Análisis de un misionero de lo que sucedió y sucede en medio oriente.
La posición vaticana respecto a la “primavera árabe” no ha sido clara para los lectores, porque ha abundado en llamados para la paz, y mezclada habitualmente con mensajes “triunfalistas” de algunos misioneros analistas, que luego se venían abajo por las consecuencias que los cambios políticos estaban teniendo para los cristianos de la zona, que sufrían la persecución de grupos islamistas que actuaban con escaso freno y con violencia contra ellos.
Sin intentar agotar el tema y sin considerar que el padre Cervellera plantea la posición oficial del vaticano (si es que tiene una posición clara e hilvanada), presentamos una exposición de Bernando Cervellera, una opinión muy autorizada, sobre la “primavera árabe” realizada en abril para para la revista Oasis.
El padre Bernardo Cervellera es misionero del PIME (Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras) y periodista, es actualmente responsable de la agencia de noticias AsiaNews. Fue director (1997-2002) de la Agencia Fides, la agencia internacional de noticias del Vaticano.
EL ESCEPTICISMO DE OCCIDENTE QUE VE CERVELLERA SOBRE LA PRIMAVERA ÁRABE
Oasis ha tratado de vencer el prejuicio y el escepticismo de Occidente respecto a la Primavera árabe, considerada una manipulación de los musulmanes, una estrategia pensada para llevar el islamismo y el fundamentalismo al poder, con el resultado de hacer llegar la guerra a las puertas de Europa.
En cambio, Oasis, así como AsiaNews, ha tratado de leer estos fenómenos con la contribución de quienes viven en primera persona esta fase histórica, es decir, a través de los ojos de los cristianos y los musulmanes.
Esto ha sido importante y ha permitido descubrir que cuando surgieron las Primaveras no eran manipulaciones de Arabia Saudita, intentos de Irán de adueñarse del mundo islámico, intentos de la CIA de redefinir el rostro de Oriente Medio, sino fenómenos endógenos que nacían del pueblo y eran expresión del deseo de dignidad de estas personas.
Desde esta perspectiva, considero que las Primaveras representan de algún modo el éxito máximo de una visión que podría definirse “ilustrada” de la concepción que maduró en Occidente acerca de la dignidad del hombre.
Estas personas, en particular en Egipto y en Túnez, se movieron en nombre de la dignidad de la persona, impulsadas por el deseo de comer, gozar de mayor justicia, tener más voz en la sociedad, poder casarse, construir una sociedad juntos, cristianos y musulmanes.
En cambio, Occidente tuvo miedo y se cerró, se interesó solamente por dos revoluciones: las que tenían lugar en Libia y en Siria. Respecto a las demás, prevaleció el desinterés.
LAS IGLESIAS LOCALES SE PREOCUPARON POR EL FENÓMENO
Mientras que Occidente sostenía que las Primaveras eran inútiles, las Iglesias locales decían lo contrario.
Las revoluciones fueron movimientos internos de colaboración entre las distintas fuerzas, una gestación muy difícil en la que una sociedad sofocada por la dictatura comenzó a abrir los ojos, mover las manos y los pies, para iniciar a construir un mundo un poco más libre. Esta lectura, guiada por las minorías cristianas, me hace venir a la mente un verso de Thomas Eliot: «la Iglesia es dura donde todos serían tolerantes, y es tolerante donde todos serían duros».
La tentación es que se haga en Siria lo que se hizo en Libia, pero la Iglesia local frena, invita a prestar atención, a valorar las perspectivas y la manera de garantizar las libertades.
Existe este contrapunto entre la opinión pública un poco superficial y la opinión de quien vive y sufre estas situaciones. Este es un hilo conductor importante, por el que dejarse guiar en la lectura de los fenómenos. Precisamente la Iglesia y los cristianos de estos lugares contribuyen a crear un diálogo con el mundo islámico, tratando de encontrar los caminos para la convivencia.
LA PRIMAVERA ÁRABE TAMBIÉN HA CREADO UNA SITUACIÓN NUEVA EN ORIENTE
Inicialmente fue una construcción común entre cristianos y musulmanes. La Primavera, privada de significado político en sentido estricto, no unió a los árabes en nombre de las luchas de reivindicación de los palestinos contra Israel, o contra los norteamericanos, como sucedía en el pasado.
