La Virgen entregó a San Simón Stock el escapulario carmelita en 1251 y le dijo:
“Tú y todos los Carmelitas tendréis el privilegio, que quien muera con él no padecerá el fuego eterno”.
Es decir, quien muera con él encima, se salvará.
Y luego, la Santísima Virgen se apareció al Papa Juan XXII en el siglo XIV.
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Y le prometió para quienes cumplieran los requisitos de esta devoción que
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“Como Madre de Misericordia con mis ruegos, oraciones, méritos y protección especial, les ayudaré para que, libres cuanto antes de sus penas, sean trasladadas sus almas a la bienaventuranza”.
EL ESCAPULARIO VINCULADO A FÁTIMA
En 1917, la Virgen pidió cinco cosas en Fátima:
1 – La consagración a su Corazón Inmaculado
2 – Recepción de la Sagrada Comunión los primeros sábados durante cinco meses consecutivos
3 – El ofrecimiento de sacrificios diarios para la conversión de los pecadores
4 – Rezar las cinco décadas del Rosario cada día
5 – El uso del escapulario del Carmen como el signo de nuestra consagración a María.
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Para este último pedido la Virgen no utilizó palabras, llevó puesto el Escapulario en su última aparición en Fátima.
La Hermana Lucía explicó que la Virgen lo hizo porque
“Ella quiere que todos los usen”.
Lucía dijo además:
“El Rosario y el Escapulario son inseparables”
Y la razón para llevar el Escapulario es porque
es nuestro “signo de consagración al Inmaculado Corazón de María”.
Leer también:
- Nuestra Señora del Carmen, Universal (16 de julio)
- Todo lo que Debieras Saber sobre el Escapulario Carmelita
Acá traemos varias historias sobre las gracias del uso del Escapulario; tres más largas.
Estas historias te darán una breve idea de cómo la Mater mantiene su promesa.
MILAGRO DEL ESCAPULARIO DEL CARMEN [QUE JUAN PABLO II NO ABANDONÓ JAMÁS]
La reliquia del Escapulario del Carmen de Juan Pablo II es muy famosa.
Al punto que se constituye en objeto de peregrinación, independiente de las demás reliquias del santo.
Juan Pablo II jamás se quitó su Escapulario y murió con él puesto.
Y en Wadowice, su ciudad natal, hay un tour dedicado a ver su reliquia.
Pero también hay un milagro reciente protagonizado por un sacerdote estadounidense devoto del Escapulario del Carmen y de Juan Pablo II
Esta es la historia. El Padre John Higgins había sido invitado a comer una barbacoa con amigos; empacó su kit de misa y fue alrededor de las 6:00 pm.
Llegó con gran apetito y fue recibido por unos 15 jóvenes, pero sonó el teléfono y todo cambió.
Porque lo llamaron de un hospital para dar la extremaunción a un moribundo.
Así que tuvo que conducir a unos 20 kilómetros a un hospital donde le habían llamado de emergencia.
Condujo rápidamente porque la enfermera a cargo de la sala de emergencias, Anne, lo estaba esperando.
Él la conocía a ella, a su marido y a los niños de la parroquia.
Cuando llegó pudo ver a los paramédicos a los pies de la única camilla ocupada allí, así que corrió y entró.
Pero le oyó:
“Lo sentimos Padre John es demasiado tarde. Se ha ido” dijo Anne, sonriendo.
Ella tenía mucha compasión y entendió que había ido tan rápido como pudo.
Cuando miró vio que le estaban retirando los cables al hombre mayor.
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Y se dio cuenta de que llevaba un escapulario del Carmen, uno viejo de tela.
El Padre John cuenta:
Me acerqué y dije: “Él está usando un viejo Escapulario del Carmen”.
Pero cuando lo toqué apareció un pitido desde un monitor, al otro.
La enfermera, Anne, dijo: “¿Qué hizo usted?”
Dije “¡Nada!”
