la misericordia.

La visita a un enfermo en el hospital, ser paciente con el que te molesta, prestar atención al que está solo, o rezar por las almas del purgatorio son todos los actos de misericordia que podemos practicar.

Misericordia de Dios

   

UN LLAMADO A LA GENEROSIDAD PARA COMPARTIR LA PROMESA DE DIOS

Generalmente consideramos que compartir la promesa que Dios nos hizo en el evangelio es un acto evangelizador, proselitista, si se quiere hablar en términos profanos.

Sin embargo hoy, en este mundo que se descristianiza, que se aleja de la naturaleza que Dios creó para el hombre y que genera terribles consecuencias espirituales como tristeza, angustia, decepción, rabia, ira, sentir que la vida no tiene sentido, necesidades de compensar los dolores a través del hedonismo sin límites y las adicciones, en este mundo “sin Dios”, compartir su promesa es un profundo acto de misericordia.

¿Por qué lo es?

Porque da la oportunidad al prójimo de sentir que no está sólo.

Que alguien realmente poderoso vela por él, que le ofrece paz a su alma herida por las tribulaciones de la vida diaria, y la promesa de que su vida no termina con la pérdida de capacidades de la vejez y la muerte corporal, que algo maravilloso le espera.

Todo lo que hagamos para llevar paz y esperanza, y la salvación a los que carecen de ellas, es un acto de misericordia; es una limosna espiritual profundamente necesaria en el mundo de hoy.

Y en esto también debemos considerar a todos los hermanos cristianos que se sienten agredidos, incomprendidos y cada vez más marginados en sus creencias.

En realidad todos los cristianos caemos en esta categoría, porque en algún momento del día invariablemente nos sentimos así.

Todos nosotros necesitamos levantar el ánimo, reavivar nuestra esperanza, profundizar nuestra conversión y nuestros conocimientos sobre nuestra fe.

Y aquí encaja exactamente Foros de la Virgen María, porque es un proyecto fuertemente misericordioso, que busca profundizar la conversión, dar esperanza y reavivar la fe.

Diariamente estamos interpretando lo que sucede en mundo desde una mirada cristiana, publicando sucesos extraordinarios que afianzan nuestra fe en la existencia de un mundo sobrenatural, haciendo hincapié una y otra vez en lo que el Señor nos ha prometido y lo que hoy nos da si sabemos ‘ver’.

Pero como siempre decimos, este gran acto de misericordia que estamos operando en nombre de María Santísima, también necesita la reciprocidad de quien lo recibe, para que pueda seguir existiendo y cada día llegue a más personas.

En concreto, es una obra de misericordia para los cristianos de habla hispana apoyar con su limosna la permanencia y crecimiento de medios como Foros de la Virgen María.


   

LA MISIÓN DE ESTAR ATENTOS

Nuestro Señor nos ha mostrado misericordia infinita y debemos mostrar misericordia a los demás si hemos de ser obedientes al Evangelio.

Esta Cuaresma, busca las oportunidades de generosidad.

Tal vez alguien tiene necesidades físicas que se ven claramente, pero tal vez alguien más tiene necesidades espirituales que suelen estar más ocultas.

Presta atención.

Una vez que eres consciente de una necesidad, da generosamente de ti mismo hasta que duela. 

Sé literalmente compasivo, siente el sufrimiento de los demás y busca aliviarlo.

   

¡DAR HASTA QUE DUELA!

Estos 2 tipos de donaciones son profundamente diferentes.

Dar de tu excedente, significa dar tu dinero extra, tiempo libre, etc.

Se trata de dar lo que te sobra. Se trata de ofrecer lo que realmente no necesitas.

Dar de tu sustancia, significa dar dinero, tiempo, etc., que necesitas.

Entonces, necesitas prescindir de algo para poder dar.

Es lo opuesto a dar de tus sobras.

Aquí hay un ejemplo de la diferencia entre dar de tu excedente y dar de tu sustancia.

Una persona súper rica da millones a la caridad, pero su riqueza es tan grande que no la necesita realmente.

Alguien que vive con finanzas limitadas compra café a una persona sin hogar, pero para hacerlo, tienen que dejar de comprar café para él.

La persona adinerada en ese ejemplo está dando más en términos monetarios, pero ofrece su excedente.

La persona de recursos financieros limitados, está dando menos en términos monetarios, pero está dando más de su sustancia.

Aquellos de nosotros que observamos la Cuaresma estamos llamados a dar de nuestra sustancia. No es nuestro excedente.

Esto les permite a todos, igualmente, contribuir.

Los padres de la iglesia inculcaron fuertemente la necesidad de dar limosna.

Y los eclesiásticos están obligados de manera especial a dar limosna, porque son los padres de los pobres y deben de dar el ejemplo a los laicos.

Sin embargo desde las Constituciones Apostólicas leemos que no se debe dar limosna a los maliciosos, ni a los intemperantes, ni a los perezosos.

Y al respecto hoy existe una discusión en los templos católicos, especialmente del Tercer Mundo, sobre la conveniencia de dar limosna a algunas de las personas que rodean los templos, y que van allí para pedir limosna a los laicos y a los sacerdotes.

Algunos de ellos usan la limosna para drogarse o comprar bebidas alcohólicas.

Y otros se descansan en que los cristianos dan limosna y no hacen esfuerzos por trabajar, y de esta forma la limosna está promoviendo el vicio.

Es un punto no resuelto, que va unido como contracara, a la escasa colaboración que los laicos tienen con el mantenimiento de las actividades de la parroquia.

Quienes pasan la canasta para las ofrendas en misa saben que la mayoría de los laicos revuelven en el bolsillo hasta encontrar la moneda o el billete más chico y depositarlo allí.

Sobre todo en América Latina se tiene el concepto que todo debe ser gratis y que la Iglesia se mantiene por sí misma.

Fuentes:

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