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El Carisma de Liberación: Oraciones de Liberación y Sanidad Interior

Es uno de los temas sobre los regalos del Espíritu.

Se trata del carisma de liberación de influencias malignas, diabólicas.

Y también de malas influencias por traumas adquiridos en la vida.

jovenes orando

Llaman la atención las palabras de Jesús dirigidas a los discípulos al final del evangelio de Marcos.
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Cuando les dice que deben acompañar el anuncio evangelizador con signos de poder como expulsar demonios, hablar lenguas nuevas y sanar enfermos (Mc 16, 15-18).

Pero a menudo la liberación se ha comprendido mal o inadecuadamente.

Y por otra parte, se han realizado liberaciones que no deberían haber sido realizadas.

La ignorancia, la precipitación, la falta de un buen discernimiento, el mal uso del carisma, las exageraciones etc., han hecho que se tengan sospechas a la hora de entrar en materia

Estamos ante un problema complejo que, lejos de haber desaparecido, sigue presente en nuestra sociedad.

Y por eso este informe trata de poner orden sobre la justificación de este ministerio y la forma en que se debe ejercitar.

La oración de liberación y su complemento, que es la oración de sanación interior, se inscriben dentro de las oraciones de intercesión.

Y se dirigen a Dios en favor de una persona y en presencia de esa persona.

Esto requiere ciertas condiciones espirituales, como la fe, o sea la confianza Incondicional en el amor de Dios, la perseverancia, el perdón, y la asistencia del Espíritu Santo.

Durante la oración de intercesión pedimos ser escuchados en nombre de Jesús cómo lo enseñó el mismo.

No se trata de una invocación mágica sino de lograr que esté presente entre nosotros y dentro de nosotros.

Grupo-de-oracion

   

LA DOCTRINA DE LA IGLESIA SOBRE EL MALIGNO

Se puede hablar, con seriedad de los ritos satánicos y sin caer en exageraciones.

La Iglesia siempre ha rechazado una excesiva credulidad en esta materia, censurando enérgicamente todas las formas de superstición, al igual que la obsesión por satanás y los demonios, y los ritos y modalidades de maléfica adhesión a tales espíritus.

También ha puesto en guardia contra un enfoque puramente racional de estos fenómenos, que termine por identificarles siempre y solo con desequilibrios mentales.

Una serena posición de fe ha sido característica de la actitud de la Iglesia a lo largo de los siglos.

Como nos recuerda san Juan Crisóstomo:

“Ciertamente, no es un placer entretenerse con el tema del diablo, pero la doctrina que aquel me ofrece la ocasión de tratar resultará muy útil para vosotros” (Del diablo tentador, homicida II, 1).

La Iglesia ejerció, ya desde tiempo apostólico, como lo afirma la introducción del ritual de exorcismos, el poder recibido de Cristo de expulsar demonios y anular su influjo.

Así pues, ora continuamente y con fe “en nombre de Jesús” para ser liberada del maligno.

Y en el mismo nombre, con el poder del Espíritu Santo, ordena de varias formas a los demonios que no obstaculicen la obra de la evangelización y que devuelvan “al más fuerte” el dominio de todos y cada uno de los hombres.

Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra el influjo del Maligno y substraída de su dominio, esto se llama exorcismo”  (Catecismo de la Iglesia Católica n. 1673).

oracion en grupo

   

EN LA SAGRADA ESCRITURA

En el Antiguo Testamento, ya desde el Génesis aparece la tentación de nuestros primeros padres por la acción de un espíritu perverso y maligno (Gn 3,13-15).

En el primer libro de Samuel, Saúl es atormentado por un espíritu malo (1 S 14,16).

En los libros escritos antes del cautiverio nos encontramos con espíritus malignos actuantes sobre los seres humanos (1 R 22, 21-23; 2 Cro 18, 18-22).

Y por primera vez en el libro de Job aparece ya con el nombre de satán, que es presentado como espíritu tentador, empeñado en apartar al ser humano de Dios (Jb 1,6-2,7).

En los libros posteriores al cautiverio, el demonio aparece con más frecuencia y con mayor claridad, excluido de todo influjo persa que lo divinizaba (1 Cro 21, 1; Za 2,12; Ecl 21,30).

En el Nuevo Testamento los pasajes sobre el demonio son muy repetidos y explícitos.

El evangelio de San Mateo lo cita once veces; san Marcos trece; san Lucas veintitrés; y san Juan seis.

El demonio es presentado como adversario de Cristo y del reino de Dios.
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Satán y los suyos aparecen siempre como incitadores del pecado y el demonio es llamado simplemente “el maligno” (Mt 13,19.38), “enemigo y adversario” (Mt 4,3), “padre de la mentira” (Jn 8,44), “príncipe de este mundo” (Jn 12, 31).

El Apocalipsis compendia así la revelación sobre el demonio:

“Fue arrojado el gran dragón, la antigua serpiente, el que se llama diablo y satán, el que seduce el universo entero (Ap 12,9).

En los evangelios se muestra como satanás quiere hacer fracasar la obra de la redención por todos los medios.

En el comienzo de la vida pública de Jesús, intenta apartarle de su misión (Mt 4,1ss; Lc 4,1ss).

Satán quiere hacer caer a los Apóstoles (Lc 22,31) y es el que inspira a Judas a la traición (Lc 22,3).

Jesucristo proclama que el demonio es el que siembra la cizaña entre el trigo (Mt 13,39) y es el que arrebata la buena semilla de la Palabra de Dios del corazón de los seres humanos (Lc 8,12).

Marcos presenta como primer milagro de Jesús en Cafarnaúm la expulsión de un demonio (Mc 1, 21-28).

Aduce, también, otras tres expulsiones diabólicas: la del endemoniado de Gerasa (Mc 5,1-20); la de la hija de la mujer Sirofenicia (Mc 7, 24-30); y la del endemoniado epiléptico (Mc 9,14-29).

Juan contrapone una y otra vez la acción redentora de Cristo a la acción y reino de satán, que es el reino de las tinieblas (Jn 1,5) y entiende su obra como juicio contra el “príncipe de este mundo” (Jn 12,31)

San Pedro en su primera carta escribe:

“Sean sobrios y velen. Su enemigo el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. Resistan firmes en la fe” (1 P 5,8).

Por otra parte san Pablo advierte:

El diablo actúa en forma de toda clase de poder, de signos y de prodigios mentirosos, y de toda especie de seducciones inicuas, destinadas a los que están en vías de perdición, por no haber escogido el amor de la verdad que los salvaría.

Y, por eso, Dios les manda una fuerza poderosa de seducción que los lleva a creer en la mentira, de suerte que acaben condenados todos los que no creyeron en la verdad, sino que se complacieron en la iniquidad” (2 Ts 2, 9-12).

La lectura del Santo Evangelio nos muestra como Jesús dedicó gran parte de su ministerio a arrojar el demonio de muchas personas que estaban poseídas u oprimidas por los demonios.

Cuando San Pedro en la casa de Cornelio sintetiza el ministerio de Nuestro Señor Jesucristo lo hizo con estas palabras:

“Como Dios ungió a Jesús de Nazareth con el Espíritu Santo y con poder, y cómo El pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él” (Hech 10,37-38).

Y es que Pedro había presenciado las muchas liberaciones demoníacas que había realizado Cristo durante los años de su vida apostólica.

La misión que recibieron los doce y los setenta y dos discípulos incluyó la de expulsar demonios (Lc 9,1-6; Mt 10,8; Mc 6,7-13; Lc 10,17).

Este mismo poder lo comunica a todos los verdaderos creyentes (Mc 16, 17-18).

Es por ello que entraremos directamente en el tema de la oración de liberación, conscientes de la necesidad del don del discernimiento para saber qué es lo que hay y como se debe proceder.

Es tan peligroso ignorar la presencia del demonio como afirmarla donde no se da.
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Por tanto, la liberación debe ejercerse con gran prudencia.
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Y solamente hacerla cuando en la oración se juzga que realmente se da allí la acción del demonio y que el Señor quiere que en ese momento oremos por liberación.

jovenes orando liberacion

   

EN EL CATECISMO DE LA IGLESIA

El catecismo de la Iglesia católica (cf. Nn. 391-395), apoyándose en la revelación, presenta breve y densamente la existencia del demonio, quienes son los demonios y cuál es su acción y su poder.

Igualmente en el capítulo IV del catecismo dentro del tema de la oración cristiana, ampliando la oración del padrenuestro, dice:

“El mal no es una abstracción, sino que designa una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios.
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El diablo (dia­bolos) es aquél que se atraviesa en el designio de Dios y su obra de salvación cumplida en Cristo.
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Homicida desde el principio, mentiroso y padre de la mentira (Jn 8,44).
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Satanás, el seductor del mundo entero (Ap 12,9), es aquél por medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo, y por cuya definitiva derrota toda la creación entera será liberada del pecado y de la muerte”
(nn.2851, 2852).

Afirma san Ambrosio, citado por el catecismo de la Iglesia:

Quien confía en Dios no tema al demonio. ¿Si Dios está con nosotros, quien estará contra nosotros?” (Rom 8,31).

La victoria sobre el príncipe de este mundo (Jn 14,30) se adquirió de una vez por todas en la hora en que Jesús se entregó libremente a la muerte para darnos su Vida.

Los puntos principales sostenidos por la Iglesia respecto al demonio los tenemos en el V concilio ecuménico de Constantinopla (553), concilio de Braga (561), IV concilio de Letrán (1215), concilio de Trento (1545-1563), concilio Vaticano I (1869-1870) y concilio Vaticano II (1962-1965).

Incluso el Papa Pablo VI sintió la necesidad de recordar la doctrina de la Iglesia sobre esta materia, en la audiencia general del 15 de noviembre de 1972:

El mal no es ya solo una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y pavorosa.

Quien rehúsa reconocer su existencia, se sale del marco de la enseñanza bíblica y eclesiástica; como se sale también quien hace de ella un principio autónomo, algo que no tiene su origen, como toda criatura, en Dios.

O quien la explica como una pseudos realidad, una personificación conceptual y fantástica de las causas desconocidas de nuestras desgracias” (L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de noviembre de 1972, p. 3).

El Papa Juan Pablo II, en el ciclo de catequesis sobre la creación (9 y 30 de Junio, y 13 de Agosto de 1986) afirma la misma doctrina.

pintura hablar en lenguas

   

LA ORACIÓN DE LIBERACIÓN

Se hace necesario hacer una distinción fundamental entre la oración de liberación de la oración de exorcismo, la cual amerita un capítulo adicional que no se trata en el presente artículo.

Lo que si podemos precisar es que la oración de exorcismo se hace en el nombre de Cristo, pero dirigida a uno o varios espíritus malignos con el fin de liberar a la persona poseída.

Este tipo de oración debe ser realizada por un sacerdote piadoso, docto, prudente y con integridad de vida, con licencia peculiar y expresa del Obispo diocesano (Canon 1172 del Código de derecho canónico).

Este tipo de oración de exorcismo se dirige básicamente en los casos de posesión maligna, que como hemos anotado son raros.

Antes de profundizar en la oración de liberación y en el ejercicio del carisma de liberación, es importante partir de la necesidad de conformar un ministerio de liberación que realice este tipo de oración.

El cual debe ser conformado, en lo posible, por varias personas con carismas complementarios y que vivan una comunión profunda en el Espíritu del Señor.

Y bajo la asesoría de un sacerdote o en el mejor de los casos contando con su presencia.

En dicho ministerio se recomienda encarecidamente la vivencia de tres fases, sin que se relativice ninguna, a saber: Acogida, oración y acompañamiento.

paloma y gente rezando

   

PRIMERA FASE: LA ACOGIDA

El ministerio de liberación descansa fundamentalmente sobre una “espiritualidad de misericordia”, en donde una persona que cree estar atormentada por el maligno, debe poder sentirse acogida, sin ser juzgada.

El ministerio de liberación comienza por tomar los medios concretos para acoger a las personas atormentadas, con una mirada cristiana de compasión.

La calidad de la acogida favorece la escucha de la persona, para que esta tenga confianza en el ministerio para aceptar los consejos propuestos por estos y facilitará el discernimiento.

Se deben realizar preguntas claves que ayuden a tener un buen discernimiento, como por ejemplo cuando comenzó la aparición de los desordenes, si hay en la familia signos de un desorden del mismo género, estos desordenes se agravan por un contexto espiritual cristiano, etc.

La búsqueda del comportamiento del riesgo alienante es primordial. Para ello debe darse convergencia de criterios entre los miembros del equipo para llegar así al discernimiento final.

Debe darse igualmente una preparación de las personas que van a orar y de la persona sobre la cual se va a orar.

No sobra decirlo que los miembros del ministerio deben prepararse con oración y ayuno.

Es necesario tomar muy en serio la oración en la liberación y es por ello que se le debe dar una importancia especial a la oración en el grupo antes de orar.

En cuanto a la preparación de la persona sobre la que se va a orar, esta debe manifestar su decisión para poner en orden su vida, acompañada de un arrepentimiento serio de sus pecados y el perdón recibido a través del sacramento de la reconciliación.

Otro paso de gran importancia es entregar su vida al señorío de Cristo. Se ha de pedir con total confianza que el Señor revista a todos de su amor y de su compasión.

Se puede iniciar la preparación por un acto colectivo de arrepentimiento de cuantos intervienen.

No se hace la oración de liberación forzosamente porque se de una causa espiritual.
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No debemos precipitarnos.
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Detrás de la liberación hay siempre una llamada a la conversión, a esta es para la que hay que preparar a la persona.

Todos los autores están de acuerdo en señalar la importancia capital que tiene el hecho de reclamar sobre sí, en fe profunda la sangre de Cristo.

Es pedir sobre el ministerio y sobre la persona por quien se está orando, la protección de Dios recurriendo a la súplica de nuestra participación en la aspersión de la sangre de Cristo (1 Pe 1,2; Ef 1,7).

Semejante precaución espiritual vivida en la confianza en el amor infinito del sacrificio de amor ofrecido por Jesucristo en la cruz por la liberación de los pecados de todos los hombres, tiene en cuenta el riesgo de contagio o de daños espirituales que pueden sufrir los que afrontan dicha oración de liberación.

Se busca con ello vivir ese tiempo fuerte de oración, con una fe purificada y confiada, dispuesta para afrontar este combate espiritual.

Es de anotar que nunca se debe hacer una oración de liberación en público, ni siquiera en situaciones de sorpresa (manifestaciones repentinas a causa de una asamblea, por ejemplo).

