La Virgen de Valme es la imagen más venerada en Dos Hermanas.

Y posee los títulos de Protectora de la ciudad y de Patrona de su Ayuntamiento.

Además, en 1995, se otorgó a la imagen de Nuestra Señora de Valme la Primera Medalla de Oro de la Ciudad de Dos Hermanas.

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Dos Hermanas es un municipio español perteneciente a la provincia de Sevilla.
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La ciudad limita con la capital Sevilla, y sus centros urbanos están distanciados 12 kilómetros, pero sus periferias urbanas tienden a unirse.

 

HISTORIA DE LA VIRGEN DE VALME

Para hablar de la Virgen de Valme debemos remontarnos, según una antigua tradición, al año 1248, fecha en la que el rey Fernando III conquista Sevilla.

Tal y como recogen algunos autores en sus obras – entre otros, Diego Ortiz de Zúñiga y Fernán Caballero (Cecilia Böhl de Faber)- cuando el Santo Rey comprobó la dificultad de tomar la capital hispalense y el abatimiento de sus tropas invocó, en el Cerro de Cuartos, a una Imagen de la Virgen que llevaba consigo:

«¡Váleme, Señora, que si te dignas hacerlo, en este lugar te labraré una capilla.
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En la que a tus pies depositaré como ofrenda, el pendón que a los enemigos de España y de nuestra Santa Fe conquiste!».

La leyenda añade que, entonces, ordenó al maestre Pelay Pérez Correa que clavara su espada en el suelo, brotando al momento un manantial – la «Fuente del Rey» – que sirvió para calmar la sed de los soldados.

Una vez conquistada Sevilla, el monarca cumplió su promesa y construyó una Ermita en el lugar mencionado.

En esta colocó la Imagen a la que invocó -sedente y que presenta a Santa María con su Hijo sentado en el lado izquierdo, que bendice con la mano derecha y porta un pajarillo en la izquierda.

Y la llamó Valme en recuerdo de su súplica. A sus pies colocó el pendón arrebatado a los musulmanes.

La Ermita se convirtió pronto en lugar de peregrinaje para campesinos y aldeanos de las zonas más cercanas.

Sin embargo no hay constancia hasta el siglo XVII de la existencia de una hermandad, establecida en la Capilla para rendir culto a María.

En aquella época la fiesta de la Virgen se celebraba el segundo día de Pascua de Pentecostés y hasta allí se trasladaban habitantes de toda la comarca.

Pero la devoción a María de Valme arraigó en el pueblo de Dos Hermanas, lugar al que pertenecía el Cortijo de Cuartos.

Así, la Imagen se llevaba en procesión de rogativas hasta la Iglesia de nuestro pueblo para implorar auxilio divino si ocurría alguna catástrofe.

Se celebraba una fiesta en honor de Santa María de Valme el lunes de Pentecostés, el día de la Romería del Rocío.

Se decían cuatro misas los días de la Asunción, Natividad, Purísima Concepción y Anunciación, además, el 30 de mayo se cantaba otra en memoria de Fernando III, que se inició al ser elevado a los altares en 1671.

Otra misa con especial relevancia era la de la Noche Buena, en la que se congregaban los campesinos, ganaderos y pastores de los contornos.

Dos Hermanas acudía a Cuarto en demanda de auxilio en todas la necesidades que le acosaban, como ejemplo, la terrible peste que azotó en 1649, en la cual se llevó la imagen a Santa María Magdalena y empezó a reducirse la enfermedad.

El 27 de octubre de 1667 voló la casa y el molino de pólvora que estaban junto a la ermita, el santuario quedó en mal estado, por lo tanto, la Virgen fue llevaba a Dos Hermanas, donde en 1668 se celebró su fiesta.

En vísperas de la celebración de 1669 la imagen es traslada a Cuarto.

Ese año toma gran esplendor y según relata Morgado, las gentes de las alquerías, haciendas, Dos Hermanas y de zonas cercanas de la capital se desplazaron a Cuarto, donde se iniciaba con el canto de vísperas, seguida de solemne misa con diáconos, con sermón que trataba sobre la devoción Fernandina a la Virgen de Valme.

Después la gente acampaba y disfrutaba de la fiesta.

A la caida de la tarde la Virgen volvía al santuario.

Como se observa, a grandes rasgos, la fiesta se parece a la que ha perdurado a lo largo del tiempo.

