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Qué ordenó Jesús y que hacían los primeros cristianos y que se hace ahora.

Una persona muerta, muerta está, y sólo la medicina puede resucitarla, dice la cultura de nuestra época.

Y la fe de nuestro tiempo dice que sólo Dios puede resucitarla, pero ningún humano puede hacer algo por ella.

Sin embargo Jesucristo envió a los apóstoles a curar enfermos y resucitar a los muertos.

Y los apóstoles, los padres de la Iglesia, muchos santos y las primeras comunidades cristianas, se lo tomaron al pie de la letra y resucitaron muertos con la oración.

Pero hoy, intentar hacerlo, es un signo de infantilidad para la mayoría de los católicos.

No estamos diciendo que debe ser hecho, sino señalando que no hay razones divinas en que esto no pueda seguirse haciendo, sino que hay una traba en la fe que cultivamos hoy.

Aquí hablaremos sobre cómo los cristianos de épocas anteriores resucitaron muertos con oración y qué trabas tenemos ahora para hacerlo. 

¿Hay posibilidad de que se pueda resucitar a un muerto orando ante él?

Si uno le pregunta a cualquier católico, incluso sacerdote, le dirá que eso es una idea loca.

¿Y entonces por qué Jesús enviaría a los apóstoles a que resucitaran muertos?

La mayoría de las homilías actuales que oímos dicen que cuando Jesús envió a los apóstoles y les dijo «Curen a los enfermos y resuciten a los muertos», Mateo 10:8, se estaba refiriendo a resucitar a los muertos espirituales. 

Sin embargo parece que los apóstoles se lo tomaron en serio, no como la mayoría de los católicos hoy.

Porque leemos en Hechos de los Apóstoles 9:36 que Pedro resucitó a Tabita, una mujer cristiana de la ciudad de Jope, que enfermó y murió.

San Pedro oró de rodillas ante su cuerpo muerto en la cama, le dijo «levántate» y ella se sentó y comenzó a hablar.

Y también en Hechos 20:7 se menciona el caso de Eutico en Troas, resucitado por Pablo.

Eutico estaba sentado en el alféizar de una ventana, cayó y murió.

San Pablo salió corriendo, se arrojó sobre el cuerpo, comenzó a orar e inmediatamente Eutico volvió a la vida.

¿Tabita y Eutico eran muertos espirituales?

Esto se une a las resucitaciones que hizo Jesús al hijo de la viuda de Naín, Lucas 7; a la hija de Jairo, Lucas 8; y a Lázaro que llevaba ya 4 días de muerto, y cuyo cadáver presentaba signos de descomposición, Juan 11.

Y también a las resucitaciones que menciona el Antiguo Testamento que hicieron los profetas Elías y Eliseo, del hijo de la viuda de Sarepta, del hijo de la mujer sunamita, e incluso del muerto que revivió cuando lo pusieron junto a los huesos del mismo profeta Eliseo ya muerto.

¿Todos estos también eran muertos espirituales?

Y luego los Padres de la Iglesia y los Santos tomaron en serio también la orden de Jesús y siguieron resucitando muertos con la oración.

Pero esta práctica se ha ido evaporando con el tiempo.

Traer gente muerta a la vida mediante oración es algo poco creíble para los cristianos actuales, a pesar que Jesús lo hizo y ordenó a sus discípulos hacerlo, y los apóstoles y los santos de otras épocas lo hicieron.

Y es poco creíble porque los cristianos creen cada vez menos en los aspectos sobrenaturales de su fe; al menos en occidente.

La Iglesia se ha contaminado progresivamente de una actitud anti milagrosa, y avergüenza a los que señalan que las generaciones anteriores hacían tamaños milagros, diciendo que no hay que tomar las cosas al pie de la letra, que son relatos simbólicos, y que hay que ser cristianos maduros.

Pero la Biblia es muy clara, sólo con la fe se pueden ver e interceder por milagros.

La fe es el elemento imprescindible para contactarse con el mundo sobrenatural, donde todas las posibilidades están abiertas.

Por lo tanto es la falta de fe la que entorpece la proliferación de milagros, porque no hay razones evidentes para sostener que los milagros cesaron en nuestra época, por decisión divina.

El milagro de la resucitación de una persona muerta, o sea que ya no tiene signos vitales, es una decisión de Dios.

Y es Dios el que en todo caso suscitará a Su enviado a orar sobre el muerto, y luego decidirá devolverle los signos vitales al muerto o no.

Pero seguramente casi ninguno de nosotros, se atrevería a hacer la prueba de interceder, por la resucitación de un muerto con la fe más absoluta.

