De qué manera Dios sigue siendo Misericordioso.
En el último mensaje dado en Garabandal, el 18 de junio de 1965, Nuestra Señora dijo que «antes la copa se estaba llenando y ahora está rebosando».
Y en mensajes posteriores a otros videntes ha estado repitiendo que su paciencia se está agotando.
Mientras, vemos que el caos se está apoderando de a poco de las sociedades y la naturaleza se está manifestando a través de desastres.
Y entonces surge la pregunta ¿cómo, no es que Dios era absolutamente misericordioso y perdonaba todo?
Aquí hablaremos sobre cómo Dios aplica Su misericordia, al mismo tiempo que comienza a aplicar Su justicia.
Uno de los pasajes más llamativos del Nuevo Testamento es la frase de San Pablo a los Romanos: «Sabemos que en todo Dios obra para bien para aquellos que lo aman» (Romanos 8:28).
¿Por qué Dios haría todas las cosas para nuestro bien?
¿Es porque somos buenos y fieles y por eso merecemos cosas buenas?
Seguramente no, porque la historia humana nos dice otra cosa, sobre todo en nuestra época.
Dios obra todas las cosas para nuestro bien porque es insondablemente misericordioso.
Eso es lo que hace la misericordia divina: hace todas las cosas, en última instancia, para nuestro bien eterno y temporal, si no vacilamos en nuestro amor y nuestra confianza en Dios.
Y Benedicto XVI nos dice que «la misericordia como fuerza de Dios, como límite divino contra el mal del mundo, es un mensaje realmente central para nuestro tiempo».
Sin embargo, vivimos tiempos en los que la misericordia se ha convertido en un concepto separado de las cosas que realmente nos ayudan a comprenderla.
Porque la misericordia tiene sentido y es necesaria porque somos pecadores.
Pero el drama es que los seres humanos hoy no se sienten pecadores.
E incluso, muchos piensan que es cruel y despiadado hablar del pecado a los pecadores.
Esto también lo vemos dentro de la Iglesia y cada vez más.
Pero la Misericordia no significa que no haya juicio.
La Misericordia no significa que no haya un lugar donde vayan los pecadores que no quieren saber nada con Dios y su moralidad, o sea el infierno.
La misericordia justamente existe, porque el infierno existe y la gente puede ir allí.
Sin la piedad de Dios estamos perdidos.
Con Él tenemos una oportunidad, pero solo si aceptamos nuestra necesidad de ser perdonados y nos arrepentimos. ¡Piedad, Señor, ten piedad!
Sin embargo, el objetivo de difundir Su misericordia no es salir y decirles a los otros lo terribles que son.
Sino hablarles sobre el perdón de los pecados.
Especialmente ahora que estamos viviendo en tiempos de rebelión contra Dios.
Tiempos en los que muchos desprecian el pecado y han remodelado a Dios para convertirlo en un viejito agradable, que realmente no se preocupa mucho por el pecado, a pesar de que sus propias escrituras dicen lo contrario.
Reducen la misericordia a mera bondad y a una especie de ceguera por parte de Dios.
Y aceptan cualquier tipo de pecado y después le reclaman a Dios que no es misericordioso cuando deja pasar desastres.
Y esto sucede mientras los hechos a nuestro alrededor nos demuestran que la copa de la paciencia de Nuestro Señor hacia nuestras infidelidades está colmada.
Incluso vemos signos en la naturaleza, sobre los cuales nos desinforman, diciendo que esos eventos anormales suceden porque la naturaleza se está rebelando contra los hombres.
Pero la naturaleza no es una entidad independiente, es Dios que se está manifestando.
Son avisos de advertencia, en medio del llamado y el auxilio misericordioso de Dios.
Y Santa Faustina Kowalska recibió la revelación de un gran milagro que hará la misericordia divina para toda la humanidad en un momento crucial.
Dice que
«Toda Luz del cielo se extinguirá y habrá una gran oscuridad en toda la tierra.
Entonces aparecerá la señal de la Cruz en el cielo y de las aberturas donde estaban clavadas las manos y los pies del Salvador, saldrá una gran Luz que iluminará a la tierra por un tiempo»
Algunos suponen que eso sucederá como el Gran Milagro profetizado en Garabandal.
Y otros creen que será el signo que aparecerá en el cielo luego de los tres días de oscuridad.
Hoy más que nunca debemos recurrir a la Divina Misericordia de Dios.
Porque Su misericordia está haciendo miles de milagros en la vida de quienes recurren a ella.
Y hay algunos casos espectaculares, como el de Ugo Festa de Vicenza, Italia, nacido en 1951, que a los 39 años sufría de esclerosis múltiple, distrofia muscular y epilepsia.
Además sufría pérdida de memoria, incontinencia y deficiencia de la vista debido a daños en los nervios.
El 28 de abril de 1990 fue en peregrinación a Roma para la beatificación del Padre Filippo Rinaldi, en silla de ruedas y claramente sufriendo.
