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Cómo Dios creó la Biblia y cómo enseñó a interpretarla

Cómo entender la creación y la relación del Antiguo y el Nuevo Testamento.  

Desde el principio de la humanidad Dios fue dando fragmentos de Su revelación a los distintos pueblos.

Hasta que se reveló como el único Dios al pueblo judío y le dio el código moral de los 10 mandamientos.

Y luego completó la revelación con la encarnación de Su hijo Jesucristo.

Y más tarde apareció la Biblia, que se transformó en el libro más impreso y leído del mundo a través de la historia. 

Sobre el que los protestantes y los católicos tienen diferentes miradas.

Aquí hablaremos sobre cómo Dios hizo para la creación de la Biblia, cómo se deben interpretar los pasajes al leerla, y cuales son los errores que se cometen al relacionar el Antiguo Testamento con el Nuevo Testamento.

Dios es el autor de la Biblia, pero no en el sentido que la dictó a los seres humanos, como los musulmanes dicen que pasó con el Corán.

Sino que Dios eligió personas, las capacitó y les dio una gracia especial para ayudarlo en el trabajo de escribir su revelación, para que lo hicieran en su propio estilo, idioma, y formato.

Esto significa que Dios inspiró a los autores sagrados y puso su imprimatur en el texto.

Por eso decimos que los 73 libros de la Biblia están inspirados por Dios.

La Biblia está dividida en el Antiguo Testamento, que contiene lo que Dios reveló a la razón humana, desde la creación del mundo hasta la encarnación de Nuestro Señor, en 46 libros.

Y en el Nuevo Testamento, que reveló Nuestro Señor Jesucristo por intermedio de los apóstoles y otros escritores sagrados, en 27 libros.

Sin embargo, desde la época de Jesús, hasta el final en el siglo IV, los cristianos no tuvieron ningún Nuevo Testamento.

Lo que tenían era una serie de pergaminos que venían de la era apostólica.

Y en ese momento llegó un sacerdote de nombre Arrio que rechazó la enseñanza de que Jesucristo era Dios.

Comenzó a formular su propia lista de libros, y sus seguidores adoptaron este Canon Arriano.

Y entonces la Iglesia primitiva se reunió en el Concilio de Nicea I, en el año 325 dC para refutar a Arrio y se estableció el Credo de Nicea, con las enseñanzas centrales de la Iglesia.

Y también se tomó la decisión de estandarizar un Nuevo Testamento, con el fin de oponerse a las herejías arrianas, basado enteramente en la tradición de los apóstoles, como todavía se enseñaba y era preservada por los obispos.

Unos 40 años después el obispo Atanasio de Alejandría, compiló la lista de 27 libros que fue adoptada en los Sínodos de Roma, Hipona y Cartago, y decretada en el año 405 dC, por el Papa San Inocencio I.

Luego Lutero le quitaría libros a la biblia protestante.

El establecimiento de un canon bíblico fue sólo un paso que dio formalidad a la Biblia, pero no la hizo popular, porque su difusión era limitada.

Pocos sabían leer y las biblias eran muy escasas, porque se copiaban a mano, una a una, por monjes.

Pero a mitad del siglo XV se produjo una invención que permitió popularizar la Biblia, apareció la imprenta.

La Biblia de Gutenberg fue el primer libro impreso en Europa Occidental mediante tipos móviles de metal.

Y así Gutemberg popularizó al cristianismo más que ninguna otra persona en el mundo, llevándolo a ser el libro más impreso en toda la historia, estimándose en 6 mil millones de copias.

¿Y cómo se debe leer la Biblia?

Los católicos deben leer el Nuevo Testamento a la luz del Antiguo Testamento, no como independientes.

El numeral 112 del Catecismo de la Iglesia Católica, dice que hay que prestar atención al contenido y la unidad de toda la escritura, y no observar las partes en forma aislada.

Y el numeral 113 dice que se debe leer la Biblia de acuerdo a la tradición viva de toda la Iglesia, y a la enseñanza papal y de los doctores y padres de la Iglesia, porque el Espíritu Santo guía a la Iglesia en la interpretación.

Pero los protestantes sostienen que la Biblia es la única regla de la fe y que es lo suficientemente clara, como para no necesitar auxilio para entenderla e interpretarla.

Lo cual es absolutamente falso, porque hasta las biblias protestantes tienen citas que ayudan al lector a interpretarla.

Los católicos sostienen que este punto de vista protestante no es bíblico.

Sostienen que la revelación de Dios nos llega a través de tres canales: la Biblia, la tradición y el magisterio.

Pero la diferencia es que mientras la Biblia ha sido inspirada, la tradición y el magisterio no, aunque también son infalibles.

La tradición y el magisterio consisten en las enseñanzas que se han revelado a través de la predicación, desde los apóstoles hasta acá.

Y el Espíritu Santo es el que protege esta enseñanza de la corrupción.

Algunos pueden pensar que la posición de la Iglesia Católica es arrogante, al verse a sí misma como la intérprete autorizada de las escrituras.

Pero la intención es aceptar humildemente la responsabilidad de la misión dada por Dios.

La Iglesia se ve a sí misma como la guardiana y la intérprete de las escrituras, ya que fueron realizadas por miembros de la Iglesia y la Iglesia las reunió en un solo cuerpo.

Y hoy hay dos cosas centrales en la Biblia que están siendo atacadas, una es su infalibilidad.

La fe católica dice que todo lo que afirma la Biblia es verdad, a esto se llama inerrancia de la sagrada escritura.

Pero hay que interpretar referente a qué es esa verdad.

Porque hay que considerar que algunas afirmaciones son figurativas y no literales, como por ejemplo que el sol sale por el este.

Y algunos han tomado descripciones figurativas y poéticas de la Biblia como fácticas, y han cometido errores que no son achacables a ella.

Por ejemplo el salmo 104:5 dice que la Tierra es firme, que no se puede mover, y esto se interpretó como que el Sol gira alrededor de la Tierra.

Y el segundo ataque es a la unidad entre el Antiguo y Nuevo Testamento, muy de moda en este momento por la prédica de los modernistas.

Los dos Testamentos revelan a un mismo Dios, que es santo, misericordioso y justo.

Que condena el pecado y quiso salvar a los pecadores mediante el sacrificio de Su hijo.

Y cuando éste se hizo presente en la Tierra, el Dios que se había revelado desde el Antiguo Testamento, nos muestra cómo llegar a Él a través de Su hijo.

Además el Antiguo Testamento es una convalidación de la divinidad de Jesús, porque contiene muchas profecías de su aparición y martirio, que se ven cumplidas con la encarnación, la vida pública y la crucifixión de Jesús.

En el Antiguo Testamento Dios enseña la maldad del pecado mostrando su ira hacia él.

Mientras que el Nuevo Testamento muestra a Jesucristo tratando de rescatar a los que han caído en el pecado.

En el Antiguo Testamento se muestra a un Dios preocupado por liberar al pueblo del mal, y por eso castiga y reprime a los judíos cuando le desobedecen y adoran ídolos.

Y es por eso también que les entregó los diez mandamientos, para que regulen su vida personal y la de la sociedad.

Y ya con esta base, es que Jesús busca que las personas cambien también interiormente, predicando el perdón y el cumplimiento de la ley.

Por eso entonces nos encontramos que en el Antiguo Testamento Dios se preocupa por establecer leyes y reglas, que Jesús muestra, en el Nuevo Testamento, cómo se deben cumplir.

Muchas veces hemos oído que el Dios del Antiguo Testamento es diferente al Dios del Nuevo Testamento.

Dicen que el Dios del Antiguo Testamento está lleno de ira y es castigador.

Mientras que el Dios que presenta el Nuevo Testamento está lleno de amor y gracia.

Sin embargo eso no es así.

Por ejemplo, en el Antiguo Testamento se describe permanentemente a Dios como lento para la ira y con amor misericordioso.

El amor eterno y misericordioso de Dios se menciona 200 veces en el Antiguo Testamento.

Mientras que Jesús ha hablado mucho más sobre el castigo eterno de lo que han hablado los libros del Antiguo Testamento.

También se ha dicho que el Dios del Antiguo Testamento era intolerante y extremadamente celoso.

Sin embargo las exigencias que pide Jesús para seguirlo son mucho más fuertes a nivel personal, que las expresadas en el Antiguo Testamento.

En definitiva, Jesús pudo revelar su mensaje porque tenía una base que venía de las enseñanzas del Antiguo Testamento.

Allí se habían revelado las características centrales de Dios, y Jesús lo que hizo fue refinar y completar alguna de esas características.

Finalmente hay acusaciones absurdas de los protestantes, que dicen que hubo un tiempo en que los católicos prohibieron la lectura de la biblia y que encadenaban la Biblia al ambón.

El encadenamiento se hacía para que no la robaran, porque eran extremadamente caras cuando se copiaban a mano.

También acusan a la Iglesia de quemar biblias, pero lo que sucedió es que la Iglesia quemó traducciones de la Biblia que contenían herejías, por ejemplo biblias arrianas.

Y lo cierto es que la Iglesia Católica incentiva a leer la Biblia, esto lo oímos permanentemente en los sermones.

Y en las misas se habla mucho más de la Biblia, a través de las lecturas, las oraciones del misal y las homilías, que en los servicios protestantes.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre cómo se creó la Biblia, cómo se relacionan el Antiguo y Nuevo Testamento, y cuáles son los errores que se cometen al leerlos.  

Y me gustaría preguntarte si tienes una Biblia en tu casa, si la lees de vez en cuando y cuando lo haces.

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Cómo están Demoliendo la Credibilidad de la Biblia desde Dentro de la Iglesia

El camino que se está recorriendo para relativizar las enseñanzas de Jesús en la Biblia.

La confusión sobre la fe que hoy vemos en muchos jerarcas, sacerdotes y fieles católicos procede de una bola de demolición lanzada contra la credibilidad de la palabra de Dios que está estampada en la Biblia.

No se trata solamente que se la reinterprete para permitir acciones que antes eran pecados.

Sino de restar credibilidad a que las palabras adjudicadas a Jesús hayan sido realmente dichas por Él y no una mera interpretación de los primeros cristianos.

Aquí hablaremos sobre cómo está transcurriendo la demolición basada en la falacia de que no podemos estar seguros si lo que transmite la Biblia fueron los verdaderos dichos de Jesús.

Y cómo por el contrario los apóstoles fueron estrictos en preservar la palabra de Dios, y a su vez Dios hizo promesas sobrenaturales de que su palabra se preservaría para siempre, para que puedas tener la seguridad en la Biblia.

La apostasía, o sea la erosión de la fe, que vemos dentro de los cristianos hoy, es el signo más terrible del Final de los Tiempos. 

Hay una multitud de supuestos seguidores de Dios que no reconocen sus enseñanzas.

¿Y en qué se basan para no reconocer totalmente en las escrituras la palabra de Dios?

Todo comienza con la deconstrucción de las palabras de Jesús, que teólogos cristianos, con poca fe, han realizado en los últimos dos siglos.

La mayor cizaña ha sido introducir la creencia, entre los católicos sencillos, de que si bien podemos interpretar a Jesús a través de la Biblia en términos generales, no lo debemos hacer en términos estrictos, porque no sabemos exactamente lo que Él dijo.

Ya que, como dijo algún líder de congregación religiosa, no había grabador en ese momento.

Esta perversión ha generado un ridículo ateísmo cristiano, que la persona toma lo que le gusta de lo que Jesús ha dicho, y que coincide con el espíritu de la época, y la persona rechaza lo que no le gusta y tampoco le gusta al mundo moderno.

De modo que reelaboran las enseñanzas de Jesús basándose en los conceptos del amor, la gracia, la bondad y la aceptación por los demás, etc.

Pero se niegan a aceptar las restricciones enseñadas respecto a la pureza, la santidad, evitar el pecado, especialmente sexual, y una vida dominada por los deseos de la carne, etc.

La maniobra de los eruditos cristianos de poca fe, es sostener que al fin y al cabo, no sabemos lo que dijo realmente Jesús, porque los evangelios fueron escritos décadas después.

Y con la preocupación de predicación, o sea de proselitismo, y no de transmitir los hechos objetivos realizados por Jesús y sus palabras concretas.

Por lo tanto los evangelios serían una especie de reinterpretación de los dichos de Jesús de acuerdo a la moral de la época del primer siglo.

En el fondo sólo nos enseñarían lo que las primeras comunidades cristianas creían sobre Jesús, y no una radiografía de las palabras concretas de Jesús.

Y entonces concluyen que cada época debería reinterpretar a Jesús de acuerdo al espíritu de la época.

Esto es una enorme bola de demolición tirada contra el cristianismo para hacer añicos su edificio doctrinal.

Porque cualquier cita de las palabras de Jesús que aparezca en la Biblia, sería sospechosa de que podría haber sido una elaboración que hicieron las primeras comunidades cristianas, para basar su predicación.

Y eso llega hasta los milagros mismos que hizo Jesús.

Por eso muchos sacerdotes tratan los milagros que describe la Biblia como meras fantasías, usados para poder dar una enseñanza moral, lo cual aprendieron en los seminarios, controlados por los que manejan la bola de destrucción.

Obviamente no es todos los casos es así, pero en muchos sí.

Entonces lo que nos debemos preguntar, ¿son confiables los evangelios como palabra de Dios?

Y la respuesta es sí.

En primer término los evangelios de Mateo, Lucas, Marcos y Juan fueron escritos por testigos presenciales apostólicos directos, como el de Mateo y Juan.

O basados en el testimonio de testigos oculares directos, el de Marcos, basado en la predicación de Pedro, y el Lucas basado en entrevistas con testigos presenciales y como compañero de Pablo.   

Y fueron escritos por ellos mismos y no por una comunidad, porque no apareció ningún otro nombre en ningún manuscrito que se haya descubierto.

¿Y cómo podrían estos hombres haber recordado todas las palabras que dijo Jesús para publicarlas luego de varias décadas? 

Porque sabemos que la puesta pública de los evangelios datan de décadas después de la muerte de Jesús.

La respuesta sobre cómo podían recordarlo es que en el mundo antiguo, sin imprenta, la memorización era el don más preciado y el más practicado.

Para un verdadero judío, la Torá, los 5 primeros libros del Antiguo Testamento, no eran objeto de un simple estudio personal, necesitaba un maestro, un rabino, para recibir las enseñanzas, que no eran sólo teóricas sino que llegaban hasta el estilo de vida.

En este ambiente educativo, sólo lo aprendido de memoria podía convertirse en objeto de comentario y explicación. 

Incluso, retener las enseñanzas del maestro era tan esencial que los discípulos las escribían en rollos para luego poder consultarlas. 

Por lo tanto los papiros tenían el objetivo no dejar un documento de las escrituras, sino de retener algunas respuestas que el rabino proporcionaba a sus seguidores.

Porque era una costumbre saberse la torá de memoria. 

Pero incluso varios siglos después, en el mundo occidental, lo mínimo que un monje cristiano podía hacer era aprenderse todos los salmos de memoria.

¿Y cómo lograban lo que hoy consideramos una proeza de memorizar todo?

En ese mundo la transmisión de las palabras se hacía a través de varios métodos para facilitar la memorización, que el propio Jesús usó.

Uno de esos métodos es el uso del paralelismo. 

Por ejemplo Jesús dijo «No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos», Lucas 6.

También están las famosas parábolas, que Jesús usó mucho.

Otro método fue la repetición, que incluso el propio Yavé lo indicó para memorizar los mandamientos, 

«Que estos preceptos que hoy os doy, queden grabados en vuestro corazón, los repetirás a tus hijos», Deuteronomio 6.  

Otro más era la lectura de los textos a memorizar de forma rítmica, como un canto melódico. 

De modo que a través de varios métodos como estos los discípulos llegaban a aprender tal cantidad de textos orales y enseñanzas, que nosotros hoy, acostumbrados a tener siempre escritos a mano, no podemos ni imaginar.

Entonces, ¿por qué el rabino Jesús y sus discípulos habrían actuado de manera diferente? 

¿Por qué deberíamos suponer que los hechos de la vida de Jesucristo, de su enseñanza y sus palabras concretas, no habrían sido fielmente memorizados y transmitidos por sus discípulos, para que las siguientes generaciones los supieran?

Lo más razonable es suponer que los Evangelios relatan fielmente las palabras y hechos de Jesús, porque fueron aprendidos mnemotécnicamente y transmitidos con celo por aquellos que habían sido elegidos por el Maestro.

Jesús mismo envió a los discípulos a anunciar lo que habían visto y oído de Él, para que cualquiera que los escuchara, entonces escuchara al Maestro mismo. 

«Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha», Lucas 10,

O «Quien os recibe a vosotros, me recibe a mí», Mateo 10.

Lo cual indica no sólo la comunión entre Cristo y sus apóstoles, sino también la incorruptibilidad de la enseñanza de Jesús que ellos portaban.

Cuando Jesucristo envía a sus discípulos «vayan por el mundo y prediquen el evangelio» significa que ya habían aprendido adecuadamente las enseñanzas del maestro, gracias a la memorización repetida.

Pero hay más.

Jesús prometió a los escritores de los Evangelios que enviaría el Espíritu Santo, y que «él os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que yo os he dicho», Juan 14.

O sea que los escritores de los Evangelios tendrían mentes energizadas y empoderadas por el Espíritu de Dios, que traería a sus mentes todo lo que Jesús enseñó, hizo y dijo.

