Revelaciones dadas a tres místicos importantes: un laico, una monja y un sacerdote.
¿Alguna vez te has preguntado qué está pasando realmente en el templo durante una Misa?
¿Es posible que haya más de lo que nuestros ojos pueden ver?
Efectivamente se ha concedido a algunos místicos las gracias de presenciar lo que los ojos humanos no pueden ver, y que constituye realmente el corazón de la Misa.
Aquí hablaremos sobre los increíbles misterios que se despliegan durante la Santa Misa, uniendo el cielo y la tierra.
Exploraremos las visiones místicas y las experiencias sobrenaturales de diferentes testigos, para entender mejor lo que sucede en cada celebración eucarística.
La Misa es una participación en la liturgia que sucede en el Cielo, recrea los sucesos del Jueves Santo, Viernes Santo y el Domingo de Pascua.
El altar en la Tierra está unido y fusionado con el altar en el Cielo.
Por lo tanto se descorre el velo y es el Cielo en la Tierra.
Pasan muchas cosas sobrenaturales allí, pero tiene dos misterios impresionantes.
Una es la apertura del cielo y la aparición de seres celestiales en el templo y en el altar durante la liturgia.
Y la otra es la transubstanciación de las hostias y el vino, en el cuerpo y la sangre de Cristo.?
La vidente laica Catalina Rivas presenció la misa instruida por la Virgen María.
Vio que de pronto empezaron a ponerse de pie unas figuras que no había visto antes en el templo.
De al lado de cada persona salieron unos personajes jóvenes, hermosos, vestidos con túnicas muy blancas y caminaron el pasillo central dirigiéndose hacia el altar.
La Virgen María le explicó que eran los Ángeles de la Guarda de cada una de las personas que estaban allí, que llevaban sus ofrendas y peticiones ante el Altar del Señor.?
También vio en el templo a los Santos del Cielo y entre ellos, a las almas de los familiares de los presentes que gozan ya de la Presencia de Dios.
A la derecha del celebrante, un paso detrás, un poco suspendida del suelo, estaba arrodillada la Santísima Virgen, con las manos unidas, mirando atenta y respetuosamente al celebrante.
Delante del altar, empezaron a salir unas sombras de color gris que levantaban las manos hacia arriba.
Y la Virgen le dijo que eran las benditas almas del Purgatorio, que están a la espera de las oraciones para refrescarse.
El celebrante de pronto empezó a crecer, a envolverse de una luz sobrenatural entre blanca y dorada.
Y cuando levantó la forma vio que sus manos tenían unas marcas en el dorso, de las cuales salía mucha luz.
¡Era Jesús! que con su Cuerpo envolvía al celebrante.
Y en ese momento la Hostia comenzó a crecer y en ella vio el rostro maravilloso de Jesús mirando hacia Su pueblo.?
A la monja Santa Hildegarda de Bingen se le concedió la gracia de ver la transubstanciación.
El Cielo se abrió de repente y un incalculable resplandor descendió sobre las ofrendas y las irradió por completo de luz.
Y la luz llevó a las ofrendas a lo alto, hacia los lugares secretos del Cielo, y luego las devolvió sobre el altar.
Se le explicó, que en el momento de la consagración, el pan y el vino son conducidos al Cielo por una luz especial para su transubstanciación y luego colocados de nuevo sobre el altar.?
También el padre João Batista Reus, un sacerdote jesuita nacido en Alemania, pero que vivió en Brasil y murió en 1947 y actualmente es Siervo de Dios, tuvo visiones místicas muy significativas sobre la misa.
El Padre Reus vio todo lo que sucede de manera invisible en cada acto de cualquier sacerdote ordenado al celebrar los Santos Misterios, aunque nuestros ojos humanos no lo vean.
Al principio vio como Nuestra Señora invitaba a todo el Paraíso a participar de la Santa Misa.
Todos los ángeles y santos la siguieron en maravilloso cortejo hasta el altar.
Los santos formaron un semicírculo alrededor del sacerdote celebrante y lo acompañaron hasta el altar.
Y allí los ángeles se colocaron atrás de los santos.
Otra multitud de ángeles cubrió a los fieles, impidiendo la aproximación de los demonios durante la Santa Misa.
El mismo San Miguel Arcángel, príncipe de la milicia celestial, se colocó con sus ángeles sobre el sacerdote que dice bien la Misa, para protegerlo de las trampas infernales que pueden multiplicarse en ese momento.
De hecho, el padre Reus vio que satanás se enfurece contra el Santo Sacrificio celebrado correctamente.
Le sucedió el 19 de agosto de 1941, después de la Consagración, una extraña figura apareció ante él.
Casi en el mismo momento Jesucristo envió a sus santos ángeles en su ayuda.
Primero, el arcángel San Miguel se instaló sobre él para defenderlo.
Y luego otros ángeles formaron un muro de protección, para defender al sacerdote de los malos espíritus.
Y no sólo tuvo la protección de Nuestro Señor y de los ángeles, sino también de los santos patronos del país, y del lugar.
También contó que la Santísima Virgen está siempre junto al celebrante, del lado del altar donde está el agua y el vino, y donde son lavadas las manos del sacerdote.
Es la propia Madre de Jesús quien sirve al celebrante y lava sus manos.
Y también es invitado el Santo del día.
El padre Reus, contó en su autobiografía, que en el momento de la Consagración, cuando las almas del Purgatorio ven a Nuestro Señor Jesucristo en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, sienten un deseo incontrolable de salir de las llamas que las cubren y tirarse en sus brazos, pero no lo consiguen, por no estar aún purificadas.
Después de la Consagración, sucede la liberación de las almas del Purgatorio que ya alcanzaron la purificación.
Nuestra Señora extiende la mano a cada una de ellas y le dice: ‘Hija Mía, puedes subir‘.
Y los ángeles saludan a las almas liberadas, abrazándolas.
En seguida, estas almas, en una belleza indescriptible, son introducidas triunfalmente en el Paraíso, por una multitud de ángeles, al son de música y cantos celestiales.?
Al Padre Reus le pasaron además otras cosas sobrenaturales en las misas.
En el momento del Ofertorio, haciendo la señal de la cruz sobre las ofrendas, vio salir rayos de su mano sobre el cáliz, lo mismo que justo antes de la Consagración.
Y escuchó claramente las palabras de Jesucristo hablando junto a él, vio su mano luminosa y sintió su brazo mientras levantaba el cáliz.
Justo después de la Consagración vio junto a él en el altar la Santísima Trinidad.
Las tres Personas Santas eran más grandes que él.
Después de la Consagración de la Hostia vio en ella el rostro de Jesús.
Y después del Padre Nuestro, vio salir rayos deslumbrantes de la Hostia, de modo que su rostro parecía completamente iluminado.
Jesús clavado en la cruz, en tamaño natural, estaba ahí desde el comienzo de la Misa.
Y lo podía ver claramente mover los labios y pronunciar las palabras de la Misa con él.
La sangre fluía de su herida en el costado.
Un ángel recogía esa sangre y colocaba su copa llena delante de él en el altar.
Debía, por tanto, beber esa sangre que recogía en el cáliz, y que había brotado del costado vivo del Señor.
Pero además la Santísima Sangre fluía a chorros en la Misa, primero sobre todos, y luego especialmente sobre el sacerdote.
Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las cosas sobrenaturales que pasan en las misas y que el ojo humano no ve.
Y me gustaría preguntarte si en alguna misa has percibido aunque sea fugazmente, algo sobrenatural, o no
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