Vía Crucis es una expresión latina que significa “camino de la Cruz”.

Es decir, el que recorrió Cristo durante su Pasión, desde el Pretorio de Pilatos hasta el Calvario.

La finalidad de las Estaciones es ayudarnos a unirnos a Nuestro Señor haciendo una peregrinación espiritual a la Tierra Santa.

A los momentos más señalados de su Pasión y muerte redentora. 

Pasamos de Estación en Estación meditando ciertas oraciones.

La costumbre de rezar las Estaciones de la Cruz posiblemente comenzó en Jerusalén.
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Ciertos lugares de La Vía Dolorosa fueron reverentemente marcados desde los primeros siglos.
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Hacer allí las Estaciones de la Cruz se convirtió en la meta de muchos peregrinos desde la época del emperador Constantino (siglo IV).

Según la tradición, la Santísima Virgen visitaba diariamente las Estaciones originales.

Y San Jerónimo, Padre de la Iglesia, escribió sobre la multitud de peregrinos de todos los países que visitaban los lugares santos en su tiempo.

Desde el siglo XII los peregrinos escriben sobre la “Vía Sacra”, como una ruta por la que pasaban recordando la Pasión.

Probablemente fueron los Franciscanos los primeros en establecer el Vía Crucis ya que a ellos se les concedió en 1342 la custodia de los lugares más preciados de Tierra Santa.

   

LA HISTORIA

Luego del edicto de Milán del Emperador Constantino en el 313, los cristianos tienen la libertad de recorrer en procesión el camino que Jesús recorrió el Viernes Santo.

Pero históricamente aún no está instituida, lo cual viene por la fusión de 3 devociones.

Una devoción que recorrer las caídas de Cristo bajo el peso de la Cruz.

Una segunda devoción es el camino triste que hacían los cristianos recorriendo 7 ó 9 Iglesias diferentes conmemorando el camino de Jesús.

Ellos originalmente iban en procesión desde Getsemaní hasta la casa de Anás luego a la de Caifás, posteriormente al Pretorio, al palacio de Herodes y al Gólgota dónde lo crucificaron.

Y la tercera devoción era conmemorar los momentos en que Jesús se detuvo cuando cargaba la cruz.

En cada uno de esos lugares había una señalización en la cual se detenía la procesión y meditaban, cantaban y veneraban.

Pero recién luego del siglo XII se empieza a institucionalizar una sola devoción.

A partir del siglo XIV y XV los franciscanos empezaron a desarrollar la devoción del viacrucis.

La devoción del viacrucis tal como la conocemos hoy con las 14 estaciones nació entre los franciscanos en España en la mitad del siglo XVII y luego se extendió por Italia.

Formalmente el Papa Inocencio XI concede a los franciscanos el derecho de aplicar el viacrucis en sus iglesias.

Recién en 1731 el Papa Clemente XII fija las estaciones del viacrucis como 14.

Y los papás siguientes exhortan a que estas estaciones sean dibujadas en las iglesias.

En 1749 el Papa Benedicto XIV ordena la construcción del viacrucis del Coliseo Romano, que recorren habitualmente los Papas en semana santa.

El viacrucis por las calles de Jerusalén se realiza todo el año, pero es especialmente concurrido en Cuaresma y el Viernes Santo.

Allí se cultiva la tradición de caminar en grupo y detenerse en cada Estación leyendo un pasaje del Evangelio realizando un canto y recitando una oración.

   

PROMESAS PARA LOS DEVOTOS DEL VIA CRUCIS, TRASMITIDAS POR JESÚS

Estas promesas fueron trasmitidas por Jesús al Hermano Estanislao (1903-1927).

