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Entramos en el duelo final.

Las raíces de la masonería y del cristianismo se pueden rastrear desde el principio de los tiempos.

Son dos fuerzas históricas contrapuestas, antagónicas.

El plan de las logias fue y es liquidar al cristianismo y los mandamientos que le dejó Dios.

Y una de sus estrategias ha sido infiltrar la Iglesia Católica, porque es el dique de contención que impide que el mundo pase totalmente a sus manos.

Y por eso celebra cada aflojamiento y relativización que se hace de la doctrina católica.

Aquí queremos hablar sobre quienes son los masones, a quien adoran y que está haciendo actualmente en el mundo y en la Iglesia.

En nuestro tiempo se está desarrollando un duelo épico y planetario que comenzó en los albores de la humanidad entre Caín y Abel, y luego continuó entre sus respectivos descendientes.

Y hoy es el escenario de lo que Juan Pablo II expresó ya en 1980, 

«Estamos ante la contienda final entre la Iglesia y la anti-iglesia, entre el Evangelio y el anti-evangelio».

Los de la rama de Caín están poniendo todo su empeño en crear un nuevo ordenamiento mundial generando el caos, porque su lema es «Orden a partir del caos».

Sin embargo el cristianismo piensa a la inversa, la paz se genera a través del orden.

Y este ataque llegará hasta el marcado de la población.

El escenario inminente que tenemos ante nosotros es la marca del anticristo que menciona el libro del apocalipsis. Ya empezó.

Nadie podrá comprar o vender sin tener una marca en la mano derecha, que es la acción humana, y en la frente, que es el cerebro humano.

Y la estrategia es el miedo. Lo estamos viendo.

¿Y qué organización está detrás de estos planes inicuos?

La masonería, que nace el 24 de junio de 1717, pero recién seis años después se publican las Constituciones de Anderson, su ideario digamos.

Y allí se asegura que su conocimiento oculto surgió nada menos que con Caín.

Y que fue transmitido luego de generación en generación, hasta llegar a un oscuro individuo llamado Hiram Abif.

Quien habría sido, según la secta, el arquitecto del Templo de Salomón.

Las creencias de los masones postulan que existe un conocimiento salvífico que te lleva a la perfección absoluta.

Y que te convierte en un ser autónomo, en un ser privilegiado que no necesita de ningún salvador.

Por ello se apoyan en el Gran Arquitecto del Universo, que no es el Dios de la Revelación ni del Evangelio.

Porque jamás se menciona a Cristo en las Constituciones de Anderson.

Este Dios Supremo es llamado también Baphomet, la representación de Lucifer.

Se le representa como un ser con cabeza de macho cabrío, grandes cuernos, alas de murciélago y patas de cabra.

Una criatura que cuenta con los dos sexos.

Para los masones, Lucifer es un ser benéfico, portador de la luz.

Un ser que te va iluminando el camino en ese recorrido que te lleva a la autosuficiencia.

Lucifer es el símbolo del que se rebela contra la opresión, contra el poder constituido de lo que llaman imposición divina, contra el Dios Único que se reveló a los cristianos.

Este es un plan que viene desde los albores de los tiempos.

Y sólo el 5% superior de las logias masónicas saben este secreto.

Este 5% superior llama a Jesucristo un «dios inferior», y nunca lo mencionan en sus enseñanzas o rituales.

En los primeros grados de la masonería, lo que se llama masonería azul, se venera a la divinidad incierta y nebulosa del ‘Gran Arquitecto del Universo’.

Pero, poco a poco, van revelando su verdadera naturaleza y su real objetivo: el de adorar a Lucifer en lugar de Dios.

Los masones adoran a Lucifer como la Luz que vino al mundo. 

Por eso se insta a los masones desde la primera iniciación, en el primer grado, a «buscar la Luz».

El masón promedio dice continuamente que está «buscando la Luz» y que pasará toda su vida «moviéndose hacia la Luz».

Y ya en los grados mayores se sabrá que esa luz es Lucifer, que bíblicamente es el mismo individuo que Satanás.

El Papa Pío VIII, en 1829, dijo sobre la masonería: «Es una secta satánica, que tiene al demonio como su dios». 

Y su esencia consiste en la perversión, en la subversión del orden divino de la creación y en la transgresión de las leyes dadas por Dios.

Esto se ha visto muchas veces en la historia, cuando han salido a luz planes concretos para destruir a la Iglesia, así como para infiltrarla.

