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Movil NOTICIAS Noticias 2019 - enero - junio Peregrinaciones y Santuarios Signos de estos Tiempos SIGNOS DE ESTOS TIEMPOS Signos Globales de estos Tiempos Tierra Santa Vía Crucis

Recorrido por el Viacrucis de la Vía Dolorosa de Jerusalén

Vía Crucis es una expresión latina que significa “camino de la Cruz”.

Es decir, el que recorrió Cristo durante su Pasión, desde el Pretorio de Pilatos hasta el Calvario.

La finalidad de las Estaciones es ayudarnos a unirnos a Nuestro Señor haciendo una peregrinación espiritual a la Tierra Santa.

A los momentos más señalados de su Pasión y muerte redentora. 

Pasamos de Estación en Estación meditando ciertas oraciones.

La costumbre de rezar las Estaciones de la Cruz posiblemente comenzó en Jerusalén.
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Ciertos lugares de La Vía Dolorosa fueron reverentemente marcados desde los primeros siglos.
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Hacer allí las Estaciones de la Cruz se convirtió en la meta de muchos peregrinos desde la época del emperador Constantino (siglo IV).

Según la tradición, la Santísima Virgen visitaba diariamente las Estaciones originales.

Y San Jerónimo, Padre de la Iglesia, escribió sobre la multitud de peregrinos de todos los países que visitaban los lugares santos en su tiempo.

Desde el siglo XII los peregrinos escriben sobre la “Vía Sacra”, como una ruta por la que pasaban recordando la Pasión.

Probablemente fueron los Franciscanos los primeros en establecer el Vía Crucis ya que a ellos se les concedió en 1342 la custodia de los lugares más preciados de Tierra Santa.

   

LA HISTORIA

Luego del edicto de Milán del Emperador Constantino en el 313, los cristianos tienen la libertad de recorrer en procesión el camino que Jesús recorrió el Viernes Santo.

Pero históricamente aún no está instituida, lo cual viene por la fusión de 3 devociones.

Una devoción que recorrer las caídas de Cristo bajo el peso de la Cruz.

Una segunda devoción es el camino triste que hacían los cristianos recorriendo 7 ó 9 Iglesias diferentes conmemorando el camino de Jesús.

Ellos originalmente iban en procesión desde Getsemaní hasta la casa de Anás luego a la de Caifás, posteriormente al Pretorio, al palacio de Herodes y al Gólgota dónde lo crucificaron.

Y la tercera devoción era conmemorar los momentos en que Jesús se detuvo cuando cargaba la cruz.

En cada uno de esos lugares había una señalización en la cual se detenía la procesión y meditaban, cantaban y veneraban.

Pero recién luego del siglo XII se empieza a institucionalizar una sola devoción.

A partir del siglo XIV y XV los franciscanos empezaron a desarrollar la devoción del viacrucis.

La devoción del viacrucis tal como la conocemos hoy con las 14 estaciones nació entre los franciscanos en España en la mitad del siglo XVII y luego se extendió por Italia.

Formalmente el Papa Inocencio XI concede a los franciscanos el derecho de aplicar el viacrucis en sus iglesias.

Recién en 1731 el Papa Clemente XII fija las estaciones del viacrucis como 14.

Y los papás siguientes exhortan a que estas estaciones sean dibujadas en las iglesias.

En 1749 el Papa Benedicto XIV ordena la construcción del viacrucis del Coliseo Romano, que recorren habitualmente los Papas en semana santa.

El viacrucis por las calles de Jerusalén se realiza todo el año, pero es especialmente concurrido en Cuaresma y el Viernes Santo.

Allí se cultiva la tradición de caminar en grupo y detenerse en cada Estación leyendo un pasaje del Evangelio realizando un canto y recitando una oración.

   

PROMESAS PARA LOS DEVOTOS DEL VIA CRUCIS, TRASMITIDAS POR JESÚS

Estas promesas fueron trasmitidas por Jesús al Hermano Estanislao (1903-1927).

Yo concederé todo cuanto se me pidiere con fe, durante el rezo del Via Crucis.
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Yo prometo la vida eterna a los que, de vez en cuando, se aplican a rezar el Via Crucis.
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Durante la vida, yo les acompañaré en todo lugar y tendrán Mi ayuda especial en la hora de la muerte.
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Aunque tengan más pecados que las hojas de las hierbas que crece en los campos, y más que los granos de arena en el mar, todos serán borrados por medio de esta devoción al Via Crucis.
(Esta devoción no elimina la obligación de confesar los pecados mortales. Se debe confesar antes de recibir la Santa Comunión.)
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Los que acostumbran rezar el Vía crucis frecuentemente, gozarán de una gloria extraordinaria en el cielo.
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Después de la muerte, si estos devotos llegasen al purgatorio, Yo los libraré de ese lugar de expiación, el primer martes o viernes después de morir.
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Yo bendeciré a estas almas cada vez que recen el Vía Crucis; y mi bendición les acompañará en todas partes de la tierra.
Después de la muerte, gozarán de esta bendición en el Cielo, por toda la eternidad.
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A la hora de la muerte, no permitiré que sean sujetos a la tentación del demonio.
Al espíritu maligno le despojaré de todo poder sobre estas almas.
Así podrán reposar tranquilamente en mis brazos.
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Si rezan con verdadero amor, serán altamente premiados.
Es decir, convertiré a cada una de estas almas en Copón viviente, donde me complaceré en derramar mi gracia.
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Fijaré la mirada de mis ojos sobre aquellas almas que rezan el Vía Crucis con frecuencia y Mis Manos estarán siempre abiertas para protegerlas.
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Así como yo fui clavado en la cruz, igualmente estaré siempre muy unido a los que me honran, con el rezo frecuente del Vía Crucis.
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Los devotos del Vía Crucis nunca se separarán de mí porque Yo les daré la gracia de jamás cometer un pecado mortal.
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En la hora de la muerte, Yo les consolaré con mi presencia, e iremos juntos al cielo.
La muerte será dulce para todos los que Me han honrado durante la vida con el rezo del Vía Crucis.
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Para estos devotos del Vía Crucis, Mi alma será un escudo de protección.

   

INDULGENCIAS PLENARIAS PARA EL VÍA CRUCIS

Se concede indulgencia plenaria a los fieles cristianos que devotamente hacen las Estaciones de la Cruz.

Las normas para obtener estas indulgencias plenarias son:

Deben hacerse ante Estaciones de la Cruz erigidas según la ley.

Deben haber catorce cruces. Para ayudar en la devoción estas cruces están normalmente adjuntas a catorce imágenes o tablas representando las estaciones de Jerusalén.

