Cómo la Virgen María nos enseñó a interceder para terminar con las guerras.
La confrontación bélica entre Rusia y Ucrania probablemente termine pronto.
Pero seguramente no lo hará el fundamento de esta confrontación, ni el enfrentamiento entre Rusia y Occidente.
En primer lugar porque hay intereses geopolíticos opuestos, luchas de poder.
Pero sobre todo, porque muchos cristianos se han desentendido mayormente de la misión que el cielo les dio y entonces se han dedicado a tomar partido por uno o por otro bando.
En lugar de cumplir lo que nos fue encomendado.
Y esto es tan poco discutible, como que la propia Virgen María bajó a Fátima hace más de un siglo, para decirnos cuál es la misión de los católicos, dándonos directivas muy explícitas.
Aquí hablaremos sobre la misión que Nuestra Señora nos ha dejado en Fátima para corregir al mundo y cómo deberíamos llevarla a cabo.
El mayor desastre de nuestra época es que los seres humanos han perdido el sentido del pecado, no se ven pecadores, porque los que antes se consideraban pecados, ya no lo son para esta generación.
Y entonces los cristianos se han transformado, más que nunca hoy, en la pequeña luz de la conciencia, de un mundo que la ha perdido.
Pero a su vez esta época ha introducido un gran pecado entre los cristianos, y es que ya no se consideran responsables por los pecados de los demás, en ninguna medida.
Y entonces sucede que las intervenciones de muchos cristianos sobre la guerra en Ucrania se limitan especialmente a discusiones seculares.
Su interés es abogar por una de las partes del conflicto.
Así para algunos el interés es evangelizar a los demás, diciendo que esta guerra es provocada por el delirio de un megalómano que quiere reconstruir el imperio de la URSS.
Y otros evangelizan defendiendo la invasión como la justa defensa de un país atacado por el imperialismo de occidente, que amenaza ahora su frontera con armas químicas y en un futuro con armas nucleares, si no se lo detiene.
Estas interpretaciones pueden ser razonables desde el punto de vista geopolítico.
Pero nos sitúan en la actitud de que son otros los que están produciendo la guerra, mientras que nosotros estamos exentos de cualquier responsabilidad.
¿Pero es razonable esta manera de pensar para un cristiano? ¿Está incluso en línea con la tradición católica?
Santa Catalina de Siena y otros santos sabían que cuando había desastres en algún lugar, ellos mismos contribuían a ellos a través de sus propios pecados.
Y el gran novelista ruso Fyodor Dostoevsky insistía en «Los hermanos Karamazov», que somos individualmente responsables de los pecados de todos en el mundo.
Podríamos dedicarnos a denunciar las violaciones internacionales del ejército invasor de Rusia, o que el régimen de Ucrania es un títere del nuevo orden mundial luciferino.
¿Pero puede alguno de nosotros ser llamado inocente de esta guerra?
«Solo hay un camino a la salvación», escribía Dostoievski, «y es hacerse responsable de los pecados de todos los hombres».
Y agregaba,
«Al pecar, cada hombre peca contra todos, y cada hombre es, al menos en parte, culpable del pecado de otro. No hay pecado aislado».
Cada hombre y mujer está constantemente plantando semillas de sí mismo, donde quiera que vaya.
Y con ello, viene la responsabilidad de sembrar buenas semillas y preocuparse porque otros lo hagan, o sea primero que los pecadores se arrepientan y luego que se conviertan.
Cada uno de nosotros es responsable, en alguna medida, de los pecados de Vladimir Putin y de occidente, y de que se conviertan.
Suena demasiado grande para un cristiano común. Pero ya veremos que no lo es.
Pero ante todo, ¿los cristianos se atreven a pensar que esa debería ser su misión?
Porque si lo viéramos de esa forma, es una actitud que nos debería llevar a la oración y a la penitencia permanente, antes que discutir y evangelizar respecto a qué lado del conflicto tiene razón.
No está mal tratar de identificar de qué lado está la justicia, pero lo primero es lo primero, porque es lo más importante.
Somos responsables y debemos hacer esfuerzos por identificar las causas profundas de los males.
Y debemos reconocer no solo el papel de nuestra cultura en la creación de la enfermedad que nos rodea, sino también nuestra propia participación en ella, el silencio cuando debemos hablar, la aceptación de comportamientos que nos distraen de Dios y la falta de sacrificio por la conversión de los pecadores.
A menudo se necesita una crisis para darse cuenta de estas verdades, y la guerra en Ucrania es una de ellas.
Porque como ya ha sido revelado explícitamente en Fátima, las guerras son un castigo por los pecados.
Y un castigo generado por el propio hombre al pecar, haciendo mal uso de la libertad que Dios le dio.
