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¿Qué es el Carisma de Ciencia o Conocimiento que Infunde el Espíritu Santo?

El Carisma de Ciencia es una revelación sobrenatural.

Sobre hechos que no podríamos conocer por medios humanos.

Es un conocimiento que envía el Espíritu Santo.

Para poner luz sobre un asunto en nuestra inteligencia.

El conocimiento que viene del Espíritu Santo nos llena de humildad en lugar de envanecernos como el conocimiento simplemente humano del mundo.

El fundamento del carisma de ciencia o conocimiento es el don de temor al Señor, que mueve a la persona tener una profunda reverencia por Dios.

Lo lleva a sentirse dependiente de Él y a tener un sentido muy fuerte contra el pecado.

Y esto a su vez genera piedad.

El conocimiento o la ciencia de este don no es el que se adquiere por la razón o por la fe.

Sin embargo nuestra fe es importante para la sentar las bases de este don.

Puede definirse como juzgar correctamente las verdades de Fe de acuerdo a la verdad revelada.

A partir de esa fe inicial, la acción iluminadora del Espíritu Santo la va perfeccionando.

Y genera un conocimiento de cómo Dios ve las cosas.

Entonces el don de conocimiento lleva a las personas a profundizar las verdades de fe y a ser guiado por el Espíritu Santo en la profundización de las consecuencias de esas verdades.

De esta forma la persona puedo hacer juicios correctos respecto a las cosas de la realidad humana y relacionarlas con la vida eterna y los mandatos de Dios.

El conocimiento último no se refiere al manejo humano de las cosas sino a la información que es proporcionada para comprender el sustrato divino de las cosas que suceden.

Una persona que posee este carisma tiene incorporado el criterio de que Dios nunca nos abandonará por su amor hacia nosotros, y también qué Dios debe ser la primera prioridad para nuestra alma.

Esto le permite a la persona a ver el estado de su alma desapegado de las cosas materiales.

Y a desarrollar una aversión hacia el pecado porque es un obstáculo para acercarse a Dios.

Esto le permite desarrollar como un instinto para conocer si algo es de Dios o no.

Y junto con el sentido de piedad, ese conocimiento nos permite comprender cómo ayudar a los demás.

Este don permitía por ejemplo al Padre Pío leer las almas para comprender que era lo que realmente había en el alma del penitente.

Pero repitamos, este carisma no actúa de una manera mágica, también requiere estudiar nuestra fe a través de las sagradas escrituras.

Por lo tanto y el resumen no estamos hablando del conocimiento mundano que se puede aprender en una universidad.

Sino de un conocimiento sobrenatural infundido por Dios, que ninguna alma puede adquirir por sí misma por más que estudie incluso la Biblia, pero estudiarla es importante para tener una base para recibir la iluminación infusa del conocimiento de Dios.

   

¿QUE ES LA CIENCIA?

Hay tres clases de Ciencia:

la ciencia de Satanás,
la ciencia del Mundo y
la ciencia del Espíritu.

¿Y qué es la Ciencia como don del Espíritu Santo?.

Es la forma como DIOS conduce al ser humano para que avance hacia Él.

Es el regalo que nos hace de mostrarnos su Reino.

Dios enseña al hombre sobre sus verdades, permite que su luz penetre en el entendimiento del hombre.

   

EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA Y EL CONOCIMIENTO

DIOS tiene todo el conocimiento.
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La verdad está en el conocimiento de Cristo Jesús
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La contemplación de Jesús nos permite un conocimiento interno de él para amarle y seguirle.
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Y mediante la lectura de la Biblia podremos comenzar a adquirir la ciencia de Cristo.

El Conocimiento humano, a través de la razón puede dar cuenta de la existencia de DIOS.

Aunque este camino puede conducir al error porque el hombre nunca puede llegar a la revelación Divina por sus propias fuerzas.

El hombre está llamado a conocer a DIOS y DIOS quiere que todos los hombres conozcan la verdad para su salvación.

La Fe nos introduce en el conocimiento de DIOS porque abre los ojos del corazón.

El Espíritu Santo es quien nos introduce en la Fe mediante el bautismo.

Y la propia Fe nos hace saborear anticipadamente el grandioso conocimiento de DIOS que tendremos en la vida futura.

DIOS nos ha hecho conocer con su revelación el misterio de la creación y la venida de Jesús mediante la profecía de Isaías.

Mediante la revelación nos dio conocimiento sobre el origen y fundamentos del pecado y nos ha dado a conocer leyes morales a través de la Biblia.

Definicion de los Carismas

   

QUE ES EL CARISMA DE CIENCIA

Al CARISMA O DON DE CIENCIA se lo encuentra mencionado también bajo el nombre de Carisma o Don de Conocimiento, Palabra de Ciencia, de Conocimiento, de Entendimiento o de Revelación.

Y según sea, se lo clasifica como un don de penetración (iluminación por el mismo Espíritu), de revelación, contemplativo.

El carisma de Ciencia NO ES ciencia natural, ni la ciencia que se aprende por medio de estudios académicos, ni sabiduría obtenida con la experiencia, ni siquiera la ciencia para comprender la Biblia.

Es el conocimiento que da DIOS sobre cosas naturales y espirituales, del mundo invisible y visible.
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Es una visión o comprensión SOBRENATURAL por medio de revelaciones, sin ayuda humana alguna, gracias solamente al auxilio divino.

Es una verdad que por otros medios sería IMPOSIBLE DE CONOCER y que nadie la puede saber, que no se puede aprender en ningún libro y es inaccesible por las vías naturales.

Esta capacidad lleva a algunos creyentes a CONOCER: a personas, circunstancias o verdades bíblicas.

Revela y comunica la raíz de un problema o la causa de una atadura, o el conocimiento de una sanación que se está produciendo.

Es el diagnóstico que Dios hace de un hecho, de un problema, de un estado de ánimo, de una situación, la revelación del plan y voluntad divinos con algún fin especifico.

De este modo se puede conocer algo del  PRESENTE  (simulcognición), del PASADO (retrocognición) o del FUTURO (premonición).

Se trata de un conocimiento INTUITIVO que también transmite estas intuiciones y visiones a la asamblea.
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La persona sin haberlo estudiado o leído, da a conocer una VERDAD SOBRE DIOS con plena convicción de lo que dice y luego comprueba que era tal como dijo.

Revela parte de la Ciencia de DIOS, nos da una PALABRA DE CIENCIA. Él que todo lo sabe, no revela al hombre todo, da solamente una palabra o una parte de lo que Él sabe.

Puede tener relación con el conocimiento de las relaciones existentes entre distintos aspectos de la revelación. Y con volver a descubrir verdades olvidadas.

Puede enseñar una visión clara de la doctrina bíblica, desvelándose el sentido de los textos difíciles y mostrando aquellos acercamientos que iluminarán los puntos oscuros.

También puede abarcar el ordenamiento correcto de nuestra relación con Dios, para ayudarnos y sostenernos en el descubrimiento de la presencia suya en todo.

Nos puede permitir analizar la excelencia y bondad de los seres del Universo para llegar a entender que todo el Universo es solo vanidad en comparación de Dios.

La palabra de ciencia ayuda a adelantar el crecimiento interno de la Iglesia y expone el cuerpo de las verdades divinas Cristianas.

Es otorgada según el espíritu santo lo crea necesario.

Es un REGALO DE DIOS que es dado para una necesidad o situación específica.

   

RELACIÓN DEL CARISMA DE CIENCIA CON OTROS CARISMAS

Este don muchas veces se manifiesta juntamente con algún otro don, combinado con ‘Palabra de Sabiduría’, ‘Discernimiento de Espíritus’, ‘Profecía’, ‘Sanación’, etc.

Pareciera que la palabra de Conocimiento es un auxilio informativo del Señor para desplegar los otros Carismas.
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Cuando la Palabra de Ciencia está ausente, los otros dones pueden ser usados incorrectamente, lo cual ocasiona confusión.

Dios frecuentemente la otorga en conjunción con la Palabra de Sabiduría a fin de que los creyentes sepan cómo aplicarla correctamente.

Mientras el don de Ciencia ayuda a descubrir las verdades oscuras, el de Sabiduría a poseerlas.

Tomemos como ejemplo la vida del profeta Daniel: por la Palabra de Ciencia Daniel conoció los sueños de Nabucodonosor.

Y por la Palabra de Sabiduría Daniel pudo Saber cual era el significado o interpretación de estos sueños.

Daniel pudo aplicar así la ciencia de Dios que había recibido.

Según San Agustín, la Ciencia es el conocimiento de lo pasajero mientras la Sabiduría es la contemplación de lo eterno.

   

RELACIÓN DE CARISMA DE CIENCIA CON LA ESPERANZA

El Carisma de la Ciencia corresponde a la bienaventuranza de aquellos que lloran.

Lloramos porque comprendemos en nuestro interior que nuestros “patrones” de felicidad aprehendidos desde la infancia ya no funcionan más.

De allí viene “Bienaventurados los que lloran porque serán consolados”.

El consuelo consiste en el ejercicio de la Esperanza.

La virtud de la Esperanza es purificada por el Don de la Ciencia y la perfecciona.

carismatico orando en lenguas

   

COMO SE RECIBE EL CARISMA DE CIENCIA

Cualquier cristiano que crea en el poder del Espíritu, que viva unido al Espíritu, que lo invoque y le pida este don para un fin bueno, puede tener la palabra de ciencia.
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Pero según el P. De Grandis, toda persona que ha recibido la Efusión del Espíritu tiene en sí este Carisma.

Un medio excelente para adquirir el don de ciencia, es dedicarse mucho a la pureza de corazón, velar cuidadosamente sobre su interior, darse cuenta de todos sus desórdenes y señalar las faltas más salientes.

La palabra de ciencia se percibe en un clima de oración y unión con DIOS, en la mente, en la imaginación o en el espíritu; de ordinario después de haberla pedido al Espíritu Santo.

Se distingue de las ideas propias por venir después de la oración, cuando no han irrumpido en la mente las propias consideraciones.

Este don puede darse a través de muchas formas del sentir, ver, saber, oler y oír.
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Puede manifestarse como una idea clara que llega a la mente y que en la medida en que la vamos comunicando, van apareciendo otros detalles adicionales.

Otras veces se manifiesta como una palabra que martillea la mente, por ejemplo: aborto (el aborto podría ser la causa del problema de una persona).

También se manifiesta en la mente como una visión, una imagen de un lugar, persona, cosa o animal.
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Y hay que preguntar a la persona qué significa para ella esa imagen o visión, qué relación puede tener con su vida.
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Y ella nos explicará algún suceso en el que tiene origen su problema.

Se da en forma infusa porque aparece en nosotros sin previa experimentación ni haberse informado de manera consciente.

La persona sólo tiene la certeza de que es así y no de otra forma, y hasta no manifestarla no sentirá la paz del Señor.

   

CUANDO UNA PERSONA TIENE EL DON DE CIENCIA

Quienes tienen un don de ciencia mas poderoso son los que pueden apreciar las virtudes de su conducta respecto a si mismos, al prójimo, a las demás criaturas y a Dios.

Primero, tienen claro lo que debemos creer o no creer, hacer o no hacer.
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Segundo, el estado de nuestra alma, nuestros actos interiores y los movimientos secretos de nuestro corazón.
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Tercero, el concepto que debemos tener de las criaturas y el uso debido de la vida interior y sobrenatural.
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Cuarto, la manera de tratar y conversar con el prójimo, en relación al fin sobrenatural de nuestra creación.

Los que más participan del don de ciencia, son los más iluminados en todos estos conocimientos.

Ven maravillas en la práctica de la virtud.

Descubren grados de perfección que los demás desconocen.

Señalan imperfecciones donde los otros no alcanzan a ver, no están expuestos a equivocarse en sus sentimientos ni a dejarse sorprender por las ilusiones que llenan el mundo.

   

COMO SE OPERA CON ESTE DON

Cuando se produce una necesidad de palabra de ciencia, ésta es captada y discernida por el Espíritu Santo.
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Así el Espíritu Santo envía el aviso al Padre, quién a su vez envía la unción a receptor/es entre los bautizados a quienes se les concedió el don.
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Y los llama para ungirlos con su palabra para el bien común.
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Este proceso es interno dentro de cada individuo e irreversible.

Es importante entender y explicar el uso del don en la asamblea de oración para que la persona incrédula se dé cuenta de su obra sobrenatural y de su presencia.

Instruir adecuadamente sobre las manifestaciones diversas de este don y enseñar a los miembros de la asamblea a usarlo.

Hacer que se pida y se ore para que el Señor dé el don a hermanos de la asamblea. Motivar a abrirse a este don sin temor. Usar toda oportunidad para que se manifieste el don.

Usar el discernimiento de espíritus para conocer lo que viene de DIOS y pedir la confirmación del resultado a la asamblea.

   

USOS DEL CARISMA DE CIENCIA 

El carisma de Ciencia es la gracia dada por DIOS para que actuemos a dos niveles.

Uno es hacia el exterior o sea sobre los demás hombres para edificación de la Iglesia.

Y otro hacia el interior nuestro cultivando y cuidando nuestras virtudes.

Toda Palabra inspirada por Dios es útil para Reprender (Ej. Ananías y Safira, (Hechos 5:1-11); Exhortar (Ej. la samaritana, Juan 4:7-26); Revelar (Ej. Juan 1:47-48), donde Jesús le dice su vida a Natanael.

A través de ésta, el desanimado puede ser confortado, los santos alegrados, la propiedad perdida recuperada, el enemigo derrotado y el Señor Jesucristo glorificado.

Generalmente este don se manifiesta en los llamados a orar por otros –como los ministerios de sanación e intercesión– para conocer el origen de sus males físicos o interiores.

También es otorgado cuando se está aconsejando, predicando o profetizando, o cuando un mandamiento de Dios es dado a fin de que sepamos cómo responder al mismo.

Un predicador conoce por este don lo que debe decir a su auditorio y lo que puede exigirle, lo que Dios obra en él y lo que debe poner de su parte para cooperar con Dios y llenar sus designios.

Un superior conoce cómo debe gobernar a sus inferiores.

Así como Dios utiliza sus dones para edificación de la Iglesia, el maligno también imita estos dones enviándolos para destrucción de ella.
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Algunos ejemplos que describen esta situación son: Hechos 19:13-16 (Los hijos de Esceva); Hechos 16:16­18 (La pitonisa de Filipos).

   

CARISMA DE CIENCIA Y SANACIÓN

La palabra de Ciencia va junto con el carisma de Sanación, pues muchas veces cuando el señor esta sanando a alguien lo revela a través de algún hermano que en ese momento lo anuncia.

Es muy importante la confirmación de la Palabra de Ciencia pues es la forma más directa de comprobar que realmente es una palabra de Dios.

Hay tres ejemplos del P. Amando Sanz sobre como una sanador obtiene el conocimiento.

En el primer ejemplo el Señor le entregó el conocimiento por ejemplo de “rodilla sanada” y con su sola mención a la asamblea se produjo la sanación.
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En el segundo ejemplo él recibió del Señor en una misa de sanación el conocimiento de que alguien estaba siendo sanado de un oído y efectivamente se produjo.
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Y en el tercer ejemplo, el padre muestra cómo pidió al Señor una palabra de conocimiento para sanar a una persona de un trauma y como ésta le llegó.

   

CARISMA DE CIENCIA Y SAGRADAS ESCRITURAS

El conocimiento y LA CIENCIA —como se usan en las Santas Escrituras—hacen referencia a la experiencia personal.

Hay una cualidad directa e inmediata en el conocimiento espiritual que está estrechamente relacionada a la intuición.

Incluye las ideas de que es impartido como un incentivo y guía para la acción, y nunca meramente para proporcionar información.

Es instrumental y un medio para lograr que la vida y el servicio del Cristiano sean agradables a Dios.

Algunos de los conocimientos o palabra de ciencia que menciona la Biblia son los que siguen.

Jesús supo que un poder había salido de él cuando la mujer tocó su manto (Marcos 5: 28–32).

También les indicó a los apóstoles quién prestaría su casa para la última Cena (Marcos: 14: 13–15).

Y supo que ya venían a apresarlo en Getsemaní (Marcos 14: 42).

Jesús es tentado en el desierto.

Las respuestas que Jesús expuso a Satanás fueron palabras de Ciencia impartidas por el Espíritu Santo (Lucas 4:1-13).

Los escribas trataron de atrapar a Jesús, pero la Palabra de Ciencia dada por el Espíritu los confundió a todos (Lucas 20:22-26).

La Respuesta a la Mujer Samaritana (Juan 4:19-20).

Los escribas y fariseos trataron nuevamente de hacer caer a Jesús en una trampa, pero sus palabras sabias volvieron a confundir a sus adversarios (Juan 8:3-11).

La Respuesta de Cristo a sus enemigos (Juan 8:48-58).

Pedro conoce mediante este carisma la mentira de Ananías y de Safira
(Hechos 5: 3–4).

Otorgó sabiduría en la administración de la iglesia (Hechos 6:1-5).
Pedro conoce que llegan los que han de conducirlo a casa de Cornelio(Hechos 10: 9–23).

Ananías tiene conocimiento sobrenatural de la presencia de Pablo en Damasco y de su conversión (Hechos 9: 10–16).

Resolvió una crisis eclesiástica (Hechos 15: 28).

Confirió a Pablo control de la situación resultando en la salvación de muchas vidas (Hechos 27: 23-24).

José podía conocer adecuadamente los sueños del Faraón (Genesis: 41).
Daniel podía saber los sueños del rey Nabucodonosor (Daniel 2: 4-5,23).

El profeta Natán descubre el pecado de David y conoce también que ha sido perdonado (2 Samuel: 12).

Fuentes:

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El Carisma de Liberación: Oraciones de Liberación y Sanidad Interior

Es uno de los temas sobre los regalos del Espíritu.

Se trata del carisma de liberación de influencias malignas, diabólicas.

Y también de malas influencias por traumas adquiridos en la vida.

jovenes orando

Llaman la atención las palabras de Jesús dirigidas a los discípulos al final del evangelio de Marcos.
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Cuando les dice que deben acompañar el anuncio evangelizador con signos de poder como expulsar demonios, hablar lenguas nuevas y sanar enfermos (Mc 16, 15-18).

Pero a menudo la liberación se ha comprendido mal o inadecuadamente.

Y por otra parte, se han realizado liberaciones que no deberían haber sido realizadas.

La ignorancia, la precipitación, la falta de un buen discernimiento, el mal uso del carisma, las exageraciones etc., han hecho que se tengan sospechas a la hora de entrar en materia

Estamos ante un problema complejo que, lejos de haber desaparecido, sigue presente en nuestra sociedad.

Y por eso este informe trata de poner orden sobre la justificación de este ministerio y la forma en que se debe ejercitar.

La oración de liberación y su complemento, que es la oración de sanación interior, se inscriben dentro de las oraciones de intercesión.

Y se dirigen a Dios en favor de una persona y en presencia de esa persona.

Esto requiere ciertas condiciones espirituales, como la fe, o sea la confianza Incondicional en el amor de Dios, la perseverancia, el perdón, y la asistencia del Espíritu Santo.

Durante la oración de intercesión pedimos ser escuchados en nombre de Jesús cómo lo enseñó el mismo.

No se trata de una invocación mágica sino de lograr que esté presente entre nosotros y dentro de nosotros.

Grupo-de-oracion

   

LA DOCTRINA DE LA IGLESIA SOBRE EL MALIGNO

Se puede hablar, con seriedad de los ritos satánicos y sin caer en exageraciones.

La Iglesia siempre ha rechazado una excesiva credulidad en esta materia, censurando enérgicamente todas las formas de superstición, al igual que la obsesión por satanás y los demonios, y los ritos y modalidades de maléfica adhesión a tales espíritus.

También ha puesto en guardia contra un enfoque puramente racional de estos fenómenos, que termine por identificarles siempre y solo con desequilibrios mentales.

Una serena posición de fe ha sido característica de la actitud de la Iglesia a lo largo de los siglos.

Como nos recuerda san Juan Crisóstomo:

“Ciertamente, no es un placer entretenerse con el tema del diablo, pero la doctrina que aquel me ofrece la ocasión de tratar resultará muy útil para vosotros” (Del diablo tentador, homicida II, 1).

La Iglesia ejerció, ya desde tiempo apostólico, como lo afirma la introducción del ritual de exorcismos, el poder recibido de Cristo de expulsar demonios y anular su influjo.

Así pues, ora continuamente y con fe “en nombre de Jesús” para ser liberada del maligno.

Y en el mismo nombre, con el poder del Espíritu Santo, ordena de varias formas a los demonios que no obstaculicen la obra de la evangelización y que devuelvan “al más fuerte” el dominio de todos y cada uno de los hombres.

Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra el influjo del Maligno y substraída de su dominio, esto se llama exorcismo”  (Catecismo de la Iglesia Católica n. 1673).

oracion en grupo

   

EN LA SAGRADA ESCRITURA

En el Antiguo Testamento, ya desde el Génesis aparece la tentación de nuestros primeros padres por la acción de un espíritu perverso y maligno (Gn 3,13-15).

En el primer libro de Samuel, Saúl es atormentado por un espíritu malo (1 S 14,16).

En los libros escritos antes del cautiverio nos encontramos con espíritus malignos actuantes sobre los seres humanos (1 R 22, 21-23; 2 Cro 18, 18-22).

Y por primera vez en el libro de Job aparece ya con el nombre de satán, que es presentado como espíritu tentador, empeñado en apartar al ser humano de Dios (Jb 1,6-2,7).

En los libros posteriores al cautiverio, el demonio aparece con más frecuencia y con mayor claridad, excluido de todo influjo persa que lo divinizaba (1 Cro 21, 1; Za 2,12; Ecl 21,30).

En el Nuevo Testamento los pasajes sobre el demonio son muy repetidos y explícitos.

