Todos estamos preocupados por nuestra salud, especialmente cuando estamos enfermos.

Y cuando ya entramos en la vejez empezamos a preocuparnos por una buena muerte.

Dios nos ha hecho promesas de salud y sobre el pasaje a la otra vida.

uncion de los enfermos

Pero esas cosas, como todo en la vida, son condicionales, aunque a veces tendemos a negarlo.

Detrás de cualquier enfermedad está el fantasma de la muerte y tenemos 3 ideas centrales al respecto.

-Que la muerte es inevitable, que debemos prepararnos para ella y pedir auxilio en esa preparación para dejar la Tierra en paz y suavemente;

-Que hay que pedir al “cielo” que nos proteja de accidentes, para no realizar el pasaje en un tiempo que consideramos apresurado, cuando pensamos que aún no es nuestro tiempo;

-Y en estos casos, depositar la fe en la posibilidad de una curación cuando estamos enfermos de gravedad o alguno de nuestros seres queridos lo está.

Es así como surgen dos fuerzas contrapuestas en los cristianos, que actúan simultáneamente.

Es así como surgen dos fuerzas contrapuestas en los cristianos, que en realidad son complementarias, que actúan simultáneamente.

Una es amigarse con la muerte y pedir un pasaje en paz.
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Y la otra es depositar la fe en el poder sobrenatural de Dios para que nos sane cuando tenemos enfermedades.

Pero sin embargo, lo que vemos en las plegarias en los templos y en los grupos de oración son pedidos por curaciones:

“Que fulanita de tal se sane de una cáncer”,

“Pido por sanidad para menganito que va a ser operado del corazón”,

“Tengo una tía de 95 años que no puede caminar, oremos para que pueda volver a caminar”.

Muy pocos de esos pedidos son para que las personas hagan sus pasaje en paz y hacia el cielo, aunque tengan 100 años y estén agonizando.

Esto nos indica que debemos amigarnos con la muerte, porque tarde o temprano nos llega.

Aunque esto no obsta para que pidamos sanación.

Hay un principio básico para que Dios actúe en sus promesas al respecto de estos temas.

  

EL PRINCIPIO BÁSICO PARA NUESTRA SANIDAD Y NUESTRA MUERTE

¿Nuestra vida nos pertenece?

¿Qué capacidad de decisión tenemos respecto a ella?

Somos criaturas creadas por Dios y en ese sentido no somos dueños de nuestra creación.

Y como la vida no es nuestra, no podemos decidir cuándo enfermarnos ni tampoco cuando curarnos.

Tampoco podemos decidir si vamos a morir o no, porque todos lo vamos a hacer.

De modo que tenemos limitaciones.

Pero hay algunos puntos en que podemos reivindicar nuestra decisión que nos ilusionan con la autonomía.

Podemos decidir cuándo vamos a morir, si decidimos quitarnos la vida y partir anticipadamente.

Y podemos llegar a pensar que podemos gastar la vida como queramos, sin dar cuentas a nadie, por ejemplo al creador.

Pero como la vida en realidad no es nuestra, y nuestra propiedad sobre ella es una mera ilusión, en algún momento Él no pedirá cuentas y podemos quedar separados de Él y sus gracias por la eternidad.

Esa es la contradicción con que actúan muchos cristianos hoy, quizás la mayoría.

Creemos que nuestra vida es nuestra y podemos decidir sobre ella a nuestro gusto, en vez de tener claro que dependemos de Dios y debemos responderle.

Por tanto le preguntamos a Dios que puede hacer por nosotros en vez de preguntarle qué podemos hacer por Él.

Vemos a Dios como una máquina expendedora de sanidad o de una buena muerte.

Pero su gracia en estos dos puntos la logramos si estamos unidos a Él.

Y no estamos unidos al creador cuando consideramos que nuestra vida nos pertenece.

De modo que cuando pidamos sanación o una buena muerte el resultado va a estar relacionado con la autonomía con que nosotros manejamos nuestra vida.

Sí manejamos nuestra vida pensando que era nuestra no nos esforzamos buscando el reino.

