Skip to main content

I  ¿QUIEN CELEBRA?

1136 La Liturgia es «acción» del «Cristo total» (Christus totus). Los que desde ahora la celebran, más allá de los signos, participan ya de la liturgia del cielo, donde la celebración es enteramente Comunión y Fiesta.

La celebración de la Liturgia celestial

1137 El Apocalipsis de san Juan, leído en la liturgia de la Iglesia, nos revela primeramente que «un trono estaba erigido en el cielo y Uno sentado en el trono» (Ap 4, 2): «el Señor Dios» (Is 6, 1). (1) Luego revela al Cordero, «inmolado y de pie» (Ap 5, 6): (2) Cristo crucificado y resucitado, el único Sumo Sacerdote del santuario verdadero, (3) el mismo «que ofrece y que es ofrecido, que da y que es dado». (4) Y por último, revela «el río de Vida que brota del trono de Dios y del Cordero» (Ap 22, 1), uno de los más bellos símbolos del Espíritu Santo. (5)

1138 «Recapitulados» en Cristo, participan en el servicio de la alabanza de Dios y en la realización de su designio: las Potencias celestiales, (6) toda la creación (los cuatro Vivientes), los servidores de la Antigua y de la Nueva Alianza (los veinticuatro ancianos), el nuevo Pueblo de Dios (los ciento cuarenta y cuatro mil), (7) en particular los mártires «degollados a causa de la Palabra de Dios» (Ap 6, 9-11), y la Santísima Madre de Dios (La mujer, la Esposa del Cordero), (8) finalmente «una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas» (Ap 7, 9).

1139 En esta Liturgia eterna el Espíritu y la Iglesia nos hacen participar cuando celebramos el Misterio de la salvación en los sacramentos.

Los celebrantes de la liturgia sacramental

1140 Es toda la comunidad, el Cuerpo de Cristo unido a su Cabeza quien celebra. «Las acciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es ‘sacramento de unidad’, esto es, pueblo santo, congregado y ordenado bajo la dirección de los obispos. Por tanto, pertenecen a todo el Cuerpo de la Iglesia, influyen en él y lo manifiestan, pero afectan a cada miembro de este Cuerpo de manera diferente, según la diversidad de órdenes, funciones y participación actual». (9) Por eso también, «siempre que los ritos, según la naturaleza propia de cada uno, admitan una celebración común, con asistencia y  participación activa de los fieles, hay que inculcar que ésta debe ser preferida, en cuanto sea posible, a una celebración individual y casi privada». (10)

1141 La asamblea que celebra es la comunidad de los bautizados que, «por el nuevo nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo para que ofrezcan, a través de todas las obras propias del cristiano, sacrificios espirituales». (11) Este «sacerdocio común» es el de Cristo, único Sacerdote, participado por todos sus miembros: (12)

La Madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de la liturgia misma y a la cual el pueblo cristiano»linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido» (1 P 2, 9), (13) tiene derecho y obligación, en virtud del bautismo. (14)   

1142 Pero «todos los miembros no tienen la misma función» (Rm 12, 4). Algunos son llamados por Dios en y por la Iglesia a un servicio especial de la comunidad. Estos servidores son escogidos y consagrados por el sacramento del Orden, por el cual el Espíritu Santo los hace aptos para actuar en representación de Cristo-Cabeza para el servicio de todos los miembros de la Iglesia. (15) El ministro ordenado es como el «icono» de Cristo Sacerdote. Por ser en la Eucaristía donde se manifiesta plenamente el sacramento de la Iglesia, es también en la presidencia de la Eucaristía donde el ministerio del obispo aparece en primer lugar, y en comunión con él, el de los presbíteros y los diáconos.  

1143 En orden a ejercer las funciones del sacerdocio común de los fieles existen también otros ministerios particulares, no consagrados por el sacramento del Orden, y cuyas funciones son determinadas por los obispos según las tradiciones litúrgicas y las necesidades pastorales. «Los acólitos, lectores, comentadores y los que pertenecen a la ‘schola cantorum’ desempeñan un auténtico ministerio litúrgico». (16)

1144 Así, en la celebración de los sacramentos, toda la asamblea es «liturgo», cada cual según su función, pero en «la unidad del Espíritu» que actúa en todos. «En las celebraciones litúrgicas, cada cual, ministro o fiel, al desempeñar su oficio, hará todo y sólo aquello que le corresponde según la naturaleza de la acción y las normas litúrgicas». (17)

II  ¿COMO CELEBRAR?

Signos y símbolos

1145 Una celebración sacramental está tejida de signos y de símbolos. Según la pedagogía divina de la salvación, su significación tiene su raíz en la obra de la creación y en la cultura humana, se perfila en los acontecimientos de la Antigua Alianza y se revela en plenitud en la persona y la obra de Cristo.

1146 Signos del mundo de los hombres. En la vida humana, signos y símbolos ocupan un lugar importante. El hombre, siendo un ser a la vez corporal y espiritual, expresa y percibe las realidades espirituales a través de signos y de símbolos materiales. Como ser social, el hombre necesita signos y símbolos para comunicarse con los demás, mediante el lenguaje, gestos y acciones. Lo mismo sucede en su relación con Dios.

1147 Dios habla al hombre a través de la creación visible. El cosmos material se presenta a la inteligencia del hombre para que vea en él  las huellas de su Creador. (18) La luz y la noche, el viento y el fuego, el agua y la tierra, el árbol y los frutos hablan de Dios, simbolizan a la vez su grandeza y su proximidad.

1148 En cuanto creaturas, estas realidades sensibles pueden llegar a ser lugar de expresión de la acción de Dios que santifica a los hombres, y de la acción de los hombres que rinden su culto a Dios. Lo mismo sucede con los signos y símbolos de la vida social de los hombres: lavar y ungir, partir el pan y compartir la copa pueden expresar la presencia santificante de Dios y la gratitud del hombre hacia su Creador.

1149 Las grandes religiones de la humanidad atestiguan, a menudo de forma impresionante, este sentido cósmico y simbólico de los ritos religiosos. La liturgia de la Iglesia presupone, integra y santifica elementos de la creación y de la cultura humana confiriéndoles la dignidad de signos de la gracia, de la creación nueva en Jesucristo.

Notas:
1- Cf Ez 1, 26-28.
2- Cf Jn 1, 29.
3- Cf Hb 4, 14-15; 10, 19-21.
4- Liturgia de san Juan Crisóstomo, Anáfora.
5- Cf Jn 4, 10-14; Ap 21, 6.
6- Cf Ap 4-5; Is 6, 2-3.
7- Cf Ap 7, 1-8; 14, 1.             
8- Cf Ap 12 y Ap 21, 9.
9- Concilio Vaticano II, Sacrosanctum concilium, 26.
10- Concilio Vaticano II, Sacrosanctum concilium, 27.
11- Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 10.
12- Cf Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 10; 34; Id., Presbyterorum ordinis, 2.
13- Cf 1 P 2, 4-5.
14- Concilio Vaticano II, Sacrosanctum  concilium, 14.
15- Cf Concilio Vaticano II, Presbyterorum ordinis, 2 y 15.
16- Concilio Vaticano II, Sacrosanctum concilium, 29.
17- Concilio Vaticano II, Sacrosanctum concilium, 28.
18- Cf Sb 13, 1; Rm 1, 19-20; Hch 14, 17.