El evangelio de San Mateo lo cita once veces; san Marcos trece; san Lucas veintitrés; y san Juan seis.

El demonio es presentado como adversario de Cristo y del reino de Dios.
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Satán y los suyos aparecen siempre como incitadores del pecado y el demonio es llamado simplemente “el maligno” (Mt 13,19.38), “enemigo y adversario” (Mt 4,3), “padre de la mentira” (Jn 8,44), “príncipe de este mundo” (Jn 12, 31).

El Apocalipsis compendia así la revelación sobre el demonio:

“Fue arrojado el gran dragón, la antigua serpiente, el que se llama diablo y satán, el que seduce el universo entero (Ap 12,9).

En los evangelios se muestra como satanás quiere hacer fracasar la obra de la redención por todos los medios.

En el comienzo de la vida pública de Jesús, intenta apartarle de su misión (Mt 4,1ss; Lc 4,1ss).

Satán quiere hacer caer a los Apóstoles (Lc 22,31) y es el que inspira a Judas a la traición (Lc 22,3).

Jesucristo proclama que el demonio es el que siembra la cizaña entre el trigo (Mt 13,39) y es el que arrebata la buena semilla de la Palabra de Dios del corazón de los seres humanos (Lc 8,12).

Marcos presenta como primer milagro de Jesús en Cafarnaúm la expulsión de un demonio (Mc 1, 21-28).

Aduce, también, otras tres expulsiones diabólicas: la del endemoniado de Gerasa (Mc 5,1-20); la de la hija de la mujer Sirofenicia (Mc 7, 24-30); y la del endemoniado epiléptico (Mc 9,14-29).

Juan contrapone una y otra vez la acción redentora de Cristo a la acción y reino de satán, que es el reino de las tinieblas (Jn 1,5) y entiende su obra como juicio contra el “príncipe de este mundo” (Jn 12,31)

San Pedro en su primera carta escribe:

“Sean sobrios y velen. Su enemigo el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. Resistan firmes en la fe” (1 P 5,8).

Por otra parte san Pablo advierte:

El diablo actúa en forma de toda clase de poder, de signos y de prodigios mentirosos, y de toda especie de seducciones inicuas, destinadas a los que están en vías de perdición, por no haber escogido el amor de la verdad que los salvaría.

Y, por eso, Dios les manda una fuerza poderosa de seducción que los lleva a creer en la mentira, de suerte que acaben condenados todos los que no creyeron en la verdad, sino que se complacieron en la iniquidad” (2 Ts 2, 9-12).

La lectura del Santo Evangelio nos muestra como Jesús dedicó gran parte de su ministerio a arrojar el demonio de muchas personas que estaban poseídas u oprimidas por los demonios.

Cuando San Pedro en la casa de Cornelio sintetiza el ministerio de Nuestro Señor Jesucristo lo hizo con estas palabras:

“Como Dios ungió a Jesús de Nazareth con el Espíritu Santo y con poder, y cómo El pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él” (Hech 10,37-38).

Y es que Pedro había presenciado las muchas liberaciones demoníacas que había realizado Cristo durante los años de su vida apostólica.

La misión que recibieron los doce y los setenta y dos discípulos incluyó la de expulsar demonios (Lc 9,1-6; Mt 10,8; Mc 6,7-13; Lc 10,17).

Este mismo poder lo comunica a todos los verdaderos creyentes (Mc 16, 17-18).

Es por ello que entraremos directamente en el tema de la oración de liberación, conscientes de la necesidad del don del discernimiento para saber qué es lo que hay y como se debe proceder.

Es tan peligroso ignorar la presencia del demonio como afirmarla donde no se da.
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Por tanto, la liberación debe ejercerse con gran prudencia.
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Y solamente hacerla cuando en la oración se juzga que realmente se da allí la acción del demonio y que el Señor quiere que en ese momento oremos por liberación.

jovenes orando liberacion

   

EN EL CATECISMO DE LA IGLESIA

El catecismo de la Iglesia católica (cf. Nn. 391-395), apoyándose en la revelación, presenta breve y densamente la existencia del demonio, quienes son los demonios y cuál es su acción y su poder.

Igualmente en el capítulo IV del catecismo dentro del tema de la oración cristiana, ampliando la oración del padrenuestro, dice:

“El mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios.
.
El diablo (dia­bolos) es aquél que se atraviesa en el designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo.
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Homicida desde el principio, mentiroso y padre de la mentira (Jn 8,44).
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Satanás, el seductor del mundo entero (Ap 12,9), es aquél por medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo, y por cuya definitiva derrota toda la creación entera será liberada del pecado y de la muerte”
(nn.2851, 2852).

Afirma san Ambrosio, citado por el catecismo de la Iglesia:

Quien confía en Dios no tema al demonio. ¿Si Dios está con nosotros, quien estará contra nosotros?” (Rom 8,31).

La victoria sobre el príncipe de este mundo (Jn 14,30) se adquirió de una vez por todas en la hora en que Jesús se entregó libremente a la muerte para darnos su Vida.

Los puntos principales sostenidos por la Iglesia respecto al demonio los tenemos en el V concilio ecuménico de Constantinopla (553), concilio de Braga (561), IV concilio de Letrán (1215), concilio de Trento (1545-1563), concilio Vaticano I (1869-1870) y concilio Vaticano II (1962-1965).

Incluso el Papa Pablo VI sintió la necesidad de recordar la doctrina de la Iglesia sobre esta materia, en la audiencia general del 15 de noviembre de 1972:

El mal no es ya solo una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa.

Quien rehúsa reconocer su existencia, se sale del marco de la enseñanza bíblica y eclesiástica; como se sale también quien hace de ella un principio autónomo, algo que no tiene su origen, como toda criatura, en Dios.

O quien la explica como una pseudos realidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias” (L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de noviembre de 1972, p. 3).

El Papa Juan Pablo II, en el ciclo de catequesis sobre la creación (9 y 30 de Junio, y 13 de Agosto de 1986) afirma la misma doctrina.

pintura hablar en lenguas

   

LA ORACIÓN DE LIBERACIÓN

Se hace necesario hacer una distinción fundamental entre la oración de liberación de la oración de exorcismo, la cual amerita un capítulo adicional que no se trata en el presente artículo.

Lo que si podemos precisar es que la oración de exorcismo se hace en el nombre de Cristo, pero dirigida a uno o varios espíritus malignos con el fin de liberar a la persona poseída.

Este tipo de oración debe ser realizada por un sacerdote piadoso, docto, prudente y con integridad de vida, con licencia peculiar y expresa del Obispo diocesano (Canon 1172 del Código de derecho canónico).

Este tipo de oración de exorcismo se dirige básicamente en los casos de posesión maligna, que como hemos anotado son raros.

Antes de profundizar en la oración de liberación y en el ejercicio del carisma de liberación, es importante partir de la necesidad de conformar un ministerio de liberación que realice este tipo de oración.

El cual debe ser conformado, en lo posible, por varias personas con carismas complementarios y que vivan una comunión profunda en el Espíritu del Señor.

Y bajo la asesoría de un sacerdote o en el mejor de los casos contando con su presencia.

En dicho ministerio se recomienda encarecidamente la vivencia de tres fases, sin que se relativice ninguna, a saber: Acogida, oración y acompañamiento.

paloma y gente rezando

   

PRIMERA FASE: LA ACOGIDA

El ministerio de liberación descansa fundamentalmente sobre una “espiritualidad de misericordia”, en donde una persona que cree estar atormentada por el maligno, debe poder sentirse acogida, sin ser juzgada.

El ministerio de liberación comienza por tomar los medios concretos para acoger a las personas atormentadas, con una mirada cristiana de compasión.

La calidad de la acogida favorece la escucha de la persona, para que esta tenga confianza en el ministerio para aceptar los consejos propuestos por estos y facilitará el discernimiento.

Se deben realizar preguntas claves que ayuden a tener un buen discernimiento, como por ejemplo cuando comenzó la aparición de los desordenes, si hay en la familia signos de un desorden del mismo género, estos desordenes se agravan por un contexto espiritual cristiano, etc.

La búsqueda del comportamiento del riesgo alienante es primordial. Para ello debe darse convergencia de criterios entre los miembros del equipo para llegar así al discernimiento final.

Debe darse igualmente una preparación de las personas que van a orar y de la persona sobre la cual se va a orar.

No sobra decirlo que los miembros del ministerio deben prepararse con oración y ayuno.

Es necesario tomar muy en serio la oración en la liberación y es por ello que se le debe dar una importancia especial a la oración en el grupo antes de orar.

En cuanto a la preparación de la persona sobre la que se va a orar, esta debe manifestar su decisión para poner en orden su vida, acompañada de un arrepentimiento serio de sus pecados y el perdón recibido a través del sacramento de la reconciliación.

Otro paso de gran importancia es entregar su vida al señorío de Cristo. Se ha de pedir con total confianza que el Señor revista a todos de su amor y de su compasión.

Se puede iniciar la preparación por un acto colectivo de arrepentimiento de cuantos intervienen.

No se hace la oración de liberación forzosamente porque se de una causa espiritual.
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No debemos precipitarnos.
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Detrás de la liberación hay siempre una llamada a la conversión, a esta es para la que hay que preparar a la persona.

Todos los autores están de acuerdo en señalar la importancia capital que tiene el hecho de reclamar sobre sí, en fe profunda la sangre de Cristo.

Es pedir sobre el ministerio y sobre la persona por quien se está orando, la protección de Dios recurriendo a la súplica de nuestra participación en la aspersión de la sangre de Cristo (1 Pe 1,2; Ef 1,7).

Semejante precaución espiritual vivida en la confianza en el amor infinito del sacrificio de amor ofrecido por Jesucristo en la cruz por la liberación de los pecados de todos los hombres, tiene en cuenta el riesgo de contagio o de daños espirituales que pueden sufrir los que afrontan dicha oración de liberación.

Se busca con ello vivir ese tiempo fuerte de oración, con una fe purificada y confiada, dispuesta para afrontar este combate espiritual.

Es de anotar que nunca se debe hacer una oración de liberación en público, ni siquiera en situaciones de sorpresa (manifestaciones repentinas a causa de una asamblea, por ejemplo).

Conviene por el contrario, buscar ante todo la discreción y poder disponer de un lugar retirado para orar, al abrigo de las miradas exteriores.

Evitar la oración en público no significa practicarla solo, sino con motivo de una reunión de los miembros del equipo ministerial.

Antes de comenzar la oración de liberación propiamente dicha, se requiere de una persona encargada de dirigir la sesión, la cual ejercerá su carisma de liberación expresando autoridad sobre los espíritus malos.

Esta persona a su vez, debe exponer claramente el papel de cada uno de los miembros del equipo, y debe ser la responsable de todas las decisiones.

Le corresponde hacer ver a la persona por quien se ora que es necesaria su colaboración y apertura en aras de un buen discernimiento.

Debe cuidar además de mantener un clima libre de tensiones en donde la comunicación sea normal, orando con todo fervor y confianza, actuando con humildad y sencillez, pero llena de fortaleza.

Nunca se pondera suficientemente la estricta confidencia que debe haber entre cuantos participan en el ministerio.

Puede presentarse el caso que una persona no quiera arrepentirse o perdonar, se hace necesario, por tanto, que el que dirige la sesión de liberación invita que se ore por la persona para que Dios le conceda la gracia de la contrición y de perdonar sinceramente.

Sin esto no se debe continuar. Es realmente necesario que la persona termine esta primera etapa entregando su vida a Dios y reconociendo a Jesús como su Señor y Salvador.

hombre con una cruz

   

SEGUNDA FASE A: LA ORACIÓN DE LIBERACIÓN

Esta segunda etapa procede del discernimiento final y no puede hacerse sin él. Pasar demasiado rápido a la oración de exorcismo sin tomar los medios de un discernimiento justo es un riesgo para la salud de la persona afectada.

Es conveniente comenzar con una alabanza y una acción de gracias. Pedir al Señor protección para todas y cada una de las personas que intervienen en la liberación es algo que nunca debe omitirse.

Para ello se puede invocar el poder protector de la sangre de Cristo.

Otro aspecto importante en la oración de liberación tiene que ver con la oración en la que se atan los espíritus, con el objeto de paralizar toda asistencia diabólica.

Esta oración busca no solo suprimir las manifestaciones que descentren a las personas de Jesús, impidiendo todo daño al sujeto de la liberación y a las personas que intervienen.
.
Sino también el que susciten temor, confusión o agitación de cualquier clase.

Esto además, ayudará a identificar las áreas que necesitan sanación interior y aún los aspectos y personas sobre los que debe recaer el perdón.

Se debe tener también en cuenta la renuncia al pecado en conexión con la infestación demoníaca.

Es muy aconsejable haber recibido previamente el sacramento de la Reconciliación, el cual conviene hacerlo antes de comenzar el proceso de liberación.

Si hubiera habido algún tipo de pacto, no se pase a otra etapa sin previa retractación, la cual debe hacerse de manera formal y expresa.

Igualmente la sanación de las heridas profundas es el punto focal del proceso de liberación.

Comúnmente es necesario llegar a la raíz de la causa que crea la dificultad y orar por su sanación.

En cuanto a la oración de liberación como tal no es necesario usar una misma y única fórmula.

Uno de los modelos nos lo ofrece Philippe Madre en su libro Curación y Exorcismo:

Yo te ordeno en nombre de Jesucristo y en la fe de la Iglesia, a ti espíritu de…… cesar inmediatamente toda influencia maligna sobre el alma o el cuerpo de X. Sé que no soy nadie para ordenarte esto, pero a través de mi debilidad la fuerza del Señor manifiesta todo su dominio.

Apoyándome en las promesas de Jesús, las cuales tu sabes son verdaderas, ya que Él mismo es la verdad, te ordeno pues, a ti, espíritu de…. desaparecer definitivamente de la vida y de la historia de X, sin hacerle ningún daño y sin que te atrevas a volver.

Tu sabes en este momento que X ha elegido la luz y que renuncia a toda mentira, a toda seducción, a toda voluntad de poder, a toda complicidad con el maligno.

Te ordeno cesar toda influencia nefasta o destructiva en su cuerpo y en su alma. Ahora mismo debes alejarte y no volver nunca más.

Ahora mismo Jesús, el Hijo único de Dios, te arroja por su muerte y su resurrección, de la existencia de X. Tenías a X prisionero a causa de… (aquí se pueden citar los comportamientos de riesgo alienante pasados de X), pero la misericordia del Señor lo ha visitado en el seno mismo de estos acontecimientos y tú debes renunciar a esta opresión, (o a esta obsesión).

Yo te lo ordeno por la autoridad misma del hijo de Dios, que te ha vencido en el leño de la cruz.

A petición de María, la Virgen purísima, yo te lo ordeno.

A petición de san José, terror de los demonios, yo te lo ordeno.

A petición de san Miguel Arcángel, yo te lo ordeno.

A petición del Ángel de la guarda de X, yo te lo ordeno.

A petición de…. (aquí se pueden citar varios santos o santas conocidas en el ministerio.

Lo que cuenta no es, claro está, la cantidad de nombres de bienaventurados invocados, sino la familiaridad espiritual auténtica que uno pueda vivir con uno u otro)”.

Es importante notar la diferencia fundamental que existe entre una oración de curación y una oración de liberación.

Mientras que la primera se dirige a Dios, la segunda se dirige al demonio opresor.
.
Mientras que la oración de curación es, ordinariamente, una oración de petición.
.
La de liberación es un “mandato” a satanás, puesto que se trata de un enfrentamiento con él, en el nombre de Jesús.

Por tanto, el que hace la oración de liberación, tiene que estar de algún modo, investido de la autoridad de Jesucristo.

Esta fase suele terminar cuando hay cierta percepción espiritual de que el espíritu realmente ha dejado de influenciar la persona, la cual, ordinariamente siente que la paz la invade o que no hay ya perturbación en su interior, que incluso se refleja exteriormente.

Se pide igualmente la protección del Señor sobre todos, especialmente sobre el sujeto liberado.

Se clama un nuevo derramamiento del Espíritu, los dones que especialmente necesita la persona; se pide por las necesidades del equipo de liberación.

Lo ideal sería que recibiera muy pronto la Eucaristía y que la frecuentara en adelante.

La oración de sanación interior tiene un puesto insustituible después de haber sido liberada.

Se debe hacer con intensidad, amor y paz, empleando el tiempo que fuere conveniente.

La alabanza, la acción de gracias a Dios por su actuación clausurará esta clara, frecuentemente ardua y prolongada sesión.

   

SEGUNDA FASE B: LA ORACIÓN DE SANACIÓN INTERIOR

La oración de sanación interior debe conceptualizarse como un complemento de la oración de liberación; hay una sinergia entre ellas que las hace necesarias en muchos casos.

Esta oración trata de sanar enfermedades interiores, como sufrimientos, conflictos, cólera, miedo, tristeza, etc.

Que son debidos a heridas que hemos ido acumulando en nuestra vida.

Son trastornos que han afectado la psiquis en la parte afectiva, emocional y de los recuerdos.

Y que afectan y condicionan la vida espiritual y física de la persona.

Incluso influencian sus comportamientos y modos de pensar de manera negativa.

Esto comienza con el discernimiento del grupo de oración sobre la persona que están tratando, sobre la que están orando.

No se trata de una psicoterapia sino de pedir la intercesión de Jesús para la iluminación y para la sanación.

Pero las heridas y los dolores de la persona sobre la que se está orando que se revelen, deben usarse con mucho discernimiento, porque se está tocando resortes delicados de la vida de la persona.

Hay que pensar qué la persona por la que se está orando está como atada y hay que desatarla de los condicionamientos que tiene.

Y no se trata de liberación de las influencias del maligno, eso se materializará mediante oraciones de liberación como vimos antes.

Por eso mismo es útil, durante este proceso de sanación interior, realizar oraciones de liberación, si el discernimiento lleva a pensar que hay una actividad del maligno que está impidiendo la sanación de los traumas.

Estas oraciones requieren una cierta repetición para obtener beneficios.

Además de la colaboración activa de la persona por la quién se ora y el compromiso del grupo de oración para sostener esta actividad.

Estas dos cosas debieran estar apuntaladas por la frecuencia en los sacramentos, la meditación de la palabra de Dios, realizar obras de caridad y recurrir a la dirección de un director espiritual, lo mismo que en cualquier oración de intercesión.

grupo de oracion de jovenes

   

TERCERA FASE: EL ACOMPAÑAMIENTO

Un ministerio de liberación, no puede ignorar la importancia de esta fase. Incluso algunos autores aconsejan no hacer oración de liberación a menos que se tenga resuelto este aspecto, para ellos fundamental.

Se trata de reconstruir y reafirmar la vida de la persona liberada en las áreas en que había sido infestada y que han quedado libres de la influencia maligna por la gracia del Señor a través de la oración de liberación.

Se busca además proteger a la persona para que no vuelva a caer en los pecados o en las situaciones en las que puede volver a ser infestado por el espíritu del mal.

En primer lugar hablamos del acompañamiento espiritual, dirigido a las necesidades de conversión y de fortificación espiritual después de la liberación, el cual puede ser practicado por un miembro del equipo ministerial que vivió la primera fase con el sujeto.

En este tipo de acompañamiento el sacerdote juega un papel primordial, particularmente en la perspectiva del sacramento de la reconciliación.

Todos los comportamientos de riesgo alienante pertenecen al orden del pecado y la persona liberada puede tomar conciencia de ello muy rápidamente y se sentirá motivada por tanto a celebrar el sacramento de la reconciliación.

La conversión auténtica se verifica en los actos y en las elecciones nuevas, de perspectiva cristiana, que el sujeto llevará a cabo y que transformarán efectivamente su existencia.

En los casos de exorcismo, obsesión u opresión no conviene cantar victoria muy rápidamente, pues después de la oración de liberación la persona se puede sentir sola y tiene muchas posibilidades de recaer en el futuro próximo.

En segundo lugar hacemos referencia al acompañamiento en la sanación interior, el cual se le llama a veces la “convalecencia interior”.

Es un aspecto posible de la actividad del ministerio de liberación, quitando zonas de anestesia interior que volvían insensibles algunas heridas del pasado, pero que aún no estaban curadas.

Estas heridas seguían “sangrando” en el alma, y por lo tanto, generaban cierto sufrimiento profundo.

Será entonces la mirada de Jesús la que visite con una gran bondad y compasión inmensa, todo este pasado personal, sin ser jamás un acusador. A la luz de esta mirada, el hombre se descubrirá amado, perdonado y dejara que el amor lo sane.

Es bueno recordar que el motor primordial de un auténtico camino de sanación interior es el perdón y este entendido en el movimiento de ser perdonado y de perdonarse.

Ser perdonado ante todo por Dios o por una persona a la que se le causo algún mal y perdonarse a sí mismo ya que no hay peor juez acusador que nosotros mismos.

La persona finalmente se descubrirá locamente amada por el Señor y podrá exclamar con san Pablo: “Me ha amado tanto”.

Hay que pedir a la persona liberada romper con los modos habituales de conducirse que la han llevado a la infestación.

Por eso, es precisa cierta disciplina espiritual de acuerdo con la situación anterior de la persona, la cual debe comenzar a tener actitudes de oración regular, acompañada de la lectura regular de la Sagrada Escritura, la vida sacramental, especialmente la Eucaristía, sin dejar de acudir con frecuencia al sacramento de la reconciliación.

Se le ha de aconsejar, y en cierto modo, es el recurso más valioso, porque abarca los anteriores o va llevando a ellos, el que se integre a un buen grupo de oración.

Allí encontrará la ayuda fraternal de sus hermanos que le acogen con amor sincero y que oran por él para que se fortalezca y crezca.

Por: P. José Camilo Arbeláez M. y Fray Alejandro R. Ferreirós OFM Conv

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Que son los Carismas y Dones del Espíritu Santo

Los Dones y Carismas son regalos de Dios.