De modo que aunque los recuerdos humanos pueden ser defectuosos, el poder de Dios guió, controló y gobernó a estos testigos oculares en su composición de los evangelios de Mateo, Lucas, Marcos y Juan. 

Y también tenemos una fuerte promesa del Señor para la eternidad referido a la incorruptibilidad.

Jesús hizo una promesa asombrosa a sus seguidores en Mateo 24, sobre el registro de su misión en la tierra.

«El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán». 

O sea que la tierra y todos los registros desaparecerán algún día, pero no desaparecerán las Palabras de Jesús.

Mientras que los meros relatos humanos pueden decaer y desaparecer, los Evangelios son un género único.

Nada es como ellos en la historia humana, porque su existencia se basa en una promesa central de Jesús, así como en el poder infalible del Espíritu de Dios, el mismo Espíritu de la Verdad. 

Ningún registro antiguo es comparable a ellos.

Por eso Joseph Ratzinger dijo en su obra Jesús de Nazareth,

«Ni los libros individuales de la Sagrada Escritura ni la Escritura en su conjunto son simplemente una pieza de literatura».

No se puede hacer una exégesis de las escrituras como si fuera un texto humano, porque fue inspirado sobrenaturalmente para que se conservaran las palabras concretas de Jesús para toda la eternidad.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre, cómo la gran demolición que hombres de poca fe que hay en la Iglesia están haciendo, es quitarles confiabilidad a las palabras de Dios escritas en la Biblia, para así alterar sus enseñanzas, y cómo por el contrario, Dios aseguró su incorruptibilidad hasta más allá del fin del mundo.  

Y me gustaría preguntarte si has presenciado casos en que sacerdotes u otros católicos han puesto en duda las palabras de Jesús sobre algunos temas en particular y sobre qué temas fue.

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Donde está el Terrible Error Protestante al interpretar la Biblia [con que Atacan a los Católicos]

La multiplicidad del error «sola scriptura» de los protestantes.

Pocos católicos no han recibido la pregunta de algún protestante ¿dónde está eso en la Biblia?, no para pedirle información sino para atacar.

Y por más que se les explique donde está mencionado, por ejemplo el purgatorio, nunca van a entender que se trata de diferentes interpretaciones.

Sino que dirán simplemente que no es bíblico, y por lo tanto tu estás diciendo una mentira y arriba eres un idólatra.

Esta actitud es aún más absurda cuando fue la Iglesia Católica la que dio forma a la Biblia y la que tiene la mayor acumulación de conocimiento de ella a través de siglos de erudición, depositada en la tradición y el magisterio de la Iglesia.   

Aquí hablaremos sobre cómo la evangelización del mundo se hizo sin que la mayoría de los cristianos tuvieran oportunidad de leer una biblia, cómo la idolatría del texto de la Biblia ha resultado divisiva para el cristianismo aunque rechine a primera vista, y sobre la importancia de la tradición y el magisterio de la Iglesia para su interpretación.

Una de las cosas que los católicos experimentan constantemente es la animosidad de buena parte de los protestantes.

Lo vivimos diariamente en los comentarios a estos videos. Protestantes que entran para escribir comentarios acusando a los católicos de ignorantes, idólatras, mentirosos, etc.

Lo que a la inversa no sucede, o sea que no se da que los católicos vayan a sitios protestantes a acusarlos.

¿Por qué es esto?

Puede haber razones estratégicas, algunos pastores satanizan a la Iglesia Católica para evitar perder fieles, y envían a su grey a la guerra, para solidificar el espíritu de su grupo.

Es la misma táctica que utilizaron en su tiempo, Lutero, Calvino, Zwinglio, etc. 

Y el instrumento con el que ejercen su ataque es la Biblia.

Utilizan la Biblia como si fuera un misil en manos de terroristas.

Cuando algo afirmado por la doctrina católica no está dicho al pie de la letra en la Biblia o no es interpretado como lo hace el pastor de turno, no lo consideran una diferencia de interpretación, sino que dicen que no es bíblico.

Y tras de esto viene la acusación de mentiroso, idólatra, etc.

Sin embargo la paradoja es que los protestantes mismos no pueden ponerse de acuerdo en lo que es bíblico o no lo es.

Porque las más de 40 mil denominaciones en que se han dividido, han surgido de las diferentes interpretaciones que hacen de la Biblia. 

De modo que la afirmación protestante que cada hombre puede interpretar la Escritura por sí mismo y llegar a la verdad es falsa y objetivamente divisiva.

La noción de «sola scriptura», que utilizan como un misil terrorista contra los católicos no la practican ellos, porque los pastores deben estudiar en seminarios para conocer las interpretaciones de los pasajes de la Biblia, que como todos sabemos no son fáciles de interpretar.

Lo cierto es que buena parte de lo expresado en la Biblia ha sido «rumiado» y estudiado en estos 2000 años por los católicos.

Requiere los conocimientos de teólogos, biblistas y lingüistas para ser entendida claramente.

Y además cada vez aparecen nuevas y enriquecedoras interpretaciones que obedecen a la acumulación de sabios meditando los textos.

Y nuevas realidades que hay que interpretar a la luz de la escritura y el discernimiento que da el Espíritu Santo.

Pero hay un hecho más terrible aún que no tienen en cuenta cuando idolatran las escrituras, la Biblia.

La época de oro del cristianismo, la cristiandad, fue del siglo IV al XIV.

Y en todo ese tiempo no existía la Biblia escrita tal como la conocemos hoy a disposición de los cristianos comunes.

O sea que la evangelización del mundo se hizo sin que cada cristiano tuviera una biblia y la pudiera leer para comprenderla, como pretenden los protestantes.

Los cristianos del primer siglo ni siquiera tenían los 27 libros del Nuevo Testamento, ya que el último libro, el Apocalipsis de San Juan, no se escribió hasta casi el año 100 d.C.

Durante los siguientes cuatro siglos, la Biblia no existía porque la mayoría de los cristianos no sabían qué libros eran inspirados y cuáles eran apócrifos. 

Este problema no se resolvió hasta el año 382 dC, cuando la Iglesia declaró qué escritos pertenecían a la Biblia, durante un sínodo en Roma bajo el Papa San Dámaso I, declaración que fue ratificada en el año 397 dC en el Concilio de Cartago.

Y aún así había otro problema, los 73 libros de las Escrituras estaban escritos en diferentes idiomas, incluidos el hebreo y el griego, idiomas que no eran los que sabían leer la mayoría de la gente alfabetizada. 

Lo cual no se resolvió hasta principios del siglo V, cuando San Jerónimo completó el encargo de la Iglesia de traducir todos los libros a un solo idioma, la Vulgata en latín.

Pero aún durante los siguientes 1000 años era imposible para un cristiano común tener una biblia en su casa para estudiarla.

Un monje tardaba varios años en hacer a mano una sola copia en el scriptorium de su monasterio. Porque la imprenta no se inventó hasta el siglo XV.

Por eso las Biblias se ataban a los altares para que nos las robaran, porque eran extremadamente caras.

A partir de ahí, el invento de la imprenta hizo que las copias de la Biblia estuvieran más disponibles, pero aún así las primeras biblias costaban tres años de salario, algo que ningún hombre común podía permitirse.

Y aunque pudiera comprar una biblia tampoco un hombre común habría sido capaz de leerla, porque el analfabetismo era generalizado.

De modo que el mundo fue evangelizado de forma oral, por medio de relatos, pinturas o imágenes talladas en los muros de las Iglesias.

Esa era la llamada «Biblia de los iletrados», que fue combatida por los protestantes, porque nunca entendieron la función de las imágenes.

Y cuando aumentó la alfabetización en los siglos XVIII y XIX, y los costos de imprimir bajaron, empezó a ser negocio la impresión de Biblias y surgieron Biblias mal traducidas y con agregados heréticos, lo que obligó durante un tiempo a la Iglesia requisarlas y quemarlas.

Y después nos enfrentamos con el problema adicional de la traducción a todos los idiomas locales, que recién fue solucionado en el siglo XX.

Por lo tanto, debemos aceptar como hecho histórico, que la Palabra de Dios se trasmitió durante la mayoría de los siglos en forma oral y nunca fue en forma escrita.

Recién en los últimos 2 siglos la mayoría de los cristianos tuvieron a su disposición biblias para leerlas y poner en práctica la «sola scriptura» que predican los protestantes, que cada uno debe leer la escritura y entenderla por sí mismo.

Y esto coincidió con el declive de la fe.

La Biblia es sagrada para los católicos.

La Palabra de Dios está en la Biblia y lo creemos firmemente.

Prueba de ello es que, en nuestras misas se lee un texto del Antiguo Testamento, un salmo, uno del Nuevo Testamento y un pasaje de uno de los 4 evangelios.

Y el sermón del sacerdote se refiere a un pasaje bíblico.

La mayoría de los protestantes se asombran cuando conocen esto, porque es más de lo que ellos hacen en sus servicios.

La fe católica dice que todo lo que afirma la Biblia es verdad, pero hay que interpretar esa verdad.

Por ejemplo cuando el Génesis dice que Dios creó el mundo en seis días, ¿esto necesariamente lo debemos creer como una realidad fáctica?

No necesariamente, porque la verdad que quería transmitir el Génesis era que Dios creó el mundo de la nada, lo hizo planificadamente en 6 etapas y por amor.

Y cuando Jesús dice que debes cortarte la mano si es causa de pecado, en Mateo 5:30, ¿está sugiriendo que los pecadores debieran cortarse la mano?

Seguramente Jesús quiso poner dramatismo a la importancia de evitar las causas del pecado.

Por lo tanto debemos interpretar los pasajes de la Biblia de acuerdo a la tradición y al magisterio de la Iglesia.

La tradición y el magisterio consisten en las enseñanzas que desde los apóstoles para acá se han revelado a través de la predicación.

Durante Su vida terrena, Jesús estableció claramente Su Iglesia, pero en ninguna parte dejó como mandato para Sus Apóstoles, que escribieran un libro con Su Palabra y Obra, salvo en el caso del Apocalipsis.

Esto es fundamental para los Católicos. Primero fue la enseñanza de Jesús, después fue la Iglesia. Y recién después vino la escritura del Evangelio. 

Sin embargo era razonable que se escribiera, pero la letra allí escrita no es lo único válido para la fe y la doctrina.

La Iglesia es el guardián y el intérprete de las escrituras, ya que fueron realizadas por miembros de la Iglesia y la Iglesia las reunió en un solo cuerpo, que es la Biblia.

Pero las escrituras mismas dicen que hay ciertas cosas difíciles de entender para los indoctos (2 Pedro 3:16), por eso Dios proporciona protección contra la mala interpretación a través del magisterio y la tradición de la Iglesia. 

Además existe la tentación, por ejemplo, de que algunos elijan parte de la enseñanza que les gusta y desechen el resto.

Y por otra parte la Biblia es clara al decir que no todo lo que sucedió durante los tres años de predicación de Jesús está relatado en la Biblia (Juan 21:25).

Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre la fragilidad del endiosamiento de las escrituras que hacen los protestantes.

Y me gustaría preguntarte si algún protestante te ha atacado preguntando dónde dice eso en la biblia o no.

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La Virgen María le reveló al Padre Gobbi las Bestias del Apocalipsis que están Atacando la Tierra

Los actores de la batalla del Final de los Tiempos

El padre Stéfano Gobbi recibió mensajes de Nuestra Señora durante 30 años, los que tuvieron el imprimatur de varios cardenales y obispos.

Le pidió fundar el poderoso Movimiento Sacerdotal Mariano.

Y le reveló las partes más ocultas del libro del apocalipsis de la Biblia y en especial el significado de las tres bestias que aparecen oponiéndose a la mujer vestida de sol, que es la Virgen María.

Aquí hablaremos sobre a quienes representan el dragón, la bestia del mar y la bestia de la tierra, cuál es el propósito que cada una y cómo actúan. 

El padre Stéfano Gobbi fue un sacerdote italiano que murió en el 2011 y que en 1972, mientras oraba en el santuario de Fátima por los sacerdotes que habían renunciado a sus vocaciones y estaban en rebelión contra la Iglesia Católica, escuchó la voz de Nuestra Señora instándolo a reunir a otros sacerdotes, que estuvieran dispuestos a consagrarse al Inmaculado Corazón de María y estar fuertemente unidos al Papa y a la Iglesia.

Y así fundó el Movimiento Sacerdotal Mariano y recibió mensajes de Nuestra Señora, y a su vez el imprimatur de tres cardenales y muchos arzobispos y obispos de todo el mundo.

Ella le dijo que lo había elegido por ser el instrumento menos apto, así nadie diría que es obra humana y reclamó que el Movimiento Sacerdotal Mariano es obra de Ella solamente.

Llamó a consagrarse a Su Inmaculado Corazón y a difundir cenáculos de oración.

Le habló de la próxima persecución a la Iglesia y lo que ella llama el «Segundo Pentecostés», que es otra forma de expresar el Aviso, o la Iluminación de la Conciencia. 

Dice que en este Segundo Pentecostés, el Espíritu de Cristo penetrará cada alma con tanta fuerza y profundidad, que en un lapso de cinco a quince minutos, cada persona verá su vida de pecado. 

Estos eventos: Aviso, Milagro y Castigo, estaban listos para materializarse a finales del siglo XX.

Pero en una locución Nuestra Señora le dijo, «he logrado nuevamente aplazar el tiempo del castigo decretado por la justicia divina, para una humanidad que se ha vuelto peor que en el tiempo del diluvio».  

Y le agregó, «no digas que no se cumplió lo que nos habías anunciado, sino agradece conmigo al Padre Celestial porque, a través de la respuesta de la oración y de la consagración, a través de tu sufrimiento, a través del inmenso sufrimiento de tantos de mis pobres hijos, ha aplazado de nuevo el tiempo de la Justicia, para dejar florecer el tiempo de la gran Misericordia».

Y en 1989 Nuestra Señora le explica a Gobbi cómo se está cumpliendo el libro del Apocalipsis de la Biblia en nuestro tiempo, a través de mensajes sucesivos que van de mayo a diciembre, y que resumiremos en su parte sustancial.

En el capítulo 12 del Apocalipsis se muestra la lucha de la Mujer vestida de sol, con 12 estrellas sobre su cabeza, contra el Dragón.

Nuestra Señora le dice que esa mujer es Ella y que tiene la misión de sustraer la humanidad del dominio del enorme Dragón.

Y para eso forma el ejército de Sus más pequeños hijos, y les pide que se consagren a Su Corazón Inmaculado, para conducirlos a vivir sólo para la Gloria de Dios, por medio de la fe y la caridad.

Dice que en nuestra época el Dragón es el comunismo ateo.

Y cada vez que Ella nombra al comunismo le adosa la palabra ateo, de modo que esa es su característica esencial.

Un poderoso régimen que hace del ateísmo una parte central y que luego se transformó para penetrar en occidente y hoy lo domina, proceso que hemos explicado en varios videos.

El error del comunismo, que vino a denunciar Nuestra Señora en Fátima, no fue la propuesta de que los pobres hagan una revolución contra los ricos, siempre han existido estas revoluciones, sino un régimen que ha hecho un obstinado rechazo de Dios, que luego se hizo dominante en el mundo.

El apocalipsis dice que el Dragón tiene siete cabezas, diez cuernos y una corona en cada cabeza. 

Las cabezas coronadas indican las naciones en las que el comunismo ateo se ha establecido y domina con la fuerza de su poder ideológico, político y militar.

Y los 10 cuernos son sus medios de comunicación, para conducir a la humanidad a desobedecer los 10 Mandamientos de Dios.

Su color rojo es porque usa la guerra y la sangre como instrumentos de sus conquistas. 

Este Dragón tiene el objetivo diabólico de sustraer toda la humanidad al dominio de Dios.

Y ha logrado construir una nueva civilización sin Dios, materialista, egoísta, hedonista y fría, que lleva en sí los gérmenes de la corrupción y de la muerte.

Y en esta terrible lucha sube del mar, en ayuda del Dragón, una bestia semejante a una pantera, es la Masonería. 

Sobre esta bestia del mar puede leerse el capítulo 13 de Apocalipsis. 

Mientras el Dragón manifiesta su potencia visiblemente, la bestia negra del mar, en cambio, obra en la sombra, se esconde, se oculta, para introducirse en todas partes.

Tiene las garras de oso y la boca de un león, porque obra a través de la astucia y con los medios de comunicación.

Sus siete cabezas indican las varias logias masónicas que obran en todas partes de una manera solapada.

Tiene diez cuernos y sobre los cuernos diez diademas, que son signos de dominio y de realeza.

La masonería domina y gobierna en todo el mundo por medio de los diez cuernos.

Y mientras el Dragón Rojo obra para llevar a toda la humanidad a prescindir de Dios, a la negación de Dios, difundiendo el error del ateísmo, el objetivo de la masonería no es negarlo, sino blasfemarlo.

La mayor de las blasfemias es negar el culto debido sólo a Dios para darlo a las criaturas y al mismo satanás.

Ha sido denunciado por varios ex masones y por historiadores independientes, que en los grados más altos de la masonería hay ritos que exigen pisar la cruz de Cristo, y adorar a lucifer, como el ángel que vino a traer la luz a la tierra.

La masonería quiere volver inútil la Obra de Redención llevada a cabo por Cristo. Y así propondrá la antítesis a los 10 mandamientos de Dios.