Y por lo tanto no se cumplirá lo que Jesús dijo en Mateo 6:33, busca primero el reino y su justicia, y las demás cosas vendrán por añadidura.

No tendremos las gracias que pedimos si deliberadamente optamos por ignorar al creador.

Este es el principio básico para pensar en nuestra sanidad y en nuestra buena muerte.

grupo de oracion de jovenes

   

LA ESPERANZA DE SANACIÓN

Los cristianos tenemos esperanza en alargar nuestra vida en la Tierra y depositamos nuestra confianza en la curación sobrenatural de Dios.

La Iglesia católica ha desarrollado en estos 2000 años una serie de ritos para los enfermos que a veces pasan desapercibidos o son mal entendidos.

Es bueno saber de qué se trata, porque apuntan tanto a la curación física como a la del alma.

La Cuaresma es un momento apropiado para reflexionar sobre los ritos de la Iglesia proporciona a los enfermos, pensando en las curaciones milagrosas.

   

EJEMPLOS DE CURACIONES MILAGROSAS

Notable ver es escuchar sobre un hombre que volvió a la vida después de cuarenta y cinco minutos de muerte clínica.

Y otra noticia sobre un hombre que salió de una bolsa de plástico en la pompa fúnebre cuando se estaba a punto de embalsamarlo.

«El día después de haber sido declarado muerto, un hombre de Mississippi movió sus piernas y mostró que estaba vivo», señaló NBC.

Walter Williams, de 78 años, de Lexington, sufrió de insuficiencia cardíaca.

Cuando el médico forense llegó esa noche y no le encontró pulso, fue declarado muerto y lo llevaron a Porter and Sons Funeral Home. «El Señor no estaba preparado para él», dijo su hija.

En realidad no.

Cuando Dios nos quiere de vuelta – cuando nuestro trabajo no ha terminado – poco importa que un médico o quien sea haya declarado la muerte clínica.

«Después de unos cuarenta y cinco minutos Brian Miller de Cleveland, Ohio, sin ritmo cardíaco, pulso, presión arterial y el oxígeno sin llegar a su cerebro, milagrosamente se despertó con un ritmo cardíaco regular y sin ningún tipo de daño a su cerebro.

Miller dijo que tuvo hermosas visiones de la vida futura, mientras caminaba hacia el cielo, que incluía tanto flores como luz.

Dijo que un ser querido que había fallecido recientemente le dijo que tenía que volver«.

Hay episodios cercanos a la muerte en los cuales la gente ha «regresado», aun cuando sus «cadáveres» han exhibido rigor mortis incipiente.
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Esto nos dice que Dios puede revitalizar y sanar el cuerpo, no importa lo que la condición.

Supimos esto desde Lázaro, pero también lo sabemos en nuestro tiempo fisiológico, médico-céntrico (ahora que los medios de comunicación están informando sobre el mismo).

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LOS ÚLTIMOS RITOS

Esto pone de relieve el tema de la unción de los enfermos, y que cuando se incluye con la penitencia y la Eucaristía, constituyen los Últimos Ritos.

La Sociedad Newman dice:

«Cuando el ritual de este sacramento fue revisado en 1972, varias opciones que se habían desarrollado a través del tiempo se consolidaron por lo que la celebración del sacramento de la unción de los enfermos sería uniforme en la Iglesia Católica.

La unción de los enfermos se puede celebrar de tres maneras diferentes:

El rito ordinario de ungir a un enfermo que se lleva a cabo ya sea cuando un sacerdote visita a un enfermo o durante un servicio de oración o misa regularmente programada;
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El rito del viático (palabra viene del latín para ‘necesario para el viaje’), que consiste en la recepción de la Sagrada Comunión por una persona que está cerca de morir o en peligro de muerte;
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-Y un rito de los sacramentos para los que están cerca de la muerte, que es un rito continuo de los sacramentos de la penitencia, la unción y el viático».