Que nos permiten seguirlo y actuar en el mundo por su cuenta y a su servicio.

Tanto en la vida diaria como en ocasiones extraordinarias.

caliz con paloma

Mientras que los dones son algo permanente que los obtenemos con el bautismo y otros sacramentos, los carismas son concesiones extraordinarias.
.
Que nos permiten actuar con un poder sobrenatural en un área determinada.

Leer especialmente:

El Carisma de Liberación: cómo los Laicos pueden hacer Liberaciones del Mal

¿Quieres saber qué Es y qué Importancia tiene el Carisma de Ciencia que entrega el Espíritu Santo?

Definiendo los Carismas de Revelación

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Diferencia entre Profecía, palabra de Conocimiento y palabra de Sabiduría

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Criterios para el Discernimiento

Etimológicamente la palabra carisma viene del griego charis, que significa gracia o don gratuito.

El Concilio Vaticano II insistió en que estamos llamados a la santidad, pero no por la fuerza de la voluntad sino por el poder del Espíritu Santo.

Este Espíritu nos hace regalos que perfeccionan la fe, la esperanza y el amor desde un punto de vista sobrenatural.

Algunos de ellos son regalados en el bautismo y en la confirmación, pero otros son regalados por el Espíritu Santo según su propia discrecionalidad.

El Espíritu Santo distribuye estas gracias entre los fieles de todo rango.

La Lumen Gentium del Vaticano II dice que,

“Deben recibirse con agradecimiento y consuelo, ya que son sumamente adecuados y útiles para las necesidades de la Iglesia”.

Y sigue diciendo que,

El papel de los ordenados es discernir, pastorear y coordinar los carismas de los laicos para que maduren y trabajen juntos para la mayor gloria de Dios”.

Estos carismas son poderosas herramientas para nuestra misión de testigos de Cristo en el mundo.

No son para la santificación personal, sino para construir el cuerpo de Cristo y se utilizarán para servir a los otros.

Nadie tiene todos los carismas que puede entregar el Espíritu Santo, porque nos necesitamos unos a los otros, como sucede con los órganos del cuerpo, que no pueden funcionar unos sin otros.

Debe tenerse claro que un carisma no es una habilidad natural desarrollada, sino un don sobrenatural.

Que permite hacer lo humanamente imposible o elevar un don natural a un nivel sobrenatural.

Esto implica que Dios está operando a través de ti cada vez que estás utilizando un carisma.

No son algo que uno posea su control, sino que el control lo tiene el Espíritu Santo, que los hace actuar cuando se necesitan.

Y por otro lado, cuanto más te entregues a Dios, mejor y más frecuentemente actuarán los carismas.

En definitiva los carismas son signos que dan testimonio del evangelio y gloria a Dios.

Porque revelan su amor y poder trabajando en el mundo.

Y como cristianos cada uno tiene el deber de ejercer los carismas del Espíritu Santo en un espíritu de orden y de unidad, uniendo y construyendo la Iglesia.

 

QUE SON LOS CARISMAS

Los carismas son dones extraordinarios concedidos por DIOS (y la Divina Trinidad).
.
Pero especialmente por el Espíritu Santo.
.
Que se encuentran en todo tiempo y lugar.

No son requisitos para la salvación personal.

No es más santo el que tenga mayores carismas, y no se reciben por el bautismo ni por ningún otro sacramento.

 “Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de actividades, pero es el mismo Dios que actúa en todas ellas” (1Co 12, 4-6).

    

PARA QUÉ SON LOS CARISMAS

El Espíritu Santo los concede a quien Él quiere dentro y fuera de la iglesia.
.
Con lo que lo capacita y dispone para asumir alguna/s obras y funciones.

Pero los concede de forma incomparable dentro de la Iglesia, por los méritos de Cristo, para el bien común, y para la renovación y construcción de la iglesia.

“En cada uno el Espíritu revela su presencia con un don que también es un servicio”.

    

CÓMO FUNCIONAN

Son gracias que pueden ser desde transitorias a mas o menos constantes.
.
El Espíritu Santo los da y los quita según su beneplácito.
.
Por eso se debe discernir cada expresión de apariencia carismática si proviene de DIOS, del hombre o del maligno.

Los carismas brotan con formas nuevas según las necesidades de la iglesia.

Se pueden pedir al Espíritu Santo para servir a la iglesia.

Y su desarrollo o manifestación puede ser explosiva o en un proceso de discernimiento.

También apoyado por agentes externos como grupo de pares, grupos de oración, asesores espirituales, etc., o en forma íntima y personal dependiendo del estado del receptor.

Se aconseja la oración y la invocación al Espíritu Santo para su uso adecuado, y deben ser ejercidos con caridad y evitar los excesos.

Definicion de los Carismas

    

CUALES SON LOS CARISMAS

San Pablo enumeró una serie de carismas en la Biblia pero hay consenso entre los estudiosos que existen más carismas.

Debemos tener en cuenta también que no podremos concluir un listado completo de carismas.

Ni en el Catecismo de la Iglesia Católica ni en Lumen Gentium del Concilio Vaticano II hay listados exhaustivos de carismas.

Según el padre Miguel Angel Fuentes: San Pablo nos ha ofrecido varias clasificaciones de carismas.  Evidentemente, no quieren ser exhaustivas.

Es empeño inútil e imposible tratar de hacer un esquema rígido dentro del cual cupiese toda la infinita dinámica del Espíritu.

Según el padre Emiliano Tardiff, tan sólo en sus epístolas, San Pablo menciona un total de veinte.
.
Podemos subdividirlos en tres categorías según el género de utilidad que procuran:

1 – referentes a la instrucción de los fieles: el carisma de apóstol, de profeta, de doctor, de evangelista y de exhortador, la palabra de sabiduría, la palabra de ciencia, el discernimiento de espíritus, el don de lenguas, el don de interpretar las lenguas.

2 – relacionados con el alivio de los fieles: el carisma de limosna, de la hospitalidad, el don de asistencia, el de la fe, las gracias de curaciones, el poder de milagros.

3 – relacionados con el gobierno de la comunidad:el carisma de pastor, el de aquel que preside, los dones de ministerio (diakonía), los dones de gobierno.

Hay muchos más carismas, como son por ejemplo, el carisma de la vida religiosa, el carisma de la infalibilidad del Sumo Pontífice”.

En el portal católico EWTN encontramos el siguiente listado de carismas a partir del referente bíblico:

a) Carismas de “apostolado”, “enseñanza”, “gobierno”.
. Apóstoles: lCo 12,28; Ef 4,11.
. Profetas: lCo 12,28; Ef 4,11.
. Pastores: Ef 4,]1; Hch 20,28.
. Maestros: ICo 12,28; Rm 12,7; Ef 4,11.
. Evangelistas: Ef 4,11; Hch 21,8.
. Epíscopos, presbíteros, diáconos: Hch 14,23; 15,2: 20,17.28; Flp 1,1; Tito 1,5.
. Diaconías diferentes: Hch 6,1-6; Rm 12,7; Ef 4,12; IP 4,11.

b) Carismas de conocimiento y de palabra.
. Palabra de profecía: ICo 12,10: Rm 12,6.
. Palabra de sabiduría: I Co 12,8.
. Palabra de conocimiento ( ciencia ): I Co 12,8.
. Revelaciones: lCo 14,26.
. Penetración de misterios: lCo 13,2.
. Visiones: Hch 2,17; 9,3,17.
. Discernimiento: I Co 12,10; 14,29.
. Xenoglosia: Hch 2,6.11: Mc 16,17.
. Lenguas ( glosolalia ): I Co 12,10.29: Hch 10,46; 19,6.
. Interpretación de lenguas: lCo 12.10.30.

c) Carismas de servicio.
. Funciones administrativas: 1 Co 12.28.
. Presidir: Rm 12,8.
. Asistencia en las necesidades: lCo 12,28.
. Exhortar: Rm 12,8.
. Obras de misericordia: Rm 12,8.
. Distribución de los propios bienes: lCo 13,3.
. Entrega de la propia vida: lCo 13,3.

d) Carismas de poder.
. Fe: Hch 14,9; lCo 12,9.
. Curaciones: Mc 16,18; lCo 12,9.28.
. Obras de poder: Hch 4,30; lCo 12,10.28.
. Exorcismos: Mc 16,17.

e) Carismas de estado de vida.
. Matrimonio: l Co 7,7.
. Celibato, virginidad, soltería consagrada: lCo 7, 7.34.

 Pero también hay otras categorías de regalos.

   

DONES, FRUTOS, VIRTUDES

Los dones del Espíritu Santo son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir las inspiraciones divinas.
.
Los que luego fructificaran en conductas, que son los FRUTOS.

Las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo se adquieren en el Bautismo; la Confirmación fortalece en el alma estos dones…

dones 

    

DONES

La vida moral de los cristianos está sostenida por los Dones del Espíritu Santo.
.
Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil, para seguir los impulsos del Espíritu Santo.

Los siete son:

TEMOR DE DIOS: que nos hace vivir en su presencia.
INTELIGENCIA: que nos dá a conocer su verdad.
SABIDURÍA:que nos hace ver el sentido de las cosas.
PRUDENCIA:que nos descubre los caminos rectos.
JUSTICIA: que busca la rectitud en todo.
VALENTÍA:para atreverse a hacer las cosas y realizarlas.
MODESTIA: que hace respetar a Dios y mantener las cosas en su justo lugar.

       

VIRTUDES TEOLOGALES

Las virtudes teologales disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad.
.
Tienen como origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe, esperado y amado por Él mismo.

Las Virtudes Teologales son:

FE: creemos en Dios y creemos todo lo que El nos ha revelado y que la Santa Iglesia nos propone como objeto de fe.
ESPERANZA: deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla.
CARIDAD: amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Es el ‘vínculo de la perfección’ (Col 3, 14) y la forma de todas las virtudes.


    

LOS FRUTOS

Los Frutos del Espíritu Santo son perfecciones que Él forma en nosotros como primicias de la Gloria Eterna.

Los Frutos del Espíritu Santo son doce:

CARIDAD: El acto de amor de Dios y del prójimo.
GOZO ESPIRITUAL: El que nace del amor divino y bien de nuestros prójimos.
PAZ: Una tranquilidad de ánimo, que perfecciona este gozo.
PACIENCIA: Sufrimiento sin inquietud en las cosas adversas.
LONGANIMIDAD: Firmeza del ánimo en sufrir, esperando los bienes eternos.
BONDAD: Dulzura y rectitud del ánimo.
BENIGNIDAD: Ser suave y liberal, sin afectación ni desabrimiento.
MANSEDUMBRE: Refrenar la ira, y tener dulzura en el trato y condición.
FE: Exacta fidelidad en cumplir lo prometido.
MODESTIA: La que modera, regula en el hombre sus acciones y palabras.
CONTINENCIA: La que modera los deleites de los sentidos.
CASTIDAD: La que refrena los deleites impuros.

   

LAS VIRTUDES CARDINALES

Una Virtud es una propensión, facilidad y prontitud para conocer y obrar el bien.

Se llaman Cardinales las que son el principio y el fundamento de las demás virtudes.

Las cuatro virtudes cardinales son:

PRUDENCIA: Nos hace conocer y practicar los medios mas conducentes para obrar el bien.
JUSTICIA: Hace que demos a cada uno lo suyo y lo que le corresponde.
FORTALEZA: Nos da valor para amar y servir a Dios con fidelidad.
TEMPLANZA: Hace que frenemos las pasiones bajas . Hace que frenemos las pasiones bajas

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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El Impresionante Don de Leer los Corazones y las Almas

Hay personas que tienen el don o carisma sobrenatural de Dios de leer en el corazón y la conciencia de un individuo.

Este don de leer en las almas a menudo se ha dado a los sacerdotes para que puedan guiar mejor a los penitentes en la confesión.

Algunos de los sacerdotes famosos con el don de la lectura de las almas son San Padre Pío, San Juan María Vianney, San Antonio de Padua, San Juan Bosco, San Felipe Neri, San Francisco de Paola, San José de Cupertino, San Pablo de la Cruz San Gerardo Majella, para nombrar sólo algunos.

También ha habido místicos con ese don que no han sido sacerdotes, como Santa Catalina de Siena (d 1380), Santa Liduwina de Schiedam, la Beata Alejandrina da Costa, la Sierva de Dios Martha Robin, la mística americana Marie-Rose Ferron (de 1936) por nombrar sólo algunos.

En algunos casos también se asociaba con la capacidad de ver el futuro.

Estos que pueden ver los corazones de otros, tienen lo que se llama carisma de ciencia o conocimiento.

El carisma de conocimiento o de ciencia es una revelación o información, dada a una persona, que no podría haber sido conocida por cualquier medio natural. 

Sólo Dios podría haberle permitido conocer eso.

Como por ejemplo conocer los secretos del corazón de otra persona.

Podría ser una revelación que muestra:

que sucedió con esa persona en algún momento del pasado,

-o que revele sus pensamientos secretos,

-o la intención de una persona,

-o simplemente el diagnóstico de Dios sobre la persona, incluido su futuro. 

Aquellos con el don del conocimiento entienden las cosas profundas de Dios y pueden ver una situación o a una persona tal como Dios la ve. 

Veamos los dos casos más conocidos de confesores con este carisma: San Juan María Vianney y el Padre Pío.

   

EL DON DE SAN JUAN MARIA VIANNEY

Quizás uno de los ejemplos más grandes y más documentado del don de leer en las almas se puede en San Juan Vianney (1786-1859).

Era un sacerdote muy celoso que pasó toda su vida en la conversión de los pecadores.

Pasaba literalmente de 16 a 18 horas al día en el confesionario, y gente de toda Francia y del extranjero hacía peregrinaciones a Ars para visitar la “Santo Cura”, y confesarse.

El Padre Vianney solía pronunciar una frase simple pero terrible en los labios de quien lee el futuro:

“¡Amigo mío! se breve pero era elocuente”.

Veamos tres casos.

   

PRIMER CASO DE SAN JUAN MARÍA VIANNEY

En 1833, Marguerite Humbert, de Ecully, hizo una visita -la primera en quince años- a su primo Juan MaríaVianney.

Había pedido a las hijas de la Providencia que la trataran bien, porque había hecho buen cuidado de él durante el tiempo de sus estudios.

“Ahora, antes de marcharnos”, dice Marguerite, “volví a la iglesia, y me pregunté si debía ir a confesarme con mi primo.

En ese mismo momento alguien vino a decirme que me estaba esperando.

Muy sorprendida porque no podía verme por donde yo estaba…

Dejé Ars llena de un gran gozo interior”.

 

SEGUNDO CASO DE SAN JUAN MARÍA VIANNEY

Un día el santo Cura de Ars estaba escuchando confesiones en la sacristía.

De repente apareció en el umbral y, dirigiéndose a M. Oriol, le dijo:

Amigo mío, pídele a la señora que está en la parte trasera de la iglesia que venga a mí”.

Pero no encontró a la señora en el lugar al que me había dirigido, así que volví y le dije.

Y me contestó:

Ve rápido; ella está delante de una casa así y así.

Corrí y alcancé a la señora, que se marchaba, gravemente decepcionada, porque no podía esperar más”

Era una mujer pobre, cuya timidez evidentemente le había hecho perder su turno de confesión dos o tres veces seguidas.

Había estado en Ars ocho días sin lograr ver el Santo Cura.

Y por último, el santo mismo la llamó; más que eso, la fue a buscar, y la condujo a través de la multitud a la capilla de San Juan Bautista.

El Santo sabía por experiencia personal que la gracia tiene sus momentos, y que puede pasar sin volver.

A partir de entonces, en ocasiones, literalmente capturaba almas al vuelo.

   

TERCER CASO DE SAN JUAN MARÍA VIANNEY

En el año 1853, una alegre banda de jóvenes salió de Lyon para ir en peregrinación a Ars.

Eran buenos cristianos; todos excepto uno, un anciano que se había unido al grupo, sólo para complacer a los jóvenes.

Llegaron a la aldea a eso de las tres de la tarde.

Vayan a la iglesia, si quieren – dijo el incrédulo al salir del carruaje; en cuanto a mí, ordenaré la cena.”

Caminó unos metros y luego se detuvo.

No, pensándolo bien, iré con ustedes – dijo -, porque no deberías ser tan largo”.

Así que toda la banda entró en la iglesia.

En ese mismo momento, el P. Juan Vianney, el cura de Ars, salió de la sacristía y entró en el presbiterio.

Se arrodilló, se puso de pie y se dio la vuelta; sus ojos buscaban a alguien en dirección a la fuente de agua bendita, y finalmente le indicó a alguien que subiera.

“Es a ti a quien quiere”, dijeron los jóvenes al incrédulo asombrado.

Así que caminó, obviamente sintiéndose muy avergonzado.

Los jóvenes se quedaron riendo interiormente, porque comprendieron que el pájaro había sido atrapado.

El Cura le estrechó la mano diciendo:

“¿Hace mucho tiempo que no confesabas?”

“Mi buen Cura, creo que como treinta años”.

“¿Treinta años, amigo mío? Solo piensa… Son treinta y tres años; tú estabas en ese lugar…”

Tienes razón, señor cura.”

“Ah, bueno, así que vamos a confesarnos ahora, ¿verdad?”

El anciano confesó porque estaba tan desconcertado por la invitación que no se atrevió a decir no, pero añadió:

“Inmediatamente experimenté una sensación de comodidad indefinible”.

La confesión tardó veinte minutos, y se convirtió en un hombre nuevo.

   

EL DON DE SAN PADRE PÍO

Debido a su popularidad como confesor extraordinario, a menudo pasaba hasta 18 horas al día en el confesionario.

Y de hecho se hizo necesario implementar un sistema de reserva de boletos, para confesarse con el Padre Pío.

Dependiendo de la estación del año la espera para la confesión con el Padre Pio era de 3 días en los meses de invierno, a más de una semana en los meses de verano.

En 1967 el Padre Pío escuchó confesión de unas 15.000 mujeres y 10.000 hombres: un promedio de 70 personas por día.

   

PRIMER CASO DEL PADRE PÍO

Comenzamos con la historia de un joven de una ciudad del norte de Italia que estaba pasando por un período de crisis religiosa.

Él fue a una conferencia dada por un sacerdote del monasterio del Padre Pio llamado Fr. Mariano Paladino.

El joven se sintió inspirado a confiar en él y le contó algunas de sus dudas y luchas espirituales.

El sacerdote, después de escucharlo, le hizo una propuesta:

“¿Por qué no bajas a San Giovanni Rotondo para hablar con el Padre Pío?”.

El aceptó y poco después de llegar a San Giovanni Rotondo decidió ir a la confesión.

Entró en el confesionario y antes de que abriera la boca Padre Pio le dijo:

“Responde sí o no a las preguntas que te hago”.

Entonces el Padre comenzó un examen de conciencia casi increíble.

“¿Has hecho …”, preguntaba el Santo Confesor nombrando un pecado en particular.

Desde el principio de esta letanía, si el joven quería decir algo distinto de si o no el Padre repetía:

“Por favor responde sólo sí o no” y continuaba el examen.

El Padre le dio una lista precisa de los pecados a los que el joven, desafortunadamente, tuvo que contestar sólo “sí” a cada pregunta.

Su cabeza estaba confundida preguntándose cómo el Padre Pío podría conocer todas estas cosas íntimas y faltas de él.

Al finalizar el examen de su conciencia (o, mejor dicho, la revelación de la conciencia), el Padre dijo:

“Hijo mío, con todos estos malos pecados no puedo darte ahora la absolución”.

El penitente se fue muy entristecido por sus pecados, y lleno de arrepentimiento lloró durante tres días.

Pero durante este tiempo el Padre no lo abandonó.

Al día siguiente, después de la Santa Misa, el Santo pasó junto a él, y de repente el joven olfateó una ola de perfume, como un ramo de flores.

No podía entender por qué, pero al notar que el Padre Pío acababa de afeitarse la tonsura, pensó¡este fraile debe haber estado con los peluqueros y, al hacerlo, deben haberlo cubierto de crema de afeitado con aroma!

Más tarde se le reveló que la bella fragancia floral que percibía en ese preciso momento era en realidad la que emanaba de las heridas de los estigmas de Padre Pio.

Después, regresó a su hotel y mientras estaba encerrado en sus pensamientos y mirando una pared, de repente vio en la pared una foto del Padre Pío.

Parecía que el Padre lo miraba directamente.

Y estaba tan impresionado por su penetrante mirada que se sintió obligado a cerrar los ojos.

Cuando volvió a abrirlos, la foto había desaparecido.

Estaba muy sorprendido y quiso saber qué le había sucedido en aquel intenso momento.

Se acercó y preguntó al guardián del hotel:

“¿Dónde está la foto que estaba en la pared?”

El encargado del hotel respondió:

“¿Qué foto? Nunca ha habido una foto en la pared de allí”.

El joven entonces comprendió que el Padre estaba cerca de él en este momento difícil de su vida.

Se fue a casa sintiéndose más tranquilo y más en paz.

Después de un período de reflexión volvió a San Giovanni Rotondo.

Una vez más confesó al Padre y para la sorpresa de muchos de repente hizo una elección radical: abrazar la vida religiosa y hacerse sacerdote.

Esta historia fue revelada por el hombre, ahora sacerdote, en diciembre de 1999, que por humildad  pidió permanecer anónimo.

   

SEGUNDO CASO DEL PADRE PÍO

Francesco Cavicchi y su esposa visitaron al Padre Pío en junio de 1967.

Se había confesado tres días antes, pero quería confesarlo al Padre Pío de todos modos.

La regla era por lo menos siete días de espera.

Se puso en fila y cuando su turno se acercaba, se agitó.

Pero el Padre Pío, llamándolo desde la línea, dijo:

“Ven adelante, hijo mío, te he estado esperando por mucho tiempo”.