Por ejemplo al mandamiento «No tendrás otro Dios más que a Mí», se opondrá construyendo falsos ídolos.

Trabaja para oponerse al mandamiento no matarás, a través de la eutanasia y la terminación de los embarazos.

Y el mandamiento de no cometer actos impuros lo contrarresta encumbrando actos contra la propia naturaleza con que fueron creados los hombres.

El objetivo de las logias masónicas es actuar con gran astucia, para llevar a la humanidad a despreciar la Ley de Dios, a obrar en abierta oposición a los diez Mandamientos, y a sustraer el culto debido al único Dios para darlo a los falsos ídolos.

Y también en capítulo 13 del apocalipsis aparece otra bestia que se levanta de la tierra, que tiene dos cuernos como de cordero y habla como un dragón.  

Jesucristo es simbolizado como un cordero y los dos cuernos del cordero significan el sacerdocio, por ejemplo la mitra que llevan los obispos tiene dos cuernos.

Esta bestia dice Nuestra Señora es la masonería infiltrada dentro de la Iglesia, es decir la masonería eclesiástica, que se ha difundido sobre todo entre los miembros de la jerarquía.

El objetivo de la masonería eclesiástica es destruir a Cristo y a su Iglesia, construyendo un falso Cristo y una falsa Iglesia.

Obra para oscurecer la palabra de Dios, por medio de interpretaciones naturales y racionales

Y la vacía de todo contenido sobrenatural, con el pretexto de volverla más comprensiva y aceptada.

Y dice la Virgen que a causa de la difusión de estos errores, hoy muchos se alejan de la verdadera fe, volviendo realidad Su profecía dada en Fátima, de que vendrán tiempos en los que muchos perderán la verdadera fe, o sea una apostasía.

Dice que la masonería eclesiástica tiene como propósito justificar el pecado, presentarlo no ya como un mal, sino como un modo de satisfacer las exigencias de la propia naturaleza.

Y después trata de destruir a la Iglesia a través de un falso ecumenismo, proponiendo fundar una Iglesia ecuménica universal formada por la fusión de todas las confesiones en principio cristianas, entre las cuales estaría la Iglesia Católica.

La Virgen le dijo al padre Gobbi que han llegado los días predichos por el Evangelio y por el Apocalipsis. 

Son los tiempos en que satanás y las fuerzas diabólicas se hacen adorar por un número cada vez mayor de hombres.

Ha descendido sobre el mundo la hora de una gran tribulación, porque los Ángeles del Señor están siendo enviados, con sus flagelos, para castigar la tierra.

Las fuerzas del mal, unidas al poder de quien se opone a Cristo harán grandes prodigios en el cielo y sobre la tierra, hasta seducir a gran parte de la humanidad.

Son los tiempos en los que los fieles seguidores del Cordero serán sometidos a marginaciones y por lo tanto, los tiempos para mostrar la constancia de los santos.

La comunión de vida con los santos del paraíso es el remedio que nos da. 

Y el otro remedio es consagrarse al Inmaculado Corazón de María y formar parte de su ejército de pequeños, para combatir la batalla que está instalada, siendo apóstoles de los últimos tiempos y las estrellas más luminosas de Su corona real. 

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la interpretación que hizo la Virgen al padre Gobbi sobre las bestias del apocalipsis

Y me gustaría preguntarte qué otras cosas más sabes sobre la masonería civil y la eclesiástica.

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Los Obispos Alemanes quieren cambiar el Catecismo para adaptarlo a la Moral actual

La propuesta del principal propulsor del Camino Sinodal alemán cismático.

La propuesta del cardenal Reinhard Marx, un cardenal importante de la Iglesia, de cambiar algunas doctrinas del Catecismo de la Iglesia Católica, excede lo que es un simple cambio de redacción.

Sino que apunta a modificar algo sustancial, la preeminencia de la Biblia dentro de la doctrina católica.

Lo cual se inscribe dentro de la forma devaluatoria en que los modernistas asumen la palabra de Jesús expresada en ella.

Y Marx apunta hacer el cambio en el documento más confiable que tiene la Iglesia, donde se compendia lo que cree y en lo que no cree la Iglesia.

En este caso además repite lo que en definitiva sostiene el Camino Sinodal Alemán, que fue llamado al orden por el Vaticano, aunque sigue adelante, y se aproxima a un cisma con la Iglesia.

Aquí hablaremos sobre las profundas consecuencias de la propuesta del cardenal Marx, que excede en mucho un simple cambio en las palabras de lo que el Catecismo dice sobre la sexualidad humana.

Y también hablaremos sobre por qué se dirige a cambiar el catecismo, haciendo una historia sobre cómo surgió y por qué se ha constituido en una frontera que debemos proteger.

Sobre finales de marzo de 2022 la revista Stern hizo un reportaje al Cardenal Reinhard Marx, uno de los principales ideólogos del Camino Sinodal Alemán.

En el que propuso cambiar el Catecismo de la Iglesia Católica respecto a la sexualidad humana y al celibato de los sacerdotes.

Lo que está en línea con manifestaciones previas suyas a favor de que la Iglesia permita seminaristas no heterosexuales y que éstos puedan ordenarse como sacerdotes.

Y la celebración de matrimonios no heterosexuales, la ordenación de mujeres al sacerdocio y que los divorciados casados por Iglesia, puedan casarse de nuevo por iglesia.

Pero lo más llamativo es que apuntó directamente contra el Catecismo de la Iglesia Católica, que pareciera ser la última frontera para la defensa de la fe, tal como Jesucristo legó a los apóstoles. 

Dijo que el Catecismo de la Iglesia Católica «no está escrito en piedra» y que «uno también puede dudar de lo que dice».

Lo que Marx crea sobre la licitud de las relaciones no heterosexuales no es tan importante, como el hecho de que un sucesor de los apóstoles y cardenal de la Iglesia Católica, crea que la doctrina, el mensaje de Jesucristo, es algo que pueda cambiar con las épocas y con las opiniones de los hombres.

Marx dijo abiertamente que estaba consciente de contradecir las enseñanzas oficiales de la Iglesia sobre este tema, pero insistió en que quería decir lo que pensaba y llevar más lejos las enseñanzas de la Iglesia, o sea modificarlas.

Lo que provocó la reacción negativa de varios prelados, entre ellos del obispo Joseph Strickland de Tyler, Texas que dijo, que Marx ha dejado la fe católica, necesita ser honesto y renunciar oficialmente.

Recordemos que Marx es un cardenal importante, ha sido elegido por Francisco como uno de los 8 cardenales que le ayudan en el gobierno de la Iglesia y la reforma de la Curia Romana.

Las expresiones de Marx y las posiciones del Camino Sinodal alemán son más trascendentes que una simple opinión, sobre varios temas conflictivos.

Son importantes porque reconocen a los signos de los tiempos como una segunda fuente de revelación junto a la Escritura.

Los signos de los tiempos, o sea lo que piensa la mayoría de las personas en un momento histórico dado, el sentir de una época, lo interpretan como la voz de Dios que revela una modificación a la palabra escrita en la Biblia.

Esto significa un cambio enorme en la confiabilidad que debe darse a las palabras dichas por Jesús y presentes en la Biblia.

Porque entonces las palabras de Jesús pueden corregirse según el discernimiento de lo que sucede en cada época.

Lo que implicaría en última instancia, adaptar la fe al tiempo particular en el que debe ser proclamada.

Y también sucede con la tradición, que es otra fuente que nutre la doctrina de la Iglesia, y que es la acumulación de las interpretaciones coincidentes de los santos y doctores de la Iglesia a través de la historia.

Esta manera de devaluar las palabras de la Biblia y la tradición de la Iglesia es bien propia de los modernistas.

Porque consideran que si bien Dios inspiró lo que está escrito en la Biblia, refleja las opiniones, las actitudes y prejuicios de los evangelistas del primer siglo.

Y ya sea que los evangelistas hayan interpretado las palabras de Jesús con el filtro de las ideas de la época o que Jesús haya adaptado sus palabras a la moralidad de la época, el resultado es el mismo, su conclusión es que la moralidad bíblica no es para todos los tiempos, y puede corregirse en cada época.

Esto es una herejía y para prevenir herejías como esta se desarrolló precisamente el Catecismo de la Iglesia Católica, que es el documento de mayor importancia para la Iglesia, luego de la Biblia.

Y es fundamental para nosotros, porque nuestra época es la más crítica en la historia del cristianismo.

La civilización humana está cambiando la relación con la religión cristiana y esto se reproduce en la crisis por la que está pasando la Iglesia Católica.

Que no sólo es atacada desde fuera, sino que es atacada su doctrina desde adentro, para que se adapte a la moral de los tiempos que corren.

Y una forma de ataque es la que propone Marx, modificar el catecismo para acompasarlo con lo que le gusta o no le gusta a la gente de nuestro tiempo. 

El catecismo es una frontera, porque es el ordenamiento que establece en lo que los católicos creemos y en lo que no creemos.

Y nos permite comprender las bases por las que creemos lo que decimos creer.

O sea que es la guía para que los fieles sepan, esto es verdad o esto es falso; esto es moralmente bueno o esto es moralmente malo, según nuestra doctrina basada en la Biblia y la tradición.

De ello depende la existencia misma del catolicismo.

No es un mero trabajo de referencia ni un resumen de ideas, sino que es la base de la evangelización interna de la Iglesia.

Y hoy esto adquiere más relevancia que nunca, por la confusión incluso sobre las doctrinas más fundamentales sobre la fe y la moral.

Por eso los modernistas hablan de que hay que cambiar el Catecismo porque dicen que está fuera de época, que es una cosa antigua, pasada de moda, de otro catolicismo, que hay que modernizarlo.

Y los puntos centrales que quieren modernizar son respecto a la concepción y a la vida por nacer, a la sexualidad humana y a la legitimación del divorcio.

Por eso sería bueno conocer la historia de cómo surgió.

Apareció ante la necesidad de decirle al pueblo católico en qué creía la Iglesia, luego del caos doctrinal producido por el Concilio Vaticano II.

En el concilio se produjo un enfrentamiento entre modernistas y tradicionalistas, entre los que querían hacer una revolución en la doctrina de la Iglesia y quienes querían mantener la doctrina que venía de los apóstoles.

Y por eso muchas de las conclusiones del Concilio fueron de compromiso y redactadas en un lenguaje ambiguo para que conformara a ambas partes.

Pero los modernistas montaron luego una campaña traduciendo las conclusiones del Concilio para sus propios intereses, lo que produjo la crisis inmediata post conciliar, con abandonos masivos del sacerdocio, sacerdotes que se hacen guerrilleros, destierros de las imágenes de la Virgen María y santos de los templos, etc.

Y en 1985, Juan Pablo II convocó a una sesión extraordinaria del Sínodo de los Obispos para conmemorar el 20º aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II, que había concluido en 1965.

El propósito era ver qué efecto había tenido el Concilio sobre la Iglesia universal en los veinte años que habían pasado desde su culminación.

Y en el curso de esa asamblea el cardenal Bernard Law, arzobispo de Boston, hizo la propuesta de confeccionar un catecismo universal, un compendio de la fe católica.

Señaló que los jóvenes en Boston, San Petersburgo o Santiago de Chile, disfrutaban de la misma cultura, vestían pantalones vaqueros azules y escuchaban el mismo tipo de música.

Por lo tanto no había ninguna razón para no explicitar la uniformidad de la doctrina católica.

Law estaba recogiendo una sugerencia directa realizada en París y Lyon, en 1983, por el cardenal Joseph Ratzinger.

Tardó dos décadas el estudio y la recopilación por los más eminentes teólogos e historiadores.

Y el 22 de junio de 1994, el mundo comenzó a gozar del fruto de la intervención del cardenal Law en 1985, que partió de la visión de futuro del cardenal Ratzinger en 1983 y que fue celebrada por Juan Pablo II en la Constitución Apostólica Fidei Depositum, donde explica sus detalles.

Hoy cualquiera puede leer el Catecismo y buscar lo que cree la Iglesia sobre cualquier tema de importancia, está en línea en internet, hay aplicaciones para celular y versiones para niños.

Y lo más importante, marca la frontera de nuestra fe, que algunos hoy desde adentro quieren perforar, adaptando nuestras creencias a los gustos de la época, como si fuera un producto de marketing.

Bueno, hasta aquí el cambio que el cardenal Marx quiere realizar en el Catecismo y lo que eso supone para la doctrina católica.

Y me gustaría preguntarte si los católicos que conoces en general piensan que el catecismo es una cosa fuera de época o es respetable porque es el compendio de nuestra fe.

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Las Claves Ocultas del Libro del Apocalipsis [qué dice la Biblia que va a pasar en Nuestra Época]

La secuencia de acontecimientos que está por suceder.

A medida que suceden los hechos históricos vamos comprendiendo mejor las cosas que muestra la Biblia.

En especial el Libro del Apocalipsis, que muestra el final de los tiempos y el final de la historia con imágenes tremendas.

Pero que hace que muchos, especialmente los modernistas, lo ignoren o digan directamente que eso ya sucedió.

Pero el Libro del Apocalipsis habla de nuestra época, del final de los tiempos, y también del final de la historia, cuando Jesucristo regresará glorioso a la tierra por segunda vez.

Aquí hablaremos sobre la clave oculta, que contiene el apocalipsis, para interpretar lo que está sucediendo ahora y sucederá en los próximos años de nuestra época.  

A partir de la apostasía que se está generalizando y los desastres naturales que vivimos, por ejemplo la pandemia, el libro del apocalipsis de la Biblia cobra vida ante nuestros ojos.

Comprendemos mejor sus profecías porque están comenzando a pasarnos. 

El libro del Apocalipsis aparece como un resumen de la lucha por la instauración del reino de Dios en la Tierra y las batallas que se sucederán contra el maligno y sus secuaces, en la purificación de la humanidad y la Tierra.

Es un drama que comenzó a ser contado por Dios en el primer libro de la Biblia, donde relata la creación, la rebelión de los ángeles, la desobediencia de los primeros padres, Adán y Eva, que signó toda nuestra historia y la profecía de una mujer que daría a luz a un hijo, y cuya estirpe aplastaría la cabeza del ángel rebelde que llevó a la apostasía a los seres humanos.  

Por lo tanto la clave de lo que sucede y sucederá en nuestro tiempo histórico está en el libro del Apocalipsis.

Pero hay que considerar que el libro del Apocalipsis no es secuencial o cronológico, no se puede leer como si fuera una historia hilvanada donde un suceso viene detrás de otro capítulo a capítulo.

Sino más bien son como flashes que indican sucesos que se pueden ubicar en uno o más momentos históricos, algunos en el reino espiritual y otros en el reino material.

Por un lado tenemos las cartas a 7 Iglesias, que representan los juicios de Nuestro Señor a diversos períodos históricos, y la revelación de lo que pasó y pasará en cada uno. 

Las cartas a las 7 Iglesias que se pueden leer en los capítulos 2 y 3 del Apocalipsis. 

Para el cardenal Louis Billot esas siete cartas quieren representar las siete épocas de la historia de la Iglesia hasta la venida física de Cristo nuevamente a la Tierra al final de la historia.

La carta dirigida a la Iglesia de Éfeso trataría sobre el inicio y la época de los apóstoles.

La carta que se dirige a la Iglesia de Esmirna, cuyo contenido es amargo, significaría la persecución de los primeros cristianos.

La carta a la iglesia de Pérgamo haría alusión a la paz después de Constantino y a los doctores de la Iglesia.

Luego vendría la carta para la Iglesia de Tiatira, que recordaría el triunfo de Carlomagno hasta la revolución francesa.

Y la carta a la Iglesia de Sardes evocaría desde la hegemonía del materialismo hasta la actualidad. 

Es nuestra época. Se puede encontrar en el capítulo 2 del Apocalipsis.

Allí el juicio que emite el Señor es que esta Iglesia se encuentra muerta a la fe, o sea que revela la apostasía de esta época.

Le pide que reanime lo que no está muerto todavía, o sea que hace un llamado a la conversión, lo que está siendo realizado por los incesantes mensajes de Nuestra Señora visitando la Tierra.

Y recuerda que hay un remanente fiel y que ese remanente es el que lo acompañará a la vida eterna.

Nuestra propia época sería entonces la época de la deserción de la fe, de la apostasía.

Lo que coincide con lo que manifiestan los que leyeron la parte del tercer secreto de Fátima, que no fue revelado aún, que habla de apostasía y desastres en la naturaleza. 

Luego vendría la etapa de la Iglesia de Filadelfia, que sería la conversión del mundo.

Que vendría en el final de los tiempos, luego de una tribulación que culminaría en el triunfo del Inmaculado Corazón de María, un nuevo Pentecostés y una época de paz.

Y por último vendría la etapa de la Iglesia de Laodicea, que tendría que ver con el juicio final, la segunda venida y el fin de la historia.

Y en medio de todo esto, como fondo, el Apocalipsis nos presenta la profecía de la mujer vestida de sol, o sea con el poder de Dios, que lucha contra el dragón.

Está en el capítulo 12 del apocalipsis.

La mujer representa a la Virgen María y el dragón al demonio.

Se muestra como la mujer que apareció en el Génesis, pero ahora vestida de sol, porque va a dar a luz a Su hijo Dios, pero el dragón quiere matarlo.