Las Estaciones consisten en catorce piadosas lecturas con oraciones vocales.
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Pero para hacer estos ejercicios solo se requiere que se medite devotamente la pasión y muerte del Señor.
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No se requiere la meditación de cada misterio de las estaciones.

El movimiento de una Estación a la otra. Si no es posible a todos los presente hacer este movimiento sin causar desorden al hacerse las Estaciones públicamente, es suficiente que la persona que lo dirige se mueva de Estación a Estación mientras los otros permanecen en su lugar.

Las personas que están legítimamente impedidas de satisfacer los requisitos anteriormente indicados, pueden obtener indulgencias si al menos pasan algún tiempo, por ejemplo, quince minutos en la lectura devota y la meditación de la Pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.

Otros ejercicios de devoción son equivalentes a las Estaciones de la Cruz, aun en cuanto a indulgencias, si éstos nos recuerdan la Pasión y muerte del Señor y están aprobados por una autoridad competente.

Para otros ritos. Los patriarcas pueden establecer otros ejercicios devotos en memoria de la Pasión y muerte de nuestro Señor, en manera similar a las Estaciones de la Cruz.

       

RECORRAMOS LAS 14 ESTACIONES DE LA VÍA DOLOROSA DE JERUSALÉN

Desde que los cristianos comenzaron a llegar a la Ciudad Santa, han recorrido el último camino de Jesús.
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Al menos durante los mil últimos años es el mismo por el que pasan los actuales visitantes.
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Con el tiempo, los relatos sagrados se fueron materializando en puntos concretos: las estaciones del Vía Crucis.

El itinerario está basado en la procesión organizada por los Franciscanos en el siglo XIV.

Mientras las señalizaciones de las denominaciones del resto de las diferentes calles hierosolimitanas son traducidas al inglés, hebreo y árabe, el nombre VIA DOLOROSA es utilizado tal cual en los tres idiomas.

El itinerario tradicional empieza justo dentro de la Puerta de los Leones (Puerta de San Esteban), cerca de la localización de la antigua Fortaleza Antonia, dirigiéndose hacia el Oeste a través de la ciudad antigua hacia la Iglesia del Santo Sepulcro.

Hay catorce estaciones.

La primera de ellas está en el Pretorio, donde Pilatos condenó a Jesús y éste tomó la cruz (Marcos, 15:15). Actualmente hay un convento que ocupa una pequeña parte de esta enorme fortaleza.

En sus sótanos hay losas antiguas, conocidas según la tradición como Gábbata (Juan, 19:13) o enlosado.

Bajo este pavimento hay un gigantesco aljibe construido por Herodes el Grande que seguramente saciaría la sed de los soldados romanos que se burlaron de Jesús (Mateo, 27: 27-31).

Entre las antigüedades, unos 6 m. por debajo de la actual carretera, los visitantes encuentran las estaciones del Vía Crucis modestamente marcadas.

Cuando el Ayuntamiento de Jerusalén encontró piedras antiguas durante las labores de mantenimiento que realizó hace algunos años, volvió a pavimentar la actual Vía Dolorosa con ellas, las más adecuadas para mostrar los lugares sagrados a los visitantes cristianos.

Pasado el Pretorio se encuentra la tercera estación, donde Jesús se cayó con la cruz; la tradición dice que este episodio se repitió, y por eso está marcado mediante otras dos estaciones.

La cuarta estación es donde Simón tomó la cruz.

Cada estación tiene su propia historia: Jesús se encuentra con María, una mujer noble de Jerusalén limpia el sudor de la frente de Jesús, Jesús habla a las mujeres de Jerusalén (Lucas, 23:27-30).

Y por último, las estaciones de la crucifixión y el entierro, situadas en la antigua Iglesia del Santo Sepulcro.

 

Estación 1 – Monasterio de la Flagelación

  

La Primera Estación, Poncio Pilato condena a muerte a Jesús.

Es cercana al Monasterio de la Flagelación, donde Cristo fue interrogado por Poncio Pilato y posteriormente condenado.

El castillo o fortaleza Antonia ocupaba un lugar estratégico.

Se menciona por primera vez después del regreso de cautividad de Babilonia.

La tradición cristiana lo considera como el lugar donde Jesús fue condenado a muerte en la cruz.

El edificio original fue destruido en 167 a. C. por los seléucidas que construyeron el Baris (= ‘castillo’) en su lugar.

El rey Herodes el Grande amplió el Baris transformándolo en un espléndido palacio fortificado con preciosas habitaciones, halls encolumnados, casas de baños y cuarteles.

Llamó a este palacio Antonia, en honor de su benefactor Marco Antonio, el triunviro romano.

Este edificio de planta rectangular (330 x 490ft.)

Estaba en una meseta rocosa de 80 pies de altura dominando el Templo. La mayor de las cuatro torres en este palacio-fortaleza fue 115ft. de alto.

Se sugirió que Herodes diseñó este edificio como «bastión para oprimir al pueblo”.

Cualquiera que deseara capturar el recinto del templo primero tenía que tomar la fortaleza Antonia, que a su vez era prácticamente inexpugnable.

Durante el período de los procuradores romanos después de la muerte de Herodes, había siempre una cohorte romana en la fortaleza Antonia.

Una de sus funciones era velar por la Plaza del Templo.

No está claro si la fortaleza Antonia era también la sede del gobernador romano (pretorio).

La tradición cristiana afirma esto y se refiere a una parte de la fortaleza como el lugar donde residía el poder de Poncio Pilato, el procurador romano.

Durante la primera guerra judía, los rebeldes judíos se apoderaron de la fortaleza (66dc) y pusieron una resistencia heroica, pero se mueren de inanición y son obligados a rendirse.

Tito, el general romano que más tarde se convirtió en emperador, ordenó que la fortaleza fuera arrasada (70dc).

La capilla construida en los años 1920 donde hubo un edificio erigido por los Cruzados, es ahora llevada por los Franciscanos, posee unos magníficos vitrales representando a Cristo siendo martirizado en la columna, Pilatos lavándose las manos y la liberación de Barrabás.

Sobre el altar mayor, bajo la cúpula central, se encuentra un mosaico en el que sobre un fondo dorado aparece la Corona de Espinas.

 

Estación 2 – Basílica de Ecce Homo

  

La Segunda Estación, Jesús carga con la cruz.

Se encuentra cerca de la antigua construcción romana conocida como el Arco del Ecce Homo, en memoria de las palabras pronunciadas por Poncio Pilato, mientras mostraba a Jesucristo al pueblo jerosolimitano.

Sólo una parte de este arco triunfal, erigido por Adriano (en el año 135 a. C.) para celebrar la caída de Jerusalén, es visible actualmente.