Conviene por el contrario, buscar ante todo la discreción y poder disponer de un lugar retirado para orar, al abrigo de las miradas exteriores.

Evitar la oración en público no significa practicarla solo, sino con motivo de una reunión de los miembros del equipo ministerial.

Antes de comenzar la oración de liberación propiamente dicha, se requiere de una persona encargada de dirigir la sesión, la cual ejercerá su carisma de liberación expresando autoridad sobre los espíritus malos.

Esta persona a su vez, debe exponer claramente el papel de cada uno de los miembros del equipo, y debe ser la responsable de todas las decisiones.

Le corresponde hacer ver a la persona por quien se ora que es necesaria su colaboración y apertura en aras de un buen discernimiento.

Debe cuidar además de mantener un clima libre de tensiones en donde la comunicación sea normal, orando con todo fervor y confianza, actuando con humildad y sencillez, pero llena de fortaleza.

Nunca se pondera suficientemente la estricta confidencia que debe haber entre cuantos participan en el ministerio.

Puede presentarse el caso que una persona no quiera arrepentirse o perdonar, se hace necesario, por tanto, que el que dirige la sesión de liberación invita que se ore por la persona para que Dios le conceda la gracia de la contrición y de perdonar sinceramente.

Sin esto no se debe continuar. Es realmente necesario que la persona termine esta primera etapa entregando su vida a Dios y reconociendo a Jesús como su Señor y Salvador.

hombre con una cruz

   

SEGUNDA FASE A: LA ORACIÓN DE LIBERACIÓN

Esta segunda etapa procede del discernimiento final y no puede hacerse sin él. Pasar demasiado rápido a la oración de exorcismo sin tomar los medios de un discernimiento justo es un riesgo para la salud de la persona afectada.

Es conveniente comenzar con una alabanza y una acción de gracias. Pedir al Señor protección para todas y cada una de las personas que intervienen en la liberación es algo que nunca debe omitirse.

Para ello se puede invocar el poder protector de la sangre de Cristo.

Otro aspecto importante en la oración de liberación tiene que ver con la oración en la que se atan los espíritus, con el objeto de paralizar toda asistencia diabólica.

Esta oración busca no solo suprimir las manifestaciones que descentren a las personas de Jesús, impidiendo todo daño al sujeto de la liberación y a las personas que intervienen.
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Sino también el que susciten temor, confusión o agitación de cualquier clase.

Esto además, ayudará a identificar las áreas que necesitan sanación interior y aún los aspectos y personas sobre los que debe recaer el perdón.

Se debe tener también en cuenta la renuncia al pecado en conexión con la infestación demoníaca.

Es muy aconsejable haber recibido previamente el sacramento de la Reconciliación, el cual conviene hacerlo antes de comenzar el proceso de liberación.

Si hubiera habido algún tipo de pacto, no se pase a otra etapa sin previa retractación, la cual debe hacerse de manera formal y expresa.

Igualmente la sanación de las heridas profundas es el punto focal del proceso de liberación.

Comúnmente es necesario llegar a la raíz de la causa que crea la dificultad y orar por su sanación.

En cuanto a la oración de liberación como tal no es necesario usar una misma y única fórmula.

Uno de los modelos nos lo ofrece Philippe Madre en su libro Curación y Exorcismo:

Yo te ordeno en nombre de Jesucristo y en la fe de la Iglesia, a ti espíritu de…… cesar inmediatamente toda influencia maligna sobre el alma o el cuerpo de X. Sé que no soy nadie para ordenarte esto, pero a través de mi debilidad la fuerza del Señor manifiesta todo su dominio.

Apoyándome en las promesas de Jesús, las cuales tu sabes son verdaderas, ya que Él mismo es la verdad, te ordeno pues, a ti, espíritu de…. desaparecer definitivamente de la vida y de la historia de X, sin hacerle ningún daño y sin que te atrevas a volver.

Tu sabes en este momento que X ha elegido la luz y que renuncia a toda mentira, a toda seducción, a toda voluntad de poder, a toda complicidad con el maligno.

Te ordeno cesar toda influencia nefasta o destructiva en su cuerpo y en su alma. Ahora mismo debes alejarte y no volver nunca más.

Ahora mismo Jesús, el Hijo único de Dios, te arroja por su muerte y su resurrección, de la existencia de X. Tenías a X prisionero a causa de… (aquí se pueden citar los comportamientos de riesgo alienante pasados de X), pero la misericordia del Señor lo ha visitado en el seno mismo de estos acontecimientos y tú debes renunciar a esta opresión, (o a esta obsesión).

Yo te lo ordeno por la autoridad misma del hijo de Dios, que te ha vencido en el leño de la cruz.

A petición de María, la Virgen purísima, yo te lo ordeno.

A petición de san José, terror de los demonios, yo te lo ordeno.

A petición de san Miguel Arcángel, yo te lo ordeno.

A petición del Ángel de la guarda de X, yo te lo ordeno.

A petición de…. (aquí se pueden citar varios santos o santas conocidas en el ministerio.

Lo que cuenta no es, claro está, la cantidad de nombres de bienaventurados invocados, sino la familiaridad espiritual auténtica que uno pueda vivir con uno u otro)”.

Es importante notar la diferencia fundamental que existe entre una oración de curación y una oración de liberación.

Mientras que la primera se dirige a Dios, la segunda se dirige al demonio opresor.
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Mientras que la oración de curación es, ordinariamente, una oración de petición.
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La de liberación es un “mandato” a satanás, puesto que se trata de un enfrentamiento con él, en el nombre de Jesús.

Por tanto, el que hace la oración de liberación, tiene que estar de algún modo, investido de la autoridad de Jesucristo.

Esta fase suele terminar cuando hay cierta percepción espiritual de que el espíritu realmente ha dejado de influenciar la persona, la cual, ordinariamente siente que la paz la invade o que no hay ya perturbación en su interior, que incluso se refleja exteriormente.

Se pide igualmente la protección del Señor sobre todos, especialmente sobre el sujeto liberado.

Se clama un nuevo derramamiento del Espíritu, los dones que especialmente necesita la persona; se pide por las necesidades del equipo de liberación.

Lo ideal sería que recibiera muy pronto la Eucaristía y que la frecuentara en adelante.

La oración de sanación interior tiene un puesto insustituible después de haber sido liberada.

Se debe hacer con intensidad, amor y paz, empleando el tiempo que fuere conveniente.

La alabanza, la acción de gracias a Dios por su actuación clausurará esta clara, frecuentemente ardua y prolongada sesión.

   

SEGUNDA FASE B: LA ORACIÓN DE SANACIÓN INTERIOR

La oración de sanación interior debe conceptualizarse como un complemento de la oración de liberación; hay una sinergia entre ellas que las hace necesarias en muchos casos.

Esta oración trata de sanar enfermedades interiores, como sufrimientos, conflictos, cólera, miedo, tristeza, etc.

Que son debidos a heridas que hemos ido acumulando en nuestra vida.

Son trastornos que han afectado la psiquis en la parte afectiva, emocional y de los recuerdos.

Y que afectan y condicionan la vida espiritual y física de la persona.

Incluso influencian sus comportamientos y modos de pensar de manera negativa.

Esto comienza con el discernimiento del grupo de oración sobre la persona que están tratando, sobre la que están orando.

No se trata de una psicoterapia sino de pedir la intercesión de Jesús para la iluminación y para la sanación.

Pero las heridas y los dolores de la persona sobre la que se está orando que se revelen, deben usarse con mucho discernimiento, porque se está tocando resortes delicados de la vida de la persona.

Hay que pensar qué la persona por la que se está orando está como atada y hay que desatarla de los condicionamientos que tiene.

Y no se trata de liberación de las influencias del maligno, eso se materializará mediante oraciones de liberación como vimos antes.

Por eso mismo es útil, durante este proceso de sanación interior, realizar oraciones de liberación, si el discernimiento lleva a pensar que hay una actividad del maligno que está impidiendo la sanación de los traumas.

Estas oraciones requieren una cierta repetición para obtener beneficios.

Además de la colaboración activa de la persona por la quién se ora y el compromiso del grupo de oración para sostener esta actividad.

Estas dos cosas debieran estar apuntaladas por la frecuencia en los sacramentos, la meditación de la palabra de Dios, realizar obras de caridad y recurrir a la dirección de un director espiritual, lo mismo que en cualquier oración de intercesión.

grupo de oracion de jovenes

   

TERCERA FASE: EL ACOMPAÑAMIENTO

Un ministerio de liberación, no puede ignorar la importancia de esta fase. Incluso algunos autores aconsejan no hacer oración de liberación a menos que se tenga resuelto este aspecto, para ellos fundamental.

Se trata de reconstruir y reafirmar la vida de la persona liberada en las áreas en que había sido infestada y que han quedado libres de la influencia maligna por la gracia del Señor a través de la oración de liberación.

Se busca además proteger a la persona para que no vuelva a caer en los pecados o en las situaciones en las que puede volver a ser infestado por el espíritu del mal.

En primer lugar hablamos del acompañamiento espiritual, dirigido a las necesidades de conversión y de fortificación espiritual después de la liberación, el cual puede ser practicado por un miembro del equipo ministerial que vivió la primera fase con el sujeto.

En este tipo de acompañamiento el sacerdote juega un papel primordial, particularmente en la perspectiva del sacramento de la reconciliación.

Todos los comportamientos de riesgo alienante pertenecen al orden del pecado y la persona liberada puede tomar conciencia de ello muy rápidamente y se sentirá motivada por tanto a celebrar el sacramento de la reconciliación.

La conversión auténtica se verifica en los actos y en las elecciones nuevas, de perspectiva cristiana, que el sujeto llevará a cabo y que transformarán efectivamente su existencia.

En los casos de exorcismo, obsesión u opresión no conviene cantar victoria muy rápidamente, pues después de la oración de liberación la persona se puede sentir sola y tiene muchas posibilidades de recaer en el futuro próximo.

En segundo lugar hacemos referencia al acompañamiento en la sanación interior, el cual se le llama a veces la “convalecencia interior”.

Es un aspecto posible de la actividad del ministerio de liberación, quitando zonas de anestesia interior que volvían insensibles algunas heridas del pasado, pero que aún no estaban curadas.

Estas heridas seguían “sangrando” en el alma, y por lo tanto, generaban cierto sufrimiento profundo.

Será entonces la mirada de Jesús la que visite con una gran bondad y compasión inmensa, todo este pasado personal, sin ser jamás un acusador. A la luz de esta mirada, el hombre se descubrirá amado, perdonado y dejara que el amor lo sane.

Es bueno recordar que el motor primordial de un auténtico camino de sanación interior es el perdón y este entendido en el movimiento de ser perdonado y de perdonarse.

Ser perdonado ante todo por Dios o por una persona a la que se le causo algún mal y perdonarse a sí mismo ya que no hay peor juez acusador que nosotros mismos.

La persona finalmente se descubrirá locamente amada por el Señor y podrá exclamar con san Pablo: “Me ha amado tanto”.

Hay que pedir a la persona liberada romper con los modos habituales de conducirse que la han llevado a la infestación.

Por eso, es precisa cierta disciplina espiritual de acuerdo con la situación anterior de la persona, la cual debe comenzar a tener actitudes de oración regular, acompañada de la lectura regular de la Sagrada Escritura, la vida sacramental, especialmente la Eucaristía, sin dejar de acudir con frecuencia al sacramento de la reconciliación.

Se le ha de aconsejar, y en cierto modo, es el recurso más valioso, porque abarca los anteriores o va llevando a ellos, el que se integre a un buen grupo de oración.

Allí encontrará la ayuda fraternal de sus hermanos que le acogen con amor sincero y que oran por él para que se fortalezca y crezca.

Por: P. José Camilo Arbeláez M. y Fray Alejandro R. Ferreirós OFM Conv

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Cómo Liberarse de Tribulaciones Malignas a través de Oraciones de Liberación

¿Qué debemos hacer cuando sospechamos que algo sobrenatural nos está afectando negativamente?  

Primero, es adecuada la oración y reflexión antes que llegar a conclusiones impulsivas.

Esto implica buscar información y leer artículos como éste.

Y en segundo lugar buscar el consejo de alguien capacitado en liberación y que sea católico.

No es fácil conseguir información sobre liberación, porque las diócesis desconfían de la circulación libre de ella.

Por lo tanto es recomendable pedirle al Señor, orando, que te presente una persona sólidamente católica, para que te ayude en el manejo de la liberación espiritual.

Y cuando esa persona se presente, hay que pedirle las credenciales, porque sobre esto hay muchos mitos y muchas fantasías.

Una cosa que probablemente sea la más adecuada es ir a buscar a este tipo de personas dentro de los círculos de la Renovación Carismática, que son quienes se especializan más en liberación dentro de la Iglesia Católica.

Cuando hablamos de liberación en general nos referimos a librarnos de ataques directos o indirectos del maligno, que afectan nuestra conducta, nuestras emociones y nuestros pensamientos.

Empecemos por identificar las causas últimas.

  

EL MALIGNO EXISTE Y ACTÚA

Los demonios están claramente testimoniados en la Biblia y son una parte ineludible ella.

En el Antiguo Testamento Se nombra a Lucifer en Isaías, a Asmodeo en Tobit y a Satanás en Job.

Y San Juan en el Nuevo Testamento dirá que la razón por la que apareció el hijo del hombre [Jesús] fue para destruir las obras del diablo (1 Juan 3:8).

Por eso es tan central en el Nuevo Testamento la actividad exorcista de Jesús, que vino a terminar con el reinado de Belcebú.

Sin embargo hay muchos escépticos incluso entre los sacerdotes católicos.

Pero en 1972 el papa Paulo VI se preguntó públicamente cuál es era mayor necesidad de la Iglesia en el momento.

Y la respuesta fue

“No se sorprenda por nuestra respuesta y no la tache de simplista o supersticiosa: una de las mayores necesidades de la Iglesia es defenderse contra el mal, que llamamos el diablo”.

Y luego explicó,

“Este asunto del diablo y de la influencia que puede ejercer en los individuos, así como en las comunidades, sociedades o eventos enteros, es un capítulo muy importante de la doctrina católica, que debe estudiarse nuevamente, aunque se le presta poca atención hoy”.

Numerosos santos lucharon contra el demonio en foema física y está documentado.

Incluso el padre Gabriele Amorth ha dicho que el demonio intentó la posesión de la Madre Teresa de Calcuta cuando estaba enferma en un hospital y un exorcista Indio tuvo que hacerle un exorcismo.

La Iglesia tiene 3 tipos de exorcismos.

El primero es el exorcismo litúrgico que se realiza en el bautismo.

