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El laicismo critica a la Iglesia por protección a la pedofilia en un doble discurso flagrante.

 

La pedofilia, el horror del abuso sexual a menores, ha golpeado fuertemente a la Iglesia Católica por dos motivos. El primero, porque se ha descubierto una serie importante de sacerdotes que abusaron de menores, incluso con la vista gorda de obispos. Y segundo, porque le ha dado un argumento fácilmente manejable a los medios de comunicación del sistema (que son la inmensa mayoría) contra la Iglesia, escondiendo otras informaciones de que la incidencia de pedófilos es menor que en otras organizaciones.

 

pedofilia

 

Comprometido en la lucha para erradicar la pedofilia de dentro de la Iglesia, el papa Francisco nombró la semana pasada a los integrantes de una comisión contra la pedofilia, dándole más empuje con la entrada de laicos, a la política de tolerancia 0 inaugurada por benedicto XVI.

Pero de cualquier forma esto no nos debe hacer pasar por alto que la pedoflia es un estilo de conducta que ha surgido en las alas progresistas y anticristianas de la sociedad, y que luego se hizo presente también el la Iglesia, y que existe toda una corriente precisamente en las alas progresistas de la sociedad que promocionan la pedofilia. Sin embargo, en un doble discurso flagrante, el laicismo enfoca en la Iglesia su denuncia de la pedofilia y no en los que la promueven formalmente.

LAICISMO Y PEDOFILIA

Por ejemplo The New York Times, en los últimos diez años ha publicado más de 150 artículos sobre la pedofilia en la Iglesia, ignorando sistemáticamente estudios y noticias sobre el mismo fenómeno de abusos en las escuelas públicas, lo cual demuestra que el foco es contra la Iglesia y no contra la pedofilia.

Pero también han escondido algo peor, que dentro del laicismo es donde florece la promoción abierta de la pedofilia, su base ideológica, que luego permeará a toda la sociedad.

Por ejemplo Simone de Beauvoir, Michel Foucault, Jack Lang, firmaron una petición a favor de la legalización de las relaciones sexuales con menores de edad.

Los medios del sistema han logrado introducir en el imaginario de las personas que el abuso pedófilo es clerical, pero no han mencionado que célebres intelectuales, como Foucault y Tournier, han sido voceros de la lamentablemente llamada “pedofilia dulce”, que han escrito a favor de la infancia totalmente emancipada y sin límites, obligaciones o normas, llamando al no sofocamiento del deseo sexual en estos niños.

Si los grandes medios de comunicación quisieran investigar y publicar sobre la pedofilia, podrían comenzar hablando de la petición que Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Michel Foucault y Jack Lang firmaron, en la que reclamaban la legalización de las relaciones sexuales con menores de edad.

O quizás podrían comentar si consideran de justicia que el mundo cultural laico haya concedido nada menos que el Premio Nobel de Literatura a André Gide, un escritor que en su obra cuenta cómo, en las calles de Tánger y Casablanca, se divirtió con los impúberes.

Sorprende también cómo se han ocultado siempre las afirmaciones del filósofo anticlerical Jean-Jacques Rousseau, que aseguró haber comprado en Venecia una niña de diez años que supo “liberarlo de su depresión”.

O de la escritora de la Generación de los años treinta Dacia Maraini, que afirma que el incesto es algo natural. O del teórico del ‘68 Gerd Koenen que escribió que

“en las guarderías infantiles más radicales las actividades sexuales se convierten en una parte integrante de los juegos”.

También se podría hablar de Aldo Busi, escritor y columnista anticlerical italiano, que llegó a afirmar en televisión que la pedofilia no puede ser asimilable a criminalidad, haciendo apología de ella y afirmando que él mismo había mantenido relaciones sexuales con adultos cuando tenía ocho años. Más aún, acusaba a los niños de seducir a los adultos, quitándoles así la responsabilidad a los pedófilos.