El arco izquierdo, que no ha llegado a nuestros días, formó parte de un monasterio islámico, mientras que el derecho todavía se conserva dentro de la Iglesia del Ecce Homo.

Esta iglesia fue construida durante la segunda mitad del siglo XIX en un lugar que poseía restos de antiguas ruinas, como el mencionado arco romano, parte de las fortificaciones y patio de la Fortaleza Antonia e importantes vestigios del pavimento de la calzada romana, el llamado litoestrato.

En algunas de las piedras existen signos de un antiguo juego de dados, lo que da soporte a la hipótesis de que se trata del lugar donde los soldados romanos se jugaron las ropas de Jesús.

El arco del Ecce Homo es parte de la basílica del Ecce Homo (segunda mitad del S. XIX dc), que pertenece a las Hermanas francesas de Sión y linda con la catedral de Notre Dame del Monasterio de Sión.

 

Estación 3 – Rumbo a Capilla de la Iglesia Catolica Armenia

  

La Tercera Estación Penitencial, Jesús cae por primera vez.

El lugar viene señalado por una pequeña capilla que pertenece a la Iglesia Católica Armenia.

Es un edificio del siglo XIX renovado completamente por soldados católicos de la armada libre polaca durante la Segunda Guerra Mundial

 

Estación 4

  

La Cuarta Estación, Jesús encuentra a su Santísima madre María.

El encuentro entre Jesús y su madre se conmemora mediante un pequeño oratorio con una exquisita luneta sobre la entrada, adornada con un bajorrelieve cincelado por el artista polaco Zieliensky.

Este encuentro, sin embargo, no aparece en los textos canónicos

 

Estación 5

  

La Quinta Estación, Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.

Una inscripción en el arquitrabe de una puerta indica el lugar del encuentro entre Jesús y Simón el Cirineo, que fue quien llevó la pesada cruz de Cristo hasta el monte Gólgota (Calvario), el lugar de la crucifixión.

Este episodio es recogido en los tres Evangelios sinópticos.

 

Estación 6

  

La Sexta Estación, Verónica limpia el rostro de Jesús.

Una iglesia perteneciente a Griegos Católicos conserva la memoria del encuentro entre Jesús y la Verónica, cuya tumba también puede ser visitada en la misma.

La reliquia de este encuentro, en el cual, según la tradición, Verónica limpió el rostro del Señor con un pañuelo de seda, en el que sus facciones quedaron impresas.

Actualmente existen diferentes iglesias que aseguran conservar el llamado Santo Rostro.

La tradición dice que la capilla atendida por las Hermanitas de Jesús se encuentra en el sitio donde una mujer se secó el rostro de Jesús con un pañuelo (en latín: sudarium).

El monasterio asociado a la capilla se dice que se han construido al pie de ese lugar.

Ni el Sudario ni Verónica se mencionan en la Biblia. Sin embargo, en la iglesia católica el Sudario es venerado como una reliquia valiosa.

La leyenda dice que la piadosa Verónica se lo entregó a Jesús cuando se dirigía a su ejecución, de forma que él pudiera limpiar su cara con él, dejando la huella de sus facciones en la tela.

La tela se dobla en tres, y por lo tanto tres huellas idénticas se supone que se han creado.

Se dice que uno de ellos se quedó en Jerusalén, mientras que los otros dos fueron a Roma (Basílica de San Pedro) y Jaén en España. Sin embargo, otros diez pueblos afirman poseer tal sudario.

Vera Icon (‘verdadera imagen’, es decir, una imagen no pintada por mano humana) es el nombre dado a estas imágenes auténticas de la cara del sufrimiento de Cristo.

Por lo tanto a menudo se piensa que el nombre de Verónica es una corrupción de Vera Icon; aunque según otra tradición el nombre de Verónica o Berenice era la hija de la mujer cananea sanada por Jesús.

En los Hechos de Pilato, y también en las obras de Rufino, Casiodoro y Malalas, Verónica es el nombre de la mujer que sufría de hemorragias, fue curada por Jesús y, según Eusebio, dedicó una estatua de metal en Paneas a Jesús.

La leyenda de Verónica sólo se remonta al año 500 dC, y es una variante occidental de la leyenda oriental de Abgar de Edesa: Abgar, rey de Edesa, padecía una enfermedad incurable y le escribió a Jesús pidiendo ser sanado.

Jesús envió una carta con una impresión de su rostro en una tela de lino y así restaurar la salud de Abgar.

Esta imagen de Edesa llamada fue llevado a Constantinopla en 944 y se presume que haya llegado a Roma en 1204 después de la Cruzados capturaron Constantinopla.

En Roma preservó primeramente en San Silvestro in Capite y luego en la sacristía de San Pedro a partir de 1870.

El problema de la imagen de Verónica es que según la leyenda debe mostrar el rostro del sufrimiento de Cristo con la Cruz, mientras que en realidad es una imagen oscura, pálida de Cristo, después de su muerte en la cruz.

Pañuelos Milagrosos también se mencionan en Hechos 19, 12, donde el apóstol Pablo lleva con él a Éfeso y utilizó para curar a los enfermos.

 

Estacion 7

  

La Séptima Estación, Jesús cae por segunda vez.

El lugar de la segunda caída de Jesús y Séptima Estación está señalado con un pilar situado entre la Vía Dolorosa y la pintoresca calle del Mercado.

 

Estación 8

   

La Octava Estación, Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén.

En el muro exterior del monasterio griego ortodoxo hay una cruz tallada ennegrecida por el tiempo.

Este es el lugar donde se supone que Jesús encontró a las piadosas mujeres, como aparece en el Evangelio según San Lucas.

 

Estación 9

   

La Novena Estación, Jesús cae por tercera vez.

La tercera caída de Jesús es señalada con una columna de la época romana a la entrada del monasterio copto.

Un pilar marca el punto donde Jesús cayó por tercera vez bajo el peso de la Cruz.

El resto de las estaciones de la Cruz están en la Iglesia del Santo Sepulcro.

La Iglesia del Santo Sepulcro se encuentra por encima del lugar donde Cristo fue crucificado, murió, fue sepultado y resucitó, y por lo tanto es uno de los sitios cristianos más sagrados.

Cada comunidad cristiana trató de obtener el mayor terreno posible para sí mismo dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro.

En 1852, el gobierno otomano aprobó la «Ley del Status Quo», que determina sus intereses y sigue vigente hoy en día.

Toda la Iglesia del Santo Sepulcro, la rotonda con la capilla del Santo Sepulcro y la piedra de la unción, pertenecen conjuntamente a los griegos ortodoxos (patriarcados de Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén), a los armenios y los latinos (católicos romanos); sólo capillas individuales pertenecen a los coptos, sirios y etíopes.