El 25 de febrero 1730 visitó la ermita el rey Felipe V de Borbón acompañado de su esposa Isabel la Farnesia y de los infantes, debido a tal evento se iluminó la capilla y se cantó una salve a la Señora.

Sin lugar a dudas, el siglo XIX fue el más decisivo para la historia de la Virgen de Valme.
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En 1800 la Imagen fue trasladada a la parroquia debido a una epidemia de fiebre amarilla.
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Allí quedó expuesta a la veneración de los fieles de forma estable.
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Este hecho provocó el abandono de la antigua Ermita.
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Con motivo de una epidemia de fiebre amarilla se trajo a la Virgen para procesionar por las calles y a medida que pasaba delante de los enfermos se aliviaban, según cuenta Fernán Caballero.

Para trasladar la Imagen se ponían de acuerdo el clero y el Ayuntamiento.

Un toque de campana anunciaba la marcha de la comitiva que partía de Dos Hermanas, por el camino se le reunían los habitantes de los cortijos y haciendas.

La imagen se portaba en un paso de palio con un velo por los cuatro lados que, además de ser un signo de veneración y respeto, era una medida preventiva contra el polvo.

Los devotos se peleaban por tomar las andas, el sacerdote tenía que intervenir para solucionar los problemas.

En venta de Las Palmas era recibida por el Clero con la Cruz Parroquial, el resto del Ayuntamiento y el pueblo, donde se descubría la imagen y se cantaba el himno “Ave, maris Stella”.

Al entrar al pueblo, de vuelta, se entonaba la antífona del Oficio de Nuestra Señora, a continuación un verso y, por último, una oración.

Procesionaba por las calles hacia la puerta de la Iglesia, donde paraba, se volvía la imagen cara al pueblo y se entonaba una nueva Antífona.

La Virgen, entonces, entraba en el templo entre repiques de campana y las notas del órgano.

Después se entonaba la salve y, colocado el paso en la capilla mayor, se inciensaba a la Imagen y, tras cantar la Oración de Nuestra Señora, se concluía la ceremonia del traslado.

Según Morgado, la Virgen se queda definitivamente en la capilla del Sagrario de la Parroquia en 1800.

Debido a este traslado se descuidó la ermita que llegó a arruinarse.

Surgen, a partir de ese momento, diversas leyendas sobre el arruinado recinto.

Entre ellos, aquel que relata que un potentado hacendado se quedó arruinado al encerrar sus cerdos en el recinto.

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RECONSTRUCCIÓN DE LA ERMITA

La historia de la Imagen fue conocida por la novelista Cecilia Böhl de Faber («Fernán Caballero») y la incluyó en su novela La familia de Alvareda (1856), ambientada en Dos Hermanas.

Los Duques de Montpensier, que entonces vivían en Sevilla, leyeron la obra y supieron del estado de abandono tanto de la Ermita de Valme como del pendón ofrecido a la Virgen por San Fernando.

Por ello, determinaron restaurar este último, y, efectuada la reparación, lo restituyeron solemnemente a la iglesia de Dos Hermanas el 1 de mayo de 1857.

Dos años después llevaron a cabo, igualmente, la reedificación de la capilla, inaugurada el 9 de octubre de 1859.

Desde esta fecha, la Virgen de Valme permaneció de nuevo en su antigua Ermita ya restaurada, pero era tal la devoción que le profesaban los vecinos de Dos Hermanas que, en 1869, se acordó que la imagen permaneciera definitivamente en la Capilla Sacramental de la parroquia de la villa, donde hoy sigue siendo venerada.

En el año 1870 se reorganizó la Hermandad y gracias al impulso de los miembros de esta y del poeta José Lamarque de Novoa, se decidió realizar, anualmente, una romería otoñal a la Ermita de la Señora.

De esta forma, el 28 de octubre de 1894 tuvo lugar la primera Romería de Valme, en la que la Virgen fue llevada en una carreta de flores hasta su antigua capilla.

Esta fiesta continuó hasta el año 1899 y se reanudó en 1916. A partir de entonces se ha venido celebrando todos los años salvo en el primer bienio de la Segunda República (1931-1933) y durante la Guerra Civil (1936-1938).