Comenzó la confesión preguntando:

“¿Cuántos días ha pasado desde la última confesión?”

Francesco dijo que no podía recordar.

El Padre Pío le contestó:

Tienes un recuerdo corto ¿no?, pero déjame preguntarte esto, ¿te acuerdas del bombardeo en Rimini, muchos años atrás?, ¿te acuerdas del refugio aéreo?, ¿te acuerdas del tranvía?

Y yo pidiéndote que retrocedas en el tiempo, ¡ni siquiera puedes recordar lo que hiciste hace menos de una semana!”

En ese momento, Francesco comenzó a recordar que en noviembre de 1943, cuando tenía 28 años, estaba montado en el tranvía con otras diez personas, entre ellas un monje de mediana edad.

Entonces las bombas comenzaron a caer.

Francesco tuvo dificultad para bajarse para llegar al refugio aéreo y pensó que estaba a punto de morir.

El monje le ayudó.

El monje capuchino, una vez en el refugio, comenzó a recitar el rosario e inspiró calma y confianza en todos.

Después de que las sirenas dieron la señal de que había pasado el peligro, el monje capuchino fue el primero en salir.

De repente Francesco recuerda:

“¿Eras tú el monje?”

“Bueno, ¿quién crees que fue?”

   

TERCER CASO DEL PADRE PÍO

Había una joven pobre que se ofreció a clasificar los elementos que fueron donados a la caridad.

Un día, entre otras cosas, había una buena pieza de tela que fue donada, y como ella era bastante pobre, decidió tomarla para hacerse un vestido.

Poco después pasó a confesarse con el Padre Pío.

Inmediatamente al comienzo del diálogo sacramental le dijo:

“¡Tienes manos sucias!”.

Ella no entendía a qué se refería el Padre y ella respondió:

“¡Pero padre, me las he lavado!”.

Y entonces el Padre Pío respondió:

¿Y qué hay del material que guardaste para ti?”

La joven estaba aturdida y se preguntó cómo podría haber sabido esto.

Ella respondió:

“¡Pero padre, fue de las cosas que fueron donadas para los pobres, y yo soy pobre!”

El Padre, queriendo que quedara claro, dijo:

“Sí, pero debiste haberlo pedido”.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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Cuáles son las Cosas que Debemos Aprender para Poder Aumentar Nuestra Fe

El clamor de los cristianos es “Señor aumenta nuestra fe”.

Es que sentimos que nuestra fe nunca alcanza, es frágil, escurridiza.

Y la fe es el elemento central de nuestra FE.

Es la forma o método de conocimiento que nos permite relacionarnos con Dios de una manera razonablemente permanente.

rezar con el corazon

No podemos encontrar a Dios a través de nuestros sentidos porque es alguien sobrenatural.
.
A lo sumo podemos concluir que ‘por acá pasó Dios’ cuando vemos la estela que deja.

Siendo tan central, entonces trataremos en este artículo de desmenuzar los diferentes conceptos de la fe, poniendo énfasis en el Carisma de Fe, que es algo poco considerado.

Empecemos por el Catecismo de la Iglesia Católica que dice que la fe es

Un acto personal, la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela.

Y por su revelación, el ‘Dios invisible habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor y mora con ellos para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su compañía’.

La respuesta adecuada a esta invitación es la fe.

Y dirá San Pablo en Hebreos 10:11 que

“la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”

Sin embargo existe la dificultad a través de nuestra idea preconcebida de que debemos sentir sensiblemente a Dios y a las cosas divinas.

Aunque sabemos especulativamente que Dios no se deja sentir, prácticamente sostenemos lo contrario.
.
Creemos que la verdadera historia de nuestra vida espiritual está formada por todas esas cosas que hemos experimentado sensiblemente.
.
Y nada es más erróneo.

 

LA VIDA ESPIRITUAL NO ES PERCIBIDA POR LOS SENTIDOS

¿Sentimos un sacramento produciendo su efecto adecuado?

¿Sentimos el aumento de la gracia en nuestra alma?

¿Sentimos la muerte del alma por el pecado y su resurrección por la absolución sacramental?

¿Sentimos la presencia real de Jesús en la Eucaristía?

Sin duda, hay momentos en que nuestro Señor se deja sentir sensiblemente.
.
Sin embargo, no es la gracia, precisamente lo que se siente, sino a menudo algo más que lo acompaña.

Por ejemplo, vamos a la confesión con un sacerdote parco que simplemente escucha nuestros pecados, da una penitencia y nos absuelve; y no sentimos nada.

Vamos al otro que nos entiende y dialoga con nosotros, que nos ayuda en nuestras búsquedas, que nos da consejos útiles.

Y sentimos esa paz refrescante que al levantarse, parece que somos otra persona.

¿Fue la gracia del sacramento lo que sentimos?

No. Fue la experiencia provechosa que tuvimos con el segundo sacerdote.

Sin duda también hay etapas en la vida espiritual en el que uno se da cuenta, al menos momentáneamente.
.
Pero ser consciente de una cosa y sentirlo sensiblemente, no son la misma cosa.
.
Tampoco es la vida espiritual toda una cosa de conciencia continua.

¡Hay tantas cosas, incluso los materiales, que no sentimos!

¿Sentimos la sangre que circula por las arterias?

¿Sentimos el misterioso funcionamiento del cerebro?

¿Nos damos cuenta de la maravilla por la cual la comida digerida es asimilada y transformada en nuestra propia sustancia?

¿Cuando éramos niños y jóvenes, nos sentimos el crecimiento de cada día?

Y si no nos sentimos estas cosas materiales, ¿cómo es que queremos sentir lo que es espiritual?

dibujo de hombre con ojos vendados arriba de una mano fe fondo

 

HAY QUE BUSCAR A DIOS CON LOS OJOS DE LA FE

En resumen, el primer secreto en la búsqueda de nuestro Señor es la fe.

Él no se esconde de la mirada de la fe, ni puede eludirla.

La fe nunca tiene obstáculos, penetra en todos los recovecos; atraviesa todos los velos.
.
¡Si tan sólo pudiéramos comprender el secreto de vivir por la fe, de ir a Dios por el camino de la fe oscura!

Nos acercamos al tabernáculo y no sentimos nada, al igual que si estuviéramos cerca de un tabernáculo vacío.

Decimos: «Jesús está aquí» pero es como si estuviéramos pronunciando palabras en un idioma desconocido, porque ellas no mueven una sola fibra de nuestro corazón.

Pero la fe nos asegura que Dios está ahí, y si hemos de comportarnos en armonía con lo que la fe nos dice, ¡qué diferente sería nuestra oración!

Hablamos con Jesús, pero no sentimos que Él nos escucha, ni que Él nos responda; y nuestro coloquio languidece, y pronto no sabemos qué decir.

Pero la fe nos dice que Jesús nos escucha y que Él nos habla, y que Él no necesita ni sonidos externos ni medios extraordinarios para hablar con nosotros.

Él es el Maestro divino, que habla y ordena sin el ruido de las palabras.
.
Y si la fe me asegura que Jesús me escucha, me habla y me ama, entonces las delicias y los consuelos no son necesarios; nada en absoluto.

La oscuridad de la fe no se acomoda a nuestros gustos sensibles.

Nosotros la desearíamos sentir por encima de todo lo demás y la fe no es para sentir y saborear, sino para conocerla.

«Yo no encuentro a Dios» puedes decir.

Tú no lo encuentras a él de acuerdo a tu manera, es decir, de una manera sensible.

Pero, ¿tú crees? Si tienes fe, ya sabes que Dios no está lejos de ti, porque en Él vivimos, nos movemos y somos.

Porque Él nos rodea a la derecha y a la izquierda, arriba y abajo.

Porque Él nos penetra y vive por la gracia en lo más íntimo de nuestra alma.

Porque Él está presente en una flor, en la fragancia, en ese rayo de luz en ese glorioso cielo, en todas partes.

En consecuencia, si supiéramos cómo sacar provecho de la fe y vivir por la fe, de siempre encontramos a Dios, tendríamos resuelto nuestro problema.

Habríamos descubierto el gran secreto de la vida interior.

Teniendo en cuenta que la fe es el elemento central para buscar a Dios hicimos un trabajo taxonómico sobre cuáles son los distintos tipos de fe de las que se habla habitualmente en los textos católicos, poniendo énfasis en al Carisma de fe.

exorcismo cruz en penumbra

 

QUE ES LA FE PARA UN CRISTIANO

 

DON GRATUITO DE DIOS Y DECISIÓN DE LOS HOMBRES

La Fe es un don gratuito de DIOS accesible a cuantos la piden humildemente y con un corazón sincero.

Lo que mueve al creyente a creer es su voluntad de creer, pero siempre como consecuencia de un acto de bondad de DIOS: la gracia.

El responsable último en la Fe del creyente es DIOS porque la Fe es siempre sobrenatural, viene de arriba.

No es un sentimiento sino una decisión del hombre.

Es la respuesta que cada uno le da a DIOS. “Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos” (Apoc. 3: 20).

Oigo su voz, tomo la decisión abriendo la puerta, y él entra en mi corazón transformando mi vida.

Por lo tanto el acto de Fe es un acto humano, y no es contrario a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en DIOS, como tampoco adherirse a las verdades por Él reveladas» (Catecismo, 154).

La Fe es tanto un reconocimiento personal a DIOS que se revela.

Como también es un acto eclesial que se manifiesta en la expresión «creemos».

Es la Iglesia quien cree con la gracia del Espíritu Santo, y precede, engendra y alimenta la Fe de cada uno.

Por Fe cada hombre camina en una realidad que es invisible, pero cuando la confiesa y siente la Fe, esta Fe se hace realidad.

 

CREENCIAS DE LA FE

La profesión de Fe comienza con la afirmación «Creo en DIOS» porque es la fuente de todas las demás verdades sobre el hombre y el mundo.

Creer en DIOS significa adherirse a DIOS mismo, confiando plenamente en Él y dando pleno asentimiento a todas las verdades reveladas por Él.

Significa creer en un solo DIOS y en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Es la certeza de lo que no se ve y de que lo visible proviene de lo que no se ve.

No basta la razón para abrazar la verdad revelada, es necesaria la Fe.

Pero para que el acto de Fe fuese conforme a la razón, DIOS ha querido darnos motivos de credibilidad que muestran que el asentimiento de la Fe no es un movimiento ciego del espíritu.

Los motivos de credibilidad son señales ciertas de que la Revelación es palabra de DIOS:

la gloriosa resurrección de Cristo es signo definitivo de su divinidad y prueba de la verdad de sus palabras;

los milagros de Cristo y de los santos (Mc 16:20; Act 2:4) (Catecismo 156);

el cumplimiento de las profecías (Catecismo 156), hechas sobre Cristo o por Cristo mismo, por ejemplo las profecías acerca de la Pasión y sobre la destrucción de Jerusalén, etc..;

la excelencia y elevación de la doctrina cristiana;

la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad, son signos ciertos de la revelación, adaptados a la inteligencia de todos (Catecismo 156).

 

LA PROMESA DE DIOS

La Fe se da cuando mantienes la seguridad en la promesa de DIOS, no por la esperanza que DIOS haga lo que pides sino porque tienes convicción de que DIOS te hizo la promesa.

Es esperar a recibir lo que Jesús te prometió; es lo que tienes en tu corazón antes de que llegue la promesa.

Es una certeza que supera la lógica y una total seguridad de que DIOS va a actuar a través de una palabra o una acción.

Por lo tanto Fe es confianza en DIOS, en su palabra, en sus promesas, en su provisión, en el carácter moral correcto de sus avisos y mandamientos, hasta tocar la piedad y la santidad.

Debes creer que DIOS está presente en tu vida en todo momento, que quiere hacer cosas buenas para ti, que DIOS puede hacerlo y que DIOS lo hace y lo hará.

«Sin Fe es imposible agradarle, pues el que se acerca a DIOS ha de creer que existe y que recompensa a los que le buscan».

Jesús nos dice: «Tenéis que buscar la recompensa divina».

Cuando DIOS ve el compromiso radical en tu Fe y ve tu dedicación total, entonces él te proveerá del “carnero”, de la bendición y de una vida plena.

 

CÓMO SE VIVE LA FE

Si le preguntásemos a Abel qué es la Fe nos diría «la Fe es una ofrenda a DIOS» y así podremos medir nuestra Fe en términos de cuanto más ofreces más recibes.

Si le preguntásemos a Noé qué es la Fe nos diría: «es la obra, es trabajar por DIOS. La Fe significa edificar una barca arriba, en las montañas».

Para Abraham la Fe sería: «salir a lo desconocido, permitiendo que DIOS me lleve más allá de mi comprensión y mi conocimiento».

La Fe es una realidad espiritual y una forma de vida que toca cada dimensión de la existencia del creyente.

La Fe es estar dispuesto a un constante cambio de decisiones, a que creamos en la liberación del alma.

Y a que como embajadores de Cristo podamos ejercitarla con nuestros hermanos, ya que es un don que se puede transmitir, como en las Bodas de Caná (Juan 2: 1-11).

Quien está en Cristo vive en seguridad aunque las circunstancias sean adversas (Salmos 46:1-3 y 27:1-3); porque

-la Fe siempre ve posibilidades (1Juan 5:4-5);

-produce esperanza (Romanos 5:2);

-produce confianza (2 Corintios 5:7);

-testifica al incrédulo.

Hace que seas audaz y realices cosas que en otro momento no hubieras hecho.

Te moviliza a buscar las bendiciones del Señor, como la enferma que toco el manto de Jesús.

Porque con nuestra Fe podemos conseguir lo que queramos, siempre y cuando sea para nuestro bien y esté en la voluntad de DIOS (Hebreos 11:32-34).

La Fe obra por el amor (Gálatas 5:6) y hace que te unas a otros hermanos en la Fe.

Es el elemento necesario para la oración eficaz (Mateo 21:22); y la paz es el fruto de dicha oración.

 

CRECIMIENTO DE LA FE

La Fe general crece de la semilla original de la Fe salvadora que DIOS ha plantado en nuestros corazones (Romanos 12:3).

El grado de la Fe general varía con la etapa del desarrollo del creyente («poca Fe», «mucha Fe», etc.) (Mateo 14:29-31 y Lucas 7:2-9).

Crece como resultado del ayuno y la oración (Mateo 17:17-21) y por escuchar su Palabra (Romanos 10:17).

Nace y crece por la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo.

La Fe crece con pedirla: «los Apóstoles dijeron al Señor: auméntanos la Fe»; los testimonios refuerzan la Fe.

El Espíritu Santo produce Fe (1 Corintios 12, 9): «el Espíritu Santo….da a otro la Fe…”.

Los sacramentos son una fuente inagotable de la acción del Espíritu Santo en los que Jesús se hace presente.

Y el estar unido a una comunidad orante también ayuda a crecer en la Fe.

En cambio la Fe se debilita por tribulaciones y persecuciones (Mateo 24:9-12).

Por el amor al mundo (2 Timoteo 4:10).

El descuido de la salvación (Hebreos 2:1-3).

Por no congregarse (Hebreos 10:22-25).

Por no obrar de acuerdo a la Fe, porque la Fe sin obra es Fe muerta (Santiago 2:20).

 

EXPECTACIÓN Y DUDA

Hay una diferencia clara entre expectación y Fe.

Cuando quieres hacer algo y dices sólo con tu convicción «el Señor me lo va a dar», es expectación.

En cambio la Fe es cuando tú oras y llegas a la convicción de que DIOS te va a dar lo que pides.

¿Y como diferenciar y llegar a la convicción de lo que es de DIOS y lo que no lo es?.

En primer lugar, en el silencio interior, en la oración, en los signos exteriores coincidentes.

En el abandonarte a los hechos y oportunidades que «misteriosamente» se van generando para ti, sentirás interiormente que algunas de las cosas que te suceden, y no otras, son la voluntad de DIOS.

Y al identificarlas sabrás cual es el camino que Él quiere para ti.

En segundo lugar, todo lo que viene de DIOS es coherente con el mensaje de Cristo, las escrituras, irradia amor y caridad, y aumenta tu Fe.

La gran dificultad de la Fe es la duda o inseguridad, es cuando preguntas ante DIOS: «Señor, ¿cómo hago..?».

No hay nada perverso en dudar.

Cuando Gabriel se acercó a María le dijo: «Concebirás un hijo, el hijo de DIOS «… Y ella dijo: «Pero, ¿cómo?. Yo no he conocido a ningún varón».

No es malo dudar, pero la cuestión es qué hacemos con la duda.

La duda y la inseguridad son reacciones humanas, pero el problema viene cuando la duda se convierte en incredulidad.

cristiano cargando la cruz

 

LOS TIPOS DE FE CRISTIANA: FE TEOLOGAL Y FRUTO DE FE

Obviamos hacer un análisis de los distintos tipos de Fe que existen, desde la natural y humana hasta las distintas creencias de Fe religiosas que no son cristianas, en obsequio a la brevedad.

En términos generales podemos distinguir 3 tipos de Fe cristiana: la Fe que Salva, la Fe como Fruto y el Carisma de Fe.

La Fe que Salva o Teologal sucede primero en el tiempo de conversión de una persona y no podemos tener Fruto ni Carisma de Fe sin tener la Fe de Salvación.

Hasta se puede ver como una gradación entre ellas, o sea que en la medida que la Fe Teologal y el Fruto se hacen más robustos y firmes, se está más disponible para lograr una Fe Carismática que puede mover montañas y hacer caminar sobre el agua.

 

FE QUE SALVA O FE TEOLOGAL

Es la Fe por la que se aceptan las verdades reveladas por DIOS y que son definidas por la Iglesia.

Por las que se cree en los dogmas y que exige que el espíritu atienda y la voluntad adhiera a ellas; esta Fe es útil al alma.

Dicha Fe la recibimos desde el bautismo como regalo de DIOS (aunque inicialmente no nos demos cuenta).

Se manifiesta en un corazón que cree que DIOS levantó a Jesucristo de entre los muertos para nuestra justificación.

Y éste inmediatamente se convierte en un corazón dispuesto a confesar fiel y constantemente a Cristo como Señor y Salvador personal (Efesios 2:8; Juan 1:12; Romanos 10:9-10; 5:1; Gálatas 3:6; Filipenses 3:9; Romanos 4:25; 10:9, 10).

Es confianza personal en el Señor Jesucristo y que cree en el mensaje de Jesús «el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado tiene vida eterna y no incurre en condenación».

Es la Fe que viene al hombre que no conoce al Señor y a través de la Palabra es salvo.

Cuando se predica la Palabra el Espíritu Santo obra y el incrédulo cree en Jesucristo como su Salvador.

Es la Fe que causa que una persona se vuelva Cristiana y nos hace parte de la familia de DIOS.

La Fe salvadora proviene de la gracia de DIOS. (Efesios 2:8-9)

Se puede decir que la virtud teologal es «nuestra Fe», que nos ha sido dada permanentemente, en comparación con el Don Carismático que es la “Fe de DIOS”.

Y que fluye por medio nuestro en un momento dado cuando DIOS quiere actuar para realizar hazañas especiales y maravillosas (Mt. 18.19s; 1 Co. 13.2; He. 11.33–40).

 

FE COMO FRUTO

La Fe como Fruto del Espíritu Santo es una lealtad producida por el mismo Espíritu Santo y cultivada por el creyente.

Que genera fidelidad y constancia.

Lleva al hombre a experimentar la viva presencia de DIOS en su vida, independientemente de las circunstancias del momento.

Le ayuda a vivir de acuerdo a su creencia y le lleva a experimentar una vida abandonada a la providencia de DIOS.

Este tipo de Fe se aumenta, crece y madura en la medida que confiamos en Él cada día de nuestra vida. (1Ts.3:10).

La Fe como fruto del Espíritu es una demostración de fidelidad a DIOS y su Palabra junto con una actitud de completa obediencia y sumisión a su voluntad.

Es la Fe Servidora que nos permite seguir a DIOS y hacer lo que Él nos pide.

Nos permite vencer los obstáculos en el camino de la vida.

Y como resultado obtenemos la promesa de que todo lo que pidamos al Padre en el nombre de Jesús nos lo dará siempre y cuando esté en su voluntad. (Juan 14:12-14)

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EL CARISMA DE FE

 

COMO SE INSERTA EN EL CONCEPTO DE FE

El Carisma de Fe o Don de Fe esta considerado dentro de los Carismas de Poder; por medio de ellos el Espíritu Santo manifiesta el poder divino (Hch.2: 22).

A veces se refieren a él como «Fe especial» que indica alternativamente:

-que es una Fe otorgada por el Espíritu Santo para satisfacer una necesidad en circunstancias especiales;

-que es una Fe superior a la Fe general; y

-que no necesariamente reside permanentemente en el creyente.

A veces se le menciona como Palabra de Fe haciendo referencia a que actuó por una palabra que se profirió.

La Fe como Don es la base de todos los carismas, una forma para medir cualquier carisma y para regular su ejercicio.

Por eso a medida que crece nuestra Fe carismática, crecemos en otros carismas.

Con frecuencia hay superposición en el uso de los Dones de Poder.

Por ejemplo, en la resurrección de Lázaro, además del Don de Fe que puso en práctica Jesús, también actuaron los de Sanidad y de Milagros, pues no sólo fue resucitado sino curado (había estado enfermo antes de morir) y volvió a la vida sano.

Este don es espontáneo e inmediato en su manifestación aunque los resultados no siempre son inmediatos, pero sí seguros.

La impresión de que el Don de Fe funciona pasivamente se debe a que a menudo opera en cooperación con dones más dramáticos (la Operación de Milagros, los Dones de Sanidades).

Y muchas veces se manifiesta en secreto.

Sin embargo requiere del involucramiento activo del creyente para discernir, orar, conocer los riesgos, aceptar lo que el Señor le pide, aplicar.