El segundo es el exorcismo privado o simple, que puede ser realizado por los fieles y al que nos estamos dedicando en este artículo, o sea las oraciones de liberación.

Y el tercer exorcismo es el solemne, público o formal, que se realiza en base al Ritual de Exorcismo, con la autorización del Obispo.

Los exorcistas dicen que la actividad básica del demonio es la tentación.

Y puede actuar más libremente a través del pecado.

O sea cuando encuentra a una víctima propensa a abrirle las puertas en cosas cada vez más pesadas.

Pero también existe la posibilidad de que el diablo vaya tras de una persona y constantemente la asedie para que caiga.

Veamos las formas concretas de los ataques.

  

FORMAS EN QUE EL MALIGNO NOS ATACA

  

TENTACIÓN

Básicamente la actividad principal del maligno es tentarnos para pecar.

Él influye en nuestros pensamientos con mensajes sutiles, que a primera vista pueden aparecer inofensivos, pero rápidamente pueden conducir al pecado si no los reprendemos.

Esto es lo que se llama Tentación y es la actividad ordinaria del maligno.

La actividad extraordinaria incluye infestación, opresión, obsesión, ataques físicos, dependencia diabólica y posesión diabólica.

  

INFESTACIÓN

La infestación sucede cuándo a una casa, un objeto, un animal, le suceden fenómenos paranormales inexplicables.

Por ejemplo una lámpara se apaga y se enciende sola, o cuando se oyen ruidos inexplicables permanentemente en una casa como pasos, o cuando sistemáticamente se suceden cambios de lugar de las cosas.

Esto puede suceder como una brujería maleficio o maldición que te han hecho o por estar en el radar del maligno por algo que has hecho, como por ejemplo haber abierto una puerta al pecado.

Pero también puede que sea un alma del purgatorio que está tratando de llamar tu atención para obtener oraciones y ser liberada del purgatorio. En este caso no es el maligno quien actúa.

  

OPRESIÓN

La opresión puede tener varias manifestaciones, como una enfermedad, alteración de las relaciones con otras personas, o invadir otras áreas de la vida como las finanzas, el trabajo, etc.

La opresión espiritual se nota por extraños patrones de infortunio, enfermedades inexplicables o repetidos problemas de relaciones.

  

OBSESIÓN

En la obsesión una persona es acosada en forma de pensamientos no deseados, recurrentes, irracionales, que llevan al abatimiento o incluso en los casos más graves, al intento de suicidio.

Un caso típico son las pesadillas. Por ejemplo una persona puede tener pesadillas de ataques satánicos sexuales, de enfermedades graves, de accidentes.

Esto necesita discernimiento porque la maldición que está detrás puede haber sido producida en generaciones anteriores, y se ha venido arrastrando hasta la tuya.

Estamos hablando en general de pecados graves, como algún asesinato, haber participado activamente en grados importantes en la masonería o espiritismo, abortos, etc.

  

ATAQUES FÍSICOS

A veces los ataques físicos no están relacionados con maldiciones sino con la santidad misma.

Porque grandes santos, como el Padre Pío o el Santo Cura de Ars fueron sistemáticamente atacados en su físico por el maligno.

Los casos más extremos de ataque del maligno son la dependencia y la posesión demoníaca.

  

POSESIÓN Y DEPENDENCIA

En la dependencia diabólica la persona ha hecho un pacto con el diablo voluntariamente y es responsable de la elección.

En el caso de posesión el maligno toma el cuerpo de la persona (no el alma), pero actúa sin el consentimiento de la víctima.

Aunque la víctima generalmente le ha abierto una puerta, por ejemplo jugando a la Ouija.

Las interferencias demoníacas pueden ser manejadas por un ministerio de liberación pero en los casos de dependencia y posesión demoníaca es necesario utilizar el Rito del Exorcismo.

Para esto inevitablemente hay que recurrir a un sacerdote exorcista especializado.

Ellos suelen tener un equipo de psicólogos, médicos y otros campos de especialización para trabajar en la víctima.

Siempre es necesario evaluar psicológicamente a la persona para descartar una causa natural de la aflicción antes de hacer una sesión de exorcismo.

  

CÓMO SE PRODUCEN LOS ATAQUES DEL MALIGNO

El más común es el daño auto infligido por maldiciones propias que nos hemos hecho a través de pecados.

También nos pueden haber hecho maldiciones a nosotros mismos, como por ejemplo trabajos o hechizos o brujerías.

Y además puede haber maldiciones que cruzan las generaciones.

Las maldiciones auto infligidas y las realizadas a nosotros, por otros, deben ser atadas y quebradas.

En primer lugar por el arrepentimiento y el acercamiento a Dios, lo que invariablemente implica la confesión de los pecados, la reparación y la restitución hacia una vida cristiana.

Y en segundo lugar la oración puede ayudar a romper maldiciones, pero sólo la oración no es efectiva si no se cumple el primer paso.

Estas maldiciones suceden cuando se abre una puerta y estas son algunas de las puertas abiertas que permiten la maldición.

. La participación en las ciencias ocultas como la brujería o el satanismo

. En organizaciones que usan las ciencias ocultas de manera abierta o encubierta, como: yoga, meditación trascendental, brujería blanca, brujería negra, zen, budismo, hinduismo,

. En la Francmasonería y otras organizaciones fraternales que tienen rituales secretos

. En la magia, la astrología, quiromancia, numerología, la adivinación la canalización psíquica

. En religiones paganas como la Wica, la New age

. Jugar con tableros de Ouija, hacerse tatuajes, etc.

. Desobediencia y rebelión a la Palabra de Dios, maldición a Dios

. Perseguir pecados sexuales o perversiones

. Pecados ancestrales

. El suicidio

. Falta de perdón, amargura, resentimiento, enojo.

. Manipulación e intimidación con el propósito de dominar a otros

. Asesinato, aborto

. Chismes, denigrar a otros

Estos son los más generales, pero hay muchos más que se pueden encontrar en la Biblia.

  

LAS MALDICIONES QUE ATRAVIESAN GENERACIONES

Hay maldiciones que atraviesan generaciones como si fueran atributos epigenéticos espirituales.

Estás maldiciones de antepasados no se puede romper hasta que no se confiesan los pecados de los predecesores.

Es materialmente imposible conocer todos los pecados de los ancestros, Dios sabrá cuáles son.

Pero siempre es conveniente investigar para conocer si hay un pecado grande en la historia familiar.

Porque son los que en definitiva producen las aflicciones más problemáticas.

Por ejemplo un aborto, un asesinato, participación en brujería, etc.

Hay que pedir a Dios con arrepentimiento, el perdón por esos pecados.

Y no solamente por los daños que le hicimos a Dios sino también por el daño a otras personas que nuestros antepasados hayan herido.

Es imposible que nuestro árbol genealógico o incluso en nuestra vida particular no haya habido pecados.

El tema es si ha habido pecados grandes y si estos han sido perdonados o no por Dios.

Uno debiera sospechar de una maldición generacional cuando las circunstancias no cambian con la oración.

La oración no va a cambiar la situación, sino el arrepentimiento, pero siempre es un auxilio para manejar estas situaciones.

¿Cuándo es que debemos sospechar de una maldición generacional?

Cuando las desgracias del mismo tipo siguen sucediendo repetidas veces y la liberación o la sanación no se reciben.

Las manifestaciones comunes de maldiciones son las siguientes:

. Problemas financieros continuos y continua falta de prosperidad

. Enfermedades físicas o mentales crónicas

. Muertes prematuras

. Accidentes o lesiones múltiples o repetitivas, particularmente del mismo tipo

. Luchas o discusiones crónicas o problemas con las relaciones interpersonales

. Problemas hereditarios físicos o emocionales

. Tormento crónico

. Mala alimentación o malos hábitos de sueño en bebés o niños

. Fallas comerciales, únicas o repetidas

. Incapacidad para concebir hijos o abortos múltiples

Todo lo que hemos hablado aquí son las manifestaciones más comunes, pero la presencia de una maldición hay que discernir la a través del Espíritu.

Para todo esto puedes recurrir en primer instancia a oraciones liberación, aquí hay una serie de oraciones de liberación que puedes utilizar.

  

ORACIONES DE LIBERACIÓN

   

ORACIÓN DE LIBERACIÓN  (P. Robert De Grandis)

Yo me pongo en la presencia de Jesucristo y me someto a su Señorío. Yo me pongo «la armadura de Dios para resistir las maniobras del diablo. Yo me mantengo con firmeza y… tomo la verdad como cinturón la justicia como coraza… Yo tomo en mi mano el escudo de la fe para apagar las flechas incendiarias del demonio… Yo acepto la salvación de Dios para que sea mi casco y recibo la palabra de Dios del Santo Espíritu para usarla como una espada. (Ef 6, 10ss)

En el nombre de Jesucristo crucificado, muerto y resucitado, yo ato todos los espíritus del aire, de la atmósfera, del agua, del fuego, del viento, la tierra, debajo de la tierra.

Yo también ato la influencia de cualquier alma perdida o caída que pueda estar presente y todos los emisarios de los cuarteles satánicos o cualquier asamblea de brujos o hechiceros o adoradores de satanás que puedan estar presente en algún modo preternatural. ­

Yo clamo a la sangre de Jesús en el aire, atmósfera, agua, fuego, viento, la tierra y todos sus frutos, y debajo de la tierra.

En el nombre de Jesucristo yo le prohíbo a todos los adversarios mencionados que se comunique o ayuden unos a otros de cualquier modo, o que se comuniquen conmigo, o que hagan cualquier cosa excepto que yo les mando en el nombre de Jesús.

En el nombre de Jesucristo yo sello este lugar y a todos los presentes y a todos los familiares, amigos y conocidos de los presentes, y también sus lugares, posesiones y fuentes de aprovisionamiento en la sangre de Jesús. (Repetir tres veces)

En el nombre de Jesucristo yo le prohíbo a cualquier espíritu perdido, asamblea de brujos, grupos, satánicos, o emisarios o cualquiera de sus colaboradores que me hagan daño o que tomen venganza sobre mí; mi familia y mis conocidos o causen daños a cualquier cosa que nosotros tenemos.

En el nombre de Jesucristo y por los méritos de su preciosísima sangre, yo rompo y disuelvo cualquier maleficio, hechizo, encantamiento, ardid, brujería, atadura, trampa, engaño, mentira, tropiezo, obstáculo, decepción, desvío, o distracción, cadena espiritual o influencia espiritual, también toda enfermedad del cuerpo del alma, mente o espíritu puesta sobre nosotros o sobre este lugar,. o sobre cualquiera de las personas, lugares o cosas mencionadas por cualquier agente o atraída sobre nosotros por nuestros propios errores o pecados. (repetir tres veces)

Yo ahora coloco la cruz de Jesucristo entre mi y todas las generaciones en mi árbol genealógico. Yo declaro en el nombre de Jesucristo que no va a haber comunicación directa entre las generaciones. Toda comunicación será filtrada por medio de. la preciosa Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

María inmaculada cúbreme en la luz, poder y fuerza de tu fe. Padre, por favor envía los ángeles y santos para que me asistan. Gracias, Señor Jesús, por ser mi sabiduría, mi justicia, mi santificación, mi redención. Yo me rindo al ministerio de tu Espíritu Santo, y recibo tu verdad en cuanto a la sanación intergeneracional. .

Gloria, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, por los siglos de los siglos, Amen.

   

ORACIÓN DE LIBERACIÓN (Monseñor Morales)

Señor nuestro Jesucristo te adoro, te alabo, te bendigo, gracias por tu infinito amor por el que te has hecho uno de nosotros naciendo de la Virgen María y por el que subiste a la Cruz para dar tu vida por nosotros.

Gracias por tu sangre preciosísima con que nos has redimido.

Con tu sangre preciosísima brotada de tus sacratísimas sienes traspasadas por espinas: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico.

Con tu sangre preciosísima brotada de tu hombro y espalda llagados por la Cruz a cuestas: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico.

Con tu sangre preciosísima brotada de tu costado abierto por la lanza: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico.

Con tu sangre preciosísima brotada de tus pies y de tus manos traspasados por los clavos: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico.

Con tu sangre preciosísima brotada de todo tu cuerpo llagado por los azotes: cúbrenos, séllanos, lávanos, purifícanos, libéranos, destruye en nosotros todo pecado, toda iniquidad, todo poder maligno, todo poder satánico.
Tres veces Gloria
Amén, Amén, Amén.

   

PLEGARIA DE LIBERACIÓN

Oh, Señor, tú eres grande, tú eres Dios, tú eres Padre, nosotros te rogamos, por la intercesión y con la ayuda de los arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, que nuestros hermanos y hermanas sean liberados del maligno que los ha esclavizado.
Oh, santos, venid todos en nuestra ayuda.
De la angustia, la tristeza y las obsesiones, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor.
Del odio, la fornicación y la envidia, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor.
De los pensamientos de celos, de rabia y de muerte, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor.
De todo pensamiento de suicidio y de aborto, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor.
De toda forma de desorden en la sexualidad , nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor.
De la división de la familia, de toda amistad mala: Líbranos, oh Señor.
De toda forma de maleficio, de hechizo, de brujería y de cualquier mal oculto, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor.
Oh, Señor, que dijiste “la paz os dejo, mi paz os doy”, por la intercesión de la Virgen María concédenos ser librados de toda maldición y gozar siempre de tu paz. Por Cristo Nuestro Señor. ¡Amén!

   

ORACIÓN DE LIBERACIÓN I

Señor, Dios nuestro, ayúdame a ser manso y humilde de corazón.
Dame la gracia de liberarme de todo egoísmo, de todo afán de ser considerado más que los demás, de todo orgullo y prepotencia, especialmente con el más débil.
Líbrame, Señor, de toda mala intención respecto de los demás.
Ayúdame a ser transparente en mis intenciones y auténtico en mis acciones.
Líbrame de todo aquello que me separa de Ti

Porque sólo Tú eres santo y fuente de auténtica libertad.
Enséñame a amar auténticamente, a hacer de mi trabajo un verdadero apostolado; a construir con mi aporte un mundo más justo, más hermoso, más digno de Ti
Amén

   

ORACIÓN DE LIBERACIÓN II

Dios omnipotente,
que a los abandonados los haces habitar en tu casa,
y concedes la felicidad a los cautivos,
mira mi aflicción,
y ven en mi auxilio,
vence al enemigo inicuo,
de modo que superada la presencia del adversario,
mi libertad alcance su descanso
y restituido a la tranquila devoción
pueda confesar que eres admirable
y que concediste a tu pueblo la fuerza.
Por Cristo nuestro Señor. Amen

   

ORACIÓN DE AUTO-LIBERACIÓN

Padre Celestial: en el Nombre Todopoderoso de Nuestro SEÑOR Jesucristo, por el poder del Espíritu Santo, por la intercesión de la Gloriosa Virgen María, yo ato, encadeno y amordazo a todo espíritu de contaminación y los envío a los Pies de Nuestro Señor Jesucristo sin ninguna clase de poder y sin derecho a retorno. ¡Fuera en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo y nunca más regresen, porque el Dueño de mi vida es Cristo Jesús, que con su Preciosa Sangre me sana, me salva y me libera, y es para el bien mío, de todos los míos y para gloria y alabanza del Padre Celestial!.  AMÉN

   

ORACIÓN PARA ACERCARNOS A JESÚS COMO LIBERADOR

«Voy a ti Señor como mi Liberador. Tú sabes todos mis problemas, las cosas que me atan, que me atormentan, que me asedian. Me suelto de todo espíritu de las tinieblas, de cualquier influencia maligna y de toda atadura demoníaca, de todo espíritu inmundo que está en mi.