Por eso se dice que esta visión está relacionada a la liquidación de los niños no nacidos aún, como un signo del fin de los tiempos.

Es decir que el demonio en el tiempo final provoca que se promueva la liquidación de niños aún en el vientre materno.

El niño fue salvado y la mujer huye al desierto.

El desierto representa la conversión, el ayuno, la penitencia que son los continuos llamados de la Virgen en Lourdes, Fátima, Medjugorje en nuestra época.

Y esos 1260 días que pasa en el desierto es una referencia a los tres años y medio de tribulación, cuando debemos confiar en Dios y en su protección.

La tribulación del final de los tiempos, o sea de nuestra época, aparece con la apertura de los 7 sellos, que se pueden leer en los capítulos 4 a 8 del apocalipsis.

Estas son las tribulaciones que vendrán a la Tierra si el hombre sigue desobediente a Dios, son las retribuciones por la apostasía, que podrían ser atemporales, pero que específicamente se refieren a nuestra época, a la Iglesia de Sardes.

Nos avisan de que debemos convertirnos, de lo contrario las tribulaciones crecerán.

El primer sello que se abre es un jinete montado en un caballo blanco recorriendo la Tierra, que hace referencia a los falsos profetas.

El jinete es mentiroso y engañador, tal y como dice Jesucristo, cuando venga el tiempo aparecerán muchos usurpando el título de mesías.

El segundo caballo que es el rojo, hace referencia a las guerras. 

Luego aparece el caballo negro que es el hambre. Y después el amarillo que es la muerte.

Y luego, los siguientes sellos que se abren en esta retribución por el pecado hacen referencia a desastres naturales, con un eclipse donde desaparece el sol.

A los mártires que habrá en esta época y a los que se mantendrán fieles, se les simboliza con el número 144 mil.

Después de esto viene un gran silencio en el cielo, de expectativa.

Y muestra a los santos en el cielo haciendo ofrendas para la conversión del mundo.

Y se le entregan 7 trompetas a 7 ángeles para hacer anuncios.

La oración del cielo y la orden no inmediata del toque de las trompetas, demuestra que los sucesos que vendrán con el toque de cada trompeta es condicional.

Si el mundo no sale de la apostasía vendrán más castigos.

Esto puede leerse en los capítulos 8 a 11 del libro del Apocalipsis.

Al toque de cada trompeta se suceden desastres en la tierra, en el agua y en el cielo, que como vimos está reflejados en el tercer secreto de Fátima.

También se suceden plagas.

La orden es que los ángeles protejan a aquellos que sean los elegidos.

Pero a pesar de todas estas tribulaciones gran parte de la humanidad no se convierte.

Y así viene la ira de Dios, lo que en los mensajes de Garabandal se llama el castigo, que incluye los tres días de oscuridad.

Que se ve reflejado en las siete copas que los ángeles derraman luego sobre la Tierra.

Nuevamente los ángeles tienen la orden de no dañar las plantas, árboles ni nada de lo que esté marcado por Dios, el Señor protege a los suyos.

Allí aparecerá algún asteroide o algo en ese estilo hará que se oscurezca la tierra, provocando la salida de langostas y otras tribulaciones.

Y para finalizar habrá una gran batalla que se llama de Armagedón.

Y al final, el libro del Apocalipsis muestra la derrota de la bestia y el restablecimiento de toda la creación.

Y el resto hasta la finalización, se refiere a los que sucederá siglos más tarde al final de la historia.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos contar sobre el apocalipsis, que muestra la lucha del cielo contra nuestra pérdida de fe, los avisos que nos está dando y las muestras de las retribuciones al pecado, culminando en la purificación del mundo.

Y a lo largo del texto Dios nos indica que estas retribuciones son condicionales a la respuesta de la humanidad en cada período. 

Y me gustaría preguntarte si tú crees que leído así el apocalipsis es una buena explicación de lo que nos pasa y nos pasará o no. 

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Cuáles son los Misterios No Develados que contiene la Biblia

Grandes enigmas de la historia.

El primer gran misterio de la Biblia es por qué Dios creador de todo lo que existe creó al hombre a Su imagen y semejanza.

Y la forma que eligió para revelarse, a través de personas elegidas, a quienes capacitó para comunicar a los seres humanos quién era Él. 

Estas revelaciones luego fueron compiladas en la Biblia.

Y esos textos fueron distribuidos por la tradición oral al principio, hasta que luego fueron escritos.

Pero aún dentro de la Biblia hay otros misterios que permanecen sin develar, porque quizá Dios Padre no quiere revelarlos hasta el final de la historia.

En este artículo queremos hablar sobre lo que sabemos de la Biblia y los misterios que aún deja en pie.

Dios inspiró a Moisés para que durante los 40 años en el desierto escribiera los primeros cinco libros de la Biblia, hasta llegar a la tierra prometida.

Se denominan el Pentateuco, es decir cinco rollos: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.

También es probable que escribiera el libro de Job y el Salmo 90.

No obstante, Moisés fue sólo uno de los cerca de cuarenta hombres que Dios usó para escribir la Biblia.

De algunos se conoce su nombre e historia y eran profetas como Ezequiel, Daniel, Isaías y Jeremías, y otros libros son de autor desconocido.

Dios inspiró la redacción de los libros de la Biblia y por lo tanto todo lo que se afirma es verdad, porque Dios habla la verdad.

Con esto queremos decir que Dios movió y guió a los escritores sagrados para escribir las cosas que Él ordenó y deseó.

Este criterio es herencia del pueblo judío, porque Moisés y los profetas se comprometieron a escribir el mensaje de Dios para entregárselo al pueblo.

Y los profetas eran considerados los intérpretes autorizados por Yavé que escribían en sus propias lenguas.

Aunque Daniel por ejemplo hizo una obra trilingüe en el libro que lleva su nombre, escrito en hebreo, arameo y griego.

El Papa San Juan Pablo II escribió que la Sagrada Escritura es verdaderamente divina, porque le pertenece a Dios verdadera y genuinamente.

Dijo que Dios mismo la inspiró, la confirmó y la habló a través de los escritores sagrados Moisés, los Profetas, los Evangelistas, los Apóstoles y a través de su Hijo, nuestro único Señor, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

De modo que Dios eligió personas, las capacitó y les dio una gracia especial para ayudarlo en el trabajo de escribir su revelación.

Estos autores escribieron con el lenguaje de su tiempo y sus propias palabras, que reflejan su personalidad y educación particular, con todas las limitaciones que esto supone.

Es por esto que en cada Evangelio por ejemplo, se puede ver estilos distintos que reflejan la educación, cultura y talentos de cada escritor: San Marcos, San Mateo, San Lucas y San Juan, además de las cartas de San Judas Tadeo, Santiago y San Pedro. Y también a San Pablo.

La Iglesia Católica enseña que los 73 libros de la Biblia están inspirados por Dios, y no hay errores de fe ni de moral.

Pero además de estar inspirada, la Biblia está realizada de forma inspiradora para el lector.

Así se hicieron cada uno de los libros de la Biblia que fueron puestos en una sola publicación entre los años 350 y 405 después de Cristo.

Y elegidos por el mismo criterio de inspiración divina.

La Biblia está dividida en el Antiguo Testamento, que fue previo a Jesús, y el Nuevo Testamento, escrito luego de la crucifixión de Jesucristo.

Los 46 libros del Antiguo Testamento contienen lo que Dios reveló a la razón humana desde la creación del mundo hasta la encarnación de Nuestro Señor.

Hay libros que incluyen historia, hay otros que son de poesía como el Cantar de los Cantares y otros de profecía como el de Isaías.

Y en el Nuevo Testamento está lo que reveló Nuestro Señor Jesucristo por intermedio de los apóstoles y otros escritores sagrados.

Su corazón son los cuatro Evangelios.

Pero no es superior un testamento a otro.

Los católicos debemos leer el Nuevo Testamento a la luz del Antiguo Testamento.

Esta unidad la describió San Agustín diciendo que lo nuevo está oculto en lo viejo y lo viejo está revelado en lo nuevo.

La fe católica dice que todo lo que afirma la Biblia es verdad, pero hay que interpretar esa verdad.

Por ejemplo, cuando el Génesis dice que Dios creó el mundo en seis días, ¿esto necesariamente lo debemos creer como una realidad fáctica?

No necesariamente, porque la verdad que quería transmitir el Génesis era que Dios creó el mundo de la nada y lo hizo planificadamente, por amor.

Y cuando Jesús dice que debes cortarte la mano si es causa de pecado, en Mateo ¿está sugiriendo que los pecadores debieran cortarse la mano?

Seguramente Jesús quiso poner dramatismo a la importancia de evitar las causas del pecado.

Por lo tanto debemos interpretar los libros de la Biblia de acuerdo a la intención del autor.

El Antiguo Testamento está centrado en la historia de un pueblo elegido por Dios, que es el pueblo judío.

Mientras que el Nuevo Testamento está centrado en la figura de Jesús, el Mesías.

Y así como la Biblia fue inspirada por Dios, también se necesita la interpretación del Espíritu Santo para comprenderla.

Las 40.000 denominaciones en que se dividen los protestantes es consecuencia de las diferencias en la interpretación bíblica.

Por lo visto no es tan sencillo entonces interpretar la Biblia.

La Biblia también tiene misterios que no han sido develados.

Estos misterios han surcado la imaginación cristiana durante siglos.

Y dejado perplejos a algunas de las mentes más grandes de la Iglesia.

Por ejemplo, qué le pasó al edén donde vivían Adán y Eva y fueron expulsados después de comer la fruta prohibida. https://youtu.be/p9FpwC_XnhI 

Nadie está muy seguro de dónde se encontraba originalmente.

Aunque parece que hay un consenso general de que el jardín estaba en el Medio Oriente en alguna parte, tal vez en el actual Irak.

Es de suponer que el gran diluvio del Génesis habría acabado con él.

Santo Tomás de Aquino escribió que el paraíso terrenal estaba cortado por montañas o mares, o alguna región tórrida y dijo que no se podía cruzar.

Pero la realidad es que no sabemos qué pasó con el edén.

Otra incógnita es la de los gigantes que vivían antes del diluvio del Génesis que están envueltos en el misterio. https://youtu.be/npip_K5gsw4 

Los hombres vivían hasta cientos de años.

Y una raza de gigantes caminaba la tierra, o eso leemos en Génesis 6: 4 que dice: que en aquellos días -y aún después- cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y ellas tuvieron hijos, había en la tierra gigantes y que “éstos fueron los héroes famosos de la antigüedad».

¿Eran una raza creada por los demonios a través de experimentos biológicos para cambiar el rumbo de la raza humana y por eso Dios mandó el diluvio?

Es una hipótesis relativamente moderna.

Otro gran misterio es el del sacerdote Melquisedec que irrumpe en la escena en Génesis 14. https://youtu.be/xtP4HMqDPMg 

Se aventura fuera de una ciudad que se llama Salem – una posible precursora de Jerusalén – para bendecir a Abraham y ofrecer un sacrificio de “pan y vino”. Por eso algunos ven el trazo de Jesús en Melquisedec.

Melquisedec era también el príncipe de Salem, de ahí su nombre, que significa rey de justicia. ¿Quién era este hombre misterioso?

Más tarde la Escritura sólo plantea más preguntas que respuestas.

En Hebreos 7:3 leemos sobre Melquisedec que:

«No se mencionan ni su padre ni su madre; aparece sin antepasados. Tampoco se encuentra el principio ni el fin de su vida. Aquí tienen, pues, la figura del Hijo de Dios, el sacerdote que permanece para siempre.»

Su vida permanece escondida con el Cristo que él anunciaba.

Las diez tribus perdidas de Israel es otro de los grandes misterios de la historia del mundo. https://youtu.be/clEXMdYJ45o 

En el año 732 antes de Cristo, Asiria destruyó el reino de Israel y trasladó a diez de las doce tribus al territorio de la antigua Mesopotamia.

Aparte de una mención en el libro de Tobías, estas tribus parecen haber desaparecido de la historia.

Su destino es parte de la leyenda.

Mientras que el Arca de la Alianza es uno de los objetos sagrados más enigmáticos de todos los tiempos.

Contenía las tablas de los Diez Mandamientos, algunos maná, y la vara de Aarón que reverdeció.

Revestida la madera de acacia con placas de oro y plata, estaba coronada por dos querubines de oro, ángeles asociados con la presencia de Dios.

En el antiguo Israel, el arca era una fuerza a tener en cuenta.

Dividió el río Jordán, tiró abajo los muros de Jericó, y mató al falso dios cananeo.

Incluso tocarla arriesgaba la muerte instantánea.

El arca representó durante su existencia la presencia de Dios, quien prometió según se lee en Éxodo y Levítico que allí ciertamente se presentaría y hablaría desde más arriba donde aparecería una nube.

Pero en el año 587 antes de Cristo,  después del saqueo de Babilonia a Jerusalén, el arca desapareció.

Decenas de teorías se han hecho girar sobre lo que pasó con ella, pero la verdad es que su destino se desconoce. Tal vez simplemente fue destruida por los babilonios.

Bueno hasta aquí lo que te queríamos contar sobre la Biblia, cómo interpretarla y los misterios que contiene.

Y me gustaría preguntarte qué otras cosas misteriosas sin resolver tu piensas que hay en la Biblia.

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La Misión del Profeta Isaías y San Juan Bautista para hacer posible la Venida de Jesús

Dios preparó al universo entero para la venida de su Hijo a la Tierra.

Un eslabón básico que permitió la encarnación fue su Madre, la santísima Virgen María.

Pero también lo fue anunciando a través de los siglos.

Dos mensajeros fueron centrales: el profeta Isaías y San Juan Bautista.

El profeta Isaías  predicó en el siglo VIII aC y su función en el Plan de Dios fue anunciar la venida del mesías.
.
San Juan Bautista fue el primo de Jesús, nació 6 meses antes que él y su función fue señalar al mesías.

Veamos en este artículo como ambos cumplieron la misión que Dios les encomendó.

   

ISAÍAS ANUNCIA AL MESÍAS

Tuvo una grandiosa visión en el año 740 aC.

La visión fue la siguiente:

Dios está en el templo, sentado en un elevado trono; junto a él, los serafines cantan:

“¡Santo, santo, santo es el Señor Dios del universo! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!”.

profeta isaias escribiendo

A esta voz, las puertas tiemblan y una humareda inunda el recinto.
.
Isaías grita:
“¡Ay de mí, estoy perdido, porque siendo un hombre de labios impuros he visto con mis propios ojos al Señor de los ejércitos!”

Pero uno de los serafines le aplica sobre la boca un carbón encendido, diciendo: 

“Al tocar esto tus labios, desaparece tu culpa y se perdona tu pecado”.

En ese instante oye la voz del Señor que pregunta:

“A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?”
“Aquí estoy yo, envíame”–
responde con prontitud.

Dios lo envió, y transmitió con fidelidad la palabra del Altísimo al pueblo elegido y a todas las naciones de la tierra.

   

“APÓSTOL” Y “EVANGELISTA”

Casi nada dice la Escritura sobre la vida de Isaías. Sólo se sabe que era de noble cuna, que se casó y tuvo por lo menos dos hijos, a los que dio nombres llenos de misterio y simbolismo: Sear Iasub (un-resto-volverá) y Maher-Sha-lat- Hash-Baz (pronto-saqueo-próximo-pillaje).

Su nombre hebreo sería Iesayaú, que traducido significa Yavé es ayuda, se siente llamado al profetismo más o menos a los 25 años de su edad y profetizará al Pueblo de Dios durante cuarenta años.

iasias capilla sixtina

Su misión fue difícil: debía anunciar a sus compatriotas la huida de Israel y de Judá, en castigo de las infidelidades e idolatrías de su pueblo.

Todo cuanto dicen los demás profetas acerca del reino universal de Dios que debería ser instaurado por el Mesías, está contenido de alguna forma en el libro de Isaías, y con tanta claridad y amplitud que san Cirilo no vacila en darle el calificativo de “apóstol”, como san Jerónimo de “evangelista”.

   

EL TONO DE SU MENSAJE

El profeta Isaías quiere abrir los ojos y el corazón del pueblo a la esperanza en un futuro de libertad y de retorno a la patria, porque se acabó la esclavitud de Babilonia.

La consolación que el profeta anuncia con insistencia no es sólo de palabras, sino con indicaciones para preparar en el desierto un camino al Señor. Dios mismo se hace pastor que reúne el rebaño y lo conduce con amor. Es preciso gritar en voz alta este mensaje de esperanza.

El ambiente político que le tocó vivir fue muy tenso y difícil por la amenaza constante y creciente de Asiria: La superioridad del enemigo es muy clara y, de nuevo, esa claridad ahonda aún más y pone de relieve la pobreza y la limitación del profeta y del pueblo.

Frente a esta situación de incertidumbre se producen dos reacciones entre los judíos creyentes: una, la de los reyes y dirigentes del pueblo que buscan hacer alianzas y pactos con otros pueblos oprimidos para ver la manera de liberarse del invasor.

La otra es la de Isaías y un número reducido de fieles que, partiendo del reconocimiento de su pobreza, ponen su confianza y su fe solamente en el Señor, en la certeza que será Él el único y el auténtico liberador.

Isaías interpreta el peligro y la amenaza extranjera desde su punto de vista profético, y no como lo habría hecho un observador político: Es Dios el que habla y frente a este Dios que se manifiesta, hay que tomar algunas actitudes concretas para purificar nuestra relación con Él y para asumir el camino que el mismo Señor nuestra a su Pueblo.