Ella y otra enfermera saltaron y rápidamente volvieron a conectar los cables y llamaron pidiendo ayuda.
Los paramédicos estaban con sus mandíbulas boquiabiertas.
El paciente abrió los ojos y dijo (con un acento irlandés)
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“Oh, que bueno Padre. Le he estado esperando. Quiero ir hacer una confesión”
Casi me caí de la impresión.
Yo no había hecho nada más que ver y tocar su escapulario.
La siguiente cosa que pude ver era que estaban trabajando en él.
Hicimos una confesión rápida y le di la absolución de emergencia mientras trabajaban.
Uno de los paramédicos me preguntó si estaba bien y me senté en una silla.
Un par de semanas más tarde el hombre vino a mí para la confesión y me dijo que el doctor no podía entender lo que pasó, y tuvo que romper el certificado de defunción que ya había empezado a llenar.
Los paramédicos habían ido a verlo al hospital y le mostraron sus notas.
En la parte inferior de la página que habían escrito la hora y el lugar de su muerte.
Y luego en grandes letras en negrita había añadido “devuelto a la vida por Dios”.
Los milagros siguen sucediendo. Y no, no lo hice. Acaba de suceder según la voluntad de Dios.
¿Por qué, pues, interviene en algunos casos y en otros no?
Realmente no sé. No me he dado cuenta de eso todavía.
Pero sí sé que Dios ha hecho milagros en mi vida, el más importante para mí no es lo que hizo por otra persona.
Sino lo que ha hecho una y otra vez para traerme de vuelta del pecado y de la muerte, a través de los sacramentos.
Y esto nos lleva al más célebre usuario del Escapulario Carmelita.
LA DEVOCIÓN DE JUAN PABLO II AL ESCAPULARIO CARMELITA
Juan Pablo II, terciario carmelita, ha sido un verdadero devoto y apóstol del Escapulario del Carmen.
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Y lo ha sido con el testimonio de su vida, y a través de los numerosos documentos en los que ha tratado sobre esta prenda de salvación.
El escapulario de la Virgen del Carmen que llevaba Juan Pablo II desde la edad de 10 años, se ha convertido en una preciosa reliquia y se encuentra en Wadowice.
“En Wadowice –cuenta Karol Wojtyla en el libro “Don y Misterio” – había sobre una colina un monasterio carmelita, cuya fundación se dio en tiempos de San Rafael Kalinowski.
Los habitantes de Wadowice lo frecuentaban, y ello reflejaba la difundida devoción por el escapulario de la Virgen del Carmen.
También yo lo recibí, creo que a los 10 años, y lo llevo todavía.
También íbamos con los carmelitas para confesarnos.
Así fue que, tanto en la Iglesia parroquial como en la del Carmelo, se formó mi devoción mariana durante los años de la infancia y de la adolescencia”.
Según lo que afirmó él mismo, Wojtyla nunca se separó de aquel pedazo de tela.
Que (según la tradición carmelita) ofrece a todos los que lo llevan con devoción, el llamado “privilegio Sabatino”, que promete el abrazo de la Virgen María el primer sábado después de la muerte.
Y la promesa se cumplió con Juan Pablo II.
Por una misteriosa coincidencia, sabemos que Juan Pablo II murió a las 21.37 del 2 de abril de 2005, justamente era un sábado.
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“Mientras en la Plaza San Pedro –recuerda el teólogo carmelita Antonio Maria Sicari – se cantaba el “Salve Regina”, como se hace todos los sábados por la noche, desde hace 800 años, en todas las iglesias carmelitas.
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Humildes y dóciles coincidencias para los ojos simples de los que creen que en el Paraíso se cultiva una delicada atención a los devotos del escapulario”.
Ahora, el escapulario de Juan Pablo II se encuentra custodiado en la ciudad natal del amado Pontífice, en Wadowice.
Como una reliquia en el altar de la Virgen del Carmen, en donde el joven Karol lo había recibido.