 

Estación 10 – Santo Sepulcro

   

La Décima Estación, Jesús es despojado de sus vestiduras.

Para entrar llegando desde la novena estación hay dos opciones: la primera es la que sigue el Via Crucis oficial que hacen el viernes los franciscanos, y que consiste en volver al zoco para seguir por la vía pública.

Pero hay otra opción más corta, que consiste en pasar a través del convento etíope, visitando a nuestro paso sus dos capillas, y saliendo desde la capilla copta de San Miguel directamente al patio de entrada de la Basílica.

Nada más cruzar la puerta de entrada a la Basílica del Santo Sepulcro, a la derecha hay unas escaleras que suben al lugar del Calvario.

Se trata de una escalera de piedra que sube en forma de caracol y que es poco cómoda de subir por ser estrecha y empinada. Una vez arriba se puede rezar esta estación.

Es fácil imaginarse la escena en la que Jesús es despojado de sus vestiduras para ser clavado en la Cruz. Al fondo a la izquierda se levantaría la Cruz.

Quizá al fondo, donde está el mosaico se situaría la Cruz tumbada y preparada para clavar al Señor allí.

Y posiblemente donde nos encontramos, nada más subir las escaleras -arriba ya del monte-, a Jesús le quitaron las vestiduras.

 

Estación 11

   

La Undécima Estación, Jesús es clavado en la cruz.

El área alrededor de la roca Gólgota era un lugar de veneración para los cristianos ya en el 1C AD.

Cuando el emperador romano Adriano, después de la revuelta de Bar Kochba en 135, expulsó a todos los Judios de la ciudad y construyó la ciudad de Aelia Capitolina en el sitio de la devastada Jerusalén, él también intentó destruir los sitios cristianos con el fin de borrar la memoria de ellos.

El suelo de los sitios de la Crucifixión y la Resurrección fue arrasada y un templo a Venus, la diosa del amor fue erigido.

Helena, madre del emperador Constantino el Grande, visitó Tierra Santa en el año 326. Makarios, el obispo de Jerusalén, le informó que los sitios de la muerte de Jesús y su resurrección fueron bajo el Templo de Adriano de Venus.

Por orden de Constantino, el templo fue derribado y se construyó una basílica sobre los lugares sagrados. Fue consagrada en 335 como «Anástasis», es decir, la iglesia de la Resurrección.

La basílica fue destruida por los persas en 614 y reconstruida más tarde. El califa al-Hakim la destruyó de nuevo en 1009.

La nueva estructura construida por los cruzados y dedicada en 1149.

 

Estación 12

   

La Duodécima Estación, Jesús muere en la cruz.

Interior de la Basílica del Santo Sepulcro.

La roca (montículo de piedra) del Gólgota, donde fue plantada la Cruz de Jesús es indicada por la tradición debajo y alrededor del altar (al centro), perteneciente a los Greco-ortodoxos.

 

Estación 13

   

La Decimotercera Estación, Jesús es descendido de la cruz y puesto en brazos de María, su madre.

El nombre Gólgota (probablemente del arameo gulgulta = ‘calavera’) es interpretado por los evangelistas en el sentido de ‘lugar de la calavera «(Mateo 27.33, Marcos 15.22, Lucas 23.33, Juan 19.17).

Este es el lugar donde Jesús murió en la Cruz.

El nombre «Monte Calvario» se deriva del Latín calvaria = ‘ el cráneo’). La explicación del escritor griego Orígenes y una tradición judía para dar el nombre es que el cráneo de Adán se encuentra aquí y el hombre fue enterrado aquí.

Para Jerónimo, el Padre de la Iglesia Latina (4 y 5 centuria), se deriva el nombre de los cráneos de las personas enterradas allí.

La interpretación más probable es que el Gólgota era un cerro con forma de calavera fuera de las murallas de Jerusalén y fuera utilizado como lugar de ejecución y entierro.

Los mosaicos y pinturas en los altares individuales del Gólgota (incluyendo uno del siglo XVI, donado por Fernando de Médicis, el Gran Duque de Toscana) representan los acontecimientos registrados en los Evangelios y apócrifos.

 

Estación 14

   

La Decimocuarta Estación, Jesús es sepultado.

Interior de la Basílica del Santo Sepulcro. La Rotonda de la Anástasis cubre el Edículo que contiene los restos de la tumba de Cristo.

Mateo 27,59-60 relata que, después de la crucifixión, Jesús fue puesto en una tumba de roca, que aún no se había utilizado y que pertenecía a José, un hombre rico de Arimatea.

Una piedra rodó por delante de la tumba después de que Jesús había sido enterrado. La tumba estaba en un jardín cerca del lugar de la crucifixión (Juan 19,41).

La ‘gran’ piedra para cerrar la entrada de la tumba debe haber sido redonda.

Era necesario inclinarse hacia adelante para mirar a la cámara de entierro (Lucas 24.12, Juan 20,5-11), lo que significa que la apertura de la tumba debe haber sido baja.

Cuando las mujeres descubrieron la tumba vacía después de la Resurrección, dos ángeles estaban sentados en la cámara funeraria lo que implica que era una tumba del tipo banqueta.

De acuerdo con Juan 19,17-20, Jesús fue crucificado fuera de la muralla de la ciudad. La actual Iglesia del Santo Sepulcro está dentro de la muralla de la ciudad

El sepulcro de Cristo que se muestra en la Iglesia del Santo Sepulcro no es considerado como auténtico por los anglicanos, que consideran que la tumba real de Cristo es la Tumba del Jardín, que se encuentra no muy lejos de la puerta de Damasco, fuera de la muralla de la ciudad actual.

Esta estructura excavada en la roca tiene dos cámaras y fue construida aproximadamente en el comienzo de la era cristiana.

Un pequeño paso conduce a la tumba de José de Arimatea. Se trata de una cámara funeraria judía junto a la capilla de los jacobitas.

José, un hombre rico de Arimatea (Mateo 27,57) fue un miembro muy respetado del Consejo Judío (Marcos 15,43) y se describe en el Nuevo Testamento como un hombre bueno y justo (Lucas 23,50).

Fue discípulo de Cristo, pero en secreto sólo por miedo de los Judios (Juan 19,38).

La Piedra de la Unción es motivo de varios altercados interconfesionales, ya que aunque esta losa de piedra caliza sea común a las seis confesiones, cada una insiste en colgar sobre el lugar sus propias lámparas, lo que da lugar a una confusión algo incómoda.

Según la tradición griega, la piedra marca el lugar del Descendimiento, aunque los católicos romanos opinan que en este lugar fue donde se ungió a Jesús antes de ser enterrado.

https://youtu.be/_2lr271NoLg

Fuentes:

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La Fascinante Historia del Vía Crucis

El movimiento bajomedieval centroeuropeo de la devotio moderna, insiste y profundiza en la humanidad de Cristo.

