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La tragedia del catolicismo abre paso a la primera aprobación de la eutanasia en el continente.
La semana pasada, la francófona provincia canadiense de Quebec aprobó la legalización de la eutanasia – aunque es contraria al Código Penal de Canadá – convirtiéndose en el primer lugar de América en legalizar la eutanasia, que es  presentada como ayuda médica al morir. La ley, aprobada por 94 votos a favor y 22 en contra, se inspira más en el modelo de Bélgica que en las leyes de suicidio asistido que rigen en algunos estados de Estados Unidos.

iglesia abandonada en montreal

Quebec tiene el galardón de ser el primer país del continente que legaliza la eutanasia, y la tragedia sucede en el lugar que fue el más católico del mundo, que tenía tantas monjas y sacerdotes que las tenía que exportar.

El proyecto de ley 52 fue introducido en el Parlamento quebequés por el gobierno del Parti Québecois, y permite que aquellos que sufren “una enfermedad seria e incurable”, entre otros criterios, soliciten morir a manos de un médico. El proyecto se frenó al convocarse las elecciones que se celebraron en marzo, pero fue re-introducido en mayo, en el mismo punto en el que había muerto, por el nuevo Primer Ministro Philippe Couillard, del Partido Liberal. En la votación, recibió el apoyo de todos los partidos.

FUERTE OPOSICIÓN DE LOS OBISPOS CATÓLICOS

La Asamblea de Obispos de Quebec por su parte afirmó en una carta que envió a los fieles que

“La adopción de este proyecto de ley tendría consecuencias graves y dañinas para el futuro de Quebec. Inducir la muerte no es atención sanitaria”.

La carta añade que

“las expresiones morir con dignidad y muerte médicamente asistida usadas para permitir una inyección letal llevan a confusión y a malentendidos. Lo que se está considerando aquí es la eutanasia, pura y simplemente, y no el cuidado al final de la vida”.

Los pacientes –continuaron diciendo los obispos-

“ya tienen el derecho a rechazar que su vida se prolongue artificialmente, enganchados a aparatos de todo tipo”. El proyecto de ley, por el contrario, “permitiría a los médicos causar directamente la muerte. Esto contradeciría el mismo fin de la medicina”.

Los obispos son conscientes del dolor que supone contemplar la agonía de un ser querido, pero aseguran que los cuidados paliativos,

“son el mejor medio de aliviar el sufrimiento de las personas que se acercan al final de la vida y para ayudarles a atravesar esta última etapa de su vida con humanidad y dignidad”.

El obispo de Montreal, monseñor Christian Lépine, escribió también una carta a título individual a sus diocesanos, en la que aseguraba que,

“amamos y nos preocupamos por aquellos que son vulnerables, y un día, todos nosotros seremos vulnerables. Es importante para nosotros saber y confiar en que nuestra familia y la sociedad no elegirán acelerar nuestra muerte, sino que más bien estarán presentes y nos apoyarán hasta el final. Provocar la muerte de un ser humano inocente es causar la muerte de nuestro propio yo”.

YA PIDEN QUE SE AMPLÍE

A los defensores de la vida también les preocupa que sea sólo el primer paso de una pendiente resbaladiza como la que se ha visto en Bélgica, que hace unos meses aprobó la eutanasia infantil, algo que los partidarios de la eutanasia habían asegurado hace años que no ocurriría.

En el caso de Quebec, algunos médicos están pidiendo que se amplíe la lista de los pacientes susceptibles de recibir una inyección letal, incluyendo niños. Yves Robert, Secretario del Colegio de Médicos de Quebec, aseguró al National Post en febrero que

“cuando los quebequeses se acostumbren a que los médicos administren inyecciones letales a pacientes moribundos, no se preguntará quién está recibiendo la eutanasia, sino a quién se le está denegando”.

De momento, no se trata de una postura mayoritaria. Los médicos de la provincia, en general, se oponen a la eutanasia, y sólo el 16% afirma que la aplicaría a un paciente si fuera legal. El apoyo entre los ciudadanos tampoco es claro. Una encuesta llevada a cabo en octubre pasado revelaba que el apoyo a la ley pasaba del 72% al 35% cuando a los encuestados se les informaba de los abusos que ocurrían ya en otros países.

¿QUIÉN SE ACUERDA CUANDO QUEBEC SOLÍA SER EL LUGAR MÁS CATÓLICO DEL MUNDO ENTERO? 

Y esto se produjo en Quebec, el lugar que fue el más católico del orbe.

La provincia canadiense abundó en familias numerosas (los quebequenses no eran grandes fans de la anticoncepción), y se produjo un tremendo número de sacerdotes y monjas – tantas que no todos eran necesarios para el uso doméstico; y por lo tanto muchos de ellos fueron exportados a Nueva Inglaterra, donde trabajadores de Quebec habían emigrado para escapar de la pobreza tradicional de su tierra natal. Estos sacerdotes y monjas fueron el personal de las parroquias de habla francesa y las escuelas parroquiales de Nueva Inglaterra. En gran parte gracias a ellos, los inmigrantes de Quebec y sus descendientes fueron capaces de conservar no sólo su fe católica, sino su lengua francesa y gran parte de su cultura de Quebec.

Durante mucho tiempo no sólo Quebec, sino lo que puede llamarse Quebec en el exilio (las antiguas ciudades industriales de Nueva Inglaterra – por ejemplo, Lewiston, Manchester, Haverhill, Fall River, Woonsocket, Pawtucket) se mantuvieron sólidamente aferradas al catolicismo. Era imposible pensar en Quebec aparte del catolicismo.

¿Cómo Quebec, el lugar más católico del mundo, se convirtió en tan poco católico como para dar sanción legal al asesinato?

Si hubiera suficiente espacio aquí, sería bueno comenzar la historia en 1759, cuando los británicos derrotaron a los franceses en la Batalla de Quebec, y tomaron el control de lo que se había llamado hasta entonces la Nueva Francia. Pero saltando los próximos 200 años más o menos. En las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial una «revolución silenciosa» tuvo lugar en Quebec.

La provincia relativamente pobre se convirtió rápidamente en más moderna, más industrializada, más próspera y más secularizada. El nacionalismo quebequés, que había florecido desde 1759, siempre se había sido identificado inseparablemente con el catolicismo.

Pero ahora se llevó a cabo una bifurcación: el nacionalismo de Quebec creció aparte del catolicismo; se convirtió en un nacionalismo secularizado. Y puesto que todo nacionalismo secular es un rival casi religioso de la religión tradicional, en los últimos 50 o 60 años el nacionalismo secular de Quebec ha sido rival de la religión católica.

Como el nacionalismo secular de Quebec ha crecido en fuerza, el catolicismo de Quebec ha disminuido en fuerza. Añadiendo a esto el hecho de que en los países modernizados, secularizados y prósperos del mundo una vez cristiano – incluyendo, por supuesto, los Estados Unidos y Canadá – el catolicismo está en casi todas partes en franco declive.

El resultado final de todos estos factores ha sido un gran colapso de la religión católica en Quebec. Si visita Montreal o Quebec, una de las cosas más tristes que verá son los magníficos edificios antiguos ahora no utilizados o infrautilizados construidos en el apogeo del catolicismo de Quebec. Iglesias casi vacías, antiguos conventos y seminarios que las monjas o seminaristas ya no usan.

Y así, el país anteriormente católico de Quebec se ha vuelto tan «modernizado» o «progresista» que ha legalizado la «ayuda médica para morir». Una gran tragedia católica.

Fuentes: Alfa y Omega, Aleteia, Signos de estos Tiempos

 

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