En el año 2001, hizo la auto-confesión en la carta que dirigió a los Padres Generales de la Orden del Carmen, con motivo de celebrarse el 750 aniversario de la entrega del Escapulario a San Simón Stock:
«¡También yo llevo sobre mi corazón, desde hace tanto tiempo, el Escapulario del Carmen!».
Era devoto y propagandista del Escapulario.
En su ministerio parroquial, se preocupaba de imponérselo a los fieles. El mismo hacía la imposición.
Durante unos «ejercicios espirituales» en la parroquia de San Froilán de Cracovia, siendo aún joven sacerdote, se lo impuso a un grupo de devotos.
Y antes de la imposición les dijo: «Llevad siempre el Escapulario. Yo lo llevo constantemente; y de esta devoción he recibido un gran bien».
Algo parecido hizo siendo Papa, el 17 de febrero de l980, al visitar la parroquia de San Martín ai Monti, atendida por religiosos carmelitas.
Tomando el escapulario de la Priora del Carmelo seglar, dijo: “También yo lo llevo aquí bajo mis vestidos, desde que era niño.”
Existen declaraciones conmovedoras de algunos testigos.
Cuando sufrió el atentado en la Plaza de San Pedro, el 13 de mayo de 1981, fue internado en el Policlínico Gemeli de Roma.
Y uno de los médicos que le atendió y le prestó los primeros auxilios, hizo esta declaración:
«Eran las 6 de la tarde cuando el Pontífice entró en la sala de operaciones, vestido con un sencillo pijama.
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Llevaba sobre la camiseta y sobre la misma piel el ‘escapulario’, dos trocitos de tela marrón sobre el pecho y sobre la espalda, unidos con unos cordoncillos con la imagen de la Virgen del Carmen» (Publicado en ‘La Reppublica’, l5, V, 198l, por Silvano Mazzocchi).
Algo parecido sucedió en 16 de julio de 1992, cuando fue internado de nuevo en el mismo Policlínico, para una revisión minuciosa.
El mismo periodista publicó esta noticia en el mismo diario, en el 17 de julio:
«Juan Pablo, ayer por la mañana, veinticuatro horas después de haber salido de la sala de operaciones, estaba sentado en un sillón.
Sobre su vestido sobresalía el ‘escapulario’ de la Virgen del Carmen, que no abandonó jamás«…
El magisterio del Papa, hablado y escrito, sobre el escapulario, es muy rico y abundante.
Casi todos los años en la celebración del la fiesta del 16 de julio enviaba algún mensaje y consigna a los fieles.
Algunos documentos son verdaderamente magistrales.
Uno de los documentos más importantes en esta línea es la Carta que el Papa dirigió a los Padres Generales de la Orden Carmelita el 25, III, 2001, referido más arriba.
Consta de seis números, o párrafos, en los que trata de la Virgen del Carmen y de la vida mariana del carmelita.
Lo que significa ‘consagración’, el amor filial a María como Madre, y la vida de intimidad espiritual con Ella.
«Intimidad de relaciones espirituales», en un clima de oración y de contemplación.
Resaltando a la Virgen como modelo de virtudes.
Los números 5 y 6, y las últimas líneas del 4 tratan del Escapulario, que el Papa considera como «un tesoro para toda la Iglesia».
Porque es como una «síntesis» del «patrimonio mariano del Carmelo» y de la «espiritualidad mariana, que alimenta la devoción de los creyentes».
Entre los rasgos propios y característicos del Escapulario, considera el concepto de ‘hábito’, que agrega al que lo recibe.
Y la Orden del Carmelo lo introduce en su tierra, «para que guste de sus frutos y bienes».
El Escapulario, «signo» de la «presencia dulce y materna de María», implica el «compromiso de revestirse de Jesucristo».
Evoca también las verdades fundamentales: la protección continuada de María, en la vida y en la hora de la muerte.
Y que la vida de sus devotos debe estar «entretejida de oración y de la práctica de los sacramentos».
El Escapulario es también «un signo de alianza y de comunión recíproca entre la Virgen y sus devotos.