Yo ordeno a todos los espíritus demoníacos que me dejen ahora, en el Nombre de Jesucristo. Confieso que mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, redimido, limpiado y santificado por la Sangre de Jesús. Por lo tanto, Satanás no tienes ni lugar ni poder en mí ya que soy libre a través de la Sangre de Jesús.»

Rompiendo maldiciones confesadas

En el Nombre de Jesucristo confieso todos los pecados de mis antepasados, y por la redención en la sangre de Jesús, rompo el poder de cada maldición transmitida a mí por la línea ancestral.

Ahora confieso y me arrepiento de cada y de todo pecado que cometí, conocido y no conocido, y acepto el perdón de Cristo. El me ha redimido de la maldición de la ley. Escojo la bendición y rechazo la maldición. En el nombre de Jesucristo, rompo el poder de toda maldición que se habló contra mi persona. Cancelo la fuerza de toda predicción proferida en mi contra, intencional o no, y que no fue pronunciada de acuerdo a las bendiciones prometidas por Dios. Yo bendigo a todos los que me maldijeron. Yo perdono a toda persona que me calumnió y que habló maldición en mi contra. En el Nombre de Jesucristo yo ordeno que todo espíritu de maldición me deje ahora.»

   

ORACIÓN DE RENUNCIA Y LIBERACIÓN

En tu nombre Jesucristo, yo (di tu nombre completo) de manera personal y a nombre de mis antepasados.

Renuncio a satanás, a todas sus fascinaciones, seducciones y mentiras.
Renuncio a toda práctica de brujería, magia blanca, negra, de cualquier color, santería, hechicería o vudú.
Renuncio a toda limpia con huevo, yerbas, bálsamos, vino, sangre o fuego.
Renuncio a todo pacto, reto, sello, alianza o consagración al demonio; a conjuros, perjuros, maleficios e invocaciones diabólicas.
Renuncio a toda maldición, mal deseo, envidia, odio, rencor, resentimiento, codicia, avaricia, soborno, robo, fraude, despojo o enriquecimiento ilícito.
Renuncio a todo acto de orgullo, soberbia, prepotencia, vanidad y egolatría.
Renuncio a todo rito de iniciación chamánica, espiritista, espiritualista, masonería, filosofía rosacruz, dianética y a toda secta o sociedad secreta.
Renuncio a todo conocimiento de la nueva era, creencia en la re-encarnación, esoterismo, metafísica, meditación trascendental, yoga, a todo acto de curanderismo, a las operaciones espirituales, hipnotismo con regresiones, baños con flores, especies, yerbas, sangre de animales o humana o con otras substancias con fines mágicos.
Renuncio a toda lujuria, aborto, adulterio, homosexualidad, bisexualidad, incesto, violación, pornografía, bestialismo, promiscuidad y prostitución. A todo lo que yo u otras personas hayan hecho ilícitamente para controlar, nulificar o desbordar mi sexualidad.

En el nombre de Jesucristo, renuncio al culto y veneración a la llamada «santa muerte» o al vampirismo, a todo encantamiento, invocación y evocación de muertos, a espíritus custodios, guardianes, cósmicos, protectores, espías, vigilantes, a seres espirituales nombrados «maestros de sabiduría», o a cualquier otro ser maléfico en forma oculta o manifiesta.

Renuncio a todo acto o juego de mediunidad, a la ouija, al control mental, al manejo del péndulo, a instrumentos para encontrar «tesoros ocultos» o dinero enterrado.
Renuncio también a toda clase de adivinación, sortilegio, lectura de cartas, café y caracoles, a toda forma de astrología, horóscopos o cartas astrales.
Renuncio a los amuletos y talismanes, a las herraduras, pirámides, cuarzos, imanes, agujas, sábilas o ajos con moños rojos, imágenes de santos mezcladas con tierra de panteón, velas y veladoras de colores «curadas», fetiches y representaciones de mi persona de cualquier material y forma que se encuentren enterrados o sean manipulados por mí mismo u otras personas.
Renuncio a toda forma equivocada de «medicina alternativa» que bajo engaños haya ritualizado mi ser al demonio.

En el nombre de Jesús, renuncio a toda comida o bebida mezclada con brujería que haya yo ingerido, y a todo lo que haya sido tirado, rociado o untado en mi cuerpo, ropa, zapatos, casa, trabajo, negocio o cualquier pertenencia u objeto que esté cercano a mí, que haya sido maldecido o consagrado al mal.

En el nombre de Jesucristo denuncio, renuncio y echo fuera de mí a todo espíritu de traición, destrucción, muerte, esclavitud, ausencia de Dios, miseria, mendicidad, soltería, infelicidad matrimonial, viudez, orfandad, amargura, envejecimiento o muerte prematura, persecución, problemas con las leyes o la justicia humana, esterilidad, humillación, rechazo, insomnio, deseos de suicidio, aislamiento, locura, soledad, neurosis, depresión, obsesión, miedo, angustia, debilidad, enfermedades crónicas, invalidez, ceguera, sordera, mudez, falta de olfato, imposibilidad de saborear la comida, insensibilidad, celos, inconformidad, incapacidad para vivir, conseguir o conservar un trabajo, una pareja, un matrimonio o una familia.

En el nombre de Jesús denuncio, renuncio y echo fuera de mí todo espíritu de alcoholismo o de cualquier otra adicción, de mal carácter, de falta de memoria, de falta de control y dominio de mi ser, irrealidad, inconsciencia, envidia, abandono, gula, suciedad, desorden, malos olores crónicos en mi cuerpo, ropa o casa, de falta de fe, esperanza y caridad, de falta de interés en la vida, de desprecio a la eucaristía y de aborrecimiento o flojera para tener vida de oración. Corto, destruyo y nulifico los medios a través de los cuales fueron hechos los daños antes mencionados, si fueron veladoras, fotos, ropa, tijeras, agujas, fetiches, entierros, lo que haya sido.

Renuncio a lo que en forma consciente o inconsciente haya yo hecho o haya sido hecho por otra persona en mi nombre para obtener poderes, dinero, éxito, buena suerte o pretender saber el futuro, o bien para conseguir el amor y la salud propios o ajenos, o tener dominio y control sobre personas, objetos, animales, lugares, espíritus y fuerzas de la naturaleza.
Nulifico los efectos de cualquier práctica contraria al compromiso adquirido a través de mi bautismo, de fidelidad y reconocimiento a Jesucristo como mi único Salvador, a los Sacramentos, a la Virgen María y a la iglesia católica.
A lo que impida el ejercicio de mi sentido común, capacidad de juicio, entendimiento y voluntad.
Echo fuera de mí todo aquello con lo que haya intentado sustituir el amor y la confianza de Jesús. Renuncio al rechazo de mis padres desde el instante de mi concepción y durante mi vida en el seno materno. Renuncio al mal que me causaron por intentar abortarme: con yerbas, sustancias químicas o con objetos punzo cortantes. Renuncio a todo el rencor que tengo si fui dado en adopción o abandonado sin haber conocido a mis padres biológicos o a maldiciones recibidas durante mi gestación.
Nulifico por las llagas de Jesús todo mandato de fracaso, muerte en vida y suicidio que hay en mí por estas causas, la incapacidad para aceptar el amor de Dios, para aceptarme a mí mismo o a las personas, para estudiar, trabajar y ser feliz.

Renuncio a todo lo que sea contrario a la salud, el respeto y la dignidad que como templo del Espíritu Santo, necesita todo mi ser y que esté impidiendo relacionarme con Dios, conmigo mismo (a), con mi entorno en una forma sana, tener una familia unida y un trabajo digno y bien remunerado.

Porque Jesucristo se manifestó para deshacer las obras del diablo: habiendo denunciado, renunciado y echado fuera de mí todos los espíritus del mal, los envío atados y amordazados a los pies de la Santa Cruz y les prohíbo regresar.

Habiendo nulificado todos los efectos, causas y consecuencias, tomo autoridad, en el nombre de Jesús, para que caigan todos los bloqueos, tinieblas y barrer, las que satanás construyó a mi alrededor y le ordenó a todo ser demoníaco que despojó a mi familia o a mí mismo (a), que nos devuelva, lo que nos quitó.

Padre Santo, te lo ruego, sana toda mi vida, toda mi historia personal, perdóname, ayúdame, libérame, bendíceme.

Padre Dios, acepto que Tú seas mi Padre, Jesucristo mi Hermano, la Virgen María mi Madre, porque hoy, yo (di tu nombre completo) les pertenezco para siempre.

A través de Tu Santo Espíritu, guíame para la reparación de todas las faltas que cometí y enséñame a amar Tu Voluntad. Gracias Padre.

Amén, amén, amén.

Fuentes:


Sergio Fernández, Editor de los Foros de la Virgen María

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ORACIÓN DE LIBERACIÓN Y SANACIÓN

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo invoco a todos los ángeles y a los santos.


Me dirijo a ti Bendita Virgen María, Madre Santísima, Reina de toda la creación, te pido tu bendición, tu protección y tu intercesión, invoco la protección y ayuda de San Miguel El Arcángel líder de los ejércitos celestiales, de todos los arcángeles y ángeles, me uno a la alabanza, adoración y gloria dada a nuestro Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, invoco en el nombre de Jesús la bendición, protección y ayuda de todos los patriarcas, los profetas, los confesores, vírgenes y mártires, los discípulos de Jesús, los Apóstoles, y de todos los santos que han existido y que existen. En el Nombre de Jesús entro en comunión con la Santa Iglesia de Cristo y ratifico mi fe en el Santo Nombre de Jesús y en su preciosa Sangre. En el nombre de Jesús renuncio el pecado, renuncio a Satanás y sus trabajos de maldad, me entrego totalmente a Jesucristo para la Gloria de Dios.

Dios Padre todopoderoso, creador de los cielos y de la tierra, de todo lo visible e invisible, Padre amadísimo, en unión con la Virgen María, los ángeles y los santos, te hablo humildemente en el nombre de Jesús.
Te exalto y magnifico por tu grandeza inigualable, te alabo por todas tus perfecciones y atributos, te adoro y te doy gracias por el regalo de mi vida, por permitirme estar en tu Presencia Santa.
Padre amado conoces mi intención, sabes que somos oprimidos por aquellos espíritus rebeldes que nos incitan al pecado y que nos hacen estar lejos de Ti
Señor, yo he pecado por mi propio deseo y te confieso mi culpa, por favor borra las huellas de mi pecado y acepta mi oración en el nombre de Jesús.
Señor, Dios Todopoderoso, en el nombre de Jesús te pido mi liberación y la liberación de todos los que sienten la influencia del maligno en sus vidas.
En el Santo Nombre de Jesús, cúbreme con su Preciosa sangre, libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Dios Supremo Rey del Universo, Padre de todos los espíritus, te alabo y te doy gracias por haberme enseñado la grandeza del Santo Nombre de tu Hijo Jesús, me arrodillo en unión de toda rodilla en el Cielo, en la Tierra y debajo de la tierra, y confieso con toda lengua que Jesús es Señor, para tu Gloria O Dios Omnipotente.
Padre amado, te exalto y te alabo por tu generosidad con la raza humana, por aceptar el sacrificio de tu Amadísimo Hijo Nuestro Señor Jesucristo en reparación de todos nuestros pecados, por permitir que la Preciosa Sangre de Cristo lave nuestras almas y nos purifique de nuevo en tu Santa Imagen.
Bendito seas Dios Padre Misericordioso que nos has enviado a tu hijo para que a través de su Preciosa Sangre podamos ser salvados del pecado y liberados de nuestro enemigo el demonio.
Padre amado, por el poder del Santo nombre de Jesús y de su Preciosa sangre, libérame Señor de todo espíritu maligno que tenga influencia sobre mí, desátame Señor de las cadenas que me unen a la maldad, libérame Señor, libera a [ N. N.]
Separa el enemigo de mi vida, arrójalo fuera de mi, Expúlsalo Señor, En el Santo Nombre de Jesús, cúbreme con su Preciosa sangre, libérame Señor, libera a [ N. N.]

Dios Padre Todopoderoso, en el nombre de Jesús te pido que ganes esta batalla, tengo fe en tu Poder, alabo tu Majestad, exalto tu Autoridad sobre el enemigo, confío totalmente en que tú estás haciendo este trabajo para mi Salvación y la Salvación de aquellos por quienes rezo. Libera Señor, suspende para siempre la opresión del maligno, establece tu dominio, ahuyenta con tu Presencia a todos tus enemigos, Revela tu Gloria. Cristo ha vencido el demonio en la cruz, saca el enemigo fuera de mi vida, para tu Honor y Gloria. En el Santo Nombre de Jesús, cúbreme con su Preciosa sangre, libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Jesús, me arrepiento de todos los pecados que he cometido a lo largo de la vida y te pido tu perdón. Señor pasa por toda mi vida desde el momento de mi concepción y sáname del amor que me pudo haber faltado, lléname de tu amor.
Bendice a mis padres antes de mi nacimiento, borra cualquier lujuria que haya habido en ellos, purifícales con tu preciosa sangre. O Dios omnipotente que lo puedes todo, bendice mi vida desde mi comienzo, bendice mi niñez, mi juventud, bendice a lo largo de toda mi vida y hazte presente con tu autoridad para liberarme de cualquier influencia diabólica que me haya perturbado o que aun esté presente en mi vida. Limpia mi alma para que quede blanca como la nieve.
Señor Jesús, libérame de cualquier resentimiento que yo lleve en mi corazón contra cualquier miembro de mi familia, cualquier persona que yo haya conocido a lo largo de mi vida, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, libérame Señor, libera a [ N. N.]