Yo concederé todo cuanto se me pidiere con fe, durante el rezo del Via Crucis.
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Yo prometo la vida eterna a los que, de vez en cuando, se aplican a rezar el Via Crucis.
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Durante la vida, yo les acompañaré en todo lugar y tendrán Mi ayuda especial en la hora de la muerte.
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Aunque tengan más pecados que las hojas de las hierbas que crece en los campos, y más que los granos de arena en el mar, todos serán borrados por medio de esta devoción al Via Crucis.
(Esta devoción no elimina la obligación de confesar los pecados mortales. Se debe confesar antes de recibir la Santa Comunión.)
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Los que acostumbran rezar el Vía crucis frecuentemente, gozarán de una gloria extraordinaria en el cielo.
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Después de la muerte, si estos devotos llegasen al purgatorio, Yo los libraré de ese lugar de expiación, el primer martes o viernes después de morir.
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Yo bendeciré a estas almas cada vez que recen el Vía Crucis; y mi bendición les acompañará en todas partes de la tierra.
Después de la muerte, gozarán de esta bendición en el Cielo, por toda la eternidad.
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A la hora de la muerte, no permitiré que sean sujetos a la tentación del demonio.
Al espíritu maligno le despojaré de todo poder sobre estas almas.
Así podrán reposar tranquilamente en mis brazos.
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Si rezan con verdadero amor, serán altamente premiados.
Es decir, convertiré a cada una de estas almas en Copón viviente, donde me complaceré en derramar mi gracia.
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Fijaré la mirada de mis ojos sobre aquellas almas que rezan el Vía Crucis con frecuencia y Mis Manos estarán siempre abiertas para protegerlas.
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Así como yo fui clavado en la cruz, igualmente estaré siempre muy unido a los que me honran, con el rezo frecuente del Vía Crucis.
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Los devotos del Vía Crucis nunca se separarán de mí porque Yo les daré la gracia de jamás cometer un pecado mortal.
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En la hora de la muerte, Yo les consolaré con mi presencia, e iremos juntos al cielo.
La muerte será dulce para todos los que Me han honrado durante la vida con el rezo del Vía Crucis.
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Para estos devotos del Vía Crucis, Mi alma será un escudo de protección.

   

INDULGENCIAS PLENARIAS PARA EL VÍA CRUCIS

Se concede indulgencia plenaria a los fieles cristianos que devotamente hacen las Estaciones de la Cruz.

Las normas para obtener estas indulgencias plenarias son:

Deben hacerse ante Estaciones de la Cruz erigidas según la ley.

Deben haber catorce cruces. Para ayudar en la devoción estas cruces están normalmente adjuntas a catorce imágenes o tablas representando las estaciones de Jerusalén.

Las Estaciones consisten en catorce piadosas lecturas con oraciones vocales.
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Pero para hacer estos ejercicios solo se requiere que se medite devotamente la pasión y muerte del Señor.
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No se requiere la meditación de cada misterio de las estaciones.

El movimiento de una Estación a la otra. Si no es posible a todos los presente hacer este movimiento sin causar desorden al hacerse las Estaciones públicamente, es suficiente que la persona que lo dirige se mueva de Estación a Estación mientras los otros permanecen en su lugar.

Las personas que están legítimamente impedidas de satisfacer los requisitos anteriormente indicados, pueden obtener indulgencias si al menos pasan algún tiempo, por ejemplo, quince minutos en la lectura devota y la meditación de la Pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.

Otros ejercicios de devoción son equivalentes a las Estaciones de la Cruz, aun en cuanto a indulgencias, si éstos nos recuerdan la Pasión y muerte del Señor y están aprobados por una autoridad competente.

Para otros ritos. Los patriarcas pueden establecer otros ejercicios devotos en memoria de la Pasión y muerte de nuestro Señor, en manera similar a las Estaciones de la Cruz.

       

RECORRAMOS LAS 14 ESTACIONES DE LA VÍA DOLOROSA DE JERUSALÉN

Desde que los cristianos comenzaron a llegar a la Ciudad Santa, han recorrido el último camino de Jesús.
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Al menos durante los mil últimos años es el mismo por el que pasan los actuales visitantes.
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Con el tiempo, los relatos sagrados se fueron materializando en puntos concretos: las estaciones del Vía Crucis.

El itinerario está basado en la procesión organizada por los Franciscanos en el siglo XIV.

Mientras las señalizaciones de las denominaciones del resto de las diferentes calles hierosolimitanas son traducidas al inglés, hebreo y árabe, el nombre VIA DOLOROSA es utilizado tal cual en los tres idiomas.

El itinerario tradicional empieza justo dentro de la Puerta de los Leones (Puerta de San Esteban), cerca de la localización de la antigua Fortaleza Antonia, dirigiéndose hacia el Oeste a través de la ciudad antigua hacia la Iglesia del Santo Sepulcro.

Hay catorce estaciones.

La primera de ellas está en el Pretorio, donde Pilatos condenó a Jesús y éste tomó la cruz (Marcos, 15:15). Actualmente hay un convento que ocupa una pequeña parte de esta enorme fortaleza.

En sus sótanos hay losas antiguas, conocidas según la tradición como Gábbata (Juan, 19:13) o enlosado.