Que deben «crecer en el amor e irradiar en el mundo la presencia de esta mujer del silencio y de la oración»…
UN TOUR POR WADOWICE PARA VER LA RELIQUIA
A partir de diciembre del 2009 en “Papieskie miasto – la ciudad del Papa” – de Wadowice se ofrece un servicio de trencito que circula durante todo el año de martes a viernes entre las 9.00 y las 15.00.
Y recorre los lugares que en Wadowice están más asociados a su hijo predilecto Karol Wojtyla.
El trencito parte desde el estacionamiento de la calle de los Wojtyla Nr 12.
El recorrido del trencito es el siguiente:
1. Escuela Marcina Wadowity, ul.Mickiewicza 16, donde concurrió Karol Wojtyla a partir de 1930, graduándose en 1938.
2. Monasterio de Carmelitas descalzos y el Santuario de San Jose.
Se puede solicitar guía para visitar el monasterio. Allí se puede visitar la celda de san Rafael. La visita dura aprox. 30 minutos y deberá solicitarse por teléfono.
3. Basílica de San Pedro Apóstol. Detrás de la Basílica se visita el Vía Crucis.
4. Sede del Batallon de Infanteria st. Lwowska 40 donde entre los años 1900-1928 sirvió el padre de Karol Wojtyla.
5. El Monasterio de las Hermanas de Nazaret, donde funcionaba un jardín de infantes (pre-escolar) frecuentado por el pequeño Karolek. Posibilidad de visitar la capilla.
La casa paterna (cerrada los lunes) – Nótese que no figura en el itinerario del trencito.
El Monasterio de los carmelitas descalzos con el Santuario de San Jose y la celda de san Rafael Kalinowski tiene un hogar del peregrino, donde es posible – y muy recomendable – alojarse.
El Santuario guarda las reliquias de san Rafael Kalinowski, el anillo papal y el escapulario de Juan Pablo II.
Veamos otras historias más del Escapulario Carmelita.
VARIAS HISTORIAS CORTAS
Cuenta un sacerdote que un día en un pueblo cerca de Chicago, lo llamaron a la cabecera de un hombre alejado de los Sacramentos durante muchos años.
“No quería verme, ni hablar.
Entonces le pregunté si quería el pequeño escapulario que sostenía.
‘¿Quieres llevar esto si lo pongo en?’, le pregunté nada más.
Él accedió a llevarlo.
Luego de una hora él quería ir a confesarse y hacer las paces con Dios.
No me sorprende, porque por más de 700 años la Virgen ha estado trabajando a través de su escapulario”.
El mismo día en que la Virgen le dio el escapulario a San Simón Stock, fue llamado a toda prisa por Pedro de Linton:
“Ven pronto padre, mi hermano se está muriendo y en desesperación”
San Simón Stock colocó su gran Escapulario sobre el moribundo, se arrepintió inmediatamente y murió como un amigo de Dios.
Esa noche, el hombre muerto se apareció a su hermano:
“Me has salvado a través de la poderosa reina y el hábito de ese hombre como escudo”.
San Alfonso nos dice:
“Los herejes modernos se burlan del antiguo escapulario. Ellos denuncian que es una de tantas necedades.
Sin embargo, sabemos que varios Pontífices lo han aprobado”.
Es notable que sólo 25 años después de la visión, el Papa Gregorio X fue enterrado llevando el escapulario.
Cuando su tumba fue abierta 600 años después de su muerte, su escapulario fue encontrado intacto.
El Escapulario también se encontró como nuevo en las tumbas de San Juan Bosco y San Alfonso de Liguori, a pesar de todo lo demás en sus tumbas que era corruptible se había deteriorado.
San Alfonso dijo que si hiciéramos un poco más de lo que la Virgen nos pide nosotros ni siquiera iríamos al purgatorio.
Se entiende por qué el diablo va en contra de los que promueven el Escapulario cuando se escucha la historia del Venerable Francisco Ypes.