Y por tanto, en su Pasión.

via crucis

Ésto es irradiado en toda la cristiandad occidental por las órdenes mendicantes, dominicos y franciscanos a la cabeza.
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En éstos últimos, sobre todo, se constata una espiritualidad impresa en este contexto por su fundador San Francisco de Asís.
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Y secundada por sus continuadores, como San Buenaventura, acrecentada por haber recibido la Custodia de los Santos Lugares

A todo esto se suma el clima de interés por Tierra Santa creado por las Cruzadas.

Todo ello se plasma de una manera decisiva en el siglo XV en un ejercicio de piedad llamado Vía Crucis o Camino de la Cruz, Estaciones de la Cruz o Vía Dolorosa, Vía Sacra, cristalizado en su forma actual después de una larga evolución.

  

QUE ES EL VÍA CRUCIS

No es ni más ni menos que la meditación de la Pasión de Jesús en su camino del Calvario.

El Vía Crucis tiene como tema central la meditación y la oración por la pasión y la entrega de Jesús.

Su pedagogía es recorrer el camino que hizo Jesús hacia su crucifixión.

Detenerse en cada una de las estaciones qué simbolizan una parte importante del recorrido y ahí hacer lecturas, una oración, cantar y reflexionar durante un momento.

El Vía Crucis nos ayuda a meditar la pasión de Cristo y entender su misión redentora

Los formatos difieren y hay muchos de ellos.

Y es especialmente válido en las últimas semanas de cuaresma en que la mirada se dirige hacia la pasión de Cristo.

Por tanto es una preparación para la celebración de Pascua.

Estación de la Crucificcion de Jesus en Via Crucis de Catedral de Amberes

El vía crucis tradicional se compone de estas 14 estaciones,

  1. Jesús condenado a muerte
  2. Jesús carga con la cruz
  3. Jesús cae por primera vez
  4. Encuentro con su madre
  5. Con el cireneo
  6. Con la Verónica
  7. Cae por segunda vez
  8. Mujeres de Jerusalén
  9. Cae por tercera vez
  10. Despojado de vestidos
  11. Clavado en la cruz
  12. Muerte de Jesús
  13. Bajado de la cruz
  14. Sepultado

Pero también hay un Vía Crucis bíblico compuesto por estas estaciones,

  1. La Última Cena (Mt 26, 20-29)
  2. Agonía del huerto (Lc 22,41-46)
  3. Arresto de Jesús (Mt 26,47-56)
  4. Ante el Sanedrín (Mc 14,53-65)
  5. Pedro le niega (Mc 14,66-72)
  6. Ante Pilato (Jn 18,28-38)
  7. Flagelación (Mc 15,15-19)
  8. Condenado a muerte (Mt 27,12-15.26)
  9. Cireneo y mujeres (Lc 23,26-32)
  10. Crucifixión (Mc 15,22-30)
  11. Palabras de Cristo (Lc 23,34)
  12. Muerte de Jesús (Jn 19,31-34)
  13. Sepultura (Lc 23,50-56)
  14. Resurrección (Mt 27,62-66; 28,1-7)

Esta devoción se puede practicar dentro de las iglesias donde en general existen reproducciones pictóricas de las estaciones de la Cruz.

Pero también se puede realizar externamente al templo, en algunos casos en una manifestación alrededor de la parroquia.

Y hay casos como en América Central o México dónde se hace toda una representación de esta devoción.

Se hacen ropas específicas para los distintos roles y se seleccionan 14 hogares de la comunidad, donde se ponen placas que representan las estaciones de la Cruz.

Entonces la comunidad realiza la procesión en forma solemne, con un narrador contando la historia y actores que la actúan.

Deteniéndose en cada una de las casas que tienen las placas de las estaciones y dejando flores en ellas.

Está representación con procesión en general se realiza el Viernes Santo.

  

HISTORIA DEL VÍA CRUCIS

Nos tenemos que remontar, lógicamente, a la costumbre de la peregrinación a los escenarios de la Obra de la Salvación, que se documenta ya en la época de la clandestinidad paleocristiana.

En los Apócrifos, incluso, se relata que María, después de Pentecostés, visitaba diariamente los escenarios de la Pasión de su Hijo.

Después de la liberación del cristianismo con el Edicto de Milán del Emperador Constantino del 312 y de las labores arqueológicas de su madre Santa Elena, se señalaron los lugares más importantes de la Pasión.

San Jerónimo (342-420), que vivió en Belén los últimos años de su vida, atestigua en sus escritos los grupos de peregrinos de variada procedencia que visitaban esos Santos Lugares.

No obstante, debemos señalar que Santa Silvia, en su Peregrinatio ad loca sancta (380), en que describe con muchos detalles variadas prácticas religiosas jerosolimitanas, no hace mención de ningún ejercicio particular o serie de oraciones para hacer las estaciones, aunque ello no implique que los peregrinos no recorrieran de hecho ya el camino de la cruz.

A lo largo de la Edad Media, el entusiasmo y la fascinación que suscitaron los Santos Lugares, sobre todo a raíz de las Cruzadas, impulsaron a algunos peregrinos a su vuelta de Tierra Santa a su tierra a reproducirlos de alguna manera en ellos.

Cuyo recorrido constituía una auténtica peregrinación espiritual a Jerusalén, que se hace más necesaria en la Baja Edad Media cuando el viaje a los Santos Lugares era muy dificultoso y arriesgado.

Normalmente las estaciones se señalan en las paredes de las iglesias, en los claustros o compases conventuales, en jardines reservados para la oración.

Sobre todo en las inmediaciones de grandes santuarios, como Lourdes, Fátima o Montserrat, o extramuros de las poblaciones hacia un crucero o ermita.

Son frecuentados sobre todo en Cuaresma, en particular los viernes, como preparación a la Semana Santa.

No podemos olvidar que el Vía Crucis no es un estudio erudito sino un ejercicio devocional contemplativo que los fieles utilizan para orar a Dios, para adorarlo, para darle gracias y para incrementar su amor hacia Él en su imitación.

La meditación de la Pasión de Cristo es necesaria  para caminar en el amor

“Como Cristo nos amó y se entregó por nosotros en oblación y sacrificio de fragancia y suave olor”

y para aprender que, como nos dice el Papa Juan Pablo II,

“Mediante el sufrimiento maduran para el reino de Dios los hombres, envueltos en el misterio de la redención de Cristo” .

El itinerario seguido por Jesús el día de su muerte en Jerusalén no ha escapado a las vicisitudes de la historia, por lo que ni siquiera podemos recurrir a las piedras como árbitros de la materia.