Libérame Señor de cualquier resentimiento que yo tenga en contra mía por todos mis errores y torpezas, por todas mis fallas y caídas, saca Señor todas mis frustraciones, en tu Santo Nombre , cúbreme con tu Preciosa sangre, libérame Señor, libera a [ N. N.]

Sáname Señor de cualquier resentimiento que yo lleve en contra tuya por haberme sentido ofendido con mi destino el cual es tu santa voluntad, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Jesús, Dios misericordioso, tu conoces la razón por la cual el enemigo me ataca, Libérame Señor y salva mi alma. Libérame Señor de toda maldición que yo haya recibido, de todo odio, hechizo, brujería, mal de ojo, espiritismo, satanismo, magia, yoga, guija, clarividencia, adivinaciones, cultos, ocultismo.
Señor Jesús tu das libertad a los cautivos, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, aleja el maligno por tu santo poder. Libérame Señor, libera a [ N. N.]

Libérame Señor de todo espíritu maligno contraído por abuso sexual, aberraciones, deseos impuros, avaricia, ira, o cualquier pecado que yo haya cometido, perdóname Señor, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, libérame para la Gloria de tu Santo Nombre, libera a [ N. N.]

Señor Jesús tu ganaste nuestra libertad en la cruz, en tu Santo Nombre , cúbreme con tu Preciosa sangre, aleja el maligno por tu santo poder. Libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Jesús, Dios todopoderoso, tú eres luz, manifiesta tu presencia sobre los espíritus de la oscuridad que me rodean, Señor Jesús tu eres la Luz del mundo, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, aleja el maligno por tu santo poder. Libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Jesús, tú eres el Rey de la Paz, manifiesta tu presencia sobre todos los espíritus malignos que me perturban, comanda tu Paz sobre esta tormenta, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, aleja el maligno por tu santo poder. Libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Jesús, tú eres el Gozo de todo el que te conoce, saca Señor el enemigo que me roba la felicidad, libérame Señor, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, aleja el maligno por tu santo poder. Libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Jesús, tú eres El gran Amor de Dios, manifiesta tu presencia sobre todos los espíritus de odio que han atacado mi vida, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, aleja el maligno por tu santo poder. Libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Jesús, tú eres humildad, manifiesta tu presencia sobre el espíritu del orgullo que me ha llevado a desafiarte con mis pecados, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, aleja el maligno por tu santo poder. Libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Jesús, tú eres caridad, manifiesta tu presencia sobre toda avaricia que me haya tocado el corazón, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, aleja el maligno por tu santo poder. Libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Jesús, tú eres amor al prójimo, manifiesta tu presencia sobre toda envidia que me haya manchado el alma, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, aleja el maligno por tu santo poder. Libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Jesús, tú eres paciencia y comprensión, manifiesta tu presencia sobre toda ira que yo haya tenido, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, aleja el maligno por tu santo poder. Libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Jesús, tú eres pureza, manifiesta tu presencia sobre toda impureza y lujuria que haya manchado mi alma, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, aleja el maligno por tu santo poder. Libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Jesús, tú eres amo sobre todas las cosas, tu tienes todo control, manifiesta tu presencia sobre toda glotonería, la falta de control, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, aleja el maligno por tu santo poder. Libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Jesús, tú eres el constructor del Universo, tu trabajo es continuo y necesario para mi salvación, manifiesta tu presencia sobre todo espíritu de pereza que me haya influenciado, en tu Santo Nombre, cúbreme con tu Preciosa sangre, aleja el maligno por tu santo poder. Libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Dios, Espíritu Santo, espíritu de Dios el Padre y del Hijo, Amor del Padre y del Hijo, Amor Divino que sostiene el universo. Dios Todo poderoso y Omnipotente que llenas la creación con tu Santa Presencia, escúchame en el nombre de Dios el Padre y del Hijo, bendíceme con tu Amor y tu Paz.
Señor Dios, que me has hecho tu templo, perdóname por no haber respetado tu morada santa, por haberte echado con mi maldad.
Dios, Espíritu Santo, en el nombre de Jesús, saca cualquier mal espíritu que ha venido a tomar tu lugar, toma posesión una vez más de tu templo y perdona mi pecado. En el Santo Nombre de Jesús, cúbreme con tu Amor divino, libérame Señor, libera a [ N. N.]

Espíritu de amor aleja todo odio de mi vida, espíritu de caridad saca toda avaricia y envidia de mi alma, espíritu de paciencia y entendimiento saca toda ira, espíritu de la pureza saca toda lujuria de mi corazón, limpia mi mente, espíritu de perfección saca toda imperfección, saca toda gula, intemperancia y destruye mi pereza para que yo pueda ser un digno templo de tu presencia.
En el Santo Nombre de Jesús, cúbreme con tu Amor divino, libérame Señor, libera a [ N. N.]

Señor Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. En tu santo nombre   reclamo que liberes mi alma y me hagas de nuevo un digno Hijo de Dios, En el Santo nombre de Jesús reclamo mi sanación física y espiritual. Padre mío no me abandones, Jesús mío ten misericordia de mi, Espíritu Santo lléname, bendíceme y fortaléceme.
Señor Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, en compañía de la Virgen María, de los ángeles y de los santos te bendigo, te alabo, te doy gracia y te glorifico porque hoy me has sanado, hoy me has liberado, hoy has roto las cadenas que me amarraban, hoy haz recreado tu imagen santa en mi alma, hoy has triunfado una vez más. Gracias Señor Jesús, gracias Señor Jesús, gracias Señor Jesús.

Aleluya, Aleluya, Aleluya, Amén. ¡Gloria a Dios!



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DEVOCIONES Y ORACIONES Oraciones de Exorcismo Oraciones de Liberación

Plegarias de Liberación y Exorcismo

Estas son 4 oraciones de Liberación y Exorcismo del padre Gabriele Amorth.

Gabriele Amorth es el mayor exorcista de la Ciudad del Vaticano en la Archidiócesis de Roma. Según su libro dice que ha realizado personalmente alrededor de 70.000 exorcismos. El padre Amorth también formula que los Nazis pudieron haber sido vejados y que existe la posibilidad de que Adolfo Hitler y Josef Stalin fueran influenciados por algún demonio para afectar a millones de personas por el mal.

Gabriele Amorth fundó la Asociación Internacional de Exorcistas en 1990 y fue presidente del honor hasta el año 2000.

 

 

ORACIONES CONTRA EL MALEFICIO (DEL RITUAL GRIEGO)

Kyrie eleison.
Dios nuestro Señor, oh Soberano de los siglos, omnipotente y todopoderoso,
tú que lo has hecho todo y que lo transformas todo con tu sola voluntad;
tú que en Babilonia transformaste en rocío la llama del horno siete veces más ardiente y que protegiste y salvaste a tus tres niños santos;
tú que eres doctor y médico de nuestras almas;
tú que eres la salvación de aquellos que se dirigen a ti,
te pedimos y te invocamos,
haz vana, expulsa y pon en fuga toda potencia diabólica, toda presencia y maquinación satánica, toda influencia maligna y todo maleficio o mal de ojo de personas maléficas y malvadas realizados sobre tu siervo/a….
haz que, en cambio, de la envidia y el maleficio obtenga abundancia de bienes, fuerza, éxito y caridad;
tú, Señor, que amas a los hombres, extiende tus manos poderosas y tus brazos altísimos y potentes y ven a socorrer y visita esta imagen tuya, mandando sobre ella al ángel de la paz, fuerte y protector del alma y el cuerpo, que mantendrá alejado y expulsará a cualquier fuerza malvada, todo envenenamiento y hechicería de personas corruptoras y envidiosas;
de modo que debajo de ti tu suplicante protegido te cante con gratitud:
“el Señor es mi salvador y no tendré temor de lo que pueda hacerme el hombre.”
“No tendré temor del mal porque tú estás conmigo, tú eres mi Dios, mi fuerza, mi poderoso Señor, Señor de la paz, padre de los siglos futuros”.
Sí Señor Dios nuestro, ten compasión de tu imagen y salva a tu siervo/a…. de todo daño o amenaza procedente de maleficio, y protégelo poniéndolo por encima de todo mal;
por la intercesión de la más que bendita, gloriosa Señora, la madre de Dios y siempre Virgen María, de los resplandecientes arcángeles y de todos tus santos.
¡Amén!

 

ORACIÓN CONTRA TODO MAL

Espíritu del Señor, Espíritu de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Santísima Trinidad, Virgen Inmaculada, ángeles, arcángeles y santos del paraíso descended sobre mí.
Fúndeme, Señor, modélame, lléname de ti, utilízame.
Expulsa de mí todas las fuerzas del mal, aniquílalas, destrúyelas, para que yo pueda estar bien y hacer el bien.
Expulsa de mí los maleficios, las brujerías, la magia negra, las misas negras, los hechizos, las ataduras, las maldiciones y el mal de ojo; la infestación diabólica, la posesión diabólica y la obsesión diabólica; todo lo que es mal, pecado, envidia, celos y perfidia; la enfermedad física, psíquica, moral, espiritual y diabólica.
Quema todos estos males en el infierno, para que nunca más me toquen a mí ni a ninguna otra criatura en el mundo.
Ordeno y mando con la fuerza de Dios omnipotente, en nombre de Jesucristo Salvador, por intercesión de la Virgen Inmaculada, a todos los espíritus inmundos, a todas las presencias que me molestan, que me abandonen inmediatamente, que me abandonen definitivamente y que se vayan al infierno eterno, encadenados por San Miguel Arcángel, por San Gabriel, por San Rafael, por nuestros ángeles custodios, aplastados bajo el talón de la Virgen Santísima Inmaculada.

 

ORACIÓN POR LA CURACIÓN INTERIOR

Señor Jesús, tu has venido a curar los corazones heridos y atribulados, te ruego que cures los traumas que provocan turbaciones en mi corazón; te ruego, en especial que cures aquellos que son causa de pecado.
Te pido que entres en mi vida, que me cures de los traumas psíquicos que me han afectado en tierna edad y de aquellas heridas que me los han provocado a lo largo de toda la vida.
Señor Jesús, tú conoces mis problemas, los pongo todos en tu corazón de Buen Pastor.
Te ruego, en virtud de aquella gran llaga abierta en tu corazón, que cures las pequeñas heridas que hay en el mío.
Cura las heridas de mis recuerdos, a fin de que nada de cuanto me ha acaecido me haga permanecer en el dolor, en la angustia, en la preocupación.
Cura, Señor, todas esas heridas que en mi vida han sido causa de raíces de pecado.
Quiero perdonar a todas las personas que me han ofendido, mira esas heridas interiores que me hacen incapáz de perdonar.
Tu que has venido a curar los corazones afligidos, cura mi corazón.
Cura, Señor Jesús, mis heridas íntimas que son causa de enfermedades físicas.
Yo te ofrezco mi corazón, acéptalo, Señor, purifícalo y dame los sentimientos de tu Corazón divino. Ayúdame a ser humilde y benigno.

Concédeme, Señor, la curación del dolor que me oprime por la muerte de las personas queridas.
Haz que pueda recuperar la paz y la alegría por la certeza de que tú eres la Resurrección y la Vida.
Hazme testigo auténtico de tu Resurrección, de tu victoria sobre el pecado y la muerte, de tu presencia Viviente entre nosotros.
¡Amén!

 

PLEGARIA DE LIBERACIÓN

Oh, Señor, tú eres grande, tú eres Dios, tú eres Padre, nosotros te rogamos, por la intercesión y con la ayuda de los arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel, que nuestros hermanos y hermanas sean liberados del maligno que los ha esclavizado.
Oh, santos, venid todos en nuestra ayuda.

De la angustia, la tristeza y las obsesiones, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor.
Del odio, la fornicación y la envidia, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor.
De los pensamientos de celos, de rabia y de muerte, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor.
De todo pensamiento de suicidio y de aborto, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor.
De toda forma de sexualidad mala , nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor.
De la división de la familia, de toda amistad mala, nosotros te rogamos : Líbranos, oh Señor.
De toda forma de maleficio, de hechizo, de brujería y de cualquier mal oculto, nosotros te rogamos: Líbranos, oh Señor.

Oh, Señor, que dijiste “la paz os dejo, mi paz os doy”, por la intercesión de la Virgen María concédenos ser librados de toda maldición y gozar siempre de tu paz.
Por Cristo Nuestro Señor. ¡Amén!

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DEVOCIONES Y ORACIONES Oraciones de Liberación

Rosario de la Liberación

En extrema urgencia, el Rosario de la Liberación puedes rezarlo por siete días, tres veces al día, comenzando con esta oración. Luego, lo puedes seguir rezando las veces que tu corazón te lo pida.

El rezo de cada rosario de la liberación te llevará no más de 10 minutos. También toma nota de la importancia que tiene el hecho de que al terminar de rezar este Rosario de la Liberación, habrás invocado el nombre de Jesús 205 veces.

Se recomienda que siempre que vayas a rezar por cualesquier persona deberás rezar primero un rosario de la liberación por ti mismo (a).

El Rosario de la Liberación comienza con la Oración Inicial y el Credo y termina con la Salve y la Oración Final. En cada cuenta del Padrenuestro, nosotros vamos a proclamar la Palabra de Dios: «Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres» (Juan 8,36).

ORACIÓN INICIAL

«Señor Jesús, te agradecemos que, Tú, por Tu misericordia y piedad, hayas suscitado esta oración poderosísima que produce frutos maravillosos de cura, salvación y liberación en nuestra vida, en la familia y en la vida de las personas por las que oramos.

¡Gracias, Jesús, por Tu infinito amor por nosotros! Padre Celestial, nosotros te amamos.
Padre con toda la confianza de hijos, nos acercamos a Ti en este momento y clamamos un gran derramamiento de Tu Espíritu en nuestro corazón.

¡Padre!, queremos vaciarnos de nosotros mismos para que el Espíritu Santo, pueda venir sobre nosotros. Por eso, delante de la cruz de Jesucristo, renovamos nuestra entrega total e incondicional a Ti.

Pedimos perdón por todos nuestros pecados y los colocamos ahora sobre el cuerpo llagado de Jesús.

Nosotros nos vaciamos de todas las aflicciones, preocupaciones, angustias y de todo aquello que nos haya quitado la alegría de vivir. Te entregamos nuestro corazón, en nombre de Jesús.

