La propuesta del principal propulsor del Camino Sinodal alemán cismático.
La propuesta del cardenal Reinhard Marx, un cardenal importante de la Iglesia, de cambiar algunas doctrinas del Catecismo de la Iglesia Católica, excede lo que es un simple cambio de redacción.
Sino que apunta a modificar algo sustancial, la preeminencia de la Biblia dentro de la doctrina católica.
Lo cual se inscribe dentro de la forma devaluatoria en que los modernistas asumen la palabra de Jesús expresada en ella.
Y Marx apunta hacer el cambio en el documento más confiable que tiene la Iglesia, donde se compendia lo que cree y en lo que no cree la Iglesia.
En este caso además repite lo que en definitiva sostiene el Camino Sinodal Alemán, que fue llamado al orden por el Vaticano, aunque sigue adelante, y se aproxima a un cisma con la Iglesia.
Aquí hablaremos sobre las profundas consecuencias de la propuesta del cardenal Marx, que excede en mucho un simple cambio en las palabras de lo que el Catecismo dice sobre la sexualidad humana.
Y también hablaremos sobre por qué se dirige a cambiar el catecismo, haciendo una historia sobre cómo surgió y por qué se ha constituido en una frontera que debemos proteger.
Sobre finales de marzo de 2022 la revista Stern hizo un reportaje al Cardenal Reinhard Marx, uno de los principales ideólogos del Camino Sinodal Alemán.
En el que propuso cambiar el Catecismo de la Iglesia Católica respecto a la sexualidad humana y al celibato de los sacerdotes.
Lo que está en línea con manifestaciones previas suyas a favor de que la Iglesia permita seminaristas no heterosexuales y que éstos puedan ordenarse como sacerdotes.
Y la celebración de matrimonios no heterosexuales, la ordenación de mujeres al sacerdocio y que los divorciados casados por Iglesia, puedan casarse de nuevo por iglesia.
Pero lo más llamativo es que apuntó directamente contra el Catecismo de la Iglesia Católica, que pareciera ser la última frontera para la defensa de la fe, tal como Jesucristo legó a los apóstoles.
Dijo que el Catecismo de la Iglesia Católica «no está escrito en piedra» y que «uno también puede dudar de lo que dice».
Lo que Marx crea sobre la licitud de las relaciones no heterosexuales no es tan importante, como el hecho de que un sucesor de los apóstoles y cardenal de la Iglesia Católica, crea que la doctrina, el mensaje de Jesucristo, es algo que pueda cambiar con las épocas y con las opiniones de los hombres.
Marx dijo abiertamente que estaba consciente de contradecir las enseñanzas oficiales de la Iglesia sobre este tema, pero insistió en que quería decir lo que pensaba y llevar más lejos las enseñanzas de la Iglesia, o sea modificarlas.
Lo que provocó la reacción negativa de varios prelados, entre ellos del obispo Joseph Strickland de Tyler, Texas que dijo, que Marx ha dejado la fe católica, necesita ser honesto y renunciar oficialmente.
Recordemos que Marx es un cardenal importante, ha sido elegido por Francisco como uno de los 8 cardenales que le ayudan en el gobierno de la Iglesia y la reforma de la Curia Romana.
Las expresiones de Marx y las posiciones del Camino Sinodal alemán son más trascendentes que una simple opinión, sobre varios temas conflictivos.
Son importantes porque reconocen a los signos de los tiempos como una segunda fuente de revelación junto a la Escritura.
Los signos de los tiempos, o sea lo que piensa la mayoría de las personas en un momento histórico dado, el sentir de una época, lo interpretan como la voz de Dios que revela una modificación a la palabra escrita en la Biblia.
Esto significa un cambio enorme en la confiabilidad que debe darse a las palabras dichas por Jesús y presentes en la Biblia.
Porque entonces las palabras de Jesús pueden corregirse según el discernimiento de lo que sucede en cada época.
Lo que implicaría en última instancia, adaptar la fe al tiempo particular en el que debe ser proclamada.
Y también sucede con la tradición, que es otra fuente que nutre la doctrina de la Iglesia, y que es la acumulación de las interpretaciones coincidentes de los santos y doctores de la Iglesia a través de la historia.
Esta manera de devaluar las palabras de la Biblia y la tradición de la Iglesia es bien propia de los modernistas.
Porque consideran que si bien Dios inspiró lo que está escrito en la Biblia, refleja las opiniones, las actitudes y prejuicios de los evangelistas del primer siglo.
Y ya sea que los evangelistas hayan interpretado las palabras de Jesús con el filtro de las ideas de la época o que Jesús haya adaptado sus palabras a la moralidad de la época, el resultado es el mismo, su conclusión es que la moralidad bíblica no es para todos los tiempos, y puede corregirse en cada época.