A la postre, lo que interesa es que los fieles, los peregrinos en la Ciudad Santa, material o espiritualmente, comprendan que, tras acompañar humildemente al Nazareno, llevar la propia cruz es una exigencia del cristiano, aunque caminen en medio de la impasibilidad, repulsa o condena de los que le circundan.

  

TODO, COMO ES NATURAL, NACE Y TIENE SU REFERENTE EN JERUSALÉN

Llamamos allí Vía Dolorosa Vía Crucis al trayecto viario recorrido por Cristo desde la Torre Antonia y el Pretorio cercano, junto a la esquina noroccidental del Templo.

Lugares donde la tradición señala, definitivamente en el siglo XIII, la comparecencia de Jesús ante Pilato y la salida de Jesús cargado con la cruz, hasta el Gólgota, donde fue crucificado, entonces extramuros de la Ciudad Santa.

Los nombres citados dados a dicho recorrido datan del siglo XVI.

Aunque la costumbre de seguir piadosamente los pasos de Jesús hasta el Calvario tiene sus orígenes en el paleocristianismo.

Y ya encontramos referencias de lugares sagrados marcados con indulgencias en este camino a finales del siglo XIII a petición de los franciscanos:

  • en la Casa de Pilato,
  • donde Cristo encontró a su Madre,
  • donde habló a las mujeres,
  • donde Simón de Cirene tomó la cruz,
  • donde los soldados lo despojaron de sus vestiduras,
  • donde fue clavado en la cruz y su sepulcro.

Las Estaciones entre la X y la XIV están localizadas dentro de la actual Basílica del Santo Sepulcro.

El más remoto precedente en Occidente de Vía Sacra lo encontramos ya en el siglo V: en el Monasterio de San Estefano de Bolonia.

Situado en la plaza homónima, se mandó construir por el Obispo San Petronio (437-450) un complejo de capillas conectadas, llamado Le Sette Chiese (hoy reducidas a cuatro), para representar los más importantes santuarios de Tierra Santa, por lo que el monasterio empezó a ser conocido como Hierusalem Bononiensis

Abadía de Santo Stefano

Muchos peregrinos de los siglos XII, XIII y XIV hablan de una Vía Sacra, a lo largo de cual eran conducidos los devotos.

Ya en torno a 1294, el dominico Rinaldo de Monte Crucis en su Liber peregrinationis, nos relataba su llegada a la Basílica del Santo Sepulcro “por el camino por el cual ascendió Cristo, cargando sobre sí la cruz”,  con varias etapas:

El lugar de la condena a muerte de Jesús, el encuentro con las santas mujeres, la encomienda de la cruz a Simón de Cirene y otros episodios de la Pasión y Muerte del Señor.

Cuando los turcos bloquearon el acceso a Tierra Santa, proliferaron las reproducciones de los Santos Lugares en centros de espiritualidad europeos.

Tales como Escalaceli de Córdoba, obra del dominico San Álvaro, y Santa Clara de Mesina (principios del siglo XV), Nuremberg (1468), Lovaina (1505), Bamberg, Fribourg y Rhodes (1507) y Amberes (1520).

Muchas de estas estaciones fueron reproducidas o recreadas por renombrados artistas y son consideradas hoy día obras maestras.

Por 1587, Zuallardo refiere que los musulmanes prohibieron “hacer alguna parada, ni rendir veneración [a las estaciones] con la cabeza descubierta, ni hacer ninguna otra demostración”, suprimiendo formalmente esta devoción en sus lugares de origen.

Paralelamente a este proceso de represión, la devoción continuó creciendo en popularidad por toda Europa.

Un testimonio temprano de uso del término estaciones aplicado a la Vía Sacra de Jerusalén lo encontramos en la narración del viaje de un peregrino inglés, William Wey, que visitó Tierra Santa en 1458 y en 1462.

Quien describe la costumbre de seguir los pasos de Cristo en la Vía Dolorosa, la cual parece ser que partía del Calvario y terminaba en la casa de Pilato, una suerte de “viacrucis desandado”.

  

LA CANTIDAD Y CONTENIDO DE LAS ESTACIONES

Wey da ya el número de catorce estaciones, de las que sólo cinco corresponden con la recensión tradicional, y siete están sólo remotamente conectadas con nuestro viacrucis.

Algunas otras recensiones de este ejercicio piadoso incluían la casa de la historia evangélica de Lázaro, la puerta de la ciudad que Jesús atravesó, o las casas de Herodes y Simón el Fariseo.

Ya en el siglo XVI llegó a generalizarse como ejercicio de devoción completo la ruta desde el Pretorio hasta el Calvario.

Esta práctica penitencial, extendiéndose por Europa, fue evolucionando entre los siglos XV y XVII.

Oscilaron el número de sus estaciones entre siete, que conmemoraban las caídas del Señor en el camino del Calvario, como símbolo (no olvidemos que el siete es número de plenitud) del sufrimiento de Cristo y del cristiano; doce, dieciocho, como era costumbre en Polonia; diecinueve, veinticinco, veintisiete, como se señalan en Perú en 1659, y hasta treinta y siete.

También hubo diversidad en el contenido de las estaciones.

Muy pocas de las listas medievales incluyeron la segunda (Cristo recibe la cruz) o la décima (Cristo despojado de sus vestiduras).

Mientras que otras eliminadas aparecen en las más tempranas recensiones o estaban entre las más comunes, como la que señalaba el balcón del Ecce Homo, lo que nos sugiere que esta práctica devocional proviene más de los manuales piadosos europeos que de la misma Jerusalén.

De las siete caídas sólo se conservan tres (tercera, séptima y novena estaciones), porque las otras cuatro coinciden con el encuentro con su Madre, Simón de Cirene, la Verónica y las mujeres de Jerusalén (cuarta, quinta, sexta y octava estaciones respectivamente).
Algunos autores  hacen coincidir el encuentro del Cirineo y de las mujeres de Jerusalén, pero la mayoría lo presentan como dos episodios separados.

La Verónica no aparece en muchos de los relatos tempranos, y casi todos los que mencionan este incidente lo colocan justo antes del Calvario.

Con relación a su inicio, se escogen en sus comienzos cuatro episodios diferentes: el despedimiento de Jesús de su Madre, que no tuvo una gran difusión quizá por ser extrabíblico; el lavatorio de los pies, enmarcada en la Última Cena en un ambiente eucarístico, reseñada en algunos viacrucis del siglo XVII.

La agonía en Getsemaní, en que Jesús acepta voluntariamente la Pasión, que es el comienzo de un vía crucis del XVII de siete estaciones que destaca por su integridad evangélica, difundido por los jesuitas, y la condena de Jesús en el Pretorio, la más antigua y definitiva que señala el último tramo del camino doloroso de Jesús.