 

QUE COSAS HACE

Es una operación sobrenatural que sostiene la confianza íntima en DIOS en situaciones imposibles en cuanto a lo natural (Lucas 17:6), de que el poder de DIOS va a intervenir, y de que DIOS quiere y puede usarnos para obrar maravillas.

No opera en el plano de lo posible y por tanto comienza donde el poder del hombre termina.

El Don de Fe es la confianza ferviente en DIOS que da valor para emprender y vencer en cosas que exceden las fuerzas humanas y aun en circunstancias cuando todo parece estar en contra de uno.

Es la Fe que describió Jesús en Mateo 17:20 «Fe como un grano de mostaza».

Una Fe que puede mover las montañas de dificultad, puede hacer o recibir milagros, creer lo imposible y provocar Fe en otros. (Hechos 28:3-5, Marcos 16:18, Juan 14:12).

Es la confianza de haber percibido la voluntad de DIOS que lo capacita a uno para actuar como si el hecho hubiese ocurrido ya, (1 Reyes 18:30-46, Hebreos 11), expulsar demonios (Mateo 17:19-20) y hacer cara a los más crueles martirios sin titubear.

Es una súbita oleada de Fe para creer confiadamente que lo que hagamos o hablemos en el nombre de Jesús, sucederá, que el Señor hará lo que nos ha mostrado que hará, confiar en ello y hacer las cosas que le permitan a Él realizar lo que quiere hacer.

Es la Fe que «espera» y que nos alienta a «creer sin ver» que DIOS hará lo que promete que va a hacer, y que nos permite actuar como vehículos suyos para hacer cosas asombrosas.

 

A QUIENES SE DA

El don de Fe es una habilidad especial que DIOS da a ciertos miembros del Cuerpo de Cristo, para discernir con extraordinaria confidencia la voluntad y el propósito sobre el futuro de su obra.

Es una de las capacidades mayores que cada uno de nosotros debería «procurar» (1 Corintios 12:30) y pedir.

Recordemos que Él dijo que los que tengan Fe harán las obras que Él hizo y aún mayores. (Juan. 14,12).

Esta Fe marca la diferencia entre un carismático y un mentalista.

El primero desarrolla su docilidad para hacer lo que DIOS quiere y el otro desarrolla sus propios poderes, con peligro de excitar su ego y creerse invulnerable o capaz de manipular a los otros.

Sin una Fe carismática fuerte, las cosas que realicemos, aún cuando sean extraordinarias a la vista de los hombres, serán fenómenos psicológicos o ritos mágicos.

Solamente cuando nos sentimos llevados por el Señor tenemos derecho a actuar en su nombre. (2Cor 3,3s)

La gente con el don de Fe está interesada más bien en el futuro que en lo ya acontecido.

Son pensadores positivos, centrados en objetivos, que soportan los sufrimientos y las adversidades.

Siempre desean proyectarse y permanecen inmutables ante el ridículo y la crítica.

Tienen grandes reservas de valor.

Los llaman visionarios, soñadores o promotores y ven donde DIOS quiere que ellos vayan aunque no tengan idea de cómo van a llegar allí.

El que está dotado de ese carisma sabe, en un momento determinado, que una situación sin esperanza no lo es en absoluto.

Que DIOS va a intervenir y que todo va a ser cambiado para honra y gloria de su nombre.

 

PERSONA E IGLESIA

Es un carisma para protección y provisión personal y de mucha bendición para la Iglesia.

Hombres con el Don de Fe son las chispas necesarias para avivar el fuego en la Iglesia de Jesucristo.

Quizás recuerde usted alguna ocasión en que el Espíritu Santo usó un testimonio, un canto, una oración un mensaje para impartir esta Fe.

A medida que aumente el Carisma de la Fe, se multiplicarán también las manifestaciones del poder y del amor del Señor en beneficio de la Iglesia y del mundo.

 

DIFUSIÓN, USO Y RIESGOS

Como todo Don es gracia y regalo de DIOS, y Él lo distribuye según su voluntad, pero podemos colaborar:

-siendo personas de oración y estudiosas de la Palabra;

-estar disponibles y entregados al trabajo de DIOS (“He aquí la esclava del Señor»);

conocer la voluntad del Señor (María escuchó antes al ángel); aceptar su voluntad y actuar en Fe (“Hágase en mí…”);

glorificar y alabar al “responsable de nuestro actuar” (Magníficat).

Para su difusión se sugiere abrir a los hermanos a este Don, distinguir qué problemas pueden resolverse con recursos humanos y cuales no.

Discernir lo que viene de la naturaleza humana y lo que viene de DIOS.

Lograr que todos reconozcan cómo DIOS responde siempre a toda oración.

Fomentar relatos de Fe (testimonios).

Demostrar a los hermanos que hace falta la Fe carismática,

Predicar la absoluta dependencia de DIOS.

Pregunta lo siguiente…

¿Te sientes positivo y optimista aun cuando hay circunstancias negativas?

¿Es fácil para ti confiar en las promesas de DIOS?

¿Puedes animar a otros para estar mas confiados en el Señor?

¿A ti le gusta tomar riesgos en el Señor y ver como el Señor le respalda?

¿Sientes una confianza cuando oras por sanidad o provisión financiera?

¿A ti te gusta orar específicamente para poder celebrar las respuestas?

Para poder usar nuestra Fe debemos tener una clara visión de nuestros objetivos, poseer un deseo ardiente por ellos (Proverbios 10:24-b), esperar delante del Señor todo el tiempo necesario hasta adquirir la seguridad, dar muestras de nuestra Fe.

No obstante hay riesgos como caer en un tipo de “Fe irracional” por falta de discernimiento.

Caer en la autosuficiencia y no escuchar a DIOS; caer en el desaliento y el temor.

Improvisar descuidando la planificación y la preparación practica; regañar a los demás por no tener suficiente Fe

pareja orando

 

EJEMPLOS Y MENCIONES DE CARISMA DE FE

 

EJEMPLOS NOTABLES DEL DON DE FE OBRANDO A TRAVÉS DE LA PALABRA HABLADA

a) Josué ordenó al sol y a la luna que se detuvieran. (Jos 10:12-14).

b) Elías controló el tiempo con su palabra. «no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra… y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses» (1 R 17:1; Stg 5:17).

c) Pablo obra un Milagro contra Elimas: «y serás ciego y no verás el sol por algún tiempo» (Hch 13:8-11).

d) Pedro habla del juicio de DIOS contra Ananías y Safira. (Hechos 5).

e) Las Escrituras enseñan el principio de la Palabra de Fe: «lo que diga le será hecho» en relación con el mandato de «tened Fe en DIOS» (Mr 11:22, 23) y «Determinarás asimismo una cosa y te será firme» (Job 22:28).

 

PASAJES BÍBLICOS Y TEXTOS

a) Hebreos 11:1 La Fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven. 2 Por ella fueron alabados nuestros mayores. 3 Por la Fe, sabemos que el universo fue formado por la palabra de DIOS, de manera que lo que se ve resultase de lo que no aparece.

b) Mateo 17:18 Jesús increpó al demonio y este salió del niño, que desde aquel momento quedó curado.19 Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?». 20 «Porque ustedes tienen poca Fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran Fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: «Trasládate de aquí a allá», y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes».

c) Hechos 3: 4 Pedro fijó en él la mirada juntamente con Juan, y le dijo: «Míranos.». 5 El les miraba con fijeza esperando recibir algo de ellos. 6 Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, ponte a andar.» 7 Y tomándole de la mano derecha le levantó. Al instante cobraron fuerza sus pies y tobillos, 8 y de un salto se puso en pie y andaba. Entró con ellos en el Templo andando, saltando y alabando a DIOS.

d) Romanos 10: 17 Por tanto, la Fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo.

 

EL DON DE FE, COMO TODOS LOS DONES, ES TRANSITORIO; ES PARA TIEMPO Y LUGARES ESPECÍFICOS

DIOS la da para una ocasión especial, aunque pueda repetirse otra vez.

a) Esta vez viene por el oír la Palabra de DIOS: Romanos 10:17.

b) Puede manifestarse como un acuerdo entre dos (o más) personas: Mateo 18:19.

c) Puede manifestarse para atar o desatar a una cosa o a una persona: Mateo 18:18.

d) Para hacer las obras que Cristo hizo y prometió que los creyentes harán: Juan 14:12; Marcos 16:17-18.

e) Esta Fe viva en la Palabra de DIOS es la que siempre traerá resultados: Juan 14:13-14; 15:7, 16.

f) Fe que moverá las montañas: Mateo 17:20; Lucas 17:6; Mateo 21:21-22.

 

PASAJES BÍBLICOS DEL DON DE FE EN OPERACIÓN DE LOS PATRIARCAS, PROFETAS Y APÓSTOLES

a) Abraham obedeció a DIOS y salió de Ur: Hebreos 11:8.

b) Abraham ofreció a su hijo Isaac como un sacrificio vivo: Hebreos 11:17.

c) Noé preparó el arca en obediencia a DIOS: Hebreos 11:7.

d) Caleb y Josué no hicieron caso a la evidencia palpable de los gigantes y creyeron que podían tomar la tierra prometida: Números 13:17-33.

e) Elías habló palabra de Fe que no llovería: I Reyes 17:1.

f) Moisés obedeció al llamado de DIOS: Hebreos 11:24-28.

g) David venció a Goliat por la Fe: I Samuel 17:26, 34-51.

h) Pedro ante el concilio de los sacerdotes: Hechos 4:8-13.

i) Esteban ante el Concilio: Hechos 6:8-10; 7:2-56.

j) Ananías recibe Fe por la visión de DIOS acerca de Saulo de Tarso: Hechos 9:10-18.

k) Pedro lo ejerce para la sanidad de varias personas: Hechos 3:4-8; 9:34.

l) Pedro recibe dirección divina por una visión de DIOS: Hechos 10:9-23.

m) Pedro habla acerca de los Gentiles en el plan de DIOS para la salvación de ellos: Hechos 15:6-12.

n) Pablo ciega a Elimas el encantador: Hechos 15:6-12.

o) Pablo recibe dirección divina por una visión de DIOS: Hechos 16:9-10; 27:23-25.

p) Timoteo recibe Fe por la imposición de las manos: I Timoteo 3:14-16; II Timoteo 1:5-8.

 

PASAJES BÍBLICOS DEL DON DE FE EN EL MINISTERIO DE CRISTO JESÚS

a) Rehusando las ofertas de Satanás: Mateo 4:3-11.

b) El agua transformada en vino: Juan 2:9.

c) La pesca milagrosa: Lucas 5:6.

d) Palabra de Fe para sanar a la suegra de Pedro: Mateo 8:14; Marcos 1:31; Lucas 4:38.

e) Palabra de Fe para sanar al leproso: Mateo 8:3; Marcos 1:41; Lucas 5:13.

f) Palabra de Fe que sanó al paralítico: Mateo 9:2; Marcos 2:3; Lucas 5:18.

g) Curación del hombre que estaba enfermo por 38 años: Juan 5:5.

h) Curación del hombre con la mano seca: Mateo 12:10; Marcos 3:1; Lucas 6:6.

i) Curación del mozo del centurión de Capernaúm: Mateo 8:5; Lucas 7:2.

j) El hijo de la viuda de Naín, resucitado: Lucas 7:11.

k) Los demonios echados del endemoniado: Mateo 12:22; Lucas 11:14.

l) Jesús calma la tempestad: Mateo 8:26; Marcos 4:39; Lucas 8:24.

m) Los endemoniados de Gerasa, liberados: Mateo 8:28; Marcos 5:1; Lucas 8:26.

n) La hija de Jairo resucitada: Mateo 9:18; Marcos 5:42; Lucas 8:41.

o) Curación de la mujer con flujo de sangre: Mateo 9:20; Marcos 5:25; Lucas 8:43.

p) Curación de dos ciegos: Mateo 9:27-30.

q) Curación del mudo endemoniado: Mateo 9:32-33.

r) La multiplicación de los panes y los peces para las 5,000 personas: Mateo 14:15; Marcos 6:41; Lucas 9:12; Juan 6:5.

s) Liberación del hombre endemoniado: Mateo 12:22

t) Jesús anda sobre la mar: Mateo 14:25; Marcos 6:49; Juan 6:19.

u) Liberación de la hija de la mujer SiroFenisia: Mateo 15:22; Marcos 7:25.

v) Multiplicación del pan para los 4,000: Mateo 15:32; Marcos 8:8.

w) El sordomudo sanado: Mateo 7:32-35.

x) Curación del hombre ciego: Marcos 8:23-25.

y) Liberación de un muchacho: Mateo 17:14-18; Marcos 9:17-27; Lucas 9:38-42.

z) El dinero para el impuesto: Mateo 17:24-27.

z1) Los diez leprosos limpiados: Lucas 17:12-19.

z2) El ciego sanado: Juan 9:1-7.

z3) Lázaro levantado de la muerte: Juan 11:1-44.

z4) La mujer con espíritu de enfermedad sanada: Lucas 13:11-13.

z5) El hombre hidrópico sanado: Lucas 14:2-4.

z6) Curación de dos ciegos: Mateo 20:30-34.

z7) Cristo maldijo la higuera: Mateo 21:19-22.

z8) La segunda pesca milagrosa: Juan 21:4-6.

 

MENCIONES DE CARISMA DE FE CONCEPTUALES

La Fe como Carisma es la que posee María en el momento de la Anunciación y que fue loada por Isabel.

Es la que mantiene firme a la Cananea, a pesar de las aparentes negativas que recibe.

Es la de Pedro cuando camina sobre las Aguas en busca de Jesús.

Es la de Marta y María que llaman a Jesús cuando está enfermo su hermano Lázaro.

Es la de Pedro cuando sana al paralítico: «En nombre de Jesús, anda». Aquí Pedro no se limita a creer que Jesús puede curar, sino que lo va a hacer inmediatamente.

Es la Fe de Abraham, «nuestro Padre en la Fe».

Es la de quienes como Pedro dicen: «en tu nombre echaré las redes», y las sacan llenas de peces.

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¿Quieres saber qué es el Carisma de Sabiduría?

La sabiduría y el conocimiento están relacionados pero no son sinónimos.

El conocimiento puede existir sin sabiduría, pero no al revés.

Uno puede estar bien informado sin ser sabio.

El conocimiento es saber usar un arma por ejemplo, pero la sabiduría es saber cuándo usarla y cuándo mantenerla enfundada.

La sabiduría es la aplicación adecuada del conocimiento.

Dios quiere que tengamos conocimiento de Él y lo que Él espera de nosotros.
.
Pero tan importante como tener conocimiento es tener sabiduría. 

La sabiduría no proviene de leer libros o pensar grandes pensamientos.

Proviene de Dios, surge cuando tememos a Dios.

Requiere una actitud de humildad de que no conocemos el mundo tan bien como Dios y no podemos conocer la naturaleza de las cosas como Él lo hace.

A medida que nuestra debilidad se perfecciona en Su fuerza, parafraseando a San Pablo, también nuestra ignorancia se perfecciona en Su conocimiento y sabiduría.

La sabiduría es un regalo de Dios que se puede pedir.

 

DEFINICIÓN DEL CARISMA DE SABIDURÍA

Tanto en el viejo como en el nuevo testamento se reconoce y valora la Sabiduría como un carisma que proviene de DIOS,

“¡Enséñanos a contar nuestros días, para que entre la Sabiduría en nuestro corazón!” (Salmo 90:12).

“…que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda espíritu de Sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente…” (Efesios 1:17).

Una palabra de Sabiduría es una inspiración del Espíritu Santo que imparte alguna percepción o comprensión profunda que conmueve fuertemente los corazones de aquellos que la oyen.

Recuerden cómo las masas reaccionaban a Jesús, “¿De dónde saca todo esto?”, después de que les hubiera hablado.

La Sabiduría tiene 3 acepciones:

* Una es comprender los misterios maravillosos de Dios, su amor, su grandeza, su preocupación por nosotros.

El nombre de “Sabiduría” viene de “sabor”, así como el gusto sirve para conocer los alimentos (dice San Isidoro) lo mismo la Sabiduría es un conocimiento sabroso de Dios, de sus atributos y de sus misterios, como infinitamente adorables y amables.

* Otra es la revelación sobrenatural de un propósito de Dios en un momento dado.

Es una revelación de la voluntad de Dios sobre una situación determinada.

Es entender su propósito en cuanto a gente, lugares o circunstancias.

* Y otra es llegar a saber la solución de Dios para un problema o situación determinada.

La base práctica de la Palabra de Sabiduría es la habilidad de aplicar la ciencia recibida de Dios a situaciones específicas que demandan de una palabra sabia.

“Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir…” (Lucas 12:11-12; Mateo10:19-20; Marcos 13:11)

Un ejemplo parroquial es el correcto y talentoso uso de principios y versículos bíblicos para aconsejar a un matrimonio para que se componga y no se divorcien, o ante una disputa ante opiniones encontradas, etc.

La Sabiduría opera cuando se presenta una necesidad especial y concreta.

Es la palabra que fluye en el momento determinado y específico dando consejo acertado, dirección, motivación, consolación o exhortación de Dios.

Nos revela qué decir y hacer en momentos de apremio y persecución, para que nuestra defensa no sea nuestra, sino la defensa de Dios a favor de nosotros.

“…porque yo os daré palabra y Sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan…” (Lucas 21:15)

Mateo 16: 13-17, quizás sea el mejor ejemplo bíblico del Carisma de Sabiduría en funcionamiento en la realidad:

“En aquel tiempo, Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo e hizo esta pregunta a sus discípulos:

¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?

Ellos dijeron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.

Díceles Él: y vosotros ¿quién decís que soy yo?

Simón Pedro contestó: tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.

Replicando Jesús le dijo: Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.”

Parece claro que el Carisma de Sabiduría o Don de Palabra de Sabiduría es:

* una iluminación del Señor a una persona específica,

* que la impulsa a decir una palabra práctica,

* para que se cumpla la voluntad de Dios,

* en una situación determinada.

Siguiendo el orden de la definición, vemos que el pasaje del evangelio encaja perfectamente en nuestra definición del Carisma de Sabiduría:

* apareció Pedro como el iluminado por el Señor,

* para decirle a los demás discípulos que Jesús es el Cristo, el hijo de DIOS vivo,

* de esta forma se cumplió la voluntad de DIOS de que los hombres conocieran quién era Jesús,

* y sucedió en una reunión de Jesús con sus Discípulos y ante una pregunta de Él.

 

LA SABIDURÍA PROVIENE DE DIOS

La Sabiduría de DIOS, es una de sus principales características divinas, que lo llevó a crear el universo y a los hombres, y que por su amor nos hace partícipes de su Sabiduría.

Los Padres de la Iglesia identificaron a Cristo con la Sabiduría de Dios, siguiendo a san Pablo, que definió a Cristo como “fuerza de Dios y Sabiduría de Dios” (1 Co 1,24).

La Palabra de Sabiduría (1 Co 12:8) es un fragmento del conocimiento de Dios dado por el Espíritu Santo a una persona.

Nos otorga ciertos hechos e información por vía de la revelación divina provista por el Espíritu Santo.

Tal información, era previamente desconocida para la persona, y el conocimiento no pudo haber sido recibido por ningún medio natural.

Es impartido sobrenaturalmente.

Es fácil intuir que esta “Sabiduría” no es la simple inteligencia o habilidad práctica, sino más bien la participación en la mente misma de Dios, que “con su Sabiduría formó al hombre”.

Por consiguiente, es la capacidad de penetrar en el sentido profundo del ser, de la vida y de la historia, traspasando la superficie de las cosas y de los acontecimientos, para descubrir en ellos el significado último, querido por el Señor.

Dios es infinita Sabiduría cuando ama, este es el efecto propio de la Sabiduría que llena de tal manera el alma del gusto del Bien y del Amor a la Virtud, que por todo lo demás solo siente desagrado.

El gusto del Bien le es como natural.

El ser humano comienza a sentir el deseo de buscar la Sabiduría cuando siente Temor Santo de Dios.

Cuando decimos temor santo es en referencia a estar despiertos para no hacer las cosas que a Él no le gustan.

Deseamos hacer su Santa voluntad y no otra.

Cuando sientes ese Temor y guardas la Palabra, empiezas a buscar la Sabiduría que siempre estuvo junto a Él.

 

DIFERENCIA CON SABIDURÍA HUMANA

La Sabiduría entonces es la habilidad desarrollada a través de la experiencia, la iluminación, y la reflexión para discernir la verdad y el ejercicio del buen juicio.

Muchas veces está conceptualizada como un desarrollo avanzado del sentido común.

Una Palabra de Sabiduría es diferente o distinta del conocimiento humano obtenido a través de los medios naturales.

Una Palabra de Sabiduría no puede ser recibida por medio del aprendizaje intelectual o por medio del estudio de libros o la participación en cursos de estudio académicos en colegios o universidades.

Tampoco es la habilidad para estudiar, entender o interpretar la Biblia.

Hay tres tipos de Sabiduría reprobada por la Sagrada Escritura y que son verdaderas necedades:

* Sabiduría Terrena: Cuando se saborea nada más que las riquezas.

* Sabiduría Animal: Cuando se saborean únicamente los placeres del cuerpo.

* Sabiduría Diabólica: Cuando no se encuentra gusto nada más que en la propia excelencia.

El Don de Sabiduría unifica a las almas con Dios.

Así lo dice Jesús en la oración sacerdotal de la última cena:

“Padre, que todos sean una misma cosa, como Tú y Yo somos una cosa. Tú en Mí y Yo en ellos, para que todos seamos consumados en la unidad.”

El Don de Sabiduría nos hace amar las cosas de Dios.

Nos hace amar a la Iglesia, amar a María, amar todo lo que Él ama.

La bienaventuranza que corresponde al don de Sabiduría es la séptima.

“Bienaventurados los pacíficos”, porque la Sabiduría todo lo ordena según Dios.