Bajo este pavimento hay un gigantesco aljibe construido por Herodes el Grande que seguramente saciaría la sed de los soldados romanos que se burlaron de Jesús (Mateo, 27: 27-31).

Entre las antigüedades, unos 6 m. por debajo de la actual carretera, los visitantes encuentran las estaciones del Vía Crucis modestamente marcadas.

Cuando el Ayuntamiento de Jerusalén encontró piedras antiguas durante las labores de mantenimiento que realizó hace algunos años, volvió a pavimentar la actual Vía Dolorosa con ellas, las más adecuadas para mostrar los lugares sagrados a los visitantes cristianos.

Pasado el Pretorio se encuentra la tercera estación, donde Jesús se cayó con la cruz; la tradición dice que este episodio se repitió, y por eso está marcado mediante otras dos estaciones.

La cuarta estación es donde Simón tomó la cruz.

Cada estación tiene su propia historia: Jesús se encuentra con María, una mujer noble de Jerusalén limpia el sudor de la frente de Jesús, Jesús habla a las mujeres de Jerusalén (Lucas, 23:27-30).

Y por último, las estaciones de la crucifixión y el entierro, situadas en la antigua Iglesia del Santo Sepulcro.

 

Estación 1 – Monasterio de la Flagelación

  

La Primera Estación, Poncio Pilato condena a muerte a Jesús.

Es cercana al Monasterio de la Flagelación, donde Cristo fue interrogado por Poncio Pilato y posteriormente condenado.

El castillo o fortaleza Antonia ocupaba un lugar estratégico.

Se menciona por primera vez después del regreso de cautividad de Babilonia.

La tradición cristiana lo considera como el lugar donde Jesús fue condenado a muerte en la cruz.

El edificio original fue destruido en 167 a. C. por los seléucidas que construyeron el Baris (= ‘castillo’) en su lugar.

El rey Herodes el Grande amplió el Baris transformándolo en un espléndido palacio fortificado con preciosas habitaciones, halls encolumnados, casas de baños y cuarteles.

Llamó a este palacio Antonia, en honor de su benefactor Marco Antonio, el triunviro romano.

Este edificio de planta rectangular (330 x 490ft.)

Estaba en una meseta rocosa de 80 pies de altura dominando el Templo. La mayor de las cuatro torres en este palacio-fortaleza fue 115ft. de alto.

Se sugirió que Herodes diseñó este edificio como «bastión para oprimir al pueblo”.

Cualquiera que deseara capturar el recinto del templo primero tenía que tomar la fortaleza Antonia, que a su vez era prácticamente inexpugnable.

Durante el período de los procuradores romanos después de la muerte de Herodes, había siempre una cohorte romana en la fortaleza Antonia.

Una de sus funciones era velar por la Plaza del Templo.

No está claro si la fortaleza Antonia era también la sede del gobernador romano (pretorio).

La tradición cristiana afirma esto y se refiere a una parte de la fortaleza como el lugar donde residía el poder de Poncio Pilato, el procurador romano.

Durante la primera guerra judía, los rebeldes judíos se apoderaron de la fortaleza (66dc) y pusieron una resistencia heroica, pero se mueren de inanición y son obligados a rendirse.

Tito, el general romano que más tarde se convirtió en emperador, ordenó que la fortaleza fuera arrasada (70dc).

La capilla construida en los años 1920 donde hubo un edificio erigido por los Cruzados, es ahora llevada por los Franciscanos, posee unos magníficos vitrales representando a Cristo siendo martirizado en la columna, Pilatos lavándose las manos y la liberación de Barrabás.

Sobre el altar mayor, bajo la cúpula central, se encuentra un mosaico en el que sobre un fondo dorado aparece la Corona de Espinas.

 

Estación 2 – Basílica de Ecce Homo

  

La Segunda Estación, Jesús carga con la cruz.

Se encuentra cerca de la antigua construcción romana conocida como el Arco del Ecce Homo, en memoria de las palabras pronunciadas por Poncio Pilato, mientras mostraba a Jesucristo al pueblo jerosolimitano.

Sólo una parte de este arco triunfal, erigido por Adriano (en el año 135 a. C.) para celebrar la caída de Jerusalén, es visible actualmente.

El arco izquierdo, que no ha llegado a nuestros días, formó parte de un monasterio islámico, mientras que el derecho todavía se conserva dentro de la Iglesia del Ecce Homo.

