Un conflicto entre un párroco y su obispo en Polonia puede ser signo de los nuevos tiempos

La visión de Francisco versus la antigua.

 

La historia que estamos podría tratarse los conflictos entre un sacerdote relativamente joven lleno de sacro entusiasmo y, a veces, un poco indiferente ante las palabras del propio obispo, y este último, más entrado en años y fácilmente tildable de conservador, cuando no de anticuado.

 

 

Pero muchos en Polonia consideran que puede ser la primera batalla entre la visión de la Iglesia colegial de Papa Francisco y la Iglesia vieja, basada solo en la indiscutible autoridad de los obispos.

El caso protagonizado por don Wojciech Lema?ski, de 52 años, párroco de Jasiénica (cerca de Varsovia), y el ordinario de la arquidiócesis de Varsovia-Praga (barrio de la capital polaca que se encuentra a orillas del Vístola) Henryk Hoser, de 70 años.

Es un conflicto bastante mediatizado entre un carismático sacerdote del campo y su obispo que conmueve a la muy católica Polonia, símbolo de las profundas tensiones en el seno de la Iglesia en ese país.

El padre Wojciech Lemanski, de 53 años, fue destituido como cura de su parroquia por haber criticado en su blog un documento del episcopado polaco que condena totalmente la fecundación in vitro, el aborto, la eutanasia y la contracepción.

Su superior, monseñor Henryk Hoser, arzobispo de Varsovia-Praga, le reprocha

la «falta de respeto y la desobediencia», al considerar que sus opiniones públicas provocan «daños importantes y causan la confusión en el seno de la comunidad de la Iglesia».

«Es una nueva etapa de la confrontación entre una Iglesia abierta y una Iglesia cerrada», considera en una entrevista a la AFP Stanislaw Obirek, teólogo, universitario y exjesuita.

Al principio, el padre Lemanski se negó a dejar la parroquia, antes de resolver retirarse finalmente el martes. Se excusó y pidió a sus parroquianos, que lo defienden totalmente, que obedezcan a la jerarquía.

Sin embargo, no bajó las armas y se dirigió al Vaticano en espera de que el papa Francisco se pronuncie sobre su caso.

«La esperanza está del lado del Vaticano y de la reacción eventual del papa Francisco», considera Stanislaw Obirek.

Según él, el padre Lemanski representa a una Iglesia que se parece a la del nuevo papa, que escucha a la gente y cercana a sus problemas cotidianos, en oposición a una Iglesia autoritaria, jerarquizada, que no soporta críticas.

«El padre Lemanski criticaba el lenguaje utilizado por la Iglesia polaca, que es hiriente para la gente que piensa distinto, especialmente respecto a la fecundación in vitro, el aborto, o la homosexualidad, un lenguaje de odio», indicó.

Adam Szostkiewicz, especialista de la Iglesia del semanario de izquierda Polityka, subraya que

«el padre Lemanski no cuestiona la doctrina misma de la Iglesia». «No es un revolucionario. Solo se pronunció según su conciencia, contra declaraciones estigmatizantes para la gente, cuya dignidad fue afectada».

El padre Lemanski defendió recientemente a Agnieszka Ziólkowska, primera polaca nacida hace 26 años gracias a la fecundación artificial, que decidió dejar la Iglesia católica al considerar que ésta se oponía con virulencia a este método, estigmatizando a los nacidos gracias a este procedimiento.

El debate sobre la fecundación in vitro se reactivó en Polonia luego de que el gobierno liberal de Donald Tusk presentó en julio un programa nacional de financiamiento de este método pese a la fuerte oposición de la Iglesia.

Don Lemanski, de hecho, es uno de los religiosos polacos más activos en la lucha en contra del antisemitismo y uno de los mayores promotores del diálogo con los judíos.  Por este motivo recibió una condecoración del difunto presidente Lech Kaczy?ski. Pero no permaneció inmune a las críticas de mons. Hoser, que primero lo alejó de la enseñanza en las escuelas públicas (las clases de religión en Polonia todavía existen) y después, el 7 de julio pasado, para ser precisos, lo invitó a dejar la parroquia y a mudarse a la casa de los sacerdotes jubilados, a pesar de tener solamente 52 años.

«El padre Lemanski se expuso a las críticas de su jerarquía al implicarse activamente en eldiálogo judeo-católico», agregó Szostkiewicz.

En una declaración publicada el lunes, el Consejo de diálogo entre judíos y cristianos, del que forma parte, defendió al sacerdote,

«hombre de méritos excepcionales para perpetuar la memoria de la antigua presencia de judíos (en Polonia) y de la tragedia del Holocausto».

«La Iglesia polaca posterior a Juan Pablo II tiene un problema con la democracia, y el conflicto en torno al padre Lemanski es la prueba visible de ello», dijo Szostkiewicz.

«Pese a una baja frecuentación –el 40% de fieles van a misa, frente al 50-60% hace unos años–, la Iglesia se siente todavía muy fuerte. Es sorda a los argumentos racionales», concluyó.

Don Lema?ski dice que apeló a la Santa Sede, animado por la propia experiencia: en 2010 ganó una polémica parecida con su obispo. Sintiéndose completamente al seguro, acusó al mismo obispo de haberle ofendido en el pasado. Con poca claridad, reevocó una situación que se habría verificado en 2010, en el mismo palacio arzobispal, en donde mons. Hoser se habría comportado, según el sacerdote, “de forma profundamente inconveniente, como el cardenal O’Brien”.

El estupor que suscitó esta declaración, pues surgió la sospecha espontánea sobre la posible naturaleza sexual de este comportamiento, hizo que Lema?ski rectificara. El sacerdote, después de haber pedido perdón al obispo por el equívoco, declaró que su conversación tenía que ver con su compromiso en el diálogo con los judíos.

“Dígame, padre, ¿usted está circuncidado, pertenece, acaso, a ese pueblo?”, le habría preguntado el monseñor.

“¡Qué cosas me pregunta, cómo se permite, excelencia!”, habría respondido el sacerdote.

Al día después de la divulgación de la noticia, la curia rechazó estas acusaciones.

El interés de la opinión pública por esta triste historia en Polonia es muy grande, sobre todo porque algunos perciben en ella la lucha entre “lo viejo” y “lo nuevo”. Entre la Iglesia antes de Francisco y la Iglesia tras su elección, pues, como se dice y se escribe, los obispos polacos no serían sus grandes admiradores.

En Varsovia hay incluso quien considera que esta es,

la“primera batalla entre la visión de la Iglesia colegial de Papa Francisco y la Iglesia vieja, basada solo en la indiscutible autoridad de los obispos”.

Y muchos se muestran al mismo tiempo pesimistas, porque solo poca gente cree que de la polémica pueda salir victorioso el párroco de Jasiénica.

Fuentes: Periodista Digital, Vatican Insider, Signos de estos Tiempos

 

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