Tercera estación del Vía Crucis de la Via Dolorosa en Jerusalén

San Ignacio de Loyola (Loyola 1491-Roma 1556), fundador de la Compañía de Jesús, en sus divulgados Ejercicios Espirituales, incluye la contemplación de la Pasión del Señor en la Tercera Semana de éstos.

El propósito es el siguiente: “dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrimas, pena interna de tanta pena que Cristo pasó por mí” (p. 80).

Al acabar las cuatro semanas, el Santo de Loyola pasa a tratar Los misterios de la vida de Christo Nuestro Señor, exponiendo las escenas a contemplar en cada apartado.

La primera contemplación a la media noche se centra en la última cena.

La segunda contemplación a la mañana abarca de la Cena al Huerto inclusive (traslado del Cenáculo al Monte Olivete, oración agónica y hematidrosis).

El segundo día, a la media noche, la contemplación será desde el huerto a casa de Anás inclusive [Beso de Judas y Prendimiento, sanación de la herida del criado del Sumo Sacerdote infringida por Pedro, abandono de los discípulos, primera negación del mismo Pedro y bofetada], y, a la mañana, de casa de Anás a casa de Caiphás inclusive [… las otras dos negaciones y las lágrimas de San Pedro, prisión y burla].

El tercero día, a la media noche, de casa de Caiphás a Pilato inclusive [inculpación, interrogatorio, preferencia de Barrabás], y a la mañana, de Pilato a Herodes inclusive [… envío a Herodes, mudo interrogatorio y desprecio al vestirlo con una veste blanca].

El quarto día, a la media noche, de Herodes a Pilato, y después en el Exercicio de la mañana los otros misterios que quedaron de la misma casa [… flagelación, coronación de espinas, vestimenta de púrpura y burla, y presentación al pueblo].

El quinto día, a la media noche, de casa de Pilato hasta ser puesto en cruz [condena, con la cruz camino del Calvario, auxiliado por el Cirineo, crucifixión en medio de dos ladrones con el título: Jesús Nazareno Rey de los Judíos], y a la mañana desde que fue alzado en cruz […. las siete palabras, el oscurecimiento del sol, el terremoto y el rasgamiento del velo del templo a la muerte de Cristo, las blasfemias contra él, el reparto de las vestiduras y la lanzada].

El sexto día, a la media noche, desde la cruz descendiéndole hasta el monumento exclusive [descendimiento, sepultura, vigilancia del sepulcro], y a la mañana desde el monumento inclusive hasta la casa donde Nuestra Señora fue, después de sepultado su Hijo. El séptimo día, contemplación de toda la Pasión junta en el Exercicio de la media noche y de la mañana” (pp. 82-83).

En el siglo XVI se empiezan a difundir, especialmente en los países del sur de Europa, devocionarios que tienen catorce estaciones con oraciones para cada una.

Fuentes:

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Videos de Via Crucis en la Via Dolorosa de Jerusalén

Venerdì Santo 2010. Via Crucis a Gerusalemme

Gerusalemme Via Crucis

Via Dolorosa 1

Via Dolorosa 2

Vía -Crucis en la Vía Dolorosa, en Jerusalén.

PUT SUZA, VIA DOLOROSA, WAY OF SUFFERING, Jerusalem ,Holy Land

Via Dolorosa – Jesus’ path through Jerusalem

Via Dolorosa

JERUSALÉM – A VIA DOLOROSA PARTE 2



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El Vía Crucis del Coliseo en Roma

Via Crucis del Coliseo Romano Semana Santa 2010

Quizás el viacrucis más universal sea el del Coliseo romano. Allí, la Arciconfraternità del Gonfalone había empezado a hacer representaciones sacras de la Pasión de Cristo, y había construido sobre las gradas una capilla dedicada a Nuestra Señora de la Piedad, con una cripta adyacente en la que habitaba un ermitaño, custodio del lugar. Éstas fueron muy contestadas porque eran tachadas de provocar desórdenes públicos. Por voluntad de Clemente XI Albani (1700-1721), se erigió un viacrucis en la cavea del Coliseo en 1719. Había también una iglesia dentro de la arena: Santa Maria della Pietà, restaurada por Benedicto XIV en 1743.

En este estado de cosas, surge la figura de San Leonardo de Porto Mauricio (Imperia 1676-Roma 1751, baetificado en 1796 y canonizado en 1867), franciscano genovés de la Provincia Reformada Romana desde 1697, Misionero Apostólico, émulo del dominico San Vicente Ferrer, protector de sus misiones, que comenzó en 1708, que terminaban con la solemne erección del vía crucis, “gran batería contra el infierno”, de los que erigió quinientos setenta y seis. Del viacrucis decía: “que introduciré sin perdonar fatiga y aun lo impondré frecuentemente por penitencia”, uno de sus sesenta y seis propósitos, cuy última ratificación y copia es de 1745, en su intento de reavivar la piedad católica enfriada por el jansenismo y el racionalismo.

De España le venía su fervor por este apostolado, como él declara: “Habiendo sabido, por religiosos españoles que me informaron, que en España se erigían los Vía crucis con gran provecho para las almas, se me  encendió el espíritu de un ardiente deseo de procurar un tan gran bien para Italia”.

A su iniciativa, el Papa Benedicto XIV nombrado, tras declarar este anfiteatro lugar sagrado por la sangre de los mártires, hizo levantar en torno a la arena catorce edícolas con las estaciones del viacrucis rematadas por cruces de leño basto para sustituir a las que había ruinosas, bendecidas el veintisiete de diciembre de 1750, Año Santo, que fueron eliminadas por excavaciones arqueológicas el veintidós de enero de 1874.

La Venerabile Archiconfraternita degli Amanti di Gesù e Maria, llamada de la Via Crucis, fundada poco después de la erección del viacrucis de San Leonardo, tenía como misión practicar aquí el devoto ejercicio del viacrucis procesionalmente todos los domingos y viernes, los días de carnaval, Miércoles y Jueves Santo y otras festividades del año, así como mantener las hornacinas y sufragar su iluminación de aceite y cera. Poseía una capilla propia desde donde se encaminaba el cortejo penitencial por la Vía Sacra al Coliseo, levantada próxima a la Iglesia de los Santos Cosme y Damián en el pontificado del citado Benedicto XIV, a la derecha del Templo de Roma y adosada al mismo, y un oratorio en la fachada del Coliseo de la Via di San Gregorio. Al ser destruido este viacrucis, la cofradía se traslado a San Lorenzo in Miranda, y en 1937 al Oratorio de San Gregorio dei Muratori de la Via Leccosa, acabando por ser derribada la capilla abandonada en 1877.