Esta iglesia fue construida durante la segunda mitad del siglo XIX en un lugar que poseía restos de antiguas ruinas, como el mencionado arco romano, parte de las fortificaciones y patio de la Fortaleza Antonia e importantes vestigios del pavimento de la calzada romana, el llamado litoestrato.

En algunas de las piedras existen signos de un antiguo juego de dados, lo que da soporte a la hipótesis de que se trata del lugar donde los soldados romanos se jugaron las ropas de Jesús.

El arco del Ecce Homo es parte de la basílica del Ecce Homo (segunda mitad del S. XIX dc), que pertenece a las Hermanas francesas de Sión y linda con la catedral de Notre Dame del Monasterio de Sión.

 

Estación 3 – Rumbo a Capilla de la Iglesia Catolica Armenia

  

La Tercera Estación Penitencial, Jesús cae por primera vez.

El lugar viene señalado por una pequeña capilla que pertenece a la Iglesia Católica Armenia.

Es un edificio del siglo XIX renovado completamente por soldados católicos de la armada libre polaca durante la Segunda Guerra Mundial

 

Estación 4

  

La Cuarta Estación, Jesús encuentra a su Santísima madre María.

El encuentro entre Jesús y su madre se conmemora mediante un pequeño oratorio con una exquisita luneta sobre la entrada, adornada con un bajorrelieve cincelado por el artista polaco Zieliensky.

Este encuentro, sin embargo, no aparece en los textos canónicos

 

Estación 5

  

La Quinta Estación, Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.

Una inscripción en el arquitrabe de una puerta indica el lugar del encuentro entre Jesús y Simón el Cirineo, que fue quien llevó la pesada cruz de Cristo hasta el monte Gólgota (Calvario), el lugar de la crucifixión.

Este episodio es recogido en los tres Evangelios sinópticos.

 

Estación 6

  

La Sexta Estación, Verónica limpia el rostro de Jesús.

Una iglesia perteneciente a Griegos Católicos conserva la memoria del encuentro entre Jesús y la Verónica, cuya tumba también puede ser visitada en la misma.

La reliquia de este encuentro, en el cual, según la tradición, Verónica limpió el rostro del Señor con un pañuelo de seda, en el que sus facciones quedaron impresas.

Actualmente existen diferentes iglesias que aseguran conservar el llamado Santo Rostro.

La tradición dice que la capilla atendida por las Hermanitas de Jesús se encuentra en el sitio donde una mujer se secó el rostro de Jesús con un pañuelo (en latín: sudarium).

El monasterio asociado a la capilla se dice que se han construido al pie de ese lugar.

Ni el Sudario ni Verónica se mencionan en la Biblia. Sin embargo, en la iglesia católica el Sudario es venerado como una reliquia valiosa.

La leyenda dice que la piadosa Verónica se lo entregó a Jesús cuando se dirigía a su ejecución, de forma que él pudiera limpiar su cara con él, dejando la huella de sus facciones en la tela.

La tela se dobla en tres, y por lo tanto tres huellas idénticas se supone que se han creado.

Se dice que uno de ellos se quedó en Jerusalén, mientras que los otros dos fueron a Roma (Basílica de San Pedro) y Jaén en España. Sin embargo, otros diez pueblos afirman poseer tal sudario.

Vera Icon (‘verdadera imagen’, es decir, una imagen no pintada por mano humana) es el nombre dado a estas imágenes auténticas de la cara del sufrimiento de Cristo.

Por lo tanto a menudo se piensa que el nombre de Verónica es una corrupción de Vera Icon; aunque según otra tradición el nombre de Verónica o Berenice era la hija de la mujer cananea sanada por Jesús.

En los Hechos de Pilato, y también en las obras de Rufino, Casiodoro y Malalas, Verónica es el nombre de la mujer que sufría de hemorragias, fue curada por Jesús y, según Eusebio, dedicó una estatua de metal en Paneas a Jesús.

La leyenda de Verónica sólo se remonta al año 500 dC, y es una variante occidental de la leyenda oriental de Abgar de Edesa: Abgar, rey de Edesa, padecía una enfermedad incurable y le escribió a Jesús pidiendo ser sanado.

Jesús envió una carta con una impresión de su rostro en una tela de lino y así restaurar la salud de Abgar.

Esta imagen de Edesa llamada fue llevado a Constantinopla en 944 y se presume que haya llegado a Roma en 1204 después de la Cruzados capturaron Constantinopla.