Sorprende también lo que algunos parlamentarios radicales escribieron en el diario Libero el 28 de abril de 2002:

“Es totalmente inaceptable la criminalización de la orientación sexual como tal, o sea una forma de ´ser´, de un ´estado´ […] criminalizar a los ´pedófilos´ como tales, por el contrario, no sirve para proteger a los menores de edad, sino sólo para crear un clima incivilizado”.

Pero no es el único político italiano que se ha pronunciado en este sentido. El gobernador de Puglia, el homosexual Nichi Vendola (también presidente del partido Izquierda, Ecología y Libertad) afirmó en una entrevista concedida en 1985 al periódico Repubblica, que no es fácil tratar un tema como la pedofilia,

“esto es, el derecho de los niños a tener su propia sexualidad, a tener relaciones sexuales entre ellos o con los adultos”.

También se podría hablar de Daniel Cohn-Bendit, líder de los Verdes en Bruselas y líder del Mayo de París de 1968, a partir de su propia experiencia como maestro: como él mismo dice, “bajaba los pantalones a sus alumnos” y practicaba sexo con ellos.

Como dijo Benedicto XVI, la pedofilia dentro de la Iglesia es un horror, algo despreciable que hay que erradicar, pero también hay que convenir y no callar, que se ha utilizado para atacar a la iglesia mientras se ha ocultado donde está la verdadera génesis de esta ideología.

LA IGLESIA NOMBRA UNA COMISIÓN CONTRA LA PEDOFILIA INTEGRADA POR LAICOS

El Vaticano había anunciado el pasado mes de diciembre la creación de una comisión, cuyo objetivo sería asesorar a la Iglesia sobre cómo proteger mejor a los menores de posibles abusos, proponer iniciativas para la formación del clero y expulsar de sus filas a los pederastas.

La semana pasada, el Papa Francisco ha elegido a los ocho primeros integrantes de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, cuatro hombres y cuatro mujeres, entre los que destaca la presencia de la irlandesa Marie Collins, activista contra los abusos que ella misma sufrió cuando tenía 13 años, el cardenal arzobispo de Boston, Seán Patrick O’Malley, y el sacerdote argentino Humberto Miguel Yáñez. También forman parte de la Comisión la profesora de Psiquiatría británica Sheila Hollins, el profesor italiano Claudio Papale, la ex primera ministra polaca y ex embajadora ante el Vaticano Hanna Suchocka, el sacerdote alemán Hans Zollner, jesuita como Yáñez, y la francesa Catherine Bonnet.

Los ocho miembros de la Comisión tendrán como tarea principal la de

“preparar los estatutos de la Comisión en los que se determinarán sus competencias y funciones”, según un comunicado oficial del Vaticano.

Los ocho miembros iniciales serán además los encargados de proponer a los demás integrantes del grupo.

“El Papa Francisco deja claro que la Iglesia debe tener la protección de los menores entre una de sus principales prioridades y con la iniciativa adoptada hoy el Papa ha indicado los nombres de personalidades altamente cualificadas y conocidas por su compromiso en esta cuestión”, explicó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, en la nota.

Lombardi destaca que

“la Iglesia debe desempeñar un papel crucial en este campo y mira al futuro sin olvidar el pasado”.

La Comisión adoptará un enfoque múltiple para fomentar la protección de los menores.

“Comprenderá la educación para prevenir la explotación de los niños, el procedimiento penal sobre los delitos contra menores, los deberes y responsabilidades civiles y canónicas y el desarrollo de las mejores prácticas identificados y desarrollados en la sociedad”, indicó Lombardi.

El portavoz del Vaticano ha destacado la presencia en la comisión del cardenal O’Malley, máximo responsable de la diócesis donde surgieron los primeros escándalos en Estados Unidos, y la de Marie Collins, quien “ha sufrido en carne propia la violencia”.

Fuentes: Info Católica, Libertá e Person, Signos de estos Tiempos

 

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