Ellos son los responsables de legalizar la terminación de la vida antes de nacer y antes de la muerte natural, ¿saben a lo que me refiero no?, del matrimonio no heterosexual, la ideología de género, etc.

Benedicto XVI se refirió a ellos como «el poder espiritual del anticristo». 

Y que están formulando un credo anticristiano, que si uno se opone a él, está siendo castigado por la sociedad con la excomunión. 

Varios masones conversos al catolicismo han contado todas estas cosas, entre ellos el francés Serge Abad-Gallardo.

Por ejemplo cuando se accede al grado 29 del rito escocés antiguo y aceptado, que es mayoritario en la masonería, el candidato debe escoger entre la cruz de Cristo, símbolo de la muerte y la destrucción para los masones, y la cruz de la luz y de la vida de Baphomet, que es una cruz en forma de X.

La elección del candidato se manifiesta pisando el crucifijo de Cristo.

Lo pisa con el pie izquierdo en primer lugar y luego con el derecho.

Y debe decir con los brazos en cruz sobre el pecho que se consagra a la cruz de Baphomet. 

Otro de los rituales en los que se hace intervenir a Baphomet es el de iniciación en el grado sexto de caballero masón, de la Orden Illuminati:

Con los brazos hacia el cielo, en forma de “V”, el candidato exclama:

«A la gloria del Gran Arquitecto del Universo, Baphomet, y también de los superiores desconocidos y de la Orden Illuminati.»

Luego, baja las manos, coge la cruz de Cristo y la tira al suelo frente al altar.

Y dice, «que esta cruz de Cristo, como símbolo de la muerte y la destrucción, desaparezca del mundo, que la ley de Baphomet la suplante.

Gloria a ti, dios verdadero, Baphomet, el dios de la luz y de la iniciación».

Y el historiador Ricardo de la Cierva dijo que «En el grado 33 explícitamente se intenta destruir la cristiandad y hacer de la masonería la religión del mundo».

Y en el siglo XIX salió a luz la instrucción masónica Alta Vendita que contenía un plan detallado para infiltrar a la Iglesia desde los seminarios, con la intención de llegar a la instauración de un Papa masón.

Por eso hemos visto que a pesar de las decenas de documentos papales condenando la masonería, hay obispos, cardenales y sacerdotes que no creen que sea así.

Lo que obligó en 1983 a la Congregación para la Doctrina de la Fe aclarar que:

«El juicio negativo de la Iglesia sobre las asociaciones masónicas se mantiene sin cambios, ya que sus principios siempre se han considerado irreconciliables con la doctrina de la Iglesia.

Y por lo tanto se continúa prohibiendo ser miembro de ellas.

Los fieles que se inscriben en asociaciones masónicas están en pecado grave y no pueden recibir la Santa Comunión” .

Esta declaración fue firmada por Juan Pablo II.

Sin embargo en 1976 el periodista italiano Mino Pecorelli publicó una lista de 116 obispos, cardenales y sacerdotes italianos, iniciados en la logia P2, con nombre, seudónimo y fecha de ingreso.

La mayoría de ellos connotados modernistas; pueden consultar la lista en internet.

Lo que probablemente le costó la vida a Pecorelli en 1979, en lo que pareció ser un ritual.

Pero nadie hurgó en esa muerte hasta que en 1995, durante el proceso del dirigente democristiano Giulio Andreotti, alguien le acusó de haber ordenado el atentado de Pecorelli.

También se ha dicho que quizás le costó la vida a Juan Pablo I.

Pero tranquilidad y esperanza, firmeza y oración. 

Porque sabemos que la mujer vestida de sol, la Virgen María, Madre de Dios y de los hombres, intervendrá de manera prodigiosa, gracias a sus elegidos, sobre el destino del mundo y de la humanidad, aplastando la cabeza del dragón rojo.

Quien esté de pie tenga cuidado de no caer.

Porque de hecho, en el momento actual, el buen trigo y la mala hierba permanecen juntos en el mismo campo, hasta el día de la justicia. 

Bueno hasta aquí lo que te queríamos hablar sobre la masonería, que como su mentor, usa el engaño para cumplir sus fines, porque los grados más bajos no saben realmente lo que hace la dirección.

Y es una información importante porque los modernistas en la Iglesia, se están encargando de difundir que es compatible ser masón y católico, cuando en realidad la Iglesia lo considera un pecado grave y causa de excomunión.

Y me gustaría preguntarte si conoces algún masón y qué piensan ellos de la Iglesia Católica.   

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