Fue, en cambio, el intento de construir una convivencia en la cual la pertenencia religiosa tuviese un valor, fuese respetada, reconocida, pero en la que todos son iguales como ciudadanos: este era el proyecto.
La Primavera, sin embargo, también es el fracaso de Occidente que ha mostrado desinterés o, peor todavía, ha buscado sus intereses económicos y estratégicos.
EL CASO DE LIBIA
Fue evidente con la intervención francesa en Libia: de intervención humanitaria se transformó en el proyecto de eliminar a Gheddafi quien, aunque no fuese un santo, garantizó un desarrollo económico y una convivencia controlada entre las tribus.
Eliminado Gheddafi, Libia está recorriendo un camino muy arduo en el cual el componente fundamentalista crea dificultades al Islam, en particular el Islam sufí, que en Libia es muy fuerte, destruyendo cementerios, mausoleos, monumentos y mezquitas.
Lo pagan también los cristianos que viven en Libia. La mayoría son extranjeros que desde Egipto y África se trasladan para trabajar, son misioneros y hermanas procedentes de Filipinas.
EL CASO DE SIRIA
En cuanto a Siria, la Iglesia local ha puesto algún que otro freno al deseo de eliminar a Assad, aunque no lo defienda, porque reconoce que bajo su gobierno los cristianos han gozado de una cierta libertad, si bien muy controlada. Assad, de hecho, ha mantenido bajo control el fundamentalismo de los Hermanos Musulmanes.
Ahora, después de las primeras sacudidas en nombre de la democracia y la libertad, Siria se ha convertido en un tablero de ajedrez en el cual todas las potencias internacionales concurren y en el que se ha creado una polarización entre Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña contra Rusia e Irán por el control de Oriente Medio.
EL JUEGO DE PODER DE LOS PAÍSES DE LA REGIÓN
Irán aspira a controlar el mundo islámico al igual que Arabia Saudita y Qatar, y todos utilizan los peones sirios para llevar adelante su propia guerra.
Algunos analistas dicen que se está llevando a cabo una lucha entre los tres por la construcción de dos gaseoductos-oleoductos. Uno debería llegar hasta Turquía partiendo de Qatar y de Arabia Saudita; el otro debería seguir una línea “chiita”: Irán, Irak, Siria y llegar al Mediterráneo europeo.
Es triste que ya nadie se interese por el pueblo sirio, las ciudades divididas entre los rebeldes y el ejército, las colas por el pan y la gasolina, los prófugos… El temor es que Siria se convierta en una especie de Irak, en el que podrían nacer pequeños estados confesionales con problemas de convivencia.
Cuando comenzaron las manifestaciones de la Primavera árabe, en mi redacción estábamos asombrados de que estos jóvenes arriesgaran su vida por la libertad y nos preguntábamos si en Occidente alguien estaría dispuesto a arriesgar su vida por un gran ideal. La respuesta suscita un poco de temor, porque en Occidente arriesgar la vida por un ideal es algo outdated, pasado de moda.
BENEDICTO XVI REFLEXIONÓ SOBRE LA CONVIVENCIA ISLAMO-CRISTIANA
Durante la visita a Líbano Benedicto XVI ofreció en su discurso algunos puntos de reflexión sobre cómo puede ser la convivencia islamo-cristiana.
Estos puntos de reflexión se pueden resumir en la convivencia pacífica entre las diversas comunidades religiosas, que elimine el fundamentalismo y en un Estado que promueva una laicidad abierta a la religión, no un laicismo enemigo de todo credo.
En este discurso se expresa la misma visión que en el discurso de Ratisbona, tan criticado. Ese discurso, considerado por muchos un discurso contra el Islam y responsable de haber destruido las relaciones con esta religión, en realidad era favorable al diálogo con el Islam, sobre todo era un apremio a Occidente a que abriese la razón a comprender también la dimensión religiosa.
Aquí está el fracaso de Occidente: en el hecho de reducir la razón al aspecto material, al matemático, a la economía mercantilista.
Estos discursos del Papa en Líbano indican un camino de transición que puede ser una ayuda para Oriente Medio, pero también para Occidente. Como sugirió el Papa, Líbano podría ser no sólo un modelo de convivencia islamo-cristiana para Oriente Medio, sino también un modelo de vida para la comunidad internacional.
Fuentes: Bernardo Cervellera para Oasis, Signos de estos Tiempos