En las últimas décadas la fiesta ha adquirido un gran auge, sobre todo desde la Coronación Canónica de la Virgen en 1973, hasta el punto de ser una de las romerías más importantes de Andalucía.
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Por ello, fue declarada fiesta de interés turístico nacional en junio de 1976.
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Actualmente, se celebra cada tercer domingo de octubre tras una semana de actos y cultos preparatorios (función principal, pregón, quinario, ofrendas y besamanos).

Hoy día 7 kilómetros separan Dos Hermanas del Santuario de la Virgen de Valme y la romería comienza cuando los romeros depositan a la Virgen en su carreta para ir desde la Iglesia de Santa María a la ermita del Cortijo de Cuarto.

En el mismo día, la Virgen hace el camino de vuelta, previo rezo del Santo Rosario

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LA HERMANDAD

El documento más antiguo que menciona la Hermandad de Valme data de 1628 y corresponde a un «Libro de los hermanos que se van admitiendo en la cofradía y hermandad de Ntra. Sra. del Valme, que está en la Capilla del Campo de Quartos».

Del siglo XVIII existe también alguna documentación interesante e inédita, aunque escasa y fragmentaria.

La Hermandad estuvo activa, al menos, hasta 1725, año en el que se entabló un pleito entre la cofradía y el prior de las Ermitas del Arzobispado, ya que este último había nombrado ermitaño a Juan de Herrera sin contar con el beneplácito de la Hermandad.

A partir de 1820, la Hermandad entró en un perído de decadencia y quedó prácticamente extinguida.

Hasta que, en 1833, debido a la epidemia de cólera que asoló Dos Hermanas, salió la Virgen en procesión de rogativas e intentó reorganizarse, sin éxito, la Hermandad, para lo cual se nombró una nueva Junta de Oficiales presidida por José García Azpeitia.

En esta decadente coyuntura apareció un personaje importantísimo que revolucionaría la historia de la Virgen de Valme: Cecilia Böhl de Faber, «Fernán Caballero», autora de la novela costumbrista «La familia de Alvareda».

Como sabemos, en esta obra la escritora hace referencia a la ruina del Santuario de Valme y al Pendón supuestamente donado por San Fernando a la Virgen.

Ello llamó la atención de los Duques de Montpensier, que promovieron la restauración del Pendón en 1857 y la reedificación de la Ermita en 1859.

Como consecuencia de estos hechos, se intentó reorganizar nuevamente la Hermandad, para lo cual se presentaron en el Arzobispado nada menos que dos proyectos de reglas: uno fechado el 28 de septiembre de 1859 y otro el 27 de noviembre del mismo año.

Este accidentado período llegó a su fin con la refundación de la Hermandad de Valme en mayo de 1870 por un grupo de jóvenes que nada tenían que ver con los problemas y las desavenencias surgidas anteriormente y que pretendieron borrar el azaroso pasado de la corporación.

En 1870 se inició, pues, un nuevo y decisivo período para la Hermandad de Valme que rompió con gran parte de la anterior historia de la cofradía.

romeria de valme

LA ROMERÍA

Con la constitución oficial de la Hermandad en 1888 se inició el período de mayor trascendencia en toda la historia de la Virgen de Valme.

Y, durante él, surgió la idea de celebrar anualmente una Romería al Santuario de Cuarto con la imagen de la Santísima Virgen.

Se celebra la fiesta romera con esplendor creciente durante los años 1895 a 1899.

La Hermandad, para sufragar los cuantiosos gastos que le ocasionaba la salida de la Romería, se veía obligada a rifar y sortear carneros, mantas, botellas de vino, cabras, rosarios, mantas… y, en realidad, todos los objetos que se le pusieran por delante.

Hasta que llega el primer año del siglo XX, cuando un temporal de lluvias, que azotó la comarca sevillana en octubre, obligó a aplazar la celebración de la Romería hasta el mes de mayo de 1901.

Pero entonces tampoco pudo celebrarse, porque lo avanzado de la temporada agrícola hacía presagiar la asistencia de muy poco público.

Además de que la familia Miura, propietaria del Cortijo de Cuarto, había prohibido el paso de la comitiva romera por sus sembrados.

A pesar del esplendor con el que se habían celebrado las primeras Romerías, la situación económica de la Hermandad empezó a empeorar a partir de 1901.

Y ello provocó la suspensión total de la fiesta hasta que hubiera fondos suficientes para su celebración.

Desde ese año, pues, y hasta 1916, no salió la Romería.