En Roma preservó primeramente en San Silvestro in Capite y luego en la sacristía de San Pedro a partir de 1870.

El problema de la imagen de Verónica es que según la leyenda debe mostrar el rostro del sufrimiento de Cristo con la Cruz, mientras que en realidad es una imagen oscura, pálida de Cristo, después de su muerte en la cruz.

Pañuelos Milagrosos también se mencionan en Hechos 19, 12, donde el apóstol Pablo lleva con él a Éfeso y utilizó para curar a los enfermos.

 

Estacion 7

  

La Séptima Estación, Jesús cae por segunda vez.

El lugar de la segunda caída de Jesús y Séptima Estación está señalado con un pilar situado entre la Vía Dolorosa y la pintoresca calle del Mercado.

 

Estación 8

   

La Octava Estación, Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.

En el muro exterior del monasterio griego ortodoxo hay una cruz tallada ennegrecida por el tiempo.

Este es el lugar donde se supone que Jesús encontró a las piadosas mujeres, como aparece en el Evangelio según San Lucas.

 

Estación 9

   

La Novena Estación, Jesús cae por tercera vez.

La tercera caída de Jesús es señalada con una columna de la época romana a la entrada del monasterio copto.

Un pilar marca el punto donde Jesús cayó por tercera vez bajo el peso de la Cruz.

El resto de las estaciones de la Cruz están en la Iglesia del Santo Sepulcro.

La Iglesia del Santo Sepulcro se encuentra por encima del lugar donde Cristo fue crucificado, murió, fue sepultado y resucitó, y por lo tanto es uno de los sitios cristianos más sagrados.

Cada comunidad cristiana trató de obtener el mayor terreno posible para sí mismo dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro.

En 1852, el gobierno otomano aprobó la «Ley del Status Quo», que determina sus intereses y sigue vigente hoy en día.

Toda la Iglesia del Santo Sepulcro, la rotonda con la capilla del Santo Sepulcro y la piedra de la unción, pertenecen conjuntamente a los griegos ortodoxos (patriarcados de Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén), a los armenios y los latinos (católicos romanos); sólo capillas individuales pertenecen a los coptos, sirios y etíopes.

 

Estación 10 – Santo Sepulcro

   

La Décima Estación, Jesús es despojado de sus vestiduras.

Para entrar llegando desde la novena estación hay dos opciones: la primera es la que sigue el Via Crucis oficial que hacen el viernes los franciscanos, y que consiste en volver al zoco para seguir por la vía pública.

Pero hay otra opción más corta, que consiste en pasar a través del convento etíope, visitando a nuestro paso sus dos capillas, y saliendo desde la capilla copta de San Miguel directamente al patio de entrada de la Basílica.

Nada más cruzar la puerta de entrada a la Basílica del Santo Sepulcro, a la derecha hay unas escaleras que suben al lugar del Calvario.

Se trata de una escalera de piedra que sube en forma de caracol y que es poco cómoda de subir por ser estrecha y empinada. Una vez arriba se puede rezar esta estación.

Es fácil imaginarse la escena en la que Jesús es despojado de sus vestiduras para ser clavado en la Cruz. Al fondo a la izquierda se levantaría la Cruz.

Quizá al fondo, donde está el mosaico se situaría la Cruz tumbada y preparada para clavar al Señor allí.

Y posiblemente donde nos encontramos, nada más subir las escaleras -arriba ya del monte-, a Jesús le quitaron las vestiduras.

 

Estación 11

   

La Undécima Estación, Jesús es clavado en la cruz.

El área alrededor de la roca Gólgota era un lugar de veneración para los cristianos ya en el 1C AD.

Cuando el emperador romano Adriano, después de la revuelta de Bar Kochba en 135, expulsó a todos los Judios de la ciudad y construyó la ciudad de Aelia Capitolina en el sitio de la devastada Jerusalén, él también intentó destruir los sitios cristianos con el fin de borrar la memoria de ellos.

El suelo de los sitios de la Crucifixión y la Resurrección fue arrasada y un templo a Venus, la diosa del amor fue erigido.

Helena, madre del emperador Constantino el Grande, visitó Tierra Santa en el año 326. Makarios, el obispo de Jerusalén, le informó que los sitios de la muerte de Jesús y su resurrección fueron bajo el Templo de Adriano de Venus.

Por orden de Constantino, el templo fue derribado y se construyó una basílica sobre los lugares sagrados. Fue consagrada en 335 como «Anástasis», es decir, la iglesia de la Resurrección.