Según lo revelado por el Señor a Santa Catalina, Dios deja pasar la guerra como una forma de alertar al hombre para que cambie, al ver los desastres, y para que no lo vuelva a realizar.
Para que note el contraste con la paz.
Porque el Señor ofrece la paz, pero insiste en que para poder alcanzarla debemos trabajar con Él.
Y para eso debemos estar constantemente en batalla espiritual.
Debido a que todos los males que vagan por el mundo, tienen una raíz espiritual.
El demonio quiere seguir aumentando el pecado y la agresividad para continuar con el dominio del mundo.
Quiere que los hombres se pierdan y no consigan el cielo.
Y quiere que haya guerras entre ellos y mantenerlos separados por la lucha por el poder.
Por eso cada uno de nosotros es individualmente responsable de entrar en la batalla espiritual para lograr la paz y las condiciones para la salvación de los demás.
Y esa es la gran enseñanza que nos deja la aparición de Fátima.
En preparación para la aparición de Nuestra Señora, el Ángel de Portugal se apareció por primera vez a los niños Lucía, Francisco y Jacinta en 1916 y les enseñó una breve oración:
«Oh Dios mío, creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por todos los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman».
En esta sencilla oración que se puede memorizar en un momento y rezar con la misma rapidez, el ángel enseñó a los niños a reparar el pecado pidiendo perdón por los pecadores.
Y el 13 de mayo de 1917, Nuestra Señora hizo su primera aparición a los tres niños con un mensaje igualmente simple que es terriblemente actual para nosotros.
«Recen el rosario todos los días para obtener la paz para el mundo y el fin de la guerra».
“Oren, oren mucho y sacrifiquense por los pecadores. Muchas almas van al infierno porque no hay quien se sacrifique y ore por ellas».
«Sacrifiquense ustedes mismos por los pecadores».
Y además dijo que vendría a pedir la consagración de Rusia a Su Inmaculado Corazón.
Y a dar una misión destinada a la mayoría de las personas, la comunión reparadora de los primeros sábados.
De este modo, Nuestra Señora nos pidió rezar el rosario diariamente, arrepentirnos de nuestros pecados, hacer penitencia, sacrificarnos por la conversión de los pecadores, y recibir la Sagrada Comunión en reparación por el pecado.
Y además, si se realiza la Consagración de Rusia a Su Inmaculado Corazón, de la forma que Ella lo pidió, promete una Era de Paz para el mundo a cambio.
La sencillez de las peticiones de Nuestra Señora puede pasar desapercibida con demasiada facilidad.
Oración, sacrificio, conversión del pecado.
Lo que ella nos pide que hagamos no son cosas complicadas que llevarán años lograr.
No requieren grandes conocimientos, ni riquezas, ni poder político, ni siquiera las alturas de la santidad.
Los niños pueden hacerlas, de hecho primero se dieron a conocer a tres niños pequeños y lo hicieron.
Requieren simplemente un amor fiel que acepte con humildad las peticiones de la Madre de Dios de la repetición del Padrenuestro y del Avemaría en el rosario diario, el dolor por los propios pecados, la penitencia e intercesión por los pecadores, pedir por la consagración de un país a su Inmaculado Corazón, y la Comunión en reparación por el pecado.
Sin embargo, algunos cristianos están más interesados en discutir cuál de las dos partes de los contendientes de esta guerra tiene razón, si Rusia u Occidente.
Y lo que debe hacer el Papa de turno para la consagración de Rusia o si Francisco es el adecuado para hacerlo o no.
Tanta es la distracción, que nos olvidamos de hacer lo que Nuestra Madre diseñó para nosotros.
La culpa del sufrimiento del mundo no la tiene Dios, él nunca puede ser el autor del mal.
Dios no quiere la guerra. Él podría evitarla. Pero nos da una libertad ilimitada, con todo el riesgo que supone.
No solo los grandes dictadores y tiranos de este mundo tienen la culpa de lo que sucede en el mundo, sino también todos nosotros por omisión.
Dios quiere que el pecador se convierta, su objetivo principal no es castigarlo.
Y está en nuestras manos prevenir las guerras y hacer descender la paz a la tierra.
Dios necesita de nosotros para terminarla y ya Nuestra Madre nos vino a decir cual es nuestra misión.
Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la misión que nos fue encomendada a los cristianos para traer la paz al mundo, pero que nos hemos distraído de ello.
Y me gustaría preguntarte si crees que en general los cristianos ven que su misión es la que nos diseñó la Virgen de Fátima para traer paz al mundo o que hay pocos cristianos que ven en ello su misión y piensan más que nada en su salvación personal.
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