Padre, colocamos sobre las llagas de Jesús crucificado todas nuestras enfermedades del cuerpo, del alma y del Espíritu; las preocupaciones de y por la familia y el trabajo; los problemas de orden financiero, matrimonial y todas nuestras angustias y aflicciones.

Señor; que el poder redentor de la Sangre de Jesús venga sobre nosotros ahora para limpiarnos y purificar nuestro corazón de toda mala influencia.

¡¡¡Jesús, Ten piedad de mí!!! ¡¡¡Jesús, Ten piedad de____!!! ¡¡¡Jesús, Ten piedad de nosotros!!!

Sí, Padre, Te entregamos nuestras voluntades, flaquezas, miserias y pecados; nuestro corazón, cuerpo, mente, alma y espíritu, en fin, todo lo que somos y tenemos; nuestra Fe, vida matrimonial, familia, trabajo, vocación.

¡¡¡Llénanos con Tu Espíritu, Señor!!! ¡¡¡Llénanos con Tu poder y con Tu vida!!!
¡¡¡Ven, Espíritu Santo de Dios!!! ¡¡¡Ven, en nombre de mi Señor Jesús!!!

Ven y toma forma viva de nosotros, la palabra de Dios proclamada a través de la oración del Rosario de la Liberación y que Él opere en cada corazón la gracia de la cura, salvación y liberación, en nombre de Jesucristo, nuestro Señor, ¡¡¡Amén!!!

CREDO NICENO

Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios Verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen; y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

SI ORAMOS POR NOSOTROS MISMOS

En cada cuenta del Padre Nuestro:
Si Jesús me libera,
yo seré verdaderamente libre.

En cada una de las cuentas del Ave María:
¡Jesús, Ten piedad de mí!
¡Jesús, sáname!
¡Jesús, sálvame!
¡Jesús, libérame!

SI ORAMOS POR LA FAMILIA

En cada cuenta del Padre Nuestro:
Si Jesús libera a mi familia,
mi familia será verdaderamente libre.

En cada una de las cuentas del Ave María:
¡Jesús, Ten piedad de mi familia!
¡Jesús, sana a mi familia!
¡Jesús, salva a mi familia!
¡Jesús, libera a mi familia!

SI ORAMOS POR UNA PERSONA

Por ejemplo, José, lo harás así:
En cada cuenta del Padre Nuestro:
Si Jesús libera a (nombre de la persona por la que se pide liberación),
José será verdaderamente libre.

En cada una de las cuentas del Ave María:
¡Jesús, Ten piedad de (nombre de la persona por la que se pide liberación),!
¡Jesús, sana a (nombre de la persona por la que se pide liberación),!
¡Jesús, salva a (nombre de la persona por la que se pide liberación),!
¡Jesús, libera a (nombre de la persona por la que se pide liberación),!

SALVE

¡Dios te salve, Reina y Madre! ¡Madre de misericordia, Vida, Dulzura y Esperanza nuestra! ¡Dios te salve!
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro, muéstranos a Jesús, Fruto bendito de tu vientre.
¡Oh, clemente! ¡Oh, piadosa! ¡Oh, dulce siempre Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

ORACIÓN FINAL

Señor Jesús, Te pedimos perdón por todos nuestros pecados. Pedimos, además, en Tu Nombre a Dios Padre, que Él envíe el Espíritu Santo para que derrame en nuestro corazón el don de proclamar Tu Palabra, con mucha Fe y Confianza, a través del Rosario de la Liberación.
Te pedimos, Jesús, que Tu poder se manifieste en nuestra vida, que Tú realices milagros y prodigios a través de esta poderosísima oración de Fe que no es otra cosa sino la proclamación de tu Palabra.
Amén. ¡Aleluya!

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A la Resurrección de Jesús De Sanación DEVOCIONES Y ORACIONES Oraciones de Exorcismo Oraciones de Liberación

Rosario de la Resurrección

El Rosario de la Resurrección es del P. Gustavo E. Jamut, OMV.

En el misterio de su cruz y de su resurrección, Cristo ha destruido la muerte y el pecado, ha abolido la distancia infinita que existía entre cada hombre y la vida nueva en él.

“Yo soy la resurrección y la vida proclama; quien cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mi no morirá jamás» Juan Pablo II.

RENOVANDO LA CONFIANZA EN LA DIVINA MISERICORDIA

Señor Jesús, vengo a tu presencia, reconociendo que no siempre he valorado el don de la vidaTu me has regalado el existir para que con tu gracia, fuese creciendo en vida plena, vida abundante.

Sin embargo reconozco que muchas veces he dado lugar en mi mente a pensamientos que han ido en contra de la vida sobreabundante que tu quieres proveerme:

Perdóname por los pensamientos equivocados, por los pensamientos negativos y pesimistas, por los pensamientos de juicio y condenación en contra de mis hermanos que niegan la misericordia, perdóname por aceptar los pensamientos que me han llevado al terreno de los vicios capitales.

Perdóname, pues la aceptación de estos pensamientos me han llevado a tener sentimientos negativos, perdiendo así la paz y la alegría que viene de tu amor; hablando y actuando de manera equivocada.

Hoy renuevo mi confianza en tu. Divina Misericordia y en tu perdón, pidiéndote también la gracia que a través de los misterios de la resurrección me concedas la vida nueva y abundante que quieres para mí y para las personas por quienes quiero interceder. Que así sea.

RESPONSORIO PENITENCIAL

A cada oración respondemos: – Señor ten piedad.

Por no valorar conscientemente la vida que me das:
Señor ten piedad.

Por no valorar la vida de quienes están junto a mí:
Señor ten piedad.

Por no valorar la vida de los menos favorecidos a los ojos del mundo:
Señor ten piedad.

Por no valorar y defender la vida desde el vientre materno con mayor intensidad:
Señor ten piedad.

Por no valorar la vida de los ancianos y los enfermos:
Señor ten piedad.

Por las veces que no he cuidado y fortalecido la vida espiritual:
Señor ten piedad.

Por no valorar y descuidar mi vida emocional:
Señor ten piedad.

Por no alimentar el crecimiento de la vida intelectual:
Señor ten piedad.

Por haber puesto en peligro en algunos momentos mi vida física o la de otras personas:
Señor ten piedad.

Señor Jesús, aumenta en nosotros el deseo de tener vida plena, vida abundante, a fin de que podamos ayudar a otros a amar la vida y a defenderla. Amén.

1º MISTERIO

Jesús resucitado se presenta a su Madre, la Virgen Santísima
«Jesús ha venido para dar la respuesta definiti¬va al deseo de vida y de infinito que el Padre celeste, creándonos, ha inscrito en nuestro ser» JUAN PABLO II

Petición:

En este misterio pedimos a la Virgen Santísima la gracia de la fidelidad, a fin de que, en los momentos oscuros de nuestra vida, tengamos la confianza firme en que Jesús está vivo y en que él se nos mostrará resucitado en el momento oportuno.

Nos dice Juan Pablo II:

1. Después de que Jesús es colocado en el sepulcro, María «es la única que mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso y sorprendente de la resurrección» (Catequesis, del 3-IV-96).. La espera que vive la Madre del Señor el Sábado santo constituye uno de los momentos más altos de su fe: en la oscuridad que envuelve el universo, ella confía plenamente en el Dios de la vida y, recordando las palabras de su Hijo, espera la realización plena de las promesas divinas

2. «¿Cómo podría la Virgen, presente en la primera comunidad de los discípulos (d. Hch 1,14), haber sido excluida del número de los que se encontraron con su divino Hijo resucitado de entre los muertos? Es legítimo y veraz pensar que Jesús resucitado se apareció a su madre en primer lugar. La ausencia de María del grupo de las mujeres que al alba se dirigieron al sepulcro (d. Mc 16,1; Mt 28,1), ¿no podría constituir un indicio del hecho de que ella ya se había encontrado con Jesús? Esta deducción quedaría confirmada también por el dato de que las primeras testigos de la resurrección, por voluntad de Jesús, fueron las mujeres, las cuales permanecieron fieles al pie de la cruz y, por tanto, más firmes en la fe».

3. El carácter único y especial de la presencia de la Virgen en el Calvario y su perfecta unión con su Hijo en el sufrimiento de la cruz, parecen postular su participación particularísima en el misterio de la resurrección. Un autor del siglo V, sostiene que Cristo se manifestó en el esplendor de la vida resucitada ante todo a su madre. En efecto, ella, que en la Anunciación fue el camino de su ingreso en el mundo, estaba llamada a difundir la maravillosa noticia de la resurrección, para anunciar su gloriosa venida. Así inundada por la gloria del Resucitado, ella anticipa el «resplandor» de la Iglesia.

Contemplación y reflexión:

1. Contempla a María en oración. Ella está postrada en una casita que posiblemente le han prestado, en las afueras de Jerusalén, entregando a Dios todo lo que hay en su corazón. Cuántos recuerdos afloran a su mente, cuantos sentimientos dormidos despiertan en su corazón: la promesa del Arcángel Gabriel; la efusión del Espíritu Santo, por la cual Dios se encarnó en su vientre; el nacimiento en Belén; la huida a Egipto; el Niño Jesús creciendo; sus primeros pasos; las primeras palabras; las risas y el asombro junto a José ante cada nuevo gesto de Jesús…

En todos esos recuerdos hay dolor, pero también hay agradecimiento por todo lo vivido y, sobre todo, hay esperanza. Pues tiene la certeza de que su Hijo está por resucitar.

2. Han transcurrido tres días desde la Pasión y muerte de su Hijo en la cruz. El sufrimiento ha desgarrado su corazón. Ella sabe por fe que su Hijo ha de resucitar, pero eso no la exime de experimentar el dolor mas profundo, por lo que han hecho a su amado Hijo. En medio de la dispersión de los apóstoles, ella se mantiene fiel, esperando el regreso de Jesús. En medio de la oscuridad que experimentan los discípulos, ella es la luz que anuncia la espera de la resurrección.

3. Puedes imaginar cómo, de pronto, se abre la puerta de la casa, y con los primeros rayos del sol de la mañana entra Jesús con su cuerpo glorificado.

¿Cómo habrá sido ese encuentro entre la Madre y el Hijo? ¿Cómo habrá sido la mirada entre María y Jesús? Puedes pedirle al Espíritu Santo que te conceda la gracia de sentir internamente el amor de ese encuentro.

Jesús ayuda su Madre a ponerse de pie y la abraza estrechándola junto a su pecho. Del Divino Corazón surgen rayos de luz que colman el Corazón de María de una nueva Efusión del Espíritu Santo.

Pídele a María la gracia de participar, aunque sea en parte, de la resurrección en gozo que su corazón, traspasado por el dolor, experimentó en ese momento.

4. Cuando Jesús Resucitado, se presentó a María, seguramente el alma de la Virgen volvió a entonar un cántico de gozo y alabanza, como muchos años antes había alabado a Dios al visitar a su pariente Isabel.

En ese entonces no fueron necesarias muchas explicaciones. El Espíritu Santo estaba haciendo su trabajo y dando a comprender sin palabras como el misterio de la vida se abría camino.

Tampoco ahora son necesarias las palabras. En el abrazo en el que se funden Madre e Hijo, el Espíritu se vuelca nuevamente en el alma de la Virgen y ella experimenta lo que en fe ya sabia: que Dios Padre siempre cumple sus promesas.

Sumérgete tú también en ese abrazo y deja. que el amor de Jesús resucitado y de María, restaure tu corazón.

Siente como esos rayos de luz, que surgen del Corazón abierto, pero glorificado de Nuestro Salvador, penetran en tu corazón y restaura las grietas por las cuales antes perdías la vitalidad y la alegría.

Pídele a Jesús que con su amor restaure tu identidad y fortalezca tu decisión de seguirlo y de serle fiel, de ahora en adelante, en todos los momentos de la vida.

Padre Nuestro..
10 Ave Marías…
Gloria

Oración:

«Contigo María, nos regocijamos por Cristo Resucitado, luz: «que ilumina a todo hombre que viene a este mundo». El es el camino, la, verdad y la vida. Como tú, Madre, queremos llenamos de tu Hijo para tener vida plena y abundante y siempre decir con profunda fe: «Señor mío y Dios mío».
«Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas. Líbranos del fuego del infierno. Lleva al cielo a todas, las almas y socorre especialmente a las mas necesitadas de tu Misericordia», «Por el poder de tu Resurrección, libérame y sáname, Señor»

2° MISTERIO

Jesús resucitado se aparece a María Magdalena junto al sepulcro

Jesús ha salido al encuentro de los hombres, ha curado a enfermos y a los que sufren, ha liberado a endemoniados y resucitado a muertos. Se ha entregado a sí mismo en la cruz y ha resucitado, manifestándose de esta forma como el Señor de la vida: autor y fuente de la vida inmortal. JUAN PABLO II

Petición:

En este misterio entregamos a la Virgen Santísima y a Dios Nuestro Señor, todas las pérdidas que hemos experimentado él lo largo de los años, a fin de que seamos liberados de. la amargura que nos produce el recuerdo angustiante de las pérdidas no sanadas.

Nos dice el Cantar de los Cantares:

En mi lecho, durante la noche, busqué al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! Me levantaré y recorreré la ciudad; por las calles y las plazas, buscaré al amado de mi alma. ¡Lo busqué y no lo encontré! Me encontraron los centinelas que hacen la ronda por la ciudad: «¿Han visto al amado de mi alma?». Apenas los había pasado, encontré al amado de mi alma. Lo agarré, y no lo soltaré

Nos dice Juan Pablo II:

Jesucristo se aparece en primer lugar a las mujeres, sus fieles seguidoras, y no a los discípulos, y ni siquiera a los mismos Apóstoles, a pesar de que los había elegido como portadores de su evangelio al mundo. Es a las mujeres a quienes por pri¬mera vez confía el misterio de su resurrección, ha¬ciéndolas las primeras testigos de esta verdad. Quizá quiera premiar su delicadeza, su sensibili¬dad a su mensaje, su fortaleza, que las había im¬pulsado hasta el Calvario. Quizá quiere manifes¬tar un delicado rasgo de su humanidad, que consiste en la amabilidad y en la gentileza con que se acerca y beneficia a las personas que menos cuentan en el gran mundo de su tiempo.

Contemplación y reflexión:

1. Contempla a María Magdalena sentada sobre la roca exterior del sepulcro, mirando el interior vacío, la cabeza apoyada sobre la dura piedra, cansada de tanto dolor, de tanta pérdida, de tanta incomprensión.
Mientras está allí quebrantada, porque se han llevado el cuerpo de su Señor, va rememorando cómo el encuentro con Jesús cambió su vida.
Ella no conocía el verdadero amor, hasta que Dios, con su delicadeza y respeto, sanó su identidad de mujer y le devolvió la dignidad perdida por el pecado.
Él le enseñó que era posible volver a empezar, y en la mirada pura y dignificadora de Jesús comenzó a verse a sí misma de un modo nuevo, diferente.