La basílica fue destruida por los persas en 614 y reconstruida más tarde. El califa al-Hakim la destruyó de nuevo en 1009.

La nueva estructura construida por los cruzados y dedicada en 1149.

 

Estación 12

   

La Duodécima Estación, Jesús muere en la cruz.

Interior de la Basílica del Santo Sepulcro.

La roca (montículo de piedra) del Gólgota, donde fue plantada la Cruz de Jesús es indicada por la tradición debajo y alrededor del altar (al centro), perteneciente a los Greco-ortodoxos.

 

Estación 13

   

La Decimotercera Estación, Jesús es descendido de la cruz y puesto en brazos de María, su madre.

El nombre Gólgota (probablemente del arameo gulgulta = ‘calavera’) es interpretado por los evangelistas en el sentido de ‘lugar de la calavera «(Mateo 27.33, Marcos 15.22, Lucas 23.33, Juan 19.17).

Este es el lugar donde Jesús murió en la Cruz.

El nombre «Monte Calvario» se deriva del Latín calvaria = ‘ el cráneo’). La explicación del escritor griego Orígenes y una tradición judía para dar el nombre es que el cráneo de Adán se encuentra aquí y el hombre fue enterrado aquí.

Para Jerónimo, el Padre de la Iglesia Latina (4 y 5 centuria), se deriva el nombre de los cráneos de las personas enterradas allí.

La interpretación más probable es que el Gólgota era un cerro con forma de calavera fuera de las murallas de Jerusalén y fuera utilizado como lugar de ejecución y entierro.

Los mosaicos y pinturas en los altares individuales del Gólgota (incluyendo uno del siglo XVI, donado por Fernando de Médicis, el Gran Duque de Toscana) representan los acontecimientos registrados en los Evangelios y apócrifos.

 

Estación 14

   

La Decimocuarta Estación, Jesús es sepultado.

Interior de la Basílica del Santo Sepulcro. La Rotonda de la Anástasis cubre el Edículo que contiene los restos de la tumba de Cristo.

Mateo 27,59-60 relata que, después de la crucifixión, Jesús fue puesto en una tumba de roca, que aún no se había utilizado y que pertenecía a José, un hombre rico de Arimatea.

Una piedra rodó por delante de la tumba después de que Jesús había sido enterrado. La tumba estaba en un jardín cerca del lugar de la crucifixión (Juan 19,41).

La ‘gran’ piedra para cerrar la entrada de la tumba debe haber sido redonda.

Era necesario inclinarse hacia adelante para mirar a la cámara de entierro (Lucas 24.12, Juan 20,5-11), lo que significa que la apertura de la tumba debe haber sido baja.

Cuando las mujeres descubrieron la tumba vacía después de la Resurrección, dos ángeles estaban sentados en la cámara funeraria lo que implica que era una tumba del tipo banqueta.

De acuerdo con Juan 19,17-20, Jesús fue crucificado fuera de la muralla de la ciudad. La actual Iglesia del Santo Sepulcro está dentro de la muralla de la ciudad

El sepulcro de Cristo que se muestra en la Iglesia del Santo Sepulcro no es considerado como auténtico por los anglicanos, que consideran que la tumba real de Cristo es la Tumba del Jardín, que se encuentra no muy lejos de la puerta de Damasco, fuera de la muralla de la ciudad actual.

Esta estructura excavada en la roca tiene dos cámaras y fue construida aproximadamente en el comienzo de la era cristiana.

Un pequeño paso conduce a la tumba de José de Arimatea. Se trata de una cámara funeraria judía junto a la capilla de los jacobitas.

José, un hombre rico de Arimatea (Mateo 27,57) fue un miembro muy respetado del Consejo Judío (Marcos 15,43) y se describe en el Nuevo Testamento como un hombre bueno y justo (Lucas 23,50).

Fue discípulo de Cristo, pero en secreto sólo por miedo de los Judios (Juan 19,38).

La Piedra de la Unción es motivo de varios altercados interconfesionales, ya que aunque esta losa de piedra caliza sea común a las seis confesiones, cada una insiste en colgar sobre el lugar sus propias lámparas, lo que da lugar a una confusión algo incómoda.

Según la tradición griega, la piedra marca el lugar del Descendimiento, aunque los católicos romanos opinan que en este lugar fue donde se ungió a Jesús antes de ser enterrado.

Fuentes:

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