Y porque la paz consiste en este perfecto orden, porque la Sabiduría nos hace como insensibles a todo lo que puede turbar el corazón.

El fruto del Espíritu Santo que corresponde al don de Sabiduría es el de la FE.

Porque gustando el alma las cosas divinas, las cree con mayor firmeza.

Y teniendo de ellas un conocimiento como experimental, llega a verlas con una especie de evidencia.

 

DIFERENCIA ENTRE DONES DE SABIDURÍA Y CONOCIMIENTO

Mientras la palabra de Ciencia o Conocimiento se refiere a una parte del conocimiento de Dios que él ha querido revelar, la palabra de Sabiduría es la función que nos permite usar con eficacia esos conocimientos.

Se debe entonces distinguir entre saber y conocer.

Se puede tener mucho conocimiento, en el sentido de hechos aprendidos y carecer de Sabiduría.

Ser sabio no es sólo poseer conocimientos.

Sabiduría es la capacidad para saber manejar una situación dada.

Comprende el tomar decisiones correctas y hacer lo debido de acuerdo a la voluntad de DIOS.

Si alguien tiene poco conocimiento, pero posee el don de Sabiduría, puede engrandecer el conocimiento que tiene para la gloria de Dios. Ejemplos son: Hechos 7:10; 1 Corintios. 6:5; 1 Reyes 3:16-28.

Generalmente la Ciencia no produce el gusto espiritual que la Sabiduría hace sentir al alma.

Y la razón es porque la Ciencia no mira más que a las escrituras, aunque sea con relación a Dios, en cambio la Sabiduría mira a Dios, cuyo conocimiento está lleno de atractivos y de dulzura.

 

CUANDO UNA PERSONA TIENE EL DON DE SABIDURÍA

Santiago nos describe a la Sabiduría divina así:

“…la Sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía(Santiago 3:17)

La persona que tiene el don de Sabiduría, sabe cómo llegar al fondo de un problema rápidamente. Ejemplos son: Hechos 6:2-4; 15:19-21; 1 Reyes 3:16-28

Ser sabio es saber desenvolverse en la vida; actuar con discreción; respetar a las personas más allá de diferencias de cualquier tipo; preocuparse por el pobre, el desvalido, el que sufre…

Tiene relación con la cordura, la inteligencia, la sagacidad, para poder manejar el hogar, a un pueblo, una comunidad, y gobernarse uno mismo.

Nos podemos preguntar porque los santos son santos, y se debe al arrobamiento en el que ingresan al tener dentro de sí a Dios.

Porque a medida que un alma se va purificando, el Espíritu se va haciendo cada vez más fuerte y capaz de “soportar” las “operaciones Divinas” sin emoción ni suspensión de los sentidos.

Como hacían Nuestro Señor, la Santísima Virgen, los Apóstoles y algunos santos que tenían siempre el espíritu ocupado con los conocimientos más sublimes.

La Sabiduría que nos da el Espíritu Santo, es la fuente inicial de la santidad = la asimilación de Dios.

Y esa Sabiduría nos hace acercarnos al prójimo, y dar oportunidad a las gentes a la conversión al Señor.

De ahí que se puede pensar en una Sabiduría sobre base permanente en el caso de algunos Santos y sobre base de momentos o chispazos para el caso de quienes no han llegado a esos niveles de santidad.

El Don de la Sabiduría sobrenatural nos llena de caridad; es decir, de amor a Dios y a nuestros prójimos.

Por eso San Pablo dijo a sus fieles: “Yo los llevo en lo íntimo de mi corazón.”

Quienes tienen el Don de la Sabiduría, miran todo a través de los ojos de Dios, luchan por los intereses de Dios, y hablan como hablaría Dios.

Así lo hicieron Jesús, y San Pablo y los Apóstoles y los santos.

Ver a Dios en el sufrimiento de los hombres es realmente un nivel elevado del don de la Sabiduría.

Algunas cosas deben aprenderse en esta perspectiva porque no pueden ser aprendidas de ninguna otra forma.

 

CÓMO PEDIR LA SABIDURÍA

Existe en las Escrituras una promesa de Sabiduría para todos.

Como promesa, la Sabiduría que viene de Dios está disponible para todos los creyentes.

Cuando falta Sabiduría es bueno pedirla a Dios

“…si alguno de vosotros se ve falto de Sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. (Santiago 1:5).

La palabra de Sabiduría es una revelación y manifestación espiritual que sólo está a disposición del verdadero cristiano.

Buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá, pedid y se os dará.

Lo que vale tanto como si dijera: Si queréis hallarme, menester es que me busquéis: si queréis entrar en mi palacio, menester es que llaméis a mi puerta; si queréis recibirme, menester es que me pidáis

Nadie me halla si antes no me busca; nadie entra en mi casa si antes no llama a mi puerta; nadie me alcanza si antes no me pide; y todo se consigue con la oración.

La oración es el canal ordinario por el que Dios comunica sus gracias, particularmente su Sabiduría.

Por espacio de cuatro mil años estuvo el mundo pidiendo la encarnación de la divina Sabiduría (el mesías).

Por espacio de catorce años se preparó María, por medio de la oración para recibirla en su seno.

Salomón no la recibió sino después de haberla pedido durante largo tiempo con ardientes deseos:

“Acudí al Señor y se lo pedí de todo corazón: Dame aquella Sabiduría que está sentada en tu trono”.

Si alguno de vosotros tiene falta de Sabiduría, pídasela a Dios, que a todos da copiosamente y no zahiere a nadie, y le será concedida.

Nota, de paso, que no dice el Espíritu Santo:

“Si alguno se halla necesitado de caridad, de humildad, de paciencia, etcétera, que son virtudes tan excelentes”, sino: “Si alguno tiene necesidad de Sabiduría”.

Porque, pidiéndola, se piden al mismo tiempo todas las virtudes en ella encerradas.

Para obtenerla es preciso pedirla, pero ¿cómo hay que pedirla?

En primer lugar se debe pedir con fe viva y firme, exenta de toda vacilación; pues quien tiene una fe vacilante no espere alcanzarla.

En segundo lugar se ha de pedir con fe pura, sin apoyar la oración en consolaciones sensibles, visiones o revelaciones particulares.

La fe pura es el principio y el efecto de la Sabiduría en nuestra alma.

A mayor fe corresponde mayor Sabiduría, y a mayor Sabiduría, mayor fe.

El justo o el sabio sólo vive de la fe, sin ver, sin sentir, sin gustar y sin vacilar.

En tercer lugar, debemos pedir la Sabiduría con Perseverancia.

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COMO SE OPERA CON ESTE DON

Características principales:

Es Sobrenatural en su carácter, no obtenida por lógica o deducción, razonamiento, etc.

No por los sentidos naturales, sino por revelación sobrenatural a través del Espíritu Santo.

Ésta opera por Fe. La persona recibe tal revelación por fe.

La revelación es recibida en nuestro espíritu, no en el intelecto o en las emociones.

No es esencialmente un don vocal. Puede ser recibida quedamente en el interior de la persona, en su espíritu o en ocasiones audiblemente (Hch 9:11).

Puede venir a ser vocal cuando se comparte con otros (Jn 4:4-7; 18).

Cualquier cristiano lleno del espíritu que esté dispuesto a escuchar la voz de Dios, puede experimentar este Don.

Es una posesión de valor incomparable en el ministerio del asesoramiento u orientación.

La acción y reacción obediente son esenciales para la operación continua de este don en el ministerio de un creyente.

Es manifestada frecuentemente en conjunción con la palabra de ciencia.

Ésta, es la ciencia divinamente impartida para saber qué cosa hacer acerca de la Palabra de Conocimiento o Sabiduría y cómo aplicarla correcta y sabiamente

 

Cómo se prepara la persona para recibir este don:

A través de una vida profunda de oración personal.

Una fe habitual de que Dios quiere revelar su voluntad y guiar nuestras decisiones.

Un sincero deseo de servir a otros.

 

Cómo recibir este don:

La persona tiene que estar deseosa de someter sus pensamientos humanos y sus talentos a Dios.

La persona tiene que estar buscando la voluntad de Dios en cada situación.

El toque carismático de Dios viene finalmente, después de que la cooperación humana ha sido completa.

 

Cuáles son las dificultades:

No usar este don.

Que permanezca en los hermanos un lenguaje “del mundo”.

Usar un exagerado “lenguaje espiritual”.

Confundirse y creer que uno es “el sabio”.

Fuentes:

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Como opera la Gracia en nosotros

La gracia es la presencia de Dios dentro de nuestras almas. Sí, ¡Dios está en nosotros! Ya se nos había dicho en los evangelios que somos Templos del Espíritu Santo. Pero no sólo el Espíritu Santo habita en nosotros, sino también el Padre y el Hijo. Sí, la trinidad completa.

Y es porque Dios habita en nosotros, que podemos amar a los demás. Porque Dios, es infinito amor, y la fuente de todo el amor. Pues las acciones indiferentes, cuando se las dedicamos a Dios, se hacen buenas por esta misma Gracia. Y más, recordemos: El Amor no es nada que podamos perder cuando lo compartimos. En cambio, el que lo recibe, gana mucho con ello.

La gracia aumenta a medida que permitimos al Espíritu Santo actuar por la participación en los sacramentos, la oración y la vida virtuosa – todo por los méritos de Cristo. La gracia nos asemeja a la vida de Cristo: sus virtudes, forma de pensar y actuar.

Mientras estamos en Gracia, estamos cerca de Dios, y Dios, con su maravilloso amor, nos consolará en nuestras penas, enfermedades y sufrimientos. La Gracia de Dios, nos da una paz interior que ni siquiera el más rico puede tener. Como dijo San Pablo, «Para fortalecer nuestra vida interior, es mejor estar en Gracia de Dios, que usar alimentos de los que nadie sacó provecho.» (Heb 13:0)

«Pero entonces, ¿por qué me siento tan vacío?» Porque a pesar de que la Luz está adentro de nosotros no puede llegar a nosotros, ya que algo se lo impide… la luz está allí, pero hay algo que sirve de obstáculo, una pared. Y se llama ‘cosas mundanas’. Basura espritual, que cubre el ‘vidrio’ del foco que es nuestro espíritu. El Espiritu Santo es la Luz, que no puede traspasar esa basura. Debemos deshacernos de todas las cosas inútiles que llenan nuestra cabeza, como juegos de video, telenovelas, egoísmos, etc. Cuando nuestro foco esté limpio, podremos ver con toda claridad.

Recordemos, Dios es Amor. Y si tenemos un maravilloso amor adentro de nosotros, ¿Por qué estar tristes? Si tenemos una pequeñísima pizca de fe en nosotros, y le preguntamos a Dios que nos haga felices, sentiremos su Gran amor por nosotros. Y éste amor, nos hará felices.

La Gracia ya nos fue dada en el bautismo. Pero no solo nos debemos alegrar de que la obtuvimos, y olvidarnos de Dios. Tenemos que aumentar esta gracia, para ser gente maravillosa.

Primero que nada, el modo más seguro de aumentar la gracia en nosotros es por los sacramentos. Para mucha gente, desafortunadamente, no es suficiente para sacarlos de los vicios en los que se han metido. Es aquí que debemos ORAR por esta gracia.

  

LA GRACIA CON PRECISIÓN TEOLÓGICA

En teología la palabra «gracia» se reserva para describir los dones a los que el hombre no tiene derecho ni siquiera remotamente, a los que su naturaleza humana no le da acceso.

La palabra «gracia« se usa para nombrar los dones que están sobre la naturaleza humana. Por eso decimos que la gracia es un don sobrenatural de Dios.

Pero la definición está aún incompleta. Hay dones de Dios que son sobrenaturales, pero no pueden llamarse en sentido estricto gracias. Por ejemplo, una persona con cáncer incurable puede sanar milagrosamente en Lourdes. En este caso, la salud de esta persona sería un don sobrenatural, pues se le había restituido por medios que sobrepasan la naturaleza. Pero si queremos hablar con precisión, esta cura no sería una gracia. Hay también otros dones que, siendo sobrenaturales en su origen, no pueden calificarse de gracias. La Sagrada Escritura, por ejemplo, la Iglesia o los sacramentos son dones sobrenaturales de Dios. Pero este tipo de dones, por sobrenaturales que sean, actúan fuera de nosotros.

No sería incorrecto llamarlos «gracias externas». La palabra «gracia», sin embargo, cuando se utiliza en sentido simple y por sí, se refiere a aquellos dones invisibles que residen y operan en el alma. Así, precisando un poco más en nuestra definición de gracia, diremos que es un don sobrenatural e interior de Dios.

Pero esto nos plantea en seguida otra cuestión. A veces Dios da a algunos elegidos el poder predecir el futuro. Este es un don sobrenatural e interior. ¿Llamaremos gracia al don de profecía? Más aún, un sacerdote tiene poder de cambiar el pan y vino en el cuerpo y sangre de Cristo y de perdonar los pecados. Estos son, ciertamente, dones sobrenaturales e interiores. ¿Son gracias? La respuesta a ambas preguntas es no. Estos poderes, aunque sean sobrenaturales e interiores, son dados para el beneficio de otros, no del que los posee. El poder de ofrecer Misa que tiene un sacerdote no se le ha dado para él, sino para el Cuerpo Místico de Cristo. Un sacerdote podría estar en pecado mortal, pero su Misa sería válida y recaba ría gracias para otros. Podría estar en pecado mortal, pero sus palabras de absolución perdonarían a otros sus pecados.

Esto nos lleva a añadir otro elemento a nuestra definición de gracia: es el don sobrenatural e interior de Dios que se nos concede para nuestra propia salvación.

Finalmente, planteamos esta cuestión: si la gracia es un don de Dios al que no tenemos absolutamente ningún derecho, ¿por qué se nos concede? Las primeras criaturas (conocidas) a las que se concedió gracia fueron los ángeles y Adán y Eva. No nos sorprende que, siendo Dios bondad infinita, haya dado su gracia a los ángeles y a nuestros primeros padres. No la merecieron, es cierto, pero aunque no tenían derecho a ella, tampoco eran positivamente indignos de ese don.

Sin embargo, una vez que Adán y Eva pecaron, ellos (y nosotros, sus descendientes) no merecían la gracia, sino que eran indignos (y con ellos nosotros) de cualquier don más allá de los naturales ordinarios propios de la naturaleza humana. ¿Cómo se pudo satisfacer a la justicia infinita de Dios, ultrajada por el pecado original, para que su bondad infinita pudiera actuar de nuevo en beneficio de los hombres?

La respuesta redondeará la definición de gracia. Sabemos que fue Jesucristo quien por su vida y muerte dio la satisfacción debida a la justicia divina por los pecados de la humanidad. Fue Jesucristo quien nos ganó y mereció la gracia que Adán con tanta ligereza había perdido.

Y así completamos nuestra definición diciendo: La gracia es un don de Dios sobrenatural e interior que se nos concede por los méritos de Jesucristo para nuestra salvación.

Un alma, al nacer, está oscura y vacía, muerta sobrenaturalmente. No hay lazo de unión entre el alma y Dios. No tienen comunicación. Si hubiéramos alcanzado el uso de razón sin el Bautismo y muerto sin cometer un solo pecado personal (una hipótesis puramente imaginaria, virtualmente imposible), no habríamos podido ir al cielo. Habríamos entrado en un estado de felicidad natural que, por falta de mejor nombre, llamamos limbo. Pero nunca hubiéramos visto a Dios cara a cara, como El es realmente.

Y este punto merece ser repetido: por naturaleza nosotros, seres humanos, no tenemos derecho a la visión directa de Dios que constituye la felicidad esencial del cielo. Ni siquiera Adán y Eva, antes de su caída, tenían derecho alguno a la gloria. De hecho, el alma humana, en lo que podríamos llamar estado puramente natural, carece del poder de ver a Dios; sencillamente no tiene capacidad para una unión íntima y personal con Dios.

Pero Dios no dejó al hombre en su estado puramente natural. Cuando creó a Adán le dotó de todo lo que es propio de un ser humano. Pero fue más allá, y Dios dio también al alma de Adán cierta cualidad o poder que le permitía vivir en íntima (aunque invisible) unión con El en esta vida. Esta especial cualidad del alma -este poder de unión e intercomunicación con Dios- está por encima de los poderes naturales del alma, y por esta razón llamamos a la gracia una cualidad sobrenatural del alma, un don sobrenatural.

El modo que tuvo Dios de impartir esta cualidad o poder especial al alma de Adán fue por su propia inhabitación. De una manera maravillosa, que será para nosotros un misterio hasta el Día del Juicio, Dios «tomó residencia» en el alma de Adán. E, igual que el sol imparte luz y calor a la atmósfera que le rodea, Dios impartía al alma de Adán esta cualidad sobrenatural que es nada menos que la participación, hasta cierto punto, de la propia vida divina. La luz solar no es el sol, pero es resultado de su presencia. La cualidad sobrenatural de que hablamos es distinta de Dios, pero fluye de Él y es resultado de su presencia en el alma.

Esta cualidad sobrenatural del alma produce otro efecto. No sólo nos capacita para tener una unión y comunicación íntima con Dios en esta vida, sino que también prepara al alma para otro don que Dios le añadirá tras la muerte: el don de la visión sobrenatural, el poder de ver a Dios cara a cara, tal como es realmente.

El lector habrá ya reconocido en esta «cualidad sobrenatural del alma», al don de Dios que los teólogos llaman «gracia santificante». La he descrito antes de nombrarla con la esperanza de que el nombre tuviera más plena significación cuando llegáramos a él. Y el don añadido de la visión sobrenatural después de la muerte es el que los teólogos llaman en latín lumen gloriae, o sea «luz de gloria». La gracia santificante es la preparación necesaria, un prerrequisito de esta luz de gloria. Igual que una lámpara eléctrica resulta inútil sin un punto al que enchufarla, la luz de gloria no podría aplicarse al alma que no poseyera la gracia santificante.

Mencioné antes la gracia santificante en relación con Adán. Dios, en el acto mismo de crearle, lo puso por encima del simple nivel natural, lo elevó a un destino sobrenatural al conferirle la gracia santificante. Adán, por el pecado original, perdió esta gracia para sí y para nosotros. Jesucristo, por su muerte en la cruz, salvó el abismo que separaba al hombre de Dios. El destino sobrenatural del hombre se ha restaurado. La gracia santificante se imparte a cada hombre individualmente en el sacramento del Bautismo.

Al bautizarnos recibimos la gracia santificante por vez primera. Dios (el Espíritu Santo por «apropiación») toma morada en nosotros. Con su presencia imparte al alma esa cualidad sobrenatural que hace que Dios -de una manera grande y misteriosa se vea en nosotros y, en consecuencia, nos ame. Y puesto que esta gracia santificante nos ha sido ganada por Jesucristo, por ella estamos unidos a Él, la compartimos con Cristo -y Dios, en consecuencia, nos ve como a su Hijo- y cada uno de nosotros se hace hijo de Dios.

Fuente: Leo J. Trese en conoze.com y otras

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Lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica acerca de la Gracia

ARTÍCULO 2 GRACIA Y JUSTIFICACIÓN

II La gracia

1996 Nuestra justificación es obra de la gracia de Dios. La gracia es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada: llegar a ser hijos de Dios (cf Jn 1, 12-18), hijos adoptivos (cf Rm 8, 14-17), partícipes de la naturaleza divina (cf 2 P 1, 3-4), de la vida eterna (cf Jn 17, 3).

1997 La gracia es una participación en la vida de Dios. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria: por el Bautismo el cristiano participa de la gracia de Cristo, Cabeza de su Cuerpo. Como «hijo adoptivo» puede ahora llamar «Padre» a Dios, en unión con el Hijo único. Recibe la vida del Espíritu que le infunde la caridad y que forma la Iglesia.

1998 Esta vocación a la vida eterna es sobrenatural. Depende enteramente de la iniciativa gratuita de Dios, porque sólo El puede revelarse y darse a sí mismo. Sobrepasa las capacidades de la inteligencia y las fuerzas de la voluntad humana, como las de toda creatura (cf 1 Co 2, 7-9).

1999 La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para sanarla del pecado y santificarla: es la gracia santificante o divinizadora, recibida en el Bautismo. Es en nosotros la fuente de la obra de santificación (cf Jn 4, 14; 7, 38-39):

Por tanto, el que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo (2 Co 5, 17-18).

2000 La gracia santificante es un don habitual, una disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor. Se debe distinguir entre la gracia habitual, disposición permanente para vivir y obrar según la vocación divina, y las gracias actuales, que designan las intervenciones divinas que están en el origen de la conversión o en el curso de la obra de la santificación.

2001 La preparación del hombre para acoger la gracia es ya una obra de la gracia. Esta es necesaria para suscitar y sostener nuestra colaboración a la justificación mediante la fe y a la santificación mediante la caridad. Dios completa en nosotros lo que El mismo comenzó, «porque él, por su acción, comienza haciendo que nosotros queramos; y termina cooperando con nuestra voluntad ya convertida» (S. Agustín, grat. 17):

Ciertamente nosotros trabajamos también, pero no hacemos más que trabajar con Dios que trabaja. Porque su misericordia se nos adelantó para que fuésemos curados; nos sigue todavía para que, una vez sanados, seamos vivificados; se nos adelanta para que seamos llamados, nos sigue para que seamos glorificados; se nos adelanta para que vivamos según la piedad, nos sigue para que vivamos por siempre con Dios, pues sin él no podemos hacer nada.(S.Agustín, nat. et grat. 31).

2002 La libre iniciativa de Dios exige la respuesta libre del hombre, porque Dios creó al hombre a su imagen concediéndole, con la libertad, el poder de conocerle y amarle. El alma sólo libremente entra en la comunión del amor. Dios toca inmediatamente y mueve directamente el corazón del hombre. Puso en el hombre una aspiración a la verdad y al bien que sólo El puede colmar. Las promesas de la «vida eterna» responden, por encima de toda esperanza, a esta aspiración:

Si tú descansaste el día séptimo, al término de todas tus obras muy buenas, fue para decirnos por la voz de tu libro que al término de nuestras obras, «que son muy buenas» por el hecho de que eres tú quien nos las ha dado, también nosotros en el sábado de la vida eterna descansaremos en ti. (S. Agustín, conf. 13, 36, 51).