Fue un período decadente y sobrio; la Hermandad se encontraba en un estado de postración tal que, en algunos años, ni se celebraban los cultos del día de San Juan, cuando tenía lugar entonces la fiesta de la Virgen de Valme.

Tal situación se mantuvo hasta el año 1916, cuando un grupo de hermanos propuso que se celebrara de nuevo la Romería.

La Junta de Gobierno acogió la propuesta y solicitó del alcalde, D. Juan Antonio Carazo Gómez, una subvención para paliar los cuantiosos gastos que habrían de surgir.

El alcalde dio, de su propio presupuesto, la cantidad de cuatrocientas pesetas, para la organización de la Romería y para los premios que deberían otorgarse a los carros mejor engalanados.

Así, después del largo período de decadencia, vuelve a vislumbrarse de nuevo la luz, y se celebra la Romería ininterrumpidamente desde 1916 hasta 1930.

En estos quince años, la Romería adquiere un auge impresionante, sobre todo a partir de 1919. Acuden a ella romeros, caballistas y carretas engalanadas de Sevilla, Coria, Los Palacios, Alcalá, y de otros muchos pueblos de la provincia. Se instalan servicios de autobuses desde la Puerta Jerez de Sevilla hasta el Santuario de Cuarto para facilitar la asistencia de romeros.

Comienzan a celebrarse actos y cultos en los días previos a la Romería. Pronuncian el sermón en Cuarto a la llegada de la Romería los predicadores más afamados del momento…

Se mejora el exorno de la carreta de la Virgen…

Un período, en fin, esplendoroso, en el que la Romería de Valme se coloca a la cabeza de todas las que se celebraban entonces en la provincia de Sevilla, y en segundo lugar después de la del Rocío.

Puede afirmarse, pues, que la década de los veinte es la «época de oro» de la Romería.

Sin embargo, el ambiente de optimismo y euforia que rodeó las Romerías de los años 20 contrasta profundamente con el cambio que se produce a partir de 1931, a raíz de la proclamación de la República.

En efecto, de una época esplendorosa y dorada, se pasó a un período crítico, oscuro, en el que la Romería estuvo varios años suspendida.

Se celebraron, sí, los cultos tradicionales de octubre (triduo, rosario, besamano), pero las circunstancias del momento imposibilitaron la salida de la Romería entre 1931 y 1933.

Son años de una elevada conflictividad social, en la que los desórdenes y los disturbios estaban al orden del día.

Para colmo, el Ayuntamiento republicano retiró la subvención que se concedía a las Hermandades y suprimió de las calles todos los símbolos religiosos.

Así, en diciembre de 1931, tras un polémico debate, decidió rotular la calle Ntra. Sra. de Valme con el nombre de un célebre anarquista, José Nakens.

Tal situación, lejos de mejorar, empeoró notablemente en los años siguientes. Sólo en 1934 y 1935, y no sin pocos esfuerzos, pudo la Hermandad celebrar la Romería, en un ambiente íntimo y, a la vez, tenso, por las circunstancias que estaba atravesando toda España.

La Guerra Civil, desarrollada entre 1936 y 1939, fue otro período convulso para la historia de nuestro pueblo.

Si la situación de la República había sido ya conflictiva, después de julio del 36, Dos Hermanas comenzó a afrontar una época de penuria económica, de la que sólo empezaría a recuperarse en los años 50.

La Romería, que es fruto del pueblo, se vio afectada por esta situación, por lo que las de estos años, entre 1939 y 1953, son unas Romerías tranquilas, celebradas con gran recogimiento, devotas y muy fervorosas, en las que escasean las muestras de entusiasmo y felicidad que caracterizaron a las de los años 20.

Se trata, en definitiva, de un período de recuperación.

En estos años, asisten a la Romería destacadas personalidades, como las infantas Dolores y Esperanza de Borbón.

Se consolida el exorno de las carretas, ya muy parecido al actual. Aumentan los actos y cultos en los días previos a la Romería, con la implantación del quinario y de la función…

Se reforma la Capilla del Sagrario. Poco a poco, pues, se va produciendo un desarrollo, un engrandecimiento de la Romería y, también, de la Hermandad.

Engrandecimiento que se consolida en las décadas siguientes, sobre todo a partir de finales de los 60, cuando la Hermandad afronta un período de renovación que redunda en una mejora generalizada de todos los aspectos de la Romería.