El padre Albert J. Hebert analizó en un libro del 2004, llamado «Santos que resucitaron muertos», 400 milagros de resucitación por oración, mencionados en los procesos de beatificación y canonización, en la monumental obra Acta Santorum.

El libro relata historias de resurrecciones del período patrístico, realizadas por San Justino Mártir, San Ireneo, San Gregorio Nacianceno.

Pero también por San Patricio, San Vicente Ferrer, Don Bosco, el Padre Pío, el obispo estadounidense Fulton Sheen, etc.

Incluso San Ireneo, del siglo II decía que,

«A menudo sucede en la comunidad, cuando toda la iglesia local implora por el difunto con ayuno y oración, que el espíritu del muerto regresa y la vida del hombre regresa restituida por las oraciones de los santos».

Y Sozomeno, historiador de la Iglesia del siglo V, habla de la caída de una mujer embarazada desde un balcón de la basílica de Constantinopla, que muere y vuelve a la vida gracias a las oraciones de los fieles.

O sea que ni siquiera se necesita la presencia de grandes santos milagrosos, para orar y lograr las resucitaciones, bastan las oraciones sinceras de los creyentes.

Uno de los mayores resucitadores de la historia de la Iglesia fue San Vicente Ferrer, dominico del siglo XIV.

San Antonio, arzobispo de Florencia, declaró que San Vicente había resucitado a 28 personas de entre los muertos. 

Pero otros afirmaron que la estimación de San Antonio estuvo muy por debajo del número real.

Uno de los más famosos milagros de resucitación de San Vicente Ferrer fue a un judío rico de Andalucía, llamado Abraham, a quien no le gustó lo que estaba escuchando de la predica de Vicente, protestó y se fue.

Y cuando algunas personas en la puerta lo increparon, San Vicente gritó: «¡Déjenlo ir!».

Y en el instante en que el judío se fue, parte de la estructura del porche cayó sobre él y lo aplastó hasta la muerte. 

Entonces el santo se levantó de su silla y se acercó al cuerpo. 

Se arrodilló allí en oración, hizo la señal de la cruz y Abraham volvió a la vida, y luego se convirtió.

Ninguno de estos milagros que realizó él y ningún otro santo, lo hicieron por mero sensacionalismo. 

Fueron realizados especialmente para la conversión de los pecadores y el fortalecimiento de la fe.

Como San Vicente dijo, los milagros se hacen para la gloria de Dios. 

Del mismo modo que San Marcario, un monje santo que vivía en los desiertos de Egipto, que se encontró con un hombre que no creía en la resurrección de Jesús. 

Y para convencerlo, entonces el santo invocó el poder de Dios sobre un hombre muerto y lo resucitó. 

Este milagro se extendió por todo el desierto egipcio y logró gran cantidad de conversiones. 

Y en los últimos años ha sucedido un caso que ha desatado la visibilidad de las resurrecciones.

Es el de Catalina Socci, hija del conocido periodista católico Antonio Socci.

Resucitación realmente inexplicable en términos científicos.

Pocos días después de su graduación, el corazón de Catalina se detuvo de repente.

Se quedó inmóvil durante una hora entera, muerta, sin signos vitales.

Luego vino un sacerdote, su director espiritual, se arrodilló para orar y el corazón de Catalina empezó a latir.

Y conmovido por este hecho, su padre, Antonio Socci, ha dedicado algunos libros a esta historia.

E incluso ha tratado las Experiencias Cercanas a la Muerte, que no son sólo de nuestra época sino de toda la historia.

Porque en un importante diálogo en la República de Platón, por el año 380 aC, el filósofo narra la historia del soldado Er, que se despertó después de doce días de muerto.

E informó de que había visitado el más allá, donde, según su testimonio, habrá un juicio sobre toda persona, en relación con el bien y el mal que ha hecho.

En resumen, Jesucristo envió a los apóstoles a que curaran a los enfermos y resucitaran a los muertos.

Los apóstoles, padres de la Iglesia y santos siguieron resucitando muertos con la oración, como hacía el maestro.

E incluso era una costumbre de las primeras comunidades cristianas.

Pero con el tiempo se fue perdiendo la fe, y a pesar que hay ejemplos recientes, la mayoría de los cristianos lo considera un imposible y no se atreve a intentarlo.  

E incluso algunos pregonan desde los púlpitos que esto es una fantasía, coartando la posibilidad de desarrollar una fe fuerte para ver milagros.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la posibilidad de resucitar a los muertos con la oración.

Y me gustaría preguntarte si has conocido un caso así y si tu te atreverías a rezar con mucha fe y confianza, para que Dios resucite a una persona muerta que tienes ante ti.

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