2003 La gracia es, ante todo y principalmente, el don del Espíritu que nos justifica y nos santifica. Pero la gracia comprende también los dones que el Espíritu Santo nos concede para asociarnos a su obra, para hacernos capaces de colaborar en la salvación de los otros y en el crecimiento del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Estas son las gracias sacramentales, dones propios de los distintos sacramentos. Son además las gracias especiales, llamadas también « carismas», según el término griego empleado por san Pablo, y que significa favor, don gratuito, beneficio (cf LG 12). Cualquiera que sea su carácter, a veces extraordinario, como el don de milagros o de lenguas, los carismas están ordenados a la gracia santificante y tienen por fin el bien común de la Iglesia. Están al servicio de la caridad, que edifica la Iglesia (cf 1 Co 12).

2004 Entre las gracias especiales conviene mencionar las gracias de estado, que acompañan el ejercicio de las responsabilidades de la vida cristiana y de los ministerios en el seno de la Iglesia:

Teniendo dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámoslo en la medida de nuestra fe; si es el ministerio, en el ministerio, la enseñanza, enseñando; la exhortación, exhortando. El que da, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad.(Rm 12, 6-8).

2005 La gracia, siendo de orden sobrenatural, escapa a nuestra experiencia y sólo puede ser conocida por la fe. Por tanto, no podemos fundarnos en nuestros sentimientos o nuestras obras para deducir de ellos que estamos justificados y salvados (Cc. de Trento: DS 1533-34). Sin embargo, según las palabras del Señor: «Por sus frutos los conoceréis» (Mt 7, 20), la consideración de los beneficios de Dios en nuestra vida y en la vida de los santos nos ofrece una garantía de que la gracia está actuando en nosotros y nos incita a una fe cada vez mayor y a una actitud de pobreza llena de confianza:

Una de las más bellas ilustraciones de esta actitud se encuentra en la respuesta de santa Juana de Arco a una pregunta capciosa de sus jueces eclesiásticos: «Interrogada si sabía que estaba en gracia de Dios, responde: «si no lo estoy, que Dios me quiera poner en ella; si estoy, que Dios me quiera conservar en ella»» (Juana de Arco, proc.).

Tomado del Catecismo de la Iglesia Católica reproducido por www.iglesia.org

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Que es la Gracia para un Protestante y que es para un Católico

Todos tenemos conciencia de que somos libres, de que «podemos» elegir. Y si obramos mal, sentimos el peso de nuestra culpa. Pero también es cierto que todos tenemos conciencia de que no somos libres, de que nuestra libertad está enferma, atada, impotente para hacer el bien que quiere y evitar el mal que aborrece (Rm 7,15).

Pues bien, en Pelagio prevaleció el primer convencimiento –somos libres: podemos–, hasta oscurecer la necesidad de la gracia. Y en Lutero, después de luchas morales angustiosas, predominó el segundo, hasta negar la necesidad de obrar el bien –no somos libres: no podemos–; no podemos ni siquiera con la ayuda de la gracia.

La doctrina teológica de Lutero (1483-1545) tiene unas profundas raíces biográficas, que conviene conocer. De los agustinos de Erfurt había recibido una mala formación filosófica, nominalista, y una mala teología de la gracia, voluntarista o semipelagiana. La morbosidad de su vivencia espiritual consecuente queda reflejada en confesiones personales como ésta: «Yo, aunque mi vida fuese la de un monje irreprochable, me sentía pecador ante Dios, con una conciencia muy turbada, y con mi penitencia no me podía creer en paz; y no amaba, incluso detestaba a Dios como justo y castigador de los pecadores; me indignaba secretamente, si no hasta la blasfemia, al menos con un inmenso resentimiento respecto a Dios» (Weimarer Augsgabe 54,185). «Al solo nombre de Jesucristo, nuestro Salvador, temblaba yo de pies a cabeza» (44,716). «Yo recuerdo muy bien qué horriblemente me amedrentaba el juicio divino y la vista de Cristo como juez y tirano» (44, 775)

Así, desde luego, no se puede vivir. ¿Qué salida hay para escapar de esta idea nefasta de Dios y de sí mismo?… El remedio de Lutero fue casi peor que la enfermedad, fue un inmenso y múltiple error.

Lutero dice:

El hombre está totalmente corrompido por el pecado, y lo mejor es reconocerlo con todas sus consecuencias. «El hombre peca siempre, aun cuando intente obrar el bien. El hombre está tan corrompido que ni siquiera Dios puede rescatarle de su podredumbre: lo único que es posible a Dios es no tener en cuenta sus pecados, no imputárselos legalmente» (L. F. Mateo Seco, Martín Lutero: sobre la libertad esclava, Madrid 1978, 18).

El hombre no es libre, perdió su libertad al corromperse. Es inútil, pues, que siga atormentándose la conciencia con la ilusión psicológica de su pretendida libertad. Lutero, en sus primeras obras, aún creía en la libertad del hombre (4,295); comenzó a ponerla en duda a partir de 1516, y vino a negarla furiosamente en 1525, en una de sus obras preferidas, De servo arbitrio, polemizando con Erasmo.

La libertad humana es incompatible –con Dios, que todo lo preconoce y predetermina;

–con Satanás, porque él tiene cautivo al hombre, y domina verdaderamente sobre él;

–con la realidad del pecado original, que corrompió todo lo que es el hombre, también su libertad;

–y es inconciliable con la redención de Cristo, que sería superflua si el hombre fuera libre (18,786).

Consiguientemente, la misma expresión libre arbitrio debiera desaparecer del lenguaje humano; sería «lo más seguro y lo más religioso» (18,638). Ya Lúcido negó antes la libertad, y su error fue condenado en el concilio de Arlés (473: Denz 331).

Sola fidesPor tanto el cristiano se salva por la fe, no por las obras. La justificación cristiana es necesariamente sólo declarativa, pasiva, «imputativa» (WA 56,287). Simplemente, por la fe en el Salvador, no tiene Dios en cuenta el pecado del creyente.

Y aunque las buenas obras son convenientes, como expresión de la fe, en modo alguno han de considerarse como necesarias para la salvación. Incluso pueden ser peligrosas, cuando debilitan la fe fiducial, y la persona, esforzándose por conseguir obras buenas, trata entonces de apoyarse en su propia justicia.

El cristiano, pues, debe aprender a vivir en paz con sus pecados. Debe reconocer que es «simultáneamente pecador y justo (simul peccator et iustus): pecador en realidad y justo en la reputación de Dios» (WA 56,272).

En efecto, «en nada daña ser pecadores, con tal que deseemos con todas nuestras fuerzas ser justificados».

Pero el diablo, con mil artificios, tienta a los hombres «a que trabajen neciamente esforzándose por ser puros y santos, sin ningún pecado, y cuando pecan o se dejan sorprender de alguna cosa mala, de tal manera atormenta su conciencia y la aterroriza con el juicio de Dios, que casi les hace caer en desesperación…

Conviene, pues, permanecer en los pecados y gemir por la liberación de ellos en la esperanza de la misericordia de Dios» (56,266-267).

Sola gratia. No es posible que las buenas obras sean necesarias para la salvación. Si fueran necesarias, todos los hombres se condenarían, pues todos son pecadores y han de pecar inevitablemente.

Notemos bien que el error de esta herejía de Lutero, sola gratia, no está, como se ha afirmado tantas veces en el catolicismo postridentino, en «atribuir todo a la gracia divina», pues, efectivamente, a Dios hay que atribuirle toda la gracia y la salvación.

Lo contrario, pretender que la salvación viene realizada en parte por la misericordia de la gracia divina, y en parte por la fuerza de la libertad humana, que viene a completar lo que le falta a la acción gratuita de Dios, es puro semipelagianismo.

 

EL ERROR DE LUTERO

Aunque parezca paradójico, el error que subyace al pensamiento de Lutero es el mismo que con frecuencia ha contaminado de naturalismo semipelagiano a sus oponentes católicos: el error de pensar que la acción de la gracia es extrínseca a la acción buena del hombre; es decir, es el enorme error de ignorar que precisamente la acción de la gracia divina es la causa íntima de la acción libre del hombre, y así produce en él y con él la obra buena, salvífica y meritoria de vida eterna.

Atribuir, pues, todo a la gracia de Dios no deja excluida en modo alguno la libertad humana, pues ésta se ve precisamente causada por aquélla. La voluntad se mueve movida por la gracia de Cristo.

Un correcto diálogo ecuménico exige tener bien en cuenta estas verdades. Según esto, cuando los luteranos acusan a los católicos de ser semipelagianos, y de que no atribuimos a la misericordia de la gracia divina toda la salvación del hombre, sino parte de ella, sería un error muy grave contestarles que atribuir toda la salvación a la misericordia divina equivale a anular la libertad humana. Diciendo tal cosa les confirmaremos en su convencimiento de que somos semipelagianos.

Por el contrario, desde la fe católica

hemos de afirmar al luterano que, efectivamente, todo es gracia, pero que precisamente la misericordia de Dios es mayor cuando su gracia renueva verdaderamente al hombre en su ser, y cuando potencia realmente sus facultades, haciéndole instrumento activo y operante de obras sobrenaturales;

y

hemos de afirmar igualmente al católico temeroso de que una acentuación de la gracia implique la anulación de la libertad, que la gracia divina no actúa en la naturaleza humana desde fuera, extrínsecamente, sino desde dentro, sanándola, inclinándola y potenciándola activamente en su misma entidad natural hacia las obras buenas.

  

UNA HEREJÍA PERMANENTE

Lo mismo que el pelagianismo, el luteranismo es una herejía permanente, que, desde luego, extiende su tentación más allá del campo protestante. Ya señalé la «protestantización» actual que amenaza por muchos lados a la Iglesia Católica.

Pero fijándome únicamente en el tema gracia-libertad, que ahora nos ocupa, conviene advertir que

la pérdida actual de la fe en la libertad del hombre, y la casi anulación consiguiente de la conciencia de pecado, partiendo de unas premisas muy diversas de las de Lutero, conducen finalmente a un efecto semejante. Como señala G. Piovene, «entre la diversidad de las filosofías actuales [y lo mismo sucede en las escuelas principales de psicología] se descubre una constante: ninguna se presenta como una filosofía de la libertad. Se intenta sobre todo establecer los mecanismos por los que el hombre está condicionado: económicos, psicológicos, derivados de la estructura del lenguaje o de la situación histórica en que vive» (Elogio della libertà, Milán 1970,287). Esto luteraniza la cultura de hoy.

La eliminación en el cristianismo de la soteriología, salvación-condenación, realizada prácticamente por Lutero con su «sola fides», afecta también a muchos católicos, pues consideran increíble que los actos cumplidos en la vida presente puedan determinar una vida eterna de premio o de castigo.

Como ya vimos, no hay ya propiamente una cuestión de salvación/ condenación (08-09). Basta la fe en Cristo Salvador, y no son propiamente necesarias las buenas obras. Así es el «catolicismo luterano».

Cuando un católico tiene por irremediable su atadura al pecado, se cierra a la gracia del arrepentimiento efectivo, y luteraniza así su experiencia cristiana de pecado y salvación. En esta actitud espiritual, si va, por ejemplo, al sacramento de la penitencia, busca en Cristo una justificación al estilo luterano: «soy pecador, y como inevitablemente lo seguiré siendo, ni siquiera hago propósito de enmendarme; pero pongo toda mi fe en Cristo, y así Dios me perdona, y me seguirá perdonando siempre». Y basta con eso.

  

ENTRE PELAGIO Y LUTERO 

La tentación predominante del catolicismo actual está en Pelagio, en el voluntarismo antropocéntrico, que no quiere reconocer la necesidad de la gracia, de la ayuda sobre-natural de nuestro Señor Jesucristo, «que es verdaderamente el Salvador del mundo» (Jn 4,42).

Pero también está vigente hoy la tentación de Lutero. En realidad, hay que decir que el pueblo católico hoy experimenta al mismo tiempo las dos tentaciones.

De este modo, en ciertos ambientes, hallamos la extraña especie híbrida de un cristianismo pelagiano-optimista ante la multitud, es decir, ante la juventud, los obreros, la cultura moderna, el progreso y la técnica, y luterano-pesimista ante el individuo, pues no cree en las posibilidades reales que tiene la persona, ni siquiera con el auxilio de la gracia, para salir efectivamente de su pecado y vivir santamente.

Cualquier sacerdote comprueba esto como ministro del sacramento de la penitencia. Estamos, pues, aunque parezca increíble, ante un pelagianismo luterano o bien un luteranismo pelagiano. Cualquier cosa se puede esperar de quienes se alejan de la doctrina católica de la Iglesia.

 

EL QUIETISMO

Consideremos brevemente otro grave error.

El quietismo no niega la libertad, como el luteranismo, pero propugna que se esté quieto, que no actúe.

En la historia de la espiritualidad se registran tendencias quietistas de muy diverso estilo –maniqueos y gnósticos, cátaros y fraticelli, hermanos del libre espíritu, beguardos y beguinas, alumbrados españoles del XVI–, pero el más caracterizado quietismo, el que aquí considero, es el que se produce a fines del siglo XVII en torno a Miguel de Molinos (+1696; Denz 2201-2268; +2181-2192), Fenelón (+1715), el padre Lacombe (+1715) y Madame Guyon (+1717; Denz 2351-2373). El camino interior de Molinos no es idéntico al amor purísimo de Fenelón, pero coinciden en algunas orientaciones. 

La Iglesia, al condenar el quietismo radical y típico, lo esquematizó en sus rasgos más propios:

Pasividad total. «Querer obrar activamente es ofender a Dios, que quiere ser él el único agente; por tanto es necesario abandonarse a sí mismo todo y enteramente a Dios» (Denz 2202). «La actividad natural es enemiga de la gracia, e impide la operación de Dios y la verdadera perfección; porque Dios quiere obrar en nosotros sin nosotros» (2204).

Quietud en la oración, nada de devociones activas. «El que en la oración usa de imágenes, figuras, especies y conceptos propios, no «adora a Dios en espíritu y en verdad» (Jn 4,23)» (2218). La concepción quietista de la oración recuerda al zen: «En la oración hay que permanecer en fe oscura y universal, en quietud y olvido de cualquier pensamiento particular…, sin producir actos, porque Dios no se complace en ellos» (2221).

Aniquilación personal, muerte mística. «No conviene a las almas de este camino interior que hagan operaciones, aun virtuosas, por propia elección y actividad; pues en otro caso, no estarían muertas» (2235).

Indiferencia total. El alma no debe interesarse ni por cielo o infierno (2207), ni por su propio estado espiritual, «sino que debe permanecer como un cadáver exánime» (2208). «Resignado en Dios el libre albedrío, al mismo Dios hay que dejar el pensamiento y cuidado de toda cosa nuestra, y dejarle que haga en nosotros sin nosotros su divina voluntad» (2213).

Impecabilidad. «Con ocasión de las tentaciones, por furiosas que sean, no debe el alma hacer actos explícitos de las virtudes contrarias, sino que debe permanecer en el sobredicho amor y resignación» (2237). Las caídas que sobrevinieren «no son pecado, porque no hay consentimiento en ellas» (2241), ni es conveniente confesarlas (2248, 2260).

Tanto el luteranismo como el quietismo parten de una pésima teología de la relación entre naturaleza y gracia.

La Iglesia afirma que la gracia no destruye la naturaleza, sino que la perfecciona y eleva, con la colaboración libre del hombre.

Pero el quietismo piensa que la gracia, para divinizar al hombre, necesita aniquilar sus actos.

Felizmente, el quietismo del XVII no dejó muchas huellas en la espiritualidad cristiana. Lo que habrá siempre entre los cristianos es la pereza, la indolencia, la resistencia a la gracia de Dios cuando mueve a algo que es penoso. Pero el quietismo no es eso; es otra cosa.

 

LA DOCTRINA CATÓLICA

El papá y su niño, entre los dos, escriben una carta. Voy a partir de esta imagen. El papá, acercándose a una mesa, sienta en sus rodillas al pequeño –por supuesto, analfabeto total–, y tomando la mano del niño, que sostiene el lápiz, se dispone a escribir: «vamos a escribirle una carta a la Virgen María».

Atención: la carta, efectivamente, va a ser escrita entre los dos, padre e hijo. El objeto pretendido, escribir una carta, queda absolutamente fuera de las posibilidades del niño, ya que no sabe ni leer ni escribir. Pero este hecho no es impedimento alguno para que se realice esa obra, siempre, claro está, que la mano infantil se deja guiar continuamente por la mano de su padre. Y aquí se dan tres alternativas:

1.– El niño deja que el movimiento de su mano sea completamente dócil al movimiento de la mano conductora de su padre. Y sale un texto inteligible y quizá precioso. Aunque la letra, debemos reconocerlo, no será un modelo perfecto de caligrafía. Esa carta la han escrito los dos, no solo el padre, sino también el niño. Son con-causa de una obra, el padre como causa principal, el niño como causa instrumental. El niño mueve su mano movida por su padre.

2.– El niño mueve su mano desde su propia voluntad y gusto. Y resulta un garabato ininteligible, que no vale para nada. Ha resistido la moción de su padre. El sitio propio de ese papel es la papelera.

3.– El niño mantiene rígida su mano, sin dejarle a su padre que la mueva. No sale nada. Ha resistido la moción de su padre. El papel queda en blanco.

Éstas son las tres posibilidades que el hombre tiene bajo la acción de la gracia, y no hay más: aceptarla (1) o resistirla (2 y 3). Las dos últimas opciones son pecado, resistencia a la gracia, más o menos grave según el objeto de la acción, y según el grado de conciencia y consentimiento voluntario que se dé en la persona.

La primera opción, la única buena, es ciertamente meritoria, porque el niño se ha fiado de su padre y ha obedecido dócilmente su guía, pudiendo resistirla: no es un lápiz inerte, incapaz de resistir.

Él realmente «ha escrito» la carta, ha producido la obra buena; eso sí, su voluntad se ha movido movida por el padre.

Y no se han coordinado las dos causas, poniendo el niño la parte suya y el padre su parte. Por el contrario, la causalidad del niño se ha subordinado totalmente con la causalidad paterna principal. Se ha producido, pues, una feliz sinergía, que ha posibilitado en el niño una obra buena, para la que era completamente incapaz. Pues bien, así es siempre toda la vida cristiana. Por eso nuestro Maestro nos enseña: «si no os hacéis como los niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 18,3).

Volviendo al ejemplo anterior –sería ridículo que el niño estuviera orgulloso de la preciosa carta escrita, como si fuera una obra sóla o principalmente suya; –sería igualmente ridículo pensar que si ha realizado esa obra, que queda por encima totalmente de sus posibilidades, «ha sido cuestión de generosidad». Son palabras sin sentido… –y también sería absurdo que el niño, al colaborar con su padre, estuviera preocupado y lleno de ansiedades: «¿y qué le diremos a la Virgen?… Bueno, hasta ahora parece que vamos bien. ¿Pero qué escribiremos en la página siguiente del cuaderno?»…

 

ANTECEDENTES DE ESTA IMAGEN

El niño que escribe bajo la moción de su padre es una buena imagen, pero imperfecta, pues no expresa que en realidad el padre no sólo mueve la mano de su hijo, sino su voluntad.

Pero ya se sabe que las imágenes, como las parábolas, tienen “un lado” elocuente, y otros que no valen. Y por otra parte, con buena voluntad podemos completar la imagen que he propuesto, pensando que el padre habla al oído del niño, y por su palabra le comunica el espíritu bueno, que le permite dejar su mano dócil a la guía paterna.

Es ésta una imagen que tiene muchos antecedentes análogos, aunque no tan buenos como mi ejemplo. Solo cito a dos:

Jean-Pierre de Caussade, S. J.(1675-1751) enseña que el Espíritu Santo, en la plenitud de los tiempos, ha escrito los Evangelios; «pero ahora el Espíritu Santo escribe los Evangelios sólamente en los corazones. Todas las acciones y momentos de los santos son Evangelio del Espíritu Santo… El Espíritu Santo, por la pluma de su acción [de gracia], va escribiendo un Evangelio vivo, que solamente podrá ser leído en el día de la gloria, cuando, después de salir de la prensa de esta vida, será publicado» (El abandono en la divina Providencia, Fund. GRATIS DATE, Pamplona 2000, 75).

Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897), Doctora de la Iglesia, cuando describe la obra de Dios en los hombres, acentúa también la primacía absoluta de la gracia divina, acudiendo a la imagen del artista que, sirviéndose de un pincel, produce un cuadro maravilloso. El pincel sin el artista no puede nada.

«Si el lienzo pintado por un artista pudiera pensar y hablar, ciertamente no se quejaría de ser tocado y retocado por el pincel; ni tampoco envidaría la suerte de este instrumento, pues conocería que no al pincel sino al artista que lo maneja debe él la belleza de que está revestido» (Manuscrito autobiográfico C, 20 rº).

 

SIEMPRE LA VOLUNTAD DE DIOS

«En Dios vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17,28). Esta grandiosa verdad, muy pocas veces predicada, con el paso del teocentrismo al antropocentrismo, es ignorada por gran parte de los cristianos modernos. Se captan a sí mismos como si fueran causa de su ser y de su propio actuar. Ignoran que si Dios es causa primera y continua del ser y del obrar natural de las criaturas, a fortiori es Él la causa primera y continua que por la iluminación y moción de su gracia hace posible la vida sobrenatural cristiana en cada una de sus obras.