Añade otro sitio (Movimiento de la Nueva Teología):

«Santo Tomás de Aquino nos enseña que así como el lavado corporal es dado por el bautismo como un signo de la limpieza espiritual del alma, lo mismo ocurre con Dios que a veces confiere una curación del cuerpo a través de la unción como un signo de la curación espiritual del alma.
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Pero, hay esta diferencia, porque el agua, naturalmente, tiene el poder para lavar el alma, pero el óleo (que se utiliza en la unción) no tiene por sí mismo el poder de curar a los que están muriendo.
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Por lo tanto, es sólo cuando Dios escoge hacer una curación milagrosa que el cuerpo se sana físicamente a través de la unción.
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Y así, el Doctor Angélico, concluye,
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‘En consecuencia, una curación del cuerpo no siempre se deriva de este sacramento, sino sólo cuando es necesaria para la curación espiritual.
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y luego se produce siempre y cuando no haya ningún obstáculo por parte del destinatario’».

En otras palabras, como el sitio señala, siempre que fuera necesaria o muy conveniente para la sanación espiritual del alma se realiza una curación milagrosa del cuerpo,

«Dios concede un milagro a través del sacramento.

En tal caso, la curación milagrosa no debe ser atribuida a la santidad del sacerdote, sino a la fuerza del sacramento mismo.

Por otro lado, si un enfermo recibe la Unción y no obtiene una recuperación milagrosa, esto demuestra que tal curación física no era necesaria a fin de fortalecer su fe y esperanza, mientras se prepara para la muerte y el juicio«.

   

EL CASO DE BRIDGET

Si bien podemos decir con confianza que la curación se produce siempre durante la unción de los enfermos, señala The American Catholic,  no siempre es el tipo de curación que podríamos esperar.

«Al principio pensé que me iba a curar y me quedé decepcionada cuando no estuve curada de inmediato», dijo una mujer llamada Bridget, que cita la publicación.

«Entonces se hizo más claro que la curación tenía que venir de dentro de mí. 

La curación no fue una recuperación inmediata. Tuve que estar abierta, dejar que las cosas sucedan. Yo no podía esperar algo durante la noche».

Mientras que a menudo suponemos que conseguir estar físicamente bien es lo mejor para nosotros, Dios conoce lo que necesitamos para llegar a una mayor conciencia de lo divino y podrá optar por sanar algún área de nuestro espíritu o de las emociones en lugar de nuestro cuerpo.

«Aprendí que si usted no va en busca de la curación, se le dará a conocer de alguna otra manera», añadió Bridget.

«También debemos recordar que el sacramento complementa el tratamiento médico, no lo sustituye«, dice American Catholic.

«Sólo porque alguien se puso mejor con la ayuda de la cirugía o las drogas modernas no significa que el sacramento no jugó un papel en la curación.
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Dios usa la habilidad de los médicos y enfermeras, así como las técnicas médicas modernas para restaurar la salud».

«Si todo eso suena como doble discurso, podría ayudar a recordar que el sacramento no es magia

No promete que aquellos que lo reciben serán curados de toda enfermedad física. 

No promete que alguien de 99 años vivirá otros treinta años».

«Lo que hace la promesa es que Dios va a sanar las zonas enfermas de nuestra vida si nos acercamos con fe y humildad».

«Si bien no es común, la curación física inmediata puede suceder.

Sé de al menos un caso en mi propia familia cuando los exámenes médicos administrados después que la persona fuera ungida, no mostraron ningún rastro de la enfermedad previa.

La posibilidad muy real de una cura física es una de las razones por las que la Iglesia no quiere que esperemos hasta que estemos a punto de morir para pedir el sacramento.

Lo que pasó fue que empecé a querer cambiar», dijo Bridget.

«Era algo que no esperaba. Antes del sacramento, no estaba abierta a dejar a Dios en mi vida.

Necesitaba algo que lo pusiera de nuevo en mi vida.

Cuando recibí el sacramento de la Unción, me di cuenta de lo importante que es», dijo.

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OTRO CASO

Al mismo tiempo, impresionantes curaciones de aquellos al borde de la muerte han ocurrido a través de este conjunto de sacramentos.

«Una mujer a quien se le dio la extremaunción sorprendió a su familia cuando ella empezó a hablar horas después«, señaló el periódico, el Barnsley Chronicle, en Reino Unido.