Un día su escapulario se le cayó.
A medida que lo reemplazaba el demonio aulló,
“¡Quítate eso¡ Quítate el hábito que arrebata tantas almas de nosotros”.
Entonces Francisco hizo al diablo admitir que hay 3 cosas de las cuales los demonios tenían más miedo: el Santo Nombre de Jesús, el Santo Nombre de María, y el Santo Escapulario del Carmen.
Cada mes un cargamento de 1000 esclavos llegaba a Cartagena, América del Sur.
San Pedro Claver – apóstol de los negros – usaba el Escapulario para asegurar la salvación de sus conversos.
Pedro Claver organizaba catequistas para darles instrucciones, y antes de que se vendieran, vio que fueran bautizados.
Muchos eclesiásticos acusaron al Santo de celo indiscreto, pero San Pedro les recordó que él había bautizado y registrado todos en la Virgen del Escapulario.
Estaba seguro de que María cuidaría de cada uno.
¡Imagina! San Pedro Claver fue responsable de más de 300.000 conversos.
En 1845, el barco Inglés, Rey del Mar, fue azotado por un huracán salvaje.
El Rev. Fisher, un ministro protestante, junto con su esposa e hijos y otros pasajeros, fueron a la cubierta para orar por la misericordia y el perdón porque el final parecía cerca.
Entre la tripulación había un joven irlandés, John McAuliffe.
Se abrió la camisa, se quitó el Escapulario, hizo la señal de la cruz sobre las furiosas olas y luego lanzó el Escapulario en el océano.
En ese mismo momento el viento se calmó, y sólo una ola más lavó la cubierta, trayendo consigo el Escapulario, que aterrizó en los pies del muchacho.
El Rev. Fisher y su familia habían observado lo que había hecho.
Le preguntaron al muchacho y él les habló de la Virgen y el escapulario y su promesa de protección en casos de peligro.
Tan impresionado quedaron, que determinaron entrar en la Iglesia y disfrutar de una protección similar.
Un sacerdote francés en peregrinación a Einsiedeln, Suiza estaba en su camino a misa cuando se acordó que había olvidado su escapulario.
Aunque tarde, regresó a buscarlo.
Al decir misa, un joven se acercó al altar, sacó un revólver y le disparó en la espalda… pero el cura continuó a diciendo misa.
En la sacristía exclamó el abad “pensé que el hombre lo había matado”.
Pero cuando le retiraron las vestiduras, se encontró la bala adherida a su pequeño escapulario marrón.
En mayo de 1957 un sacerdote Carmelita en Alemania publicó la historia poco común de cómo el Escapulario guardó un hogar del fuego.
Toda una fila de casas se había incendiado en Westboden, Alemania.
Los habitantes piadosos de una casa de dos familias, al ver el fuego, inmediatamente sujetaron un escapulario en la puerta principal de la casa.
Las chispas volaron sobre ella y alrededor de ella, pero quedaron ilesos.
En 5 horas 22 casas fueron reducidas a cenizas y ruinas.
Ésta casa quedó en pie ilesa en medio de la destrucción.
Cientos de personas llegaron a ver el lugar que Nuestra Señora había salvado.
En 1951, el antiguo hogar de San Simón Stock en Aylesford, Inglaterra fue dedicado y las reliquias del santo Escapulario regresaron.
Desde entonces miles de usuarios escapulares han ido en peregrinación.
En 1957 fue el pequeño Peter, que sufría de leucemia.
Sus brazos y piernas estaban cubiertos de llagas. Tenía sólo unos pocos días de vida.
Cuando regresó esa misma noche, las llagas se habían ido y le había regresado su fuerza.
Su familia se dio cuenta de que estaba curado. Los médicos confirmaron su curación completa.
Un día en 1944, un misionero carmelita en la Tierra Santa fue llamado a un campo de internamiento para dar los últimos ritos.
El conductor árabe del autobús hizo bajar al Padre a 4 millas del campo porque la carretera estaba peligrosamente fangosa.