La sagrada Liturgia, la principal catequesis de la Iglesia, enseña maravillosamente esta verdad de la fe: «Concédenos, Señor, la gracia de conocer y practicar siempre el bien, y, pues sin ti no podemos ni siquiera existir, haz que vivamos siempre según tu voluntad. Por Jesucristo, Nuestro Señor» (jueves I Cuaresma).

El hombre no está hecho para obrar según su propia voluntad, sino para hacer siempre en todo la voluntad de Dios. Todo el universo de criaturas está hecho para cumplir siempre la voluntad de su Creador, y lo hace necesariamente. Y el hombre, la única criatura libre del mundo visible, está creado para cumplir libremente la voluntad del Señor. Ahora bien, en el obrar humano la línea causal del bien y la del mal son totalmente asimétricas. Consideremos esta verdad, que es también fundamental para penetrar el misterio gracia-libertad.

El hombre sólo puede producir el bien con la ayuda de Dios, asistido por la causalidad divina, que es universal, tanto en el orden de la naturaleza como en el de la gracia. El Creador da a su criatura el ser y el obrar continuamente. Como enseña el Catecismo: «Dios actúa en las obras de sus criaturas. Es la causa primera que obra en y por las causas segundas» (318). Y esto, como ya he dicho, se da a fortiori en el orden de la gracia: «sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). «Es Dios quien obra en vosotros el querer y el obrar según su beneplácito» (Flp 2,13).

Lo que el hombre puede producir él solo es el mal. Lo explica bien Jacques Maritain, apoyándose en la enseñanza de Santo Tomás:

Es inevitable aquí el lenguaje paradójico: cuando el hombre causa el mal «tiene una iniciativa, pero es una iniciativa de no-acción. La voluntad creada “produce” entonces la nada, produce el no-ser. Y eso es todo lo que puede hacer ella sola… Se substrae –no por una acción, sino por un libre no-hacer o des-hacer– al influjo portador de ser y de bondad de la Causa primera… Eso nos explica aquella frase de Santo Tomás: la causa primera del defecto de la gracia está en nosotros» (STh I-II, 112, 3 ad 2m) «pero la causa primera de la donación de la gracia está en Dios, según la Escritura: “la perdición es tuya, Israel; tu auxilio solo de Mí procede”, Os 13,9]).

Hay algo, pues, una línea en la que la criatura es causa primera, pero es la línea de la nada y del mal». Y añade en nota: «Cuando se desvía de la moción divina, la del bien, el hombre no es más libre que cuando deja obrar esa moción y obra bien; pero está más solo… El hombre no puede estar solo más que en el mal» (Sto. Tomás de Aquino y el problema del mal, en la obra de varios autores, El mal está entre nosotros, Fom. de Cultura, Valencia 1959, 351-352).

La acción cristiana del hombre es, pues, siempre pasiva-activa: pasiva, en el sentido filosófico del término, en cuanto que recibe el don gratuito de Dios: iluminación, atracción, moción; y activa, pues recibir libremente ese auxilio divino le concede querer y obrar un bien que por sí solo no alcanzaría.

Veámoslo en tres ejemplos máximos.

La Virgen María fué católica. No fué pelagiana o semipelagiana, tampoco fue quietista o luterana, ni jansenista: fue católica. La Llena-de-gracia, es decir, la Inmaculada, la Virgen fiel, no tiene planes propios que sacar adelante, no es capaz de querer nada por sí misma. Su voluntad solo puede moverse a querer algo movida por la voluntad de su Señor. La Bienaventurada Virgen María expresa con toda perfección cómo entiende ella la vida de la gracia.
Mira a su pasado y dice: «el Poderoso ha hecho en mí grandes obras». Y mirando a su presente y futuro, dice: «yo soy la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».

En las dos frases los verbos van en pasiva. Ella entiende perfectamente que toda su vida, pasado, presente y futuro, es pasiva-activa, es providencia amorosa de Dios que, por su gracia, actúa en su mente, en su voluntad y en sus obras, con la real colaboración de su fiat permanente.

Ni cuestión de generosidad, ni otras historias o cuentos. En Ella hay únicamente docilidad absoluta, alabanza y gratitud infinitas, en una humildad total y perfecta: «mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque ha mirado con bondad la pequeñez de su esclava». 

San Juan Bautista fue también un católico practicante. Él nunca se autorizó a sí mismo a querer nada, por alto y santo que fuera, por sí mismo, desde su propia voluntad. Nunca quiso moverse sino movido por la voluntad de Dios, por su gracia.

Juan el Bautizador fué como un niño analfabeto, que dejando que la mano de su padre guíe la suya, escribe en el libro de su propia vida un poema de celestial belleza y santidad.

Y supo también, iluminado por Dios, expresar con perfección este misterio: «no debe el hombre tomarse nada, si no le fuere dado del cielo» (Jn 3,27). Nada: ni más, ni menos, ni esto, ni aquello. Debe hacer todo, solo y aquello que Dios quiera hacer en él y con él…

El don de Dios es gratuito, libre, imprevisible: no puede, pues, tomarse, como se toma una manzana de un árbol; sólo se puede recibir, pedir, esperar, procurar y realizar.

Es significativo que esta frase, «no debe el hombre tomarse nada, si no le fuere dado del cielo», una de las más luminosas de los Evangelios, sea tan poco citada. Pero se comprende que así suceda en ambientes voluntaristas, pelagianos o semipelagianos, porque es antitética a sus planteamientos errados.

Jesucristo, nuestro Señores también católico y Autor de todos los católicos. No hay en Él ni sombra de quietismo o de voluntarismo. «El hombre Cristo Jesús» (1Tim 2,5), desde toda la eternidad, en una predestinación única, infinitamente gratuita, es el Elegido del Padre. Y el Verbo divino, siendo el Hijo eterno del Padre eterno, una vez encarnado y nacido de la Virgen María, mantiene en toda su vida terrenal una fisonomía absolutamente filial. Él no se mueve sino movido por el Padre.

Su continua relación personal con el Padre se revela muy especialmente en los escritos del evangelista San Juan. En él declara Jesús: «Yo vivo por el Padre» (6,57), y «el Padre que mora en mí, hace sus obras… Yo estoy en el Padre y el Padre en mí» (14,10-11). Él entiende siempre sus obras como «las obras que mi Padre me dio hacer, esas obras que yo hago…» (5,36); «las obras que yo hago en nombre de mi Padre» (l0,25; cf. 10,37-38). Y por eso dice: «mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y realizar su obra» (4,34). «Yo he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió» (6,38).

Nuestro Señor Jesucristo es, por tanto, psicológica y moralmente incapaz de querer nada por su propia voluntad. Se mueve siempre movido por el Padre: «en verdad, en verdad os digo que no puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre: lo que éste hace, lo hace igualmente el Hijo» (5,19). Nada, no puede hacer nada: «Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió» (5,30). «Yo no hago nada por mí mismo» (8,28); «como me mandó mi Padre, así hago» (14,12).

Y esa identificación plena entre la voluntad de Cristo y la del Padre se da normalmente con inmenso gozo, porque está hecha con infinito amor: «en aquella hora se sintió inundado de gozo en el Espíritu Santo, y dijo: yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque» etc. (Lc 10,31). Aunque otras veces se da con pavor y angustia, sudando sangre: «pero no se haga mi voluntad, sino la tuya» (22,42).

Fuente: Gracia y Libertad del Padre José María Iraburu, en apologeticacatolica.org

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. Que es el Don de Bilocación

El contenido de este artículo se ha subsumido en este otro.


La bilocación es la presencia simultánea de una misma persona en dos lugares. 

Se han dado casos en la vida de los santos. Los más notables son: el Papa San Clemente, San Francisco de Asís, San Antonio de Padua, Santa Ludwina, San Francisco Javier, San Martín de Porres, San José de Cupertino, San Alfonso de Ligorio, San Juan Bosco y San Pío de Pietrelcina.

 

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El Carisma de los Milagros

San Pablo coloca este carisma «operaciones milagrosas» en seguida después del de curaciones. Son carismas diferentes. Esto es importante para no catalogar como milagro cualquier tipo de curación por ministerio nuestro y para no estar a la expectativa de milagros en todo momento. Tampoco caer en el extremo opuesto de negar la existencia de los milagros en la hora presente.

Desde el punto de vista teológico: los milagros son signos que muestran la presencia del prometido reino de Dios y que acreditan a los portadores históricos de esa promesa.

-es un testimonio del poder que debe producir en nosotros la salvación en Jesucristo. Es un signo del poder y del amor de Dios que quiere salvar a todo el hombre y a todos los hombres.

-signo de inclusión de la realidad entera de una economía histórica de Dios, que nos ama y quiere salvarnos.

En la obra de Jesús, los milagros ocupan un lugar cuantitativa y cualitativamente importante. Pero no como una proliferación de lo maravilloso, al margen del mensaje salvífico, sino que ellos mismos son evangelio, mensaje salvífico en acción.

-Milagro: acciones poderosas, «manifestaciones de poder». Poder, no solo indica el carácter excepcional de la manifestación, sino ante todo la presencia de la salvación, que vence los poderes del mal.

I. EL DON DE MILAGROS

¿Que es el don de milagros?

Es una manifestación temporal del poder de Dios a través del cual, un obstáculo es removido o una oportunidad se da, de forma especial. Para que sea milagro, este efecto tiene que venir de la intervención directa de Dios en las realidades humanas.

Es un medio de conversión para algunos y aumento de fe para otros.

¿Que eventos son los que se pueden considerar milagros?

a) Una curación inmediata de una enfermedad de gravedad.

b) Un cambio completo de mente o de corazón de una persona.

c) La conversión repentina de un enemigo de la Iglesia.

d) El movimiento de objetos materiales (por ejemplo: que se pueden encontrar.)

e) Tanto la llegada de repente de una persona, como el ser removida de repente, lo cual hace posible la solución de algún problema.

** La Iglesia tiene mucha cautela en decidir definitivamente si ha ocurrido un milagro.

Si es tan difícil decir si ha ocurrido un milagro, ¿que valor tiene el conocimiento de este don?

Es importante saber y creer que Dios interviene a través de milagros porque así, si El inspira a una persona (o a un grupo) a pedir por un milagro, esta persona (o este grupo) podrán estar disponibles a cooperar con Sus inspiraciones.

¿Que propósito tienen los milagros?

Hay tres propósitos:

a)Corregir una situación que no se puede corregir de forma natural;

b)Apoyar y aumentar la fe de los que están envueltos;

c)Demonstrar la aprobación de Dios al ministerio de predicación.

¿Son evidentes los milagros en el movimiento de la Renovación Carismática?

Si. La apertura de estos grupos a la oración y a los dones carismáticos es la condición necesaria para que Dios manifieste su poder. Como el don de milagros es un don poderoso, se puede esperar mayor desarrollos en el ministerio de milagros a la medida en que las personas van creciendo en la vida espiritual.

Si los milagros son extraordinarios, ¿porque San Pablo los incluye en la lista de los dones carismáticos regulares?

Hay momentos en la vida de los grupos de oración o en la vida de un individuo, que hace falta un verdadero milagro para obtener algún designio que Dios quiere. Por tanto, aunque sea un ayuda extraordinaria, la necesidad de ella surge en cada grupo y en la vida cotidiana de los individuos.

II. DON DE MILAGROS EN LAS SAGRADAS ESCRITURAS

¿No seria demasiado extraordinario la presencia del don de milagros como algo regular en la vida cristiana?

Los milagros fueron por seguro, una parte regular de la Iglesia Primitiva y sin embargo la vida de los primeros cristianos era una vida ordinaria. Los milagros eran intervenciones extraordinarias en vista de necesidades extraordinarias. Las personas llevaban una vida normal, pero creían que Dios intervendría en algunas situaciones para salvarlos.

¿Cual es la actitud del Antiguo Testamento en referencia a los milagros?

Es difícil decir cual es la actitud. En el Antiguo Testamento la naturaleza no era considerada como regida por leyes estables y tampoco existía una palabra en Hebreo para milagro. Algunas de las figuras del Antiguo Testamento si tenían poderes milagrosos (como Moisés y Elías) pero es difícil decir que fue lo que ocurrió.

¿Que enseñan los evangelios sobre los Milagros?

Los Evangelios usan la palabra poder para indicar milagros. También consideran que el poder de Dios entró en el mundo de forma especial en la persona de Cristo.

¿Cuales son los textos del Nuevo Testamento que testifican el poder que tenían los apóstoles de hacer milagros?

a) La muerte de Ananías y Safira (Hechos 5 : 1 -1 0)

b) Los milagros de Felipe en Samaria (Hechos 8 : 6)

c) La resurrección de Tabita (Hechos 9 : 36 – 43)

d) La resurrección de Eutico (Hechos 20 : 10)

e) La protección de Pablo después de haber sido mordido por una serpiente (Hechos 28 : 5)

III. EL DON DE MILAGROS Y OTRO DONES CARISMÁTICOS

¿En que manera se distingue el don de milagros del don de sanación?

El don de milagros abarca muchas situaciones y su naturaleza sobrenatural es mas patente. Una curación grande e inmediata sería considerada un milagro, mientras que en otras curaciones Dios actúa sobre un periodo de tiempo.

¿Como se relacionan el don de milagros y el don carismático de la fe?

Son muy unidos en que, a través de ambos, Dios eleva el poder de la intercesión a un nuevo nivel. También, porque el don carismático de la fe esta operante en el don de milagros.

Son distintos en que el don de milagros tiene un efecto externo, verificable y por tanto, es un signo extraordinario del poder y la protección de Dios. El don de la fe por lo general, no necesita este signo externo. Muchas veces la misma persona no esta consciente del poder que hay en su oración de fe.

¿Como están relacionados el don de milagros y la palabra de sabiduría?

Se puede decir que ambos operan en situaciones importantes o peligrosas. La palabra de sabiduría es Dios actuando mas en sentido espiritual o intelectual de forma que las personas son movidas a través del poder de la palabra que se dice. Los milagros intervienen en las situaciones por el poder de Dios y muchas veces sin que se digan muchas palabras.

¿Cuando ocurren los milagros?

a) Hay veces en que Dios esta dispuesto a obrar un milagro aun para las persona que Le huye. Este milagro se le atribuye a las oraciones de los demás.

b) A veces, cuando una persona esta recién convertida, Dios obra un milagro como un signo inolvidable para esa persona de su poder y de su fidelidad. Pero la presencia regular de milagros no es normal en los comienzos de la vida espiritual.

¿Que debe hacer una persona para predisponerse a este don?

Los milagros requieren una fe activa y un amor para los demás que mueve al individuo a rogarle a Dios continuamente, sin dejar de interceder. Además se requiere una sensibilidad extrema a las mociones del Espíritu Santo y al poder divino.

IV. CRECIMIENTO EN EL DON DE MILAGROS

¿Existen condiciones que alimentan el crecimiento del don de milagros?

Son los siguiente:

a) Como muchas veces son la confirmación de Dios a la palabra que se predica, los milagros se hacen mas presente cuando la palabra de Dios es predicada y vivida.

b) Como están supuestos a remover los obstáculos a la voluntad de Dios, los milagros se hacen mas presentes cuando la persona esta totalmente comprometida a Su Voluntad y a la promoción del Reino.

c) Los milagros se encuentran mas entre las personas que han madurado mas en la vida Espiritual.

¿No es una forma de presunción hablar de crecimiento en el don de milagros?

Aunque pueda parecer así, esta presunción se basa en:

a) El hecho que San Pablo considera los milagros como un ministerio que se da de forma regular a las comunidades cristianas.

b) Estos dones carismáticos extraordinarios se hacen cada vez mas abundantes en vista del bien que redunda a la Iglesia. En estos tiempos actuales, parece ser que estos son mas abundantes en las comunidades carismáticas.

V. APLICACIÓN PRÁCTICA DEL DON DE MILAGROS

¿No podríamos decir que la Era de milagros ya paso, ahora que el hombre ha descubierto las medicinas milagrosas y otras formas de cambiar la vida humana?

No porque:

a) Con la complejidad de la vida contemporánea, el hombre se enfrenta a problemas mayores hoy que en siglos pasados.

b) Aun con todos sus poderes humanos, el hombre se encuentra indefenso ante sus dificultades.

c) Son los mismos poderes humanos (poder nuclear, etc.) lo que son la causa de mucho de las problemas del hombre.

¿Cual es la actitud correcta ante el don de milagros?

a) Los milagros ocurren solamente cuando los medios humanos han fracasado o no están presentes.

b) El hombre no debe ver el milagro como algo normal, sino que lo debe ver como una intervención extraordinaria del amor de Dios.

c) El hombre no debe limitar las acciones de Dios con ideas preconcebidas de lo que Dios no puede o no va hacer.

d) El individuo deber entregarse totalmente a Dios y Su Reino utilizando todos los dones con discernimiento, sabiendo que, cuando se presenten obstáculos, el puede mirar con fe a Dios para conseguir los milagros necesarios en su favor.

Fuentes: Hermana Galindo de corazones,org

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El ejercicio de los dones que Dios nos dio

La pureza de la humildad.

 

Todos tenemos dones y todos son diferentes. Algunos parecen «grandes», algunos son casi invisibles. Pero son iguales. Haga un balance de los suyos. Ellos aumentan cuanto más los usemos. Ellos pueden ser regalos emocionales. Pueden ser habilidades, pueden ser físicos, pueden ser intelectuales o espirituales. 

 

dones espirituales

 

¿Hemos ejercido nuestros dones o buscamos los dones de Dios a los demás? Es bueno orar por los dones que tenemos. Haga un inventario. Hágalo durante la Eucaristía.

USE LOS DONES QUE TIENE

Ejercite los regalos que realmente tiene y cumpla su misión terrenal.

No se preocupe por los dones de los demás, ni con lo que el mundo define como una bendición. No codiciarás es incluso un mandamiento.

A menudo podemos decir que algo no es para nosotros cuando nos esforzamos, nos esforzamos y esforzamos, y no podemos alcanzar algo. Más a menudo, ese «algo» es mundano.

Cometemos  un gran error y perdemos mucho tiempo cuando buscamos el espíritu mundano (y los ídolos, los falsos regalos) de los demás

DIOS DA DONES, PERO TAMBIÉN LO HACE EL DIABLO

El maligno intenta distraernos. Lo hace con lo que otros tienen. Mansiones, coches de lujo. Él hace esto con los ídolos. Lo hace con los «entretenimientos».

Una de las grandes decepciones de nuestro tiempo es que lo que es rico o prominente es importante. Cualquier cosa que logra la fama o la riqueza se considera una «bendición».

Esto lo vemos en la política. Lo vemos en los deportes. Lo vemos más descaradamente en el espectáculo.

Estamos rodeados de gente a quien nosotros «celebramos».

Ningún ser humano debe ser idolatrado (incluyendo los líderes religiosos). Sólo Jesús es digno de adoración. Cuando codiciamos lo mundano, no estamos siendo fieles a nosotros mismos.

Están los Oscar. El Super Bowl. El «American Idol». Y en Argentina toda clase de programas sobre las intimdades de los personajes del mundo del espectáculo, y que tienen mucha audiencia.

Si hay un ídolo de cualquier tipo en nuestros corazones es el punto de entrada potencial para el mal, y menos espacio para Jesús. Cuando idolatramos, solemos olvidar lo que tenemos.

Estar contento con lo que Dios Le ha dado

Lo acerca a la pureza de la humildad, que es de Él, no de la oscuridad. Con la humildad viene la pureza que son las aguas vivas que traen los regalos adicionales.

No se distraiga en su camino para alcanzar la plenitud del ser.

¿Se ha detenido a contemplar la cantidad de tiempo que perdemos cuando podríamos estar orando? ¿Lo poco de la televisión, radio, prensa, internet que es verdaderamente importante, relevante para nuestra eternidad? ¿Quién es más digno de nuestro tiempo: Jesús, que está a la derecha del Padre, o el político de turno o un multimillonario, cuyas posesiones se desvanecerán en el momento de su muerte?

Cuando tenemos miedo, a menudo buscamos consuelo en los ídolos.

Un ídolo es algo que buscamos, algo que queremos, algo que distrae, algo a quien nos dedicamos y que podemos obsesionarnos, algo que al final rendimos culto. Mire a su alrededor y cuente los ídolos que muchos codician.

¿Cuánto tiempo pasamos en cosas frívolas envidiando lo que otros tienen cuando de ese tiempo precioso podría ser gastado ejerciendo nuestros propios dones? ¿Cuánto tiempo pasamos en la conversación sin sentido en vez de rezar? ¿Cuánto tiempo pasamos leyendo o escuchando  lo que para nuestras almas es distracción o irrelevante?

«Cuanto más [lo mundano] se suprime y supera», escribió el gran Tomás de Kempis, «más gracia es dada, y por medio de las nuevas visitas de gracia, el alma se forma diariamente, y cada vez más a la imagen de Dios».

La Palabra de Dios nos dice esto.

«Con él tenemos la certeza de que, si le pedimos algo conforme a su voluntad, nos escuchará. Y si nos escucha en todo lo que le pedimos, sabemos que ya tenemos lo que le hemos pedido. Si alguno ve a su hermano en el pecado, -un pecado que no ha traído la muerte-, ore por él y Dios le dará vida. (Hablo de esos pecadores cuyo pecado no es para la muerte). Porque también hay un pecado que lleva a la muerte, y no pido oraciones en este caso. Toda maldad es pecado, pero no es necesariamente pecado que lleva a la muerte. Sabemos que el que ha nacido de Dios no peca, pues lo protege lo que en él ha nacido de Dios, y el Maligno no puede tocarlo. Sabemos que somos de Dios, mientras el mundo entero está bajo el poder del Maligno. Sabemos también que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al que es Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo; ahí tienen el Dios verdadero y la Vida eterna. Hijitos, guárdense de los ídolos», dice 1 Juan 5:14-21.

 

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Fuentes: Spirit Daily, Signos de estos Tiempos