Esto es una herejía y para prevenir herejías como esta se desarrolló precisamente el Catecismo de la Iglesia Católica, que es el documento de mayor importancia para la Iglesia, luego de la Biblia.
Y es fundamental para nosotros, porque nuestra época es la más crítica en la historia del cristianismo.
La civilización humana está cambiando la relación con la religión cristiana y esto se reproduce en la crisis por la que está pasando la Iglesia Católica.
Que no sólo es atacada desde fuera, sino que es atacada su doctrina desde adentro, para que se adapte a la moral de los tiempos que corren.
Y una forma de ataque es la que propone Marx, modificar el catecismo para acompasarlo con lo que le gusta o no le gusta a la gente de nuestro tiempo.
El catecismo es una frontera, porque es el ordenamiento que establece en lo que los católicos creemos y en lo que no creemos.
Y nos permite comprender las bases por las que creemos lo que decimos creer.
O sea que es la guía para que los fieles sepan, esto es verdad o esto es falso; esto es moralmente bueno o esto es moralmente malo, según nuestra doctrina basada en la Biblia y la tradición.
De ello depende la existencia misma del catolicismo.
No es un mero trabajo de referencia ni un resumen de ideas, sino que es la base de la evangelización interna de la Iglesia.
Y hoy esto adquiere más relevancia que nunca, por la confusión incluso sobre las doctrinas más fundamentales sobre la fe y la moral.
Por eso los modernistas hablan de que hay que cambiar el Catecismo porque dicen que está fuera de época, que es una cosa antigua, pasada de moda, de otro catolicismo, que hay que modernizarlo.
Y los puntos centrales que quieren modernizar son respecto a la concepción y a la vida por nacer, a la sexualidad humana y a la legitimación del divorcio.
Por eso sería bueno conocer la historia de cómo surgió.
Apareció ante la necesidad de decirle al pueblo católico en qué creía la Iglesia, luego del caos doctrinal producido por el Concilio Vaticano II.
En el concilio se produjo un enfrentamiento entre modernistas y tradicionalistas, entre los que querían hacer una revolución en la doctrina de la Iglesia y quienes querían mantener la doctrina que venía de los apóstoles.
Y por eso muchas de las conclusiones del Concilio fueron de compromiso y redactadas en un lenguaje ambiguo para que conformara a ambas partes.
Pero los modernistas montaron luego una campaña traduciendo las conclusiones del Concilio para sus propios intereses, lo que produjo la crisis inmediata post conciliar, con abandonos masivos del sacerdocio, sacerdotes que se hacen guerrilleros, destierros de las imágenes de la Virgen María y santos de los templos, etc.
Y en 1985, Juan Pablo II convocó a una sesión extraordinaria del Sínodo de los Obispos para conmemorar el 20º aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, que había concluido en 1965.
El propósito era ver qué efecto había tenido el Concilio sobre la Iglesia universal en los veinte años que habían pasado desde su culminación.
Y en el curso de esa asamblea el cardenal Bernard Law, arzobispo de Boston, hizo la propuesta de confeccionar un catecismo universal, un compendio de la fe católica.
Señaló que los jóvenes en Boston, San Petersburgo o Santiago de Chile, disfrutaban de la misma cultura, vestían pantalones vaqueros azules y escuchaban el mismo tipo de música.
Por lo tanto no había ninguna razón para no explicitar la uniformidad de la doctrina católica.
Law estaba recogiendo una sugerencia directa realizada en París y Lyon, en 1983, por el cardenal Joseph Ratzinger.
Tardó dos décadas el estudio y la recopilación por los más eminentes teólogos e historiadores.
Y el 22 de junio de 1994, el mundo comenzó a gozar del fruto de la intervención del cardenal Law en 1985, que partió de la visión de futuro del cardenal Ratzinger en 1983 y que fue celebrada por Juan Pablo II en la Constitución Apostólica Fidei Depositum, donde explica sus detalles.
Hoy cualquiera puede leer el Catecismo y buscar lo que cree la Iglesia sobre cualquier tema de importancia, está en línea en internet, hay aplicaciones para celular y versiones para niños.
Y lo más importante, marca la frontera de nuestra fe, que algunos hoy desde adentro quieren perforar, adaptando nuestras creencias a los gustos de la época, como si fuera un producto de marketing.
Bueno, hasta aquí el cambio que el cardenal Marx quiere realizar en el Catecismo y lo que eso supone para la doctrina católica.
Y me gustaría preguntarte si los católicos que conoces en general piensan que el catecismo es una cosa fuera de época o es respetable porque es el compendio de nuestra fe.
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