   

LA PRÉDICA A LA GENTE DE SU TIEMPO

La prédica de Isaías se basó en estos puntos:

sustituir los criterios y las seguridades humanas por los ideales propuestos por Dios; confiar más en el Señor que en las ayudas de salvación que nos puedan venir de los hombres, de las instituciones, de los pactos con los poderosos;

– redescubrir el verdadero rostro del Yaveh, despojarnos del concepto negativo que se tiene de Dios y descubrirlo como el Dios clemente, compasivo, misericordioso, siempre dispuesto a perdonar y comprender;

aceptar nuestra indigencia, nuestra falta de méritos, nuestra pobreza, como punto de partida en la vuelta a Dios; jamás uno que no se sienta indigente, saldrá de sí para pedir ayuda o perdón;

– condiciones para lograr el reencuentro con Dios: la fe incondicional en el Señor; la confianza absoluta en su bondad y en sus promesas de salvación que, aunque hayan estado limitadas por el castigo, este castigo era el correctivo necesario para el pueblo lograra comprender la bondad salvadora de Yaveh.

   

PROFETA MESIÁNICO POR EXCELENCIA

De todos los profetas ninguno hizo el relato completo de la venida del Redentor. Cada cual dejó su contribución parcial a la formación del grandioso conjunto.

Sus oráculos se hicieron oír sobre todo bajo los reyes de Judea y en la época del Cautiverio de Babilonia, pero la obra sólo quedó terminada con Malaquías, el último de los profetas.

Y cuando en el desierto el Precursor le señaló a los judíos “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1, 29) se dijo la última palabra: estaba presente el Simbolizado, Jesús de Nazaret; las expresiones simbólicas no tenían ya razón de ser.

Sin embargo, el que más contribuyó a la construcción de ese magnífico edificio profético fue Isaías, al punto que puede considerársele como el profeta mesiánico por excelencia.

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Todo lo bueno que había en la humanidad clamaba a Dios, implorando la venida del Redentor. Isaías expresa ese ardoroso deseo en forma de plegaria:

“Cielos, destilen el rocío; nubes, lluevan la liberación; que la tierra se abra, que brote la salvación y germine a la vez la justicia” (45.8).

Y es él quien declara que Jesús será de la estirpe de David, cuyo padre era Jesé:
“Saldrá un retoño del tronco de Jesé, un vástago brotará de sus raíces.
.
Sobre él reposará el espíritu del Señor […]
.
Aquel día, el renuevo de la raíz de Jesé se alzará como estandarte para los pueblos; le buscarán las gentes, y será gloriosa su morada” 
(11, 1-10).

   

RELATO ANTICIPADO DEL EVANGELIO

Cuando el Arcángel Gabriel saludó a la Virgen María en la humilde casa de Nazaret, se cumplió unas de las más importantes profecías de Isaías:

“Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le llamará Dios con nosotros” (7,14).

Con ocho siglos de anterioridad y en términos poéticos anuncia la llegada del Mesías a este mundo:

“El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; a los que habitaban en la tierra de sombras de muerte una luz les ha brillado” (9,1).

Previsión cuyo cumplimiento certifica san Juan en su evangelio, empleando los mismos vocablos:

“La luz resplandece en las tinieblas […] la luz verdadera, la que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (Jn 1,5 y 9).

San Lucas describe cómo confirma al mismo Jesús que en su Persona Divina se cumplían los oráculos del gran profeta:

“Jesús fue a Nazaret, donde se había criado. Según su costumbre, entró en la sinagoga un sábado y se levantó para hacer la lectura.

Le entregaron el libro del profeta Isaías y, al desenrollarlo, encontró el pasaje donde está escrito:

‘El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unión.

Él me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor’.

Y enrollando el libro, se lo dio al servidor y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. E

ntonces comenzó a decirles: ‘Hoy se ha cumplido esta escritura que acabáis de oír’” (Lc 4, 16-21 – Is 61, 1-2).

No menos categóricas son sus previsiones con respecto a la Pasión y Muerte del Salvador:

“Eran nuestras rebeliones las que lo traspasaban, y nuestras culpas las que lo trituraban […] como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa ni justicia se lo llevaron […] lo enterraron con los malhechores” (53, 5-9).

Al leer todo esto, no se puede menos que concordar con la afirmación de un comentarista “Isaías escribió anticipadamente el Evangelio”.

   

SUS PROFECÍAS SOBRE LA IGLESIA

Sin embargo, las profecías no se limitan a la venida del Hijo de Dios, su Pasión, Muerte y Resurrección, sino que abarcan también la fundación y la expansión de su Iglesia, construida sobre roca firme.

El día de Pentecostés, la Iglesia brilló de tal forma ante los numerosos judíos que se bautizaron tres mil personas en una sola ocasión.

No obstante, debe resplandecer mucho más aún en la tierra entera. A este título, son muy ilustrativos los siguientes trechos de Isaías:

“Sucederá en días futuros que el monte de la Casa del Señor será asentado en la cima de los montes y se alzará por encima de las colinas.

Afluirán hacia él todas las naciones, y acudirán pueblos numerosos. Dirán: Venid, y subamos al monte de Yaveh, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Yaveh.” (2, 2-3).

El profeta se vale de la realidad conocida (el monte del templo, en Jerusalén) como símbolo para expresar la revelación recibida: en la era mesiánica, la montaña del templo del Señor (La Iglesia Católica) se establecerá “en la cima de las montañas”, vale decir, en condiciones de ser vista y reconocida por todos los pueblos de la tierra.

Con el esplendor de su luz atraerá a todos los pueblos hacia sí y les enseñará el camino de la salvación.

Más adelante, un nuevo oráculo muestra el inmenso amor de Dios por su Iglesia, a la que cubrirá con los más preciosos adornos de santidad, simbolizados en la siguiente forma:

“Voy a poner tus cimientos sobre malaquita, y tus bases sobre zafiro; haré de rubíes tus almenas, tus puertas de diamantes, y de piedras preciosas toda tu muralla. A tus hijos los instruirá el Señor” (54, 11-13).

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SAN JUAN BAUTISTA SEÑALA AL MESÍAS

Juan el Bautista anuncia a Cristo no sólo con palabras, como los otros profetas, sino especialmente con una vida análoga a la del Salvador y además indicando quien es.

Juan el Bautista hace aún más concreto el mensaje de Isaías: él mismo prepara el camino al Señor, “predicando un bautismo de conversión”, anunciando la presencia de Uno que puede más que él, que bautizará con Espíritu Santo.

Gracias al anuncio misionero y a la preparación del nuevo camino al Señor “en el desierto”, cambia realmente el panorama espiritual del creyente.

   

SU ITINERARIO

Nace seis meses antes que Él; su nacimiento es vaticinado y notificado por el ángel Gabriel, como el suyo, y causa en las montañas de Judea una conmoción y regocijo semejantes a los que debían tener lugar poco después en las cercanías de Belén.

El sobrenombre de Bautista le proviene de su ministerio.

El nacimiento de San Juan Bautista es un prodigio, porque no fue obstáculo para él la ancianidad y esterilidad de Isabel, como no lo fue a María su purísima virginidad.

En vida oculta y escondida consume los treinta primeros años de su existencia; nadie sabe de él, ni de él nos hablan los evangelistas, como tampoco nos hablan de Jesús en aquel mismo período, en que quedan ambos como eclipsados.

A los treinta años salen ambos: uno de su retiro de Nazaret, otro de sus soledades del Jordán; pero Juan, conforme a su oficio de Precursor, sale antes que Jesús.

Cuando le llega la palabra de Dios el solitario empieza a clamar: anuncia el cumplimiento de las profecías, reprende a los pecadores y los bautiza en las aguas del Jordán, simbolizando en la ablución externa el principio de la ablución interior.

Truena su voz en las márgenes de aquel río, síguenle las turbas, incrépanle los fariseos… Él habla con libertad a los pobres y a los poderosos. Hay quien le cree el Mesías.

Hay quien escucha su voz como la Buena Nueva prometida, cuando en realidad no es más que su prólogo. Bien claro Juan lo afirma:

“Está para venir otro más poderoso que yo, al cual yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia”.

Pronto se extiende el renombre de su virtud, y aumenta la veneración del pueblo hacia él; los judíos acuden para ser bautizados, enfervorizados por sus palabras. Mientras predica y bautiza anuncia un bautismo perfecto:

“Yo bautizo en el agua y por la penitencia, y el que vendrá, en el Espíritu Santo y el fuego”.

   

EL NACIMIENTO DE JUAN Y LAS ANUNCIACIONES

El capítulo primero del evangelio de San Lucas nos cuenta de la siguiente manera el nacimiento de Juan: Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Santa Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha del altar.

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Al verlo se asustó, pero el ángel le dijo:

“No tengas miedo, Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan.

No beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios”.

Pero Zacarías respondió al ángel:

“¿Cómo podré asegurarme que eso es verdad, pues mi mujer ya es vieja y yo también?”.

El ángel le dijo:

“Yo soy Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido enviado a traerte esta nueva.

Mas por cuanto tú no has dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que todo esto se cumpla”.

Seis meses después, el mismo ángel se apareció a la Santísima Virgen comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de su prima Isabel.

Llena de gozo corrió a ponerse a disposición de su prima para ayudarle en aquellos momentos. Y habiendo entrado en su casa la saludó. En aquel momento, el niño Juan saltó de alegría en el vientre de su madre, porque acababa de recibir la gracia del Espíritu Santo al contacto del Hijo de Dios que estaba en el vientre de la Virgen.

También Santa Isabel se sintió llena del Espíritu Santo y, con espíritu profético, exclamó:

“Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde me viene a mí tanta dicha de que la Madre de mi Señor venga a verme?

Pues en ese instante que la voz de tu salutación llegó a mis oídos, la criatura que hay en mi vientre se puso a dar saltos de júbilo.

¡Oh, bienaventurada eres Tú que has creído! Porque sin falta se cumplirán todas las cosas que se te han dicho de parte del Señor”.

Y permaneció la Virgen en casa de su prima aproximadamente tres meses; hasta que nació San Juan.

   

LA VIDA DE SAN JUAN BAUTISTA

De la infancia de San Juan nada sabemos. Tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de padres, huyó al desierto lleno del Espíritu de Dios porque el contacto con la naturaleza le acercaba más a Dios.

Vivió toda su juventud dedicado nada más a la penitencia y a la oración.

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Como vestido sólo llevaba una piel de camello, y como alimento, aquello que la Providencia pusiera a su alcance: frutas silvestres, raíces, y principalmente langostas y miel silvestre.
.
Solamente le preocupaba el Reino de Dios.
.
Cuando Juan tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán, conducido por el Espíritu Santo, para predicar un bautismo de penitencia.

Juan no conocía a Jesús; pero el Espíritu Santo le dijo que le vería en el Jordán, y le dio esta señal para que lo reconociera:

“Aquel sobre quien vieres que me poso en forma de paloma, Ese es”.

Habiendo llegado al Jordán, se puso a predicar a las gentes diciéndoles: Haced frutos dignos de penitencia y no estéis confiados diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque yo os aseguro que Dios es capaz de hacer nacer de estas piedras hijos de Abraham.

Mirad que ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado al fuego.

Y las gentes le preguntaron: “¿Qué es lo que debemos hacer?”. Y contestaba: “El que tenga dos túnicas que reparta con quien no tenga ninguna; y el que tenga alimentos que haga lo mismo”…

“Yo a la verdad os bautizo con agua para moveros a la penitencia; pero el que ha de venir después de mí es más poderoso que yo, y yo no soy digno ni siquiera de soltar la correa de sus sandalias.

Él es el que ha de bautizaros en el Espíritu Santo…”

Los judíos empezaron a sospechar si él era el Cristo que tenía que venir y enviaron a unos sacerdotes a preguntarle

“¿Tú quién eres?”

El confesó claramente:

“Yo no soy el Cristo” 

Insistieron:

“¿Pues cómo bautizas?”.

Respondió Juan, diciendo:

“Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está Uno a quien vosotros no conocéis. El es el que ha de venir después de mí…”

Por este tiempo vino Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan par
a ser bautizado. Juan se resistía a ello diciendo:

“¡Yo debo ser bautizado por Ti y Tú vienes a mí! A lo cual respondió Jesús, diciendo: Déjame hacer esto ahora, así es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia”.

Entonces Juan condescendió con El.

Habiendo sido bautizado Jesús, al momento de salir del agua, y mientras hacía oración, se abrieron los cielos y se vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y permaneció sobre El. Y en aquel momento se oyó una voz del cielo que decía:

“Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias”.

Al día siguiente vio Juan a Jesús que venía a su encuentro, y al verlo dijo a los que estaban con él:

“He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo os dije: Detrás de mí vendrá un varón, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo”.

Entonces Juan atestiguó, diciendo:

“He visto al Espíritu en forma de paloma descender del cielo y posarse sobre El. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: Aquél sobre quien vieres que baja el Espíritu Santo y posa sobre El, ése es el que ha de bautizar con el Espíritu Santo. Yo lo he visto, y por eso doy testimonio de que El es el Hijo de Dios”.

FIESTA SAN JUAN BAUTISTA HUARAL

   

LA MUERTE DE JUAN EL BAUTISTA

La muerte del Bautista se debió a Herodías que era la mujer de Filipo, hermano de Herodes. Herodías se divorció de su esposo y se casó con Herodes, y entonces Juan fue con él y le recriminó diciendo: “No te es lícito tener por mujer a la que es de tu hermano”; y le echaba en cara las cosas malas que había hecho.

Entonces Herodes, instigado por la adúltera, mandó gente hasta el Jordán para traerlo preso, queriendo matarle, mas no se atrevió sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía, pues estaba muy perplejo y preocupado por lo que le decía.

Herodías le odiaba a muerte y sólo deseaba encontrar la ocasión de quitarlo de en medio, pues tal vez temía que a Herodes le remordiera la conciencia y la despidiera siguiendo el consejo de Juan.

Sin comprenderlo, ella iba a ser la ocasión del primer mártir que murió en defensa de la indisolubilidad del matrimonio y en contra del divorcio.

Estando Juan en la cárcel y viendo que algunos de sus discípulos tenían dudas respecto a Jesús, los mandó a Él para que Él mismo los fortaleciera en la fe.

Llegando donde Él estaba, le preguntaron diciendo:

“Juan el Bautista nos ha enviado a Ti a preguntarte si eres Tú el que tenía que venir, o esperamos a otro”.

En aquel momento curó Jesús a muchos enfermos. Y, respondiendo, les dijo:

“Id y contad a Juan las cosas que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio…”

Así que fueron los discípulos de Juan, empezó Jesús a decir:

“¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Alguna caña sacudida por el viento? o ¿Qué salisteis a ver?

¿Algún profeta? Si, ciertamente, Yo os lo aseguro; y más que un profeta.

Pues de El es de quien está escrito: Mira que yo te envío mi mensajero delante de Ti para que te prepare el camino.

Por tanto os digo: Entre los nacidos de mujer, nadie ha sido mayor que Juan el Bautista…”

Llegó el cumpleaños de Herodes y celebró un gran banquete, invitando a muchos personajes importantes. Y al final del banquete entró la hija de Herodías y bailó en presencia de todos, de forma que agradó mucho a los invitados y principalmente al propio Herodes.

Entonces el rey juró a la muchacha:

“Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino”.

Ella salió fuera y preguntó a su madre: “¿Qué le pediré?” La adúltera, que vio la ocasión de conseguir al rey lo que tanto ansiaba, le contestó: “Pídele la cabeza de Juan el Bautista”.

La muchacha entró de nuevo y en seguida dijo al rey: “Quiero que me des ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista”.

Entonces se dio cuenta el rey de su error, y se pudo muy triste porque temía matar al Bautista; pero a causa del juramento, no quiso desairarla, y, llamando a su guardia personal, ordenó que fuesen a la cárcel, lo decapitasen y le entregaran a la muchacha la cabeza de Juan en la forma que ella lo había solicitado.

   

LAS LECCIONES DE JUAN EL BAUTISTA

Frente a la manifestación de Dios en Jesucristo, nos entrega varias lecciones:

Aceptar y apreciar la grandeza trascendente de Dios y nuestra poquedad, miseria y limitación. Nos enseña a ubicarnos delante de Dios, a asumir nuestro lugar y rol en la salvación que Dios quiere protagonizar en nosotros a través de su Hijo: Conviene que Él crezca…;

Tener sensibilidad ante el paso del Señor; saber descubrir su cercanía. Y cuando no logremos descubrirla, acudir al Señor para que sea Él quien ilumine el camino de nuestra fe y de nuestra experiencia con Él;

Tener una flexible capacidad de conversión, de acomodamiento a los planes de salvación que el Señor tiene para salvarnos, planes que no siempre coinciden con nuestros criterios y categorías.

O más bien, que son siempre distintos y lejanos a los nuestros;

– Nos enseña, por una parte, que es necesario aceptar la humildad de la manifestación divina: ¡Dichoso el que no se escandalizare en mí!
.
Y resulta también un admirable ejemplo de pobreza y limitación: Conviene que Él crezca y yo disminuya.
.
Para llegar a Dios, Juan Bautista asumió dos actitudes de humildad: aceptó la pobreza de los medios de manifestación de Jesús y experimentó la cercanía de la Salvación, no sólo en forma pasiva en el seno de su madre, sino sobre todo en la aceptación dificultosa de los planes de Dios en su Hijo Jesucristo.

