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Podría haber hasta 10 mil católicos en secreto.
El padre Lee Eun-hyung (derecha), secretario general de la Comisión para la Reconciliación del Pueblo Coreano dice:
“Creemos que, por lo menos, diez mil coreanos siguen cultivando la fe católica en lo profundo de sus corazones. Pero es difícil creer que exista una Iglesia subterránea en Corea del Norte”.

 

North Korea 2007 Father Lee Eun-hyung (right) near the North Korean town of Kaesong in front of unloaded coal briquettes in 2007. Also in the picture are a co-organiser of the relief supply from South Korea (left) and a senior government official from North Korea (centre).

 

En una conversación con Ayuda a la Iglesia Necesitada (Ain), el sacerdote sudcoreano describió las condiciones trágicas de la población en el país y narró sus tres últimos viajes. En 2011 fue a la capital norcoreana.

“Cada vez que voy a Pyongyang celebro Misa en la Iglesia católica de Jangchung, la única reconocida por el régimen. Había muchas personas sentadas en las bancas, pero no podría decir si eran católicas o no, porque se me prohibido severamente acercarme a hablar con ellas”.

El padre Lee explica que la de Jangchung es una Iglesia muy particular: la comunidad es guiada por un laico que celebra la liturgia de la palabra todos los domingos.

“No podría ser de otra manera, porque no me consta que haya ningún sacerdote en Corea del Norte”.

 El número de católicos que siguen viviendo en el país asiático es imposible de determinar.

“Las autoridades hablan de 30 mil fieles, pero no sabemos si el dato es confiable ni cómo fue calculado”.

Los últimos datos precisos son de 1945, año de la división de las dos Coreas, cuando los católicos en el Norte eran más de 50 mil y Pyongyang era conocida como “la Jerusalén del este”.

“En esa época –refiere el sacerdote–, la obra de los misioneros estaba muy vivas e incluso la madre de Kim Il-Sung, el dictador que murió en 1994, pertenecía a una familia protestante muy devota”.

Había muchas Iglesias cristianas, pero casi todas, a excepción de la de Jangchung, fuero destruidas durante la guerra entre 1950 y 1953 o fueron expropiadas por el régimen.

Hoy Corea del Norte es uno de los países en los que la libertad religiosa sufre fuertes amenazas, pero, a pesar de los largos años de persecuciones, el padre Lee considera que hay, por lo menos, 10,000 personas que siguen cultivando en secreto la propia fe católica.

Una tesis que parecería confirmarse en muchos testimonios de los refugiados norcoreanos, que cuentan de mujeres ancianas sentadas en círculo para limpiar frijoles y murmurando como si estuvieran rezando el Rosario. El sacerdote excluye la posibilidad de que exista una Iglesia subterránea en Corea del Norte, aunque hay quienes indican que hay una en la frontera con China.

“Cuando se supera la “cortina de bambú” –indica el padre Lee–, se tiene la impresión de volver en el tiempo por lo menos cuarenta o cincuenta años. Además de la grave falta de comida, la población no tiene tampoco cómo calentarse”.

Las enormes necesidades de leña han provocado una preocupante deforestación, que ha aumentado el peligro de deslaves y aluviones. Los efectos en la agricultura son devastadores.

“Nuestro camión pudo llegar a Kaesong, a pocos kilómetros de la frontera, y, aunque estuviera severamente prohibido, hablamos con la gente del lugar y escuchamos sus dificultades”.

En 2010, Corea del Sur interrumpió la ayuda humanitaria destinada a Pyongyang.

“Todas nuestras actividades de apoyo están suspendidas –explica el sacerdote–, ahora esperamos que llegue un cambio de política por parte del presidente Lee Myung-bak. Desgraciadamente, conocemos muy bien todas las necesidades que hay más allá de la frontera”.

A través de la asociación católica Joseon, la única reconocida por el régimen de Kim Jong-un, siguen llegando a la Comisión para la Reconciliación del Pueblo Coreano muchísimas peticiones de ayuda. La Iglesia de Jangchung necesita una restauración urgente.

Después de meses de tensiones, en estas horas Seúl acogió la petición de nuevas negociaciones desde Corea del Norte. El padre Lee cree que la única solución posible es que ambas Coreas retomen el diálogo.

“Las tensiones han empeorado mucho más las condiciones de la población norcoreana. Y también nuestra economía ha sufrido. Una guerra provocaría solo heridas más profundas. Los acuerdos y la cooperación son la única vía para salir de esta situación angustiante”.

Fuentes: Vatican Insider, Signos de estos Tiempos

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