Allí llamó la atención de la Madre Teresa de Calcuta, quien se inclinó y le dio un abrazo.
La Madre Teresa estaba en Roma con un grupo que invitó a Ugo a un retiro en el santuario de la Divina Misericordia en Trento, pero se negó.
Y una monja del grupo le entregó cinco copias de la imagen y una medalla de la Divina Misericordia.
Ugo no sabía nada de la Divina Misericordia y nada de la Hermana Faustina Kowalsaka, cuyas revelaciones de la Divina Misericordia promovió Juan Pablo II.
Al día siguiente, 29 de abril de 1990, Ugo asistió a la audiencia de Juan Pablo II, luciendo la medalla y llevando en sus brazos las imágenes de la Divina Misericordia, para ser bendecidas.
Estando al pie de los escalones de San Pedro pasó el Santo Padre y Ugo le pidió que bendijera sus imágenes de la Divina Misericordia.
Y después de bendecirlas, Juan Pablo II le preguntó cómo estaba.
Ugo le dijo que se sentía muy abatido y que atravesaba una profunda crisis moral y espiritual.
Y el Santo Padre le dijo «¿Cómo puedes tener una crisis con Jesús de la Divina Misericordia en tus brazos? Confía en él y ruega a mi sor Faustina para que interceda».
Con este consejo, Ugo cambió de opinión y decidió que iría al Santuario de la Divina Misericordia en Trento.
Allí había un icono de tamaño natural de la Divina Misericordia.
Durante tres días oró con la cabeza inclinada para no ver lo que estaban haciendo los demás.
A través de sus oraciones, Ugo superó la causa de su crisis espiritual, que era la amargura que sentía contra su madre, quien lo abandonó a una edad temprana.
Y al cuarto día de oración frente a este icono, Ugo notó de repente que los brazos de la Imagen se extendían hacia él y un tremendo calor fluía por su cuerpo.
Vio al Señor salir de la imagen con su manto blanco y caminar hacia él con las manos extendidas.
No quería creerlo. Se dio la vuelta y Jesús volvió a la imagen.
Esto sucedió cinco veces.
Y después de la quinta vez, Ugo expresó lo que tenía en mente:
«Si realmente eres Tú, levántame, porque no puedo moverme».
Y escuchó a Jesús decir con voz clara: «Levántate y anda».
Sintió que lo levantaban de la silla de ruedas.
De repente, sus piernas empequeñecidas adquirieron el tamaño normal. Y comenzó a caminar.
Todas sus dolencias se curaron instantáneamente y estaba más perfecto físicamente que nunca en su vida.
Los médicos declararon luego que estaba curado y que la curación no tenía explicación científica.
El 19 agosto de 1990 Ugo volvió al Vaticano y fue llevado a reunirse con Juan Pablo II de nuevo.
Le habló de la gran gracia que había recibido y le agradeció las palabras de inspiración que lo llevaron a Trento y dieron como resultado este gran milagro de la Divina Misericordia.
Y le dio una copia de la Divina Misericordia, con las firmas en el dorso de las muchas personas que presenciaron el milagro ese día.
El icono de Jesús la Divina Misericordia que tenía Ugo mientras fue sanado cuando rezaba ante él, se encuentra ahora en la Capilla de la Divina Misericordia, en la Parroquia de Medjugorje.
En las apariciones a santa Faustina, Jesús Misericordioso le reveló una serie de promesas que debemos tener presente.
Aquellas almas que recen la Coronilla a la Divina Misericordia lo obtendrán todo, si lo que piden es compatible con Su voluntad.
Serán abrazadas por Su misericordia, especialmente a la hora de la muerte y si son pecadores empedernidos llenará sus almas de paz.
Y cuando se rece la coronilla en presencia de los moribundos, Él se interpondrá entre Su Padre y el moribundo, como el Salvador misericordioso.
Y a aquellas almas que honren la Hora de la Misericordia, las 3 de la tarde, nada negará de lo que se pida en virtud de Su Pasión.
A aquellas almas que veneran la imagen de la Divina Misericordia les promete la victoria sobre sus enemigos, especialmente en la hora de la muerte.
A aquellas almas que honran y difunden el culto a la Divina Misericordia dice que Él mismo los defenderá como Su propia gloria.
Su misericordia los protegerá en la batalla final y en la hora de la muerte no será para ellas un Juez, sino el misericordioso Salvador.
Toda alma que crea y confíe en Su misericordia la obtendrá.
Bueno hasta aquí lo que te queríamos decir sobre la Divina Misericordia de Nuestro Señor, que aunque Su paciencia se esté agotando por nuestros pecados, su misericordia quedará intacta para quienes recurren a Ella con fe y confianza.
Y me gustaría preguntarte si tu has apelado a Jesús de la Misericordia y que resultados has tenido.
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Jesus en Ti confio. Pongo mi enfermedad en Tus Sagradas manos para que se haga Tu voluntad. Amen.