   

TRES MISIONES QUE SAN JUAN BAUTISTA NOS DEJA

San Juan Bautista fue proclamado por Jesús como el más grande de los profetas del Antiguo Testamento.

Tanto que el Profeta Isaías dijo siglos antes que uno vendría para preparar el camino para la aparición del Mesías.

La importancia básica de Juan el Bautista como vimos es que señaló al Mesías no sólo lo profetizó.

Pero no sólo señaló a una persona sino a un estilo de vida.

¿Que nos está diciendo hoy? ¿Qué podemos aprender de él?

En primer lugar de manera similar a que Dios envío a San Juan Bautista para preparar los caminos de la venida del Mesías, nosotros somos enviados en este momento también con la misión de dar testimonio de la luz.

Esto no significa irse a vivir en el desierto, comer langostas y vestirse con pieles de animales.

Pero sí significa poner al creador primero nuestras vidas y vivir de acuerdo a sus mandamientos.

Porque compartimos el sacerdocio de Cristo y su misión profética por el bautismo.

De modo que nuestra primera misión es difundir la palabra de Dios a través de nuestro testimonio de vida de desapego.

La segunda enseñanza que nos puede dar San Juan Bautista es vivir una vida de virtud llamando al arrepentimiento.

¿Y cómo podemos vivir una vida de virtud en un mundo tan pecaminoso?

Sólo lo podemos hacerlo si se lo pedimos a Dios, si nos rendimos ante Jesucristo y alimentamos nuestra fe en la oración y en la vida sacramental.

Es una decisión nuestra dejar de ofender a Dios en asuntos graves.

Pero más difícil aún es decidir dejar de ofenderlo en pequeños asuntos.

Y luego tratar de vivir nuestra vida con una virtud heroica.

Con nuestro propio ejemplo llamaremos al arrepentimiento también de las otras personas que nos rodean.

Y la tercera enseñanza que podemos aprender de Juan el Bautista es vivir una vida de humildad.

Todo lo que hizo Juan Bautista fue señalar el camino de Cristo en lugar de llamar la atención sobre sí mismo.

Cuando los fariseos le preguntaron si él era El Mesías que debía venir Juan respondió que él bautizaba con agua, pero que detrás de él vendría uno que él no sería digno ni siquiera de desatarle el cordón de sus sandalias.

Fuentes:

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Los 10 Mandamientos son nuestras Obras para Expresar la Fe

Los 10 mandamientos especifican obras que debemos hacer o no hacer para expresar nuestra fe.

Son un resumen de las condiciones para una vida liberada de la esclavitud del pecado, según el catecismo # 2057.

Y según el resumen que hizo Nuestro Señor, deben entenderse como la aplicación de la ley del amor: el amor a Dios y el amor al prójimo.

Lo cual resume la ley natural dada por Dios.

Fundado por esa ley del amor, aparecen entonces los 10 mandamientos, que son las obras mínimas requeridas por ese amor.

Los 10 mandamientos, que maneja la Iglesia Católica y que están expresados en el Catecismo y abajo hacemos un resumen, se deben a la tradición establecida por San Agustín.

Pero puede haber algunos cambios ligeros según las distintas confesiones cristianas.

  

LOS MANDAMIENTOS SON LA PARTE VISIBLE DE LA FE

Nosotros como seres humanos tenemos un alma que es espiritual y un cuerpo físico que es material.

Por lo tanto nuestra fe no puede relacionarse solamente con conceptos o ideas abstractas del mundo espiritual.

Sino que se tienen que expresar en conductas físicas en el mundo material.

Y eso es a lo que apuntan los 10 mandamientos.

Nuestra fe debe dirigir la forma en que actuamos.

De la misma forma que el amor de Dios sobre nosotros no es algo abstracto y espiritual, sino que se puede ver en la realidad material.

La forma en que vivimos nuestra vida, como usamos nuestro cuerpo, como tratamos a los demás y las decisiones que tomamos son nuestros indicadores de la fe.

En realidad son la demostración de cuan sinceramente creemos lo que decimos o pensamos.

El cumplimiento de los mandamientos no es más que el aterrizaje de la fe que decimos profesar.

No significa que cumplir los mandamientos nos haga tener más fe, sino que su cumplimiento es el fruto de la fe.

Y en este sentido los protestantes se equivocan al separar las obras, de la fe.

Piensan que expresando vocalmente que aceptamos al Señor como nuestro salvador personal ya seremos salvados.

Pero no es así, la salvación se basa en cómo llevamos a la acción lo que pensamos.

Pongamos un ejemplo absurdo, pensemos en un violador serial, que violó a decenas de niños o mujeres, pero que dice que aceptó al Señor como salvador.

¿Crees que esa persona tiene verdadera fe?

Por lo tanto la fe y las obras no pueden separarse, son parte de lo mismo.

De la misma forma que el ser humano no puede separar su carne del espíritu, se influyen mutuamente.

Podemos distinguir analíticamente entre la fe y las obras

Pero si no obramos en consistencia con la fe que decimos profesar, entonces estamos diciendo una mentira.

Esto sucede con los protestantes, pero también hay muchos católicos que manifiestan que siguen a Cristo y tienen Fe, pero que no lo demuestran en obras ni en el cumplimiento de los mandamientos.

Creen de repente que ya basta ser bautizado o ir a misa de vez en cuando.

Cuando en realidad la fe es lo que hacemos con el amor que Dios nos dio, como lo resumió Jesús en la ley del amor.

  

JESÚS LOS RESUMIÓ EN LA LEY DEL AMOR

Son una prescripción para la liberación del pecado, necesario para vivir como cristiano.

Un mínimo debajo del cual no podemos ir.

Son un todo coherente, al punto que la entrada del catecismo # 2069 dice que si rompes uno de ellos, los rompes todos.

Expresan los deberes hacia Dios y hacia el prójimo, mirados en perspectiva.

Y violarlos voluntariamente implica cometer un pecado mortal, como habla el catecismo #2702 y #2703.

Deben considerarse la expresión de la ley natural.

Desde el principio Dios dio al hombre mandamientos para guiarlo en la elección de lo que es bueno y unirlo a Dios y a otros hombres.

Pero la historia de la humanidad muestra que el hombre abusó de su libertad, desobedeció los mandamientos de Dios, rompió la armonía y cayó de la gracia.

En medio de este caos Dios entrega los mandamientos a Moisés, luego de liberar al pueblo judío de la esclavitud en Egipto.

Originalmente estos preceptos les fueron revelados a Moisés en el monte Sinaí y grabados en dos tablas de piedra.

Están expresados en el Éxodo 20 y Deuteronomio 5.

Transformándose en un documento escrito para llevar al hombre hacia la paz y la felicidad.

A pesar de estar escritos detalladamente, el hombre moderno rechaza los mandamientos porque rechaza a Dios.

Considera que no hay pecados y por lo tanto tampoco hay preceptos.

Entonces la tolerancia se regula de acuerdo al consenso político y moral del momento.

Es así como el hombre está en la ruta de la cultura de la muerte a través del aborto, la eutanasia.

Y en la de diversos pecados respecto a la sexualidad, al matrimonio y a la familia.

Pero no puede escapar de las consecuencias de romper los mandamientos y por eso la vida se está haciendo tan oscura en la Tierra.

La misión de Jesús no fue abolir los mandamientos del pueblo judío, sino todo lo contrario.

Vino a reiterar que se deben guardar los mandamientos como lo dice Mateo 5: 17-19.

Y en Mateo 19: 16-21, Jesús habla de la validez de los mandamientos al joven rico.

Y a través de su predicación en su ministerio público da ejemplos para una comprensión más acabada de ellos.

Culminando en una nueva síntesis del decálogo que está en Mateo 22: 37-40,

“…amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.

Este es el gran el primer y gran mandamiento.

Y el segundo mandamiento es semejante a este.

Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”.

Y en Juan 13: 34 dice

Les doy un nuevo mandamiento, que se amen los unos a los otros; así como yo los he amado también ámense los unos a los otros”.

En su misión de enseñar los mandamientos Jesús explica detalles con ejemplos y parábolas.

Que el amor incluye el perdón, el amor a los enemigos, abstenerse de juzgar habitualmente a los demás.

Manda la ejecución de actos de misericordia, ordena a los hombres que sean misericordiosos para entrar en el cielo, ofreciendo diversas parábolas e incluso lavando el mismo los pies a los apóstoles.

Cuando enseña los hombres el Padre Nuestro llama a orar con persistencia, y además da un texto donde aparecen mandamientos.

También insiste en el arrepentimiento y la confesión, y concede a los apóstoles el poder de perdonar los pecados reconciliando a los hombres con Dios.

En la última cena enseña a los hombres a participar en la Eucaristía, comiendo su cuerpo y su sangre.

Y deja claro que los mandamientos no son un ideal sino un requisito absoluto, que se debe guardar para entrar en la vida eterna.

En Juan 14:15 dice “si me amas guarda mis mandamientos”.

Agrega en Mateo 5: 48 un llamado a la perfección para que seamos perfectos así como el Padre Celestial es perfecto.

Y cuando llama a los hombres a entrar por la puerta estrecha, da el camino para entrar en Mateo 19: 26, cuando dice “para los hombres esto es imposible pero para Dios todo es posible”.

Queriendo significar que la entrada al cielo es posible por la gracia de Dios.

Finalmente manda a los hombres evangelizar.

En Mateo 28: 19-20 les dice que vayan por todas las naciones haciendo discípulos y bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Lo que significa que enseñen la observancia de lo que Él ha mandado, o sea los 10 mandamientos.

Ahora veremos un resumen de los 10 mandamientos extraído del Catecismo de la Iglesia Católica.

  

RESUMEN DE CADA UNO DE LOS 10 MANDAMIENTOS

  

Primer Mandamiento
«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas»

2133 ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas’ (Dt 6, 59).

2134 El primer mandamiento llama al hombre para que crea en Dios, espere en El y lo ame sobre todas las cosas.

2135 ‘Al Señor tu Dios adorarás’ (Mt 4, 10). Adorar a Dios, orar a El, ofrecerle el culto que le corresponde, cumplir las promesas y los votos que se le han hecho, son todos ellos actos de la virtud de la religión que constituyen la obediencia al primer mandamiento.

2136 El deber de dar a Dios un culto auténtico corresponde al hombre individual y socialmente considerado.

2137 El hombre debe ‘poder profesar libremente la religión en público y en privado’ (DH 15).

2138 La superstición es una desviación del culto que debemos al verdadero Dios, la cual conduce a la idolatría y a distintas formas de adivinación y de magia.”

2139 La acción de tentar a Dios de palabra o de obra, el sacrilegio y la simonía son pecados de irreligión, prohibidos por el primer mandamiento.

2140 El ateísmo, en cuanto niega o rechaza la existencia de Dios, es un pecado contra el primer mandamiento.

2141 El culto de las imágenes sagradas está fundado en el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios. No es contrario al primer mandamiento.

  

Segundo Mandamiento
«No tomarás en falso el nombre del Señor tu Dios» 

2160 ‘Señor, Dios Nuestro, ¡qué admirable es tu nombre por toda la tierra!’ (Sal 8, 2).

2161 El segundo mandamiento prescribe respetar el nombre del Señor. El nombre del Señor es santo.

2162 El segundo mandamiento prohíbe todo uso inconveniente del nombre de Dios. La blasfemia consiste en usar de una manera injuriosa el nombre de Dios, de Jesucristo, de la Virgen María y de los santos.

2163 El juramento en falso invoca a Dios como testigo de una mentira. El perjurio es una falta grave contra el Señor, que es siempre fiel a sus promesas.

2164 ‘No jurar ni por Criador ni por criatura, si no fuere con verdad, necesidad y reverencia’ (S. Ignacio de Loyola, ex. spir. 38).

2165 En el Bautismo, la Iglesia da un nombre al cristiano. Los padres, los padrinos y el párroco deben procurar que se dé un nombre cristiano al que es bautizado. El patrocinio de un santo ofrece un modelo de caridad y asegura su intercesión.

2166 El cristiano comienza sus oraciones y sus acciones haciendo la señal de la cruz ‘en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén’.

2167 Dios llama a cada uno por su nombre (cf Is 43, 1).

  

El Tercer Mandamiento
«Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo»

2189 ‘Guardarás el día del sábado para santificarlo’ (Dt 5, 12). ‘El día séptimo será día de descanso completo, consagrado al Señor’ (Ex 31, 15).

2190 El sábado, que representaba la coronación de la primera creación, es sustituido por el domingo que recuerda la nueva creación, inaugurada por la resurrección de Cristo.

2191 La Iglesia celebra el día de la Resurrección de Cristo el octavo día, que es llamado con toda razón día del Señor, o domingo.

2192 ‘El domingo ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto (? CIC can. 1246, 1). ‘El domingo y las demás fiestas de precepto, los fieles tienen obligación de participar en la misa’(? CIC can. 1247).

2193 ‘El domingo y las demás fiestas de precepto… los fieles se abstendrán de aquellos trabajos y actividades que impidan dar culto a Dios, gozar de la alegría propia del día del Señor o disfrutar del debido descanso de la mente y del cuerpo‘ (? CIC can. 1247).

2194 La institución del domingo contribuye a que todos disfruten de un ‘reposo y ocio suficientes para cultivar la vida familiar, cultural, social y religiosa‘ (GS 67, 3).

2195 Todo cristiano debe evitar imponer, sin necesidad, a otro impedimentos para guardar el día del Señor.

  

El Cuarto Mandamiento
«Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar»

2247 ‘Honra a tu padre y a tu madre’ (Dt 5,16 ; Mc 7,10).

2248 De conformidad con el cuarto mandamiento, Dios quiere que, después que a El, honremos a nuestros padres y a los que El reviste de autoridad para nuestro bien.

2249 La comunidad conyugal está establecida sobre la alianza y el consentimiento de los esposos. El matrimonio y la familia están ordenados al bien de los cónyuges, a la procreación y a la educación de los hijos.

2250 ‘La salvación de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar’ (GS 47, 1).

2251 Los hijos deben a sus padres respeto, gratitud, justa obediencia y ayuda. El respeto filial favorece la armonía de toda la vida familiar.

2252 Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos en la fe, en la oración y en todas las virtudes. Tienen el deber de atender, en la medida de lo posible, las necesidades materiales y espirituales de sus hijos.

2253 Los padres deben respetar y favorecer la vocación de sus hijos. Han de recordar y enseñar que la vocación primera del cristiano es la de seguir a Jesús.

2254 La autoridad pública está obligada a respetar los derechos fundamentales de la persona humana y las condiciones del ejercicio de su libertad.

2255 El deber de los ciudadanos es cooperar con las autoridades civiles en la construcción de la sociedad en un espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad.”

2256 El ciudadano está obligado en conciencia a no seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando son contrarias a las exigencias del orden moral. ‘Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres’ (Hch 5, 29).

2257 Toda sociedad refiere sus juicios y su conducta a una visión del hombre y de su destino. Si se prescinde de la luz del Evangelio sobre Dios y sobre el hombre, las sociedades se hacen fácilmente totalitarias.

  

El Quinto Mandamiento
No matarás 

2318 ‘Dios tiene en su mano el alma de todo ser viviente y el soplo de toda carne de hombre’ (Jb 12, 10).

2319 Toda vida humana, desde el momento de la concepción hasta la muerte, es sagrada, pues la persona humana ha sido amada por sí misma a imagen y semejanza del Dios vivo y santo.

2320 Causar la muerte a un ser humano es gravemente contrario a la dignidad de la persona y a la santidad del Creador.

2321 La prohibición de causar la muerte no suprime el derecho de impedir que un injusto agresor cause daño. La legítima defensa es un deber grave para quien es responsable de la vida de otro o del bien común.

2322 Desde su concepción, el niño tiene el derecho a la vida. El aborto directo, es decir, buscado como un fin o como un medio, es una práctica infame (cf GS 27, 3), gravemente contraria a la ley moral. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana.

2323 Porque ha de ser tratado como una persona desde su concepción, el embrión debe ser defendido en su integridad, atendido y cuidado médicamente como cualquier otro ser humano.

2324 La eutanasia voluntaria, cualesquiera que sean sus formas y sus motivos, constituye un homicidio. Es gravemente contraria a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador.

2325 El suicidio es gravemente contrario a la justicia, a la esperanza y a la caridad. Está prohibido por el quinto mandamiento.”

2326 El escándalo constituye una falta grave cuando por acción u omisión se induce deliberadamente a otro a pecar.”

2327 A causa de los males y de las injusticias que ocasiona toda guerra, debemos hacer todo lo que es razonablemente posible para evitarla. La Iglesia implora así: ‘del hambre, de la peste y de la guerra, líbranos Señor’.

2328 La Iglesia y la razón humana afirman la validez permanente de la ley moral durante los conflictos armados. Las prácticas deliberadamente contrarias al derecho de gentes y a sus principios universales son crímenes.

2329 ‘La carrera de armamentos es una plaga gravísima de la humanidad y perjudica a los pobres de modo intolerable’ (GS 81, 3).

2330 ‘Bienaventurados los que construyen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios’ (Mt 5, 9).