Después de recorrer 2 millas, sus pies se hundían más y más profundamente en el barro.
Tratando de conseguir una base sólida resbaló en un charco fangoso.
Hundiéndose en lo que era la muerte segura, en un lugar desolado, pensó en María y su escapulario, y miró hacia el Monte Carmelo.
Allí, en la distancia, estaba el santo Monte de Carmelo, el lugar de nacimiento de la devoción a la Virgen del Carmen.
Él gritó, “¡Santa Madre del Carmelo, ayúdame! ¡Sálvame!”
Un momento después se encontró en tierra firme.
Luego dijo: “Sé que fui salvado por la Virgen a través de su Escapulario.
Mis zapatos se perdieron en el barro y yo estaba cubierto con él, pero caminé las 2 millas más a través de ese país desolado para alabar a María”
En octubre de 1952, un oficial de la Fuerza Aérea en Texas, escribió lo siguiente:
“Hace seis meses, poco después de que empecé a usar el Escapulario, he experimentado un notable cambio en mi vida.
Casi a la vez empecé a ir a misa todos los días. Después de un breve periodo empecé a recibir la comunión diaria.
Guardé la Cuaresma con un fervor que nunca había experimentado antes.
Fui introducido en la práctica de la meditación y me encontré haciendo débiles intentos en el camino a la perfección.
He estado tratando de vivir con Dios. Doy crédito de esto al Escapulario de María”.
LA VIRGEN LE IMPIDE SUICIDARSE
Una Hermanita de los pobres, que murió en Francia siendo Superiora, contaba lo que le había sucedido a ella misma:
Muerto mi padre, nos fuimos a vivir a París, mi madre, que ya era anciana, y yo.
En mi casa había dinero para abrir un modesto taller, y como yo sabía, gracias a Dios, ganarme la vida con mi trabajo, logré ir haciendo un pequeño capital.
Pero después mi pobre madre cayó enferma de muerte, aunque la enfermedad había de ser muy larga.
Cerré mi taller y mi tienda y, dejándolo todo, solamente me desvelaba por aliviar los padecimientos de mi madre (a quien yo amaba de todo corazón).
Y de ir alargando su vida minada por un cáncer, que no tenía cura.
Al cabo de dos años murió mi querida enferma y yo quedé sola en el mundo.
Y no solamente quedé huérfana, sino también arruinada, porque todos mis ahorros y ganancias se habían consumido en la enfermedad.
Aquella muerte, aquella soledad, aquella ruina, fueron mi perdición.
Perdí en efecto la esperanza en Dios nuestro Señor, me desesperé, y, finalmente, para suicidarme, hice lo que vais a oír:
Entré una noche del mes de julio en mí aposento, cogí un gran brasero, lo llené de carbones y lo encendí, y habiendo cerrado la puerta y la ventana, me acosté para morir dulcemente por asfixia.
Serían como las cinco de la mañana, cuando casualmente, es decir, providencialmente, vino a visitarme una antigua amiga mía que acababa de llegar a París a aquellas horas.
Llamó a mi cuarto y como nadie contestase, preguntó por mí a los vecinos.
Y sospechando todos alguna desgracia, descerrajaron la puerta de mi cuarto y quedaron espantados al verme muerta.
Casualmente también, es decir, providencialmente, entraba entonces en la casa el famoso Doctor Recamier para visitar a un enfermo.
Y habiéndole rogado al doctor los vecinos que pasase a verme, el doctor me examinó muy despacio, y declaró a todos que yo estaba muerta y bien muerta.
Pero casualmente también, es decir, providencialmente, vio el Doctor que yo llevaba el ESCAPULARIO DEL CARMEN, y entonces exclamó:
-No señores, no; no debe estar muerta esta mujer; lleva puesto el SANTO ESCAPULARIO; y ningún suicida logra morir, aunque en ello se empeñe, cuando lleva consigo este talismán.
