El martirio de Santa Bárbara quedó en la memoria de muchos artistas.

Que la dibujan vestida de rojo en aquel momento fatal.

Con la palma del martirio y la torre del encierro en sus manos.

Y la hostia y el cáliz simbolizando su amor por Cristo.

Nuestra poeta Rosario de la Cueva cuenta lo que sucedió en el siglo III.

 

Poema dedicado a Santa Bárbara

 

Era Bárbara
una gentil doncella,
hija de DIóscoro,
rey de Nicodemia.

Moraba esta virgen
de Turquia, como ermitaña
en una torre recluida.

Construida por su padre, 
para ella.

Allí leía los Santos Evangelios,
y meditaba las Sagradas Escrituras.

A la luz de una ventana
«La Tercera»
erigida en honor de la
Santísima Trinidad.

Llevaba Bárbara
una existencia oculta,
de elegida reclusión
y devoción austera.

Más enterado el Rey de Nicodemia,
de la conversión de su hija
al Cristianismo
se enervó su escondida crueldad.

Y el mismo entregó a su vástaga,
a la acerva  justicia de su reino.

Y la hermosa joven,
de cabellos rubios y ondulados,
entregó su fragil cuello
al hacha afilada del verdugo.

¡Más! ¡Oh! Divina justicia.

El perverso e infiel Diáscoro,
cayó fulminado en el mismo
instante, por un rayo certero.

Siendo así, que Santa Bárbara,
es solemnemente invocada,
contra el rayo, los truenos y tormentas.

Rosario de la Cueva.


Rosario de la Cueva, de España, Poeta, Coordinadora del ciclo «La Rioja Poética» en el Centro Riojano de Madrid

 

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