Sí permanece el erigido en la Via di San Bonaventura, que empieza pasando la entrada a la Iglesia de San Sebastiano al Palatino. En el muro de la antigua Villa Mattei se abren unas hornacinas que albergan grupos de terracota con las estaciones modelados por G. Franchi y policromados por el P. Corrado da Rimini, protegidos por una reja, que vinieron a sustituir unas pinturas deterioradas de Bicchierai. El itinerario acaba en la fachada de la Iglesia de San Buenaventura al Palatino, de los franciscanos alcantarinos, sus promotores, convento fundado en 1625. Fue promovido por el propio San Leonardo de Porto Mauricio, que habitó y predicó en esta casa.

En 1964 el Papa Pablo VI Montini restableció la tradición del viacrucis en el Coliseo en la tarde del Viernes Santo. De 1970 a 1978 este Pontífice lo guió meditando con textos bíblicos (1970), de San León Magno (1971); de S. Agustín (1972), de San Francisco de Sales (1973), de San Ambrosio (1974), de San Pablo de la Cruz (1975), de varios Padres de la Iglesia (1976), de Santa Teresa (1977) y de san Bernardo (1978).

En el primer viacrucis presidido por Juan Pablo II en 1979 se utilizaron para la meditación fragmentos de discursos de Pablo VI; en el 1980, de la Regla de San Benito; en el 1981, de Santa Catalina de Siena; en el 1982, de San Buenaventura, y en el 1983, de la Beata Angela de Foligno. En el 1984, clausura del Año Santo de la Redención, fue el mismo Papa, Juan Pablo II, el que escribió los comentarios de las catorce estaciones.

Desde 1985, por deseo del Papa, los textos de las meditaciones son encomendados a escritores o personalidades cristianos: Italo Alighiero Chiusano, escritor italiano (1985); André Frossard, periodista y escritor francés (1986); Miguel Obando Bravo, Cardenal Arzobispo de Managua en Nicaragua (1987); Hans Urs von Balthasar, teologo suizo (1988); Marek Skwarnicki , escritor polaco (1989); Michel Sabbah, Patriarca Latino de Jerusalén (1990); Ignacio M. Calabuig Adán y Silvano M. Maggiano, servitas (1991); Miloslav Vlk, Arzobispo de Praga (1992); Anna Maria Canopi, Abadesa benedictina de Mater Ecclesiae, en la Isola San Giulio de Novara (1993); Bartolomeo I, Arzobispo de Constantinopla y Patriarca Ecuménico (1994); Minke de Vries, monja de la comunidad protestante suiza de Grandchamp (1995); Vinko Pulji, Cardenal Arzobispo de Vrhbosna en Sarajevo (1996); Karekin I, Católico Patriarca Supremo di todos los Armenos (1997); Olivier Clement, teólogo ortodoxo francés laico (1998); Mario Luzi, poeta italiano (1999).

En el año 2000, el propio Juan Pablo II redactó personalmente las meditaciones con ocasión del Gran Jubileo. En el 2001, fueron del Siervo de Dios el Cardenal John Henry Newman. En el 2002, los textos fueron preparados por catorce periodistas acreditados ante la Santa Sede: John M. Thavis (Estados Unidos), Alexej Bukalov (Federación Rusa), Henri Tincq (Francia), Greg Burke (Estados Unidos), Ángel Gómez Fuentes (España), Erich Kusch (Alemania), Hiroshi Miyahira (Japón), Jacek Moskwa (Polonia), Marina Ricci (Italia), Aura Miguel (Portugal), Luigi Accattoli (Italia), Sophie de Ravinel (Francia), Valentina Alazraki (Méjico) y Marie Czernin (Alemania).

En el 2003, con occasión del XXV aniversario de su pontificado romano, el Papa escogió para las meditaciones textos compuestos por él con ocasión de los Ejercicios Espirituales predicados en la Curia Romana en 1976, cuando era Arzobispo de Kraków. En el 2004 corrieron a cargo de André Louf, cistericiense de la estrecha observancia.

 

VIA CRUCIS PRESIDIDO POR LOS ULTIMOS DOS PAPAS

Vía Crucis en el Coliseo presidido por Benedicto XVI (2-IV-2010). Meditaciones y oraciones del Cardenal Camillo Ruini, Vicario general emérito de Su Santidad para la diócesis de Roma. (Forma tradicional)

Vía Crucis en el Coliseo presidido por Benedicto XVI (10-IV-2009). Meditaciones y oraciones de Monseñor Thomas Menamparampil, SDB, Arzobispo de Guwahati (India). (Forma bíblica)

Vía Crucis en el Coliseo presidido por Benedicto XVI (21-III-2008). Meditaciones y oraciones del Card. Joseph Zen Ze-Kiun, SDB, Obispo de Hong Kong. (Forma bíblica)

Vía Crucis en el Coliseo presidido por Benedicto XVI (6-IV-2007). Meditaciones y oraciones de Mons. Gianfranco Ravasi, Prefecto de la Biblioteca-Pinacoteca Ambrosiana de Milán. (Forma bíblica)

Vía Crucis en el Coliseo presidido por Benedicto XVI (14-IV-2006). Meditaciones y oraciones de Mons. Angelo Comastri, Vicario General del Papa para la Ciudad del Vaticano. (Forma tradicional)

Vía Crucis en el Coliseo seguido por Juan Pablo II desde su capilla privada (25-III-2005). Meditaciones y oraciones del Cardenal Joseph Ratzinger. (Forma tradicional)

Vía Crucis en el Coliseo presidido por Juan Pablo II (9-IV-2004). Meditaciones y oraciones de Dom André Louf, monje cisterciense de la estricta observancia. (Forma bíblica)

Vía Crucis en el Coliseo presidido por Juan Pablo II (18-IV-2003). Meditaciones y oraciones compuestas por el Card. Karol Wojtytla, arzobispo de Cracovia. (Forma tradicional)

Vía Crucis en el Coliseo presidido por Juan Pablo II (29-III-2002). Meditaciones y oraciones compuestas por catorce Periodistas acreditados ante la Santa Sede. (Forma bíblica)

Vía Crucis en el Coliseo presidido por Juan Pablo II (21-IV-2000). Meditaciones y oraciones compuestas por el Santo Padre Juan Pablo II. (Forma tradicional)

Fuente: www.maria-garcia.com, Vaticano y otras



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Videos de Vía Crucis en Roma con Benedicto XVI

Pope Benedict XVI Via Crucis at the Colosseum in Rome

Viacrucis en el Coliseo

Via Crucis al Colosseo 02 aprile 2010

Via Crucis desde Roma – 10/04/2009

 

 




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