Tomó, pues, en sus manos el Doctor mí Escapulario, volvió a ponérmelo bien, tornó a mirar, a remirar, a palpar mi cuerpo yerto y a examinarme más despacio.
¡Inútil empeño! No lograba encontrar en mí ninguna señal de vida.
Más no por eso se daba por vencido el cristianísimo Doctor, en cuyo rostro, muy a las claras, se leían el dolor, la pena, el asombro y la profunda meditación que le embargaban.
-Traed, dijo de repente, traedme dos mazos de madera, y vamos a golpear todo el cuerpo, particularmente por la región del estómago.
No puede ser que haya muerto en medio de la desesperación quien lleva puesto el ESCAPULARIO DEL CARMEN.
Comenzaron a menudear suaves golpes de mazo sobre mi cuerpo frío; y el sabio y piadosísimo Doctor examinaba atentamente a cada minuto mis yertos despojos, sin descubrir ni atisbar ninguna señal cierta de vida.
Y así se pasó una hora mortal: ellos dándome golpes con los mazos, y él observando con mucha atención y diligencia mi cadáver.
Pero de repente se ilumina la cara del Doctor Recamier, el cual, con lágrimas en los ojos, comenzó a gritar:
-Ya, ya vuelve a la vida este cuerpo.
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Bien lo decía yo: Nuestro Señora del Carmen no podía dejar morir así a quien llevaba puesto su SANTO ESCAPULARIO.
Confusos, atónitos y espantados quedaron los circunstantes, que después de aquella larga brega, casi fúnebre, habían perdido ya toda esperanza.
Pero todos se desvivían después (Dios se los pague) por cuidar amorosamente de esta infeliz pecadora.
Finalmente logré la más cabal salud; lloré mi pecado, pedí perdón a Dios y a los hombres y entré en religión.
Yo deberé, pues, mi salvación eterna al bendito ESCAPULARIO de la Santísima Virgen del Carmen.
SE PRENDE FUEGO UNA CASA, Y ARROJANDO A LAS LLAMAS EL SANTO ESCAPULARIO SE APAGA
El Rvdo. Francisco Boersio, nos dice que en Ada, lugar del Obispado de Milán, prendiose fuego en la casa de Alejandro Coto.
Fue tan desdichado, que cuando llegaría el remedio sería tarde.
Pues hallándose la casa en despoblado y algo distante del lugar, no siendo más que él y un hermano suyo para apagarlo, tras hacer esfuerzos desesperados, vieron con gran sentimiento y dolor que por todas partes era el inmueble presa de las llamas.
En tal congoja y tribulación ocurriósele a uno de ellos echar o arrojar sobre las llamas el Escapulario de la Santísima Virgen del Carmen que traía pendiente de su cuello
A lo cual le alentó el otro hermano, diciéndole que había oído decir muchas veces que echando el Santo Escapulario sobre el fuego se había apagado de súbito.
Ejecutáronlo así y el conflicto o falta de medios materiales para lograr sofocar el fuego, alentó aún más su fe y devoción para suplicar con ansias a María Santísima se dignase poner remedio, mediante su bendito Escapulario, a aquella tribulación que les descorazonaba y afligía sobremanera.
No tardó más la Santísima Virgen en socorrerles que ellos tardaran en arrojarle con ardiente fe y rendida confianza sobre las llamas de aquel fuego devastador.
Pues al punto reconocieron la superior virtud del Santo Escapulario y resolviéronse en denso humo las voraces llamas.
Respiraron consolados con tal prodigio ambos hermanos, que puestos de rodillas no cesaban de dar gracias con indecible júbilo y alborozo a la Madre de Dios.
Pero he aquí que al levantarse quiso el cielo que admirasen otro mayor, pues entre vivas ascuas hallaron el Santo Escapulario de María intacto, sin haber osado el fuego tocarle ni ofender en lo más mínimo.
Llegó presto a Milán la noticia del suceso, y el Sr. Vicario lo examinó y jurídicamente lo aprobó, para que en todo tiempo diésemos gracias a nuestra Madre amable.