  

El Sexto Mandamiento
No cometerás adulterio

2392 ‘El amor es la vocación fundamental e innata de todo ser humano’ (FC 11).

2393 Al crear al ser humano hombre y mujer, Dios confiere la dignidad personal de manera idéntica a uno y a otra. A cada uno, hombre y mujer, corresponde reconocer y aceptar su identidad sexual.

2394 Cristo es el modelo de la castidad. Todo bautizado es llamado a llevar una vida casta, cada uno según su estado de vida.

2395 La castidad significa la integración de la sexualidad en la persona. Entraña el aprendizaje del dominio personal.

2396 Entre los pecados gravemente contrarios a la castidad se deben citar la masturbación, la fornicación, las actividades pornográficas y las prácticas homosexuales.

2397 La alianza que los esposos contraen libremente implica un amor fiel. Les confiere la obligación de guardar indisoluble su matrimonio.

2398 La fecundidad es un bien, un don, un fin del matrimonio. Dando la vida, los esposos participan de la paternidad de Dios.

2399 La regulación de la natalidad representa uno de los aspectos de la paternidad y la maternidad responsables. La legitimidad de las intenciones de los esposos no justifica el recurso a medios moralmente reprobables (p.e., la esterilización directa o la anticoncepción).

2400 El adulterio y el divorcio, la poligamia y la unión libre son ofensas graves a la dignidad del matrimonio.

  

El Séptimo Mandamiento
No robarás 

2450 ‘No robarás’ (Dt 5, 19). ‘Ni los ladrones, ni los avaros…, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios’ (1Co 6, 10).

2451 El séptimo mandamiento prescribe la práctica de la justicia y de la caridad en el uso de los bienes terrenos y de los frutos del trabajo de los hombres.

2452 Los bienes de la creación están destinados a todo el género humano. El derecho a la propiedad privada no anula el destino universal de los bienes.

2453 El séptimo mandamiento prohíbe el robo. El robo es la usurpación del bien ajeno contra la voluntad razonable de su dueño.

2454 Toda manera de tomar y de usar injustamente un bien ajeno es contraria al séptimo mandamiento. La injusticia cometida exige reparación. La justicia conmutativa impone la restitución del bien robado.

2455 La ley moral prohíbe los actos que, con fines mercantiles o totalitarios, llevan a esclavizar a los seres humanos, a comprarlos, venderlos y cambiarlos como si fueran mercaderías.”

2456 “El dominio, concedido por el Creador, sobre los recursos minerales, vegetales y animales del universo, no puede ser separado del respeto de las obligaciones morales frente a todos los hombres, incluidos los de las generaciones venideras.

2457 Los animales están confiados a la administración del hombre que les debe benevolencia. Pueden servir a la justa satisfacción de las necesidades del hombre.

2458 La Iglesia pronuncia un juicio en materia económica y social cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas. Cuida del bien común temporal de los hombres en razón de su ordenación al supremo Bien, nuestro fin último.

2459 El hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económica y social. El punto decisivo de la cuestión social estriba en que los bienes creados por Dios para todos lleguen de hecho a todos, según la justicia y con la ayuda de la caridad.

2460 El valor primordial del trabajo atañe al hombre mismo que es su autor y su destinatario. Mediante su trabajo, el hombre participa en la obra de la creación. Unido a Cristo, el trabajo puede ser redentor.

2461 El desarrollo verdadero es el del hombre en su integridad. Se trata de hacer crecer la capacidad de cada persona a fin de responder a su vocación y, por lo tanto, a la llamada de Dios (cf CA 29).

2462 La limosna hecha a los pobres es un testimonio de caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios.

2463 En la multitud de seres humanos sin pan, sin techo, sin patria, hay que reconocer a Lázaro, el mendigo hambriento de la parábola (cf 16, 19-31). En dicha multitud hay que oír a Jesús que dice: ‘Cuanto dejasteis de hacer con uno de éstos, también conmigo dejasteis de hacerlo’ (Mt 25, 45).

  

El Octavo Mandamiento
No darás testimonio falso contra tu prójimo

2504 ‘No darás falso testimonio contra tu prójimo’ (Ex 20, 16). Los discípulos de Cristo se han ‘revestido del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad’ (Ef 4, 24).

2505 La verdad o veracidad es la virtud que consiste en mostrarse verdadero en sus actos y en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía.

2506 El cristiano no debe ‘avergonzarse de dar testimonio del Señor’ (2 Tm 1, 8) en obras y palabras. El martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe.

2507 El respeto de la reputación y del honor de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra de maledicencia o de calumnia.

2508 La mentira consiste en decir algo falso con intención de engañar al prójimo que tiene derecho a la verdad.

2509 Una falta cometida contra la verdad exige reparación.

2510 La regla de oro ayuda a discernir en las situaciones concretas si conviene o no revelar la verdad a quien la pide.

2511 ‘El sigilo sacramental es inviolable’ (? CIC can. 983, 1), Los secretos profesionales deben ser guardados. Las confidencias perjudiciales a otros no deben ser divulgadas.

2512 La sociedad tiene derecho a una información fundada en la verdad, la libertad, la justicia. Es preciso imponerse moderación y disciplina en el uso de los medios de comunicación social.

2513 Las bellas artes, sobre todo el arte sacro, ‘están relacionadas, por su naturaleza, con la infinita belleza divina, que se intenta expresar, de algún modo, en las obras humanas. Y tanto más se consagran a Dios y contribuyen a su alabanza y a su gloria, cuanto más lejos están de todo propósito que no sea colaborar lo más posible con sus obras a dirigir las almas de los hombres piadosamente hacia Dios’ (SC 122).

  

El Noveno Mandamiento
No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo 

2528 ‘Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón’ (Mt 5, 28).

2529 El noveno mandamiento pone en guardia contra el desorden o concupiscencia de la carne.

2530 La lucha contra la concupiscencia de la carne pasa por la purificación del corazón y por la práctica de la templanza

2531 La pureza del corazón nos alcanzará el ver a Dios: nos da desde ahora la capacidad de ver según Dios todas las cosas.

2532 La purificación del corazón es imposible sin la oración, la práctica de la castidad y la pureza de intención y de mirada.

2533 La pureza del corazón requiere el pudor, que es paciencia, modestia y discreción. El pudor preserva la intimidad de la persona.

  

El Décimo Mandamiento
No codiciarás… nada que sea de tu prójimo

2551 «Donde está tu tesoro allí estará tu corazón» (Mt 6,21).

2552 El décimo mandamiento prohíbe el deseo desordenado, nacido de la pasión inmoderada de las riquezas y del poder.

2553 La envidia es la tristeza experimentada ante el bien del prójimo y el deseo desordenado de apropiárselo. Es un pecado capital.

2554 El bautizado combate la envidia mediante la caridad, la humildad y el abandono en la providencia de Dios.

2555 Los fieles cristianos «han crucificado la carne con sus pasiones y sus concupiscencias» (Gal 5,24); son guiados por el Espíritu y siguen sus deseos.

2556 El desprendimiento de las riquezas es necesario para entrar en el Reino de los cielos. «Bienaventurados los pobres de corazón».

2557 El hombre que anhela dice: «Quiero ver a Dios». La sed de Dios es saciada por el agua de la vida (cf Jn 4,14).

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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¿Cuáles son las Cosas que los Ángeles de la Guarda Hacen Por Nosotros?

La presencia de Los Ángeles de la guarda al lado nuestro es invisible.

Pero debemos saber que ellos han estado allí desde nuestro nacimiento y estarán hasta nuestra muerte.

Los podemos considerar como guardaespaldas permanentes.

Que nos protegen de los peligros, e incluso ellos mismos repelen al agresor.

Pero también nos fortalecen, porque nos dan una guía moral y son un nexo que nos comunica directamente con Dios.

Ellos nos transmiten inteligiblemente la ley de Dios, porque son sus brazos ejecutores.

Y a su vez le llevan a Dios nuestras peticiones, funcionando como intercesores.

En este artículo planteamos la función que los ángeles tienen respecto a los seres humanos.

Para que comprendamos cómo podemos hacer buen uso de su asistencia.

Y para no llamarnos a error, porque la concepción católica de los ángeles difiere, por ejemplo, de la que tienen los seguidores de la New Age.

 

QUIENES SON LOS ÁNGELES

Los ángeles son una verdad de fe para la Iglesia Católica.

Dice el numeral 328 del Catecismo en Iglesia Católica sobre su existencia, que «el testimonio de la escritura es tan claro como la unanimidad de la tradición».

Etimológicamente su nombre viene de la palabra hebrea que significa enviado o mensajero, y era usado en hebreo para designar mensajeros divinos tanto como humanos.

San Agustín y San Gregorio dicen que ángel es el nombre de su oficio, o sea mensajeros.

En la Biblia son representados como seres espirituales que intermedian entre Dios y los hombres.

Dice el salmo 8 respecto a los hombres «los creaste poco inferiores a los ángeles».

De modo que son seres creados como los hombres, lo que confirma el Concilio de Letrán IV, en 1215, y fue refrendado luego por el Concilio Vaticano I.

En la Biblia se menciona que el número de ángeles es prodigioso, utilizando palabras como huestes y multitudes.

Su función es estar presentes ante el trono de Dios en la corte celestial, por lo cual en muchos pasajes bíblicos que muestran escenas del cielo se señala que hay miles de ángeles alabando y asistiendo a Dios.

Los ángeles que aparecen mencionados en la Biblia están en una misión de instrumentos que utiliza Dios para comunicar su plan divino a los hombres.

Es así que vemos que unos ángeles sacaron al Lot de Sodoma, anunciaron el nacimiento de Sansón, anunciaron el nacimiento de San Juan Bautista y la encarnación de Jesús, y tuvieron muchas más apariciones e esos efectos.

También son mencionados como guardianes de las naciones y de los reinos.

En la Biblia encontramos que cada alma tiene su ángel guardián.

En Génesis 24:7 encontramos que se dice, por ejemplo, «Él enviará su ángel delante de ti».

Y Jesús dice en Mateo 18:10, “Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos”.

Y San Jerónimo llega a decir que “La dignidad de una alma es tan grande, que cada uno tiene un ángel guardián desde su nacimiento”.

Además los ángeles eran considerados como los que hacen cumplir la ley de Dios en el mundo físico.

Y así los vemos causando el bien y el mal, por ejemplo un ángel era del responsable de mover las aguas de la piscina Probática en Israel para las curaciones.

Los judíos pensaban que el funcionamiento del universo era debido a Dios, y sus ejecutores eran los ángeles.

Y se menciona en varias partes a los ángeles buenos y a los ángeles malos actuando en el universo material.

Los ángeles malos son una perversión de los ángeles, que se rebelaron ante Dios.

Estos fueron expulsados y condenados al infierno eterno por Dios.

Ya en los primeros libros de la Biblia se mencionan diversos tipos de ángeles, por ejemplo los querubines defendiendo el paraíso, lo que también son mencionados por Ezequiel. Y en Isaías se mencionan los serafines.

Recién en el Nuevo testamento se menciona a los arcángeles, y San Pablo nos habla de los principados, potestades, virtudes y dominaciones.

De modo que de acuerdo a la escritura podemos considerar que existen nueve órdenes de ángeles: Ángeles, Arcángeles, Virtudes, Potestades, Principados, Dominaciones, Tronos, Querubines y Serafines.

Santo Tomás los divide en tres órdenes jerárquicas.

En la primera jerarquía están los Serafines, Querubines, y Tronos; en la segunda, las Dominaciones, Virtudes, y Potestades; y en la tercera, los Principados, Arcángeles, y Ángeles.

Jesucristo habla con frecuencia de los ángeles y éstos aparecen en muchos pasajes comunicando el plan de Dios: fueron los emisarios que Dios envió para comunicar la encarnación de su hijo y también los emisarios que comunicaron su resurrección.

Pero además de comunicadores, la Biblia presenta a los ángeles como intercesores de los hombres ante Dios.

Más abajo veremos lo que dice concretamente el Catecismo de la Iglesia Católica sobre los ángeles.

Pero nos queremos detener específicamente en los ángeles de la guarda, haciendo un listado de lo que ellos hacen por nosotros los seres humanos.

 

QUÉ HACEN LOS ÁNGELES POR LOS SERES HUMANOS

Lo que sigue son las funciones más sobresalientes que hacen los ángeles de la guarda.

 

NOS PROTEGEN CONTRA DAÑOS

Santo Tomás de Aquino dice que protegen a los hombres contra el daño espiritual y físico.

E intervienen milagrosamente para ayudarnos.

No sólo nos guardan, sino que también nos salvan cuando estamos en peligro

Como fue el caso de la liberación de San Pedro cuando estaba en la cárcel a punto de ser ejecutado, que es mencionado en Hechos 12.

Por eso rechazan a los demonios.

Según Santo Tomás de Aquino uno de los roles de los ángeles de la guarda que es luchar contra los demonios, y por eso se justifica la imagen de un ángel bueno hablando en un oído y un ángel malo hablando en el otro oído de una persona.

Además nos fortalecen contra la tentación.

Esto significa que nos fortalecen para que podamos protegernos por nosotros mismos contra las asechanzas del mal.

Y también nos envalentonan.

Porque un ángel al lado nuestro nos da fuerzas para superar cualquier obstáculo, en la medida que ellos no puede ser vencidos ni engañados ni engañar, y además son poderosos fieles y prudentes.

Benedicto XVI dice que son los ministros del cuidado divino para cada ser humano.

 

NOS ASISTEN DESDE NUESTRO NACIMIENTO

Según Santo Tomás, tenemos ángeles de la guarda desde nuestro nacimiento, porque eso está asociado con nuestra naturaleza como seres racionales.

Nos asisten a todos, incluidos a los incrédulos.

Dios nunca deja a ninguno, incluidos los pecadores.

Nos recuerdan la dignidad como persona.

San jerónimo dice que eso es por el valor inmenso de nuestras almas.

Ellos son los que nos recuerdan que cada uno de nosotros es hijo de Dios.

Y nos recuerdan el cuidado de Dios para cada uno de nosotros.

Es por esta razón que tenemos un ángel de la guarda desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, porque a través de ellos, el cuidado de Dios no nos abandona ni en los momentos de pecado o duda.

 

LLEVAN A DIOS NUESTRAS NECESIDADES

Actúan como intercesores que llevan nuestras peticiones a Dios, porque ellos contemplan el rostro de Dios.

Y por lo tanto nos ayudan a acercarnos más a Dios.

Por eso, aunque Dios parezca lejano, nuestro ángel está permanentemente presente para vincularnos con Él.

Y nos llevan hacia lo bueno.

Porque nuestros afectos humanos nos pueden desviar y ellos constituyen una tutela.

Santo Tomás dice que nuestros ángeles guardianes nos ayudan a usar nuestra razón para un desarrollar la virtud y la prudencia, transmitiéndonos los preceptos de Dios.

En este sentido nos trasmiten la verdad inteligible de Dios, y nos hacen comprender las realidades espirituales invisibles.

Nos iluminan fortaleciendo nuestros intelectos, porque Santo Tomás dice que el intelecto humano se fortalece por la acción del intelecto angélico.

Pero además de operar sobre nuestros sentidos e intelectos también lo hacen a través de nuestra imaginación, por ejemplo a través de los sueños y otra serie de imaginerías.

Y con todo eso influencian nuestra voluntad, aunque no la pueden mover directamente.

Son una ayuda para nuestra salvación, porque su objetivo final es nuestra salvación; para ministrar eso han sido enviados.

Y ellos nos recuerdan que nuestro objetivo final es la visión beatífica de Dios, que es la recompensa de nuestra fe, lo que San Juan expresa diciendo que cuando Él se manifieste seremos semejantes a Él porque le veremos tal cual es.

 

QUE DICE EL CATECISMO DE LA IGLESIA SOBRE LOS ÁNGELES

Veamos que dice concretamente el catecismo sobre los ángeles.

 

328 La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición.

 

QUIÉNES SON LOS ÁNGELES

329 S. Agustín dice respecto a ellos: “El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel”).

Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios.

Porque contemplan “constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos”, son “agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra”.

330 En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales.

Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello.

 

CRISTO “CON TODOS SUS ÁNGELES”

331 Cristo es el centro del mundo de los ángeles.

Los ángeles le pertenecen: “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles…”.

Le pertenecen porque fueron creados por y para Él: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él”.

Le pertenecen más aún porque los ha hecho mensajeros de su designio de salvación: “¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?”.

332 Desde la creación y a lo largo de toda la historia de la salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización: cierran el paraíso terrenal, protegen a Lot, salvan a Agar y a su hijo, detienen la mano de Abraham, la ley es comunicada por su ministerio, conducen el pueblo de Dios, anuncian nacimientos) y vocaciones, asisten a los profetas, por no citar más que algunos ejemplos.

Finalmente, el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jesús.

333 De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles.

Cuando Dios introduce “a su Primogénito en el mundo, dice: adórenle todos los ángeles de Dios”.

Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: “Gloria a Dios…”.

Protegen la infancia de Jesús, sirven a Jesús en el desierto, lo reconfortan en la agonía, cuando Él habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos como en otro tiempo Israel.

Son también los ángeles quienes “evangelizan” anunciando la Buena Nueva de la Encarnación, y de la Resurrección de Cristo.

Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles, éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor.