2. Cuando Jesús Resucitado se presenta a María Magdalena junto al sepulcro, ella al principio no lo reconoce. Las lágrimas cubren sus ojos y le im¬piden reconocer vivo al que aun llora por muerto.
Lo mismo te puede suceder a ti, si dejas que las lágrimas nublen tu horizonte.
Puedes perder de vista el nuevo amanecer que Dios prepara para tu vida.

Es que el momento más oscuro de la noche es antes de que el sol aparezca. Sólo la esperanza confiada nos permite seguir aguardando la llega¬da de la luz que nos trae el nuevo día.

3. María Magdalena no reconoce a Jesús, aun te¬niéndolo a su lado. Las lágrimas nublan sus ojos y el dolor su entendimiento. Esto también puede sucedemos a nosotros cuando atamos nuestros corazones a las amarguras del pasado. Entonces quedamos inmersos en cierta ceguera, pues el pensar continuamente en todo lo perdido en el pasado no nos deja abrirnos a todo lo que Dios quiere darnos en el presente y en el futuro.
Sin embargo, Jesús es el Amor, y el amor acude a sus citas. Y él no se retrasa. Por eso el Señor, en las noches más oscuras de tu vida, te pide que sigas apostando a confiar en él, en el amor que él te tiene, en el amor que. no defrauda.

4. Jesús la llama por su nombre: «María». Y al igual que se abrieron los ojos de san Pablo, después de la ceguera, se abren los ojos de María Magdalena, quien sintiendo resucitar su corazón, grita de alegría: “Rabboni” (maestro), postrándose a sus pies.
También a ti en este día, se te acerca el Señor Resucitado y te llama por tu nombre (Siente en tu interior, con los oídos del amor, la voz de Jesús. pronunciado tu nombre…)

Muchos pueden pronunciar tu nombre, pero sólo Dios, por medio de su Espíritu Santo, puede hacerlo de tal forma que haga vibrar tu corazón.
Póstrate espiritualmente ante él, entrégale el dolor por las pérdidas del pasado y del presente; y pídele en cambio que te ayude a abrir el corazón, a fin de que puedas ver en Jesús Resucitado, al Maestro de vida que te guía hacia el clarear de un nuevo día.

Padre Nuestro…
10 Ave Marías
Gloria

Oración:

Contigo María, nos regocijamos por Cristo Resucitado, luz «que ilumina a todo hombre que viene a este mundo», El es el camino, la verdad y la vida. Como tú, Madre, queremos llenamos de tu Hijo para tener vida plena y abundante y decir siempre con profunda fe: «Señor mío y Dios mío».

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas. Líbranos del fuego del infierno. Lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas. de tu misericordia.
Por el poder de tu resurrección libérame y sáname, Señor.

3° MISTERIO

Jesús resucitado se aparece a Tomás y a los demás discípulos que a causa del miedo están encerrados en el cenáculo

¿Quién, sino Aquel que, siendo el autor de la vida, puede saciar el deseo que él mismo ha puesto dentro de su corazón? Él se acerca a cada uno para proponerle el anuncio de una esperanza que no engaña; él, que es al mismo tiempo el camino y la vida: el camino para entrar en la vida  JUAN PABLO II

Petición

Padre Amado, en este misterio te entregamos las puertas de nuestro corazón que aun se hayan cerradas al efecto benéfico de tu gracia.
Te pedimos que tu amor entre en nosotros y nos inunde, junto a la presencia de Jesús resucitado y al poder del Santo Espíritu; a fin de que seamos liberados de esas áreas de incredulidad, que al igual que al apóstol Tomas, no nos dejan creer plenamente en que Jesús está vivo.

Nos dice Juan Pablo II:

1. Jesús se presenta a los discípulos con su cuerpo transformado, hecho espiritual y partícipe de la gloria del alma: pero sin ninguna característica triunfalista. Jesús se manifiesta con una gran sencillez. Habla de amigo a amigo, con los que se encuentra en las circunstancias ordinarias de la vida terrena.

2. Jesús Resucitado no ha querido enfrentarse a sus adversarios, asumiendo la actitud de vencedor, ni se ha preocupado por mostrarles su ‘superioridad’, y todavía menos ha querido fulminarlos. Ni siquiera consta que se haya presentado a alguno de ellos. Todo lo que nos dice el Evangelio nos lle¬va a excluir que se haya aparecido, por ejemplo, a Pilato, que lo había entregado a los sumos sacerdotes para que fuese crucificado, o a Caifás, que se había rasgado las vestiduras por la afirmación de su divinidad…

3. A los privilegiados de sus apariciones, Jesús se deja conocer en su identidad física: aquel rostro, aquellas manos, aquellos rasgos que conocían muy bien, aquel costado que habían traspasado; aquella voz que habían escuchado tantas veces.

Contemplación y reflexión:

1. Contempla el interior del Cenáculo y los discípulos alterados por la noticia de que hallaron el sepulcro vacío. Es que en ese momento, vacíos también estaban sus corazones: vacíos de fe, de esperanza y de alegría.
Las puertas y las ventanas cerradas hacen que el lugar esté oscuro o iluminado tenuemente de manera artificial; y que el aire se haya vuelto pesado y rancio por las lámparas de aceite, pero sobre todo por el vacío y a la vez, la pesadez que sienten los discípulos. En un ambiente así se hace hasta difícil respirar.

Cuando Jesús Resucitado se presenta debe invocar sobre ellos una nueva efusión de su Espíritu de paz, diciéndoles: «La paz esté con ustedes».

Este es el Shalom que tiene como objetivo no solo saludados, sino también exorcizar el miedo y la turbación que experimentan, pues piensan que están viendo un fantasma.

Pídele al Señor que sople sobre ti en este momento y siente en tu alma como te saluda con el Shalom, de modo que su paz arroje fuera de tu mente y de tu alma lo que no te deja tener la vida plena, lo que te impide dejar vivir a Jesús resucitado en tu corazón.

2. Cuando Jesús Resucitado se presentó a sus discípulos estando el Cenáculo cerrado, tuvo que, convencerlos de que era él y no un fantasma.

Cuánta paciencia, dulzura y comprensión en las palabras y en los gestos de Jesús. Si hasta imagino que se habrá divertido un poco con la expresión de sorpresa de sus «valientes» amigos.

Por eso les dice: » ¿ Por qué se turban, y por qué se suscitan dudas en sus corazones? Miren mis manos y mis pies; soy yo mismo. Tóquenme y vean que un espíritu no tiene carne y huesos como ven que yo tengo». Y, diciendo esto, los mostró las manos y los pies

Además de eso, fue necesario que Jesús les pidiese algo de comer y que, delante de ellos, tomara y comiera el pez asado que le ofrecieron para que así se convencieran de que no era un fantasma ni un espíritu.

Pero aun así ellos no acababan de convencerse. Quizás tenían temor de dar lugar a la alegría y luego quedar defraudados. Se preguntarían si no sería un sueño colectivo.

Posiblemente les parecería que era demasiado bueno para ser verdad. Es que así como habían cerrado totalmente el cenáculo, también habían decidido inconscientemente cerrar sus corazones y su mente a la esperanza y a la alegría.

Pídele a Jesús resucitado que te ayude a confiar en que él está vivo y que, por lo tanto, tiene el poder de dar vida a esas áreas de tu corazón que están enfermas, agonizantes o muertas.

Entrégale la alegría y el entusiasmo perdido para que él los resucite y abre tu mente a lo que te quiera señalar.

3. Seguramente el Cenáculo tenía un aspecto antes de la aparición de Jesús Resucitado y otro aspecto tuvo después de su llegada.
Antes que él se presentara resucitado se sentía como una casa vacía y ruinosa. Las paredes y hasta los muebles estaban impregnados de la desesperanza y de la carencia de vida interior de los discípulos. Pero cuando Jesús se aparece resucitado todo se ilumina y se transforma.

Quizás en algunos momentos de tu vida, también has sentido tu corazón como una casa vacía o como un cenáculo ruinoso; quizás las heridas te han llenado de miedo y te han llevado a cerrar las puertas de tu alma a la fe, a la esperanza y al amor; y, por lo tanto, a la misma felicidad.

O quizás han sido los pecados, la culpabilidad, el sentimiento de infidelidad a Dios y a las metas de la vida, lo que te ha inundado de pesadez y rutina, haciendo que tu alma se sienta oscurecida por la falta de entusiasmo y de gozo.

Pero no importa cuantas puertas hayas cerrado, Jesús, que se ha comprometido contigo por el amor que te tiene, entra igual y te bendice a ti y a tu familia, diciendo como dijo a los discípulos: «paz a ustedes».

Con su presencia y con su palabra se abren las ventanas de tu alma para que en ella entre el aire nuevo y puro del Espíritu Santo.

4. Contempla a Jesús que te invita a acercarte a él, como lo hizo con el apóstol Tomás; mira como él extiende sus manos en las que puedes ver la marca de los clavos y como te invita a sumergir tu dedo índice en la llaga gloriosa de su mano.
Es el dedo que quizás has utilizado para acusar, señalar y condenar a algún hermano, como también lo hicieron con Jesús. Por eso es desde allí que debe entrar la sanación a tu alma.
Luego, como Tomás, pones toda tu mano en la llaga del corazón abierto de Jesús, e inundado del amor divino; caes postrado en su presencia, exclamando conmovido: «Señor mío y Dios mío».

Más fuerte que los pecados, más fuerte que la infidelidad, más fuerte que la incredulidad misma es el amor que lleva al arrepentimiento y mueve a la conversión.

Esto es tan cierto que entre los apóstoles solo uno llegó a tocar el corazón de Jesús y es Tomás, convertido de su incredulidad.

También tú, si has vivido lejos de Dios, sin sentirte parte de su pueblo, de su Iglesia; pero has tomado la decisión de comenzar de nuevo o de cambiar el rumbo, puedes hoy tocar el corazón del Maestro. Anímate, pues él ya está tocando con su gracia tu corazón.

Padre Nuestro…
10 Ave María
Gloria

Oración:

Contigo María, nos regocijamos por Cristo Resucitado, luz «!Que ilumina a todo hombre que viene a este mundo», El es el camino, la verdad y la vida. Como tú, Madre, queremos llenarnos de tu Hijo para tener vida plena y abundante y decir siempre con profunda fe: «Señor mío y Dios mío»,

“Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas. Líbranos del fuego del infierno. Lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”. .
Por el poder de tu resurrección libérame y sáname, Señor.

4° MISTERIO

Jesús resucitado se aparece a los discípulos de Emaús

Nosotros solos no sabemos realizar aquello para lo que hemos sido creados. En nosotros hay una-promesa, pero nos descubrimos impotentes para realizarla Sin embargo el Hijo de Dios, que vino entre los hombres, dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» JUAN PABLO II

Petición:

Te pedimos, Señor, la gracia de comprender y experimentar que no caminamos solos en el camino de la vida, sino que tú caminas junto a nosotros. Ayúdanos a confiar en tus promesas de bendición, habla a nuestros corazones y abre nuestros ojos y nuestro entendimiento para descubrir tu presencia en nosotros y en quienes has puesto a nuestro lado.

Nos dice Juan Pablo II:

1. Hay una dificultad inicial en reconocer a Cristo por parte de aquellos a los que él sale al encuentro, como se puede apreciar en el caso de la Magdalena y de los discípulos de Emaús… Pero Jesús los lleva gradualmente al reconocimiento y a la fe. Signo de la. pedagogía paciente de Cristo al revelarse al hombre, al atraerlo, al convertirlo, al llevarlo al conocimiento de las riquezas de su corazón y a la salvación….

2. Cuando, los discípulos de Emaús, se dan cuenta, con la ayuda de Jesús, de que no se trata de otro, sino de él mismo transformado, aparece repentinamente en ellos una nueva capacidad de descubrimiento, de inteligencia, de caridad y de fe.
Es como un despertar de fe: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»

3. Es como si a los discípulos de Emaús una luz absolutamente nueva iluminara en sus ojos incluso el acontecimiento de la cruz; y da el verdadero y pleno sentido del misterio del dolor y de la muerte, que se concluye en la gloria de la nueva vida. Este será uno de los elementos principales del mensaje de salvación que los Apóstoles han llevado desde el principio al pueblo hebreo y, poco a poco, a todas las gentes.

Contemplación y reflexión:

1. Contempla en tu interior a estos dos hombres que, desanimados y tristes, caminan desde Jerusalén hacia Emaús.
Contémplalos como los habrá contemplado el mismo Jesús. Escucha su conversación desesperanzada y sus discusiones, como las habrá escuchado Nuestro Señor, y acércate a ellos como el Maestro se acercó. Quizás ellos te reflejen algún aspecto de tu vida o de lo que estás viviendo.
Él se acerca cada día para ayudarte a caminar cuando estás cansado; él se acerca como caminante silencioso para corregir la dirección de tus pasos, cuando estás caminando de manera equivocada; él se acerca cada vez que lo llamas por su nombre.
Dile ahora: “Jesús amado, divino caminante de Emaús, acércate a mí, habla a mi corazón y enséñame tus caminos”.

2. Cuando Jesús se acercó a los dos discípulos que caminaban abatidos y tristes hacia Emaús, les preguntó, aun sabiéndolo, de qué hablaban a lo largo del camino.

También hoy te pregunta a ti: ¿De qué hablas y cómo hablas cada día, en el camino de la vida?»
Cuando ellos expresan por medio de sus palabras su pesimismo y descreimiento, él, con dulzura, los corrige y les dice:
«¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!
¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?».
Y comenzando por Moisés y continuando con todos los Profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él.

También hoy, hay católicos que viven tristes y se la pasan discutiendo entre ellos, como si Jesús no hubiera. resucitado.
Es necesario leer las Sagradas Escrituras, abriendo la mente y el corazón para poder escuchar a Dios, quien en más de dos mil años no ha cesado de hablar para decimos que es necesario aprender a vivir.

3. Contempla también como, al llegar a la casa donde se iban a alojar, Jesús hizo ademán de seguir de largo. Pero los dos discípulos le dijeron: “Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya termina». Entonces, Jesús resucitado entró para quedarse con ellos.
También tú en este día y cada día, invita a Jesús a entrar a tu casa y a tu vida. No lo dejes seguir de largo. Insístele a tiempo y a destiempo a fin, de que entre a tu vida y cambie todo aquello que necesita ser cambiado y de lo que aún no te has dado cuenta.