«Mary Young había recibido el cuidado para final de la vida después de un ataque al corazón y fue visitada por el capellán Padre Peter Needham del Barnsley Hospital.

María, de 87 años, de Taylor Crescent, Grimethorpe, fue llevada al hospital el 11 de enero.

A su hija Marie Gledhill, de Bank End Road, Worsbrough Dale, se le avisó al día siguiente que su madre se estaba deteriorando y que ella y su hermano Tommy debían venir.

Mi madre estaba muy deteriorada, la enfermera dijo que ella podría tener horas o días.

Ella ni siquiera sabía que el Padre Peter estaba allí, pero él vino y le dio la extremaunción.

Me quedé con ella después y le estaba hablando y, de repente, ella empezó a contestarme.

Fue un milagro, no hay otra explicación.

Usted toma como un evangelio lo que dicen los médicos, pero ellos no lo podían creer. 

María regresó a casa el 24 de enero.

Ella dijo que no recordaba nada desde que necesitó una ambulancia hasta despertarse y hablar con Marie, pero dijo que sintió que alguien la estaba cuidando’«.

Eso es porque alguien realmente estaba.

En definitiva, con todo este abanico abierto de posibilidades, antes de ponerse a orar por una persona o por uno mismo, deberíamos preguntarle a Dios en oración:
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¿para qué quiere que oremos, para sanidad o para preparación a la muerte y un buen pasaje?

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LA NOCHE ES EL MOMENTO PROPICIO PARA ORAR RESPECTO A LA MUERTE

El instinto de la Iglesia siempre ha sido la de vincular oración de la noche a la muerte a modo de una especie de «ensayo general»; considera estas oraciones:

1 – “En tus manos Señor encomiendo mi espíritu”.
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Esta es una referencia a las últimas palabras de Jesús: “¡Padre! En tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23,46).

2 – “Ahora, Señor, tu siervo puede irse en paz, tu palabra se ha cumplido. Mis ojos han visto la salvación que has preparado a la vista de tu gente”.
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Estas son las palabras de Simeón, a quien había sido prometido que no vería la muerte antes de haber visto al Mesías.
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Ahora que se ha tenido al niño Jesús en sus brazos, en el templo, está en paz porque puede morir en paz.

3 – “Que el Señor nos conceda una noche tranquila y una muerte en paz”.
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Esta es la línea final de la oración de la noche justo antes de la Salve Regina.
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Donde pedimos a la Virgen que nos proteja en la noche, y que recitamos en las Completas de la Liturgia de las Horas, la oración antes de dormir.

La oración de la noche es un momento para recordar que vamos a morir y para reflexionar sobre esto con sobriedad.

El sueño es, en cierta medida, como la muerte; nos convertimos en «muertos» al mundo.

Ya no somos conscientes de los ritmos, exigencias y fascinaciones de este mundo.

Estamos «fuera» de este mundo, fuera de contacto con él. 

Es una especie de estado de coma en que ponemos a distancia de las cosas que nos obsesionan en nuestras horas de vigilia.

Y comprendemos que un día vamos a dormir a este mundo y nunca despertar, nunca volver a sus demandas.

La oración de la noche sirve como un recordatorio de esta convocatoria se avecina. 

Nos confiamos al cuidado de nuestro Señor, el único que nos puede llevar sobre el valle de la sombra de la muerte.

Pedimos, también las oraciones de la Virgen.

Le pedimos que ella, como una buena madre, nos consuele y nos asegure que después de este destierro vamos a ver el rostro glorioso de su Hijo y ser restaurados a nuestro Padre en el cálido amor del Espíritu Santo.

Incluso si no tienes tiempo para orar las otras horas de la Liturgia de las Horas, te recomiendo calurosamente la oración de la noche, las Completas).
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Es una oración breve y hermosa, sobria y sereno.

Así la noche es el gran ensayo general de nuestra muerte.

Si somos fieles, este será el mejor día de nuestra vida en esta tierra.

En ese día, seremos llamados a Aquel que nos ama.

Seguramente nuestro juicio se avecina y es inevitable, pero si somos fieles, marcará el comienzo de nuestra purificación final y la libertad de las ataduras del pecado y los males de este mundo.

Fuentes:

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