Que así se digna consolar a los que con viva fe y rendida confianza acuden a su valiosísima protección en los instantes de inminente peligro.
CASTIGO EJEMPLAR
Ha sido táctica secular de los herejes protestantes ridiculizar las prácticas de devoción de los católicos, sobre todo las relacionadas con la Santísima Virgen.
Pero, mal que les pese, Ella ha sido siempre la que quebranta con su huella inmaculada todas las herejías, como canta la Iglesia.
Una sacrílega parodia que hicieron los protestantes el año 1923, en la ciudad de Añasco, en la isla de Puerto Rico, es buena prueba de la popularidad inmensa que había alcanzado y que goza afortunadamente la devoción al Santo Escapulario de nuestra Madre del Carmen.
Que no en vano desfilaron por la isla apóstoles de la devoción a nuestra dulce Madre, tales como los padres Elías Sendra, Espiridión María Cabrera y el fervoroso y santo apóstol P. Elías Besalduch, y no menos el benemérito Carmelita padre José Sánchez.
Tratose, pues, de ridiculizar por los protestantes tal devoción como una de las de más honda raigambre entre los católicos.
El relato del caso es del Rvdo. P. Pedro de Arancibia, agustino, natural de abadiano, residente por aquellas fechas en Puerto Rico.
El hecho tuvo lugar en la ciudad de Añasco, el día 24 de diciembre del mencionado año de 1923.
Celebraban, dice el P. Arancibia, los protestantes una velada, intentando ridiculizar nuestras devociones y hacer burla y chacota del clero católico.
En la tal velada tomaban parte una joven de apellido Domínguez, que desempeñaba el papel de princesa. Un joven, Pietri, hacía de sacerdote católico.
Pietri exigió dinero a la joven Domínguez. A la negativa de ésta, el cura Pietri, montando en cólera, insultó violentamente a la princesa, diciéndola: “Te vas a condenar, eres mala católica”.
La joven Domínguez, para demostrar su catolicidad religiosa, muéstrale un Escapulario de la Virgen del Carmen que pendía de su cuello.
El iracundo y frenético cura se lo arrebata de las manos, diciendo: “Esto es una tontería, una por…” levantando el brazo en actitud de arrojar al suelo el bendito Escapulario.
Pero Jesús, que suele tolerar con más paciencia los agravios inferidos a su persona adorable, suele hacer sentir su mano justiciera sobre los que se atreven a injuriar a su Santísima Madre.
En el presente caso no quiso que se profanara el honor de María y quedase en ridículo la devoción predilecta del pueblo católico de Puerto Rico.
El brazo que se levantara para arrojar el Santo Escapulario del Carmen, como herido por un rayo, queda inmóvil.
El joven Pietri queda idiota; no sabe ni puede responder a los que, estupefactos, le preguntan qué le pasa.
El que entró en la velada rebosante de salud y alegría, sale a hombros de sus amigos, paralítico, idiota y enfermo.
Los protestantes hubiesen querido ocultar el espantoso suceso, mas, por fortuna, había en la velada, también, algunos católicos, que pusieron inmediatamente en conocimiento de su párroco todo lo sucedido.
El cual refirió lo ocurrido para edificación de sus feligreses, en las fiestas del día de Reyes, y en la de San Antonio Abad, patrón de la parroquia, escuchándole emocionados todos los fieles que asistían a la Santa Misa.
En los que se aumentó más y más el fervor y la devoción hacia el bendito Escapulario de María Santísima del Carmen, siendo centenares los que le recibieron este último día.
María promete hacer fácil por la gracia lo que es difícil por naturaleza.
Y ayudar con más gracias ordinarias, siempre y cuando nos pongamos el signo de nuestra consagración a Ella.
María misma dijo:
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“Toma este Escapulario, todo aquel que muera llevándolo no sufrirá el fuego eterno.
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Será un signo de salvación, una protección en el peligro y una promesa de la paz”.
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