Así, se adopta como modelo de exorno de la carreta el que conocemos actualmente; se editan en color carteles y convocatorias de los cultos y la Romería; se celebran Pregones en honor de la Virgen; aumenta el número de caballistas, carretas y romeros, rondando las cien mil personas; se inicia una campaña de captación de hermanos y de difusión de la Romería…

Un período, en fin, de cambio, de renovación, encabezado por una Junta de Gobierno joven y dinámica que consiguió acercar la Hermandad al pueblo nazareno.

La Romería alcanza, pues, elevadas cotas de esplendor durante los años 60 y 70, lo que produjo un aumento importante en la devoción a nuestra Protectora.

Este impulso devocional quedó reflejado y ratificado con la Coronación Canónica de la Virgen de Valme, que tuvo lugar el 23 de junio de 1973.

Este acto supuso el refrendo oficial a la devoción callada y sincera que, durante tantos siglos, había profesado y mantenido el pueblo de Dos Hermanas a su Celestial Protectora.

En la actualidad, podemos decir que la Romería de Valme sigue siendo la fiesta mayor del pueblo.
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En las vísperas se congregan miles de reuniones de familiares y amigos, que terminan de arreglar sus carretas, galeras, coches de caballos, etc. y que preparan platos caseros y sencillos (tortillas, filetes, gambas, chacinas, etc.) para la vitualla de la festividad.
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La Romería se encuentra en un momento de esplendor, que se observa en muchos factores.

Así, en primer lugar, en el elevado número de personas y devotos que participan.

Tengamos en cuenta que, según los medios de comunicación, son alrededor de 200.000, las personas que se congregan en torno a la ermita de Cuarto el tercer domingo de octubre; resultando de esta afluencia masiva que, en los últimos años, el mayor problema de la Romería ha sido el retraso creciente por el lento caminar.

En segundo lugar, hay que destacar la perfección alcanzada en los diseños y confección de las carretas que acompañan a la Santísima Virgen de Valme.

Recordemos, para aquellos ajenos a nuestra fiesta, que dichas carretas, así como la propia carreta de la Virgen, van tiradas por una yunta de bueyes sobre dos ruedas y están realizadas íntegramente a mano, con flores de papel de seda rizado.

Recordemos también que, además de las carretas, acompañan a la Virgen de Valme las denominadas «galeras», que se son remolques agrícolas, con ruedas de goma y mayores dimensiones que las carretas; y exornadas con flores de papel rizado, aunque con un grado de complejidad y perfección en su diseño mucho menor que el de las anteriores.

Y en tercer lugar, citamos la elegancia en el atuendo de la mayoría de flamencas, jinetes y amazonas, los que lucen sus mejores galas, yendo de romería tan correctamente vestidos como se iría a la feria.

La mayoría de los fieles peregrina andando cerca de la carreta de la Virgen, a la que le siguen las carretas y galeras ya citadas.

La fiesta comienza a las 8 de la mañana, con la salida de la Virgen desde la Parroquia de Santa María Magdalena, y finaliza a últimas horas de la noche, con la entrada en el mismo lugar.

El discurrir de la Romería de Valme se sigue realizando por la Carretera Vieja que une Dos Hermanas con la sevillana barriada de Bellavista.

Una carretera estrecha y sinuosa que nos regala bellas estampas, como por ejemplo en los parajes de Barranco, al pasar el arco de la Hacienda de Doña María, o en la «Cuestaelinglés», cuando la pendiente del camino, nos asoma a Sevilla en el horizonte.

Las horas centrales del día constituyen el momento de convivencia con la llegada de la Virgen a la Ermita.

Comiendo o cantando en los predios del Cortijo de Cuarto y también rezando a los pies de Nuestra Señora de Valme, como lo hiciera el rey San Fernando antes de conquistar Sevilla.

La vuelta se iniciará a las 6 de la tarde, realizando el mismo camino pero a la inversa y llegando a la plaza del Ayuntamiento sobre las 11 de la noche.

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HIMNO DE LA VIRGEN DE VALME

Gloria Gloria a tí Virgen de Valme,
Santa Madre de nuestro Señor,
Dos Hermanas que amante te aclama,
implorando tu fiel protección.

De este pueblo tú la Reina,
por siempre Madre serás,
con tus virginales plantas,
a lucifer vencerás.

Tú eres encanto del cielo,
tú eres templo del Señor,
la flor pura de este suelo,
tu el honor del creador.
 

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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