 

LOS ÁNGELES EN LA VIDA DE LA IGLESIA

334 De aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles.

335 En su liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar al Dios tres veces santo; invoca su asistencia (“Al Paraíso te lleven los ángeles…”) de la liturgia de difuntos, o también en el “Himno querubínico” de la liturgia bizantina, y celebra más particularmente la memoria de ciertos ángeles.

336 Desde su comienzo a la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión.

“Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida”.

Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios.

 

LA CAÍDA DE LOS ANGELES

391 Tras la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios que, por envidia, los hace caer en la muerte.

La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo.

La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios. “El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos”.

392 La Escritura habla de un pecado de estos ángeles.

Esta “caída” consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino.

Encontramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: “Seréis como dioses”.

El diablo es “pecador desde el principio” (, “padre de la mentira”.

393 Es el carácter irrevocable de su elección, y no un defecto de la infinita misericordia divina lo que hace que el pecado de los ángeles no pueda ser perdonado. “No hay arrepentimiento para ellos después de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de la muerte”.

394 La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquel a quien Jesús llama “homicida desde el principio” y que incluso intentó apartarlo de la misión recibida del Padre.

“El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo”.

La más grave en consecuencias de estas obras ha sido la seducción mentirosa que ha inducido al hombre a desobedecer a Dios.

395 Sin embargo, el poder de Satán no es infinito.

No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios.

Aunque Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque su acción cause graves daños -de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza física – en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo.

El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero “nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman” (Rm 8,28).

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Catequesis de Juan Pablo II sobre la mediación de María

Presentamos dos catequesis de SS Juan Pablo II del año 1997: La intercesión celestial de la Madre de la Divina Gracia y María Mediadora de todas las Gracias.

 

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La intercesión celestial de la Madre de la divina gracia
Catequesis de Juan Pablo II (24-IX-97)

1. María es madre de la humanidad en el orden de la gracia. El concilio Vaticano II destaca este papel de María, vinculándolo a su cooperación en la redención de Cristo.

Ella, «por decisión de la divina Providencia, fue en la tierra la excelsa Madre del divino Redentor, la compañera más generosa de todas y la humilde esclava del Señor» (Lumen gentium, 61).

Con estas afirmaciones, la constitución Lumen gentium pretende poner de relieve, como se merece, el hecho de que la Virgen estuvo asociada íntimamente a la obra redentora de Cristo, haciéndose «la compañera» del Salvador «más generosa de todas».

A través de los gestos de toda madre, desde los más sencillos hasta los más arduos, María coopera libremente en la obra de la salvación de la humanidad, en profunda y constante sintonía con su divino Hijo.

2. El Concilio pone de relieve también que la cooperación de María estuvo animada por las virtudes evangélicas de la obediencia, la fe, la esperanza y la caridad, y se realizó bajo el influjo del Espíritu Santo. Además, recuerda que precisamente de esa cooperación le deriva el don de la maternidad espiritual universal: asociada a Cristo en la obra de la redención, que incluye la regeneración espiritual de la humanidad, se convierte en madre de los hombres renacidos a vida nueva.

Al afirmar que María es «nuestra madre en el orden de la gracia» (ib.), el Concilio pone de relieve que su maternidad espiritual no se limita solamente a los discípulos, como si se tuviese que interpretar en sentido restringido la frase pronunciada por Jesús en el Calvario: «Mujer, ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26). Efectivamente, con estas palabras el Crucificado, estableciendo una relación de intimidad entre María y el discípulo predilecto, figura tipológica de alcance universal, trataba de ofrecer a su madre como madre a todos los hombres.

Por otra parte, la eficacia universal del sacrificio redentor y la cooperación consciente de María en el ofrecimiento sacrificial de Cristo, no tolera una limitación de su amor materno.

Esta misión materna universal de María se ejerce en el contexto de su singular relación con la Iglesia. Con su solicitud hacia todo cristiano, más aún, hacia toda criatura humana, ella guía la fe de la Iglesia hacia una acogida cada vez más profunda de la palabra de Dios, sosteniendo su esperanza, animando su caridad y su comunión fraterna, y alentando su dinamismo apostólico.

3. María, durante su vida terrena, manifestó su maternidad espiritual hacia la Iglesia por un tiempo muy breve. Sin embargo, esta función suya asumió todo su valor después de la Asunción, y está destinada a prolongarse en los siglos hasta el fin del mundo. El Concilio afirma expresamente: «Esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el consentimiento que dio fielmente en la Anunciación, y que mantuvo sin vacilar al pie de la cruz, hasta la realización plena y definitiva de todos los escogidos» (Lumen gentium, 62).

Ella, tras entrar en el reino eterno del Padre, estando más cerca de su divino Hijo y, por tanto, de todos nosotros, puede ejercer en el Espíritu de manera más eficaz la función de intercesión materna que le ha confiado la divina Providencia.

4. El Padre ha querido poner a María cerca de Cristo y en comunión con él, que puede «salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor» (Hb 7,25): a la intercesión sacerdotal del Redentor ha querido unir la intercesión maternal de la Virgen. Es una función que ella ejerce en beneficio de quienes están en peligro y tienen necesidad de favores temporales y, sobre todo, de la salvación eterna: «Con su amor de madre cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrinan y viven entre angustias y peligros hasta que lleguen a la patria feliz. Por eso la santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora» (Lumen gentium, 62).

Estos apelativos, sugeridos por la fe del pueblo cristiano, ayudan a comprender mejor la naturaleza de la intervención de la Madre del Señor en la vida de la Iglesia y de cada uno de los fieles.

5. El título de «Abogada» se remonta a san Ireneo. Tratando de la desobediencia de Eva y de la obediencia de María, afirma que en el momento de la Anunciación «la Virgen María se convierte en Abogada» de Eva (Adv. haer. V, 19, 1: PG VII, 1.175-1.176). Efectivamente, con su «sí» defendió y liberó a la progenitora de las consecuencias de su desobediencia, convirtiéndose en causa de salvación para ella y para todo el género humano.

María ejerce su papel de «Abogada», cooperando tanto con el Espíritu Paráclito como con Aquel que en la cruz intercedía por sus perseguidores (cf. Lc 23,34) y al que Juan llama nuestro «abogado ante el Padre» (cf. 1 Jn 2,1). Como madre, ella defiende a sus hijos y los protege de los daños causados por sus mismas culpas.

Los cristianos invocan a María como «Auxiliadora», reconociendo su amor materno, que ve las necesidades de sus hijos y está dispuesto a intervenir en su ayuda, sobre todo cuando está en juego la salvación eterna.

La convicción de que María está cerca de cuantos sufren o se hallan en situaciones de peligro grave, ha llevado a los fieles a invocarla como «Socorro». La misma confiada certeza se expresa en la más antigua oración mariana con las palabras: «Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita» (Breviario romano).

 

TOTUS TUUS

 

Como mediadora maternal, María presenta a Cristo nuestros deseos, nuestras súplicas, y nos transmite los dones divinos, intercediendo continuamente en nuestro favor.

 

María Mediadora de todas las Gracias
Catequesis de Juan Pablo II (1-X-97)

1. Entre los títulos atribuidos a María en el culto de la Iglesia, el capítulo VIII de la Lumen gentium recuerda el de «Mediadora». Aunque algunos padres conciliares no compartían plenamente esa elección (cf. Acta Synodalia III, 8, 163-164), este apelativo fue incluido en la constitución dogmática sobre la Iglesia, confirmando el valor de la verdad que expresa. Ahora bien, se tuvo cuidado de no vincularlo a ninguna teología de la mediación, sino sólo de enumerarlo entre los demás títulos que se le reconocían a María.

Por lo demás, el texto conciliar ya refiere el contenido del título de «Mediadora» cuando afirma que María «continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna» (Lumen gentium, 62).

Como recuerdo en la encíclica Redemptoris Mater, «la mediación de María está íntimamente unida a su maternidad y posee un carácter específicamente materno que la distingue del de las demás criaturas» (n. 38).

Desde este punto de vista, es única en su género y singularmente eficaz.

2. El mismo Concilio quiso responder a las dificultades manifestadas por algunos padres conciliares sobre el término «Mediadora», afirmando que María «es nuestra madre en el orden de la gracia» (Lumen gentium, 61). Recordemos que la mediación de María es cualificada fundamentalmente por su maternidad divina. Además, el reconocimiento de su función de mediadora está implícito en la expresión «Madre nuestra», que propone la doctrina de la mediación mariana, poniendo el énfasis en la maternidad. Por último, el título «Madre en el orden de la gracia» aclara que la Virgen coopera con Cristo en el renacimiento espiritual de la humanidad.

3. La mediación materna de María no hace sombra a la única y perfecta mediación de Cristo. En efecto, el Concilio, después de haberse referido a María «mediadora», precisa a renglón seguido: «Lo cual, sin embargo, se entiende de tal manera que no quite ni añada nada a la dignidad y a la eficacia de Cristo, único Mediador» (ib., 62). Y cita, a este respecto, el conocido texto de la primera carta a Timoteo: «Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos» (1 Tm 2,5-6).

El Concilio afirma, además, que «la misión maternal de María para con los hombres de ninguna manera disminuye o hace sombra a la única mediación de Cristo, sino que manifiesta su eficacia» (Lumen gentium, 60).

Así pues, lejos de ser un obstáculo al ejercicio de la única mediación de Cristo, María pone de relieve su fecundidad y su eficacia. «En efecto, todo el influjo de la santísima Virgen en la salvación de los hombres no tiene su origen en ninguna necesidad objetiva, sino en que Dios lo quiso así. Brota de la sobreabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación, depende totalmente de ella y de ella saca toda su eficacia» (ib.).

4. De Cristo deriva el valor de la mediación de María, y, por consiguiente, el influjo saludable de la santísima Virgen «favorece, y de ninguna manera impide, la unión inmediata de los creyentes con Cristo» (ib.).

La intrínseca orientación hacia Cristo de la acción de la «Mediadora» impulsa al Concilio a recomendar a los fieles que acudan a María «para que, apoyados en su protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador» (ib., 62).

Al proclamar a Cristo único Mediador (cf. 1 Tm 2,5-6), el texto de la carta de san Pablo a Timoteo excluye cualquier otra mediación paralela, pero no una mediación subordinada. En efecto, antes de subrayar la única y exclusiva mediación de Cristo, el autor recomienda «que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres» (1 Tm 2,1). ¿No son, acaso, las oraciones una forma de mediación? Más aún, según san Pablo, la única mediación de Cristo está destinada a promover otras mediaciones dependientes y ministeriales. Proclamando la unicidad de la de Cristo, el Apóstol tiende a excluir sólo cualquier mediación autónoma o en competencia, pero no otras formas compatibles con el valor infinito de la obra del Salvador.

5. Es posible participar en la mediación de Cristo en varios ámbitos de la obra de la salvación. La Lumen Gentium, después de afirmar que «ninguna criatura puede ser puesta nunca en el mismo orden con el Verbo encarnado y Redentor», explica que las criaturas pueden ejercer algunas formas de mediación en dependencia de Cristo. En efecto, asegura: «Así como en el sacerdocio de Cristo participan de diversa manera tanto los ministros como el pueblo creyente, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en las criaturas de distintas maneras, así también la única mediación del Redentor no excluye sino que suscita en las criaturas una colaboración diversa que participa de la única fuente» (n. 62).

En esta voluntad de suscitar participaciones en la única mediación de Cristo se manifiesta el amor gratuito de Dios que quiere compartir lo que posee.

6. ¿Qué es, en verdad, la mediación materna de María sino un don del Padre a la humanidad? Por eso, el Concilio concluye: «La Iglesia no duda en atribuir a María esta misión subordinada, la experimenta sin cesar y la recomienda al corazón de sus fieles» (ib.).

María realiza su acción materna en continua dependencia de la mediación de Cristo y de él recibe todo lo que su corazón quiere dar a los hombres.

La Iglesia, en su peregrinación terrena, experimenta «continuamente» la eficacia de la acción de la «Madre en el orden de la gracia».

 

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Lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica acerca de la Gracia

ARTÍCULO 2 GRACIA Y JUSTIFICACIÓN

II La gracia

1996 Nuestra justificación es obra de la gracia de Dios. La gracia es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada: llegar a ser hijos de Dios (cf Jn 1, 12-18), hijos adoptivos (cf Rm 8, 14-17), partícipes de la naturaleza divina (cf 2 P 1, 3-4), de la vida eterna (cf Jn 17, 3).

1997 La gracia es una participación en la vida de Dios. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria: por el Bautismo el cristiano participa de la gracia de Cristo, Cabeza de su Cuerpo. Como «hijo adoptivo» puede ahora llamar «Padre» a Dios, en unión con el Hijo único. Recibe la vida del Espíritu que le infunde la caridad y que forma la Iglesia.

1998 Esta vocación a la vida eterna es sobrenatural. Depende enteramente de la iniciativa gratuita de Dios, porque sólo El puede revelarse y darse a sí mismo. Sobrepasa las capacidades de la inteligencia y las fuerzas de la voluntad humana, como las de toda creatura (cf 1 Co 2, 7-9).

1999 La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para sanarla del pecado y santificarla: es la gracia santificante o divinizadora, recibida en el Bautismo. Es en nosotros la fuente de la obra de santificación (cf Jn 4, 14; 7, 38-39):

Por tanto, el que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo (2 Co 5, 17-18).

2000 La gracia santificante es un don habitual, una disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor. Se debe distinguir entre la gracia habitual, disposición permanente para vivir y obrar según la vocación divina, y las gracias actuales, que designan las intervenciones divinas que están en el origen de la conversión o en el curso de la obra de la santificación.

2001 La preparación del hombre para acoger la gracia es ya una obra de la gracia. Esta es necesaria para suscitar y sostener nuestra colaboración a la justificación mediante la fe y a la santificación mediante la caridad. Dios completa en nosotros lo que El mismo comenzó, «porque él, por su acción, comienza haciendo que nosotros queramos; y termina cooperando con nuestra voluntad ya convertida» (S. Agustín, grat. 17):

Ciertamente nosotros trabajamos también, pero no hacemos más que trabajar con Dios que trabaja. Porque su misericordia se nos adelantó para que fuésemos curados; nos sigue todavía para que, una vez sanados, seamos vivificados; se nos adelanta para que seamos llamados, nos sigue para que seamos glorificados; se nos adelanta para que vivamos según la piedad, nos sigue para que vivamos por siempre con Dios, pues sin él no podemos hacer nada.(S.Agustín, nat. et grat. 31).

2002 La libre iniciativa de Dios exige la respuesta libre del hombre, porque Dios creó al hombre a su imagen concediéndole, con la libertad, el poder de conocerle y amarle. El alma sólo libremente entra en la comunión del amor. Dios toca inmediatamente y mueve directamente el corazón del hombre. Puso en el hombre una aspiración a la verdad y al bien que sólo El puede colmar. Las promesas de la «vida eterna» responden, por encima de toda esperanza, a esta aspiración:

Si tú descansaste el día séptimo, al término de todas tus obras muy buenas, fue para decirnos por la voz de tu libro que al término de nuestras obras, «que son muy buenas» por el hecho de que eres tú quien nos las ha dado, también nosotros en el sábado de la vida eterna descansaremos en ti. (S. Agustín, conf. 13, 36, 51).

2003 La gracia es, ante todo y principalmente, el don del Espíritu que nos justifica y nos santifica. Pero la gracia comprende también los dones que el Espíritu Santo nos concede para asociarnos a su obra, para hacernos capaces de colaborar en la salvación de los otros y en el crecimiento del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Estas son las gracias sacramentales, dones propios de los distintos sacramentos. Son además las gracias especiales, llamadas también « carismas», según el término griego empleado por san Pablo, y que significa favor, don gratuito, beneficio (cf LG 12). Cualquiera que sea su carácter, a veces extraordinario, como el don de milagros o de lenguas, los carismas están ordenados a la gracia santificante y tienen por fin el bien común de la Iglesia. Están al servicio de la caridad, que edifica la Iglesia (cf 1 Co 12).

2004 Entre las gracias especiales conviene mencionar las gracias de estado, que acompañan el ejercicio de las responsabilidades de la vida cristiana y de los ministerios en el seno de la Iglesia:

Teniendo dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámoslo en la medida de nuestra fe; si es el ministerio, en el ministerio, la enseñanza, enseñando; la exhortación, exhortando. El que da, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad.(Rm 12, 6-8).

2005 La gracia, siendo de orden sobrenatural, escapa a nuestra experiencia y sólo puede ser conocida por la fe. Por tanto, no podemos fundarnos en nuestros sentimientos o nuestras obras para deducir de ellos que estamos justificados y salvados (Cc. de Trento: DS 1533-34). Sin embargo, según las palabras del Señor: «Por sus frutos los conoceréis» (Mt 7, 20), la consideración de los beneficios de Dios en nuestra vida y en la vida de los santos nos ofrece una garantía de que la gracia está actuando en nosotros y nos incita a una fe cada vez mayor y a una actitud de pobreza llena de confianza:

Una de las más bellas ilustraciones de esta actitud se encuentra en la respuesta de santa Juana de Arco a una pregunta capciosa de sus jueces eclesiásticos: «Interrogada si sabía que estaba en gracia de Dios, responde: «si no lo estoy, que Dios me quiera poner en ella; si estoy, que Dios me quiera conservar en ella»» (Juana de Arco, proc.).

Tomado del Catecismo de la Iglesia Católica reproducido por www.iglesia.org

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