4. Contempla a Jesús que se sienta a la mesa con los discípulos. Lo mismo puedes hacer tú en la celebración de cada misa. «Cuando se sentaron a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, y lo partió, y se los dio. Entonces se les abrieron los ojos, y lo reconocieron; pero él se desapareció de la vista de ellos. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos explicaba las Escrituras?»‘.

En cada celebración eucarística, al partir el Pan vivo, pon espiritualmente en el altar aquellas áreas de ceguera que aún tienes, para entregarlas a Dios, a fin de que se abran tus ojos y tu mente y, de ese modo, lo puedas reconocer en la fracción del pan.

Nos dice también el relato evangélico que:

«Los discípulos, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: ‘¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón. Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo lo habían conocido en la fracción del pan».

Al alimentarte con fe de Jesús Eucaristía desaparece el cansancio y recuperas las fuerzas, para que así como los discípulos dejaron el merecido descanso para regresar a Jerusalén y dar testimonio de lo que habían visto y oído, también tu puedas recuperar las fuerzas y proclamar a todos que Jesús está vivo.

Después de cada comunión también tú pide la fortaleza, sabiduría y elocuencia para testimoniar en tu familia, en tu trabajo, en tu barrio y en todos los ámbitos de la sociedad, que Jesús está vivo y que por Él vale la pena vivir y morir. Amén.

Padre Nuestro…
10 Ave María
Gloria

Oración:

Contigo María, nos regocijamos por Cristo Resucitado, luz «Que ilumina a todo hombre que viene a este mundo». Él es el camino, la verdad y la vida. Como tú, Madre, queremos llenamos de tu Hijo para tener vida plena y abundante y siempre decir con profunda fe: «Señor mío y Dios mío»

Oh Jesús mío, perdona nuestras culpas. Líbranos del fuego del infierno. Lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
Por el poder de tu resurrección libérame y sáname, Señor.

5° MISTERIO

Jesús resucitado se aparece a algunos discípulos junto al mar de Galilea

Según una sugestiva expresión de san Agustín, Cristo «ha querido crear un lugar donde cada hombre pueda encontrar la vida verdadera». Este «lugar» es su Cuerpo y su Espíritu, en el que toda la realidad humana, redimida y perdonada, se renueva y diviniza.

Petición:

Te pedimos, Señor, que cuando sintamos tu ausencia, sepamos confiar en que, aunque nuestros ojos no te vean y en nuestro corazón parezca que solo habitan el silencio y la aridez, tú estás presente. Que tengamos la paciencia y el amor para esperar nuevamente la pesca milagrosa y para reconocerte como Juan en la orilla de nuestras vidas a fin, de exclamar con gozo: «Es el Señor».

Nos Dice Juan Pablo II:

1. Es interesante analizar el proceso psicológico que los diversos encuentros con Jesús resucitado dejan entrever: los discípulos experimentan una cierta dificultad en reconocer no sólo la verdad de la resurrección, sino también la identidad de Aquél que está ante ellos, y aparece como él mismo pero al mismo tiempo como otro: un Cristo, transformado.

2. No es nada fácil para ellos hacer la inmediata identificación. Intuyen, sí, que es Jesús, pero al mismo tiempo sienten que él ya no se encuentra en la condición anterior, y ante él están llenos de reverencia y temor.

3. En la aparición en el mar de Tiberíades, seguida de la pesca milagrosa, que simboliza y anuncia la fructuosidad de la misión, es evidente que Jesús quiere orientar sus espíritus hacia la obra que les espera. Lo confirma la definitiva asignación de la misión particular a Pedro: “ ¿Me amas?… Tú sabes que te quiero- Apacienta mis corderos… Apacienta mis ovejas”

Contemplación y Reflexión:

1. Contempla a los discípulos que están pescando sobre la barca, la cual se mueve suavemente por el arrullo de las olas. Aun no ha amanecido y en el frío de la madrugada se respira la perplejidad pues Jesús Resucitado ya no pasa tanto tiempo con ellos. Al menos en la forma visible en que antes lo percibían.
¡Cuantas veces comenzamos a valorar los momentos en que tuvimos fervor espiritual, recién cuando nos toca atravesar etapas de aridez y sequedad!.
Imagina que tu también estas en la barca con los apóstoles. No se habla mucho; hay poco que decir. Sabemos que quien ahora tiene que hablar es Jesús. El lo hará en el momento en que crea que es mejor hacerlo. Mientras tanto esperamos y confiamos.

2. Al que creían muerto está vivo. Que alegría… pero también cuantas preguntas se elevan ahora desde sus corazones a sus mentes:
¿ Qué querrá Jesús que hagamos ahora?, se preguntan algunos de los discípulos; ¿me habrá perdonado por haberlo negado?, se pregunta Pedro, y así en sus corazones hay mas preguntas que respuestas… En sus corazones experimentan ahora mas incertidumbres que certezas.

Quizás así es mejor… cuando quisieron construir sobre «la certeza» de creerse hombres importantes y poderosos todo se desmoronó, cuando hicieron el bien para buscar el reconocimiento y el respeto de la gente, perdieron todo lo que creían tener.

Hay que comenzar de nuevo les dice el Espíritu al corazón, lo están intuyendo fuertemente. Pero ¿Cómo?… Quisieran tener todo bajo control y ahora van comprendiendo que el único al que pueden entregar el control de todas las áreas de sus vidas es a Jesús.

Quizás también nosotros, en algún momento de la vida pusimos el corazón en certezas que después con los años demostraron que no eran tan firmes…

Quizás también nosotros en algún momento construimos una espiritualidad a nuestra medida o parecer, pues no habíamos aprendido a escuchar en nuestro interior al Espíritu de Dios…

Quizás también nosotros construimos sobre arena algunas etapas de nuestra vida, en lugar de construir sobre la Roca. Pero ahora es diferente, estamos aprendiendo, lentamente, pero aprendemos… Ansiamos la venida del Maestro y que nos confirme en el llamado a seguirle y a trabajar en la construcción de su Reino a su manera y no a la nuestra.

3. Allí estamos meciéndonos en la barca junto a los discípulos, enfrascados en tantos pensamientos, cuando con los primeros rayos de un sol primaveral se ve en la orilla la silueta de un hombre.

Él eleva su voz y nos pregunta si tenemos algo que comer. El corazón de Juan intuye quién es él que pide de comer… y también tu corazón intuye ahora que Jesús ha llegado a la orilla del lago de tu vida, o bien siempre ha estado allí, pero ahora se ha hecho visible y comienzas a percibirlo de un modo nuevo.

El que te pide de comer en realidad es quien quiere darte de comer. No solo a través del trabajo que te provee el alimento que llega a tu mesa cada día, sino también él quiere alimentarte con su Cuerpo y con su Sangre.

A la pregunta: «tienen algo de comer». Alguno le responde con un seco no, producto de la natural frustración. A lo que sigue una orden de Jesús: .»Echen las redes a la derecha de la barca y encontrarán». Ellos obedecieron, y al momento se llenó de tal manera que se hacia casi (solo casi) imposible arrastrarla.

4. Juan siente que se confirman sus sospechas y expresa con gozo y admiración: «¡Es el Señor!».

¡Vé también tú con Pedro, que se arroja de la barca para no perder tiempo en llegar al encuen¬tro de Jesús!

Mira al llegar a la orilla los detalles que surgen del amor de Jesús: el fuego preparado, para disipar el frío, varios peces en las brazas y pan, para disipar el hambre.

Él no solo quiere disipar el frío y el hambre de tu cuerpo a través de bendiciones de trabajo, prosperidad y abundancia, sino que quiere también calmar el frío y el hambre de vida y de felicidad que hay en tu corazón.

Él te invita a quedarte a su lado… Tú solo con él… descansando a su lado… mirándolo a los ojos… reclinando tu cabeza en su hombro y contándole todo aquello que te quita calidad de vida, lo que te roba la paz.

Descansa en él el tiempo que sea necesario y deja mientras tanto que con su amor y su delicadeza ponga en ti la vida nueva que quiere darte… que él libere tu corazón del frío del desamor y sacie tu alma del hambre de felicidad…
Él te llama por tu nombre; y te pregunta, como lo hizo con Pedro: ¿(coloque su nombre) … Me amas? ¿Qué le respondes?. Que no sea una respuesta mecánica y obligada. deja que surja de los espacios mas profundos de tu interioridad… Siente como él te llama por tu nombre varias veces y cada vez te pregunta lo mismo: ¿me amas?… Es que Dios está sediento de tu corazón…

Entonces el te confía una misión: «Apacienta a mis ovejas»
Si, también a ti te pide que apacientes sus ovejas… no mires a lo lejos. Las ovejas que te confía están cerca de ti: son tus hijos, tus padres, tu cónyuge, tus hermanos, tus vecinos, tus compañeros de trabajo… de estudio… de comunidad,
Apacentar quiere decir: cuidar, proteger, ayudar, tenerles paciencia, dedicarles tiempo, esfuerzo, acompañar, instruir, guiar…
Deja que Jesús te muestre los rostros de quienes te envía a apacentar y siente que en esa tarea no estarás solo. El te promete: «Yo estaré contigo todos los días de tu vida»

Padre Nuestro…
10 Ave María
Gloria

Oración:

Contigo María, nos regocijamos por Cristo Resucitado, luz que ilumina a todo hombre
Oh Jesús. mío, perdona nuestros pecados, Libranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente. a las más necesitadas de tu misericordia
Por el poder de tu resurrección libérame y sáname, Señor

ORACIONES FINALES

1) Regina Coeli
V. -Alégrate, Reina del Cielo; aleluya
R. -Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya
V. -Ha resucitado, según predijo; aleluya
R. -Ruega por nosotros a Dios; aleluya
V. -Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya
R. -Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.

Oración:

Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos que por su Madre, la Virgen María, alcancemos el gozo de la vida eterna. Por el mismo Cristo nuestro Señor.
R. -Amén

2) Letanías a Jesús

A cada letanía respondemos’ «Ten misericordia de nosotros”

-Jesús, Resucitado,
-Jesús, amable,
-Jesús, admirable,
-Jesús, Dios fuerte,
-Jesús, mensajero del pIan Divino
-Jesús, todopoderoso,
-Jesús, pacientísimo,
-Jesús, obedientísimo,
-Jesús, manso y humilde de corazón
-Jesús, amante de la castidad
-Jesús, amador nuestro,
-Jesús, Dios de paz,
-Jesús, autor de la vida
-Jesús, modelo de virtudes
-Jesús, celoso de la salvación de las almas,
-Jesús, nuestro Dios,
-Jesús, nuestro refugio,
-Jesús, padre de los pobres
-Jesús, tesoro de los fieles,
-Jesús, pastor bueno,
-Jesús, verdadera luz,
-Jesús, sabiduría eterna,
-Jesús, bondad infinita.
-Jesús, camino y vida nuestra,
-Jesús, alegría de los ángeles
-Jesús, rey de los patriarcas,
-Jesús, maestro de los apóstoles,
-Jesús, doctor de los evangelistas,
-Jesús, fortaleza de los mártires,
-Jesús, luz de los confesores,
-Jesús, pureza de las vírgenes,
-Jesús, corona de todos los santos

-De todo mal, Líbranos Señor
-De todo pecado,
-De tu ira,
-De las asechanzas del demonio,
-Del espíritu impuro,
-De la muerte eterna,
-Del menosprecio de tus inspiraciones,
-Por el misterio de tu santa encarnación,
-Por tu natividad,
-Por tu infancia,
-Por tu divinísima vida,
-Por tus trabajos,
-Por tu agonía y Pasión,
-Por tu cruz y desamparo,
-Por tus sufrimientos,
-Por tu muerte y sepultura,
-Por tu resurrección,
-Por tu ascensión,
-Por tu institución de la santísima eucaristía,
-Por tus gozos,
-Por tu gloria .

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Perdónanos, Jesús.
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Escúchanos Jesús.
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
Ten misericordia de nosotros Jesús.

-Jesús, óyenos.
-Jesús, escúchanos
(Se repite)

Oración:

Te pedimos Señor, que quienes veneremos el Santísimo Nombre de Jesús disfrutemos en esta vida de la dulzura de su gracia y de su gozo eterno en el Cielo.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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Bendición de Agua, Aceite y Sal para Liberación y Exorcismo

BENDICIÓN DEL AGUA

Te exorcizo, agua, en nombre de Dios Padre, en nombre de Jesucristo su Hijo nuestro Señor, y con el poder del Espíritu Santo, para que seas agua exorcizada y ahuyentes todo poder del enemigo.

Oh Dios, atiende nuestra oración e infunde la fuerza de tu bendición a esta agua para que, al ser derramada en las casas y en cualquier otro lugar, éstos queden libres de toda influencia del mal y del maligno; y se aleje de estos lugares cualquier influencia maligna de maleficios, maldición, atadura, espiritismo…, de modo que los que vivan en este lugar o vengan aquí, por la aspersión de esta agua, queden libres de cualquier enfermedad o poder del enemigo infernal y sean defendidos por el poder de Jesucristo. Amén.

 

BENDICIÓN DE LA SAL

Te exorcizo sal por el Dios vivo, por el Dios verdadero y por el Dios santo, para que te conviertas en sal exorcizada para salud de los fieles tanto en el cuerpo como en el alma y para que, en los lugares donde sea puesta esta sal bendita, se aleje todo poder del enemigo y todo espíritu maligno.

Oh Señor, imploramos tu misericordia para que te dignes bendecir y santificar esta sal a fin de que se convierta en sal exorcizada para bien del cuerpo y del alma de los creyentes que la consuman; y para que todo aquello que sea tocado por ella carezca de todo poder e influencia del maligno. Amén.

(Se puede echar la sal al agua bendita tres veces, a manera de cruz, diciendo: Que esta mezcla de sal y agua se realice en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén).

 

BENDICIÓN DEL ACEITE

Te exorcizo, aceite, por Dios Padre que hizo todo lo que existe. Que se aleje de este aceite toda fuerza del maligno y toda acción diabólica a fin de que todos los que lo tomen puedan recuperar la salud del cuerpo y del alma, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Oh Dios, dígnate bendecir y santificar este aceite con el cual mandaste ungir a los enfermos, a fin de que una vez obtenida la salud, te den las gracias. Y te pedimos que cuantos usen este aceite, que hemos bendecido en tu Nombre, queden libres de toda enfermedad o de cualquier maleficio o influencia del maligno. Te lo pedimos Padre en el Nombre de Jesús, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.


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